❅ Eternal Snow [Priv. Emeth]

por **Ania Camorra** Miér Ago 17, 2016 4:53 am

¿Cuánto tiempo llevaba ya viviendo en Idarion? Aproximadamente unos seis meses... y ya comenzaba a cuestionarme hasta cuánto más tendría que soportar las insistencias por parte de los directivos para mantenerme allí, como si creyeran que yo aceptaría su oferta de incorporarme en el cuerpo académico sólo porque sí. No podía quejarme del trato dado, me trataban cual reina en sus tierras... Pero eso no era suficiente para hacer que yo abandonase mis planes originales de regresar a Italia, tierra natal, y resolviera unos cuantos asuntos pendientes con mi, por desgracia, familia paterna.
Sin embargo, mientras estuviera viviendo en aquella academia, y gozara de sus bondades, tenía que mantener un perfil bajo y saciar las peticiones ajenas... Razón por la cual me encontraba allí, en el escenario del auditorio, interpretando una de mis canciones más recientes a un grupo específico de estudiantes de la especialidad de música. ¿Para qué precisamente? Sencillo, creían que de esta forma los chiquillos tendrían un acercamiento directo con el mundo del espectáculo, y pudieran echar un vistazo en primera fila a alguien que tuviera ya varios años de experiencia en aquel riguroso y extenuante medio. Y claro, la persona más cercana a ellos y que contara con dicho perfil era nada más y nada menos que yo.
No me molestaba darles una presentación improvisada, de todas formas acostumbrada estaba a satisfacer los gustos de un exigente público que había llegado a rebasar los miles de espectadores. Lo que no lograba a entender era cómo aquello podría servirles a ese grupo en específico de estudiantes. Si quisieran presenciar un concierto, podían hacerlo cuando quisieran y de quienes quisieran, ¿no? Al fin y al cabo sus padres tenían la solvencia económica necesaria para costearles el gusto. Un verdadero aprendizaje, desde mi punto de vista, sería que ellos mismos tuvieran la experiencia de subir al escenario y deleitar a los demás con su trabajo y talento. Pero como yo no era profesora, y me importaba muy poco el avance que estos pupilos pudieran tener en su estadía en dicha institución, no era quien para inmiscuirme en asuntos ajenos. No me estaban pagando para eso, sino para cantarles y ya.
Y a eso me dediqué, a interpretar el par de canciones que había preparado para ellos, viéndolo más como una práctica que como una presentación tal cual. Hice alarde de mi talento y entrenamiento vocal, de mi seguridad sobre el escenario al deslizarme a través de este y moviéndome al compás de lo que interpretaba, adueñándome de cada metro cuadrado que abarcaba aquel espacio elevado del resto del público. Y cuando los últimos acordes de la guitarra eléctrica en la canción final resonaron a lo largo y ancho de la enorme estancia y de estos le continuó el breve silencio, me hice hacia atrás el rubio cabello en un gesto neutral al tanto que respiraba profundamente para recuperar el aliento. Los aplausos entusiasmados de la mayoría de los presentes no tardaron en hacerse oír, y agradecí estos con leves inclinaciones de cabeza mas sin sonreír. No era dada a hacerlo si no lo sentía de verdad, ni siquiera por cinismo o desdén.
Estuve a punto de largarme de allí, al haber concluido mi deber en ese lugar y no tener nada más que hacer, pero en el último momento me giré hacia la pequeña audiencia y les contemplé de uno en uno, como evaluando sus perfiles. Finalmente mis ojos azules se toparon con una peculiar mirada platinada y al examinar con mayor detalle sus facciones, un chispazo de reconocimiento se encendió en mi mente. Él... Se me hacía conocido, su rostro me era familiar pero no sabía de dónde podría haberlo visto con anterioridad. Tal vez de algún encuentro momentáneo en alguna parte de los terrenos que componían aquella institución; o tal vez no...
-Tú -le señalé con una mano al tanto que la otra la usaba para acercarme el micrófono a los labios y así hacer que mi voz resonara fuerte y clara en el lugar-. Sube al escenario, demuéstranos cómo te desempeñas en este terreno.
Y sin más me encaminé hacia las escaleras laterales, aguardando a que el pelinegro subiera al mismo y así hacerle entrega del micrófono que le tendía. En ningún momento aparté mi mirada de la suya, sin mostrar expresión alguna en mi rostro. ¿Por qué lo hacía, si no era mi obligación? Por interés personal, nada más.

Eternal Snow:

por **Emeth** Miér Ago 17, 2016 10:18 pm

Lunes...

¿Dónde se habían quedado? No en el calendario de Emeth ya que un cuadro negro censuraba cada incidiosa casilla que anunciaba el fatídico inicio de semana, así que sí: su semana empezaba en martes...

¡¡PIIII--PIIIIII-PIIIIIII!!

- ¡Mmmhhhgrrraaarghh...!

Al menos cuando era el absoluto amo y señor de su vida, haciendo énfasis en 'era', y ese pitido molesto de la alarma del celular se lo estaba echando en cara, por lo que termina siendo la primera víctima de la mañana, al terminar volando por el aire, disparando su trayecto contra la pared, dejando que sus piezas - una a una - casi alcancen a su fabricante allá en China. Refunfuña mientras se despabila, frotando sus manos contra su rostro y mencionando en palabras altisonantes lo 'buena' idea que era haberse inscrito como un vil crío a la escuela, donde torturan los lunes y a muy temprana hora ¿quién carajos piensa o siente o respira a las 7 de la mañana?

Sin medir consecuencias, todavía se tarda casi la hora en salir de su habitación, desconociendo ese extraño término de 'puntualidad' - a menos que fuera para un concierto donde lo cabrearía salir 12 segundos tarde a escena - con sus gafas de sol, fieles compañeras, las únicas que comprendían su dolor. Obviamente el pasillo ya estaba desierto, mejor para él, no quería que empezaran a emerger salvajes fans. Emprende la marcha hacia... ¿dónde?

[...]

Oh, ahí era: el auditorio, al menos según el itinerario electrónico que registró en su agonizante celular parchado con cinta. Naturalmente, ahora las puertas están cerradas, pero eso no le impide escuchar el ajetreo al interior y es entonces que nota esa voz filtrándose a través del grosor de la madera y no es una voz de puber a medio desarrollar que lanza alaridos al aire, intentando desquitar la paga de la escuela, no, es una voz educada en el canto con un peculiar registro... Perturbadoramente familiar. Recuerda entonces que las puertas usualmente cuentan con manijas que al tirar de ellas, se abren mágicamente, así que decide emplear todo ese conocimiento para irrumpir y lo primero que nota es a Ania Wyatt - o un muy buen doble de ella - en persona ¿ahora daba conciertos escolares? Típica yankee. Se cruza de brazos y se apoya en un hombro sobre el marco de la puerta, disfrutando el que nadie note su entrada ya que están como idiotizados por la ejecución de la idol, no se les podía culpar, era buena en lo que hacía, aunque - a ojos de Emeth - algo le faltaba... Curvas no, eso lo había acordado con su 'yo' interno ahora que la veía en vivo, lucía mucho mejor de lo que esos pastelosos promocionales llenos de colores y lucecitas editadas digitalmente la dejaban ver.

- Bueno, esto se puso interesante.

Ahoga el murmullo entre la oleada de aplausos, sonriendo de medio labio, sin molestarse en celebrar la presentación de la cantante, bajándose las gafas a mitad del puente de la nariz para buscar su mirada zafírea. Le sonríe de medio labio... Sería divertido si ella también lo reconociera ¿qué tan sólida sería la opinión que se habría formado de él en base a esos tabloides publicitarios y esas entrevistas? Sin contar a los inumerables colegas siempre tan ávidos de escupir veneno en su nombre.

ania wyatt escribió:Tú

Ese es el momento cuando todos los asistentes, como si lo hubieran ensayado, giran la cabeza para seguir ese dedo acusador que lo delata. 'Mierda...' piensa de inmediato, pues lo que menos quería ahora era toda esa atención.

ania wyatt escribió:Sube al escenario, demuéstranos cómo te desempeñas en este terreno.

Y en contraste con su apariencia tan agradable a la vista, ese tono tan seco por parte de la rubia arruinaba las fantasías de Emeth. Los murmullos rompieron poco a poco con el incómodo silencio, subiendo de tono... Era tan improbable, que los que lo reconocieron de inmediato rechazaron la idea en su mente con un claro 'Naaahh...', es decir ¿qué tan a menudo una estrella de rock llega a tu escuela y se presenta como sin nada? Bueno, quizá más frecuentemente que en otras escuelas, ya que había una sobre el escenario que acababa de dar un concierto privado, pero 2 al mismo tiempo, en el mismo espacio: Imposible. Aún así, la aguda mirada de los estudiantes seguía martillando la desaliñada figura del cantante, donde había hecho estragos el reglamento al llevar a medias el uniforme y sin quitarse un solo piercing, aunque si ocultaba sus distintivos tatuajes con una camisa ajustada de manga larga y negra, claro. En ese momento, no existe nadie más alrededor que ella, clavándole la mirada, interesado en algo que solamente él sabe... Avanza hacia la delicada figura y toma el micrófono, con cuidado de no tocar su mano. Se aclara la garganta y justo cuando toma aire para empezar, exclama un simple y sonoro:

- No. - Dice contundentemente, ante la exclamación general y los insultos de los fanboys que no pueden creer ose hablarle así a su 'diosa dorada'. - No puedo cantar sin ejercicios vocales o calentamiento ¿cierto?

Recompone el rumbo de su comentario, apaciguando a los presentes que ahora le encuentran congruencia a su negación, más no es eso lo que detiene a Emeth, sino que justo ahora esto se convierte en un juego donde puede medir a la famosa rubia del nuevo continente.

por **Ania Camorra** Lun Ago 22, 2016 6:34 am

En todo el trayecto que le llevó al pelinegro para sortear la distancia entre las puertas y el escenario, no dejé de contemplarle con una expresión neutra, pero había cierto brillo de interés en mis ojos azules. Ahora que lo tenía cerca, frente a mí, aquella sensación de reconocimiento se hacía más intensa... Estaba comenzando a convencerme que no era de allí de donde le había visto con anterioridad, pero no lograba atrapar con exactitud de dónde le conocía. No me pasó por inadvertido su cuidado para que nuestras manos no rozaran, y dicho gesto me pareció curioso e incluso divertido.
Me mantuve a un lado del escenario, recargando un hombro sobre la pared al tanto que me cruzaba de brazos, dispuesta a deleitarme con la improvisada presentación que al parecer estaba dispuesto a dar aquel sofisticado caballero... O tal vez no. No pude evitar que una sutil sonrisa de entretenimiento apareciera en mis labios cuando su negativa resonó en todo el auditorio, cortando así las ascuas de todos los que nos encontrábamos allí. Finalizó con aquella excusa que a los demás dejó satisfechos, pero que en mí provocó que alzara una ceja ante la incredulidad de sus palabras. Ya no tenía dudas, desde el mismo instante en que abrió la boca para hacerse oír mediante el micrófono un nombre acudió a mi mente para así reconocer el perfil que ahora contemplaba con cierta curiosidad: el famoso, caótico y, sobre todo, 'desaparecido' M.
Vaya sorpresa encontrarle en tan singular lugar.
-Cuánta sabiduría brota de tus labios, compañero -de un simple movimiento me separé de la pared y me encaminé con paso desenfadado hacia él, olvidando por un momento que teníamos público y en cambio enfocando toda mi atención en el pelinegro-, o al menos eso te diría un profesor... Mas yo no soy tu instructora, ¿no es así? Tengo en este medio más de cinco años, y puedo decirte que se 'puede' hasta donde uno quiere. El decir 'No' de tan tajante manera significaría cerrarte un sin número de puertas a oportunidades, siendo apenas un novato. Aunque eso es algo que ya sabías, ¿no es cierto? -guardé silencio por unos segundos escasos, penetrándole con la mirada y dejando al aire la idea de que yo ya sabía de quién se trataba. Que él se diera por enterado bajo sus propias percepciones, si es que deseaba hacerlo. Me encaminé hacia el centro del escenario y me viré hacia el reducido grupo de estudiantes que se encontraban allí, contemplando la escena como si de un espectáculo televisivo se tratara-. Veamos, como buen estudiante que quiero suponer que eres... Sabes que dependiendo del estilo de música y el rango vocal a utilizar, son los modos diferentes para el calentamiento y vocalización. Puedes confiar en mí cuando te digo que no practiqué para interpretar bel canto.
Sin mayor explicación cerré los ojos y respiré un par de veces de modo profundo. Tras esto, entoné, sin acompañamiento musical alguno, una melodía con exigencia de técnica operística en varias partes. Para ello no recurrí al micrófono, debido a que sabía de antemano que bien aplicado el conocimiento y la potencia, la voz resonaría en un espacio como aquel, diseñado precisamente para eso. También ayudó que todos guardaran silencio mientras duraba la pequeña interpretación y, una vez finalizada esta, me giré hacia el cantante con expresión indescifrable.
-Bien, pienso que ahora puedes demostrarnos lo que quieres hacer... -me hice a un lado e hice un leve gesto con la mano para que sólo el hombre pudiera entender la invitación que le hacía para que se adueñara tanto del escenario como del público que esperaba; si es que quería hacerlo. Cuando pasé a su lado me detuve un momento, apoyando mi mano con sutileza sobre su brazo para retenerle y así susurrarle cerca de su oído-, porque me niego a creer que alguien con tus habilidades y temperamento, se deje amedrentar.
Me separé y bajé del escenario, otorgándole a él toda la libertad de hacer lo que más le placiera. ¿No hacía eso siempre? No por nada esa reputación ya le precedía, escándalo tras escándalo. Junto a las escaleras me dispuse a contemplar sus siguientes acciones, con naturalidad y sin esperar nada en específico de él. En primera, no me interesaba si el jovencito me guardaba rencor alguno por lo sucedido allá arriba, ni su opinión al respecto. Como él, yo también hacía las cosas a mi modo y sin interesarme opiniones ajenas. Pero el quedarme a ver de qué era capaz... bueno, eso sería algo entretenido de presenciar, al menos. ¿La duda de ser reconocido por tan pocas personas le retenía? O el mero capricho de negarse.
A saber.

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