✿ True Face ✿ Priv.

Me había quedado sin víveres, casi sin advertencia mis alacenas y el refrigerador estaban completamente vacíos ¿Tanto comía? Más aún, se me había agotado la cerveza y eso era prácticamente imperdonable; de hecho era de las pocas cosas que no podían faltarme.

Finalmente acabé por salir a pesar de que el cielo parecía anunciar que en cualquier momento se desataría una violenta tormenta, me daría prisa en el autoservicio y llegaría antes de que me pillara el agua; después de todo solo me procuraría lo necesario para salir de paso hasta mañana.

No tardé en llegar a la tienda y pillar un canasto, comenzando a recorrer las estanterías para hacerme con snacks y otras tonterías; ya tenía casi todo en mi poder cuando el rincón de las revistas me llamó la atención; recordé que no había comprado los comics semanales así que aproveché la ocasión y de paso hojear un poco algunas revistas pornográficas que se hallaban escondidas detrás de todo para mantenerlas alejadas del alcance de los niños.

-Oh… Tienen a Liz en la portada… Debe ser una edición deluxe…-
Definitivamente Liz posaba poco para revistas ya que estas siempre preferían las rubias plásticas excesivamente grotescas.

Me entretuve pasando las páginas, sin darme cuenta en pocos minutos ya estaba lloviendo como si se cayera el mundo afuera. Apenas eché una fugaz mirada hacia afuera, chasqueando la lengua antes de regresar a mi revista.

-Tendré que hacer tiempo… -Murmuré para mí mismo encogiéndome de hombros mientras seguía pasando las hojas y deleitándome con las imágenes de aquella excéntrica belleza gótica.

Estaba completamente concentrado en lo mío cuando una suave voz interrumpió mi goce.

¿Acaso se estaba dirigiendo a mí?

Sorprendido alcé el rostro hacia la dueña de aquella voz y experimenté un estremecimiento al notar el aire de semejanza de aquella belleza frágil y delicada que me recordaba episodios de mi vida que prefería mantener enterrados en lo más hondo de mi consciencia.

Arqueé una ceja bastante confundido por la actitud que la desconocida tomó a continuación; sin embargo pronto estaba conteniendo la risa por su torpeza que delataba a las claras que se sentía profundamente avergonzada por haberse encontrado de pronto con la imagen de la pelirroja en una pose de lo más sugerente que no dejaba nada a la imaginación; enseguida sonreí socarronamente mientras me inclinaba a levantar su cesta y estirar la mano hacia ella para devolvérsela.

-No pensarás que a ti te trajo una cigüeña ¿No? –Río volviendo mi atención a las hojas mientras un niño se acerca a las revistas para echarle un ojo a los cómics. Ante ello me siento frente a una oportunidad única y mi atención se dispersa de aquella chica que me recordaba a Olive, para centrarse en el pequeño.

-Oye niño…-Sonrío abriendo mi revista en la página central donde Liz se encuentra haciéndole una felación a un tipo bastante dotado- Mira… La nena está saboreando una paleta de su sabor preferido…-Tengo que tragarme mi carcajada cuando él palidece alejándose del cómic que yo quería y así puedo hacerme con él, llevándolo a mi cesta antes de volver los ojos a la chica horrorizada.


-Si te incomoda una foto, doy por descontado que no venías buscando contacto físico… ¿Nos conocemos o se supone que puedo hacer algo por una perfecta extraña? –Susurro guardándome la porno en la canasta junto con el resto de mis cosas mientras aguardo una respuesta.-

Vale, es decir, cualquier persona a su edad sabría que las cigüeñas no traían a los niños sino que era más bien cosa de una, o quizás más noches pasados juntos haciendo cosas para nada decentes sino todo lo contrario. Claramente eso ella lo sabía, pero... ¡No era esa la cuestión! Desinteresada como estaba por ese tipo de forma de procrear, o en el mismo cuerpo de un hombre más que para simples abrazos o amenas conversaciones, tales imágenes en una revista, que claramente sabía que existían, la había tomado tanto por sorprendida que casi había accionado como una inocente muchachita, algo que realmente lo era, inocente. Carraspeó, tapando sus labios con una de sus manos intentando recuperar la compostura perdida. ¡Por favor! ¡Era Miléne Von Damme! Se supone que había cierta imagen que debía de se...

¡¡Alto, alto, alto!! ¿Qué estaba haciendo ese sujeto? En un rápido movimiento, dejando que solo resonara el pequeño tacón de sus zapatos al dar un paso al frente, le arrebató la revista pornográfica al completo extraño que tenía a un lado y de paso, recuperó también la cesta que había recogido del suelo ¡Un acto amable! ¡Pero eso no era permitido!— ¡Eso fue realmente feo! Rebajarse a tanto y robarle la revista a un niño no tiene nada de admirable —Se quejó, cerrando la revista de un golpe tras sujetar la cesta con su antebrazo. ¡Genial, Miléne! Ibas a meterte en problemas con todo un matón por seguir unos principios que no siempre iban a servir más que para que uno mismo se sintiese a gusto consigo mismo. Algo que, a pesar de todo ella ansiaba más que nada, seguir su buen ejemplo.

Ella solo quería seguir un ejemplo, el de aquél ser que algún día, tiempo atrás, la sacó a ella de la miseria.

Sonrió internamente y volvió la mirada al otro, perdonándole a pesar de que de sus labios aquella petición siquiera fue dicha. Volvió a dejar la revista en la casta del otro y subió sus orbes a los ajenos, con calma— No, no busco ningún tipo de contacto físico, no el que tú puedas pensar al menos —Arqueó una ceja con elegancia, retrocedió un paso para dejar el resto del pasillo visible para el otro y finalmente señaló con una mano hacia una caja de cereales en lo alto de una estantería— Solo me preguntaba si... —Nada que hacer, la suerte no estaba de su lado para nada en aquella ocasión. El cielo, oscuro a más no poder, la poderosa lluvia que estaba golpeando la tierra... ¡¿Todo eso no bastaba?!

Un repentino relámpago que pareció haber golpeado frente a la ventana y el inminente trueno, solo milésimas de segundo después, haciendo retumbar todo el lugar la hicieron gritar, pero, probablemente no se habría escuchado, mitigado por la presencia del trueno. Pero, eso no fue todo, aterrada, con la piel de gallina y temblando, dejó caer la cesta en el suelo por segunda vez y, sin siquiera pensarlo dos veces se abrazó al brazo del desconocido hombre. Sus ojos, cerrados con fuerza, parecieron al borde de dejar escapar lágrimas—Yo... Y-Yo solo quería que... Q-Que me acercaras... La caja de cereales... —Susurró temblorosa al cabo de segundos, dándose cuenta solo entonces que quizás... ¡Oh! ¡Eso no importaba! ¡Los truenos! ¡Los truenos eran peores! Pero, sacando coraje de quién sabe donde levantó su mirada y observó afuera, hacia la incesante lluvia— ¿Ya? ¿Ya pasó...? —Otro estruendo, la misma reacción. Con ojos cerrados con fuerza negó varias veces con la cabeza ¡¡No había forma!!