Chuza e amore | SV | [CERRADO]

La idea de salir con una persona desconocida en una 'cita romántica' era  tan atractiva que Salvatore no pudo resistirse, no le importó que su padre estuviera involucrado, ni siquiera le dijo que él estaría como participante. Se inscribió con la expectativa de encontrar a alguien con quien tener a futuro alguna relación ¿para qué otra cosa se metería a algo así?, seguramente su pareja lo haya hecho con la misma esperanza o finalidad. Estuvo pendiente en la invitación que le llegaría, no quería que Leone supiera de ella y cuando la recibió la leyó en la privacidad de su habitación. La cita sería al día siguiente en los bolos, sitio al cual no iba desde que era muy pequeño y su madre seguía viva. No esperaba ese sitio, pero lejos de pensar en cosas innecesarias, se entusiasmó ya que no era el típico sitio para una cita empalagosa. Lo que le pareció ridículo era tener que llevar un cartel, si bien era lo más efectivo para encontrar a otra persona, no quitaba el hecho de que se vería tonto con algo asi entre sus manos mientras espera a su pareja.

"Bien, ya veré como hago eso..."

El día de la cita Salvatore buscó en su armario prendas poco usuales para él, normalmente vestía con kimono, yukata y hakamas, pero para esta ocasión usaría ropa más común en esta zona del globo. Era raro vestir así, pero no era algo malo y lucía bastante bien según su criterio. Tuvo cuidado de dejar un agujero en la zona trasera del pantalón para liberar así su cola y no tener un bulto dudoso en tal sector. Su cabello lo ató en una coleta suelta, la cual mantenía hacia la izquierda y dejaba caer el cabello hasta al menos la cadera. En cuanto al calzado usó unas zapatillas converse en tono negro con blanco asemejando el patrón de su camiseta. Buscó entre los materiales de su escritorio algo con lo que elaborar un cartel de un tamaño decente, encontró cartulina blanca y escribió en ella con un plumón negro, hizo un marco con plumón rojo y luego le mandó a enmicar.

Al estar listo pidió al chófer de su padre que le llevara al lugar, sitio al cual no demoró más de media hora. Se bajó del auto con el cartel en la mano izquierda, le llevaba sin mucho interés de alzarlo, mas era algo necesario. Aguardó a que el auto se marchase y caminó hacia la entrada posando el cartel frente a sí, tal cual estuviera en un aeropuerto a la espera de algún viajero. Ignoró lo tonto que se sentía con eso y buscó entre la multitud a otra persona que compartiera su situación, dudaba que otra cita se llevara a cabo aquí ya que perdería la gracia y sería muy aburrido. Salvatore se había inscrito buscando un hombre o una mujer, nunca se había interesado por alguien de su sexo, pero tras conocer a varios compañeros bisexuales u homosexuales tuvo una idea más amplia en cuanto a gustos y sintió curiosidad.

Meditó silenciosamente sobre sus intereses mientras su mirada buscaba otro cartel, es entonces que encuentra  a una atractiva mujer de cabello blanco siendo esa una coincidencia muy grande, pero lo que realmente le sorprende es que ella porte un letrero como el propio. Sintió un alivio tremendo y supo entonces que no estaba preparado para indagar en cosas 'extrañas'. Caminó hacia la joven y le costó no sonreír animado, entre más se acercaba a ella podía distinguir mejor sus rasgos pese a que portaba lentes de sol, admiró disimuladamente su bella figura y al encontrarse frente a ella alza un poco más el cartel con las iniciales SV.

— Buenas — dijo mientras le observaba atento y terminaba por bajar el cartel — Solo para asegurarme, ¿estás aquí por lo de San Valentín? — sería digno de recordar si aquella no venía para eso con un cartel como ese — Soy Salvatore  Lobbosco, ¿cuál es tu nombre? — ladeó su rostro y no separó su mirada de la joven frente a él, se veía menor , aunque con las mujeres esas cosas son muy engañosas. Esperaba poder llevarse bien con ella, ya tenía un punto por lucir bien, pero eso podría no significar nada si resultaba ser callada o si simplemente no congeniaban. El ambiente podría volverse tenso y la cita corta, un desastre en ese día.

Atuendo:

Se mantuvo atento a su reacción, para cuando le permitió observar su mirada y esa coqueta sonrisa, Salvatore se creyó con suerte en este caótico evento. Asintió al tiempo en que ella negaba, el zorro se sintió un tanto desconcertado, pero esa sensación no hizo más que aumentar conforme aquella le trataba de explicar la situación. Estaba confundido y fue peor al desviar su mirada a donde ella señaló, vio a una mujer que le ganaba por más años de lo que estaría dispuesta a confesar, inmediatamente sus cánidas orejas se agacharon al oír sus palabras. — Es-espera — comenzó a pensar en que, nunca se puso un tope de edad en el asunto, no había certeza que le tocara con alguien joven e incluso si le tocaba alguien mayor,. podría ser exageradamente mayor. Se le notó impactado por ello, pero no fue porque se tratase de una anciana su posible pareja, sino que al hacerle ilusiones con la fémina frente a él, el cambi resultaba demasiado como para resistirlo.

Fue un golpe bajo sin duda alguna.

Regresó la mirada a la joven cuando se sintió 'capaz' de hacerlo, suspiró y asintió — Es extraño que una mujer mayor se preste para estas cosas, pero, un juego es un juego — no muy satisfecho pero si convencido, se preparaba mentalmente para disculparse con la mujer frente a él e ir a la cita con la anciana. Él  no la dejaría plantada, sería una ofensa a su educación y forma de ser. Sus orejas poco a poco se fueron alzando indicando que repuso ligeramente el impacto de la situación — Uhm, lamento entonces... mi confusión, creo — sentía la necesidad de disculparse pero no sabía muy bien porque. — Es una despedida entonces — sonrió suave, lamentando el mal entendido y el no poder cambiar su cita. Tendrá orgullo y fidelidad a sus palabras, pero jamás podría estar con alguien con tandas décadas de diferencia.

Volteó ligeramente buscando a su 'pareja' ¡pero la mujer había huido!, eso le dejó aún peor — ¿Fui rechazado por una anciana? ¡Sabía que no debía ponerme esto! — su lado inseguro apareció al no estar acostumbrado a esas prendas, se sintió desechado y estúpido, no pudo prever que todo aquello era una mera broma. Seguía sopesando su abandono en lo que fue jalado por la chica, eso tampoco lo esperaba, pero se dejó llevar por ella al no poder resistirse. — ¿Eso debería alegrarme? — preguntó escuetamente. La cola tras de si caía libremente, solo la punta se mecía denotando lo 'mal' que le había hecho sentir la anciana — Ah... ¿y para que me trajiste aquí? — dijo poco antes de detenerse y ver a la otra frente a frente. Se cruzó de brazos y se tornó serio, pero al verle tal sonrisa dejó la amargura momentánea, pensó en su nombre.

"¿extranjera eh?"

La disculpa venidera, al inicio no comprendió a que venía, al pensar en lo sucedido intuyó a que venía y eso le hizo llevar la diestra al entrecejo y cerrar la mirada — Entonces... la anciana...y tu... — se sentía más estúpido que cuando se pensó rechazado por alguien de la tercera edad. — Vanessa... — murmuró avergonzándose por caer en algo tan burdo, parecía un niño siendo tan crédulo. Aquella le saca de sus pensamientos y Salvatore sonríe — Este sitio está lejos de mis opciones en una cita, pero este curioso encuentro...  dudo que lo olvide — aunque aquello no expresaba con que connotación lo decía, no sabía que más podría aparecer en la mente ajena, pero  lo que si estaba claro es que estaría más alerta. Quien sabe y le paga con la misma moneda, eventualmente. — ¿Habías venido antes a los bolos? — curioso preguntó, accediendo en ir a buscar a alguien que les guiara en la cita, al menos a donde se supone debían asistir.

Caminó ya más tranquilo, observó de reojo a Vanessa, no estaba molesto con el engaño sino todo lo contrario. Siempre le gustaron las personas extrovertidas y con sentido del humor. Ingresó y se dirigió hacia la recepción del sitio, donde se solicitaban los zapatos y se efectuaban las consultas, pero antes de poder acercarse al dependiente del lugar es abordado por un hombre castaño, quien se para frente a ambos y con un tono animado les saluda. — ¡Bienvenidos! Mi nombre es Paolo y me encargaré de darles algunas indicaciones — dijo mientras observó atento los carteles de ambos. — Como han de saber, su cita será en nuestro sector 'privado', por lo cual les solicito me sigan. Deben prepararse antes — dicho aquello volteó y les llevó hacia el costado derecho del mesón principal, donde les consultó por el calzado y les entregó lo necesario.

Salvatore apenas si le alcanzó a saludar, el hombre actuaba y dialogaba algo rápido para su gusto. Suspiró y solicitó los zapatos en su talla, se los puso sin mucha demora y entregó los propios. Tras eso, se esperó a Vanessa y el guía retoma el diálogo — Una vez conseguidos los zapatos, les daremos las bolas que utilizarán. Tenemos unas standard para cada sexo, pero depende de su nivel en el juego ¿Tienen experiencia en el juego o son principiantes? — preguntó aguardando solo a las respuestas. Salvatore respondió rápido — Soy principiante, habré jugado una o dos veces de niño — sobre reglas poco recordaba, pero sabía lo básico del asunto. — Les entregaré un folleto con la información básica, pueden jugar de la forma competitiva o solo por diversión, por lo que no precisan el conocer toda la reglamentación salvo que lo deseen. — fue claro en eso, la idea era divertirse y no pelear por quien es el mejor. Claro, esto último dependía de como fuesen los jugadores.

El zorro sonrió, no decidiría aún sobre el juego, lo conversaría luego con Vanessa cuando estuvieran solos, miró al hombre y preguntó — ¿Si tenemos dudas podemos preguntarte? — le observó y el hombre asintió, luego comenzó a caminar y durante el camino continuó hablando — Síganme por favor, les llevaré a la mesa reservada. Allí encontrarán todo lo necesario para el juego, incluyendo la información de la que les hablé. Yo les traeré las bolas para ustedes, mientras conozcanse y disfruten de los bocadillos. — fue animado y les guió hasta el final del recinto donde estaba la dichosa mesa.

Salvatore caminó al lado de Vanessa, Paolo se le hacía alguien muy feliz para su gusto. Al llegar a destino, se despide del sujeto el cual les vuelve a sonreir y se retira silencioso — No creí que nos fuesen a recibir así, sinceramente... aunque hoy me he llevado más sorpresas de las usuales — dijo relajado mientras elegía donde sentarse.

Off: