○ Pure and Proud ○ Priv.
Idarion Terra :: Academia "Soffio Divino di Angel" :: Residencia de las Chicas :: Sengundo Piso :: Habitaciones
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"Mis palabras suben volando, mis pensamientos se quedan aquí abajo; palabras sin pensamientos nunca llegan al cielo."— Cortó el silencio sin piedad alguna, levantando su pierna derecha para pasarla sobre la izquierda. El libro se cerró de golpe, resonando en el silencio con su última frase pronunciada. Sus violáceas orbes viajaron hasta encontrarse con la plateada caballera a un lado de ella: conduciendo. —Rikard... ¿Sabes?...— Con extrema seriedad en sus facciones cerró sus labios, como si aquello que de ellos iría a escapar fuera la cosa más importante del mundo. Sí, habían muchas cosas que decir... ¿Pero por cual empezar?. —Realmente me aburro. Mucho.— Si bien sus palabras carecían de importancia, la seriedad no se esfumó de su rostro, al menos, hasta que cerró sus orbes y volvió a mirar hacia la ventana. Árboles y más árboles pasar uno tras otro, monotonía eterna que solo deseaba quebrantar como cristal. Había sido su idea el acudir a esa lejana academia, solo para así poder estar lejos de casa. Cuanto más lejos mejor. Pero, no había nada divertido en todo aquello si no molestar a su acompañante, aunque eso sea solo con palabras que poco sentido tenían, producto de su imaginación, de sus propias historias inventadas y creadas. Una vez más, su mirada se desvió hacia el mayor y durante breves segundos permaneció quieta, mirándole.
Realmente no te entiendo. Serías el personaje principal de una historia... ¿Quizás un rey desterrado?... — Sus orbes se entrecerraron a la par que en su rostro el pesar se vio reflejado. —Sí, un caprichoso rey de la oscuridad... Y aun así... Preferiste servir a una caprichosa princessita.— ¿Molestarla el llamarse sola así? Era consciente de sus valores y aquello que no tanto lo eran y, efectivamente era una niña caprichosa, extraña, pero cuerda. —Rinii.— Utilizó aquél apodo que de vez en cuando pronunciaba, solo cuando la soledad les hacía mejores amigos y no ama y sirviente... Porque... Ella a él no lo consideraba un sirviente, sino un querido hermano mayor que jamás tuvo. ¿Si alguien se atreviera a lastimar aquél extravagante hombre de cabello plateado? Que se preparara a recibir su ira. —¿Estás seguro no ser un rey desterrado?— ¿Tenía coherencia sus palabras? Para nada, eran puras locuras provocadas por el aburrimiento pues conocía mejor que nadie a Rikard Hvide, al igual que él la conocía. —¿O acaso vienes de otro mundo?— Al fin y al cabo... Estaba desterrado ¿No?.
Su curiosidad fue llamada en cuanto se adentraron en los dominios de la academia y por ende... En su destino: Los dormitorios femeninos de la academia "Soffio divino d'Angel". Una nueva y divertida sonrisa se apoderó de sus labios al verlo y sus orbes volvieron a mirar a Rikard de reojo, con despreocupación. —Observa, Rinii. ¡He aquí el comienzo de una nueva aventura!— Cerró sus orbes y con un repentino movimiento de su mano señaló hacia el frente. ¿Qué les depararía el destino? ¿Una aventura, amores? ¿Acaso descubriría finalmente quién era aquél misterioso hombre a su lado? Solo había que ir y descubrirlo con los propios ojos, tocarlo y sentirlo con las propias manos. —Rikard Hvide, te reto. Descubriré donde está nuestra habitación antes que tú. Desde el momento en que bajemos del coche la carrera dará inicio.— ¿Maletas y demases? Eso ya se tendrá tiempo para recuperar. Ambos tenían una llave, el número de la habitación y el ingenio para poder llegar antes que el otro. ¿Motivo? ¿Había alguno? No. Únicamente era puro aburrimiento insoportable y un silencioso edificio que deseaba ser rescatado.
Realmente no te entiendo. Serías el personaje principal de una historia... ¿Quizás un rey desterrado?... — Sus orbes se entrecerraron a la par que en su rostro el pesar se vio reflejado. —Sí, un caprichoso rey de la oscuridad... Y aun así... Preferiste servir a una caprichosa princessita.— ¿Molestarla el llamarse sola así? Era consciente de sus valores y aquello que no tanto lo eran y, efectivamente era una niña caprichosa, extraña, pero cuerda. —Rinii.— Utilizó aquél apodo que de vez en cuando pronunciaba, solo cuando la soledad les hacía mejores amigos y no ama y sirviente... Porque... Ella a él no lo consideraba un sirviente, sino un querido hermano mayor que jamás tuvo. ¿Si alguien se atreviera a lastimar aquél extravagante hombre de cabello plateado? Que se preparara a recibir su ira. —¿Estás seguro no ser un rey desterrado?— ¿Tenía coherencia sus palabras? Para nada, eran puras locuras provocadas por el aburrimiento pues conocía mejor que nadie a Rikard Hvide, al igual que él la conocía. —¿O acaso vienes de otro mundo?— Al fin y al cabo... Estaba desterrado ¿No?.
Su curiosidad fue llamada en cuanto se adentraron en los dominios de la academia y por ende... En su destino: Los dormitorios femeninos de la academia "Soffio divino d'Angel". Una nueva y divertida sonrisa se apoderó de sus labios al verlo y sus orbes volvieron a mirar a Rikard de reojo, con despreocupación. —Observa, Rinii. ¡He aquí el comienzo de una nueva aventura!— Cerró sus orbes y con un repentino movimiento de su mano señaló hacia el frente. ¿Qué les depararía el destino? ¿Una aventura, amores? ¿Acaso descubriría finalmente quién era aquél misterioso hombre a su lado? Solo había que ir y descubrirlo con los propios ojos, tocarlo y sentirlo con las propias manos. —Rikard Hvide, te reto. Descubriré donde está nuestra habitación antes que tú. Desde el momento en que bajemos del coche la carrera dará inicio.— ¿Maletas y demases? Eso ya se tendrá tiempo para recuperar. Ambos tenían una llave, el número de la habitación y el ingenio para poder llegar antes que el otro. ¿Motivo? ¿Había alguno? No. Únicamente era puro aburrimiento insoportable y un silencioso edificio que deseaba ser rescatado.
Darylene Wingfield
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Re: ○ Pure and Proud ○ Priv.
El silencio fue despedazado sin piedad por las palabras mencionadas de la joven que se encontraba en ese momento a su lado, aunque sería más preciso decir que había usado aquellas palabras de uno de los libros para combatir contra el silencio y probablemente contra el aburrimiento. Dura batalla, sin duda…pues poco había que hacer en un espacio tan reducido y limitado como era un automóvil, y más teniendo en cuenta que el de cabellos níveos estaba lo suficientemente ocupado manejando el dicho. Las palabras fueron cortadas y un golpe pareció golpear al ambiente en cuanto ese libro se cerró repentinamente, haciendo que, momentáneamente, la misteriosa, y en cierta manera oculta en sombra por el sombrero que portaba, mirada del joven se dirigiera hacia la joven muchacha que tenía a su lado, y al escuchar su nombre en labios de ella, con ese tono serio, una tenue sonrisa escapó de sus labios a la vez que volvía a fijar sus azulados iris a la carretera. ¿Y bien? ¿Con qué le sorprendería aquella peculiar joven que era su ama en ese instante?
Mas las palabras llegaron a sus oídos, siendo bastante coherentes a pesar de ese tono que la de largos y castaños cabellos había usado. Y no la culpaba, era completamente normal que se aburriera… hasta él mismo sentía los estragos del aburrimiento, y como única contestación a esa muda queja que había querido realizar su acompañante en esas palabras, dejó escapar un sutil suspiro con una suave sonrisa, acabando por sentir la mirada ajena sobre su persona, pero ni siquiera se volteó, solo… dejó que siguiera observándole, total, no es como si sintiera incomodidad o similares por ello, aunque probablemente a la joven le parecería interesante aquello.
Mas aquella vez pareció ser que no debió dejar que las ganas de distraerse de aquella chica salieran a flote, pues…una historia completamente real a la que había pasado estaba rompiendo con crueldad el silencio del lugar bajo la voz de su acompañante, y… causando que su mente recordara situaciones que no quería recordar, aunque su mente las mantuviera allí. Rey desterrado… ha, realmente no había llegado a ser uno, pero en cierta manera era uno. Desterrado en realidad de su país, siendo el primer hijo del rey pero no por ello deseado, fue educado para ser el as bajo la manga de un rígido y estricto país, incluso su aspecto con los rasgos tan similares a los de la monarquía podría haber ayudado a aquello: rostro agraciado de belleza, intensos ojos azulados y un cabello plateado... realmente su aspecto se podía considerar noble aunque nadie supiera de su origen… y en cierta manera, eso le ocurría a aquella chica. Realmente… ¿esa chica conocía algo de su pasado? ¿Incluso conocía su verdadera personalidad? No… era un hombre reservado, y tenía suficientes motivos para serlo. Bella máscara con el dibujo de una encantadora sonrisa y palabras cuidadosamente seleccionadas eran su mejor arma para ocultar todo aquello que no debía explicarse.
Y aun así… el escuchar aquellos interrogantes de aquella que en ese momento era su ama no pudo evitar que su mirada se endureciera, entrecerrándose durante meros instantes en una oscura y casi agresiva mirada… mas duró tan poco que podría haber pasado por un error de la sombra que cubría parte de su rostro. Por ello, mientras sus finos y rosados labios esbozaban una suave y agradable sonrisa, volteó levemente su rostro hacia el de la joven para poder mirarla. - ¿Acaso te gustaría que fuera un rey desterrado de un mundo oscuro y cruel? – inquirió con una suave voz antes de volver a dirigir su atención a la carretera, pero sin borrar aquella expresión de su rostro. – Quien sabe… quizás sea un hermoso rebelde alienígena o sólo una persona normal… ¿qué opinas tú? – puros absurdos salían de su boca, mas… ¿no era lo que la joven esperaba? Evasivas palabras en busca de cambiar de tema… - Además… sirvo a una encantadora señorita, no tengo queja alguna de ello, ojou-sama –y tras acabar de decir esa simple frase, le dirigió una breve mirada. Y la gracia de aquello… es que a pesar de todo ese misterio envolvente en aquel de plateados cabellos, si era cierto que no tenía queja de servir a aquella joven, pues le había acabado cogiendo el cariño de una amiga… de una hermana pequeña a la que ayudar.
Pocos momentos después acabaron por llegar al recinto al cual se dirigían: la academia Soffio divino d’Angel. Aunque realmente fueran directos a los dormitorios femeninos del lugar. No tardó en buscar un lugar donde aparcar, siendo bastante sencillo aquello, y una suave risa escapó de su boca al escuchar esa entusiasta exclamación de la joven. ¿Aventura, eh? Aun así, cuando pudo permitirse el mirarla directamente debido a que el automóvil estaba parado, llevó una de sus manos enguantadas a su sombrero, colocándolo en un elegante gesto. – Esta bien, acepto el reto, Darylene Wingfield… ¿o ya debería tratarte como Aika-sama? –una encantadora sonrisa voló por su expresión mientras se apresuraba a salir del vehículo, esperando a su vez una regañina de la chica. Para qué engañarse… la búsqueda en sí era un mero pretexto para disolver el aburrimiento… pero había que complacer a la señorita, ¿no? Y de aquella manera, mas con un calmado andar, comenzó a dirigirse al edificio.
Mas las palabras llegaron a sus oídos, siendo bastante coherentes a pesar de ese tono que la de largos y castaños cabellos había usado. Y no la culpaba, era completamente normal que se aburriera… hasta él mismo sentía los estragos del aburrimiento, y como única contestación a esa muda queja que había querido realizar su acompañante en esas palabras, dejó escapar un sutil suspiro con una suave sonrisa, acabando por sentir la mirada ajena sobre su persona, pero ni siquiera se volteó, solo… dejó que siguiera observándole, total, no es como si sintiera incomodidad o similares por ello, aunque probablemente a la joven le parecería interesante aquello.
Mas aquella vez pareció ser que no debió dejar que las ganas de distraerse de aquella chica salieran a flote, pues…una historia completamente real a la que había pasado estaba rompiendo con crueldad el silencio del lugar bajo la voz de su acompañante, y… causando que su mente recordara situaciones que no quería recordar, aunque su mente las mantuviera allí. Rey desterrado… ha, realmente no había llegado a ser uno, pero en cierta manera era uno. Desterrado en realidad de su país, siendo el primer hijo del rey pero no por ello deseado, fue educado para ser el as bajo la manga de un rígido y estricto país, incluso su aspecto con los rasgos tan similares a los de la monarquía podría haber ayudado a aquello: rostro agraciado de belleza, intensos ojos azulados y un cabello plateado... realmente su aspecto se podía considerar noble aunque nadie supiera de su origen… y en cierta manera, eso le ocurría a aquella chica. Realmente… ¿esa chica conocía algo de su pasado? ¿Incluso conocía su verdadera personalidad? No… era un hombre reservado, y tenía suficientes motivos para serlo. Bella máscara con el dibujo de una encantadora sonrisa y palabras cuidadosamente seleccionadas eran su mejor arma para ocultar todo aquello que no debía explicarse.
Y aun así… el escuchar aquellos interrogantes de aquella que en ese momento era su ama no pudo evitar que su mirada se endureciera, entrecerrándose durante meros instantes en una oscura y casi agresiva mirada… mas duró tan poco que podría haber pasado por un error de la sombra que cubría parte de su rostro. Por ello, mientras sus finos y rosados labios esbozaban una suave y agradable sonrisa, volteó levemente su rostro hacia el de la joven para poder mirarla. - ¿Acaso te gustaría que fuera un rey desterrado de un mundo oscuro y cruel? – inquirió con una suave voz antes de volver a dirigir su atención a la carretera, pero sin borrar aquella expresión de su rostro. – Quien sabe… quizás sea un hermoso rebelde alienígena o sólo una persona normal… ¿qué opinas tú? – puros absurdos salían de su boca, mas… ¿no era lo que la joven esperaba? Evasivas palabras en busca de cambiar de tema… - Además… sirvo a una encantadora señorita, no tengo queja alguna de ello, ojou-sama –y tras acabar de decir esa simple frase, le dirigió una breve mirada. Y la gracia de aquello… es que a pesar de todo ese misterio envolvente en aquel de plateados cabellos, si era cierto que no tenía queja de servir a aquella joven, pues le había acabado cogiendo el cariño de una amiga… de una hermana pequeña a la que ayudar.
Pocos momentos después acabaron por llegar al recinto al cual se dirigían: la academia Soffio divino d’Angel. Aunque realmente fueran directos a los dormitorios femeninos del lugar. No tardó en buscar un lugar donde aparcar, siendo bastante sencillo aquello, y una suave risa escapó de su boca al escuchar esa entusiasta exclamación de la joven. ¿Aventura, eh? Aun así, cuando pudo permitirse el mirarla directamente debido a que el automóvil estaba parado, llevó una de sus manos enguantadas a su sombrero, colocándolo en un elegante gesto. – Esta bien, acepto el reto, Darylene Wingfield… ¿o ya debería tratarte como Aika-sama? –una encantadora sonrisa voló por su expresión mientras se apresuraba a salir del vehículo, esperando a su vez una regañina de la chica. Para qué engañarse… la búsqueda en sí era un mero pretexto para disolver el aburrimiento… pero había que complacer a la señorita, ¿no? Y de aquella manera, mas con un calmado andar, comenzó a dirigirse al edificio.
Última edición por Rikard Hvide el Lun Dic 08, 2014 12:21 am, editado 1 vez
Rikard Hvide
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Re: ○ Pure and Proud ○ Priv.
Sus violáceos ojos lo estuvieron estudiando mientras pronunciaba aquellas palabras, lo estuvo observando mientras las sombras tomaban una extraña forma en sus facciones y le hacían parecer lo que no era. Eso, o quizás era su verdadero "yo". Ella sabía que el misterio estaba rodeando aquél hombre, siempre lo supo y aun así, jamás desconfió en él. Quizás era debido a su parte espiritual que le permitía ver más allá de las apariencias. quizás únicamente había aprendido con los años a percatarse de lo que movía a las personas. Después de todo, siempre había preferido ser una espectadora a tener que involucrarse directamente en las cosas. —Sería interesante.— Su sonrisa se ensanchó, tintineando entre la broma y una seriedad ejemplar. —Porque en ese caso, estaría segura de que ese mundo se dirige hacia el lugar correcto.— En un elegante gesto se cruzó de brazos y, desviando la mirada al frente, cerrando sus ojos en el proceso. —Siento respeto por los antagonistas que se unen a los protagonistas y se pasan al bando del "bien" si este existe.— Pronunció con un tono dulce, despreocupado e incluso algo animado, aunque no fuera más que aparente.
Ya conoces mi perspectiva. Eres un rey desterrado.— Abrió sus ojos y le dedicó una complicada sonrisa, como si ella poseyera un plan y él lo conociera a la perfección. —Teniendo en cuenta que podrías ser de otro planeta, se podría decir que extraterrestre... Dime Rinii. ¿Tienes algún poder más que el poder soportarme?— Le sonrió, expectante. Lo sabía, ella conocía sus virtudes y defectos, sabía que en ocasiones el poder cumplir todos sus caprichos o el simple hecho de soportarla llegaba a ser exhaustivo. Él en cambio, no parecía tener el mismo problema que muchos de los sirvientes de la mansión de sus padres. ¿Acaso ella estaba comportándose "mejor"? No, ella era Evelynne, ella no había cambiado o al menos, no cuando nadie se lo pedía. Si bien tenía que fingir ser Darylene en las fiestas de la sociedad, detrás de ellas ella si bien mantenía ese nombre volvía a ser Eve, volvía a ser lo opuesto a su amada hermana mayor. Cerró sus ojos y una ligera mueca, de orgullo fingido se asomó en sus labios. —Entiendo, Rikard. Debo admitir, que eres la persona en la qué más confianza tengo.— Así era ella, extremadamente sincera, de sus labios no escaparía mentira a menos que sea necesariamente necesario. Como el cambiar su nombre o el fingir ser Darylene aun sin serlo.
En cuanto pararon, abrió la puerta del coche y bajó con calma, aunque al escuchar aquello... Aquél "Aika-sama" el disgusto se apoderó de sus facciones, aunque no dejaron de ser elegantes y, en un acto dramático apoyó una mano en su pecho y extendió su mano libre hacia el lado opuesto, como si esperara algo que bajara del cielo. —¡Ah! "Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás..."— Recitó, más se dispuso a cambiar el "de que te amo" por algo más. —...de que me molestaré si vuelves a tratarme de esa forma cuando estamos solos.— Le dirigió una mirada, expectante, mas al verlo alejarse hacia los dormitorios suspiró y se encaminó también. Pero a diferencia de su supuesto sirviente se dirigió a una de las puertas que estaban a un lado de la gran instalación. La abrió y se adentró. Llegarían, antes o después se volverían a encontrar en... En sus respectivas habitaciones. Miró a su alrededor y, al ver puertas y más puertas con tres pasillos que llevaban a quién sabe donde, levantó sus manos hasta apoyarlas sobre su cintura. —¡Un reto! Me gusta.— Dicho eso, tomó el pasillo de la derecha y comenzó a andar, bajando sus brazos a un lado y otro de su cuerpo. El billete decía... " Habitación #205".
Ya conoces mi perspectiva. Eres un rey desterrado.— Abrió sus ojos y le dedicó una complicada sonrisa, como si ella poseyera un plan y él lo conociera a la perfección. —Teniendo en cuenta que podrías ser de otro planeta, se podría decir que extraterrestre... Dime Rinii. ¿Tienes algún poder más que el poder soportarme?— Le sonrió, expectante. Lo sabía, ella conocía sus virtudes y defectos, sabía que en ocasiones el poder cumplir todos sus caprichos o el simple hecho de soportarla llegaba a ser exhaustivo. Él en cambio, no parecía tener el mismo problema que muchos de los sirvientes de la mansión de sus padres. ¿Acaso ella estaba comportándose "mejor"? No, ella era Evelynne, ella no había cambiado o al menos, no cuando nadie se lo pedía. Si bien tenía que fingir ser Darylene en las fiestas de la sociedad, detrás de ellas ella si bien mantenía ese nombre volvía a ser Eve, volvía a ser lo opuesto a su amada hermana mayor. Cerró sus ojos y una ligera mueca, de orgullo fingido se asomó en sus labios. —Entiendo, Rikard. Debo admitir, que eres la persona en la qué más confianza tengo.— Así era ella, extremadamente sincera, de sus labios no escaparía mentira a menos que sea necesariamente necesario. Como el cambiar su nombre o el fingir ser Darylene aun sin serlo.
En cuanto pararon, abrió la puerta del coche y bajó con calma, aunque al escuchar aquello... Aquél "Aika-sama" el disgusto se apoderó de sus facciones, aunque no dejaron de ser elegantes y, en un acto dramático apoyó una mano en su pecho y extendió su mano libre hacia el lado opuesto, como si esperara algo que bajara del cielo. —¡Ah! "Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás..."— Recitó, más se dispuso a cambiar el "de que te amo" por algo más. —...de que me molestaré si vuelves a tratarme de esa forma cuando estamos solos.— Le dirigió una mirada, expectante, mas al verlo alejarse hacia los dormitorios suspiró y se encaminó también. Pero a diferencia de su supuesto sirviente se dirigió a una de las puertas que estaban a un lado de la gran instalación. La abrió y se adentró. Llegarían, antes o después se volverían a encontrar en... En sus respectivas habitaciones. Miró a su alrededor y, al ver puertas y más puertas con tres pasillos que llevaban a quién sabe donde, levantó sus manos hasta apoyarlas sobre su cintura. —¡Un reto! Me gusta.— Dicho eso, tomó el pasillo de la derecha y comenzó a andar, bajando sus brazos a un lado y otro de su cuerpo. El billete decía... " Habitación #205".
Darylene Wingfield
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Re: ○ Pure and Proud ○ Priv.
Para qué engañarse… sentía que el destino, como varias veces más, le estaba jugando una cruel broma al escuchar las palabras que lanzaba aquella joven que de hace tanto tiempo conocía…y también servía. ¿Cómo era posible que con unas cuantas palabras se hubiera visto desnudo su pasado? Realmente… la vida era irónica y cruel. Rikard no dudaba de aquello, y cada vez más se lo confirmaba. Y aún así… la molestia no acudió a aquellos hermosos y brillantes orbes de aquella tonalidad azulada que poseía el chico, ni siquiera una ligera mueca se pudo apreciar en el pálido rostro de él. - Así que… antagonistas, ¿eh? –susurró mientras sus labios esbozaban una sutil sonrisa ladeada, en parte sarcástica y en parte mentirosa. Él únicamente era una máscara… una bella y pulida máscara que no podía permitir que se rompiera.
Aquel interrogante prosiguiente causó que una suave y disimulada risa acudiera a su garganta. Así que poder… en realidad no consideraba aquello un poder, ya que realmente no la soportaba, sencillamente… había aprendido a tratar a aquella peculiar joven, por lo que no había nada que soportar. Únicamente estaba a su lado, y lo seguiría estando… como aquella sombra que sabes que nunca se va a separar… que nunca te va a abandonar. Igual a una sombra. Incluso aquella confesión que escuchó de la suave voz de aquella chica de largos y castaños cabellos no le sorprendió… únicamente era una verdad, y Rikard pocas veces esperaba otra cosa que no fueran realidades de la muchacha… tan contraria a él mismo…
Tuvo la tentación de voltearse nada más comenzó a escuchar, mientras andaba en dirección a aquel edificio que tenían frente a ellos, aquel recital teatralizado de Dary, pero hizo bien en no voltearse, y lo confirmó nada más escucho el final del mismo, bastante diferente a lo que tendría que haber sido. Y podía comprender por qué se habría molestado. O más o menos mejor dicho… pues realmente cuando la soledad los invadía a ambos, ya no eran ama y sirviente… eran dos conocidos, dos hermanos, dos almas confiadas… aunque una lo fuera menos, y en este caso no pecaba de confiada la de aquel que poseía aquella larga y nívea cabellera. - Si te quedas ahí, vas a perder el reto que tú misma lanzaste, Eve –acabó por decir al final con cierta diversión diluida en la suave voz que salió de sus labios mientras aún se encaminaba hacia el edificio, pronunciando aquel cariñoso mote que con el paso del tiempo le había atribuido a la joven, siendo un retazo del verdadero nombre que poseía la chica, y no todos aquellos que había acabado por apropiarse. Mas al ver como ella se desviaba a un lado, únicamente dejó escapar un sutil suspiro junto a una suave sonrisa, y se internó por la entrada principal mientras del bolsillo de aquella larga gabardina azabache sacaba una llave y una pequeña nota donde se veía inscrita en ella ‘Habitación #205’. Y mientras se encaminaba por el pasillo y observaba las habitaciones que había… poco tardó en intuir que habría que subir algún piso para poder llegar a la habitación que les pertenecería a partir del instante en que se adentraran en ella.
Poco tardó en llegar a dicha habitación, mas parpadeó una vez estuvo frente a la puerta al ver que la joven aún no había llegado. ¿Se habría entretenido con algo? Como fuera… a pesar de que el albino sentía que debía de proteger a aquella que era su ama, no la consideraba una mujer frágil y débil que no se las apañara sola. Así que…sencillamente se limitó a abrir la puerta y observar el interior unos meros instantes antes de suspirar y dejar el sombrero sobre el escritorio. Mejor sería que fuera a por el equipaje, o aquello se haría eterno. Así que, sin más dilación, se volteó mientras se pasaba una mano por el plateado cabello y sus pasos se dirigían hacia la salida.
Aquel interrogante prosiguiente causó que una suave y disimulada risa acudiera a su garganta. Así que poder… en realidad no consideraba aquello un poder, ya que realmente no la soportaba, sencillamente… había aprendido a tratar a aquella peculiar joven, por lo que no había nada que soportar. Únicamente estaba a su lado, y lo seguiría estando… como aquella sombra que sabes que nunca se va a separar… que nunca te va a abandonar. Igual a una sombra. Incluso aquella confesión que escuchó de la suave voz de aquella chica de largos y castaños cabellos no le sorprendió… únicamente era una verdad, y Rikard pocas veces esperaba otra cosa que no fueran realidades de la muchacha… tan contraria a él mismo…
Tuvo la tentación de voltearse nada más comenzó a escuchar, mientras andaba en dirección a aquel edificio que tenían frente a ellos, aquel recital teatralizado de Dary, pero hizo bien en no voltearse, y lo confirmó nada más escucho el final del mismo, bastante diferente a lo que tendría que haber sido. Y podía comprender por qué se habría molestado. O más o menos mejor dicho… pues realmente cuando la soledad los invadía a ambos, ya no eran ama y sirviente… eran dos conocidos, dos hermanos, dos almas confiadas… aunque una lo fuera menos, y en este caso no pecaba de confiada la de aquel que poseía aquella larga y nívea cabellera. - Si te quedas ahí, vas a perder el reto que tú misma lanzaste, Eve –acabó por decir al final con cierta diversión diluida en la suave voz que salió de sus labios mientras aún se encaminaba hacia el edificio, pronunciando aquel cariñoso mote que con el paso del tiempo le había atribuido a la joven, siendo un retazo del verdadero nombre que poseía la chica, y no todos aquellos que había acabado por apropiarse. Mas al ver como ella se desviaba a un lado, únicamente dejó escapar un sutil suspiro junto a una suave sonrisa, y se internó por la entrada principal mientras del bolsillo de aquella larga gabardina azabache sacaba una llave y una pequeña nota donde se veía inscrita en ella ‘Habitación #205’. Y mientras se encaminaba por el pasillo y observaba las habitaciones que había… poco tardó en intuir que habría que subir algún piso para poder llegar a la habitación que les pertenecería a partir del instante en que se adentraran en ella.
Poco tardó en llegar a dicha habitación, mas parpadeó una vez estuvo frente a la puerta al ver que la joven aún no había llegado. ¿Se habría entretenido con algo? Como fuera… a pesar de que el albino sentía que debía de proteger a aquella que era su ama, no la consideraba una mujer frágil y débil que no se las apañara sola. Así que…sencillamente se limitó a abrir la puerta y observar el interior unos meros instantes antes de suspirar y dejar el sombrero sobre el escritorio. Mejor sería que fuera a por el equipaje, o aquello se haría eterno. Así que, sin más dilación, se volteó mientras se pasaba una mano por el plateado cabello y sus pasos se dirigían hacia la salida.
Rikard Hvide
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Re: ○ Pure and Proud ○ Priv.
Se lo replanteó, antagonista, protagonista, aquello no era realmente importan para ella, porque trataba a las personas de iguales, le daba absolutamente igual si ellas hubieran sido asesinas o hubieran traicionado su pueblo, les daría otra oportunidad, porque en aquél momento estaba ella en medio, no cualquier otra persona. Todos tenían derecho a hacer lo que más quisieran, a confiar y desconfiar de quienes quisieran, ella, lo haría igual. Aunque Rikard lo fuera, no dudaría de él, pero estaba hablando en valía del aburrimiento, así que, lo que decía no era más que una escusa para no dejar que el silencio se apoderara de la situación, porque entonces sería una lucha perdida. Cerró sus ojos por un instante y pensó en ello durante escasos segundos antes de volver a abrir sus ojos y desviar la mirada hacia su sirviente y fiel amigo. —Quizás antagonistas para unos. Pero, eres el protagonista de tú propria historia.— Y pronunció aquello con una compleja sonrisa. Sí, un sirviente, el protagonista de su propria historia pues no había nadie más a primer plano que él. Lo mismo pasaba con Evelyne, ella también era protagonista de su historia y, en algún momento había alargado la historia de su hermana mayor, llevándola con ella. Una historia cortada a mitad, unida y llevada adelante por una única persona. Sus labios se curvaron en una sonrisa de diversión y, su mirada volvió a viajar hacia el frente. Ahora se abrían las puertas a un nuevo capítulo de sus historias y, lo iban a compartir. ¡Era divertido! ¡El solo pensarlo la llenaba de ilusión!
Y con la llegada a aquél particular lugar, también comenzó su primera misión, una tan simple como encontrar una habitación. Pero cierta princesita había decidido tomar el camino más largo y complicado, como entrar por una de las puertas secundarias y no por la principal ¿Dónde estarían las escaleras si no en el centro de toda aquella instalación? Aun así siguió buscando por aquellos pasillos y volviendo atrás. ¿Se había perdido? Su rostro no demostraba nada de todo aquello pues la calma y seguridad seguían presentes en ella, fuerte como el acero. "20, 30, 40..." Era imposible ver todas las habitaciones y, finalmente encontró el pasillo que la condujo hacia las escalas. ¡Sí! ¡Debía estar a dos pisos más arriba! Y según había visto, aun habían pocas, casi ninguna estudiante en aquél momento. ¿Habrán llegado ellos antes? Quizás, pero, eso lo volvía aun más interesante, tendrían tiempo para descubrir cada rincón escondido y tendrían la libertad de moverse por los alrededores. Paró ante las enormes escaleras y posó una de sus manos por el pasamanos de color blanco, estaba frío. Así pues comenzó a subir, a paso acompasado. Él debía de haber llegado ya arriba, de eso también estaba segura. —¡Rikard!.— Lo llamó sin preocupación alguna, inclinándose para poder ver si desde allí donde estaba podía ver por las escaleras si su sirviente estaba por allí y... ¡Allí lo vio!
Aunque hayas encontrado la habitación yo vi más cosas. Se decirte, por ejemplo, que no hay cafetería en este lugar.— ¿Molesta por no ganar? No se podía decir exactamente aquello. Fue pronunciando aquellas palabras mientras subía y, paró a la primera planta, en espera que su sirviente también llegara. —Y que, es un buen lugar donde jugar a las escondidas.— Su sonrisa se ensanchó un tanto, pasando el peso de una pierna a la otra. Se cruzó de brazos y dejó que su cabello se balanceara a sus espaldas, movido por su inesperado movimiento. Darylene permaneció allí, con la mirada fija en las escaleras, esperando que aquél de plateada cabellera bajara. —Llegamos antes que muchos, en este preciso instante somos señores de estos dormitorios. Saborea la victoria mientras puedas, la próxima vez te ganaré.— Y en sus labios la sonrisa se ensanchó, no en arrogancia, ni maldad, mucho menos deseosa de venganza. Todo lo contrario, su sonrisa se ensanchó entre una extraña mezcla de seguridad y aire infantil a la vez que maduro. Era un juego, uno de los muchos que había terminado por formar constantemente con aquél que era su fiel amigo y hermano jurado. —Cierto. Vayamos a comer algo después de subir el equipaje.— Una escusa más para poder conocer la ciudad y su comida. Sería mentira decir que a Evelyne no le interesaba aquello.
Y con la llegada a aquél particular lugar, también comenzó su primera misión, una tan simple como encontrar una habitación. Pero cierta princesita había decidido tomar el camino más largo y complicado, como entrar por una de las puertas secundarias y no por la principal ¿Dónde estarían las escaleras si no en el centro de toda aquella instalación? Aun así siguió buscando por aquellos pasillos y volviendo atrás. ¿Se había perdido? Su rostro no demostraba nada de todo aquello pues la calma y seguridad seguían presentes en ella, fuerte como el acero. "20, 30, 40..." Era imposible ver todas las habitaciones y, finalmente encontró el pasillo que la condujo hacia las escalas. ¡Sí! ¡Debía estar a dos pisos más arriba! Y según había visto, aun habían pocas, casi ninguna estudiante en aquél momento. ¿Habrán llegado ellos antes? Quizás, pero, eso lo volvía aun más interesante, tendrían tiempo para descubrir cada rincón escondido y tendrían la libertad de moverse por los alrededores. Paró ante las enormes escaleras y posó una de sus manos por el pasamanos de color blanco, estaba frío. Así pues comenzó a subir, a paso acompasado. Él debía de haber llegado ya arriba, de eso también estaba segura. —¡Rikard!.— Lo llamó sin preocupación alguna, inclinándose para poder ver si desde allí donde estaba podía ver por las escaleras si su sirviente estaba por allí y... ¡Allí lo vio!
Aunque hayas encontrado la habitación yo vi más cosas. Se decirte, por ejemplo, que no hay cafetería en este lugar.— ¿Molesta por no ganar? No se podía decir exactamente aquello. Fue pronunciando aquellas palabras mientras subía y, paró a la primera planta, en espera que su sirviente también llegara. —Y que, es un buen lugar donde jugar a las escondidas.— Su sonrisa se ensanchó un tanto, pasando el peso de una pierna a la otra. Se cruzó de brazos y dejó que su cabello se balanceara a sus espaldas, movido por su inesperado movimiento. Darylene permaneció allí, con la mirada fija en las escaleras, esperando que aquél de plateada cabellera bajara. —Llegamos antes que muchos, en este preciso instante somos señores de estos dormitorios. Saborea la victoria mientras puedas, la próxima vez te ganaré.— Y en sus labios la sonrisa se ensanchó, no en arrogancia, ni maldad, mucho menos deseosa de venganza. Todo lo contrario, su sonrisa se ensanchó entre una extraña mezcla de seguridad y aire infantil a la vez que maduro. Era un juego, uno de los muchos que había terminado por formar constantemente con aquél que era su fiel amigo y hermano jurado. —Cierto. Vayamos a comer algo después de subir el equipaje.— Una escusa más para poder conocer la ciudad y su comida. Sería mentira decir que a Evelyne no le interesaba aquello.
Darylene Wingfield
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Re: ○ Pure and Proud ○ Priv.
Iba a comenzar a descender por las escaleras cuando vio en el piso inferior parte de la figura de aquella muchacha que era su ama. Y es que aquella escena, en cierta manera, le resulto curiosa, como un par de conocidos distanciados...que aunque extendieran sus manos, no lograrían alcanzarse. ¿Era así? En cierta manera...una helada barrera los separaba, una gélida barrera que aquel albino había alzado contra todos. Pero había retazos...pequeñas partes de aquella muralla de hielo, que podía decirse que estaba a punto de cascarear, de romperse como lo haría una figura de frágil porcelana. Y la única capaz de pasar por ellos...si, la única que podría lograrlo en aquel momento, era esa chica, aquella joven de peculiar personalidad y que conocía de hacia tantos años atrás...
Una sonrisa, suave y con pinceladas de nostalgia, acudió a los finos labios del guardaespaldas ante los cálidos recuerdos que estaban cruzando su mente, amenazando con deshacer aquella barrera en algún punto. - Se te ve poco emocionada...¿te dejaste la ilusión en una bolsita acaso? -y tras pronunciar aquella broma, comenzó a descender escalón a escalón aquellas escaleras para poder, como se había mencionado, coger el equipaje de ambos. Y es que...esas palabras tenían completo sentido debido a que esa joven tenía la capacidad de arrastrarlo a cualquier sitio, fuera o no agradable para él. Y estaréis pensando '¿No basta con que se lo ordene?'
Su relación, aunque a primera vista debía de ser de sirviente y amo, no era del todo así. Y por tanto, las ordenes estaban fuera del día, las bromas y conversaciones era lo que estaba a punto del día. Eso y...cumplir con lo caprichos de aquella muchacha de largos cabellos castaños. Sí...Rikard con aquella que era su ama se comportaba igual que lo haría un hermano mayor cariñoso con su hermanita, a pesar de ese pequeño distanciamiento.
Y aquello, era uno de los caprichos de ella, que acabaría por cumplir para poder verla sonreír, para que el único que llevara la carga de lo malo fuera él. - Yo ya estoy lleno, la victoria ha saciado mi hambre -y para seguir la broma, una vez tuvo a ella a su lado debido a que había bajado un piso, se llevó una de las enguatadas manos en impolutos guantes blancos hasta donde se encontraba su abdomen para frotarlo suavemente. - Que satisfecho estoy por ello, si...-y tras esbozar una sutil sonrisa ladeada, casi traviesa, fue cuando siguió bajando las escaleras, mas esa vez fue más rápido. Quería ver si era capaz de esquivar las quejas que Eve le iba a dirigir.
Una sonrisa, suave y con pinceladas de nostalgia, acudió a los finos labios del guardaespaldas ante los cálidos recuerdos que estaban cruzando su mente, amenazando con deshacer aquella barrera en algún punto. - Se te ve poco emocionada...¿te dejaste la ilusión en una bolsita acaso? -y tras pronunciar aquella broma, comenzó a descender escalón a escalón aquellas escaleras para poder, como se había mencionado, coger el equipaje de ambos. Y es que...esas palabras tenían completo sentido debido a que esa joven tenía la capacidad de arrastrarlo a cualquier sitio, fuera o no agradable para él. Y estaréis pensando '¿No basta con que se lo ordene?'
Su relación, aunque a primera vista debía de ser de sirviente y amo, no era del todo así. Y por tanto, las ordenes estaban fuera del día, las bromas y conversaciones era lo que estaba a punto del día. Eso y...cumplir con lo caprichos de aquella muchacha de largos cabellos castaños. Sí...Rikard con aquella que era su ama se comportaba igual que lo haría un hermano mayor cariñoso con su hermanita, a pesar de ese pequeño distanciamiento.
Y aquello, era uno de los caprichos de ella, que acabaría por cumplir para poder verla sonreír, para que el único que llevara la carga de lo malo fuera él. - Yo ya estoy lleno, la victoria ha saciado mi hambre -y para seguir la broma, una vez tuvo a ella a su lado debido a que había bajado un piso, se llevó una de las enguatadas manos en impolutos guantes blancos hasta donde se encontraba su abdomen para frotarlo suavemente. - Que satisfecho estoy por ello, si...-y tras esbozar una sutil sonrisa ladeada, casi traviesa, fue cuando siguió bajando las escaleras, mas esa vez fue más rápido. Quería ver si era capaz de esquivar las quejas que Eve le iba a dirigir.
Rikard Hvide
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Re: ○ Pure and Proud ○ Priv.
Y lo haría, quebrantaría aquella barrera, la destruiría por completo y no dejaría nada atrás. Al menos en cuanto a ella tuviera que ver, porque, ella era la que, en aquél momento estaba cara a cara con aquél hombre, porque en el momento en que sus ojos se vieron los unos a los otros, su futuro fue sellado, tanto el suyo como el de él. Y porque eran los principales protagonistas de aquella historia conjunta.—Podría, en todo caso recolectar la ilusión para que después sea aún más poderosa y aplastar la tuya, podría, de la misma forma, fingir que la dejé en una bolsita. —Pronunció, sin borrar aquella sonrisa de completa despreocupación de sus labios... ¡Ella era fuerte! Claro que sí, ella podría con cualquiera que se atreviera a juzgarla, tanto a ella como a los demás. Pero, ella lo podía ser porque aquél chico siempre había estado a su lado, porque, su amistad le había dado la fuerza necesaria para seguir adelante, para oponerse a las adversidades e imponerse. Ella era fuerte con Rikard a su lado, por eso le tenía tanto cariño, por eso él era, además de su guardián, también su mejor y único amigo. Porque aquél extravagante hombre de oscuro sombrero sabía todo de ella, pero, a pesar de que ella no conocía nada de él y lo sabía, no le importó. Esa era, su extraña relación que iba más allá de un mero trabajo, que una responsabilidad. Porque Darylene... No, porque Evelyne era el tipo de amo que protegía, a pesar de dejarse proteger. Pero, por aquél lazo invisible que les unía, haría cualquier cosa por él.
Al verle bajar y pronunciar aquello torció en un elegante gesto sus labios a un lado con claro reprocho, fingido realmente. Aun así, nada le impedía reprocharle por aquello—¡Harás indigestión por eso! Ya verás, te quejarás de dolor de estómago luego y yo, soltaré como siempre: 'Te lo había dicho'. —Puntualizó, como toda una experta en el tema. Pero, al verle alejarse hacia las demás escaleras y apresurar el paso, volteó en un movimiento tan repentino que causó que su cabello ondeara como una capa detrás suya y, a paso apresurado pero cuidadoso, fue bajando las escaleras hasta quedar a un lado del otro—Estás demasiado orgulloso por haber ganado esta pequeña carrera. Como dije, a pesar de que tú encontraste la habitación, yo me llené de conocimientos básicos de esta instalación —Claro, él había ido en línea recta, ella, se había desviado un poco, pero, en el camino había descubierto cosas, innecesarias, pero cosas al fin y al cabo—Tú, te perderías. Yo, probablemente no. —Al llegar a las pocas escaleras que los dividía de la planta, dio un pequeño salto para aterrizar de pie sin mayor dificultad y entonces, con una radiante sonrisa miró hacia el otro. En sus palabras solo estaba el color de la broma, realmente no se lo estaba tomando en serio todo aquello.—Rinii-chan. —Llamó, cerrando sus ojos mientras sus brazos se juntaron detrás de su espalda, inclinándose un poco al frente, hacia el otro—Gracias por acompañarme. —Concluyó, porque, más allá de su deber, él estaba cumpliendo un capricho suyo y, como siempre se lo estaba cumpliendo, así que, al menos un agradecimiento era en su deber darle.
Al verle bajar y pronunciar aquello torció en un elegante gesto sus labios a un lado con claro reprocho, fingido realmente. Aun así, nada le impedía reprocharle por aquello—¡Harás indigestión por eso! Ya verás, te quejarás de dolor de estómago luego y yo, soltaré como siempre: 'Te lo había dicho'. —Puntualizó, como toda una experta en el tema. Pero, al verle alejarse hacia las demás escaleras y apresurar el paso, volteó en un movimiento tan repentino que causó que su cabello ondeara como una capa detrás suya y, a paso apresurado pero cuidadoso, fue bajando las escaleras hasta quedar a un lado del otro—Estás demasiado orgulloso por haber ganado esta pequeña carrera. Como dije, a pesar de que tú encontraste la habitación, yo me llené de conocimientos básicos de esta instalación —Claro, él había ido en línea recta, ella, se había desviado un poco, pero, en el camino había descubierto cosas, innecesarias, pero cosas al fin y al cabo—Tú, te perderías. Yo, probablemente no. —Al llegar a las pocas escaleras que los dividía de la planta, dio un pequeño salto para aterrizar de pie sin mayor dificultad y entonces, con una radiante sonrisa miró hacia el otro. En sus palabras solo estaba el color de la broma, realmente no se lo estaba tomando en serio todo aquello.—Rinii-chan. —Llamó, cerrando sus ojos mientras sus brazos se juntaron detrás de su espalda, inclinándose un poco al frente, hacia el otro—Gracias por acompañarme. —Concluyó, porque, más allá de su deber, él estaba cumpliendo un capricho suyo y, como siempre se lo estaba cumpliendo, así que, al menos un agradecimiento era en su deber darle.
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