Deshonrado tú! Deshonrada tu VACA [Priv Nial]

Escapar no era algo fácil. No para mí... Jamás había escapado de nada; siempre había enfrentado cualquier adversidad sin importar las consecuencias, porque siempre había estado plenamente convencido de que mi espíritu sería compensado de una manera u otra... 

Sin embargo últimamente solo huía, había huido de mi hogar, el único hogar que había conocido, para salvar mi vida y había acabado en un paraíso totalmente diferente en el que era un completo extraño que no podía llegar a nadie; era una situación que podría haber desalentado a cualquiera... sin embargo yo no era cualquiera y estaba absolutamente fascinado con el panorama que se me presentaba en esta nueva etapa de mi vida, 

Pero así como estaba de fascinado era que no podía quedarme quieto, y aunque mi advertencia era no llamar mucho la atención, sabía que no sería nada llamativo salir a dar una vuelta solo.

Mi guardián había pedido que lo llamara Xian, pero hasta ahora no me había proporcionado su nombre real; era un hombre que parecía algo inflexible y me estaba costando llegar a él; algo que jamás había sido un problema para mí; pero como fuera ahora no había guarida que valiera; Xian estaba dormido como una marmota a mitad del invierno y yo tenía tanta curiosidad como él sueño, de manera que me las ingenié para escribirle una desprolija nota que dejé junto a su mesilla, y sigilosamente me escabullí hacia el patio de la residencia donde Yan-Yan estaba pastando. 

Sonriendo le acaricié el peludo lomo a aquel Yak que había criado desde su nacimiento, al punto de que actualmente nos encontrábamos en absoluta comunión, dos almas unidad como una misma; por lo mismo el bóvido no tardo en interpretar mi deseo y se inclinó para que yo pudiera sentarme de costado en su lomo para luego salir, llevándonos por delante el alambrado del patio. 

Cierto era que en el Himalaya arrear un yak no sería visto como algo extraño, sin embargo en Idarion parecía que jamás nadie había visto algo parecido porque las miradas y las vibraciones que recibía de la gente me hacían notar que todos estaban, mínimamente, desconcertados por lo que acontecía delante de sus ojos en aquel momento. 

Sin embargo aquellas actitudes solo me motivaban a devolver gentileza, dedicando a todos y cada uno alguna pequeña reverencia mientras Yan-Yan avanzaba por el camino. 

Pronto fui descubriendo más profundamente la hermosura y magia que encerraba aquel sitio, el mar... las montañas a lo lejos; el mercado y la playa; la mezcla de lo moderno y aquello que parecía estancado en el tiempo; el lujo y la sencillez... pero sobre todo la calidez de los corazones que me inundaba de una enorme sensación de paz... ciertamente era un hermoso lugar para hacer mi primera parada en el mundo exterior; debía estar profundamente agradecido con mi padre... Aún si no me gustaban para nada las mentiras y haber tenido que fingir mi propia muerte era un pecado por el que hacía oración y ayuno de dos días todas las semanas. 

Seguimos andando un trecho largo, disfrutando del paisaje y su gente, hasta que las construcciones comenzaron a volverse menos frecuentes y llegamos a una especie de casco antiguo de la ciudad; mi fascinación creció ante la combinación de la arquitectura descuidada de los edificios abandonados y en ruinas.

Con una breve caricia sobre el cuello, detuve el andar de mi amigo y me bajé de su lomo como si estuviera realmente hipnotizado por la sublimidad de aquel edificio que se alzaba delante de mí denotando la opulenta gloria del pasado; había sido un sitio dedicado e la oración; las huellas de aquella energía espiritual tan intensa aún parecían fluir por las grietas de la construcción ruinosa... Sin mediar más tiempo abrí la única mitad de la puerta que podía desplazarse hacia adentro e ingresé en aquel sitio... todo era calma mientras avanzaba entre gradas, hasta que un berrido me saco de mi emimismamiento, obligándome a voltear y percatándome de que Yan-Yan se había quedado atorado a mitad de cuerpo en la puerta, al intentar seguirme... 

Aterrorizado de que pudiera no estar exagerando con sus alaridos de desesperación comencé a intentar ayudarlo, pero todo era en vano mientras sus pezuñas resbalaran en el suelo y no lo ayudaran a empujarse correctamente hacia adentro ni hacia afuera... 

Mientars yo intentaba jalarlo del cuello sin lastimarlo, alcancé a  vislumbrar una sombra andante que se recortaba en la luz de la tarde, pasando casualmente frente a la entrada de aquel antiguo monasterio. Sin poder emitir voz alguna y sin querer saltar sobre el lomo de mi asustado amigo  comencé a agitar las manos en señal de auxilio rogando que aquel joven de albinos cabellos se apiadara de nuestra situación y nos prestara una mano amiga. 

Relamió sus labios y sonrió de lado picarro. Inclinándose hacia uno de los encargados con sensualidad, tomó el trozo de papel de entre sus manos y avanzó, mirándolos de reojo al recibir un reprocho de su parte. Les guiñó un ojo, con una dulce malicia que solo él era capaz de crear— Hay tiempo de sobra ¿Cierto? —Conscientes de que su verdad era universal, suspiraron todos al unisono y lo dejaron marchar. ¿Lo que hacía ahí? Simple: había acudido a una sesión de fotos, pero, el problema era que aparentemente todos llegaban con horas de retraso y él, tras tomar un café con leche decidió que moriría de aburrimiento quedándose ahí, quieto, sin hacer nada... ¡Pensando en su amada hermana! Se decantó por la opción más lógica, ir a dar un paseo por aquella zona, esperando que uno de los productores le llamara cuando hubieran llegado los tan esperados fotógrafos y maquilladores... ¡Ah! ¡Que mal sonaba todo eso! ¡Seguro volvería a casa demasiado tarde! ¡Demasiado tarde! ¿Y cuando tendría él tiempo de pasarlo con su hermana cuando ella trabajaba de noche? ¡Le estaban arruinando todos sus planes! Dejó escapar el aire contenido en sus pulmones por sus labios como un ligero suspiro de frustración y, con una de sus manos echó hacia detrás de su oreja uno de los rebeldes mechones de su plateado cabello.— De todas formas... ¿Por qué este lugar? Es tan... —Calló unos segundos, mirando a su alrededor como si la palabra en cuestión estuviera escondida entre los árboles o detrás de alguna piedra— ... Miserable... —Concluyó con una perfecta mueca de disgusto en sus facciones.

Avanzando por el pequeño camino logró visualizar a lo lejos un enorme edificio, que, si su vista no le estaba jugando alguna desagradable sorpresa, debía de tratarse de una cruz, maltrecha, pero cruz al fin y al cabo en lo alto de una torre. ¿Sería esa una iglesia, un monasterio o quién sabe que otra construcción para reunir a ovejas devotas a un ser que nunca habían visto o escuchado? Si no supiera que por el deterioro seguramente estaría abandonada, en sus sueños más remotos se le habría acercado. Pero, en el fondo un monasterio abandonado era encantador, demostraba sin pizca de compasión lo que sucedía a la religión humana: terminaba en ruinas, terminaba siendo nada más que un recuerdo, un espejismo. Como lo habían hecho los Dioses sumerios, como lo habían hecho todos aquellos que con tanto empetuo antaño veneraron... ¿Por qué debería ser diferente con ESE Dios? A un paso lento y una misteriosa sonrisa grabada en sus labios se fue acercando al misterioso y abandonado lugar... ¿Qué tal si ahora llamaba a alguien para decirles que había encontrado un espeluznante lugar en donde realizar la sesión de fotos? Seguramente eso era mucho mejor que la intemperie. Pero, en cuanto se acercó más a la entrada de aquél lugar se percató de que algo no andaba bien... Y no, no era solo cosa de su mente. Por ejemplo, no estaría loco pensando que esa bola de pelo oscuro no debería de estar ahí... Obstruyendo la entrada... Qué tal si...

¿Ah? —Paró, totalmente descolocado ante la imagen que estaba vislumbrando. ¿Era ese un muchacho que estaba intentando llamar su atención? ¿Cómo...?— ¿Eso que es? ¿Una... Vaca? —Parpadeó. La hermosa sonrisa de sus facciones fue cambiada por una mirada de incredulidad y, antes de poder pensar bien en como reaccionar, de sus labios escapó una pura y límpida carcajada...— ¿Pero qué es esto?... ¿Por qué una vaca está... atorada en la entrada de un monasterio? ... ¿Quería... venerar a Dios? —Ligeras risas aún escapaban de sus labios. Se acercó a paso más animado, casi rápido y, se posicionó delante del que sería... El enorme trasero del bóvido. Levantó una mano y acarició la espalda del animal, pensativo— ¿Las vacas tenían pelo?... ¿Ah? ¿Qué animal es este? —No. Nuevamente su mente no estaba jugando con él... ¡Las vacas no tenían pelo! ¿Entonces qué...?— Como sea... —Tras posicionar ambas manos a un lado y otro de la cola de aquél ser, empujó con fuerza hacia delante— ¡Ni se te ocurra mover la cola o hacer algo tú...! ¡Tú especie de vaca con pelo! —No, no tenía idea de que tipo de animal fuera ese... Siquiera pensaba que existiera algo parecido de todas formas... Pero... Si quería entrar y ver que había ahí dentro, si quería cumplir con aquél capricho personal... ¡Antes tenía que sacar a ese animal de ahí!— ¡Vamos! ¡Tira! —Con fuerza bruta todo se resolvía... De todas formas no sabía como eliberarlo.

Afortunadamente el muchacho no tardó en atender mis suplicantes mímicas, podría poner su foto en un altar gracias a la presteza con que se avino a salvarnos de aquella insólita situación sin necesidad de tener que explicarle nada.
Internamente, más allá de lo embarazoso del asunto, reí por las curiosas formas con que se refería a YanYan… Ciertamente era como una vaca lanuda y gigante, pero en vista de que en el Tibet ponderaban más los Yak que cualquier otro bóvido, entonces mi visión era algo más cercano a que las vacas eran Yaks delgados y lampiños.


Aún mientras tejía aquellos pensamientos, mi cuerpo se movía por sí solo acompañando el empuje de el chico contra las caderas de Yan Yan; a fin de poder ejercer toda la fuerza de mi cuerpo pronto mis manos se ciñeron al torso del animal mientras alzaba mis pies a cada lado de él, uno contra la cerrada puerta del templo y otro contra el eje de las bisagras de la puerta abierta, así la cabeza de YanYan me quedó entre las piernas mientras yo lo atraía hacia mí, ejerciendo un tirón poderoso que, ayudado por el empuje de nuestro camarada, pronto consiguió liberar de aquella tramposa abertura a la enorme criatura que se precipitó con sus cuernos hacia mi ingle…


Afortunadamente mis reflejos siempre habían sido lo suficientemente buenos, por lo que antes de que la cabeza del Yak se estrellara contra la parte más dolorosamente sensible de mi anatomía, alcancé a que mi torso se empujara hacia arriba y adelante, pasando todo mi cuerpo sobre el lomo del animal; sin embargo el impulso fue lo suficientemente fuerte como para no detenerse allí y dejarme montado al revés sobre mi compañero… de hecho mi cuerpo siguió de largo como una munición hasta que se encontró con el tope que ejercía aquel albino alto en los cuartos traseros de YanYan…


El resultado fue trágico… Al no poder usar mi voz para advertir al chico, terminé estrolado contra él con tal fuerza que lo volteé de espaldas sobre la pequeña escalinata que ascendía hacia la entrada del Monasterio.


¡Por lo más sagrado! ¿Cómo era posible que mi mala suerte fuera extensiva incluso hacia las personas que acababa de conocer? Este buen samaritano se había acercado con la intención de brindarme una mano y a cambio había recibido un porrazo que probablemente le habría roto algo por dentro… Y a cambio yo había salido bien librado del percance en vista de que su cuerpo me había amortiguado mi caída.


Tan a prisa como pude me incorporé a horcajadas sobre él y enseguida di un salto hacia el costado para bajarme de encima suyo mientras le dedicaba  continuas y rápidas reverencias en señal de disculpa, para luego apoyar mis manos en su pecho y mantenerlo recostado para que no se levantara hasta no corroborar que no tenía ningún hueso roto.


Como si la situación no fuera ya lo suficientemente problemática con este incidente y mis limitaciones para comunicarme, de pronto escucho un mugido proveniente del monasterio y cuando alzo la cabeza me percato de que de nuevo YanYan está atorado en la puerta, solo que esta vez en el sentido direccionado hacia afuera, ya que había querido seguirme.


Esto no me puede estar pasando…



Aunque, considerando mi historial este era un desenlace muy probable para una de mis travesías.