✿ Lights in the Sky ✿ Priv.

por **Miléne Von Damme** Miér Ago 17, 2016 9:42 pm

Paso, paso, toc. Paso, paso, toc. Sonrió al escuchar el conocido marchar de un anciano con su bastón y, al levantar la mirada brevemente logró ver por encima de sus oscuras gafas como un simpático señor avanzaba por la pequeña calle. Volvió a levantar su mirada con una agradable sonrisa, aún sin dejar de mantener su violácea mirada cubierta por unas oscuras lentes que no servían más que a mitigar su ya de por si llamativo aspecto. Supuestamente al día siguiente sería festivo y ella tampoco tenía mucho trabajo que realizar, ese era el principal motivo por el cual se había permitido viajar hacia una de las aldeas más cercanas que, en aquella ocasión estaba bellamente adornada para una de las pocas fiestas que se permitían festejar, curiosamente, tenía un tema tan abstracto como las medusas. Por eso los niños corrían con globos en forma de medusa balanceándose en el aire o había algún que otro cartel en el que llevaba al conocimiento de cualquier extranjero, como ella, que a las doce de la noche les esperaría un hermoso espectáculo con linternas sobrevolando el cielo. ¿Hacía cuanto no veía uno así? Seguramente desde que no era más que una niña. Con fluidos y elegantes pasos fue esquivando las pocas personas que se cruzaban por su camino, el más alejado de la multitud y de por si, del 'corazón' de la fiesta. A lo mejor en algún momento sí volvería a mezclarse entre todos ellos, pero, por el momento simplemente vagaba en busca de algo que pudiera divertirla, aunque ese algo fuera únicamente observar como las personas deambulaban a un lado y otro.

Paso, paso, toc. Paso, paso... Paró de golpe y, bajando un poco sus gafas de sol miró hacia delante. ¿Y el 'toc' del bastón? ¿Donde estaba aquél anciano señor? Se sorprendió al no volver a verle delante suya. Avanzó unos pasos más. ¿Por qué tomarse tanta preocupación por un desconocido? Realmente lo que hacía que se moviera era una simple y genuina curiosidad. ¿Desaparición? ¿Abducción? Paso, paso, toc. Miró a su derecha y sonrió de lado al ver como aquel anciano había seguido por un callejón oscuro como el carbón, pero, que seguía ahí. De todas formas Miléne avanzó, dejando atrás aquél familiar y rítmico sonido para fijarse en algo más, aunque fuera más bien por pura costumbre que por diversión o decisión propia. De todas formas le prestaba tan poca atención que simplemente siquiera se daba cuenta de las banalidades en las que se centraba. Músicos ambulantes, payasos y magos, perdidos en algún rincón de aquella animada calle principal y reuniendo a decenas de ciudadanos a su alrededor con la única intención de divertir. Ella no era como los demás, de hecho lo era pero seguía teniendo una imagen que proteger le gustase o no era así— Oh... Por aquí, por aquí... —Murmuró para si, casi como si siguiera el ritmo de una canción inexistente. Apoyó una mano en la fría pared y giró por uno de los oscuros callejones, perdiéndose de vista. Realmente solo seguía unos viejos recuerdos, sabía que por una de aquellas callejuelas lograría llegar antes a la parte más animada de toda aquella fiesta, el centro de la ciudad y quizás, junto a la luz encontraría más diversión o al menos, sería capaz de ver muchas más cosas.

Fue ahí. Stop. Alguien se acercó y con él, derribó toda la tranquilidad.

Se vio obligada a parar por un repentino agarre en su muñeca, siquiera le dio tiempo para dar media vuelta que descubrió cual era ahí el problema. Un hombre de poca fe la estaba sujetando con seguridad.— ¿Dónde intentas escapar, gatita? —Dos más detrás de él rieron, al parecer debería de haberse tratado de un chiste. Intentó zafarse del agarre, causando que solo la sujetaran con más fuerza aún— Suélteme, por favor —¿Olvidaban quién era ella? Para todo su fan Miléne era una princesa, elegante, cortés, inquebrantable, una Diosa en el escenario, una hermosa y venenosa muñeca. Claro, siquiera unos acosadores se escaparían de su diplomacia— Oye, no seas aguafiestas. Intenté ser cortés ¿Por qué mejor no te quedas quietecita y nos acompañas, eh? —Ah... Eso parecía ser que no iba a aceptar un 'no' como respuesta y, daba la extraña casualidad de que un 'no, gracias' estuviera en la punta de su lengua listo para ser pronunciado. Entrecerró su mirada con seriedad y enfado, si algo le molestaba era que fueran tan persistentes y matones como esos tres tipos que tenía en frente— Ohhh... ¿Qué pasa, gatita? ¿Sacaste tus colmillitos? —Volvieron a reír. Sí, no olvidemos que Miléne cuando se lo suponía podía ser venenosa y, sin dejar de lado su usual gracia.

por **Zhao Yong** Lun Jul 24, 2017 5:46 pm

No era raro que se pusiera a andar por las aldeas cercanas a donde él y su protegido residían. Al fin y al cabo andar no era tan mal ejercicio como se pensaba, pero ante todo... era la idea de poder encontrar algún festejo y tener la libertad de poder comprar algún pinchito de carne o comida más sustancial que simplemente los caldos de verduras y guisos vegetarianos que tenía en casa. Moriría de hambre, fijo que algún día lo haría. Él no podía sobrevivir sólo con aquello. ¡Quedaría famélico! ¡No pedía tanto!

Bueno, quizás sí porque era su cabezonería y la gula quien le hacía insistir hasta la saciedad. Pero ese día en aquel pequeño poblado sí tenía la excusa perfecta para salir mientras su compañero meditaba. ¡Fiesta! Comida, puestos de deliciosa carne a la brasa y dulces. Sólo el pensarlo hacía que se le hiciera la boca agua. Y se replanteó seriamente la deshidratación cuando el característico aroma de la carne haciéndose llegó a su nariz. Por eso no tardó en ir a uno de los muchos puestos para pedir dos brochetas de carne y, mientras devoraba una con absoluta felicidad palpable en su rostro, la otra la reservaba en su otra mano para seguir dándose el gusto de saborear y llenar su estómago. Aunque con eso no sería suficiente... pero quería saborear hasta el último bocado aquello. Podría tirarse horas comiendo pinchitos de esos y ser feliz con aquello.

Pero cuando se dirigía a uno de los callejones más oscuros y solitarios con el único objetivo de no estar en pleno barullo creado por los saltimbanquis y bufones que había en medio de la calle haciendo un espectáculo, también fue cuando escuchó susurros. Susurros que, por lo que pudo apreciar, no lo eran realmente y todo dependía de la distancia. Se fue acercando más mientras acababa el último trozo de aquella brocheta que había estado apurando. Y allí, al girar de nuevo por la estrecha esquina de ese callejón y dando a otro, fue cuando vio a ese grupo de hombres acosando a una joven chica que estaba claro que no quería estar allí y mucho menos rodeada de semejante gente. Ah... no, eso era una mierda... No quería meterse en problemas...

Pero no podía simplemente ignorar aquello, y cuando la joven les pidió que la soltara y ni caso le hicieron, acabó por negar con su cabeza un par de veces, resignado y molesto a pares iguales. No había manera...

- Ey - Exclamó en alto para hacerse oír mientras viraba la esquina para quedar enfrente de aquel grupito, los cuales le miraron terriblemente mal. Pero bueno, ya se lo esperaba. - La chica les ha dicho que la suelten. Hacedle caso, anda. No quereis meteros en problemas - "Y yo tampoco quiero, la verdad" Pensó para sí al poco, ladeando un tanto su rostro y haciendo que los oscuros mechones de su flequillo se movieran un poco en el proceso. Pero... sabía que, era de ingenuos creer que aquello acabaría allí, sí. Ah... le gustaba luchar, no guerrear de manera barriobajera. Con lo divertido que era una pelea de entrenamiento... y mira donde estaba, en un callejón a punto de pegarse de ostias con unos tipos que de nada conocía y preferiría siquiera haber visto.

por **Miléne Von Damme** Miér Ago 23, 2017 10:00 pm

Se volteó junto a los otros tres hacia la voz que provenía del frente. Ella sorprendida, casi a punto de decir algo si no fuese porque parecía ser que estaba de su lado. Los otros tres en cambio, parecían seriamente disgustados de eso, era una especie de... ¿Ser molestados por alguien mientras tenían a su presa entre sus zarpas? Quiso, además, afirmar que sola estaría bien, que no necesitaba de su ayuda, pero quizás estuviese mintiendo en aquél preciso instante de hacerlo. Lo cierto era que se veía rodeada y eso no era un sentimiento agradable, a pesar de que lo conociese lo suficientemente bien. Desvió su atención hacia el hombre que la estaba sujetando e hizo el ademán de retirar su mano nuevamente; nuevamente fue atrapada con más fuerza, hasta el punto de hacerle soltar un ligero quejido— ¡Estate quieta, maldita sea! —Le espetó, para nada cortés mientras la atraía más hacia él. Se quejó, pataleó, pero su fuerza no era nada comparada a la de aquél gorila.

Por el rabillo del ojo, en cambio, logró ver con claridad como los otros dos se acercaban al pobre muchacho que por querer demostrar, quizás, valentía, acabó metido en un estúpido y tan usual movimiento de bandas callejeras que parecían dispuestos a seguir los pasos de las telenovelas— Oye, amigo, a ti nadie te invitó ¿O sí? —También vio como sacaban navajas de entre sus prendas, como si demostrando que podían manejar una les diese ya derecho de hacer lo que quisieran. Había visto aquella actuación, ya fuera de las telenovelas. Había visto la incongruencia humana, como se dejaban llevar fácilmente por leyendas, por cuentos populares, como llegaban a tanta crueldad como la de tirar con piedras en otro ser vivo. No quería que se repitiera, no se iba a repetir de todas formas. Cuando el hombre ante ella la volvió a sacudir, perdió de vista a los otros dos. le miró con odio contenido y dio un paso hacia atrás, aunque de una mano aún la siguiese sujetando con fuerza—¡Serás...! —¿Por qué, para empezar, no entendían simplemente cuál era su lugar? Una fina línea de descontento se formó en sus labios y levantó su mano libre,

En un rápido movimiento, un parpadeo, aquella palma extendida golpeó una de las mejillas del hombre con fuerza, quién se tambaleó un poco y la soltó por inercia. Él se levantó la mano hacia la mejilla y ella aprovechó para girar sobre sus propios talones con intención de alejarse de él lo antes posible— ¡Perra! —Le soltó una voz colérica, aquél infeliz volvió a sujetarla con fuerza por el brazo— ¡Iba a ser gentil porque tenías un bonito rostro! —De cierta forma, claramente sus palabras tenían una cierta lógica. Sin lograr escapar de su agarre, se vio tirada al suelo con violencia. Cuando quiso darse cuenta, recuperada parcialmente por el golpe, se vio al otro encima, apuntando con otra navaja su cuello y una boba expresión en el rostro—¡Ya dije que no! —Después de todo no sería su culpa si el otro iba a ser golpeado, ni era su culpa que estuviese encima suyo de aquella forma.

Se removió en un principio, hasta que golpeó con fuerza la entrepierna del otro con su rodilla y, esta vez sí, aprovechando que se acababa de tirar a un lado con un aullido de dolor, se incorporó, corriendo hacia un lado, el que estaba más lejos de aquél estúpido matón y quién ahora parecía estar dispuesto a levantarse con aún más odio por haber sido rechazado de aquella forma... ¡Y era que ella no quería meterse en problemas! De hecho, por culpa de esos tipos había olvidado incluso qué estaba haciendo allí. ¡Era injusto! ¿Por qué solo tenían que aparecer ante ella de esa forma y no tener en consideración sus deseos? ¡Lo peor era que no tenía forma de luchar con ellos! O al menos, no a manos desnudas.

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