Wanted alive, not dead —Marlene P. Edelstein
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Wanted alive, not dead —Marlene P. Edelstein
12 de abril, 2015... Ése día, una niña murió atropellada en el medio de una carretera, dicen que escapaba de su violador y que nadie la ayudó cuando gritó por auxilió. Su único consuelo fue un consolador, su nuevo peluche al que abrazó temerosa. Sintió sus piernas flaquear hasta que murió de un ataque de coyote rabioso. Si no envías ésta cadena a 10 personas, la niña te meterá consoladores en todos los agujeros que tengas.
Estudio el mapa, del cual no entiendo moco, le doy vueltas y vueltas. Sin resultados. No tengo GPS, friend, así que no me pidas mucho. Saliendo de mi choza y ahora entrando al Estado de Arizona, te diré que mi destino es Texas, directo al condado de Houston. Es broma tío, no te creas eso. Pero, Idarion tiene un estilo muy italiano que me agrada. Los acentos, y los entrañables modismos de los isleños. Tan romano como siciliano con toques griegos en algunas chozas. Y confórmate con que te diga que tendré que marchar algunos kilómetros del cual no tengo ganas de sumar, digamos que son treinta y tantas lechugas. Sinceramente, estoy lejos de mi casita que no es tan casita porque yo soy un príncipe de Narnia.
Manejando un pedazo de cacharro que estaba en oferta. Sí, lo compré hoy, porque luego yo lo prendería fuego. Es tradición. Éste tiene pintas de ser de los 60’s… Y no lo digo por las flores psicodélicas en las chapas, ni por el patético estado, lo digo por el alto nivel de marihuana que se puede olfatear en los asientos. Nadie sospecharía de un maricón auto, los policías podrían reírse un buen rato, y ni siquiera mirarían en el baúl para comprobar si traigo un cadáver, armas, drogas, o dinero robado.
Busqué discos en mi colección, tengo de todo, bro. Desde rock hasta música disco. Sin mirar mucho, escogí al azar: —De tin marin de do pingüe. Pata sucia eres tú. —Sonreí—, perfecto. —El volumen moderado, llamando la atención de algunos curiosos y señoras casi confusas. ¿Qué pasa?, ¿nunca vieron un auto de cuatro ruedas y a un muchacho súper galán? Golpeó el manubrio con las manos y finjo que es mi tambor ante la sacudida. La cabeza de un lado a otro, imitando el ritmo de una muñequita que muestra sus tetas. Sí, un sensacional chiche que en vez de mover la cabeza, mueve los pechos. Una genialidad —venía incluida con el auto, no me culpes—. Yo la suelo llamar: Guadalupe Rosalinda de los Cuatro Vientos. Paró el coche en una esquina, aguardando por un milagro de la Virgen de Guadalupe... No, no tú preciosa… Le digo mentalmente a mi compañera sin alma. Sé que aparecerás a éstas horas, como siempre, ¿y sabes? Ser un acechador en las sombras es divertido.
A mí lado, instrumentos curiosos que no te revelaré aún...
Lancer
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Re: Wanted alive, not dead —Marlene P. Edelstein
Cuando le dio el ultimo beso de despedida a su esposo. Supo que algo no iría para nada bien. Por aquellos días, el invierno estaba dando sus últimos rastros de crudeza. Antes de que volviera a tocarles a los habitantes de Idarion un fogoso verano. Tal vez, la delfina aprovecharía para sacar de su closet su tabla de Surf. Pero, ahora, iba de camino a la parada de su autobús. Realizaría unas cuantas compras para la cena de aquella noche. A la vez, confiaba que su hermana mantuviese en orden su hogar y pudiese animarle un poco la soledad. Ella era brillante, pero se encontraba escaseada en inspiración. Rió suavemente al recordarlo.
« Solo espero que puedan llevarse mejor », se planteó mentalmente la rubia. Haciendo hincapié a la relación entre su marido y su querida cuñada: Daney. Una chica que sufría desde hace muchísimos años de albinismo y a su vez, era una de las mayores debilidades de la caboverdiana. Además de ser el motivo fuerte de su unión con Adler R. Edelstein. Continuó caminando ajenamente del mundo exterior. Los escaparates resultaban simplemente seductores para Marlene, algo siempre tenían para engatusarle y gustaba de apreciar ropa desde afuera. Más nunca entraba a comprar. No quería que algún desconocido le descubriese debido a su antigua reputación. Y por suerte, casi nadie parecía plantearse de qué fue de la vida de Layla Halmiton.
—Discúlpeme, señorita.
—No, la culpa es enteramente mía, señora—respondió cándida a la florista que justo había chocado. Sacando de muestrario una maceta bastante pesada a su gusto. No se había percatado jamás de esa tienda. Y, eso que solía pasar con bastante frecuencia por esa calle. Tal vez, no debería sumergirse tanto en sus pensamientos y prestarle un poco más de atención a su alrededor. Ensanchó sus labios con una sonrisa. Se le vino una idea genial, al mirar algunas de las plantas, y un poco atrevida, decidió indagar por una en particular.
— ¿Tendrá una… violeta del invierno? —su tono sonó casi infantil. A decir verdad, era una de sus flores favoritas y contenían un gran significado en el idioma de las flores. La mujer le negó con la cabeza. Por lo visto, con el tema de la huida del invierno ya no quedaban ningunas. Así que, la chica sin desmostar su reciente desilusión. Se despidió gentilmente de la señora y prosiguió con su acortada trayectoria. A lo lejos, no tardo en divisar que le estaba esperando la casita abierta de la parada. Observó por tercera vez el reloj de su celular, una vez resguardada debajo de él:
—Cinco minutos antes. Es todo un record, Marlene—. Se auto felicito burlona, mientras que de casualidad se quedaba mirando hacia a un costado. Sin ver signo alguno del transporte de las 14:30 hs.
« Solo espero que puedan llevarse mejor », se planteó mentalmente la rubia. Haciendo hincapié a la relación entre su marido y su querida cuñada: Daney. Una chica que sufría desde hace muchísimos años de albinismo y a su vez, era una de las mayores debilidades de la caboverdiana. Además de ser el motivo fuerte de su unión con Adler R. Edelstein. Continuó caminando ajenamente del mundo exterior. Los escaparates resultaban simplemente seductores para Marlene, algo siempre tenían para engatusarle y gustaba de apreciar ropa desde afuera. Más nunca entraba a comprar. No quería que algún desconocido le descubriese debido a su antigua reputación. Y por suerte, casi nadie parecía plantearse de qué fue de la vida de Layla Halmiton.
—Discúlpeme, señorita.
—No, la culpa es enteramente mía, señora—respondió cándida a la florista que justo había chocado. Sacando de muestrario una maceta bastante pesada a su gusto. No se había percatado jamás de esa tienda. Y, eso que solía pasar con bastante frecuencia por esa calle. Tal vez, no debería sumergirse tanto en sus pensamientos y prestarle un poco más de atención a su alrededor. Ensanchó sus labios con una sonrisa. Se le vino una idea genial, al mirar algunas de las plantas, y un poco atrevida, decidió indagar por una en particular.
— ¿Tendrá una… violeta del invierno? —su tono sonó casi infantil. A decir verdad, era una de sus flores favoritas y contenían un gran significado en el idioma de las flores. La mujer le negó con la cabeza. Por lo visto, con el tema de la huida del invierno ya no quedaban ningunas. Así que, la chica sin desmostar su reciente desilusión. Se despidió gentilmente de la señora y prosiguió con su acortada trayectoria. A lo lejos, no tardo en divisar que le estaba esperando la casita abierta de la parada. Observó por tercera vez el reloj de su celular, una vez resguardada debajo de él:
—Cinco minutos antes. Es todo un record, Marlene—. Se auto felicito burlona, mientras que de casualidad se quedaba mirando hacia a un costado. Sin ver signo alguno del transporte de las 14:30 hs.
Marlene P. Edelstein
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Re: Wanted alive, not dead —Marlene P. Edelstein
A veces no entiendo la manía de comprar flores... ¡Asesinos de plantas! Cuando cortas una flor, el suelo llora. La pacha mama, señora nativa de tierra fértil y prodigiosa en cuanto a la reproducción de hortalizas, ésa que los grandes granjeros cosechan día a día. Que triste. ¡¿No pueden simplemente apreciar la hermosura de una flor desde la distancia, sin tener que ahogarlas en un MALDITO florero?! Las domésticas no son salvajes, ¿sabéis? “¿Realmente eso te importa?” No pero les hago creer que soy un amante del medio ambiente.
Me estiré los brazos, troné mis dedos, el cuello, los dedos de los pies, la nariz… Ah no, que no deseo volverme una copia Voldemort y parecer un horrendo reptil. Hablando de él, debo raptar a su esposita. Es decir, a ti. No te lo tomes personal, se trata de trabajo. Y ahí venías, ingenua, preciosa, tranquila y relajada, con flores que no tengo puta idea de sus nombres porque me importa una puta mierda aunque debo felicitar al señor Edelstein, estás para que te hagan el doggy style.
¿Sabes a qué me refiero? Qué te voy a dar en cuatro patas, cariño.
Acerqué el auto a una velocidad medianamente lenta, en pasitos de Manuelita, la que vivía en Pehuajo. Pero un día se marchó… “Que escalofriante uso de una canción infantil para referirte a un rapto” Gracias, friend, es lo que tiene cuando destilas tanta genialidad. Salí del auto, no me venías venir porque estaba detrás de ti y no te daría tiempo a gritar, ya que tapé tu nariz y boca con éter etílico. Los efectos no resultarían tan dañinos cómo el cloroformo, ¿ves que buen secuestrador soy preciosa? ¡Hasta pienso en tu salud! Después puedes agradecerme, ahora estoy un poquito ocupado llevando tu cuerpo dormido en la parte trasera del auto, por supuesto, no sin antes atarte las manos, los pies; vendarte los ojos y la boca.
Por precaución, you know.
***
Nos encontramos en la misma nada. Todavía es pronto para que te diga en dónde carajo estamos, ¿está bien? Lo sabrás en el próximo capítulo, aguanta tus tetas, y si te pica, rascate. De ningún modo hay cobertura —ésa es una buena pista—, sin embargo era notable la pequeña televisión y un nintendo 64 para mi entretenimiento personal. Si sabes de videojuegos, reconocerás la música del Mario Bros, también podrás darte cuenta que estás aprisionada a una cama, encadenada en su totalidad al catre. Muy cerca mío, para tu información.
Lancer
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Re: Wanted alive, not dead —Marlene P. Edelstein
Apenas supo en donde se hallaba. Esta vez, su cerebro no deseó cooperar y prefirió a regalarle el peso de una poderosa jaqueca. Los pequeños flashes que le quedaron de minutos antes, parecían esfumársele y dejarla en un estado turbio. Tampoco se mostró conforme ante la incomodad física, debido a lo aplanado que resultaba ser el colchón debajo suyo y que le hizo, además, entender a que estaba en una posición bastante comprometida.
Empezó a removerse con desesperación, estimulada de partida por el factor del miedo y la misma confusión de no saber que hacer. Al igual que muchos otros, que vivieron para contar sobre sus vivencias a situaciones como ésas, Marlene trató de imitarlos. Ya que trataría de salirse librada en base a la astucia. O eso es, lo que al menos iba a intentar…
En primera, detuvo cualquier otro forcejeo y se ocupo a recuperar fuerzas. Antes de asimilar lo qué hubiese causado con aquello a su captor, aunque también buscaba la forma de tranquilizarse y pensar sobre sus posibilidades con muchísima más calma. A parte asumía a que no dormiría de nuevo, al menos hasta pasada ciertas horas. Entre el agotamiento de lo que sería su lucha y aquellas lagunas mentales que la ahogaban terriblemente.
Levantó un poco la cabeza, queriendo gesticular con la venda todavía sobre la boca, le pidió forzada por: —waghuau…—Seguido de acallar con la emisión de un pequeño quejido.
Marlene P. Edelstein
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Re: Wanted alive, not dead —Marlene P. Edelstein
Pensaba en las vicisitudes de los extraterrestres, es decir, en sus problemas políticos y lo insignificantes que somos. No me extrañaría que luego deseasen meternos ondas raras por el culo, examinar nuestros cerebros... Pero el vano y estúpido grito rompe todo rastro de pensamiento inocuo de mi cabeza, dando paso a un excéntrico sentimiento que se reflejaba en mis ojos, era una extraña alegría que puede ser perturbadora para cualquier víctima secuestrada.
Viré la cara, apoyando el brazo en el respaldo y saludándote con una tierna sonrisa en los labios:
—Bella Aurora, ¿qué tal su siesta? Oh, disculpa, me olvidé que tienes la boca sellada —ladeé el rostro, en una incógnita particular que no me cabía de ninguna forma—: ¿Cómo es posible que te hayas casado con semejante hombre? Es decir, es la encarnación del Führer alemán.... Y convengamos que Hitler era austriaco, ¿sabías no? Quizás es un pariente lejano, muy cercano… ¿Crees que la abuela de Hitler, le obligaba a tomar la sopa?
Cada vez que te miraba encontraba algo precioso que se me antoja prohibido, delicioso… Las luces que se cuelan por las ventanas iluminan tu inmaculado cutis, tu respiración agitada provocaba que tu pecho subiera y bajaba, quizás por la incertidumbre de quién era yo, que diablos iba a pasar contigo.
—No te haré daño. —Prometí—. Sólo debo entregarte viva, honey
¿Pero a quién? Es la cuestión que puedes plantearte. Me acerqué, llevando la mano a tu vientre plano y brindar unas caricias superfluas. A ti no te iba a explicar nada, mi trabajo es custodiarte y mantenerte en buenas condiciones, las mejores posibles aunque...
Nadie me ha negado el hecho de que pueda seducirte.
¿Verdad?...
Lancer
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Re: Wanted alive, not dead —Marlene P. Edelstein
Eso mismo, ella se lo preguntaba insistentemente a cada día. ¿Cómo pudo acabar metida en todo aquello? Tal vez si hubiese buscado otras formas u otras posibilidades. No hubiese acabado dentro de ese mundo, al cual aún le costaba tanto de entender en manejos y del que apenas terminaba de asimilar, sino era con una creciente rabia. Pensar que la persona que juró protegerla hiciera cosas malas, a veces hacia que le pesara enormemente al alma y lo peor de todo, es que no podía confesárselo abiertamente; porque eso sólo significaba renegar a lo que aceptó. Porque la rubia tuvo su momento de duda, pero fueron los fuertes sentimientos que tenia hacia su hermana, los que la hicieron que no dudara a aquel destino. Al final de cuentas, el sacrificio al poco tiempo valió la pena. Ella se recuperó finalmente. ¿Y a Marlene que le quedaba? Tratar de conformarse con la felicidad que le pudieran llegar a dar en un futuro sus hijos, en reemplazo de la carente capacidad de emociones de su esposo y a cambio, ella se le volvería la esposa ideal que él tanto quería. Tal y como se lo prometió.
No obstante aquella misteriosa voz que le hablo tan inesperadamente en la oscuridad, a falta de conocerle un rostro, y al tener todavía completamente cubiertos los ojos. Parecía querer que la actual activa imaginación de Marlene entrase a un peligroso juego psicológico, en dónde pudiera llegar a mal pensar sobre cualquier cosa y también a que especulase sobre quién podía ser el verdadero responsable. Seria a caso, ¿ese esposo sobreprotector, cruel y posesivo hacia su frágil persona? ¿Un enemigo de este? ¿El secuestro sería una completa farsa? Al final, ¿el tiburón se habría cansado de la muchacha? Cualquiera que fuese de esas hipótesis, le estrujaba fieramente el corazón a Marlene; cuán fruta que se aplasta al cerrarse de un golpe sobre una palma abierta.
Por otra parte, apenas pudo descifrar la verdadera naturaleza del encomendado captor y que además le brindó tan poquitísima información, al mandarse tal excéntrica presentación. Escuchó de cerca el ruido del peso extra acomodándose sobre la cama, el hombre no paraba de hablarle a cada instante y justamente al quedar la victima de espaldas, al haberse logrado apenas voltear aun con las ataduras puestas, hizo que está no midiera la posibilidad de verse demasiado vulnerable a la vista del ajeno. Debido a que Marlene estaba ocupada en obrar con cierta indiferencia y para matar de paso ese rejunte de emociones que le atacaba al estómago.
Con tan solo un par de caricias superficiales, logró descontrolar el cerebro de la ex acróbata y en vez de quedarse paralizada en su lugar, directamente reaccionó dando un sobresaltado respingo. Le acrecentó todavía ése dolor anterior con un mal estiramiento a los músculos de los brazos y acompañado de un intenso ardor a las muñecas. Intentó luego incorporarse con la poca movilidad que poseía a la mano, se rindió casi enseguida y con la cabeza agacha, mientras inhalaba del ambiente el precioso oxigeno se contuvo de esta vez llorar.
Inconscientemente la imagen desaliñada de la desdichada mujer, que fue por causa de un mero accidente, se transformó en un segundo a algo totalmente provocador al juicio de cualquier sensato humano. Ya sea, por: aquellos pequeños pelos de oro que le caían sobre la frente, ese deseo patético por querer verse normal; cuando por dentro el alma pecaba de temerosa por tanto peligro, tanta incertidumbre de desconocer las circunstancias a ese barullo y por sobre todo, la cantidad de sangre que le bañaban sus pequeñas mejillas, demostraban su reciente vergüenza. ¿A caso él se apiadara de aquella criatura sometida a semejante apuro? ¿Continuaría jugando a la negligencia con ella? O… ¿sucumbiría a destruirle con dientes esa tentadora media de color carne que se echo de pronto a perder? En tanto desde la perspectiva de Marlene, ella procuraba de respirar cada aliento de vida como si fuese el último…
N/A: Actualmente, su atuendo es este. La gorra pudo haberse extraviado mágicamente, el peinado es una trenza apenas recogida y no lleva puesto los zapatos. Si la describí anteriormente de otra forma, pasa de largo estos detalles y prosigue siguiendo tu lindo instinto, neecita (?)
Marlene P. Edelstein
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