Choque de...¿mentalidades? [Priv. Kanade]
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Choque de...¿mentalidades? [Priv. Kanade]
Y ahí estábamos de nuevo...la pelea de... ¿Cada trimestre? ¿Cada año? Dependiendo de cuando hiciera falta según el criterio de su hermanastra, había que ir a comprar ropa nueva para que, por palabras de ella 'No pareciera un mendigo chiflado en busca del éxito' o algo así. Cosa que, para este joven genio no era para nada racional y práctica. Al fin y al cabo...la ropa que usaba aún seguía teniendo uso y cumplía la función por la que había sido adquirida: cubrirle y protegerle de las agresiones externas. Para él, que estuviera o no gastada era lo de menos, pero...parecía ser que para aquella que era la 'mujer de la casa' no.
Y por eso, cuando el criterio de aquella chica que era su hermana decía que tenía que comprar ropa, era arrastrado hasta aquellos grandes almacenes para comprar aun cuando él, en su empeño, seguía intentando rebatirle a la castaña que era innecesario gastar dinero en ropa mientras aún podía usarla. Y esa muestra se podía ver mismo en ese día: ataviado con unos vaqueros que en un inicio debieron ser negros pero por el uso se habían tornado ya grisáceos y con raspones y una camiseta que al tacto se notaba que ya necesitaba ser retirada e incluso el estampado que llevaba de rayas se veía viejo y raído, junto a unas zapatillas que la punta de las mismas había perdido directamente el color que debían de ser.
Caminaba a paso calmo por los pasillos generados en una de las muchas tiendas de ropa que aquel centro comercial poseía, aunque realmente estaba siguiendo con cierta desgana a la mayor que era la responsable que estuviera allí.- Kanade... de verdad que esto es innecesario, yo aún tengo ropa que poder usar. ¿Por qué perder tiempo en algo que ya está solucionado? -por supuesto, para Christian el aspecto estético menos le podía importar, y aunque a primera vista podía ser considerado como un chico agraciado, él mismo no veía aquello.- De todas maneras, en el trabajo siempre estoy con una bata...-murmuró poco después con ese tono indiferente que caracterizaba normalmente su voz y actitud mientras fijaba su rasgada mirada celeste en la pantalla de su móvil en busca de algo interesante que mirar ahí para poder mantener activa su curiosa mente, aunque el resultado fue el ponerse a jugar a un sencillo juego de sudoku, mas el nivel estaba en el experto, pero para el joven era como tenerlo en dificultad normal-fácil. Y aun así, de vez en cuando alzaba su mirada de la pantalla para poder asegurarse que no había despistado la figura de su hermana que iba por delante con más entusiasmo que el de él, aunque aquello no era complicado dado el absoluto desinterés que tenía el joven científico a aquello.
Y a pesar de aquello, una chica que supuso Christian que sería una dependienta, se acercó a ambos con una sonrisa seguido de un "¿Os puedo ayudar en algo?" en un formal y cortés tono.- No, estamos aún en pleno debate sobre si tenemos o no que comprarme ropa -contestó a aquello en un tono que no se podía considerar que fuera extraño aun cuando sus palabras si podían ser tomadas como extrañas y...efectivamente, eso parecieron causar en la pobre dependienta que no sabía con quién había ido a tratar. Y aun así, en la mirada del joven genio sólo se mostró una sutil intriga ante la sorpresa que reflejaba el rostro de aquella dependienta. ¿Por qué se sorprendía tanto? Para él, aquello no tenía sentido.
Y por eso, cuando el criterio de aquella chica que era su hermana decía que tenía que comprar ropa, era arrastrado hasta aquellos grandes almacenes para comprar aun cuando él, en su empeño, seguía intentando rebatirle a la castaña que era innecesario gastar dinero en ropa mientras aún podía usarla. Y esa muestra se podía ver mismo en ese día: ataviado con unos vaqueros que en un inicio debieron ser negros pero por el uso se habían tornado ya grisáceos y con raspones y una camiseta que al tacto se notaba que ya necesitaba ser retirada e incluso el estampado que llevaba de rayas se veía viejo y raído, junto a unas zapatillas que la punta de las mismas había perdido directamente el color que debían de ser.
Caminaba a paso calmo por los pasillos generados en una de las muchas tiendas de ropa que aquel centro comercial poseía, aunque realmente estaba siguiendo con cierta desgana a la mayor que era la responsable que estuviera allí.- Kanade... de verdad que esto es innecesario, yo aún tengo ropa que poder usar. ¿Por qué perder tiempo en algo que ya está solucionado? -por supuesto, para Christian el aspecto estético menos le podía importar, y aunque a primera vista podía ser considerado como un chico agraciado, él mismo no veía aquello.- De todas maneras, en el trabajo siempre estoy con una bata...-murmuró poco después con ese tono indiferente que caracterizaba normalmente su voz y actitud mientras fijaba su rasgada mirada celeste en la pantalla de su móvil en busca de algo interesante que mirar ahí para poder mantener activa su curiosa mente, aunque el resultado fue el ponerse a jugar a un sencillo juego de sudoku, mas el nivel estaba en el experto, pero para el joven era como tenerlo en dificultad normal-fácil. Y aun así, de vez en cuando alzaba su mirada de la pantalla para poder asegurarse que no había despistado la figura de su hermana que iba por delante con más entusiasmo que el de él, aunque aquello no era complicado dado el absoluto desinterés que tenía el joven científico a aquello.
Y a pesar de aquello, una chica que supuso Christian que sería una dependienta, se acercó a ambos con una sonrisa seguido de un "¿Os puedo ayudar en algo?" en un formal y cortés tono.- No, estamos aún en pleno debate sobre si tenemos o no que comprarme ropa -contestó a aquello en un tono que no se podía considerar que fuera extraño aun cuando sus palabras si podían ser tomadas como extrañas y...efectivamente, eso parecieron causar en la pobre dependienta que no sabía con quién había ido a tratar. Y aun así, en la mirada del joven genio sólo se mostró una sutil intriga ante la sorpresa que reflejaba el rostro de aquella dependienta. ¿Por qué se sorprendía tanto? Para él, aquello no tenía sentido.
Christian Hansson
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Re: Choque de...¿mentalidades? [Priv. Kanade]
Bien, había llegado aquel momento del año en el que, cual madre con un niño pequeño que se niega entrar a la bañera o ir al dentista, yo, Kanade Okasaki, tenía que conducir a mi hermano a los almacenas a comprar... sí, ropa. ¿Qué tenía de raro aquello? Bueno, en sí Christian era el raro, porque el acto de ir de compras a adquirir lo que cualquier ser humano consideraba indispensable para la vida era sumamente cotidiano y normal para muchos. Pero claro, no hay que subestimar al peliazulado, por supuesto que no. Así que sin admitir ninguna réplica por su parte, sabiendo ya muy bien esquivar cada uno de sus debates y excusas, quisiera o no, lo llevé a donde siempre adquiríamos la ropa al ser un lugar de buena calidad con precios accesibles.
Caminaba por los largos pasillos, mirando a mi alrededor mientras nos dirigíamos al departamento de caballeros, el cual ya me sabía el camino de memoria ante tantas veces pasadas venidas a aquel lugar. Porque era yo la encargada de traer a Chris cada que era urgente comprarle ropa nueva, y también de proporcionarle a mi padre lo indispensable para él pues el pobre era peor de distraído que mi hermanastro. Así era mi vida, no podía permitirme dejarles algo a cargo a alguno de los dos pues sabría ya de antemano que sólo terminaría en desastre... pero no me disgustaba en lo más mínimo, es más, me agradaba el rol de ama de casa. Ignoré cada una de sus palabras lanzadas esporádicamente, donde dejaba en claro su inconformidad por aquello; lancé un suspiro quedo. Vaya chiquillo que tenía ante mi cuidado, ¿y este era el genio que había logrado terminar una carrera en física y química con excelencia a tan temprana edad? En el fondo, no dejaba de ser un pequeño, situación que provocaba que fuera aún más sobreprotectora con él.
Sonreí con amabilidad, dispuesta a responder al amable ofrecimiento de la señorita, cuando Chris fue a abrir su bocaza. Le miré de reojo con una velada advertencia en mis ojos castaños, antes de volver a concentrarme en la recién llegada.
-Perdone eso, es que aún estamos debatiendo sobre el escaso sentido común de mi hermano, y si sería necesario conseguirle uno... -por supuesto, nunca dejaríamos de ser hermanos por nada del mundo, aquellas pullas siempre serían habituales, al menos en mí- sí, nos gustaría ver los modelos que tiene de pantalones y camisas tanto formales e informales en talla chica para hombre -La joven asintió, retomando de nuevo su semblante cortés y profesional, y nos condujo hacia el anaquel correspondiente. Yo aproveché ese momento para acercarme a Chris y quitarle el celular de las manos con suavidad- me preocupa que te vayas a hacer daño por andar mirando a esa cosa. Además no te mataría mostrar un poco de interés en la ropa que se te va a comprar... al menos para que estés al tanto de lo 'práctica' que es para tu trabajo. Y no me salgas de nuevo con que 'la que tengo puesta aún sirve', porque es notorio que a cualquier mínimo soplo se te va a desbaratar... ni un pordiosero la consideraría en 'buen estado'.
A veces me preocupaba la falta de consciencia del contrario. Podría ser un genio, pero su falta de experiencia en cuanto al sentido común se refería era casi alarmante. Él no podía ver las cosas como los demás lo hacían, y eso, dentro de aquel mundo social hostil, no le traería nada bueno. Pero, a pesar de siempre mostrarse indiferente e insensible ante todo, allí estaba aquel chico genio de veinte años, tratando de imponer su opinión de que aquello era innecesario, en lugar de dejarse arrastrar a todos lados cual autista. Por esas pequeñeces era que yo sabía que no era tan ajeno a su alrededor como muchos podrían pensar a simple vista. Yo lo conocía, era mi hermano, y jamás le dejaría solo.
Caminaba por los largos pasillos, mirando a mi alrededor mientras nos dirigíamos al departamento de caballeros, el cual ya me sabía el camino de memoria ante tantas veces pasadas venidas a aquel lugar. Porque era yo la encargada de traer a Chris cada que era urgente comprarle ropa nueva, y también de proporcionarle a mi padre lo indispensable para él pues el pobre era peor de distraído que mi hermanastro. Así era mi vida, no podía permitirme dejarles algo a cargo a alguno de los dos pues sabría ya de antemano que sólo terminaría en desastre... pero no me disgustaba en lo más mínimo, es más, me agradaba el rol de ama de casa. Ignoré cada una de sus palabras lanzadas esporádicamente, donde dejaba en claro su inconformidad por aquello; lancé un suspiro quedo. Vaya chiquillo que tenía ante mi cuidado, ¿y este era el genio que había logrado terminar una carrera en física y química con excelencia a tan temprana edad? En el fondo, no dejaba de ser un pequeño, situación que provocaba que fuera aún más sobreprotectora con él.
Sonreí con amabilidad, dispuesta a responder al amable ofrecimiento de la señorita, cuando Chris fue a abrir su bocaza. Le miré de reojo con una velada advertencia en mis ojos castaños, antes de volver a concentrarme en la recién llegada.
-Perdone eso, es que aún estamos debatiendo sobre el escaso sentido común de mi hermano, y si sería necesario conseguirle uno... -por supuesto, nunca dejaríamos de ser hermanos por nada del mundo, aquellas pullas siempre serían habituales, al menos en mí- sí, nos gustaría ver los modelos que tiene de pantalones y camisas tanto formales e informales en talla chica para hombre -La joven asintió, retomando de nuevo su semblante cortés y profesional, y nos condujo hacia el anaquel correspondiente. Yo aproveché ese momento para acercarme a Chris y quitarle el celular de las manos con suavidad- me preocupa que te vayas a hacer daño por andar mirando a esa cosa. Además no te mataría mostrar un poco de interés en la ropa que se te va a comprar... al menos para que estés al tanto de lo 'práctica' que es para tu trabajo. Y no me salgas de nuevo con que 'la que tengo puesta aún sirve', porque es notorio que a cualquier mínimo soplo se te va a desbaratar... ni un pordiosero la consideraría en 'buen estado'.
A veces me preocupaba la falta de consciencia del contrario. Podría ser un genio, pero su falta de experiencia en cuanto al sentido común se refería era casi alarmante. Él no podía ver las cosas como los demás lo hacían, y eso, dentro de aquel mundo social hostil, no le traería nada bueno. Pero, a pesar de siempre mostrarse indiferente e insensible ante todo, allí estaba aquel chico genio de veinte años, tratando de imponer su opinión de que aquello era innecesario, en lugar de dejarse arrastrar a todos lados cual autista. Por esas pequeñeces era que yo sabía que no era tan ajeno a su alrededor como muchos podrían pensar a simple vista. Yo lo conocía, era mi hermano, y jamás le dejaría solo.
Kanade Okasaki
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Re: Choque de...¿mentalidades? [Priv. Kanade]
Podía ser todo lo indiferente, insensible y 'autista' que quisieras, pero Christian era de todo menos poco observador. Lo malo, y lógico, es que lo era solo para lo que le interesaba o convenía, claro. ¿Para qué fijarse de si tenía su dedo cortado o algún moretón nuevo en su pálida piel? Él no sentía el dolor o la sensación que el resto sentiría, de hecho, su piel era bastante insensible a todo contacto de por sí, aun cuando no es que hubiera perdido el sentido del tacto. Pero precisamente por eso, esa muda pero clara advertencia que le lanzó la castaña con su mirada la percibió. Eso sí, otra cosa es que fuera capaz de comprender el por qué se la lanzaba. Para aquel peliazul, era completamente coherente haberle respondido aquello a aquella mujer que se les había acercado, al fin y al cabo desde la perspectiva del joven aún estaban debatiendo si se necesitaba o no ropa. Así de simple era. Por eso fue que hizo parpadear sus celestes orbes en un sutil gesto de desconcierto de aquello.- El sentido común es relativo y, siguiendo la descripción literal de esa expresión: "Se trata de la capacidad natural de juzgar los acontecimientos y eventos de forma razonable" soy yo quien esta siendo razonable y coherente. Así que, Kanade, no necesito sentido común -si, esa explicación tan técnica quizás daba a entender que sí que necesitaba algo de sentido común para poder guiarse por la vida social, pero eso aquel chico era incapaz de verlo. Y claro, ante la atónita mirada que la dependienta le dirigió, sólo la miró con un mudo interrogante en sus claros iris, mas la joven parecía ser una persona competente y por ende, no tardó demasiado en comenzar a caminar hacia la zona de pantalones inicialmente y guiándolos a los hermanos ya de paso.
Pero cuando ya se disponía a volver a enfrascarse en la pantalla de su teléfono, de golpe desapareció de su vista, pudiendo verlo tras alzar su rostro en manos de la que era su hermanastra. Y al escucharla, ladeó simplemente su rostro a un costado, haciendo que aquellos lacios cabellos ultramar se agitaran sobre su hombro debido a la coleta que los mantenían amarrados a un lado.- ¿Práctica? Si no se ve con la bata -y alguien podría decir "¿y para las convenciones y congresos?" pero a pesar de todo, alguien como Chris pensaba que si aquellos eventos eran para mostrar nuevos descubrimientos, poco debía de influir el ir con un tipo u otro de ropa. Aun así, en un vago intento de volver a recuperar lo que era suyo, es decir, su móvil, extendió su mano derecha la cual estaba prácticamente vendada.- Además...no me voy a hacer daño, no siento dolor -rectificó poco después como excusa a que le devolviera su aparato. Mas al escuchar la indicación de aquella trabajadora de que allí era donde se encontraban los jeans y demás tipos de pantalones de estilo casual o informal, alzó su mirar hacia ella y comenzó a caminar hacia allí sin una palabra más. En cierta manera...se estaba concienciando que, dijera lo que dijera, su hermana iba a hacer oídos sordos al respecto, así que comenzaría con su plan B: apresurar las cosas para poder quitárselo rápidamente de encima.
Pero una vez llegó a la zona donde estaban apilada una gran cantidad de diversos modelos de pantalones, fue cuando los observó un instante antes de acercarse a los primeros que percibió como cómodos y mirar la etiqueta.- Fibra de algodón con poliester... -murmuró para sí poco después. Por supuesto, todo aquello a pesar de todo sería analizado razonal y lógicamente por la atención de aquel joven. Y sin más, pasó a tomar otra etiqueta de otro tipo de pantalón- Lycra...? -musitó con cierta duda, ya que dudaba que la lycra pudiera ir bien en un pantalón, claro que...la respuesta llegó después tras ver que eran pantalones elásticos. Eso...no parecía ser cómodo, no.
- Los pantalones que contienen lycra proporcionan más libertad de movimientos gracias a ese tejido elástico -pronunció la dependienta que parecía estar pendiente de lo que ese extravagante chico estuviera haciendo.- Pero también si son de mala calidad perderán esa característica tras un par de lavados y unas semanas de uso, así que son ineficaces -bueno, para él era ya pan de cada día el rebatir a la gente, mas no era por gusto de hacerla sentirla tonta ni mucho menos, era por...el amor al conocimiento como tal, ya que si no conocía algo, aquel chico no tendría inconveniente alguno en admitir su ignorancia, por lo que, realmente, no pecaba de prepotente o arrogante.
Pero cuando ya se disponía a volver a enfrascarse en la pantalla de su teléfono, de golpe desapareció de su vista, pudiendo verlo tras alzar su rostro en manos de la que era su hermanastra. Y al escucharla, ladeó simplemente su rostro a un costado, haciendo que aquellos lacios cabellos ultramar se agitaran sobre su hombro debido a la coleta que los mantenían amarrados a un lado.- ¿Práctica? Si no se ve con la bata -y alguien podría decir "¿y para las convenciones y congresos?" pero a pesar de todo, alguien como Chris pensaba que si aquellos eventos eran para mostrar nuevos descubrimientos, poco debía de influir el ir con un tipo u otro de ropa. Aun así, en un vago intento de volver a recuperar lo que era suyo, es decir, su móvil, extendió su mano derecha la cual estaba prácticamente vendada.- Además...no me voy a hacer daño, no siento dolor -rectificó poco después como excusa a que le devolviera su aparato. Mas al escuchar la indicación de aquella trabajadora de que allí era donde se encontraban los jeans y demás tipos de pantalones de estilo casual o informal, alzó su mirar hacia ella y comenzó a caminar hacia allí sin una palabra más. En cierta manera...se estaba concienciando que, dijera lo que dijera, su hermana iba a hacer oídos sordos al respecto, así que comenzaría con su plan B: apresurar las cosas para poder quitárselo rápidamente de encima.
Pero una vez llegó a la zona donde estaban apilada una gran cantidad de diversos modelos de pantalones, fue cuando los observó un instante antes de acercarse a los primeros que percibió como cómodos y mirar la etiqueta.- Fibra de algodón con poliester... -murmuró para sí poco después. Por supuesto, todo aquello a pesar de todo sería analizado razonal y lógicamente por la atención de aquel joven. Y sin más, pasó a tomar otra etiqueta de otro tipo de pantalón- Lycra...? -musitó con cierta duda, ya que dudaba que la lycra pudiera ir bien en un pantalón, claro que...la respuesta llegó después tras ver que eran pantalones elásticos. Eso...no parecía ser cómodo, no.
- Los pantalones que contienen lycra proporcionan más libertad de movimientos gracias a ese tejido elástico -pronunció la dependienta que parecía estar pendiente de lo que ese extravagante chico estuviera haciendo.- Pero también si son de mala calidad perderán esa característica tras un par de lavados y unas semanas de uso, así que son ineficaces -bueno, para él era ya pan de cada día el rebatir a la gente, mas no era por gusto de hacerla sentirla tonta ni mucho menos, era por...el amor al conocimiento como tal, ya que si no conocía algo, aquel chico no tendría inconveniente alguno en admitir su ignorancia, por lo que, realmente, no pecaba de prepotente o arrogante.
Christian Hansson
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Re: Choque de...¿mentalidades? [Priv. Kanade]
Preferí abstenerme de replicarle, por el bien de mi estabilidad emocional y del bienestar de todos aquellos que habían acudido a aquel almacén para realizar sus compras. En cambio ignoré olímpicamente aquella mano que me pedía de manera muda que su celular fuera devuelto. Ni de juerga lo haría, y no habría discusión para ello. En serio, ¿qué mal había hecho aquel chico para que Dios lo castigara con aquella forma de pensar tan dispar al del resto de la población mundial?
-Razonable, claro... -mascullé casi a modo de sarcasmo, siguiendo los pasos del peliazulado y guardando en el trayecto el aparato ajeno en mi bolso. Como acustambraba ser en la rutina impuesta por ambos, al fin Christian mostró un poco de interés, entre comillas, con respecto a la ropa que se le iba a comprar al tanto que la dependienta se mantenía cerca para comenzar a enlistar todas las bondades que cada una de las prendas ofrecían, para mayor comodidad de aquel que las portaría. Me mantuve yo al margen, contemplando la escena casi como si no me concerniera.
Pero sabía que tarde o temprano tendría que intervenir, pues se trataba al fin y al cabo de aquel chico precisamente. En ese sentido, era mucho más fácil tratar con mi padre, quien se conformaba con cualquier cosa que yo considerara adecuada para él. Y tal como ya estaba escrito desde tiempos inmemoriales, mi hermanastro volvió a abrir la boca. Debería de bautizarlo como el automático, definitivamente: cada que la abría, sólo era para meter la pata. La mujer hizo un gesto de querer replicar, pero sólo alcé mi propia mano a seña clara de que debía contenerse y en cambio yo tomaría su lugar a la hora de rebatir con el joven.
-¿Ahora te contradices, Chris? -repliqué con calma, acercándome- no es una cualidad que debería tener un científico de renombre como tú, ¿no te parece? -aquella sonrisa que adornaba mi expresión definitivamente dejaba en claro que, de alguna manera torcida, me divertía con aquello-. Tu excusa para no asistir a los almacenes, es porque tu remedo de ropa aún puede ser usada; ¿y ahora dices que no es conveniente esta prenda en específico pues puede deteriorarse tras un par de puestas? Entonces, cariño, estás admitiendo que la ropa efectivamente puede desgastarse, ¿cierto? Es bueno que estemos en la misma sintonía -le observé, casi triunfal el brillo que mostraban mis ojos castaños. Daban igual los argumentos que él pudiera utilizar para desbaratar lo dicho por mí, al final ambos sabíamos que, al menos en este aspecto, él terminaría haciendo lo que yo le pedía. Así de sencillo. Tomé un pantalón de mezclilla oscura y lo desdoblé sólo para colocarlo por encima de la extremidad intermedia de mi hermano y así medir la extensión de la cintura, comprobando si era de su talla.- Nos llevaremos dos de estos -pedí a la dependienta, girándome hacia esta y entregándole los que ya tenía en las manos- con respecto a las camisas, mi hermano tiene cierta inclinación por las rayas -mentí. Total, daba igual puesto que a mi acompañante le era indiferente ese asunto y sabía que no me desmentiría- quisiera llevarme tres de manga corta y dos de manga larga, que sea de... ¡Ah! Mire, estas -caminé un par de pasos más adelante, donde se encontraban las prendas justas que buscaba. Las señalé- ahora, ¿podríamos ver lo formal? Necesita al menos un traje de vestir nuevo, y unas dos camisas. Después de ello pasaremos al calzado.
¿Venganza, tal vez? Probablemente, pero justo ahora veía una gran oportunidad de abastecernos de mercancía en general, no sólo aquello que urgiera. Y el pobre no tenía el celular consigo para entretenerse, eso sí que era una verdadera lástima.
-Razonable, claro... -mascullé casi a modo de sarcasmo, siguiendo los pasos del peliazulado y guardando en el trayecto el aparato ajeno en mi bolso. Como acustambraba ser en la rutina impuesta por ambos, al fin Christian mostró un poco de interés, entre comillas, con respecto a la ropa que se le iba a comprar al tanto que la dependienta se mantenía cerca para comenzar a enlistar todas las bondades que cada una de las prendas ofrecían, para mayor comodidad de aquel que las portaría. Me mantuve yo al margen, contemplando la escena casi como si no me concerniera.
Pero sabía que tarde o temprano tendría que intervenir, pues se trataba al fin y al cabo de aquel chico precisamente. En ese sentido, era mucho más fácil tratar con mi padre, quien se conformaba con cualquier cosa que yo considerara adecuada para él. Y tal como ya estaba escrito desde tiempos inmemoriales, mi hermanastro volvió a abrir la boca. Debería de bautizarlo como el automático, definitivamente: cada que la abría, sólo era para meter la pata. La mujer hizo un gesto de querer replicar, pero sólo alcé mi propia mano a seña clara de que debía contenerse y en cambio yo tomaría su lugar a la hora de rebatir con el joven.
-¿Ahora te contradices, Chris? -repliqué con calma, acercándome- no es una cualidad que debería tener un científico de renombre como tú, ¿no te parece? -aquella sonrisa que adornaba mi expresión definitivamente dejaba en claro que, de alguna manera torcida, me divertía con aquello-. Tu excusa para no asistir a los almacenes, es porque tu remedo de ropa aún puede ser usada; ¿y ahora dices que no es conveniente esta prenda en específico pues puede deteriorarse tras un par de puestas? Entonces, cariño, estás admitiendo que la ropa efectivamente puede desgastarse, ¿cierto? Es bueno que estemos en la misma sintonía -le observé, casi triunfal el brillo que mostraban mis ojos castaños. Daban igual los argumentos que él pudiera utilizar para desbaratar lo dicho por mí, al final ambos sabíamos que, al menos en este aspecto, él terminaría haciendo lo que yo le pedía. Así de sencillo. Tomé un pantalón de mezclilla oscura y lo desdoblé sólo para colocarlo por encima de la extremidad intermedia de mi hermano y así medir la extensión de la cintura, comprobando si era de su talla.- Nos llevaremos dos de estos -pedí a la dependienta, girándome hacia esta y entregándole los que ya tenía en las manos- con respecto a las camisas, mi hermano tiene cierta inclinación por las rayas -mentí. Total, daba igual puesto que a mi acompañante le era indiferente ese asunto y sabía que no me desmentiría- quisiera llevarme tres de manga corta y dos de manga larga, que sea de... ¡Ah! Mire, estas -caminé un par de pasos más adelante, donde se encontraban las prendas justas que buscaba. Las señalé- ahora, ¿podríamos ver lo formal? Necesita al menos un traje de vestir nuevo, y unas dos camisas. Después de ello pasaremos al calzado.
¿Venganza, tal vez? Probablemente, pero justo ahora veía una gran oportunidad de abastecernos de mercancía en general, no sólo aquello que urgiera. Y el pobre no tenía el celular consigo para entretenerse, eso sí que era una verdadera lástima.
Kanade Okasaki
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Re: Choque de...¿mentalidades? [Priv. Kanade]
Aunque no sería algo que admitiría porque ni era consciente de aquello, a Christian le gustaban los debates, el poder observar otros puntos de vista de un mismo motivo le resultaba interesante. Por eso, no le molestaba realmente que su hermana le jugara esas 'venganzas' ya que, de alguna manera, era como un pequeño reto para él. Aunque si era verdad su pensamiento del hecho de ver que no necesitaba más ropa. Pero mientras soltaba la etiqueta de aquel pantalón, escuchó aquella réplica a su propio razonamiento, lo que causó que sus celestes orbes se fijaran en la expresión de su hermana y, acabara por ladear un tanto su rostro con curiosidad. ¿Acaso no era obvia la diferencia de un caso a otro?- Si una prenda se da de sí y te la pones, se caerá. Es poco práctico e incómodo que unos pantalones se te estén cayendo todo el rato, y aunque pongas un cinturón, seguirá siendo incómodo. Por eso digo que es poco útil el comprar unos pantalones que puedan dar lugar a que se den de sí. Mi ropa actual no se me cae y cumple aún su objetivo inicial -aunque dado a su delgadez y que había etapas en las que comía escasamente debido a que su atención estaba completamente centrada en algún trabajo o asunto...si podía darse el caso de que le quedara amplia la ropa por eso.
Pero, como sabiamente su hermana pensaba, ante la siguiente indicación que le dio a la dependienta simplemente dejó de prestar atención al respecto y miró a otro lado, siendo capaz de ver por allí, a partir de la salida de aquella zona de ropa, lo que parecía ser una librería, cosa que llamó su atención indudablemente. Y sin más, comenzó a caminar hacia allí. Claro, su atención se había fijado en aquello porque no tenía su teléfono para poder entretenerse mientras aquella chica castaña que era su hermanastra miraba ropa innecesaria para él.
Y claro, aquel joven genio si tenía algo con lo que entretenerse no había problema en que siguiera a alguien, pero...si no lo mantenías interesado en aquello que se estuviera haciendo, para él era tan lógico el centrar su atención en otra cosa que sí fuera de su interés. Por eso...realmente el largarse así hacia aquella librería realmente n le parecería algo malo, descortés o quién sabe qué más adjetivos se le pudiera dar a aquello. Él no criticaría a nadie que pudiera hacer eso porque de alguna forma le parecía razonable. Claro que... eso, la gente no solía comprenderlo. No seguían su manera de pensar, de ver el mundo. Él era más distante de lo que debería de ser, pero eso era porque desde pequeño no había sentido todas las cosas que un niño normal podía haber sentido. Aquel peliazul no comprendía lo que era el dolor físico, no sabía lo que era las dificultades de estudiar algo, la felicidad de lograr algo con esfuerzo...No, eso él no lo conocia, no lo había experimentado.
Pero, como sabiamente su hermana pensaba, ante la siguiente indicación que le dio a la dependienta simplemente dejó de prestar atención al respecto y miró a otro lado, siendo capaz de ver por allí, a partir de la salida de aquella zona de ropa, lo que parecía ser una librería, cosa que llamó su atención indudablemente. Y sin más, comenzó a caminar hacia allí. Claro, su atención se había fijado en aquello porque no tenía su teléfono para poder entretenerse mientras aquella chica castaña que era su hermanastra miraba ropa innecesaria para él.
Y claro, aquel joven genio si tenía algo con lo que entretenerse no había problema en que siguiera a alguien, pero...si no lo mantenías interesado en aquello que se estuviera haciendo, para él era tan lógico el centrar su atención en otra cosa que sí fuera de su interés. Por eso...realmente el largarse así hacia aquella librería realmente n le parecería algo malo, descortés o quién sabe qué más adjetivos se le pudiera dar a aquello. Él no criticaría a nadie que pudiera hacer eso porque de alguna forma le parecía razonable. Claro que... eso, la gente no solía comprenderlo. No seguían su manera de pensar, de ver el mundo. Él era más distante de lo que debería de ser, pero eso era porque desde pequeño no había sentido todas las cosas que un niño normal podía haber sentido. Aquel peliazul no comprendía lo que era el dolor físico, no sabía lo que era las dificultades de estudiar algo, la felicidad de lograr algo con esfuerzo...No, eso él no lo conocia, no lo había experimentado.
Christian Hansson
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Re: Choque de...¿mentalidades? [Priv. Kanade]
-Lo que tú digas, Chris -terminé por decir ante su réplica, concentrada mejor en observar aquella ropa que estaba llevando y así examinar que fueran de la talla y calidad requeridos para el uso rudo que solía darle mi hermanastro. Sabía de antemano que era mejor darle por su lado que ponerme a discutir con él, o terminaría con un terrible dolor de cabeza si nos encaminábamos hacia ese peligroso rumbo-. ¿Podría enseñarme esos pantalones de allí? Por favor.
Siempre era lo mismo, tanto él como mi padre estaba cada uno sumergido en sus propios quehaceres, muy lejos de aquellos que era necesario hacer por su propia cuenta día con día. Era yo quien tenía que encargarme de que ambos hombres se alimentasen con propiedad, estar al tanto del estado de su vestimenta y calzado y ser quien les previera de lo que les hiciera falta, cuidarles cuando su salud se veía perjudicada. Además de todo eso, encargarme de mis propios asuntos, de las tareas domésticas, del trabajo que tenía como ayudante de cocina y, además, las clases a las que asistía los sábados de repostería. Esa era mi vida, siempre al límite, siempre siendo la sombra y madre de aquellos dos que vivían bajo el mismo techo que yo, poniéndoles siempre por delante antes que mi propio bienestar. Y ninguno de los dos se percataba, y ni siquiera se interesaba, en todo lo que yo hacía por ellos. Tampoco era como si me molestara, desde que mi madre había faltado la que se encargó de todo fui yo pues mi padre era una persona muy poco confiable para cuidarse a sí misma, mucho menos de una hija y de las finanzas del hogar. Tuve que aprender a ser ama y señora de la casa desde temprana edad, y era un rol que me gustaba. Lo hacía por inercia y gusto, no a la espera de que se me reconociera el esfuerzo. Si así fuera, bien podría esperar sentada... Chris vivía en su mundo propio, totalmente ajeno a algo que no fueran sus intereses particulares que se basaban en la ciencia, sobre todo. Mi progenitor era tan distraido que no sabía cómo no se le olvidaba llegar a la casa todos los días... No, mentira, porque incluso podían pasar días sin que viniera, trayendo como consecuencia que yo me preocupara y me cuestionara si estaría bien, si algo malo le habría podido ocurrir para hacer que no llegara a dormir. Sólo para descubrir al día siguiente que había estado trabajando, o buscando trabajo, muy tarde y sencillamente había caído rendido en una banca de algún parque sin percatarse de ello.
Esa era la vida que ya me había acostumbrado a llevar, y me gustaba tal cual era. Sin esperar que alguno de los dos valorara lo que hacía por ellos, o que cambiaran un poco su forma de ser y empezaran a preocuparse por sí mismos. No, aunque no iba a negar tampoco que a veces deseaba un poco de paz y tiempo para mí misma, aunque fuese sólo por una vez.
Antes de que la dependienta pudiera conducirnos hacia la zona de ropa formal para caballero, descubrí por el rabillo del ojo que el menor estaba escabulléndose, como siempre. Lancé un nuevo suspiro, tratando de hacer recurso de mi fuente innagotable de paciencia extrema, sólo así podía ir de compras con el peliazulado por acompañante. Le hice una seña a la chica para que nos esperara un momento y antes de que Christian terminara por alejarse mucho, le di alcance y le tomé del brazo para, una vez más, arrastrarlo a la sección de ropa.
-Hagamos las cosas sencillas para los dos, ¿quieres? Te pruebas un par de trajes, el calzado, y te dejo en total libertad para que veas cuanto libro quieras. Procuraré gastar lo menos posible para usar el dinero sobrante en la adquisición de un nuevo volumen de ciencias... ¿Te parece? -le miré con seriedad en mis castaños ojos, con cierto agobio igual en la expresión de mi regordete rostro-. Pero por ahora tú vienes conmigo.
Y sin darle mayor tiempo a réplica, le conduje hacia donde la mujer aguardaba con el resto de las prendas que adquiriríamos. Nos guió hacia el apartado que yo anteriormente le había solicitado y nos mostró un par de trajes de la talla de mi hermanastro. Los analicé con cierto aire crítico antes de seleccionar dos, uno gris y otro negro, y dárselos a él para que acudiera al vestidor y se los probara.
Siempre era lo mismo, tanto él como mi padre estaba cada uno sumergido en sus propios quehaceres, muy lejos de aquellos que era necesario hacer por su propia cuenta día con día. Era yo quien tenía que encargarme de que ambos hombres se alimentasen con propiedad, estar al tanto del estado de su vestimenta y calzado y ser quien les previera de lo que les hiciera falta, cuidarles cuando su salud se veía perjudicada. Además de todo eso, encargarme de mis propios asuntos, de las tareas domésticas, del trabajo que tenía como ayudante de cocina y, además, las clases a las que asistía los sábados de repostería. Esa era mi vida, siempre al límite, siempre siendo la sombra y madre de aquellos dos que vivían bajo el mismo techo que yo, poniéndoles siempre por delante antes que mi propio bienestar. Y ninguno de los dos se percataba, y ni siquiera se interesaba, en todo lo que yo hacía por ellos. Tampoco era como si me molestara, desde que mi madre había faltado la que se encargó de todo fui yo pues mi padre era una persona muy poco confiable para cuidarse a sí misma, mucho menos de una hija y de las finanzas del hogar. Tuve que aprender a ser ama y señora de la casa desde temprana edad, y era un rol que me gustaba. Lo hacía por inercia y gusto, no a la espera de que se me reconociera el esfuerzo. Si así fuera, bien podría esperar sentada... Chris vivía en su mundo propio, totalmente ajeno a algo que no fueran sus intereses particulares que se basaban en la ciencia, sobre todo. Mi progenitor era tan distraido que no sabía cómo no se le olvidaba llegar a la casa todos los días... No, mentira, porque incluso podían pasar días sin que viniera, trayendo como consecuencia que yo me preocupara y me cuestionara si estaría bien, si algo malo le habría podido ocurrir para hacer que no llegara a dormir. Sólo para descubrir al día siguiente que había estado trabajando, o buscando trabajo, muy tarde y sencillamente había caído rendido en una banca de algún parque sin percatarse de ello.
Esa era la vida que ya me había acostumbrado a llevar, y me gustaba tal cual era. Sin esperar que alguno de los dos valorara lo que hacía por ellos, o que cambiaran un poco su forma de ser y empezaran a preocuparse por sí mismos. No, aunque no iba a negar tampoco que a veces deseaba un poco de paz y tiempo para mí misma, aunque fuese sólo por una vez.
Antes de que la dependienta pudiera conducirnos hacia la zona de ropa formal para caballero, descubrí por el rabillo del ojo que el menor estaba escabulléndose, como siempre. Lancé un nuevo suspiro, tratando de hacer recurso de mi fuente innagotable de paciencia extrema, sólo así podía ir de compras con el peliazulado por acompañante. Le hice una seña a la chica para que nos esperara un momento y antes de que Christian terminara por alejarse mucho, le di alcance y le tomé del brazo para, una vez más, arrastrarlo a la sección de ropa.
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Y sin darle mayor tiempo a réplica, le conduje hacia donde la mujer aguardaba con el resto de las prendas que adquiriríamos. Nos guió hacia el apartado que yo anteriormente le había solicitado y nos mostró un par de trajes de la talla de mi hermanastro. Los analicé con cierto aire crítico antes de seleccionar dos, uno gris y otro negro, y dárselos a él para que acudiera al vestidor y se los probara.
Kanade Okasaki
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