No existe musa sin acoso [Priv. Julietta]
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No existe musa sin acoso [Priv. Julietta]
Los jardines en las academias siempre han sido amplios, coloridos, con fuentes, bancas, y mucha gente andando como si fuese un parque, elemental, si hubiese un Watson cerca, podría haberlo dicho alzada la voz, pero no tenía sentido ni ideal realizarlo, pero entonces ¿Qué más podía hacer? Bueno, simplemente debía continuar con lo que realizaba, como si no fuese su usual modus operandi, el de cabello de plata se encontraba casi recostado sobre la silla, banca o como demonios se llamase, sus orbes de gris brillante se encontraban totalmente encerradas en las páginas de un libro que leía con dedicación, mientras la mueca de su rostro se denotaba en una poker face, sin que fuese reflejo de alguna emoción, sus ojos se movían de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo conforme avanzaba las líneas, siendo el libro que leía escrito con el método de escritura occidental, y no en japonés, pero le daba igual el idioma, lo leería de una u otra forma, en esta ocasión era en inglés, así que no le ofrecía problema alguno digerir la lectura.
-Vaya viejo... parece que erraste en las intenciones iniciales del protagonista... ¡Pero como el libro no amerita uno! No es necesario, no importa su motivación ¡Porque luego se incorpora de forma natural a la trama!- hablaba para el viento, alzaba su voz o la mantenía según lo que deseara expresar, no había nada más que decir, todo lo que hacía era expresar su opinión acerca de una de las obras de su padre, "El señor del viento", parte de una serie de libros de ficción bajo el título "Los juglares de Iberthon", eran famosas pero no era lo único escrito por él, su madre de igual forma escribía sus propias obras, pero en ese momento era el turno de él, y no de ella.
Cerró entonces de golpe el libro y se sentó correctamente, dejándolo a su lado derecho -Medio libro... nada mal, en un par de días habré acabado de leer y enviaré mi opinión al respecto...- diría mientras empezaba a ver a los lados y llevaba su diestra a su mentón, parecía pensativo, observaba y observaba por todos lados, no dejaba de hacerlo en ningún momento, pero a pesar que parecía muy concentrado al respecto, sus ojos se movían a toda velocidad de un lado a otro, para finalmente lanzar un suspiro -¿Que sucede con este lugar? ¿¡Dónde están las babies!? Pero se supone que habían chicas y no he visto a ninguna en este jardín... ¿por qué? ¿Será un nuevo caso?-- se expresaba en su voz normal, mientras veía el vacío y trataba de comprender el porqué de tal falta femenina en aquel lugar... aunque quizá simplemente no estuviesen por ahí ese día en particular, y el peliplata ya hacía una película en su cabeza.
-Vaya viejo... parece que erraste en las intenciones iniciales del protagonista... ¡Pero como el libro no amerita uno! No es necesario, no importa su motivación ¡Porque luego se incorpora de forma natural a la trama!- hablaba para el viento, alzaba su voz o la mantenía según lo que deseara expresar, no había nada más que decir, todo lo que hacía era expresar su opinión acerca de una de las obras de su padre, "El señor del viento", parte de una serie de libros de ficción bajo el título "Los juglares de Iberthon", eran famosas pero no era lo único escrito por él, su madre de igual forma escribía sus propias obras, pero en ese momento era el turno de él, y no de ella.
Cerró entonces de golpe el libro y se sentó correctamente, dejándolo a su lado derecho -Medio libro... nada mal, en un par de días habré acabado de leer y enviaré mi opinión al respecto...- diría mientras empezaba a ver a los lados y llevaba su diestra a su mentón, parecía pensativo, observaba y observaba por todos lados, no dejaba de hacerlo en ningún momento, pero a pesar que parecía muy concentrado al respecto, sus ojos se movían a toda velocidad de un lado a otro, para finalmente lanzar un suspiro -¿Que sucede con este lugar? ¿¡Dónde están las babies!? Pero se supone que habían chicas y no he visto a ninguna en este jardín... ¿por qué? ¿Será un nuevo caso?-- se expresaba en su voz normal, mientras veía el vacío y trataba de comprender el porqué de tal falta femenina en aquel lugar... aunque quizá simplemente no estuviesen por ahí ese día en particular, y el peliplata ya hacía una película en su cabeza.
Daishi Kurai
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Re: No existe musa sin acoso [Priv. Julietta]
Era viernes, y eso podía significar una sola cosa: aquel día pasarían a recogerme para llevarme a casa de mi padre y quedarme con él el fin de semana, tal cual como había estado sucediendo desde el momento en que fui trasladada a Idarion. Y no quería, en aquel preciso momento no quería ir a la mansión Tescotti, ni tener que lidiar con la presencia de aquel amable y melancólico hombre. Era mi padre, y no podía negar que sus sentimientos hacia mí eran totalmente genuinos... aun si ya hubieran pasado meses desde mi llegada, y aunque en mí había nacido un sincero cariño por mi progenitor, no podía evitar sentirme incómoda bajo ciertas circunstancias.
Y no me sentía con las energías necesarias, por el momento, para enfrentar la situación. No había pasado el tiempo suficiente para que dejara de sentir añoranza por Japón, por mi hogar y la maravillosa gente que me acompañó en mi proceso de crecimiento. Extrañaba a tío Subaru y a tío Kamui casi con locura, y a todos los demás chicos de la mafia. Quería estar de regreso, no aquí.
Con ese sentimiento impulsivo, busqué un escóndite en el cual pasar desapercibida, al menos durante un par de horas antes de que dieran con mi paradero. Ya fuera Sergei o Marco, alguno seguro lograría encontrarme... me preguntaba si ambos me obligarían, una vez llegado el momento, a ir a casa de Leone. Para cuando eso sucediera, aquel momento de nostalgia y debilidad habría pasado y estaría lista para cumplir con el papel que se me demandaba. Pero por ahora...
Me acomodé mejor en mi refugio, detrás de unos arbustos a espaldas del edificio de literatura y teatro, y seguí contemplando hacia lo alto, dejando que los minutos transcurrieran mientras buscaba figuras en las nubes. Era un hermoso día despejado de primavera, y las nubes blancas se deslizaban con suma lentitud y pereza, contrastando con el radiante azul claro del cielo. Casi podría haberme quedado dormida, si no fuera por una voz masculina que habló de pronto y provocó que diera un respingo. Por unos segundos pensé que me habían encontrado, pero al seguir escuchando la cháchara ajena comprendí que no tenía nada que ver. Me incorporé con lentitud y me asomé por encima del verde follaje, encontrándome con la visión de un despreocupado chico leyendo en una de las bancas del jardín.
Mientras me debatía entre si decir algo o dejarlo ser, el joven se incorporó y volvió a hablar para sí. Casi daba lástima verle charlar tan animadamente y sin un interlocutor.
-Eso es porque es viernes y una gran parte del alumnado regresa a sus casas para estar con sus familias -hablé sin pensar, desde mi escondite- y el resto seguramente debe estar en el comedor; es la hora de la comida. Lamento desilusionarte, pero no hay caso alguno -aclaré. Le miré con curiosidad, ladeando el rostro-. Eres nuevo, ¿cierto?
Sin pensarlo le había hablado en japonés, ya que ese era el idioma que le había escuchado y el que yo hablaba desde que tenía uso de razón.
Y no me sentía con las energías necesarias, por el momento, para enfrentar la situación. No había pasado el tiempo suficiente para que dejara de sentir añoranza por Japón, por mi hogar y la maravillosa gente que me acompañó en mi proceso de crecimiento. Extrañaba a tío Subaru y a tío Kamui casi con locura, y a todos los demás chicos de la mafia. Quería estar de regreso, no aquí.
Con ese sentimiento impulsivo, busqué un escóndite en el cual pasar desapercibida, al menos durante un par de horas antes de que dieran con mi paradero. Ya fuera Sergei o Marco, alguno seguro lograría encontrarme... me preguntaba si ambos me obligarían, una vez llegado el momento, a ir a casa de Leone. Para cuando eso sucediera, aquel momento de nostalgia y debilidad habría pasado y estaría lista para cumplir con el papel que se me demandaba. Pero por ahora...
Me acomodé mejor en mi refugio, detrás de unos arbustos a espaldas del edificio de literatura y teatro, y seguí contemplando hacia lo alto, dejando que los minutos transcurrieran mientras buscaba figuras en las nubes. Era un hermoso día despejado de primavera, y las nubes blancas se deslizaban con suma lentitud y pereza, contrastando con el radiante azul claro del cielo. Casi podría haberme quedado dormida, si no fuera por una voz masculina que habló de pronto y provocó que diera un respingo. Por unos segundos pensé que me habían encontrado, pero al seguir escuchando la cháchara ajena comprendí que no tenía nada que ver. Me incorporé con lentitud y me asomé por encima del verde follaje, encontrándome con la visión de un despreocupado chico leyendo en una de las bancas del jardín.
Mientras me debatía entre si decir algo o dejarlo ser, el joven se incorporó y volvió a hablar para sí. Casi daba lástima verle charlar tan animadamente y sin un interlocutor.
-Eso es porque es viernes y una gran parte del alumnado regresa a sus casas para estar con sus familias -hablé sin pensar, desde mi escondite- y el resto seguramente debe estar en el comedor; es la hora de la comida. Lamento desilusionarte, pero no hay caso alguno -aclaré. Le miré con curiosidad, ladeando el rostro-. Eres nuevo, ¿cierto?
Sin pensarlo le había hablado en japonés, ya que ese era el idioma que le había escuchado y el que yo hablaba desde que tenía uso de razón.
Julietta Tescotti
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Re: No existe musa sin acoso [Priv. Julietta]
Ya se encontraba animado hablando al aire, diciendo sus cosas, sus cosas locas como solía suceder al hablar acerca de las mujeres, estaba animado y buscando respuestas, básicamente estuvo a punto de generar un caso policial en su mente sin existencia alguna, pero de pronto una voz femenina le detuvo de su pensamiento locuaz, de sus intenciones de investigación sin mérito, de pronto, su mundo se congeló en el momento para poder disfrutar de aquella voz... ¿que tonalidad? ¿que sabor? Dulce, si... podría ser.
Sin siquiera girar, pues cualquier humano o no humano hubiese girado al escuchar una voz repentina, mostrando una cara de sorpresa al realizarlo, pero él no, no porque no le haya sorprendido, sino, porque su genialidad le impedía realizar una movida tan descuidada y peligrosa, donde un giro con rostro de sorpresa podría mostrar un ente torpe, fácil de asustar cual gato frente a una bañera llena de agua. Ante las palabras de la dama, simplemente levantó su brazo derecho y de este, el dedo índice apuntó al cielo -¡Elemental! Mi querida Wattson- colocó la zurda a su espalda y la diestra, la cual apuntaba al cielo, a su mentón y empezó a caminar hacia un lado, sin girar aun su rostro, y luego regresaba pero sin ver atrás -Claro... todo tiene sentido, la apertura del fin de semana dicta que, los estudiantes que viniesen a este lugar con sus familias, tengan con quien pasar estos días, mientras que la hora de la comida esta próxima, o simplemente algún bocadillo de la tarde... era obvio, pero no podía verlo... muy bien Wattson- concluyó sus conclusiones con respecto a la información que Julietta, aparentemente aun oculta, había proporcionado.
Entonces, usando su pie izquierdo como eje, dio un giro para dirigirse a donde la dulce voz salía, mientras llevaba ambas manos a su pantalón -Efectivamente, soy nuevo, no tendré ni una semana por aquí... a lo mejor uno o dos días. Además, también sé que no eres Wattson, simplemente gusté por añadirle un poco de drama al asunto. Pero puedes salir, no temas... soy Daishi Kurai... un gusto- hablaba al aire esperando una nueva respuesta de aquella voz dulce.
Sin siquiera girar, pues cualquier humano o no humano hubiese girado al escuchar una voz repentina, mostrando una cara de sorpresa al realizarlo, pero él no, no porque no le haya sorprendido, sino, porque su genialidad le impedía realizar una movida tan descuidada y peligrosa, donde un giro con rostro de sorpresa podría mostrar un ente torpe, fácil de asustar cual gato frente a una bañera llena de agua. Ante las palabras de la dama, simplemente levantó su brazo derecho y de este, el dedo índice apuntó al cielo -¡Elemental! Mi querida Wattson- colocó la zurda a su espalda y la diestra, la cual apuntaba al cielo, a su mentón y empezó a caminar hacia un lado, sin girar aun su rostro, y luego regresaba pero sin ver atrás -Claro... todo tiene sentido, la apertura del fin de semana dicta que, los estudiantes que viniesen a este lugar con sus familias, tengan con quien pasar estos días, mientras que la hora de la comida esta próxima, o simplemente algún bocadillo de la tarde... era obvio, pero no podía verlo... muy bien Wattson- concluyó sus conclusiones con respecto a la información que Julietta, aparentemente aun oculta, había proporcionado.
Entonces, usando su pie izquierdo como eje, dio un giro para dirigirse a donde la dulce voz salía, mientras llevaba ambas manos a su pantalón -Efectivamente, soy nuevo, no tendré ni una semana por aquí... a lo mejor uno o dos días. Además, también sé que no eres Wattson, simplemente gusté por añadirle un poco de drama al asunto. Pero puedes salir, no temas... soy Daishi Kurai... un gusto- hablaba al aire esperando una nueva respuesta de aquella voz dulce.
Daishi Kurai
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Re: No existe musa sin acoso [Priv. Julietta]
-¿Watson? -pregunté más para mí que para él, ladeando la cabeza con curiosidad y desconcierto al tanto que aquel hombre iba y venía sin parar.
Mi mirada siguió cada uno de sus movimientos, como serpiente hechizada por el flautista, aunque ciertamente por dentro me estaba debatiendo sobre la cordura de mi interlocutor. ¿Ahora se creía Sherlock Holmes? ¿Sería fan de las novelas policiacas? Todo apuntaba a que sí, pero que el asunto se le había escapado de las manos y ahora actuaba como un verdadero lunático. Cerré los ojos y suspiré, abatida, mientras aquel chico seguía con su cháchara sin sentido. ¿Cuándo sería el día en que me topara con alguien que sí estuviera bien de sus facultades mentales? A este ritmo, comenzaría a creer que la cuerda era yo.
Reconsideré el marcharme discretamente, aprovechando lo absorto de mi compañero, y ya comenzaba a poner en práctica mis planes cuando tuve que detenerme de golpe cuando este giró de improviso y me encaró. Vaya, ¿al fin daría señales de que existía? Mis ojos castaños se engancharon a los claros de él sin temor alguno, y no pude evitar que mi ceja izquierda se alzara en automático, ante la incredulidad por lo dicho.
-Y-ya... ya veo -repliqué, casi riendo nerviosamente, y no precisamente porque el estudiante tuviera la habilidad de intimidarme, sino porque me incomodaban sus maneras-, es un gusto igual, supongo... -terminé incorporándome y comencé a sacudirme el atuendo, para quitar los pedazos de pasto y hojas secas que pudieran haberse adherido a la ropa-. Mi nombre es Julietta Tescotti -me presenté sin mirarle siquiera, concentrada en mi hacer. Cuando creí que había finalizado, al fin le encaré- si no me equivoco estás en literatura, ¿no? -señalé el libro que había estado leyendo hasta hacía poco, y su primer oyente involuntario. Además, no me veía a ningún alumno de otra especialidad recreando una absurda escena salida de las historias de Conan Doyle como lo había hecho él- de ser así, entonces somos compañeros porque yo también estoy en esa especialidad...
Mientras decía aquello, brinqué con cuidado los arbustos que nos habían estado separando hasta ese momento. Una vez recuperado el equilibrio, me tomé varios segundos en silencio para contemplarle con cierta curiosidad. Mientras hubiera dinero de por medio, aquella institución aceptaba hasta el espécimen más extraño, ¿no era así?
-¿Y? ¿Está interesante? -hice un gesto con la barbilla para señalar el libro una vez más- la historia que leías.
Mi mirada siguió cada uno de sus movimientos, como serpiente hechizada por el flautista, aunque ciertamente por dentro me estaba debatiendo sobre la cordura de mi interlocutor. ¿Ahora se creía Sherlock Holmes? ¿Sería fan de las novelas policiacas? Todo apuntaba a que sí, pero que el asunto se le había escapado de las manos y ahora actuaba como un verdadero lunático. Cerré los ojos y suspiré, abatida, mientras aquel chico seguía con su cháchara sin sentido. ¿Cuándo sería el día en que me topara con alguien que sí estuviera bien de sus facultades mentales? A este ritmo, comenzaría a creer que la cuerda era yo.
Reconsideré el marcharme discretamente, aprovechando lo absorto de mi compañero, y ya comenzaba a poner en práctica mis planes cuando tuve que detenerme de golpe cuando este giró de improviso y me encaró. Vaya, ¿al fin daría señales de que existía? Mis ojos castaños se engancharon a los claros de él sin temor alguno, y no pude evitar que mi ceja izquierda se alzara en automático, ante la incredulidad por lo dicho.
-Y-ya... ya veo -repliqué, casi riendo nerviosamente, y no precisamente porque el estudiante tuviera la habilidad de intimidarme, sino porque me incomodaban sus maneras-, es un gusto igual, supongo... -terminé incorporándome y comencé a sacudirme el atuendo, para quitar los pedazos de pasto y hojas secas que pudieran haberse adherido a la ropa-. Mi nombre es Julietta Tescotti -me presenté sin mirarle siquiera, concentrada en mi hacer. Cuando creí que había finalizado, al fin le encaré- si no me equivoco estás en literatura, ¿no? -señalé el libro que había estado leyendo hasta hacía poco, y su primer oyente involuntario. Además, no me veía a ningún alumno de otra especialidad recreando una absurda escena salida de las historias de Conan Doyle como lo había hecho él- de ser así, entonces somos compañeros porque yo también estoy en esa especialidad...
Mientras decía aquello, brinqué con cuidado los arbustos que nos habían estado separando hasta ese momento. Una vez recuperado el equilibrio, me tomé varios segundos en silencio para contemplarle con cierta curiosidad. Mientras hubiera dinero de por medio, aquella institución aceptaba hasta el espécimen más extraño, ¿no era así?
-¿Y? ¿Está interesante? -hice un gesto con la barbilla para señalar el libro una vez más- la historia que leías.
Julietta Tescotti
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