Todo combina bien con el negro... ¿Todo? (Priv. Abel)

¿Quién me mandaba a mí a hacer estas cosas? Si ya sabía perfectamente que la comida sana era el equivalente a acabar intoxicada. Pero ahí estaba yo intentando hacer caso a mis entrenadores, profesores y mis propios padres que me decían que debía mantener una dieta balanceada. 

Solo quería comer papas fritas ¿Por qué había acabado comiendo ese menú orgánico consistente en diferentes derivados del pasto? ¿Por qué? Ahora solo sentía que mi estómago se revolvía y mi garganta se comprimía mientras mis glándulas salivales trabajaban a velocidades extraordinarias según mi propio criterio. 

Que asco… a este paso no podría contener las náuseas; apenas llevaba unos días en la Academia y ya iba a arruinarme poniendo todo perdido aquí en el aula. No había justicia en este mundo si al expediente de mi desdichada suerte añadía esta joyita. 

Pero así estaban las cosas con mi vida miserable; no podía contener las ganas de vomitar y no podía esperar a que el profesor de la materia llegara a impartir su clase… Tenía que correr…

Salté de mi solitario asiento en el fondo del salón y crucé toda la distancia que me separaba de la salida. Corrí, con toda la velocidad que mi cuerpo me permitía, con toda la fuerza con que mi espíritu gritaba.

Solo dos segundos tardé en cruzar el aula mientras mi estómago se encogía empujando todo su contenido hacia la parte superior de mi sistema digestivo. Si me concentraba quizás podría aguantar hasta el baño más cercano… 

¡Tenía que resistir! 

Solo abrí la puerta y lo siguiente su supe fue que mi marcha se detuvo abruptamente cuando una estilizada sombra ejerció un tope a mi carrera… Sin embargo la abrupta frenada me costó lo poco que me restaba de resistencia física… 

En un segundo lo vi todo blanco y enseguida mi esófago quemaba mientras devolvía aquella mezcla verdosa de cosas que ni en su estado previo a la digestión habían podido ser partes de una comida identificable. 

No pude detenerlo… Las lágrimas me brotaban por las comisuras de los ojos mientras mi mente intentaba convencerse de que solo estaba teniendo una pesadilla. 

Quería desaparecer mientras intentaba cubrirme la boca para detener aquella catarata de alimentos mal digeridos que estaba desparramándose sobre aquel pobre infeliz que había pecado solo por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.

En medio del escándalo el resto de mis compañeros de clase comenzó a asomarse hacia la entrada entre horrorizados y divertidos por el espectáculo bizarro que allí estaba teniendo lugar… 

Entonces el horror cobró renovado terreno en mi consciencia cuando todos comenzaron a Chillar por el profesor… ¡Lo único que me faltaba ahora es que justo viniera el profesor y me viera en esta tesitura escandalosa!

Solo en ese momento, cuando ya casi no podía respirar y tosía con el estómago contraído ya sin poder liberar más nada; me atreví a mirar a aquella persona que había sido tan asquerosamente perjudicado por mis malas decisiones.

-Yo… N---No sé cómo disculparme… -Comencé a tartamudear mientras mis ojos ascendían por los zapatos hacia arriba de la… ¿Sotana? Oh demonios… ¡Dime que esto no está sucediendo! Dime que realmente no vomité sobre un sacerdote… Dime realmente que no es… No es…


-¿Profesor… E---Está bien? –Lo llamó desde atrás alguno de mis compañeros de esta clase. Realmente aún si no podía recordar su cara, aquella sotana de negro sólido con esa enorme mancha verde en el centro del pecho, me atormentaría hasta el día de mi muerte… Si es que no moría de vergüenza aquí mismo luego de semejante horror. 

-Esto no podría ser peor…- Ya estaba dicho, acabaría expulsada en mi primer semana, no había otra opción, algo así era completamente inadmisible… Y aunque no acabara siendo expulsada, quizás por preservar la reputación de mis padres, no tenía cara para volver a sentarme frente a esta gente salvo que padecieran el mismo desorden amnésico que yo. 

Evidentemente yo había nacido con algo jodidamente mal dentro de mí, pero ahora mismo podía asegurar que no solo había algo realmente mal dentro de mí, sino que la desgracia empezaba a volverse extensiva a mi entorno… ¡Por este tipo de cosas aborrecía el contacto humano!

-Creo que… Iré al baño…-Sí… y no saldría de allí hasta que el sol se apagara y se enfriara dejando a la humanidad a merced de su destrucción.- C---Con permiso…-Le dediqué una reverencia mientras me alejaba tambaleando, incapaz de reaccionar, incapaz de no querer correr y esconderme en una madriguera cual conejo asustado; pero así mismo incapaz de hacerlo porque la fuerza de las piernas no me permitía otra cosa que avanzar zigzageante hacia la dirección que mi cerebro había memorizado.