Animalitos de Dos Pisos [Priv. Zhao]
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Animalitos de Dos Pisos [Priv. Zhao]
El desayuno estaba listo y delicioso aguardando en la mesa, solo faltaba mi compañía.
Zhao era mi guardián, aquel a quien se le había encomendado resguardar mi vida e integridad. Al principio no había sido fácil, el hecho de que constantemente me escabullera de su aguda vigilancia no había contribuido a que él confiara mucho en mí; de la misma manera su evidente desinterés en dejar conocer aunque fuera una mínima parte de sí mismo, tampoco ayudaba a que yo pudiera abrirme y confiar demasiado en él, pero como en casi todas las relaciones el tiempo había resuelto las cosas un poco; yo normalmente quería hacerlo sentir cómodo y él habitualmente quería hacerme sentir a salvo y se había generado una especie de extraño balance cósmico entre ambos intereses.
Por lo pronto quería asegurarme de que Zhao desayunara bien, así me aseguraba de que los pollos de mi granja estuvieran a salvo de uno de sus ataques famélicos; además me agradaba desayunar con él en calma; a este ritmo quizás en unos diez años pudiera considerarme como un amigo.
Antes de ir a despertar a Zhao mejor me aseguraba de alimentar a los animales, así no empezaban a agitarse durante nuestro desayuno y ponían de mal humor a mi guardián; por alguna extraña razón aún no alcanza a darme cuenta si Zhao era la persona más paciente del mundo o en realidad su temperamento era volátil según con que pie se levantara; o quizás solo tenía paciencia para determinadas cosas y personas...
Divagando en mis cavilaciones fui hasta el almacén para buscar la enorme bolsa de semillas para luego colgármela al hombro y llevarla hasta el corral, tardé pocos minutos en alimentar a todas las aves y regresar la bolsa a su sitio para, esta vez hacerme con dos atados de alfalfa para darle de comer a los bóvidos.
No tardo en arrastrar los grandes cubos de hierba comprimidos hasta el establo, sin embargo nada más asomarme, ambos fajos caen de mis manos mientras me las llevo hasta el rostro cubriéndome la boca para no soltar un chillido de horror por lo que mis ojos atestiguan.
Nervioso y aterrado, empiezo a correr en dirección a la casa para alertar a Zhao y que me ayude a resolver esta situación que me excede por completo.
Ni bien me encuentro por fin frente a la puerta de su recamara, descorro esta sobre sus ejes para abrirla de par en par y dar un salto hacia el futon de mi guardián, comenzando a sacudirlo sin una pizca de delicadeza, aún si hubiera querido tenerla, mis manos temblaban demasiado como para permitirme ser cuidadoso o condescendiente con alguien a quien estaba arrancando de su sueño profundo… Luego me disculparía apropiadamente con él pero ahora no tenía tiempo.
En la vertiginosa agitación mi cabello se había soltado por completo y ahora me caía desordenado sobre el rostro pálido y transpirado a causa del nerviosismo y la vergüenza… Y ambas sensaciones no hicieron más que aumentar cuando Zhao finalmente abrió los ojos y yo me encontré teniendo que comunicarle de alguna manera lo que estaba ocurriendo, sin embargo mi rostro enfermizamente blanco pronto se tornó de un rojo intenso mientars las imágenes se repetían en mi cabeza y yo buscaba la manera de hacerle entender a él el horror por el que estaba pasando; sin embargo no había en este mundo una maldita manera de que yo pudiera hacerle las señas de “ESO” sin morir de pena en el intento, por lo que tratando de encontrar sinónimos o metáforas acabé por gesticular lo que podía de la manera más clara posible.
-“¡Tienes que hacer algo! YanYan y Gladys… Están… ¡Están jugando a hacer animalitos de dos pisos!”
Zhao era mi guardián, aquel a quien se le había encomendado resguardar mi vida e integridad. Al principio no había sido fácil, el hecho de que constantemente me escabullera de su aguda vigilancia no había contribuido a que él confiara mucho en mí; de la misma manera su evidente desinterés en dejar conocer aunque fuera una mínima parte de sí mismo, tampoco ayudaba a que yo pudiera abrirme y confiar demasiado en él, pero como en casi todas las relaciones el tiempo había resuelto las cosas un poco; yo normalmente quería hacerlo sentir cómodo y él habitualmente quería hacerme sentir a salvo y se había generado una especie de extraño balance cósmico entre ambos intereses.
Por lo pronto quería asegurarme de que Zhao desayunara bien, así me aseguraba de que los pollos de mi granja estuvieran a salvo de uno de sus ataques famélicos; además me agradaba desayunar con él en calma; a este ritmo quizás en unos diez años pudiera considerarme como un amigo.
Antes de ir a despertar a Zhao mejor me aseguraba de alimentar a los animales, así no empezaban a agitarse durante nuestro desayuno y ponían de mal humor a mi guardián; por alguna extraña razón aún no alcanza a darme cuenta si Zhao era la persona más paciente del mundo o en realidad su temperamento era volátil según con que pie se levantara; o quizás solo tenía paciencia para determinadas cosas y personas...
Divagando en mis cavilaciones fui hasta el almacén para buscar la enorme bolsa de semillas para luego colgármela al hombro y llevarla hasta el corral, tardé pocos minutos en alimentar a todas las aves y regresar la bolsa a su sitio para, esta vez hacerme con dos atados de alfalfa para darle de comer a los bóvidos.
No tardo en arrastrar los grandes cubos de hierba comprimidos hasta el establo, sin embargo nada más asomarme, ambos fajos caen de mis manos mientras me las llevo hasta el rostro cubriéndome la boca para no soltar un chillido de horror por lo que mis ojos atestiguan.
Nervioso y aterrado, empiezo a correr en dirección a la casa para alertar a Zhao y que me ayude a resolver esta situación que me excede por completo.
Ni bien me encuentro por fin frente a la puerta de su recamara, descorro esta sobre sus ejes para abrirla de par en par y dar un salto hacia el futon de mi guardián, comenzando a sacudirlo sin una pizca de delicadeza, aún si hubiera querido tenerla, mis manos temblaban demasiado como para permitirme ser cuidadoso o condescendiente con alguien a quien estaba arrancando de su sueño profundo… Luego me disculparía apropiadamente con él pero ahora no tenía tiempo.
En la vertiginosa agitación mi cabello se había soltado por completo y ahora me caía desordenado sobre el rostro pálido y transpirado a causa del nerviosismo y la vergüenza… Y ambas sensaciones no hicieron más que aumentar cuando Zhao finalmente abrió los ojos y yo me encontré teniendo que comunicarle de alguna manera lo que estaba ocurriendo, sin embargo mi rostro enfermizamente blanco pronto se tornó de un rojo intenso mientars las imágenes se repetían en mi cabeza y yo buscaba la manera de hacerle entender a él el horror por el que estaba pasando; sin embargo no había en este mundo una maldita manera de que yo pudiera hacerle las señas de “ESO” sin morir de pena en el intento, por lo que tratando de encontrar sinónimos o metáforas acabé por gesticular lo que podía de la manera más clara posible.
-“¡Tienes que hacer algo! YanYan y Gladys… Están… ¡Están jugando a hacer animalitos de dos pisos!”
Lucien de Taubert
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Re: Animalitos de Dos Pisos [Priv. Zhao]
De alguna manera se había acabado habituando a ese tipo de vida... A residir en aquella casa que no se hubiera esperado, a estar en aquella isla que en su vida hubiera pisado por voluntad propia, y en centrar toda su atención en una persona para evitar que pudiera pasarle algo malo; porque ése era su trabajo. Era un guardaespaldas, uno que, a pesar de recibir un sueldo bastante generoso, no era precisamente lo que más ansiaba, si no precisamente la 'recompensa' que recibiría después de que se acabase el contrato de trabajo. Porque tenía cosas pendientes...
Y que encima, al inicio aquel monje al que estaba protegiendo decidiera escaparse de su vista no ayudaba a que confiara mucho en lo que pudiera o no ocurrir. Pero se suele decir que el tiempo lo arregla todo, y aunque no estaba del todo arreglado, sí era cierto que esa situación había cambiado un poco. Pero aún quedaba, aún... Como el hecho de habituarse a no comer la cantidad de carne o pescado que normalmente solía comer. A eso SI que no se habituaba.
Y al hecho de que, de vez en cuando las cosas fueran inesperadamente surrealistas tampoco. Había una especie de mal de ojo que le debían de haber echado encima o algo. Comenzaba a pensar seriamente eso. Aunque... precisamente en ese momento no.
Porque estaba durmiendo, y había logrado conseguir un sueño apacible y profundo, cosa rara ya que últimamente su sueño era ligero y de corta duración, daba igual el tiempo que tuviera disponible para dormir; por eso mismo era por lo que apreciaba y agradecía tanto su cuerpo como su mente esos sueños más profundos y reparadores.
Claro, era mucho pedir que eso durase más. Y de golpe y porrazo se despertó debido a que estaba literalmente siendo zarandeado de un lado a otro como si de una guerra se tratase y tuvieran que huir al sótano o algo. ¿Por qué de golpe tanto jaleo? Un silencioso jaleo, pero jaleo al fin y al cabo, ya que seguía siendo sacudido. Un profundo gruñido asomó en su garganta, altamente molesto por esa desagradable forma de despertar mientras sus ojos se entreabrían, dejando ver el color azulado de los mismo que por un momento brilló con un matiz peligroso. Maldita sea todo lo que hubiera en la faz de la tierra... ¿qué diablos era lo que pasaba? Y fijó su mirada en el culpable de aquello, viendo como de golpe parecía pasar del blanco leche que era su tez a un rojo vivo como el de una manzana madura. ¿Ah? Se incorporó un poco hasta quedar sentado, alzando una de sus manos para deslizar sus dedos por los desordenados mechones oscuros, sintiendo como a su vez la manta que era parte del futon cedía y quedaba simplemente sobre su regazo, dejando al descubierto el torso desnudo del guardián. Pero al verle gesticular, necesitó unos instantes de reflexión al intentar hacer funcionar su cerebro y que captara el significado de aquello.
Y tardó, tardó tanto que incluso llegó a mirar con absoluto desconcierto a su 'protegido', siendo su expresión sola capaz de indicar un "¿Qué coño andas diciendo a estas horas de la mañana?" Mas, cuando por fin entendió a lo que se refería, su actitud cambió de golpe a una mueca de molestia. ¡¿Para eso le había despertado?!- Joder... pues deja que forniquen en paz. Ellos que pueden...- Soltó, completamente arisco mientras se volvía a tumbar en el futon, tapándose con la manta como si nada. Él también quería poder dormir... Y no ser despertado para que le informaran de la vida sexual de un par de bovinos.
Y que encima, al inicio aquel monje al que estaba protegiendo decidiera escaparse de su vista no ayudaba a que confiara mucho en lo que pudiera o no ocurrir. Pero se suele decir que el tiempo lo arregla todo, y aunque no estaba del todo arreglado, sí era cierto que esa situación había cambiado un poco. Pero aún quedaba, aún... Como el hecho de habituarse a no comer la cantidad de carne o pescado que normalmente solía comer. A eso SI que no se habituaba.
Y al hecho de que, de vez en cuando las cosas fueran inesperadamente surrealistas tampoco. Había una especie de mal de ojo que le debían de haber echado encima o algo. Comenzaba a pensar seriamente eso. Aunque... precisamente en ese momento no.
Porque estaba durmiendo, y había logrado conseguir un sueño apacible y profundo, cosa rara ya que últimamente su sueño era ligero y de corta duración, daba igual el tiempo que tuviera disponible para dormir; por eso mismo era por lo que apreciaba y agradecía tanto su cuerpo como su mente esos sueños más profundos y reparadores.
Claro, era mucho pedir que eso durase más. Y de golpe y porrazo se despertó debido a que estaba literalmente siendo zarandeado de un lado a otro como si de una guerra se tratase y tuvieran que huir al sótano o algo. ¿Por qué de golpe tanto jaleo? Un silencioso jaleo, pero jaleo al fin y al cabo, ya que seguía siendo sacudido. Un profundo gruñido asomó en su garganta, altamente molesto por esa desagradable forma de despertar mientras sus ojos se entreabrían, dejando ver el color azulado de los mismo que por un momento brilló con un matiz peligroso. Maldita sea todo lo que hubiera en la faz de la tierra... ¿qué diablos era lo que pasaba? Y fijó su mirada en el culpable de aquello, viendo como de golpe parecía pasar del blanco leche que era su tez a un rojo vivo como el de una manzana madura. ¿Ah? Se incorporó un poco hasta quedar sentado, alzando una de sus manos para deslizar sus dedos por los desordenados mechones oscuros, sintiendo como a su vez la manta que era parte del futon cedía y quedaba simplemente sobre su regazo, dejando al descubierto el torso desnudo del guardián. Pero al verle gesticular, necesitó unos instantes de reflexión al intentar hacer funcionar su cerebro y que captara el significado de aquello.
Y tardó, tardó tanto que incluso llegó a mirar con absoluto desconcierto a su 'protegido', siendo su expresión sola capaz de indicar un "¿Qué coño andas diciendo a estas horas de la mañana?" Mas, cuando por fin entendió a lo que se refería, su actitud cambió de golpe a una mueca de molestia. ¡¿Para eso le había despertado?!- Joder... pues deja que forniquen en paz. Ellos que pueden...- Soltó, completamente arisco mientras se volvía a tumbar en el futon, tapándose con la manta como si nada. Él también quería poder dormir... Y no ser despertado para que le informaran de la vida sexual de un par de bovinos.
Zhao Yong
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Re: Animalitos de Dos Pisos [Priv. Zhao]
Di un respingo hacia atrás en el momento en que la sábana cayó sobre sus muslos revelando su torso; no es que me escandalizara un tórax, pero me había dado cuenta, súbitamente de que había irrumpido en su privacidad de una manera sumamente invasiva… ¡Y había tenido suerte de que el hombre aún guardara una porción de pudor lo suficientemente subrayable como para evitarse dormir completamente desnudo!
Mir orejas se enrojecieron de la pena de solo imaginar que podría haber acabado envuelto en una situación así. Aún así, toda la pena se convirtió en un respingo de alerta cuando aquella mirada fulminante, que sugería que él no estaba nada contento conmigo, se posó sobre mí; entonces tragué con dificultad y asistí a sus últimas palabras, dando un chillido y cubriéndome las orejas con ambas manos cuando él pronunció aquella palabra que a mí me era imposible reproducir.
Solo cuando él se recostó dándome la espalda y enterrándose en el futón, respiré con resignación, sabiendo que no iba a ser fácil hacerle dar el brazo a torcer y que decidiera ayudarme a salvaguardar el honor de Gladys (y de todas las vacas del mundo) y la reputación de YanYan… Porque YanYan tenía una imagen que mantener; no era esa clase de Yak libertinos que iban por la vida aprovechándose de vacas puras y vírgenes para luego no llamarlas al día siguiente.
Con cierto recelo me recosté contra su espalda y estiré mi mano hacia su hombro, descorriendo las mantas de él para comenzar a trazar kanjis con la punta del dedo índice:
-“Sabes que no te molestaría si no te necesitara… Eres el único que puede ayudarme en esto…”
Suspiré pesadamente, vaciando el aire de mis pulmones ante la falta de respuesta del hombre.
¿Cómo podía ser tan insensible? Sobre todo desde que era el único ejemplar de hembra mamífero con el que había tenido contacto en las últimas semanas ¿Es que acaso su madre no lo había amamantado y por ello odiaba a las mujeres?
-“Zhao… En verdad te necesito para salvar a Gladys… Incluso si no lo haces porque no te conmueve, hazlo por mí… Te prometo que haré cualquier cosa que me pidas a cambio”
Tracé en el mismo sitio, finalmente, aunque ni bien terminé no estaba del todo seguro de que eso hubiera sido una apuesta muy inteligente; Zhao era muy capaz de pedirme que me recluyera en aquella casa hasta el fin de los tiempos, asegurándose así de que no podría perderme de vista nuevamente.
Y ante aquel pensamiento experimenté un súbito escalofrío quedándome congelado en mi postura, con mi mano vacilante sobre su hombro; pero, aún si hubiera querido deshacer lo dicho, lo cierto es que no era capaz de volver el tiempo atrás… y tampoco tenía mucho más que ofrecerle a cambio de que accediera a ayudarme a separar a aquellos animales; de manera que solo me quedaba confiar en mi benevolente Dios, y esperar que si Zhao accedía a mi oferta, sus condiciones no fueran lo suficientemente aberrantes como para volver mi vida un martirio constante.
Mir orejas se enrojecieron de la pena de solo imaginar que podría haber acabado envuelto en una situación así. Aún así, toda la pena se convirtió en un respingo de alerta cuando aquella mirada fulminante, que sugería que él no estaba nada contento conmigo, se posó sobre mí; entonces tragué con dificultad y asistí a sus últimas palabras, dando un chillido y cubriéndome las orejas con ambas manos cuando él pronunció aquella palabra que a mí me era imposible reproducir.
Solo cuando él se recostó dándome la espalda y enterrándose en el futón, respiré con resignación, sabiendo que no iba a ser fácil hacerle dar el brazo a torcer y que decidiera ayudarme a salvaguardar el honor de Gladys (y de todas las vacas del mundo) y la reputación de YanYan… Porque YanYan tenía una imagen que mantener; no era esa clase de Yak libertinos que iban por la vida aprovechándose de vacas puras y vírgenes para luego no llamarlas al día siguiente.
Con cierto recelo me recosté contra su espalda y estiré mi mano hacia su hombro, descorriendo las mantas de él para comenzar a trazar kanjis con la punta del dedo índice:
-“Sabes que no te molestaría si no te necesitara… Eres el único que puede ayudarme en esto…”
Suspiré pesadamente, vaciando el aire de mis pulmones ante la falta de respuesta del hombre.
¿Cómo podía ser tan insensible? Sobre todo desde que era el único ejemplar de hembra mamífero con el que había tenido contacto en las últimas semanas ¿Es que acaso su madre no lo había amamantado y por ello odiaba a las mujeres?
-“Zhao… En verdad te necesito para salvar a Gladys… Incluso si no lo haces porque no te conmueve, hazlo por mí… Te prometo que haré cualquier cosa que me pidas a cambio”
Tracé en el mismo sitio, finalmente, aunque ni bien terminé no estaba del todo seguro de que eso hubiera sido una apuesta muy inteligente; Zhao era muy capaz de pedirme que me recluyera en aquella casa hasta el fin de los tiempos, asegurándose así de que no podría perderme de vista nuevamente.
Y ante aquel pensamiento experimenté un súbito escalofrío quedándome congelado en mi postura, con mi mano vacilante sobre su hombro; pero, aún si hubiera querido deshacer lo dicho, lo cierto es que no era capaz de volver el tiempo atrás… y tampoco tenía mucho más que ofrecerle a cambio de que accediera a ayudarme a separar a aquellos animales; de manera que solo me quedaba confiar en mi benevolente Dios, y esperar que si Zhao accedía a mi oferta, sus condiciones no fueran lo suficientemente aberrantes como para volver mi vida un martirio constante.
Lucien de Taubert
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