Trick or Treat, my Lady~? [Priv. Tasha]
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Trick or Treat, my Lady~? [Priv. Tasha]
¿Sabéis de esas veces en las que sabes que estás haciendo una completa locura que puede acarrear ciertos problemas pero que por puras ganas de hacer travesuras, las haces igualmente? ¿No? Peor para vosotros, pues esa sensación de divertirse con absoluta libertad y sin norma alguna realmente era emocionante y casi adictiva. ¡Al diablo las obligaciones! Y es que, cuando vives dependiendo de tu imagen por ser alguien conocido, realmente acabas deseando que nadie se fije en ti durante un tiempo al menos. Liberar tensiones, vamos.
Y en ese momento, mientras sus pasos resonaban por el pasillo de la institución académica debido a los pulidos zapatos que llevaba, cosa poco habitual en él, para qué mentir, el guitarrista de la reconocida banda de rock se encaminaba en busca de su ‘ama’. “¿Qué? ¿Cómo?” estaréis pensando. Por supuesto, Andrew no tenía ama alguna, pero… ¡Qué gran excusa era esa para poder colarse en aquella academia artística! Y es que, el combinar locuras con aquella que era su compañera y amiga era bastante divertido. Lo suficiente como para no importarle llevarse una regañina, aunque no tenía demasiado claro de quienes o cuantos podría recibirla. Ataviado con un formal traje oscuro, similar a los usados por los mayordomos, y con una coleta baja sujetando el cobrizo cabello, no tardó demasiado en llegar al lugar donde se suponía que tendrían que llegar los alumnos para dirigirse a sus clases. Y tras detenerse allí, al inicio del pasillo que comunicaba con las aulas de música tras un rato de búsqueda, pues… nunca había entrado allí, en verdad, acabó por sonreír, divertido ante la imagen mental de la cara de sorpresa de la vocalista pelirroja al verle allí así. Ya que… aquello realmente era una sorpresa, esa vez él se había adelantado un paso a la travesura a realizar. ¿Cómo reaccionaría Tasha ante aquello? Realmente la mera idea de aquello hacía reír interiormente al joven.
Por supuesto, sabía que en cierto momento tendría que reprimir cierta situación que se le escapaba de su control: la multitud de alumnos que se encontraría de golpe. Y es que, el guitarrista, por irónico o incoherente que pudiera parecer, tenía fobia a las multitudes de gente. Pero si era capaz de subir a un escenario y mantener supuestamente el tipo allí… ¿Cómo no iba a soportar aquello? De todas maneras... si no ya se vería que haría dada la situación. Por ahora, iba a disfrutar del momento, siguiendo las palabras que adornaban su antebrazo derecho en aquel peculiar tatuaje, aunque ese día no se pudiera llegar a apreciar pues quedaba oculto bajo la manga de la oscura chaqueta de traje. Por ahora… solo le quedaba esperar, y el timbre resonar por el lugar le indicó que no le quedaría mucho tiempo de suspense.
Y en ese momento, mientras sus pasos resonaban por el pasillo de la institución académica debido a los pulidos zapatos que llevaba, cosa poco habitual en él, para qué mentir, el guitarrista de la reconocida banda de rock se encaminaba en busca de su ‘ama’. “¿Qué? ¿Cómo?” estaréis pensando. Por supuesto, Andrew no tenía ama alguna, pero… ¡Qué gran excusa era esa para poder colarse en aquella academia artística! Y es que, el combinar locuras con aquella que era su compañera y amiga era bastante divertido. Lo suficiente como para no importarle llevarse una regañina, aunque no tenía demasiado claro de quienes o cuantos podría recibirla. Ataviado con un formal traje oscuro, similar a los usados por los mayordomos, y con una coleta baja sujetando el cobrizo cabello, no tardó demasiado en llegar al lugar donde se suponía que tendrían que llegar los alumnos para dirigirse a sus clases. Y tras detenerse allí, al inicio del pasillo que comunicaba con las aulas de música tras un rato de búsqueda, pues… nunca había entrado allí, en verdad, acabó por sonreír, divertido ante la imagen mental de la cara de sorpresa de la vocalista pelirroja al verle allí así. Ya que… aquello realmente era una sorpresa, esa vez él se había adelantado un paso a la travesura a realizar. ¿Cómo reaccionaría Tasha ante aquello? Realmente la mera idea de aquello hacía reír interiormente al joven.
Por supuesto, sabía que en cierto momento tendría que reprimir cierta situación que se le escapaba de su control: la multitud de alumnos que se encontraría de golpe. Y es que, el guitarrista, por irónico o incoherente que pudiera parecer, tenía fobia a las multitudes de gente. Pero si era capaz de subir a un escenario y mantener supuestamente el tipo allí… ¿Cómo no iba a soportar aquello? De todas maneras... si no ya se vería que haría dada la situación. Por ahora, iba a disfrutar del momento, siguiendo las palabras que adornaban su antebrazo derecho en aquel peculiar tatuaje, aunque ese día no se pudiera llegar a apreciar pues quedaba oculto bajo la manga de la oscura chaqueta de traje. Por ahora… solo le quedaba esperar, y el timbre resonar por el lugar le indicó que no le quedaría mucho tiempo de suspense.
Andrew Luhrmann
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Re: Trick or Treat, my Lady~? [Priv. Tasha]
Bostecé escandalosamente mientras caminaba por la explanada que me llevaría al edificio de Música y Danza... Y es que tenía tanta flojera de asistir a clases ese día en específico, que poco me faltó para colarme de la rapaz mirada de Gerhard e irme por allí a entretenerme un rato en la ciudad... No, no, no, incluso eso me daba extrema pereza. Me iría un rato a merodear por el vecindario y una vez que me asegurara que ya no había moros en la costa, volvería a entrar a mi hogar y dar rienda suelta a mi pereza. Volví a bostezar.
Pero ese brillante plan fue uno de los fallidos más del montón por culpa de ese hombre que se hacía llamar mi esposo cuando ni siquiera me podía mirar como mujer... Alcé la mirada al cielo y con mis ojos rojizos brillando por la sed de venganza imploré al ser de las alturas que algo muy, muy, muy incómodo le sucediera al susodicho en el transcurso del día. Podía sentir varias miradas de los otros desconocidos estudiantes sobre mí. Y claro, la visión de una pelirroja estrella de rock agitando el puño amenazadoramente hacia arriba mientras murmuraba cosas escalofriantes seguramente era algo que no podían apreciar todos los días. Suspiré, abatida. Ni qué remedio... tocaba hacer labores escolares aquel día.
Cuando al fin terminé de recorrer los terrenos exteriores de la academia hacia mi edificio destinado, miré el umbral por un momento, como si fuese la peor de las cárceles, y lloriqueé para mí misma. ¡No quería entrar, no quería, no quería, no quería!
Dejé que la inercia trazara el camino de mis pasos y subí las escaleras para después virar hacia la derecha, sin embargo me detuve abruptamente al ver a un considerable círculo de chicas asomándose por detrás de la pared hacia uno de los pasillos de la área de música, a modo descarado de espionaje. Fruncí el ceño y las contemplé con evidente curiosidad, ladeando ligeramente mi cabeza al hacerlo. Y ahora, a estas tías locas, ¿qué les pasaba? ¿Acaso estaban regalando algo? Me encogí de hombros con total indiferencia, volviendo a bostezar y cubriendo mi boca al hacerlo. Pero antes de reanudar mi andar decidí aprovechar aquel breve lapso de pausa para rebuscar en mi mochila hasta dar con la botella de agua. Una vez que la así, volví a caminar al tanto que hacía girar la rosca y me llevaba la boquilla a los labios para ingerir un trago de su contenido. Como justamente me dirigía a ese pasillo, en unos cuantos instantes me enteraría qué era lo que traía a las demás tan raras.
Y lo que definitivamente allí vi ni en mil años me hubiera podido imaginar que sucedería.
Escupí la poca agua que aún había en mi boca y me quedé totalmente perpleja, allí inmóvil a medio pasillo mientras mis compañeras cuchicheaban más fuerte detrás de mí, aunque no les presté ni la mínima atención. Aquello que estaba allí... No, no, debía ser un error, un juego óptico ocasionado por la luz que se colaba por las ventanas abiertas del pasillo y mi exceso de sueño.
-¿Andy? -inquirí con voz ligeramente estrangulada aún por la sorpresa, mientras parpadeaba varias veces sin salir de mi asombro. Di un par de pasos vacilantes hacia donde el de cobriza cabellera se encontraba y cuando estuve a unos cuantos metros de distancia de él, le miré de arriba a abajo más de tres veces. Contra todo pronóstico y tras un prolongado silencio, me eché a reír- ¡Pareces sacado de la época victoriana! -le eché en cara, entre risas.
Pero ese brillante plan fue uno de los fallidos más del montón por culpa de ese hombre que se hacía llamar mi esposo cuando ni siquiera me podía mirar como mujer... Alcé la mirada al cielo y con mis ojos rojizos brillando por la sed de venganza imploré al ser de las alturas que algo muy, muy, muy incómodo le sucediera al susodicho en el transcurso del día. Podía sentir varias miradas de los otros desconocidos estudiantes sobre mí. Y claro, la visión de una pelirroja estrella de rock agitando el puño amenazadoramente hacia arriba mientras murmuraba cosas escalofriantes seguramente era algo que no podían apreciar todos los días. Suspiré, abatida. Ni qué remedio... tocaba hacer labores escolares aquel día.
Cuando al fin terminé de recorrer los terrenos exteriores de la academia hacia mi edificio destinado, miré el umbral por un momento, como si fuese la peor de las cárceles, y lloriqueé para mí misma. ¡No quería entrar, no quería, no quería, no quería!
Dejé que la inercia trazara el camino de mis pasos y subí las escaleras para después virar hacia la derecha, sin embargo me detuve abruptamente al ver a un considerable círculo de chicas asomándose por detrás de la pared hacia uno de los pasillos de la área de música, a modo descarado de espionaje. Fruncí el ceño y las contemplé con evidente curiosidad, ladeando ligeramente mi cabeza al hacerlo. Y ahora, a estas tías locas, ¿qué les pasaba? ¿Acaso estaban regalando algo? Me encogí de hombros con total indiferencia, volviendo a bostezar y cubriendo mi boca al hacerlo. Pero antes de reanudar mi andar decidí aprovechar aquel breve lapso de pausa para rebuscar en mi mochila hasta dar con la botella de agua. Una vez que la así, volví a caminar al tanto que hacía girar la rosca y me llevaba la boquilla a los labios para ingerir un trago de su contenido. Como justamente me dirigía a ese pasillo, en unos cuantos instantes me enteraría qué era lo que traía a las demás tan raras.
Y lo que definitivamente allí vi ni en mil años me hubiera podido imaginar que sucedería.
Escupí la poca agua que aún había en mi boca y me quedé totalmente perpleja, allí inmóvil a medio pasillo mientras mis compañeras cuchicheaban más fuerte detrás de mí, aunque no les presté ni la mínima atención. Aquello que estaba allí... No, no, debía ser un error, un juego óptico ocasionado por la luz que se colaba por las ventanas abiertas del pasillo y mi exceso de sueño.
-¿Andy? -inquirí con voz ligeramente estrangulada aún por la sorpresa, mientras parpadeaba varias veces sin salir de mi asombro. Di un par de pasos vacilantes hacia donde el de cobriza cabellera se encontraba y cuando estuve a unos cuantos metros de distancia de él, le miré de arriba a abajo más de tres veces. Contra todo pronóstico y tras un prolongado silencio, me eché a reír- ¡Pareces sacado de la época victoriana! -le eché en cara, entre risas.
Natasha Leisser
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Re: Trick or Treat, my Lady~? [Priv. Tasha]
A veces, había que admitir que uno no se acostumbrada a ciertas cosas. Y a pesar que debía de estar ya suficientemente acostumbrado a que las multitudes de -sobre todo chicas- gente se agolpaban alrededor de su figura, era algo a lo que aún no se hacía. Así era. Andrew era un chico que lejos de desear destacar, se conformaba en un segundo plano mientras le dejaran hacer lo que quisiera, la fama no le importaba lo más minimo. Y eso, sumado a su pequeña enoclofobia, pues no ayudaba a que ese aspecto se mejorase. Y por eso mismo, cuando se colocaba la oscura corbata que llevaba puesta con, para que mentir, cierta incomodidad por la falta de costumbre de ir con esos ropajes, se golpe se vio observado y rodeado por un mogollón de alumnos que, como era lógico, estaban esperando entrar a las clases pero claro... ¿quien se metería a clase cuando tenía enfrente a un reconocido guitarrista y exvocalista? Y aún así, mientras les dedicaba a aquella gente una sutil sonrisa -y jurando haber oído algun suspiro y chillidito digno de fangirls- a pesar de estar sntiendo como por su cuerpo recorrían desagradables escalofríos y sus músculos se tensaban, comenzó a inspeccionar con su mirada de aquel intenso púrpura a su alrededor buscando a aquella a la que iba a seguir, si era posible, el resto de la mañana.
Pero pareció hacerse de rogar aún un poquito, mas en su búsqueda encontró aquellos rojizos orbes como rubíes que eran de su compañera, y si no fuera por la incomodidad y esa tensión que sentía, hubiera esbozado una radiante sonrisa nada más verla. Mas se tuvo que conformar con dirigirle una suave sonrisa, aun cuando interiormente se estaba riendo de lo lindo del desconcierto e incredulidad que aquella chica tenía en su rostro pintada. ¡Qué cara, por dios! Era para sacarle una foto. Y por otra parte, era lo que, en gran medida había pretendido...ah, pero lo siguiente no. Escuchó las carcajadas de aquella pelirroja y a punto estuvo de mostrarse en su tez marcada por aquella cicatriz que se encontraba bajo su ojo izquierdo. - Eso fue cruel, mira que reirte de mi... -murmuró en bajo, como una queja silenciosa ya que prácticamente ni se escuchó, pero bueno. ¡A lo suyo! Y dicho eso, retiró suavemente en un elegante gesto de su mano enguatada en impolutos -ya veriamos cuanto duraban así...¿quién apuesta, señoras y señores?- guantes, la chaqueta del traje para que, cuando se arrodillara, cosa que hizo instantes después, no se le quedara enganchada la cola de aquel esmoquín. Y una vez arrodillado, tomó la mano de la joven cantante y alzó su mirada hacia la contraria. -Buenos días, ama. ¿Ha despertado bien? -¡Mira! Ya le encontró un uso a estar tenso por su fobia: el que no podía reírse. Y eso le vino de perlas, por que ls palabras que acababa de pronunciar fácilmente pudieron hacerle reír. Pero lo que recibió a su alrededor, fueron claros cuchicheos y algun quejido de alguna chica.
Pero pareció hacerse de rogar aún un poquito, mas en su búsqueda encontró aquellos rojizos orbes como rubíes que eran de su compañera, y si no fuera por la incomodidad y esa tensión que sentía, hubiera esbozado una radiante sonrisa nada más verla. Mas se tuvo que conformar con dirigirle una suave sonrisa, aun cuando interiormente se estaba riendo de lo lindo del desconcierto e incredulidad que aquella chica tenía en su rostro pintada. ¡Qué cara, por dios! Era para sacarle una foto. Y por otra parte, era lo que, en gran medida había pretendido...ah, pero lo siguiente no. Escuchó las carcajadas de aquella pelirroja y a punto estuvo de mostrarse en su tez marcada por aquella cicatriz que se encontraba bajo su ojo izquierdo. - Eso fue cruel, mira que reirte de mi... -murmuró en bajo, como una queja silenciosa ya que prácticamente ni se escuchó, pero bueno. ¡A lo suyo! Y dicho eso, retiró suavemente en un elegante gesto de su mano enguatada en impolutos -ya veriamos cuanto duraban así...¿quién apuesta, señoras y señores?- guantes, la chaqueta del traje para que, cuando se arrodillara, cosa que hizo instantes después, no se le quedara enganchada la cola de aquel esmoquín. Y una vez arrodillado, tomó la mano de la joven cantante y alzó su mirada hacia la contraria. -Buenos días, ama. ¿Ha despertado bien? -¡Mira! Ya le encontró un uso a estar tenso por su fobia: el que no podía reírse. Y eso le vino de perlas, por que ls palabras que acababa de pronunciar fácilmente pudieron hacerle reír. Pero lo que recibió a su alrededor, fueron claros cuchicheos y algun quejido de alguna chica.
Andrew Luhrmann
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Re: Trick or Treat, my Lady~? [Priv. Tasha]
Lo intentaba, creánme que sí lo hacía, pero sencillamente era imposible no morir a carcajadas limpias cuando se tenía una visión como aquella frente a sí. Me doblé casi en dos y llevé una mano a cubrir mi boca, para al menos tratar de sofocar algo el escándalo que estaba haciendo. Más de un profesor estaría bastante disgustado con mi actitud, eso ni se preguntaba ya. Pero bueno, algo que me dejó aún más anonadada fue el hecho de ver a Andy inclinarse ante mí servicialmente y dirigirse de aquella forma tan formal. Toda reacción se interrumpió de golpe y no me quedó de otra más que observale, anonadada, mientras mi cerebro asimilaba todo aquello. ¡Esperen un segundo! ¿Qué significaba todo aquello? ¡¿En qué diantres estaba pensando el de cobriza cabellera?!
-¿Andy...? -interrogué con voz ligeramente ahogada, en parte por la risa y en otra por la incredulidad- ¿En qué rayos estás pensando? -¡Que alguien me explicara, por todos los dioses en el olimpio!
Y es que no podía entenderlo, no podía comprender el porqué estaba allí, con aquel estirado vestuario que sólo se veía ridículo en él, y optando por una actitud tan digna que dejaría altamente orgullosos a los mayordomos de la época victoriana. No, no podía comprenderlo. ¿Qué mosca le habría picado? ¿Acaso se había golpeado la cabeza? ¿Es que acaso había consumido algo en mal estado? ¿¡Qué era, por todos los cielos, lo que se traía entre manos!?
-¿Qué está pasando aquí? -siseó una voz femenina detrás de mí. Eso hizo que mi espalda se tensara y que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo. Se trataba de la delegada de clase, y a por como se podía apreciar en el timbre de voz de la aludida... no presumía de buen humor. Tragué saliva y me hice a un lado, sonriendo nerviosamente. No podía evitarlo, aquella chica tenía el poder suficiente para hacerme la vida imposible dentro de la academia, si de por sí era notorio que no me toleraba desde un principio, muy probablemente porque nuestras formas de ser distaban bastante de la otra. No necesitaba ser una espiritual ni una genio para percatarme de esta situación, y para saber ahora que había hecho algo que no fue del agrado de la superior. Otra vez. La castaña miró la situación con ojo crítico, aunque por un segundo su expresión se tornó de embeleso total al toparse con la silueta del de cobriza cabellera, aunque un instante después trató de disimular su regocijo. ¡Ajá! ¡Así que era una admiradora más del guitarrista! Al parecer todo el mundo amaba a los integrantes de Avalanche, excepto a mí. ¡Eso era tan injusto! La delegada una vez más volvió a fijar su rapaz mirada en mí, al haberse ya hecho una idea aproximada de lo que estaba sucediendo. Oh, no, aquello no podía augurar nada bueno...- Leisser... ¿te has creído lo suficientemente importante como para tener a tu servicio a una persona tan famosa como él? -inquirió en voz baja pero con un timbre que denotaba peligro.
Perfecto, hora de correr.
-¡Hasta la próxima, Antagracia Amargantina! -exclamé divertida, tomando de la solapa a Andy y arrastrándolo conmigo para echar una carrera por nuestras vidas.
-¡Vuelve acá, Leisser! ¡No volverás a escapar de clases una vez más!
Demasiado tarde, ya estaba fuera de sus garras.
Bajamos unas escaleras paralelas y viramos por un pasillo que yo sabía bien que era muy poco transitado. Una vez allí me detuve, apegando mi cuerpo a la pared y respirando agitadamente.
-¡Eso estuvo cerca! Casi puedo sentir cómo mi corazón se me va a salir del pecho... -jadeé un poco; fruncí el ceño y fijé mi rojiza mirada en mi acompañante- ¿A qué te crees que estás jugando, Andy?
Parecía molesta, pero la verdad es que no lo estaba ni por asomo. Jamás podría enfadarme con él.
-¿Andy...? -interrogué con voz ligeramente ahogada, en parte por la risa y en otra por la incredulidad- ¿En qué rayos estás pensando? -¡Que alguien me explicara, por todos los dioses en el olimpio!
Y es que no podía entenderlo, no podía comprender el porqué estaba allí, con aquel estirado vestuario que sólo se veía ridículo en él, y optando por una actitud tan digna que dejaría altamente orgullosos a los mayordomos de la época victoriana. No, no podía comprenderlo. ¿Qué mosca le habría picado? ¿Acaso se había golpeado la cabeza? ¿Es que acaso había consumido algo en mal estado? ¿¡Qué era, por todos los cielos, lo que se traía entre manos!?
-¿Qué está pasando aquí? -siseó una voz femenina detrás de mí. Eso hizo que mi espalda se tensara y que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo. Se trataba de la delegada de clase, y a por como se podía apreciar en el timbre de voz de la aludida... no presumía de buen humor. Tragué saliva y me hice a un lado, sonriendo nerviosamente. No podía evitarlo, aquella chica tenía el poder suficiente para hacerme la vida imposible dentro de la academia, si de por sí era notorio que no me toleraba desde un principio, muy probablemente porque nuestras formas de ser distaban bastante de la otra. No necesitaba ser una espiritual ni una genio para percatarme de esta situación, y para saber ahora que había hecho algo que no fue del agrado de la superior. Otra vez. La castaña miró la situación con ojo crítico, aunque por un segundo su expresión se tornó de embeleso total al toparse con la silueta del de cobriza cabellera, aunque un instante después trató de disimular su regocijo. ¡Ajá! ¡Así que era una admiradora más del guitarrista! Al parecer todo el mundo amaba a los integrantes de Avalanche, excepto a mí. ¡Eso era tan injusto! La delegada una vez más volvió a fijar su rapaz mirada en mí, al haberse ya hecho una idea aproximada de lo que estaba sucediendo. Oh, no, aquello no podía augurar nada bueno...- Leisser... ¿te has creído lo suficientemente importante como para tener a tu servicio a una persona tan famosa como él? -inquirió en voz baja pero con un timbre que denotaba peligro.
Perfecto, hora de correr.
-¡Hasta la próxima, Antagracia Amargantina! -exclamé divertida, tomando de la solapa a Andy y arrastrándolo conmigo para echar una carrera por nuestras vidas.
-¡Vuelve acá, Leisser! ¡No volverás a escapar de clases una vez más!
Demasiado tarde, ya estaba fuera de sus garras.
Bajamos unas escaleras paralelas y viramos por un pasillo que yo sabía bien que era muy poco transitado. Una vez allí me detuve, apegando mi cuerpo a la pared y respirando agitadamente.
-¡Eso estuvo cerca! Casi puedo sentir cómo mi corazón se me va a salir del pecho... -jadeé un poco; fruncí el ceño y fijé mi rojiza mirada en mi acompañante- ¿A qué te crees que estás jugando, Andy?
Parecía molesta, pero la verdad es que no lo estaba ni por asomo. Jamás podría enfadarme con él.
Natasha Leisser
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Re: Trick or Treat, my Lady~? [Priv. Tasha]
Claro, visto lo visto no tardó demasiado en incorporarse, teniendo cuidado de, efectivamente, no pisar esas malditas colas del esmoquin y pegarse el guarrazo del siglo delante de toda aquella gente. Pero aunque su rostro siguiera en un estado de tensión absoluta camuflada como podía por seriedad, él se estaba riendo por la reacción de aquella pobre que era compañera de grupo y también amiga. ¡Ja! ¡Había logrado sorprenderla hasta casi quitarle el habla! ¡Bien hecho! Pero al poco escuchó una voz que se alzaba por el resto de cuchicheos. Y ahí fue cuando comprendió que, por hacer eso podía meter a su querida compañera en problemas. Ups... parecía ser que la había liado... Tragó saliva con algo de inquietud a pesar de mantenerse perfectamente erguido. Y parpadeó varias veces al escuchar ese reproche hecho veneno por aquella chica que parecía ser algo parecido a una delegada o similares por cómo se comportaba. ¿Ah? ¿Qué era eso? ¿Celos? Eso parecía... Claro, obviamente no estaba en servidumbre con la pelirroja, pero de allí... ¿quién podría creerse lo contrario tras su actuación?
Pero ni tiempo tuvo de abrir la boca y explicar algo, ya que fue enganchado de la solapa de su traje y, con una casi silenciosa exclamación acabó por salir pitando para, simplemente, no comer suelo. Porque fijo que de no haber reaccionado rápido, se hubiera roto la boca contra el suelo. Tras corretear por las escaleras al bajarlas y, girar por uno de los pasillos, se detuvo con un jadeo cuando por fin fue soltado y, al parecer, ya no siendo perseguidos. Apoyó una de sus enguatadas manos en la pared y respiró hondo.
No se había matado... eso debía de celebrarlo. Pero ese reproche por parte de ella le hizo encogerse un poco en sí mismo, como haría un cachorrillo al ser regañado. Mas no tardó en volver a erguirse y sonreír ampliamente, ya libre de todas las miradas y personas de allí. - Juego a colarme en tu academia para visitarla. ¡Es enorme! - Soltó somo si con eso justificara todo aquello, a pesar de no hacerlo. Se acercó a ella un par de pasos más para poder picarle la mejilla con uno de sus dedos, sonriendo con un aire jovial y travieso. - No podía simplemente colarme como si nada, así que simplemente decidí hacerme pasar por tu sirviente. ¿No es perfecto? Me tienes una mañana entera como tu humilde servidor. No seas mala, ¿eh? - Le advirtió lo último con un brillo divertido en sus orbes antes de guiñarle un ojo con gracia.
Quizás... había sido un poco inconsciente el colarse allí como si nada, pretendiendo que todo saliera bien. Pero... si él no hacía tampoco las locuras, ¿quién las haría?
Pero ni tiempo tuvo de abrir la boca y explicar algo, ya que fue enganchado de la solapa de su traje y, con una casi silenciosa exclamación acabó por salir pitando para, simplemente, no comer suelo. Porque fijo que de no haber reaccionado rápido, se hubiera roto la boca contra el suelo. Tras corretear por las escaleras al bajarlas y, girar por uno de los pasillos, se detuvo con un jadeo cuando por fin fue soltado y, al parecer, ya no siendo perseguidos. Apoyó una de sus enguatadas manos en la pared y respiró hondo.
No se había matado... eso debía de celebrarlo. Pero ese reproche por parte de ella le hizo encogerse un poco en sí mismo, como haría un cachorrillo al ser regañado. Mas no tardó en volver a erguirse y sonreír ampliamente, ya libre de todas las miradas y personas de allí. - Juego a colarme en tu academia para visitarla. ¡Es enorme! - Soltó somo si con eso justificara todo aquello, a pesar de no hacerlo. Se acercó a ella un par de pasos más para poder picarle la mejilla con uno de sus dedos, sonriendo con un aire jovial y travieso. - No podía simplemente colarme como si nada, así que simplemente decidí hacerme pasar por tu sirviente. ¿No es perfecto? Me tienes una mañana entera como tu humilde servidor. No seas mala, ¿eh? - Le advirtió lo último con un brillo divertido en sus orbes antes de guiñarle un ojo con gracia.
Quizás... había sido un poco inconsciente el colarse allí como si nada, pretendiendo que todo saliera bien. Pero... si él no hacía tampoco las locuras, ¿quién las haría?
Andrew Luhrmann
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