Superando al enemigo [Priv. Odette]
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Superando al enemigo [Priv. Odette]
Finalmente había llegado el momento de su encuentro. Calliope lo había estado retrasando, no quería tener nada que ver con su estúpida prima, no quería tener nada que ver con ella porque entonces la pequeña fama que había podido construir se iba a evaporar, porque ella era muchísimo más famosa y popular, Calliope lo sabía, no podía estar evitando lo inevitable. Odette ya sabía que ella estaba en la academia y solamente les faltaba encontrarse, eso era lo que cualquiera habría hecho al instante. Se había preparado para ese momento, pero después de todo no estaba lista. Le dijo a su prima que se encontrarían en las instalaciones principales de la escuela, pero ella no estaba de humor para encontrarse con su prima, no aun. En lugar de eso, se metió en el auditorio. Siempre había querido entrar, pero nunca se sentía cosa suficiente como para hacerlo.
Respiró profundamente, se alisó la falda negra que usaba y el blazer turquesa, también se acomodó el listón negro en el cuello de la blusa blanca y se acomodó una calceta sobre la rodilla. Se mordió el labio interior mientras caminaba por el pasillo cubierto con alfombra rojiza. Acarició los asientos aterciopelados y comenzó a pensar en todas las cosas que quería conseguir. Ella quería poder pararse en un escenario como ese, quería volverse mejor de lo que era, quería superar a su prima, pero no para convertirse en una idol, sino para ser la actriz de drama musical más conocida del mundo. Quizás como las grandes de Broadway, que más daba que ella solamente fuera una joven de origen griego con la misma oportunidad de triunfar que cualquier persona a su alrededor. Quizás si se esforzaba, sería la mejor, pero sentía que primero tenía asegurarse de que podía vencer a su prima, de que ella no era más que la sombra de su pasado dando vueltas dentro. Comenzó a tararear una canción que conocía desde hace tiempo y luego miró a otra parte, ¿debería estar yéndose? Bajo la mirada.
—Es... Tan difícil hacer lo correcto.— Se hizo ovillo en el centro del escenario y comenzó a sollozar sin importar que los pliegues se hicieran en su falda y se viera desorganizada.
Respiró profundamente, se alisó la falda negra que usaba y el blazer turquesa, también se acomodó el listón negro en el cuello de la blusa blanca y se acomodó una calceta sobre la rodilla. Se mordió el labio interior mientras caminaba por el pasillo cubierto con alfombra rojiza. Acarició los asientos aterciopelados y comenzó a pensar en todas las cosas que quería conseguir. Ella quería poder pararse en un escenario como ese, quería volverse mejor de lo que era, quería superar a su prima, pero no para convertirse en una idol, sino para ser la actriz de drama musical más conocida del mundo. Quizás como las grandes de Broadway, que más daba que ella solamente fuera una joven de origen griego con la misma oportunidad de triunfar que cualquier persona a su alrededor. Quizás si se esforzaba, sería la mejor, pero sentía que primero tenía asegurarse de que podía vencer a su prima, de que ella no era más que la sombra de su pasado dando vueltas dentro. Comenzó a tararear una canción que conocía desde hace tiempo y luego miró a otra parte, ¿debería estar yéndose? Bajo la mirada.
—Es... Tan difícil hacer lo correcto.— Se hizo ovillo en el centro del escenario y comenzó a sollozar sin importar que los pliegues se hicieran en su falda y se viera desorganizada.
Calliope J. Chrysomallis
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Re: Superando al enemigo [Priv. Odette]
Semanas ya habían pasado desde que me había enterado de que mi prima Calliope, la cual siempre de niña había hecho hasta lo imposible por rivalizar conmigo hasta en el más mínimo detalle y a la que ahora no podía recordar de manera grata, había sido inscrita en la academia igual que yo, con la única diferencia de que su especialidad radicaba en Teatro y no en música. No había hecho absolutamente nada para ponerme en contacto con ella, en primera porque teníamos ya varios años de haber perdido el contacto por completo, y en segundo porque no podía evitar pensar que si se encontraba allí, era únicamente para encontrar la manera de demostrar que era mejor que yo. ¿Hasta cuándo iba a madurar? Nunca, ni siquiera cuando contaba con escasa edad, la había considerado como un rival o alguien a quien superar, y no porque no la creyera con el talento suficiente para estar a mi altura, sencillamente porque no tenía ni el más mínimo interés de competir contra alguien que hacía las cosas por vanidad y no por verdadera vocación. Mientras ella no plantara bien los pies en la tierra, jamás la tendría como digna en este tan reñido medio.
Y ahora era ella quien me citaba para vernos, ya cuando habían pasado tantos días desde su llegada y cuando era más que obvio que desde un inicio sabía de mi estadía aquí. Definitivamente no podía tener como motivo un "conmovedor" encuentro familiar. A pesar de saber aquello, acudí al lugar señalado previamente por ella y la esperé el tiempo que consideré el prudente; odiaba que me hicieran esperar y obviamente no la tenía en la suficiente estima como para seguir soportando más tiempo del que la cortecía dictaba. Así que transcurrida la media hora, sin ningún preámbulo y mucho menos sintiéndome culpable al respecto, me aparté del edificio para encaminarme hacia el auditorio para ensayar, tal cual como lo había planeado antes de que aquella absurda invitación por parte de Calliope llegara a mis manos. Tenía una agenda demasiado ajustada como para dar importancia a pequeñeces.
Una vez en mi destino, y aferrando contra mi pecho aquella carpeta que contenía las partituras de la canción que interpretaría en el festival otoñal de la ciudad, entré en el oscuro y supuestamente vacío recinto. Cual fue mi sorpresa al escuchar unos suaves sollozos en el interior. Antes de asustarme o permitir que la imaginación me traicionara, accioné el interruptor de la luz y esta terminó de iluminar el lugar, provocando que pestañeara un par de veces para acostumbrarme.
-¿Calliope? ¿Qué haces aquí? -inquirí con recelo, observando la silueta de la que aún reconocía como perteneciente a mi prima. Me acerqué un poco más a donde ella se encontraba, cerca del escenario- ¿Ha sucedido algo acaso?
Claro, era mi familiar después de todo y no podía denigrar el orgullo de los Chrysomallis ignorando el lamentable estado de la chica peliplatinada.
Y ahora era ella quien me citaba para vernos, ya cuando habían pasado tantos días desde su llegada y cuando era más que obvio que desde un inicio sabía de mi estadía aquí. Definitivamente no podía tener como motivo un "conmovedor" encuentro familiar. A pesar de saber aquello, acudí al lugar señalado previamente por ella y la esperé el tiempo que consideré el prudente; odiaba que me hicieran esperar y obviamente no la tenía en la suficiente estima como para seguir soportando más tiempo del que la cortecía dictaba. Así que transcurrida la media hora, sin ningún preámbulo y mucho menos sintiéndome culpable al respecto, me aparté del edificio para encaminarme hacia el auditorio para ensayar, tal cual como lo había planeado antes de que aquella absurda invitación por parte de Calliope llegara a mis manos. Tenía una agenda demasiado ajustada como para dar importancia a pequeñeces.
Una vez en mi destino, y aferrando contra mi pecho aquella carpeta que contenía las partituras de la canción que interpretaría en el festival otoñal de la ciudad, entré en el oscuro y supuestamente vacío recinto. Cual fue mi sorpresa al escuchar unos suaves sollozos en el interior. Antes de asustarme o permitir que la imaginación me traicionara, accioné el interruptor de la luz y esta terminó de iluminar el lugar, provocando que pestañeara un par de veces para acostumbrarme.
-¿Calliope? ¿Qué haces aquí? -inquirí con recelo, observando la silueta de la que aún reconocía como perteneciente a mi prima. Me acerqué un poco más a donde ella se encontraba, cerca del escenario- ¿Ha sucedido algo acaso?
Claro, era mi familiar después de todo y no podía denigrar el orgullo de los Chrysomallis ignorando el lamentable estado de la chica peliplatinada.
Odette Chrysomallis
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Re: Superando al enemigo [Priv. Odette]
Estaba irritada, Odette siempre había sido la más popular, la más bonita y la más querida en su familia. Su talento era alabado por todos en su casa y en la casa de sus abuelos. Se sentía demasiado sofocada por tanta presión sobre su persona, porque ella quería ser la mejor, quería ser mejor que Odette y que las personas en la familia le reconocieran de la misma forma aunque no era tan linda (quizás talentosa si) como su prima. Un suspiro se escapó de sus labios, y miró a su alrededor buscando algo de paz para calmarse. Quizás debería considerar conseguir un té de manzanilla o de manzana para cuidar sus cuerdas vocales o algo parecido, algo que consiguiera tranquilizarle de todo el pesar que sabía llevaba arrastrando desde hacia tiempo.
Ni siquiera había sentido el momento en que la luz del escenario había sido encendida. Sentía tal dolor en el pecho que solamente quería arrancar todo el sentimiento que emergía de este. Era demasiado para que una joven ambiciosa y soñadora de su edad lo comprendiera. Quería atraer la atención sobre su persona pero sin importar cuanto se esforzara la imagen de Odette aparecía en todas partes. Puede ser que en un principio pareciera que solamente quería estar por encima de su prima, pero no era del todo de esa forma, también quería superarse y crecer. Sabía que tenía dos opciones para conseguir su meta, una era ignorar cuanto odio y deseo de superación tenía hacia su prima, la otra forma era enfocándose en mejorar y no detenerse hasta culminar su meta.
Quizás por el hecho de estar pensando tan profundamente en eso, fue que se sobresaltó cuando escuchó aquella voz tan familiar refiriéndose a ella. Se secó, inútilmente, las lágrimas que se habían lanzado por sus mejillas y giró la mirada en una escena un tanto lastimera.—¿Odette?— Cuestionó e intentó mantener la seriedad en su voz.—O-olvidé la hora en la que debíamos encontrarnos.— Exclamó, intentando restarle importancia a lo que estaba sucediendo en ese momento.
Ni siquiera había sentido el momento en que la luz del escenario había sido encendida. Sentía tal dolor en el pecho que solamente quería arrancar todo el sentimiento que emergía de este. Era demasiado para que una joven ambiciosa y soñadora de su edad lo comprendiera. Quería atraer la atención sobre su persona pero sin importar cuanto se esforzara la imagen de Odette aparecía en todas partes. Puede ser que en un principio pareciera que solamente quería estar por encima de su prima, pero no era del todo de esa forma, también quería superarse y crecer. Sabía que tenía dos opciones para conseguir su meta, una era ignorar cuanto odio y deseo de superación tenía hacia su prima, la otra forma era enfocándose en mejorar y no detenerse hasta culminar su meta.
Quizás por el hecho de estar pensando tan profundamente en eso, fue que se sobresaltó cuando escuchó aquella voz tan familiar refiriéndose a ella. Se secó, inútilmente, las lágrimas que se habían lanzado por sus mejillas y giró la mirada en una escena un tanto lastimera.—¿Odette?— Cuestionó e intentó mantener la seriedad en su voz.—O-olvidé la hora en la que debíamos encontrarnos.— Exclamó, intentando restarle importancia a lo que estaba sucediendo en ese momento.
Calliope J. Chrysomallis
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Re: Superando al enemigo [Priv. Odette]
Contemplé de soslayo a la chica que tenía frente a mí. Causaba lástima aquella patética situación de la joven, y hasta cierto punto me avergonzaba el compartir sangre con ella, también que portara en sí el mismo apellido y honor de los Chrysomallis. No porque llorara, sino por la forma tan denigrante en la lo hacía. Entrecerré ligeramente los ojos, analizándola críticamente mientras esta se limpiaba las lágrimas y balbuceaba tan patética excusa.
-Por supuesto -exclamé con un tono de voz que dejaba muy en claro que no le creía en lo más mínimo. ¿Por quién me tomaba? Si ella no había madurado, al menos yo sí. Ambas éramos espirituales, y como seres capaces de sentir en sí los sentimientos ajenos, era muy tonto de la contraria el creerse que no iba a saber que ni siquiera tuvo intenciones de acudir. En verdad, daba lástima- pero eso no me interesa, ¿por qué lloras esta vez?
Por supuesto que no olvidaba todas aquellas veces que, cuando niñas, la encontré en un estado parecido, ya fuera por simples berrinches de niña mimada como de demostraciones de dolor por algún simple daño superficial. Esa era la imagen que tenía de mi prima Calliope, una niñita competitiva y frustrada por no poder obtener todo lo que su mente demandaba. ¿Cuándo fue que todo inició? ¿Cómo fue que aquella rivalidad de mi prima hacia mí se dio? No podía entenderlo, sobre todo porque nunca le había dado pie para que sintiera que yo era una amenaza en su camino. En lo que a mí respecta, jamás hice las cosas por sobresalir o demostrar ser superior a alguien, todo lo contrario... Las hacía por gusto propio y sin importarme en lo más mínimo lo que ajenos opinaran al respecto. ¿En verdad estaba tan sumergida en sus propias fantasías que nunca se había percatado de todo esto? ¿De todo lo que tuve que hacer para poder estar de pie en el lugar que ahora me encontraba? Si había alguien que debería de sentir envidia era yo, no ella. Ella, como parte de la rama secundaria de los Chrysomallis, no se veía tan atada por su apellido como me encontraba yo; Calliope había podido tomar aquel camino sin ningún contratiempo y sin nada que la detuviera, mientras que yo había tenido que encontrarme con una muralla casi impenetrable de rotunda negación y reprobación ante la idea de llevar a cabo mis sueños. ¿Qué no se daba cuenta que había sacrificado más de una cosa por conseguir llegar hasta donde estaba ahora? Mi camino recorrido no había sido nada sencillo; no era ella la que tenía que llevar un compromiso poco deseado a cuestas con tal de tener la libertad de realizar su vocación. En cambio ella, que tenía un destino más flexible, prefería atarse por propia voluntad a una tonta rivalidad a la que nunca le hallaría un sentido de ser. En verdad que Calliope y yo jamás podríamos entendernos la una a la otra.
Me encaminé a un costado del auditorio para subir las escalinatas paralelas que me llevarían al escenario y, haciendo resonar los tacones de mis zapatillas contra la madera del mismo y siéndome devuelto el eco en el enorme recinto, me acerqué a ella, mirándola desde lo alto.
-¿Tienes autorización para estar aquí? Necesitas de un permiso especial para entrar... Aunque no te preocupes, no te echaré de cabeza ni mucho menos. Al fin y al cabo tú eras la que quería verme, ¿no es cierto? Para algo me haías citado... Puedes aprovechar este encuentro para ello -hablé con naturalidad y, hasta cierto punto, indiferencia. Con aquel tinte diplomático que siempre me caracterizaba cuando se trataba de negocios.
-Por supuesto -exclamé con un tono de voz que dejaba muy en claro que no le creía en lo más mínimo. ¿Por quién me tomaba? Si ella no había madurado, al menos yo sí. Ambas éramos espirituales, y como seres capaces de sentir en sí los sentimientos ajenos, era muy tonto de la contraria el creerse que no iba a saber que ni siquiera tuvo intenciones de acudir. En verdad, daba lástima- pero eso no me interesa, ¿por qué lloras esta vez?
Por supuesto que no olvidaba todas aquellas veces que, cuando niñas, la encontré en un estado parecido, ya fuera por simples berrinches de niña mimada como de demostraciones de dolor por algún simple daño superficial. Esa era la imagen que tenía de mi prima Calliope, una niñita competitiva y frustrada por no poder obtener todo lo que su mente demandaba. ¿Cuándo fue que todo inició? ¿Cómo fue que aquella rivalidad de mi prima hacia mí se dio? No podía entenderlo, sobre todo porque nunca le había dado pie para que sintiera que yo era una amenaza en su camino. En lo que a mí respecta, jamás hice las cosas por sobresalir o demostrar ser superior a alguien, todo lo contrario... Las hacía por gusto propio y sin importarme en lo más mínimo lo que ajenos opinaran al respecto. ¿En verdad estaba tan sumergida en sus propias fantasías que nunca se había percatado de todo esto? ¿De todo lo que tuve que hacer para poder estar de pie en el lugar que ahora me encontraba? Si había alguien que debería de sentir envidia era yo, no ella. Ella, como parte de la rama secundaria de los Chrysomallis, no se veía tan atada por su apellido como me encontraba yo; Calliope había podido tomar aquel camino sin ningún contratiempo y sin nada que la detuviera, mientras que yo había tenido que encontrarme con una muralla casi impenetrable de rotunda negación y reprobación ante la idea de llevar a cabo mis sueños. ¿Qué no se daba cuenta que había sacrificado más de una cosa por conseguir llegar hasta donde estaba ahora? Mi camino recorrido no había sido nada sencillo; no era ella la que tenía que llevar un compromiso poco deseado a cuestas con tal de tener la libertad de realizar su vocación. En cambio ella, que tenía un destino más flexible, prefería atarse por propia voluntad a una tonta rivalidad a la que nunca le hallaría un sentido de ser. En verdad que Calliope y yo jamás podríamos entendernos la una a la otra.
Me encaminé a un costado del auditorio para subir las escalinatas paralelas que me llevarían al escenario y, haciendo resonar los tacones de mis zapatillas contra la madera del mismo y siéndome devuelto el eco en el enorme recinto, me acerqué a ella, mirándola desde lo alto.
-¿Tienes autorización para estar aquí? Necesitas de un permiso especial para entrar... Aunque no te preocupes, no te echaré de cabeza ni mucho menos. Al fin y al cabo tú eras la que quería verme, ¿no es cierto? Para algo me haías citado... Puedes aprovechar este encuentro para ello -hablé con naturalidad y, hasta cierto punto, indiferencia. Con aquel tinte diplomático que siempre me caracterizaba cuando se trataba de negocios.
Odette Chrysomallis
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Re: Superando al enemigo [Priv. Odette]
Estar cerca de ella no era sencillo. Levantarse todos los días en la academia donde ella estudiaba, no era sencillo. Saber que todos en tu casa le idolatraban, no era sencillo. Desde siempre, Calliope tenía que lidiar con sus sentimientos hacia Odette, aunque sinceramente, ella estaba harta de tener que compararse todo el tiempo con ella. No quería ser como Odette, quería ser ella misma. Cantar las canciones que le gustaban y si a alguien le agradaba que bien y si no, pues ni modo. No quería simpatizar con ella, la odiaba. Detestaba la forma tan estúpida en la que le hablaba, como si fuera superior. Calliope detestaba la forma en la que ella le hablaba, siempre le había observado con ese deje de superioridad, como si ella y Calliope estuvieran en dimensiones ajenas, separadas, como si fueran de rangos diferentes. Quizás era eso lo que le hacía sentir tan desgarradoramente molesta. Completamente irritada. Por eso la detestaba y también detestaba creerse el sentimiento de inferioridad que ella le provocaba, que su familia le provocaba.
—No creo que realmente te importe que me aflija.— Fue mordaz, porque era lo que creía con sinceridad. Bien sabía la forma en la que ella le veía. Sabía cómo sus padres lo hacían y siendo sus progenitores, podía imaginar cómo su prima debería verle. No entendía como la gente podía pensar que le conocía y que seguía siendo de la forma que era antes. Odette pensaba de la misma forma que pensaban los estúpidos adultos que hablaban sobre Calliope, como si fuera una niña malcriada. La detestaba, no era muy diferente a los adultos que creían que podía entenderle. —Quería invitarte… A mi presentación debut en Idarion.— Murmura, con las mejillas arreboladas por los nervios. Era claro que Odette era la única familia en ese lugar que podría estar presente. No esperaba que pudiera, era una invitación por cortesía. Pero, en el fondo, quería que ella estuviera ahí.—Eres la única de la familia que puede ir…— Murmuro, sin verle a los ojos. Admiraba a Odette, sería maravillo que ella pudiera ir, pero no tenía suficiente esperanza. Ellas siempre habían sido como el agua y el aceite, demasiado diferentes.
Ella no tenía idea de los motivos por los que su prima le odiaba tanto. Calliope podría haber sido pesada cuando eran niñas, pero se entendía. ¡Era una niña! Cualquier persona de familia rica habría tenido una personalidad tan “indeseable” justo como la de ella. Pero, bueno, es que Odette había sido “tan buena niña y tan estudiosa y magnífica” que ni siquiera había pensado en que Calliope podría ser diferente a ella. Era realmente molesta. No entendía que podía estar mal en la cabeza de su prima. Ella no podía permitirse errores, por eso se había sentido tan frustrada cuando le pregunto si tenía autorización para estar ahí. Nunca había escuchado algo como eso, y había entrado miles de veces sin preocuparse por si tenía permiso de estar ahí o no. Detestaba eso de su prima. Pero había decidido superarlo.
—No tienes que ir si no quieres, pero…— Baja la mirada un poco más nerviosa.—Solamente, me gustaría que fueras.— Se seca las mejillas antes de levantarse y bajar las escaleras del pequeño teatro. Quizás Odette veía algo más en sus palabras, pero más sincera no podía ser.
—No creo que realmente te importe que me aflija.— Fue mordaz, porque era lo que creía con sinceridad. Bien sabía la forma en la que ella le veía. Sabía cómo sus padres lo hacían y siendo sus progenitores, podía imaginar cómo su prima debería verle. No entendía como la gente podía pensar que le conocía y que seguía siendo de la forma que era antes. Odette pensaba de la misma forma que pensaban los estúpidos adultos que hablaban sobre Calliope, como si fuera una niña malcriada. La detestaba, no era muy diferente a los adultos que creían que podía entenderle. —Quería invitarte… A mi presentación debut en Idarion.— Murmura, con las mejillas arreboladas por los nervios. Era claro que Odette era la única familia en ese lugar que podría estar presente. No esperaba que pudiera, era una invitación por cortesía. Pero, en el fondo, quería que ella estuviera ahí.—Eres la única de la familia que puede ir…— Murmuro, sin verle a los ojos. Admiraba a Odette, sería maravillo que ella pudiera ir, pero no tenía suficiente esperanza. Ellas siempre habían sido como el agua y el aceite, demasiado diferentes.
Ella no tenía idea de los motivos por los que su prima le odiaba tanto. Calliope podría haber sido pesada cuando eran niñas, pero se entendía. ¡Era una niña! Cualquier persona de familia rica habría tenido una personalidad tan “indeseable” justo como la de ella. Pero, bueno, es que Odette había sido “tan buena niña y tan estudiosa y magnífica” que ni siquiera había pensado en que Calliope podría ser diferente a ella. Era realmente molesta. No entendía que podía estar mal en la cabeza de su prima. Ella no podía permitirse errores, por eso se había sentido tan frustrada cuando le pregunto si tenía autorización para estar ahí. Nunca había escuchado algo como eso, y había entrado miles de veces sin preocuparse por si tenía permiso de estar ahí o no. Detestaba eso de su prima. Pero había decidido superarlo.
—No tienes que ir si no quieres, pero…— Baja la mirada un poco más nerviosa.—Solamente, me gustaría que fueras.— Se seca las mejillas antes de levantarse y bajar las escaleras del pequeño teatro. Quizás Odette veía algo más en sus palabras, pero más sincera no podía ser.
Calliope J. Chrysomallis
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Re: Superando al enemigo [Priv. Odette]
-Si te hace feliz pensar eso, no hay problema por mí -repliqué, mirándola desde lo alto y con una ceja elegantemente alzada. Ya me estaba comenzando a fastidiar tener que lidiar con la actitud de mi prima, como si todo el mundo la odiase o algo por el estilo. Quizá, si empezara a preocuparse más en cómo se ve a sí misma en lugar de en cómo la ven los demás, podría llegar a madurar y avanzar un poco más en su camino a... a donde fuera que se dirigía. El tener que sentir tan intensamente las emociones ajenas me sacaba un tanto de quicio, pero como siempre, logré mantener una fachada diplomática y serena. Ser profesional significaba tener dicha habilidad, y muchas más; pero eso era algo que la contraria, por lo pronto, no comprendería. ¿Por qué? Porque estaba más ensimismada en una rivalidad absurda en lugar de superarse a sí misma, porque no estaba interesada en ser una profesional y poner pasión en lo que hacía, y mientras fuera así, no obtendría absolutamente nada, desde mi perspectiva-. Sólo te pediré que trates de disimular un poco tu rencor hacia mí, ya eres demasiado obvia en el exterior como para también tener que lidiar con tus emociones.
Sin más, me aparté de donde estaba ella y me dirigí a la parte trasera del escenario, en un rincón, allí donde uno de los extremos del telón lograba cubrir los interruptores de la luz y audio. Tomé una pequeña grabadora que allí había y la conecté. Preparé todo para que el instrumental estuviera listo para que pudiera practicar con comodidad. Solía ensayar a todas horas, o al menos aquellas que mi trabajo y clases me dejaban libres: en mi habitación, en salones disponibles de la sección de música, en los jardines, a acapella y con instrumental. Me sentía preparada para enfrentar este, uno de mis mayores retos. Había solicitado el uso del auditorio sólo porque necesitaba medir espacios y sentirme a gusto en un escenario basto y parecido al que pondrían en el festival. Sólo así podría dar una mejor presentación.
Me olvidé de la presencia de mi prima mientras hacía todo esto, puesto que la joven, al parecer, no tenía ya nada más relevante por decir. Y si ella no tenía mejores cosas que hacer, yo sí. Accioné el aparato y el instrumental interpretado por la orquesta que me acompañaría comenzó a resonar por todo el recinto, devolviéndome el eco con sutileza y agrado. Sí, no había nada mejor que estar de pie en medio de un escenario como aquel, definitivamente. No cambiaría esa sensación por cualquier otra cosa. Cuando me giré y me dispuse a adueñarme del espacio con mi interpretación, pude darme cuenta que Calliope seguía allí, sólo que había bajado y ahora estaba en la zona del público. Mientras el intro avanzaba, contemplé con cierto interés a la rubia mientras esta hablaba de una invitación para su presentación en Idarion. ¿Ya debutaba en los escenarios? Vaya, esa era una sorpresa... pero más aún el verla tan... ¿nerviosa? No entendía el porqué. Seguí mirándole, en silencio aún después de que esta dejara de hablar. Al menos la hostilidad de sus emociones había desaparecido, cosa que agradecí y a la vez me hizo percatarme que la chica sí deseaba que yo asistiera. ¿Para qué?
-No tengo ningún inconveniente, me gustará asistir -respondí al fin, con una ligera sonrisa- sólo tendrás que decirme lugar, fecha y hora para evitar que algún compromiso laboral se cruce. Pero iré, Calliope, gracias por invitarme -tal vez lo hacía sólo porque sería la única familiar con acceso rápido para ir a 'apoyarla', pero aún así era sincera mi gratitud. Porque bien pudo haber tenido la opción de no hacerlo, y tampoco intuía que se tratara de alguna manera de demostrarme que ella era 'mejor'. Así que sí, le creía.
En cuanto dije eso, cerré los ojos y tomé aire, pues el inicio instrumental estaba por concluir y era hora de mi turno. En el momento justo, volví a abrir los ojos y al hacer lo mismo con mis labios, entoné con melodiosa voz la letra de aquella melodía. Me olvidé de los problemas o asuntos familiares, sólo permití que mi cuerpo se embriagara con la música y fue así como me adueñé del escenario en el cual me encontraba en pie, tratando de conquistar con mi canto y también de hacer llegar mis sentimientos a través de este a un público inexistente...
No, inexistente no, aún estaba Calliope allí.
Sin más, me aparté de donde estaba ella y me dirigí a la parte trasera del escenario, en un rincón, allí donde uno de los extremos del telón lograba cubrir los interruptores de la luz y audio. Tomé una pequeña grabadora que allí había y la conecté. Preparé todo para que el instrumental estuviera listo para que pudiera practicar con comodidad. Solía ensayar a todas horas, o al menos aquellas que mi trabajo y clases me dejaban libres: en mi habitación, en salones disponibles de la sección de música, en los jardines, a acapella y con instrumental. Me sentía preparada para enfrentar este, uno de mis mayores retos. Había solicitado el uso del auditorio sólo porque necesitaba medir espacios y sentirme a gusto en un escenario basto y parecido al que pondrían en el festival. Sólo así podría dar una mejor presentación.
Me olvidé de la presencia de mi prima mientras hacía todo esto, puesto que la joven, al parecer, no tenía ya nada más relevante por decir. Y si ella no tenía mejores cosas que hacer, yo sí. Accioné el aparato y el instrumental interpretado por la orquesta que me acompañaría comenzó a resonar por todo el recinto, devolviéndome el eco con sutileza y agrado. Sí, no había nada mejor que estar de pie en medio de un escenario como aquel, definitivamente. No cambiaría esa sensación por cualquier otra cosa. Cuando me giré y me dispuse a adueñarme del espacio con mi interpretación, pude darme cuenta que Calliope seguía allí, sólo que había bajado y ahora estaba en la zona del público. Mientras el intro avanzaba, contemplé con cierto interés a la rubia mientras esta hablaba de una invitación para su presentación en Idarion. ¿Ya debutaba en los escenarios? Vaya, esa era una sorpresa... pero más aún el verla tan... ¿nerviosa? No entendía el porqué. Seguí mirándole, en silencio aún después de que esta dejara de hablar. Al menos la hostilidad de sus emociones había desaparecido, cosa que agradecí y a la vez me hizo percatarme que la chica sí deseaba que yo asistiera. ¿Para qué?
-No tengo ningún inconveniente, me gustará asistir -respondí al fin, con una ligera sonrisa- sólo tendrás que decirme lugar, fecha y hora para evitar que algún compromiso laboral se cruce. Pero iré, Calliope, gracias por invitarme -tal vez lo hacía sólo porque sería la única familiar con acceso rápido para ir a 'apoyarla', pero aún así era sincera mi gratitud. Porque bien pudo haber tenido la opción de no hacerlo, y tampoco intuía que se tratara de alguna manera de demostrarme que ella era 'mejor'. Así que sí, le creía.
En cuanto dije eso, cerré los ojos y tomé aire, pues el inicio instrumental estaba por concluir y era hora de mi turno. En el momento justo, volví a abrir los ojos y al hacer lo mismo con mis labios, entoné con melodiosa voz la letra de aquella melodía. Me olvidé de los problemas o asuntos familiares, sólo permití que mi cuerpo se embriagara con la música y fue así como me adueñé del escenario en el cual me encontraba en pie, tratando de conquistar con mi canto y también de hacer llegar mis sentimientos a través de este a un público inexistente...
No, inexistente no, aún estaba Calliope allí.
- Canción:
Odette Chrysomallis
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Re: Superando al enemigo [Priv. Odette]
Le molestaba mucho lo que su diplomática prima solía pensar de ella. La verdad es que a veces pensaba que Odette ni siquiera podía dejar de hablar de lo que ya pensaba normalmente y abrirse a una nueva opinión, ella era realmente estúpida. Lo sabía y lo pensaba seriamente. Le gustaba mucho su prima, siempre la había querido y si había sentido muchísimo odio hacia ella, pero sobre todo porque nunca había sido posible que le entendiera. Aquello era irritante. Ella no se merecía ese tipo de maltrato hacia su persona. Frunció el ceño, siendo terriblemente infantil como Odette solía decir que lo era, y quizá era cierto, era realmente estúpida y rencorosa, pero Odette también lo era. Con toda su faceta de serenidad y cosas correctas… Ella estaba demasiado perdida en lo que pensaba que era correcto. Ella no tenía… Ella no tenía nada de correcto, ni siquiera tenía idea de lo que estaba pasando en su cabeza.
—¡Bien!— Exclamó de repente mirándole con algo más que el odio en su mirada. No la odiaba, realmente no, pero siempre que comentaba cualquier cosa se daba cuenta de que no podrían llevarse bien y que no importaba cuanto lo intentara, lo mejor era que no lo intentara y que no pensara en su prima como alguien con quien contar, que mejor podía encontrarse a alguien para que le acompañara y que no tenía que molestarse con ello.—Entonces, no vengas.— Le molestaba la idea de saber que su prima le dijera que dejara de ver la forma en la que era, resultaba bastante molesto.—Haré caso a la sugerencia de mi madre y le pediré a Dante que me acompañe.— Fue bastante personal al decir su nombre de pila, dándole a entender a su prima que ya le había conocido. Dudaba que ella se diera cuenta, pero… Era una jugada sucia, lo sabía. Pero, a veces se irritaba tanto que todo intento de llevar el juego tranquilo se esfumaba y no podía evitar molestarse tremendamente.
Le molestaba cuan superior podía sentirse Odette. Detestaba la idea de que se pusiera a hacer una demostración de sus talentos. Se sentía un poco irritada, pero no dijo nada. Aunque detestara admitirlo la música de Odette siempre había conseguido tranquilizarle. Tenía una voz celestial, por más que lo detestara, y aunque ella misma no podía compararse con el talento de su prima, sabía que era igual de buena que ella. De alguna forma, era realmente hábil con lo que hacía, pero no tanto como ella. Quizás en diferentes géneros. Era posible que tuviera que dejar de pensar de aquella forma, ser un poco más inteligente con lo que estaba sucediendo ahí. Quizás así podría enfocarse completamente en su carrera, pero era complicado olvidar que tu prima es asombrosa y toda la familia la ama y que tu solamente eres tu…
—Realmente no lo entiendes, Thea.— Expresó dirigiéndose a su nombre real. Pero no lo dijo tan fuerte como para que le escuchara, solamente dejó que la música impregnara el sitio y luego se levantó, con una muy pequeña sonrisa. Se limpió las lágrimas del rostro y miró con una leve sonrisa a su prima. Ella era tan talentosa, quizás necesitaba arreglar sus problemas de actitud pero fuera de eso era talentosa. —Bueno, si puedes hacerte el tiempo para venir… Será en unos días al centro de la ciudad. Te enviaré la información cuando mi agente me confirme.— Su voz sonó algo distante, no estaba segura de porqué, pero estaba ansiosa de que ella pudiera asistir.—Me haría muy feliz verte ahí.— Quiso mencionar lo mucho que le había gustado la película, pero se vio incapaz de comentarlo. Solamente se levantó dispuesta a alejarse del lugar.
—¡Bien!— Exclamó de repente mirándole con algo más que el odio en su mirada. No la odiaba, realmente no, pero siempre que comentaba cualquier cosa se daba cuenta de que no podrían llevarse bien y que no importaba cuanto lo intentara, lo mejor era que no lo intentara y que no pensara en su prima como alguien con quien contar, que mejor podía encontrarse a alguien para que le acompañara y que no tenía que molestarse con ello.—Entonces, no vengas.— Le molestaba la idea de saber que su prima le dijera que dejara de ver la forma en la que era, resultaba bastante molesto.—Haré caso a la sugerencia de mi madre y le pediré a Dante que me acompañe.— Fue bastante personal al decir su nombre de pila, dándole a entender a su prima que ya le había conocido. Dudaba que ella se diera cuenta, pero… Era una jugada sucia, lo sabía. Pero, a veces se irritaba tanto que todo intento de llevar el juego tranquilo se esfumaba y no podía evitar molestarse tremendamente.
Le molestaba cuan superior podía sentirse Odette. Detestaba la idea de que se pusiera a hacer una demostración de sus talentos. Se sentía un poco irritada, pero no dijo nada. Aunque detestara admitirlo la música de Odette siempre había conseguido tranquilizarle. Tenía una voz celestial, por más que lo detestara, y aunque ella misma no podía compararse con el talento de su prima, sabía que era igual de buena que ella. De alguna forma, era realmente hábil con lo que hacía, pero no tanto como ella. Quizás en diferentes géneros. Era posible que tuviera que dejar de pensar de aquella forma, ser un poco más inteligente con lo que estaba sucediendo ahí. Quizás así podría enfocarse completamente en su carrera, pero era complicado olvidar que tu prima es asombrosa y toda la familia la ama y que tu solamente eres tu…
—Realmente no lo entiendes, Thea.— Expresó dirigiéndose a su nombre real. Pero no lo dijo tan fuerte como para que le escuchara, solamente dejó que la música impregnara el sitio y luego se levantó, con una muy pequeña sonrisa. Se limpió las lágrimas del rostro y miró con una leve sonrisa a su prima. Ella era tan talentosa, quizás necesitaba arreglar sus problemas de actitud pero fuera de eso era talentosa. —Bueno, si puedes hacerte el tiempo para venir… Será en unos días al centro de la ciudad. Te enviaré la información cuando mi agente me confirme.— Su voz sonó algo distante, no estaba segura de porqué, pero estaba ansiosa de que ella pudiera asistir.—Me haría muy feliz verte ahí.— Quiso mencionar lo mucho que le había gustado la película, pero se vio incapaz de comentarlo. Solamente se levantó dispuesta a alejarse del lugar.
Calliope J. Chrysomallis
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Re: Superando al enemigo [Priv. Odette]
Sentí como aparecía un tic en mi ojo izquierdo cuando la escuché despotricar en mi contra de aquella forma, haciendo su ya acostumbrado berrinchito de siempre cada que se creía que no obtenía lo que quería. ¿Qué acaso a esa chica le había faltado oxígeno al nacer? ¿Sus neuronas funcionarían bien? Porque, de ser así, tomaba una actitud que dejaba en claro todo lo contrario. ¿Qué acaso no había escuchado mis palabras? Había dicho que sí iría, e incluso le había agradecido la invitación... ¿Y ahora me insultaba como si me hubiera hecho la difícil de convencer? ¡Esa chiquilla mimada no razonaba, eso era seguro! Y aunque me hervía la sangre por dentro, sobre todo cuando hizo mención de mi prometido con aquella familiaridad que me desagradó bastante, me mantuve impertérrita en el exterior y no permití que eso afectara mi actuación en el escenario. Porque sí, porque yo sí me tomaba en serio mi papel y mis deberes, yo sí me esforzaba por obtener lo que quería y no sólo por meros caprichos tontos como ella. A veces me daba lástima, no hubiese querido estar en la posición de mi prima y tener la misma clase de razonamiento que ella usaba. Otras veces me daba igual por lo que la rubia pudiera hacer, siempre y cuando no me afectara a mí en mi desempeño.
Cuando la canción finalizó, tomé una gran bocanada de aire y dejé que mi cuerpo se relajara. No me había gustado del todo la interpretación que había dado, pero eso se debía a que mi mente y corazón habían estado en otros lados lejos de lo que hacía. Sí, un agradecimiento a mi familiar por ello. Me dirigí al estéreo y lo pausé, para así darme un tiempo de concentrarme. Pero por supuesto mi mayor rival en el mundo del espectáculo, y que se notara la ironía en la frase, no me lo iba a dejar tan sencillo. Ahora estaba allí, diciéndome las indicaciones de cómo llegar a su concierto como si minutos atrás no hubiera pretendido abofetearme con sus palabras. E incluso no me pasó por desapercibido ese limpiar de lágrimas... ¡Estaba tratando con toda una bipolar!
-En verdad que eres imposible de tratar, Calliope -volteé a verla, ya exasperada por su actitud. Y aunque sabía comportarme de forma correcta debido a la educación recibida desde mi infancia, y a demás contaba con un perfil profesional que había tenido que desarrollar desde los quince años, tampoco me iba a quedar ya callada, no después de tener que soportar esa actitud tan deplorable de mi prima por más de diez minutos. Para el colmo había que sumarle mi condición como espiritual, así que no sólo tenía que ver aquello que mi prima exteriorizaba, sino incluso percibir la intensidad de emociones que emanaba de sí. Y la mayoría de ellas no eran agradables de captar, eso era seguro. Sabía que la menor pensaba lo peor de mí, y eso me venía teniendo sin cuidado porque la mayoría de las cosas que se creía eran sólo cuentos formados en su mente... y aún si fueran verdad, seguiría sin tenerme cuidado. Porque era obvio que ella aún no se daba a la tarea de conocerse a sí misma, eso seguro-. Te dije que sí iré, incluso agradezco tu invitación pues creo que es sincera... Y vienes y me espetas como si te hubiera rechazado y cerrado la puerta en las narices. No sé si no me entendiste, aunque fui bastante clara y directa al respecto, y sólo tu cerebro captó lo que fue su voluntad o ya directamente ni siquiera me escuchaste. Si deseas invitar a mi prometido para que asista, no tengo ningún inconveniente, y si él quiere ir pues qué mejor para ti. No soy quien para decirle a Dante o a ti qué hacer, pero en este caso te pido que me mantengas a raya de tus disputas internas, porque no me afecta la clase de relación personal que tú y él tengan -eso era mentira, en el fondo lo sabía, que en verdad me había fastidiado el escuchar a mi prima hablar de Dante como si fueran íntimos amigos, pero no lo iba a reconocer en alta voz, al menos no en esta ocasión-. Y, como si eso no fuera suficiente, te olvidas de tus palabras iniciales y ahora incluso me das los detalles de tu evento para que asista, asegurándome que te haría feliz verme allí. No sé cómo tomarme tus impulsos radicales, si son un síntoma de bipolaridad o sencillamente caprichos de una adolescente. Y no digo todo esto para humillarte ni mucho menos, que bien creo capaz a tu mente de empezar a hilar mis palabras a su conveniencia y crearse dicho cuento; te lo digo porque ya me ha fastidiado bastante la actitud que estás tomando conmigo, como si mi intención no hubiera sido otra que la de atacarte. Si tú tienes algún problema y te crees inferior a mí por algún extraño motivo, pues ese es asunto tuyo, pero no me hagas partícipe de tus juegos como si yo también estuviera dispuesta a seguir con esta absurda rivalidad que tú, y sólo tú, sientes que hay entre nosotras.
Ya había dicho todo lo que tenía que decir, ahora que fuera Calliope quien interpretara mis palabras como más le placiera. Yo, por mi parte, no iba a hacer nada por detenerla.
Cuando la canción finalizó, tomé una gran bocanada de aire y dejé que mi cuerpo se relajara. No me había gustado del todo la interpretación que había dado, pero eso se debía a que mi mente y corazón habían estado en otros lados lejos de lo que hacía. Sí, un agradecimiento a mi familiar por ello. Me dirigí al estéreo y lo pausé, para así darme un tiempo de concentrarme. Pero por supuesto mi mayor rival en el mundo del espectáculo, y que se notara la ironía en la frase, no me lo iba a dejar tan sencillo. Ahora estaba allí, diciéndome las indicaciones de cómo llegar a su concierto como si minutos atrás no hubiera pretendido abofetearme con sus palabras. E incluso no me pasó por desapercibido ese limpiar de lágrimas... ¡Estaba tratando con toda una bipolar!
-En verdad que eres imposible de tratar, Calliope -volteé a verla, ya exasperada por su actitud. Y aunque sabía comportarme de forma correcta debido a la educación recibida desde mi infancia, y a demás contaba con un perfil profesional que había tenido que desarrollar desde los quince años, tampoco me iba a quedar ya callada, no después de tener que soportar esa actitud tan deplorable de mi prima por más de diez minutos. Para el colmo había que sumarle mi condición como espiritual, así que no sólo tenía que ver aquello que mi prima exteriorizaba, sino incluso percibir la intensidad de emociones que emanaba de sí. Y la mayoría de ellas no eran agradables de captar, eso era seguro. Sabía que la menor pensaba lo peor de mí, y eso me venía teniendo sin cuidado porque la mayoría de las cosas que se creía eran sólo cuentos formados en su mente... y aún si fueran verdad, seguiría sin tenerme cuidado. Porque era obvio que ella aún no se daba a la tarea de conocerse a sí misma, eso seguro-. Te dije que sí iré, incluso agradezco tu invitación pues creo que es sincera... Y vienes y me espetas como si te hubiera rechazado y cerrado la puerta en las narices. No sé si no me entendiste, aunque fui bastante clara y directa al respecto, y sólo tu cerebro captó lo que fue su voluntad o ya directamente ni siquiera me escuchaste. Si deseas invitar a mi prometido para que asista, no tengo ningún inconveniente, y si él quiere ir pues qué mejor para ti. No soy quien para decirle a Dante o a ti qué hacer, pero en este caso te pido que me mantengas a raya de tus disputas internas, porque no me afecta la clase de relación personal que tú y él tengan -eso era mentira, en el fondo lo sabía, que en verdad me había fastidiado el escuchar a mi prima hablar de Dante como si fueran íntimos amigos, pero no lo iba a reconocer en alta voz, al menos no en esta ocasión-. Y, como si eso no fuera suficiente, te olvidas de tus palabras iniciales y ahora incluso me das los detalles de tu evento para que asista, asegurándome que te haría feliz verme allí. No sé cómo tomarme tus impulsos radicales, si son un síntoma de bipolaridad o sencillamente caprichos de una adolescente. Y no digo todo esto para humillarte ni mucho menos, que bien creo capaz a tu mente de empezar a hilar mis palabras a su conveniencia y crearse dicho cuento; te lo digo porque ya me ha fastidiado bastante la actitud que estás tomando conmigo, como si mi intención no hubiera sido otra que la de atacarte. Si tú tienes algún problema y te crees inferior a mí por algún extraño motivo, pues ese es asunto tuyo, pero no me hagas partícipe de tus juegos como si yo también estuviera dispuesta a seguir con esta absurda rivalidad que tú, y sólo tú, sientes que hay entre nosotras.
Ya había dicho todo lo que tenía que decir, ahora que fuera Calliope quien interpretara mis palabras como más le placiera. Yo, por mi parte, no iba a hacer nada por detenerla.
Odette Chrysomallis
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Re: Superando al enemigo [Priv. Odette]
Siempre sentía que era cada vez más complicado para ella expresarse correctamente cuando estaba cerca de Odette, estaba segura de que todo el tiempo quedaba como una niña mimada que no sabía de lo que hablaba, eso le daba mucha pena, porque en realidad no hablaba mucho de su madurez, pero es que la detestaba tanto… Thea era perfecta, su nombre era lindo aunque no le gustaba ni un poco, tenía una voz de ensueño y un prometido súper atractivo. No entendía cuál era el problema. En cambio, ella siempre tuvo que vivir en su sombra, ser la chica que sus padres querían que fuera, y vivir siempre escuchando como le comparaban con Thea. Debía ser tan talentosa como Thea, tan impresionante como ella. Pese a no tener hermanos mayores, tenía un gran obstáculo para mostrar que era talentosa en la vida. Se sentía abrumada… Y por ello no sabía cómo actuar cuando estaba con su prima. Ni cómo reaccionar, ella le caía bien entre comillas. Las dos tenían un carácter complicado, pero… ¿Odiarla? No. Ella no la odiaba.
La voz de Odette era tan hermosa. Estaba ensimismada en su presentación, ella nunca lograría ser tan buena. Ella nunca tendría una ovación de pie, ella sabía que sería complicado superar la sombra de su prima, era difícil, Calliope lo supo desde la primera vez que la escuchó cantar. Además, sus géneros eran tan diferentes. Thea tenía una voz preciosa, y la suya era un poco… Mediocre. Hermosa, si, maravillosa y seguramente popular por algún tiempo… Pero no era trascendental como la de Thea. ¿Su prima algún día lograría entender la frustración que denotaba? Lo dudaba, en realidad. Su prima nunca había sido muy comprensiva. Se quedó en silencio y luego, bueno, su prima comenzó con el típico discurso sobre su “inmadurez”, la verdad es que aunque Thea intentara negarlo, no la soportaba. No la soportaba y cuando la veía su personalidad perdía toda madurez y diplomacia mostrada con anterioridad. No le sorprendía mucho, pero era idiota pensar que era madura y no pudiera mantener su lengua atada solo porque eran familia.
—Bueno, supongo que a Dante le gustara oír eso.— Murmuró, aunque en realidad, sentía pena por el prometido de su prima. Él la quería tanto y la respetaba como si fuera una princesa y aun así, ella decía que no le interesaba una y otra vez. Ella era tonta. Tenía todo lo que cualquier persona pudiera querer: talento, pasión, un chico con lindos sentimientos por ella, familia y el impulso necesario para salir adelante. ¿Cómo es que no podía verlo? Calliope conocía sus propias limitaciones, podía alcanzar el punto máximo de su talento, tener una banda de pop o rock y hacer giras por el mundo, pero nunca superaría a Thea sin importar que tan duro tratara. Ella estaba en ligas mayores, y solo si moría y volvía a nacer tendría suficiente rango vocal para alcanzarla. Ella sabía que su prima nunca le había querido, bueno, lo sabía desde siempre. Pero se iba a dedicar más en la música, en su carrera como actriz. Y no iba a dar vuelta atrás de nuevo.—Pese a la forma en la que hablan de ti, tienes demasiada poca paciencia y tolerancia, Thea.— Murmura, de nuevo.—Fue una linda canción, como siempre tan talentosa.— Su voz fue vacía y cargada de un sentimiento que en el momento no supo identificar. Sin más, decidió que tuvo suficiente y salió del auditorio. No quería saber más de Thea hasta que no supiera cómo reaccionar frente a ella.
La voz de Odette era tan hermosa. Estaba ensimismada en su presentación, ella nunca lograría ser tan buena. Ella nunca tendría una ovación de pie, ella sabía que sería complicado superar la sombra de su prima, era difícil, Calliope lo supo desde la primera vez que la escuchó cantar. Además, sus géneros eran tan diferentes. Thea tenía una voz preciosa, y la suya era un poco… Mediocre. Hermosa, si, maravillosa y seguramente popular por algún tiempo… Pero no era trascendental como la de Thea. ¿Su prima algún día lograría entender la frustración que denotaba? Lo dudaba, en realidad. Su prima nunca había sido muy comprensiva. Se quedó en silencio y luego, bueno, su prima comenzó con el típico discurso sobre su “inmadurez”, la verdad es que aunque Thea intentara negarlo, no la soportaba. No la soportaba y cuando la veía su personalidad perdía toda madurez y diplomacia mostrada con anterioridad. No le sorprendía mucho, pero era idiota pensar que era madura y no pudiera mantener su lengua atada solo porque eran familia.
—Bueno, supongo que a Dante le gustara oír eso.— Murmuró, aunque en realidad, sentía pena por el prometido de su prima. Él la quería tanto y la respetaba como si fuera una princesa y aun así, ella decía que no le interesaba una y otra vez. Ella era tonta. Tenía todo lo que cualquier persona pudiera querer: talento, pasión, un chico con lindos sentimientos por ella, familia y el impulso necesario para salir adelante. ¿Cómo es que no podía verlo? Calliope conocía sus propias limitaciones, podía alcanzar el punto máximo de su talento, tener una banda de pop o rock y hacer giras por el mundo, pero nunca superaría a Thea sin importar que tan duro tratara. Ella estaba en ligas mayores, y solo si moría y volvía a nacer tendría suficiente rango vocal para alcanzarla. Ella sabía que su prima nunca le había querido, bueno, lo sabía desde siempre. Pero se iba a dedicar más en la música, en su carrera como actriz. Y no iba a dar vuelta atrás de nuevo.—Pese a la forma en la que hablan de ti, tienes demasiada poca paciencia y tolerancia, Thea.— Murmura, de nuevo.—Fue una linda canción, como siempre tan talentosa.— Su voz fue vacía y cargada de un sentimiento que en el momento no supo identificar. Sin más, decidió que tuvo suficiente y salió del auditorio. No quería saber más de Thea hasta que no supiera cómo reaccionar frente a ella.
- Off:
- Puedes continuar ahí Dx, o lo terminamos.
Calliope J. Chrysomallis
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Re: Superando al enemigo [Priv. Odette]
Retuve el aliento por varios segundos antes de dejar escapar el aire entre dientes, a modo de un sutil siseo de exasperación. Por lo general era buena haciendo lo que tenía que hacer, buena tratando los asuntos desagradables con diplomacia y hacerme imponer cuando así yo lo deseaba. Hasta ahora nadie había logrado sacarme de mis casillas en el mundo laboral, y eso que existieron muchos célebres personajes en el medio que desearon tumbarme o hacer conmigo lo que quisieran sólo por tratarse de 'una carita más para el espectáculo'. No, señores, yo les había demostrado que no estaban tratando con sólo una carita, sino con una chica que, si bien aún era joven en edad, poseía el suficiente criterio y experiencia para saber qué era lo que quería y hasta dónde llegaban sus capacidades.
Claro, estábamos hablando de mi carrera, y aunque en los lazos personales no difería demasiado en varios aspectos, todo aquello se quebraba cuando se trataba de mi prima. Aquel ser que buscaba de una u otra forma encontrar hasta la más mínima palabra dicha por mí o acción realizada para tomársela como una ofensa hacia su persona y así despotricar ante la menor oportunidad, sin siquiera detenerse a pensar en cómo son las cosas en la vida real. Muy distintas de como se las recreaba en su cabecita, eso era seguro. Y precisamente por esta característica en mi prima era que no podía soportarla por más tiempo del que se debiera. En nuestra infancia no habíamos tenido demasiado contacto entre sí, para mí siempre fue agradable enterarme de la visita de mis parientes y más si se trataba de alguien con edad parecida a la mía y Leandro, pero al poco tiempo de tratarla con mayor profundidad aprendí a no desear sus visitas con tanta ansiedad. Y es que desde que Calliope había sido una cría, no perdía el tiempo en tratar de rivalizar conmigo hasta en el más mínimo detalle. ¿Por qué nunca pudo ver que en realidad a mí me tenía sin cuidado quién de las dos era mejor en qué? Yo lo hacía para ser la mejor, sí, pero la mejor en lo que me gustaba hacer y no por competir contra nadie. Quería ser mejor por mí y para mí, a diferencia de la concepción ajena que siempre trataba de brillar con base en las opiniones ajenas. ¿Se creía la rubia que para mí fue fácil verme forzada a un matrimonio arreglado con tal de poder así realizar mis sueños de ser cantante profesional? Ella podía pensar que mi vida era fácil, que tenía todo lo que cualquier persona en su sano juicio quisiera tener en la vida y que por ende debería estar feliz y agradecida. Eso podía dejárselo a las chiquillas con la mente llena de conformismos y cuentos de hadas banales; yo tenía establecido desde mi infancia qué era lo que quería para mi vida, y no descansaría hasta tenerlo. Incluso si tenía que sacrificar varias cosas, como mi libertad, para conseguirlo...
La observé marchar, prefiriendo callar para dar por concluido aquel breve encuentro entre ambas. Pude haberle aclarado, una vez más, las cosas... tratar de hacerle ver que yo no tenía ningún interés en verla como rival, ni mucho menos, sino como una prima y compañera... como siempre debió haber sido desde que éramos niñas. Pero no, hasta yo ya estaba fastidiada. Ella tenía razón, en el fondo no tenía ni una pizca de paciencia ni tolerancia para personas como mi prima, que sólo deseaban oír aquello que les convenía sin importar si tergiversaban las palabras ajenas. Ya tuve suficiente de aquello, no iba a molestarme por una minucia cuando tenía entre manos asuntos más importantes por tratar. Que ella interpretara, como siempre, mis palabras como más quisiera, no era quien para hacerle ver cómo estaban las cosas dispuestas en este mundo, ni mucho menos me importaba serlo. Sí, mi tolerancia tenía un límite, y ella hacía años que lo había rebasado con creces.
Si el precio a pagar por librarme de su presencia por el resto de la tarde era escuchar un 'Thea' de sus labios, lo pasaría por alto esta vez.
Así que la dejé marchar, haciendo un leve asentimiento en seca gratitud por el cumplido último, y una vez que me vi sola en aquel enorme auditorio, respiré con profundidad por varios minutos, serenando así mi mente. Una vez lista, retomé mi labor inicial y por la cual me encontraba allí: ensayar.
Claro, estábamos hablando de mi carrera, y aunque en los lazos personales no difería demasiado en varios aspectos, todo aquello se quebraba cuando se trataba de mi prima. Aquel ser que buscaba de una u otra forma encontrar hasta la más mínima palabra dicha por mí o acción realizada para tomársela como una ofensa hacia su persona y así despotricar ante la menor oportunidad, sin siquiera detenerse a pensar en cómo son las cosas en la vida real. Muy distintas de como se las recreaba en su cabecita, eso era seguro. Y precisamente por esta característica en mi prima era que no podía soportarla por más tiempo del que se debiera. En nuestra infancia no habíamos tenido demasiado contacto entre sí, para mí siempre fue agradable enterarme de la visita de mis parientes y más si se trataba de alguien con edad parecida a la mía y Leandro, pero al poco tiempo de tratarla con mayor profundidad aprendí a no desear sus visitas con tanta ansiedad. Y es que desde que Calliope había sido una cría, no perdía el tiempo en tratar de rivalizar conmigo hasta en el más mínimo detalle. ¿Por qué nunca pudo ver que en realidad a mí me tenía sin cuidado quién de las dos era mejor en qué? Yo lo hacía para ser la mejor, sí, pero la mejor en lo que me gustaba hacer y no por competir contra nadie. Quería ser mejor por mí y para mí, a diferencia de la concepción ajena que siempre trataba de brillar con base en las opiniones ajenas. ¿Se creía la rubia que para mí fue fácil verme forzada a un matrimonio arreglado con tal de poder así realizar mis sueños de ser cantante profesional? Ella podía pensar que mi vida era fácil, que tenía todo lo que cualquier persona en su sano juicio quisiera tener en la vida y que por ende debería estar feliz y agradecida. Eso podía dejárselo a las chiquillas con la mente llena de conformismos y cuentos de hadas banales; yo tenía establecido desde mi infancia qué era lo que quería para mi vida, y no descansaría hasta tenerlo. Incluso si tenía que sacrificar varias cosas, como mi libertad, para conseguirlo...
La observé marchar, prefiriendo callar para dar por concluido aquel breve encuentro entre ambas. Pude haberle aclarado, una vez más, las cosas... tratar de hacerle ver que yo no tenía ningún interés en verla como rival, ni mucho menos, sino como una prima y compañera... como siempre debió haber sido desde que éramos niñas. Pero no, hasta yo ya estaba fastidiada. Ella tenía razón, en el fondo no tenía ni una pizca de paciencia ni tolerancia para personas como mi prima, que sólo deseaban oír aquello que les convenía sin importar si tergiversaban las palabras ajenas. Ya tuve suficiente de aquello, no iba a molestarme por una minucia cuando tenía entre manos asuntos más importantes por tratar. Que ella interpretara, como siempre, mis palabras como más quisiera, no era quien para hacerle ver cómo estaban las cosas dispuestas en este mundo, ni mucho menos me importaba serlo. Sí, mi tolerancia tenía un límite, y ella hacía años que lo había rebasado con creces.
Si el precio a pagar por librarme de su presencia por el resto de la tarde era escuchar un 'Thea' de sus labios, lo pasaría por alto esta vez.
Así que la dejé marchar, haciendo un leve asentimiento en seca gratitud por el cumplido último, y una vez que me vi sola en aquel enorme auditorio, respiré con profundidad por varios minutos, serenando así mi mente. Una vez lista, retomé mi labor inicial y por la cual me encontraba allí: ensayar.
Odette Chrysomallis
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