Las llamas del pasado... ¿vuelven? [Priv. Nial]
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Las llamas del pasado... ¿vuelven? [Priv. Nial]
No era tan extraño aquello realmente, de hecho, lo normal era eso, estar juntos. Eran carne de carne, gemelos, compartían más que sólo sangre, también rostro, una imagen muy similar. Pero el tiempo había hecho que ya no fueran tan semejantes...sí, de alguna forma ya no eran uno como en el pasado. Tan fácil había sido confundirlos cuando eran niños... ¿por qué habían cambiado tanto? Ah, si...
Los ambarinos orbes de la joven albina rondaban por los escaparates que ofrecía aquel centro comercial con cierto desinterés debido a que seguía sin ver ninguna tienda que fuera de su agrado o, al menos, acorde a lo que buscaba, ya que...por ahora las tiendas que había visto de ropa o eran demasiado de 'vieja con bolillo' o de mercadillo que se romperían con un suspiro. Buscaba el punto medio, algo accesible a su economía y que a sus ojos fuera aceptable de imagen. Sí, era exigente, y en esos momentos quizás aún más. Porque ya no era como antes...porque ahora necesitaba algo más concreto, ahora necesitaba buscar ella, no dejarse vestir y lucir como modelo. Ese mundo, esa etapa de su vida se había desvanecido entre las llamas, como los restos de una hoguera, unas cenizas que ya ni podría ver. ¿Qué quedaba de aquello...?
Su mano vendada se alzó para pasarla por su cabello y retirar unos mechones de su rostro, pero en cierto momento miró de reojo a quien la acompañaba a su lado. Y en sus orbes se reflejó por un momento un fugaz cariño mientras se reflejaba en su cornea la imagen de su gemelo. Bueno...¿cuándo había sido la última vez que salía de compras con él? Aquello casi se le antojaba nostálgico, lejano a pesar de ser ahora tan cercano. Ella se había encargado de todo, si no había sido más independiente era porque ya no podía haberlo sido, y aun así... sabía, aunque no lo admitiría, aunque no se percatara del todo, que no podía vivir sin él, que en ese momento era lo único que la impulsaba a seguir adelante. No quería abandonarle... no quería dejarlo solo en ese cruel mundo, a merced de quien sabe qué pudiera aparecer. Porque aquel chico había estado con ella siempre, era su única familia, el pilar para mantenerse en pie, incluso cuando todos la habían despreciado y desechado, él había estado allí. Y eso, Niahm no podía olvidarlo. Ni quería.
Pero cuando volvió a mirar al frente, mientras los zapatos de tacón que llevaban hacían resonar sus pasos en un suave ritmo, ladeó un tanto su rostro al ver el escaparate de una tienda de ropa que, a primera vista no parecía estar mal. Por eso una vez llegó a la entrada y se asomó un poco, volteó hacia la figura de su gemelo y señaló el interior de la tienda.- Nii, ¿entramos aquí? Como sólo sigamos dando vueltas pareceremos un tiovivo -y para acompañar esa broma, simplemente sonrió de lado. Aunque... en ese momento se percató de un posible problema que podría haber en todo eso: su ropa, su vestimenta, últimamente había cambiado a una mas sugerente por causas laborales obvias... si se probaba ese tipo de ropa... ¿Qué diantres le iba a decir su hermano? Ay...no había pensado en eso. Error de cálculo, sí.
Los ambarinos orbes de la joven albina rondaban por los escaparates que ofrecía aquel centro comercial con cierto desinterés debido a que seguía sin ver ninguna tienda que fuera de su agrado o, al menos, acorde a lo que buscaba, ya que...por ahora las tiendas que había visto de ropa o eran demasiado de 'vieja con bolillo' o de mercadillo que se romperían con un suspiro. Buscaba el punto medio, algo accesible a su economía y que a sus ojos fuera aceptable de imagen. Sí, era exigente, y en esos momentos quizás aún más. Porque ya no era como antes...porque ahora necesitaba algo más concreto, ahora necesitaba buscar ella, no dejarse vestir y lucir como modelo. Ese mundo, esa etapa de su vida se había desvanecido entre las llamas, como los restos de una hoguera, unas cenizas que ya ni podría ver. ¿Qué quedaba de aquello...?
Su mano vendada se alzó para pasarla por su cabello y retirar unos mechones de su rostro, pero en cierto momento miró de reojo a quien la acompañaba a su lado. Y en sus orbes se reflejó por un momento un fugaz cariño mientras se reflejaba en su cornea la imagen de su gemelo. Bueno...¿cuándo había sido la última vez que salía de compras con él? Aquello casi se le antojaba nostálgico, lejano a pesar de ser ahora tan cercano. Ella se había encargado de todo, si no había sido más independiente era porque ya no podía haberlo sido, y aun así... sabía, aunque no lo admitiría, aunque no se percatara del todo, que no podía vivir sin él, que en ese momento era lo único que la impulsaba a seguir adelante. No quería abandonarle... no quería dejarlo solo en ese cruel mundo, a merced de quien sabe qué pudiera aparecer. Porque aquel chico había estado con ella siempre, era su única familia, el pilar para mantenerse en pie, incluso cuando todos la habían despreciado y desechado, él había estado allí. Y eso, Niahm no podía olvidarlo. Ni quería.
Pero cuando volvió a mirar al frente, mientras los zapatos de tacón que llevaban hacían resonar sus pasos en un suave ritmo, ladeó un tanto su rostro al ver el escaparate de una tienda de ropa que, a primera vista no parecía estar mal. Por eso una vez llegó a la entrada y se asomó un poco, volteó hacia la figura de su gemelo y señaló el interior de la tienda.- Nii, ¿entramos aquí? Como sólo sigamos dando vueltas pareceremos un tiovivo -y para acompañar esa broma, simplemente sonrió de lado. Aunque... en ese momento se percató de un posible problema que podría haber en todo eso: su ropa, su vestimenta, últimamente había cambiado a una mas sugerente por causas laborales obvias... si se probaba ese tipo de ropa... ¿Qué diantres le iba a decir su hermano? Ay...no había pensado en eso. Error de cálculo, sí.
Niahm Daems
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Re: Las llamas del pasado... ¿vuelven? [Priv. Nial]
Su mirada se centró en una pluma que descendía del cielo... ¿Una pluma? ¿Como era eso posible si estaban en un centro comercial? Pero no se atrevía a hablar de lógica cuando él era su principal enemigo. Sí, su lógica se había perdido en la lógica del mundo. ¿Importarle? Para nada. Mientras ella estuviera bien nada más importaba, mientras ella sonriera y fuera feliz... Mientras ella fuera feliz y fuera de cualquier peligro, entonces, todo estaría perfecto... ¡Pero no lo estaba! Lo podía ver, lo veía perfectamente. Cuando se trataba de su hermana siquiera él podía seguir fingiendo indiferencia, porque era así, él la amaba, la amaba por encima de cualquier persona de ese sucio planeta. Extendió una mano para atrapar la pluma, blanca, inmaculada mientras seguía avanzando al frente, a un escaso paso más atrás que su gemela— ¿Un pájaro?... Habría sido mejor que se quedara afuera... —Murmuró para si, volviendo a dirigir sus afilados ojos dorados en la figura de su hermana, pensativo... No... Hacía mucho que se había dado cuenta que algo no estaba bien con ella... Con su trabajo... ¿Poro quién se atrevía a reprocharla cuando enfadada era horriblemente violenta y testaruda? Más de lo que solía serlo. Entonces, solo le quedaba seguirla, a escondidas, protegerla desde lejos y romper el frágil cuello de todo aquél que se atreviera a meter una mano sobre ella... Porque no tenían el derecho de tocar a su gemela con sus sucias manos... Porque ella era suya y solo suya... Parpadeó, fijando su mirada en aquella mujer que era prácticamente su espejo en la realidad y, tras unos escasos segundos se atrevió a volver a pronunciar palabra— ¿Por qué tacones? —Claro y conciso. Cabía destacar que ambos eran iguales de altura... Pero... A diferencia suya que llevaba unas botas con apenas tacón, simplemente porque sus gustos eran raros, ella los llevaba altos... Como toda mujer solía llevar, él incluso... En ciertas ocasiones especiales.
Hay mucha diferencia... Estás muy alta... —De alguna forma eso no le convencía, la miró con cierto recelo contenido y acabó suspirando. Habían estado dando vueltas en busca de algo... De algo que su hermana quería y él, si bien al principio se había emocionado por la idea de salir de compras con ella, ahora las cosas eran diferentes... Lo único bueno era que podía ahuyentar con una amenazante mirada a todo aquél que se quedara viéndola como baboso... Como si alguien se pudiera acercar a ella mientras él estaría rondando por ahí... Claro, hacia él también había una que otra mirada provocativa y sensual, intentando atrapar su congelado corazón que solo latía por ella: por su hermana y nadie más. Pero no le importaba, simplemente los ignoraba a todos y todas con la misma facilidad con la que aplastaba un mosquito... O en ese caso una pluma, pues fue ella quién acabó aplastada en su puño y al final dejada caer al suelo disimuladamente... Tenía que hacer algo...— Hermana... ¿Donde decías que habías empezado a trabajar? —Quizás lograra entender algo... Algo en todo aquél maraño de verdades a medias. ¿Desconfiar de ella? La confianza no tenía nada que ver con su amor incondicional hacia ella. Pero paró, paró de golpe al ver que finalmente había elegido una tienda y ladeó su cabeza, causando que su largo cabello ondulado de un plateado color se balanceara por su espalda, sonriendo ante aquella broma ajena— Fuimos desfilando por el centro comercial... ¿Sabes la cantidad de miradas que robaste? —Entonces se le acercó, mirando al interior de la tienda con cierta curiosidad— ¿Entramos entonces? Para evitar dar vueltas, además, debe de estar más fresco dentro —Porque, él personalmente tenía calor, cosa que realmente no le agradaba para nada. Pero, simplemente se adelantó unos pasos, esperando a la otra mientras su mirada comenzó a mirar a su alrededor, en busca de algo... Algo que ni él sabía qué era, porque, era complicado que algo le llamara la atención— ¿Qué tipo de ropa estás buscando en concreto?
Hay mucha diferencia... Estás muy alta... —De alguna forma eso no le convencía, la miró con cierto recelo contenido y acabó suspirando. Habían estado dando vueltas en busca de algo... De algo que su hermana quería y él, si bien al principio se había emocionado por la idea de salir de compras con ella, ahora las cosas eran diferentes... Lo único bueno era que podía ahuyentar con una amenazante mirada a todo aquél que se quedara viéndola como baboso... Como si alguien se pudiera acercar a ella mientras él estaría rondando por ahí... Claro, hacia él también había una que otra mirada provocativa y sensual, intentando atrapar su congelado corazón que solo latía por ella: por su hermana y nadie más. Pero no le importaba, simplemente los ignoraba a todos y todas con la misma facilidad con la que aplastaba un mosquito... O en ese caso una pluma, pues fue ella quién acabó aplastada en su puño y al final dejada caer al suelo disimuladamente... Tenía que hacer algo...— Hermana... ¿Donde decías que habías empezado a trabajar? —Quizás lograra entender algo... Algo en todo aquél maraño de verdades a medias. ¿Desconfiar de ella? La confianza no tenía nada que ver con su amor incondicional hacia ella. Pero paró, paró de golpe al ver que finalmente había elegido una tienda y ladeó su cabeza, causando que su largo cabello ondulado de un plateado color se balanceara por su espalda, sonriendo ante aquella broma ajena— Fuimos desfilando por el centro comercial... ¿Sabes la cantidad de miradas que robaste? —Entonces se le acercó, mirando al interior de la tienda con cierta curiosidad— ¿Entramos entonces? Para evitar dar vueltas, además, debe de estar más fresco dentro —Porque, él personalmente tenía calor, cosa que realmente no le agradaba para nada. Pero, simplemente se adelantó unos pasos, esperando a la otra mientras su mirada comenzó a mirar a su alrededor, en busca de algo... Algo que ni él sabía qué era, porque, era complicado que algo le llamara la atención— ¿Qué tipo de ropa estás buscando en concreto?
Nial Daems
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Re: Las llamas del pasado... ¿vuelven? [Priv. Nial]
Y aun así, fue reprochada por una simpleza como era zapatos de tacón alto por parte de aquel que era su hermano, su reflejo en el espejo de la realidad. Ante aquello, le observó con curiosidad unos instantes antes de acercarse unos pasos a donde el albino se encontraba para poder picar con su dedo la frente de él, inclinándose un poco hacia el chico por la diferencia de altura que, aunque no excesiva, sí era visible.- Pero bueno. ¿Ahora resulta que no voy a poder llevar tacones? -sonrió con deje mordaz antes de retroceder los pasos que había dado para cruzarse de brazos, observando los ambarinos iris de su hermano con los propios del mismo color.
Pero ante esa pregunta que sonó justo en el momento en que estaba dando media vuelta para internarse en el interior de la tienda de ropa, hizo que volteara su rostro para poder mirar al dueño de aquella voz por encima del hombro unos instantes antes de, volver a mirar al frente.- En un misterioso lugar adornado con luces de neón -contestó, en bajo pero aun así perfectamente audible mientras el tacón de su calzado comenzaba a resonar en un suave ritmo por los pausados pasos con los que caminaba al frente, cambiando el matiz de los mismos por el amortiguado sonido que generaba la moqueta que tenia la boutique de moda en su interior. Si, trabajaba en un misterioso lugar al cual la gente acudía solo por deseo, por necesidad, después lo olvidaban como si nada hasta la próxima ocasión en las que cedieran a sus instintos. Claro...¿cómo le iba a decir dónde estaba exactamente el lugar a aquel chico?
- No soy la única que roba miradas. Que tú solo le des importancia a las que se fijan en mi no es cosa mía -confesó sin inconveniente mientras se encogía de hombros en un grácil gesto, aunque... ante esa pregunta que solo era como un repetidor en su mente pues instantes antes había pensado lo mismo. ¿Qué tipo de ropa...? Se detuvo quizás más abruptamente de lo que debería haber sido, alzando su rostro más en busca de una mejor vista de las prends de ropa colgada y colocada en estantes.- ...algo que me favorezca, obviamente -y tras esas palabras, giró su torso para poder mirarle y esbozar una traviesa sonrisa, guiñándole un ojo en esa pícara broma que, en el fondo, no tenía nada de broma ya que, realmente lo que andaba buscando era eso: ropa que le favoreciese. ¿Cómo si no iba a llamar la atención? A atraer las miradas que tanto parecían molestar a quien tenía a su lado ahora...
Avanzó al frente, acercándose a la primera fila de ropa colgada y, tras observar unos instantes esas prendas, sacó la percha donde colgaba un elegante vestido oscuro ceñido en la cadera de falda corta y que el escote quedaba unido por cada extremo por finas cadenas plateadas hasta más allá de lo que sería el diafragma de quien lo pudiera llevar puesto.- Mira, algo así -y aunque sonrió, simplemente esperó lo que sería un claro reproche por la índole de lo que pretendía el vestido. Pero qué se le iba a hacer... era mejor comenzar por las buenas.
Pero ante esa pregunta que sonó justo en el momento en que estaba dando media vuelta para internarse en el interior de la tienda de ropa, hizo que volteara su rostro para poder mirar al dueño de aquella voz por encima del hombro unos instantes antes de, volver a mirar al frente.- En un misterioso lugar adornado con luces de neón -contestó, en bajo pero aun así perfectamente audible mientras el tacón de su calzado comenzaba a resonar en un suave ritmo por los pausados pasos con los que caminaba al frente, cambiando el matiz de los mismos por el amortiguado sonido que generaba la moqueta que tenia la boutique de moda en su interior. Si, trabajaba en un misterioso lugar al cual la gente acudía solo por deseo, por necesidad, después lo olvidaban como si nada hasta la próxima ocasión en las que cedieran a sus instintos. Claro...¿cómo le iba a decir dónde estaba exactamente el lugar a aquel chico?
- No soy la única que roba miradas. Que tú solo le des importancia a las que se fijan en mi no es cosa mía -confesó sin inconveniente mientras se encogía de hombros en un grácil gesto, aunque... ante esa pregunta que solo era como un repetidor en su mente pues instantes antes había pensado lo mismo. ¿Qué tipo de ropa...? Se detuvo quizás más abruptamente de lo que debería haber sido, alzando su rostro más en busca de una mejor vista de las prends de ropa colgada y colocada en estantes.- ...algo que me favorezca, obviamente -y tras esas palabras, giró su torso para poder mirarle y esbozar una traviesa sonrisa, guiñándole un ojo en esa pícara broma que, en el fondo, no tenía nada de broma ya que, realmente lo que andaba buscando era eso: ropa que le favoreciese. ¿Cómo si no iba a llamar la atención? A atraer las miradas que tanto parecían molestar a quien tenía a su lado ahora...
Avanzó al frente, acercándose a la primera fila de ropa colgada y, tras observar unos instantes esas prendas, sacó la percha donde colgaba un elegante vestido oscuro ceñido en la cadera de falda corta y que el escote quedaba unido por cada extremo por finas cadenas plateadas hasta más allá de lo que sería el diafragma de quien lo pudiera llevar puesto.- Mira, algo así -y aunque sonrió, simplemente esperó lo que sería un claro reproche por la índole de lo que pretendía el vestido. Pero qué se le iba a hacer... era mejor comenzar por las buenas.
Niahm Daems
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Re: Las llamas del pasado... ¿vuelven? [Priv. Nial]
Sus pasos dejaron de resonar, su cuerpo paró de golpe y la observó, fijamente, viéndose en los dorados ojos de ella, iguales a los propios. ¿Qué aparte del género y las marcas del cuerpo de ella los diferenciaba? Quizás el cabello, el suyo recogido en un peinado, el de él ondeante por su espalda, libre de ataduras. Levantó su mirada hacia los dedos de ella y sus labios acabaron inclinándose hacia abajo en signo de desapruebo— Estás más alta que yo... —Fue su simple excusa ante su queja. Claro... ¿Cómo iba él a protegerla a ella si era más alta? De todas formas, eran gemelos, así que, también eso influenciaba en los hechos. Parpadeó al verla avanzar y la siguió, a pocos pasos de distancia como una plateada daga lista para matar a cualquier que se atreviera observarla demasiado, susurrar a sus espaldas o guiñarle un ojo— La próxima vez también llevaré tacones —Esta vez su advertencia salió con un tono ligeramente más altivo, aunque con cualquier otro el orgullo y narcisismo existentes en él habría sido mayor, con su hermana en cambio, sería diferente, porque la amaba más que a nadie en aquél mundo. Pero él mismo tenía más autoestima de la norma y eso nada iba a borrarse. Le quedaría bien pues un par de tacones ¿Quién lo iría a negar? Y que fuesen de mujer le daba igual.
Curioso, él también trabajaba bajo las luces de los reflectores, pero, dado que ella no quiso decir más al respecto lo dejó pasar, al menos por el momento— Exacto, soy consciente de ello pero me da igual. Seguramente sientan curiosidad, pero, una cosa es que lo hagan y otra que te intenten comer con la mirada... Y claro, no permitiré que coman a mi hermana —Sonrió de lado, quizás algo más oscuro y cruel de lo usual pero ella estaba de espaldas a él, así que, tuvo tiempo de sobra para volver a tomar la calma y seguridad en sus facciones. Él era hermoso, era una bella criatura y estaba consciente de ello... Su hermana era su reflejo, así que, era igual de hermosa que él. Pero, mientras él pisotearía a cualquiera que le desinteresara y se acercara demasiado, tampoco permitiría que un cualquiera se acercara demasiado a ella... No... No tenían el derecho y el privilegio de respirar su mismo aire siquiera por eso, se aseguraría de espantar a todo aquél que se acercara demasiado a ella, que le supondría un peligro. Pero sus cavilaciones le impidieron darse cuenta que ella había parado en la tienda, causando que casi se golpeara contra la espalda de su hermana y en cambio, solo apoyara una mano en su cintura para mantener el equilibrio— ¿Qué viste?... Como si te hubiera pasado un fantasma delante... —Murmuró en bajo, retrocediendo unos pasos mientras la soltaba también.
¿Ah? —Sí, aquello le tomó por sorpresa... ¡Vale! Él mismo solía llevar vestidos bastante atrevidos, pero él era él... Que su hermana fuera de aquella forma por la calle... ¡Que trabajara así! Negó con un gesto de la cabeza y caminó hacia otra fila, empezando a rebuscar con un suave tarareo un vestido 'adecuado' para ella— ¡Hermana! Este, este es perfecto —Tomó el perche con el vestido colgado y volteó hacia ella, enseñando un vestido largo, con flores azules y tirantes, con un escote que seguramente ocultaría todo el busto y más— Así nadie te miraría las piernas... O lo que llevas delante —De todas formas el vestido que tenía no era poco agraciado... Solo que dudaba como se vería Niahm en falda larga. Tomó uno de sus ondulados mechones de cabello y lo llevó detrás de su oreja para que dejara de complicarle la vista. Avanzó hacia ella y lo extendió, posicionándolo sobre la figura de ella— ¿O mejor algo como eso? —Señaló hacia un maniquí que llevaba una camisa amarilla de cuello alto y pantalones en forma de campana. Sonrió de lado con cierta diversión y malicia, fijando sus orbes doradas en ella.
Curioso, él también trabajaba bajo las luces de los reflectores, pero, dado que ella no quiso decir más al respecto lo dejó pasar, al menos por el momento— Exacto, soy consciente de ello pero me da igual. Seguramente sientan curiosidad, pero, una cosa es que lo hagan y otra que te intenten comer con la mirada... Y claro, no permitiré que coman a mi hermana —Sonrió de lado, quizás algo más oscuro y cruel de lo usual pero ella estaba de espaldas a él, así que, tuvo tiempo de sobra para volver a tomar la calma y seguridad en sus facciones. Él era hermoso, era una bella criatura y estaba consciente de ello... Su hermana era su reflejo, así que, era igual de hermosa que él. Pero, mientras él pisotearía a cualquiera que le desinteresara y se acercara demasiado, tampoco permitiría que un cualquiera se acercara demasiado a ella... No... No tenían el derecho y el privilegio de respirar su mismo aire siquiera por eso, se aseguraría de espantar a todo aquél que se acercara demasiado a ella, que le supondría un peligro. Pero sus cavilaciones le impidieron darse cuenta que ella había parado en la tienda, causando que casi se golpeara contra la espalda de su hermana y en cambio, solo apoyara una mano en su cintura para mantener el equilibrio— ¿Qué viste?... Como si te hubiera pasado un fantasma delante... —Murmuró en bajo, retrocediendo unos pasos mientras la soltaba también.
¿Ah? —Sí, aquello le tomó por sorpresa... ¡Vale! Él mismo solía llevar vestidos bastante atrevidos, pero él era él... Que su hermana fuera de aquella forma por la calle... ¡Que trabajara así! Negó con un gesto de la cabeza y caminó hacia otra fila, empezando a rebuscar con un suave tarareo un vestido 'adecuado' para ella— ¡Hermana! Este, este es perfecto —Tomó el perche con el vestido colgado y volteó hacia ella, enseñando un vestido largo, con flores azules y tirantes, con un escote que seguramente ocultaría todo el busto y más— Así nadie te miraría las piernas... O lo que llevas delante —De todas formas el vestido que tenía no era poco agraciado... Solo que dudaba como se vería Niahm en falda larga. Tomó uno de sus ondulados mechones de cabello y lo llevó detrás de su oreja para que dejara de complicarle la vista. Avanzó hacia ella y lo extendió, posicionándolo sobre la figura de ella— ¿O mejor algo como eso? —Señaló hacia un maniquí que llevaba una camisa amarilla de cuello alto y pantalones en forma de campana. Sonrió de lado con cierta diversión y malicia, fijando sus orbes doradas en ella.
Nial Daems
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Re: Las llamas del pasado... ¿vuelven? [Priv. Nial]
Claro, era obvio que eran ambos similares, gotas de agua. Por eso, lo que uno pudiera ponerse encajaría bien con lo que el otro reflejara. Era así. Por eso, aunque su mirada se quedó un momento quieta en los orbes de aquel que era su hermano, acabó por retroceder un paso con el suave sonido del tacón al quedar sobre el suelo y mirarle de arriba a abajo, alzando aquella que era su mano izquierda cubierta por vendas así como todo su brazo, cuello y pierna izquierda que quedaban a la vista.- Bueno... no te negaré que, si eres capaz de aguantarlos, no quedarían mal los tacones -admitió ladeando un tanto su rostro. Porque con él, podía ser tremendamente sincera, pero también la mejor de las mentirosas. Y aunque no le gustaba mentirle a él, a veces era necesario. Quizás... si que fueran más parecidos incluso de lo que ellos mismos se creyeran.- Pero, ¿qué más da que sea más alta? Ah -y con ese paso que había retrocedido, volvió a avanzar hacia él para picar la pálida mejilla ajena con suavidad, acompañada de una media sonrisa que curvó los labios pintados de un color rosa pálido. Como los de una muñeca.- ¿Te sientes acomplejado por eso? ¿Tú? -claro, eso era una broma. Una cariñosa y traviesa broma que mostró en su rostro con esa sonrisa.- Cuando probablemente a quien más miren es a ti... ¿debería de preocuparme por eso? -y entonces, un fingido suspiro salió de sus labios mientras echaba su mirada hacia delante con fingida resignación. Podría preocuparse, de hecho, a veces lo hacía. Porque no tenía a nadie más... era su hermano, su única familia, aquel que había estado siempre a su lado.
Mas cuando volvió a alzar su mirada y le vio negar debido a la propuesta que aún mantenía sujeta de su mano libre de aquellos vendajes, le hizo soltar una suave risa. Bueno, ya tenía asumido que se negaría... pero, calló de golpe ante la propuesta que le sugirió su reflejo, parpadeando con claro desconcierto que incluso llegó a hacerla enmudecer por la gracia que ese atuendo le causó. ¡Con eso si que parecería cualquier cosa salida de un cuento!Por eso, a ella no le iría bien. O eso, fue lo que pensó con amargura.- ¿En serio? Pareceré una muñeca vieja con eso -claro, esa expresión salió con más acidez de la aparente. Pero si esa propuesta le había llegado a sorprender, la siguiente que señaló su hermano y que estaba dispuesta en el maniquí le hizo directamente arrugar la nariz por el desagrado visual que recibió.- No -cortó, tajante y sin lugar a duda. Y por eso, extendió su mano vendada para tomar el largo vestido de tonalidades azules por el estampado floral de las manos de Nial y, se dirigió hacia los primeros probadores que encontró.- Te daré el gusto de mostrarte porqué esos vestidos no me quedan bien - Porque, de alguna forma estaba segura. Que ella no podría lucir bien con algo tan sencillo y puro, que ya no merecía la pena buscar ese ideal. Casi... ni tenía derecho a ello.
Entró en el probador, cerró la cortina tras de sí y tras colgar ambos vestidos en las perchas dispuestas, comenzó a desvestirse y descalzarse, retirando las oscuras prendas que llevaba, tanto la camisa ajustada como los shorts de tela vaquera. Y aunque miró de reojo el espejo, únicamente entrecerró su mirada y la desvió rápidamente. No quería mirarse... No quería recordar, no quería ver ese reflejo, prefería mil veces ver el que tenía fuera, esperándola. Escasos momentos pasaron hasta que fue capaz de deslizar la clara prenda de aquel vaporoso vestido por su pálida piel, quedando las esbeltas piernas ocultas por la larga falda del vestido. Y tras acomodar su flequillo en caso de poder haber quedado desajustado, abrió la cortina con un ligero suspiro. Y, efectivamente, ni se había mirado. Ni se había calzado, había salido descalza. Porque no merecía la pena... Sí, su mente aún la autoconvencía de aquello.
Mas cuando volvió a alzar su mirada y le vio negar debido a la propuesta que aún mantenía sujeta de su mano libre de aquellos vendajes, le hizo soltar una suave risa. Bueno, ya tenía asumido que se negaría... pero, calló de golpe ante la propuesta que le sugirió su reflejo, parpadeando con claro desconcierto que incluso llegó a hacerla enmudecer por la gracia que ese atuendo le causó. ¡Con eso si que parecería cualquier cosa salida de un cuento!Por eso, a ella no le iría bien. O eso, fue lo que pensó con amargura.- ¿En serio? Pareceré una muñeca vieja con eso -claro, esa expresión salió con más acidez de la aparente. Pero si esa propuesta le había llegado a sorprender, la siguiente que señaló su hermano y que estaba dispuesta en el maniquí le hizo directamente arrugar la nariz por el desagrado visual que recibió.- No -cortó, tajante y sin lugar a duda. Y por eso, extendió su mano vendada para tomar el largo vestido de tonalidades azules por el estampado floral de las manos de Nial y, se dirigió hacia los primeros probadores que encontró.- Te daré el gusto de mostrarte porqué esos vestidos no me quedan bien - Porque, de alguna forma estaba segura. Que ella no podría lucir bien con algo tan sencillo y puro, que ya no merecía la pena buscar ese ideal. Casi... ni tenía derecho a ello.
Entró en el probador, cerró la cortina tras de sí y tras colgar ambos vestidos en las perchas dispuestas, comenzó a desvestirse y descalzarse, retirando las oscuras prendas que llevaba, tanto la camisa ajustada como los shorts de tela vaquera. Y aunque miró de reojo el espejo, únicamente entrecerró su mirada y la desvió rápidamente. No quería mirarse... No quería recordar, no quería ver ese reflejo, prefería mil veces ver el que tenía fuera, esperándola. Escasos momentos pasaron hasta que fue capaz de deslizar la clara prenda de aquel vaporoso vestido por su pálida piel, quedando las esbeltas piernas ocultas por la larga falda del vestido. Y tras acomodar su flequillo en caso de poder haber quedado desajustado, abrió la cortina con un ligero suspiro. Y, efectivamente, ni se había mirado. Ni se había calzado, había salido descalza. Porque no merecía la pena... Sí, su mente aún la autoconvencía de aquello.
Niahm Daems
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