[CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Idarion Terra :: Residencia de la Familia Tescotti :: Mansión Tescotti :: • Evento especial "Mascarada" •
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Sin duda alguna, Ilani se sintió feliz cuando su pareja para el baile estuvo a nada de “rechazarla” pues sabía que el nombre que quedó sin decir era el suyo. Sonrió ampliamente al ver su reacción, no la esperaba pero era buena y sentía que le daba mayor peso y veracidad a las palabras “te ves realmente hermosa”. Dentro de su amor propio, ella lo sabía pero por alguna razón cuando se lo decían otras personas creía que eran simples palabras de cortesía, ésta vez no fue así.
La menor tomó el brazo de su acompañante mientras caminaban juntos para entrar a la gran mansión; era más extravagante de lo que había imaginado, hermosa sin duda alguna. Asintió a lo que decía el mayor, era obvio que quisiera que hablaran, después de todo… si lo miraban bien, eran un par de desconocidos, éste tipo de situación era perfecta para que ambas personas se conocieran mejor.
-Oh, creo que soy yo quien debe agradecerte, de no haberme invitado tu seguramente ni siquiera hubiera pensado en asistir al evento, también ansiaba venir…- Admitió con una suave sonrisa en los labios, era cierto lo que decía.
Le hizo gracia verle preocupado por no haberse presentado, aunque por fuera se veía impenetrable, la voz le delataba, la actriz sabía de lenguaje corporal, lo practicaba a diario. Negó con un ligero movimiento de cabeza y posó su mirada en la de él. –No tiene por qué preocuparse “señor Günther “ Su nombre no es algo que precisamente sea un secreto…- Le hizo gracia recordar cómo es que supo su nombre y decidió decírselo, quizá algo así romería el hielo entre ambos. –Verá… entre los pasillos había muchas chicas esparciendo “rumores” de que el vigilante Günther había invitado a una alumna a la mascarada, ¿de quién más podrían estar hablando?- Se encogió de hombros. –O es que estoy equivocada y hay otro vigilante que invitó a otra alumna? De ser así entonces el error es mío por asumir algo y no preguntar… la maleducada sería yo.-
La menor tomó el brazo de su acompañante mientras caminaban juntos para entrar a la gran mansión; era más extravagante de lo que había imaginado, hermosa sin duda alguna. Asintió a lo que decía el mayor, era obvio que quisiera que hablaran, después de todo… si lo miraban bien, eran un par de desconocidos, éste tipo de situación era perfecta para que ambas personas se conocieran mejor.
-Oh, creo que soy yo quien debe agradecerte, de no haberme invitado tu seguramente ni siquiera hubiera pensado en asistir al evento, también ansiaba venir…- Admitió con una suave sonrisa en los labios, era cierto lo que decía.
Le hizo gracia verle preocupado por no haberse presentado, aunque por fuera se veía impenetrable, la voz le delataba, la actriz sabía de lenguaje corporal, lo practicaba a diario. Negó con un ligero movimiento de cabeza y posó su mirada en la de él. –No tiene por qué preocuparse “señor Günther “ Su nombre no es algo que precisamente sea un secreto…- Le hizo gracia recordar cómo es que supo su nombre y decidió decírselo, quizá algo así romería el hielo entre ambos. –Verá… entre los pasillos había muchas chicas esparciendo “rumores” de que el vigilante Günther había invitado a una alumna a la mascarada, ¿de quién más podrían estar hablando?- Se encogió de hombros. –O es que estoy equivocada y hay otro vigilante que invitó a otra alumna? De ser así entonces el error es mío por asumir algo y no preguntar… la maleducada sería yo.-
Invitado
Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
- Canción Mega Cursi:
Abrí los ojos con sorpresa y dejé de golpear mi pecho para voltear a verlo con incredulidad. Jamás lo había visto desde el punto de visto que él tenía. Y claro está, estaba de más decir que el sonrojo provocado por su halago era más que notorio, aunque en esos momentos no era del todo consciente de ello.
-¿Tú... crees? -pregunté con voz apenas perceptible. Le dediqué una tímida y sutil sonrisa antes de desviar la mirada para buscar al mencionado Salvatore, el cual conocía sólo de vista cuando participaba en las presentaciones de Teatro, y que ya sabía era el hijo de nuestro anfitrión. Mi sonrisa se acentuó al sentir una calidez inexplicable y nunca antes experimentada. Raffaele no podía saber cuán agradecida me encontraba con él, no sólo por el hecho de haberme pedido acompañarlo en esa velada, sino también por todos sus esfuerzos realizados para levantarme el ánimo y hacer que me sintiera cómoda. No sabía la felicidad que en esos momentos me embargaba por ello. ¿Así era como se sentía el tener un amigo de verdad? Alguien que no te juzgara y aceptara tal cuál eras, sin importar todos los defectos que uno pudiera tener. Volví a centrar mi atención en él, observando su perfil como si fuera la cosa más sorprendente que jamás hubiera observado en mi vida; y lo tenía de cerca. Algo dentro de mí se abrió para dar paso a algo que nunca había creído posible para mí, una sensación que deseaba nunca jamás tener que desprenderme. En ese preciso momento dejé de mirarlo como la persona inalcanzable que tanto admiraba para percatarme que era mucho más que eso, algo profundo y cálido.
Mi amigo.
Aún temía cometer alguna torpeza y que eso fuera la causa de que la velada se arruinara, pero también me di cuenta que mientras fuera Raffaele quien estuviera a mi lado, ya no importaba cuán torpe podía llegar a ser. Porque había comprendido que él estaría allí para ayudarme y no para hacerme de lado e insultarme como muchos otros lo habían hecho en el pasado, y lo seguían haciendo. Lo supe aquella noche en la que, por azares del destino, nos encontramos frente a frente, pero por temor y miedo a la decepción fue que me negué a la realidad.
Me dejé guiar hacia la zona de los aperitivos, siendo apenas consciente de mis acciones. ¿Y cómo no mostrar un semblante distraído cuando mis pensamientos estaban en un lugar totalmente alejados de allí? ¿Cuando mis sentimientos y emociones giraban en mi interior con la intensidad de un torbellino? Llegamos a la zona de los aperitivos y me permití soltarle del brazos sólo para tomar una de sus manos entre las mías y enfrentarme directamente con su mirada. Estaba nerviosa por mi atrevimiento, sin embargo sentía que en esos momentos eso quedaba en segundo plano. Realmente quería que pudiera divertirse en mi compañía, y hacerle ver que yo era feliz estando con él.
-Creéme que eres mucho más que aceptable para mí. No puedo imaginarme estar aquí con alguien más ocupando tu lugar... Soy feliz sólo por estar junto a ti... -me acerqué a él y me puse ligeramente de puntillas para poder darle un beso en la mejilla a modo de agradecimiento. Rápidamente después de eso, le solté la mano y retrocedí un par de pasos con el rostro ladeado al lado contrario, totalmente avergonzada por mi acción acabada de realizar. Pero no me arrepentía de haberlo hecho, estaba segura que eso jamás sería suficiente para pagar todas sus bondades hacia mi persona, pero haría lo que fuera con tal de verle sonreír siempre...
Entrelacé los dedos de mis manos y comencé a juguetear con ellos, nerviosa; permitiendo que el silencio reinara entre nosotros por un momento. Recorrí la mesa que tenía frente a mí con la mirada y contuve una leve exclamación al notar una fuente repleta de rojizas fresas justo frente a él.
-¡Mira! Hay fresas -me atreví al fin a comentar, tratando de mostrarme relajada aunque realmente no lo estuviera. Pero eso no importaba, porque ya estaba determinada a mostrarme tal cual era, porque se trataba de Raffaele Vecchierelli el que estaba a mi lado.
Marina Valentine
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
"Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte; los valientes prueban la muerte sólo una vez."
— Julio César (Shakespeare)
No, no, no. Las personas no se dividían en cosas tan banales como aquellas. ¿Valientes y cobardes? A veces era mejor ser cobardes que cometer una insensatez con su valentía. Por el, ya sepultado dramaturgo era su fin en los sueños de la dulce Darylene, que, mientras se alistaba para salir a la renombrada fiesta terminaba por leer el segundo acto de una novela. De sus labios una taciturna sonrisa se esbozó, dejando descansar el libro sobre su cama con pesadumbre.
—¿Qué me darás para que vuelva a quererte? Me decepcionaste.— Pronunció tales palabras con solemnidad y, tras despedirse de su querido sirviente... No, de su querido hermano mayor, simplemente salió de la instalación y se encaminó a paso calmado hacia la ostentosa mansión de los Lobbosco. ¿Qué maravillas la esperaban en tal distinguido lugar? ¿O acaso su gallardo caballero se tardaría más que ella en llegar? ¿Hacer esperar a una dama? Eso era algo inaudito, aun cuando ella muy dama desprotegida no se sentía. De hecho, si no fuera por el vestido pulcramente diseñado no fuera tan... Formal... Habría podido encontrar diversión por las estrechas calles hasta la mansión y su aburrimiento se vería diluido considerablemente. Pero no, su destino era el de sufrir con tal atuendo.
No tardó más que unos quince minutos para entrever la mansión donde el tan renombrado baile empezaría y, apresurando sus pasos se propuso llegar cuanto antes posible. En cuanto se encontró frente a la mansión, sus labios se entreabrieron con sorpresa por la hermosura de los adornos... Vagamente le recordaba a las fiestas que sus padres realizaban, solo que, sin ser descortés, más le gustó aquella por el simple hecho que: Ella era Aika ¿Qué princesa y princesa? No era más que una alumna del montón, con sus peculiaridades pero normal hasta cierto punto. Acompañada por un mayordomo hasta la inmensa sala no hizo más que observar a su alrededor la decoración y las parejas que bien hablaban o reían entre ellas. ¿Qué podría ella hacer? Y más importante todavía ¿Dónde estaba su caballero? ¿Aun no habría llegado?. —Invitarme y abandonarme. Que descortés... ¡A menos que quiera ser encontrado!— Cargada por una sonrisa de oreja a oreja comenzó a avanzar por la sala con pasos seguros. ¡Raptado! ¿Acaso quería que lo encontrara? ¡Entonces eso haría! Se concentró en encontrar una verdosa caballera y allí estaba ¡ÉL! Tapó su rostro con una antifaz y siguió avanzando hasta él, quedando enfrente suya. —¿Qué hace aquí tan gallardo caballero?—Sus orbes amatistas relucieron a la par que levantaba su mirada. —¿Su dama lo abandonó?— Dio un paso atrás y realizó una reverencia, llevando su mano a su pecho. —Entonces déjeme tomar su lugar.
No tardó más que unos quince minutos para entrever la mansión donde el tan renombrado baile empezaría y, apresurando sus pasos se propuso llegar cuanto antes posible. En cuanto se encontró frente a la mansión, sus labios se entreabrieron con sorpresa por la hermosura de los adornos... Vagamente le recordaba a las fiestas que sus padres realizaban, solo que, sin ser descortés, más le gustó aquella por el simple hecho que: Ella era Aika ¿Qué princesa y princesa? No era más que una alumna del montón, con sus peculiaridades pero normal hasta cierto punto. Acompañada por un mayordomo hasta la inmensa sala no hizo más que observar a su alrededor la decoración y las parejas que bien hablaban o reían entre ellas. ¿Qué podría ella hacer? Y más importante todavía ¿Dónde estaba su caballero? ¿Aun no habría llegado?. —Invitarme y abandonarme. Que descortés... ¡A menos que quiera ser encontrado!— Cargada por una sonrisa de oreja a oreja comenzó a avanzar por la sala con pasos seguros. ¡Raptado! ¿Acaso quería que lo encontrara? ¡Entonces eso haría! Se concentró en encontrar una verdosa caballera y allí estaba ¡ÉL! Tapó su rostro con una antifaz y siguió avanzando hasta él, quedando enfrente suya. —¿Qué hace aquí tan gallardo caballero?—Sus orbes amatistas relucieron a la par que levantaba su mirada. —¿Su dama lo abandonó?— Dio un paso atrás y realizó una reverencia, llevando su mano a su pecho. —Entonces déjeme tomar su lugar.
- Vestimenta:
Darylene Wingfield
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Masquerade
if im alive and well will you be there holding my hand?
"Mientras pueda utilizarse la fuerza para qué el dialogo. Sin embargo, las palabras siempre conservarán su poder, las palabras hacen posible que algo cobre significado, y si se escuchan, enuncian la verdad."
V (V de Vendetta)
Las imágenes en pantalla murieron al apagar el televisor. Cuando era pequeña, Astrid se preguntaba a donde iban a parar las criaturas de las películas cuando pulsabas el botón rojo del mando. Se sentía cruel, casi despiadada, al enviar a un vacío desconocido a las princesas y guerreros de los films infantiles. No quería hacerlo, deseaba dejar encendido el aparato durante el resto de la eternidad para que los personajes pudieran continuar existiendo y reproduciendo su drama una y otra vez... Pero el interruptor era rojo, de esa clase de rojo que uno no puede evitar mirar. No había ninguna clase de cartel que rezara "no pulsar", mas si lo hubiera habido no se habría sentido más atraída de accionarlo. No sabía que les ocurría a las vidas creadas para las películas cuando apagabas el televisor, mas sí sabía lo mucho que le gustaba pulsar el botón rojo. Y ante la incertidumbre, prefería decantarse por lo seguro.—Y a pesar de tener una película que habla sobre el futuro, la sociedad sigue caminando a pasos gigantescos hacia la decadencia y la dictadura. Que falsa inocencia tan repulsiva.—Murmuró para sí misma la pelirroja, dibujando una perfecta mueca de hastío en los labios carmesís. Terminó de alisarse sus cabellos escarlatas y por último decoró su pecho con una gargantilla de oro blanco. Cuan agradable fue el momento de alistarse gracias al film que había actuado como banda sonora. Pero ahora tocaba la peor parte, enfrentarse a la muchedumbre y mantener su imagen impecable.
—Ares, saca tu culo del baño y vayámonos.—Apartó un delicado y fino mechón carmesí de delante del rostro. Su mirada delataba la molestia que todo aquel evento le ocasionaba... Si al menos fuera otro su acompañante, pero no encontró a ningún títere apuesto sumiso. Así pues, tuvo que tirar de lo que tenía más a mano: su rebelde lobo insoportable. Suspiró por enésima vez aquella noche y se dispuso a salir de la estancia, mirando de cuando en cuando hacia atrás para asegurarse de que su sirviente no quedaba rezagado. Por un instante, el día anterior sopesó la idea de quedar directamente en el umbral del salón de baile, pero la terrible corazonada de que el ruso escaparía le impidió tomar tal decisión. Aunque bueno... ahora que ya la engalanaba su vestido y varias partes de su cuerpo quedaban expuestas, estaba segura de que Ares no se perdería la oportunidad de manosearla. Era un atuendo perfecto ya que ocultaba aquella maldita zona donde brillaba su cicatriz. Una vez llegó a la sección donde los estudiantes transitaban nuevamente, se detuvo a aguardar al ser espiritual.—Como tus manos bajen más allá de la cintura, te las cortaré. Sabes que lo haré.—Una mordaz sonrisa adornó sus labios, mientras esperaba a que el lobo estuviera a su lado para adentrarse juntos al ceremonioso baile. Suspirando por última vez, posó sobre sus facciones la máscara que llevaba en su mano izquierda hasta entonces.
- VESTIDO:
- MÁSCARA:
Invitado
Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
En toda su vida no había existido desafío que no hubiese podido superar, no siempre lo lograba de la manera más sencilla o siquiera rápida, pero continuamente resultando victorioso aun sí lo único que había hecho era pasar por encima de otros con nada más que su fuerza o atropellándolos si no se apartaban de su camino; sin rastro alguno de misericordia o siquiera contemplación hacia alguno de aquellos rostros desafortunados que quedaban bajo sus pies. Aun así no había duda alguna dentro de la cabeza del macho, que desde el momento en que comenzó a vivir en la sombra de una caprichosa y malcriada niña con cuerpo de mujer, todo aquello que consideraba un verdadero desafío era algo tanto estúpidamente irritante como casi imposible considerando sus propias capacidades; aquella noche no sería la excepción, sino en su lugar seria la ocasión en que se determinaría si realmente sería capaz de lograr una victoria fuera de su zona de confort.
-¿¡COMO MIERDA SE USA ESTA COSA!?-
Maldita noche, maldita fiesta, maldito traje pero por sobre todas las cosas: MALDITA ASTRID. ¿Por qué carajos lo estaba obligando a asistir a una de esas estúpidas y aburridas reuniones donde no se hacía más que jugar a ver quién podía sonreír por más tiempo de la manera más imbécil? ¿Era acaso una nueva manera en que había decidido torturarlo o castigarlo? Que él recordase solo había estado gastando su fortuna en alcohol y mujeres, nada fuera de lo que para aquella rara pareja resultase anormal. Recordaba perfectamente que ella solía elegir a muñecos sin voluntad con cara de afeminados para que fuesen sus acompañantes en aquella clase de eventos, entonces ¿Qué carajos estaba haciendo Ares peleando con un esmoquin al que no podía romper? Porque enserio quería hacerlo pedazos, igual a quien se lo había dado y ordenado usar. Los gritos de la pelirroja no hacían más que aumentar su ya de por si alta irritación. Aunque para sorpresa de hasta él mismo logró vestirse casi perfectamente, lo que a su vez solo le hacía sentir tanto incomodo como ridículo. La poca movilidad del traje junto con el calor del verano provocaba una sensación sofocante en cada célula de su cuerpo.
El trayecto a la dichosa gala había transcurrido en un mar de quejas y discusiones mayormente por parte de Ares. En definitiva lo único que consideraba medianamente agradable dada su condición de arrastrado era el agasajo visual que Astrid regalaba a los ojos ajenos. No era la primera vez que la veía adornada de aquella manera con objetos que a los ojos del lobo no eran más que eso, adornos, puesto que la verdadera “belleza” para él era lo que se encontraba bajo el papel para envolver que llevaba puesto la fémina.
Al momento de llegar no se molesto en abrirle la puerta del vehículo a su acompañante, ni siquiera ofrecer la mano en ayuda para que saliese del mismo, y ¿Por qué debería? Si lo único que podría tener de caballero era el disfraz comprado a última hora por la molesta mujer a quien se veía obligado a acompañar en parte contra su voluntad. Aquella reunión de extraños tenia la peculiaridad de obligar a los invitados a llevar mascaras; algo todavía más estúpido según el macho, considerando que todo el que asistía ya tenía una máscara bien puesta que incluso a veces si sabían cómo quitársela. Pero era allí cuando el espíritu rebelde de Ares tenía la oportunidad de rebelarse luego de lo que él consideraba humillación, puesto que sin que la pelirroja se percatase había desechado la máscara que le había dado y había traído otra algo diferente consigo. Más específicamente, una máscara de gas similar a las de los trabajadores de las alcantarillas. Ella solo le había ordenado usar una máscara mas nunca especifico el tipo; de ello logro aferrarse para lo que quizás fuese la primera de las tantas humillaciones que planeaba para la famosa actriz aquella noche en venganza por aquella molesta reclusión.
-¿En frente de tantas gente?, vaya declaración tan morbosa ha dado la “perfecta” dama Lindgren-
Respondió cual burla a la amenaza dada por la mujer, llevando la diestra en dirección a la peligrosa curva de su cintura y apegándola a él cuerpo propio con considerable posesión aunque no la suficiente como para no dejarla caminar.
-¿¡COMO MIERDA SE USA ESTA COSA!?-
Maldita noche, maldita fiesta, maldito traje pero por sobre todas las cosas: MALDITA ASTRID. ¿Por qué carajos lo estaba obligando a asistir a una de esas estúpidas y aburridas reuniones donde no se hacía más que jugar a ver quién podía sonreír por más tiempo de la manera más imbécil? ¿Era acaso una nueva manera en que había decidido torturarlo o castigarlo? Que él recordase solo había estado gastando su fortuna en alcohol y mujeres, nada fuera de lo que para aquella rara pareja resultase anormal. Recordaba perfectamente que ella solía elegir a muñecos sin voluntad con cara de afeminados para que fuesen sus acompañantes en aquella clase de eventos, entonces ¿Qué carajos estaba haciendo Ares peleando con un esmoquin al que no podía romper? Porque enserio quería hacerlo pedazos, igual a quien se lo había dado y ordenado usar. Los gritos de la pelirroja no hacían más que aumentar su ya de por si alta irritación. Aunque para sorpresa de hasta él mismo logró vestirse casi perfectamente, lo que a su vez solo le hacía sentir tanto incomodo como ridículo. La poca movilidad del traje junto con el calor del verano provocaba una sensación sofocante en cada célula de su cuerpo.
El trayecto a la dichosa gala había transcurrido en un mar de quejas y discusiones mayormente por parte de Ares. En definitiva lo único que consideraba medianamente agradable dada su condición de arrastrado era el agasajo visual que Astrid regalaba a los ojos ajenos. No era la primera vez que la veía adornada de aquella manera con objetos que a los ojos del lobo no eran más que eso, adornos, puesto que la verdadera “belleza” para él era lo que se encontraba bajo el papel para envolver que llevaba puesto la fémina.
Al momento de llegar no se molesto en abrirle la puerta del vehículo a su acompañante, ni siquiera ofrecer la mano en ayuda para que saliese del mismo, y ¿Por qué debería? Si lo único que podría tener de caballero era el disfraz comprado a última hora por la molesta mujer a quien se veía obligado a acompañar en parte contra su voluntad. Aquella reunión de extraños tenia la peculiaridad de obligar a los invitados a llevar mascaras; algo todavía más estúpido según el macho, considerando que todo el que asistía ya tenía una máscara bien puesta que incluso a veces si sabían cómo quitársela. Pero era allí cuando el espíritu rebelde de Ares tenía la oportunidad de rebelarse luego de lo que él consideraba humillación, puesto que sin que la pelirroja se percatase había desechado la máscara que le había dado y había traído otra algo diferente consigo. Más específicamente, una máscara de gas similar a las de los trabajadores de las alcantarillas. Ella solo le había ordenado usar una máscara mas nunca especifico el tipo; de ello logro aferrarse para lo que quizás fuese la primera de las tantas humillaciones que planeaba para la famosa actriz aquella noche en venganza por aquella molesta reclusión.
-¿En frente de tantas gente?, vaya declaración tan morbosa ha dado la “perfecta” dama Lindgren-
Respondió cual burla a la amenaza dada por la mujer, llevando la diestra en dirección a la peligrosa curva de su cintura y apegándola a él cuerpo propio con considerable posesión aunque no la suficiente como para no dejarla caminar.
- Vestimenya y Mascara:
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Helder no quería moverse mucho. Temía pechar o lastimarse con alguien, hasta se sintió bastante cohibido ciertamente, dado que habían murmullos y charlas animadas por doquier. Música entretenida, y aquél característico aroma a vivacidad que muchos podían sentir. Sí, era al parecer un gran evento especial en la mansión de, ¿los Lobbosco?, no lo recordaba bien pero estaba seguro que así es el apellido. Dio unos pequeños pasos, así no obstaculizar el camino del que muchos eran capaces de transitar. No ver nada era un problema, y más si se trata de tener que halagar a su pareja. Hasta sentía las brisas de movimientos, aquellos movimientos gráciles de cuando alguien está danzando animado y enérgico.
Su rostro se alzó, la música avivaba su espíritu roto. Lo estaba disfrutando, incluso movía rítmicamente su pie sin poder evitarlo. Siempre se deja llevar por las corrientes de la musicalidad, ¡y cuan divertido es mirarle apenas! Porque de permitir que siguiera así, seguramente movería su cabeza de un lado a otro hasta que su cuerpo se digne a bailar. No fue entonces que percibió un tacto ajeno y desconocido. ¡Y ese perfume!, le supo muy bien, con una ligera mezcla de champagne para variar pero, éste seguía oliendo demasiado delicioso para sus sentidos. El brasileño palmeó tranquilizador la mano de la dama, porque, aquella que llego a tocarle la sintió con un poco de tensión y hasta el aura lo revelaba. Después sonrío más aliviado, quizás fue su imaginación: —Señorita Himako —dijo, intentando que ambos se pudieran escuchar ante el sonido alto del ambiente.
Él no tenía problema en distinguir los sonidos, ya que, su oído estaba demasiado entrenado. Eso es gracias a que ha hecho que su audición se perfeccionara y se agudizara con el pasar del tiempo. Aunque, eso no quiere decir que cualquier ser humano no pueda tener la misma habilidad que Helder, no, cualquier músico tendría un sentido del oído muy bien desarrollado—. Siento la tardanza… —comentó disculpándose—. El tráfico era espeso. Pero aquí estoy, no podría dejarla abandonada —sonrío levemente para ella—. Estás encantadora está noche. —Ladeó el rostro, y no lo decía porque vestía bien, si no porque en verdad él la notaba con un magnetismo encantador.
Después de un momento de silencio, ella río. No supo decir porque, ¿por lo que dijo? El peliazul se apenó un poco, ocasionando que no se animará en un principio a preguntar. Su cabeza fue bajando al suelo, como si intentará ocultar en su mirada la vergüenza. Tonto Helder, no puede saber que es lo que la ha hecho reír pero le agradó escuchar que la dama se divertía. Tiene su parte buena—. Gracias, me gustaría beber algo —aprontó su brazo cuidadosamente para que ella le guíe, y su bastón aún seguía sosteniéndose en su mano diestra—. Himako… ¿De que se ha reído hace un momento? —Lo preguntó con cierta curiosidad y al mismo tiempo, inseguridad. ¿Estaría preparado para escuchar la respuesta?, ¿se sorprendería? Seguramente sí. Pero es que no puede simplemente adivinar.
—Espero no meter la pata está noche, pero creo que a mi lado tengo a una estudiante de danza si no me equivoco, ¿verdad? —Está vez era otra pregunta, aquello le hacía recordar que su primera novia también lo era, y actualmente es una famosa bailarina que es reconocida a nivel mundial. Helder la admiraba y siempre la admiró—. Si es así, debo decir entonces, que seremos los mejores bailarines de la pista —río un poco, no es muy dado en afirmar que sabe bailar sin embargo, está contento de que ninguno de los dos se pondrá nervioso a la hora de salir a danzar. Entonces, esperó que le llevará a la mesa de aperitivos para poder finalmente, beber.
Invitado
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