[CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Idarion Terra :: Residencia de la Familia Tescotti :: Mansión Tescotti :: • Evento especial "Mascarada" •
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Veía como iban llegando más personas, a quienes se limitó a saludar solo con una suave sonrisa, aunque esto lo hizo a quienes le miraban directamente, no faltaba quien no se dignaba a ver al resto. Actitud que en lo personal, le desagradaba al moreno. No se molestaría por eso tampoco, Günther no era tan irascible como podría parecerle a algunos. La hora oficial de inicio se anunciaba con un cambio en la música de la orquesta, Günther volteó brevemente el rostro ante eso, estaba ansioso y curioso por entrar y apreciar por completo el gran salón. Acomodó la chaqueta superior y cruzó los brazos frente a él, no se percató de que mientras él se distrajo una joven se posicionó a su lado.
Tardó pocos segundos en reaccionar a las palabras de la joven, ciertamente le tomó por sorpresa y solo se notó por como mantuvo entreabierta su boca, no demasiado, pero si era evidente. — Jamás podría hacerle eso a... — se detuvo antes de finalizar la frase, le costó, pero reconoció a la fémina. Sonrió y le observó con fijeza, lucía muy diferente a como normalmente le veía en la academia (aunque esa normalidad era más bien algo escaso). Detalló el antifaz de ella, le sentaba muy bien y contrastaba perfectamente con el vestido. — Te ves realmente hermosa esta noche — hizo una pequeña reverencia hacia la mujer tras eso, al oírle niega y añade — No tienes porqué disculparte, es temprano aún — al estar fuera de lo que era su trabajo, optaba por no tutear a las personas, solía ser regañado por Rainer al hacerlo. Dió cortos pasos hacia ella y le ofreció su brazo para que pudiesen entrar juntos — ¿Entremos? — ladeó su rostro y mantuvo la postura lo pertinente, tenía casi la certeza de que ella no rechazaría aquel gesto, no por la forma en que lucía o mostraba ser. — Hay varias cosas que me gustaría que conversemos, aunque lo primordial es que la pasemos bien ¿No? — comentó en un tono relajado, pero grave, comenzó entonces a caminar hacia el interior del lugar.
La luz dentro era muy diferente, había un suave murmullo proveniente de varios de los invitados, cada quien conversaba con un grupo o con sus respectivas parejas. Günther pensaba que era de los pocos -por no decir único- que había invitado a alguien de quien apenas si sabía el nombre. — Illani, gracias por venir conmigo — dijo sincero — francamente, me hace bastante ilusión esta velada... — mencionó algo bajo, solo para ella y junto a sus palabras le dedicó una mirada atenta. Se notaban claramente los rojizos orbes de Günther, la oscura careta era casi un adorno a su mirada. Tuvo cuidado en guiar a su compañera por el salón, buscó un sitio donde ambos pudieran estar tranquilos pero no tan alejados de la muchedumbre, no se vería apropiado.
Una duda le asaltó, ¿Ella sabría su nombre? de no saberlo, estaba actuando bastante mal ¡Ni siquiera se había presentado apropiadamente! ¿Qué estaría pensando ella de él? Günther perdió el rumbo ante la emoción del momento, exteriormente se veía firme y lo era, pero el olvidar algo tan básico hacía que sus ánimos decayeran momentáneamente. Al detenrese, le miró y preguntó — ¿me crees maleducado? he olvidado presentarme, seguramente no sabes ni como me llamo — no recordaba haberle dicho su nombre. Eso era algo muy malo para el moreno.
Tardó pocos segundos en reaccionar a las palabras de la joven, ciertamente le tomó por sorpresa y solo se notó por como mantuvo entreabierta su boca, no demasiado, pero si era evidente. — Jamás podría hacerle eso a... — se detuvo antes de finalizar la frase, le costó, pero reconoció a la fémina. Sonrió y le observó con fijeza, lucía muy diferente a como normalmente le veía en la academia (aunque esa normalidad era más bien algo escaso). Detalló el antifaz de ella, le sentaba muy bien y contrastaba perfectamente con el vestido. — Te ves realmente hermosa esta noche — hizo una pequeña reverencia hacia la mujer tras eso, al oírle niega y añade — No tienes porqué disculparte, es temprano aún — al estar fuera de lo que era su trabajo, optaba por no tutear a las personas, solía ser regañado por Rainer al hacerlo. Dió cortos pasos hacia ella y le ofreció su brazo para que pudiesen entrar juntos — ¿Entremos? — ladeó su rostro y mantuvo la postura lo pertinente, tenía casi la certeza de que ella no rechazaría aquel gesto, no por la forma en que lucía o mostraba ser. — Hay varias cosas que me gustaría que conversemos, aunque lo primordial es que la pasemos bien ¿No? — comentó en un tono relajado, pero grave, comenzó entonces a caminar hacia el interior del lugar.
La luz dentro era muy diferente, había un suave murmullo proveniente de varios de los invitados, cada quien conversaba con un grupo o con sus respectivas parejas. Günther pensaba que era de los pocos -por no decir único- que había invitado a alguien de quien apenas si sabía el nombre. — Illani, gracias por venir conmigo — dijo sincero — francamente, me hace bastante ilusión esta velada... — mencionó algo bajo, solo para ella y junto a sus palabras le dedicó una mirada atenta. Se notaban claramente los rojizos orbes de Günther, la oscura careta era casi un adorno a su mirada. Tuvo cuidado en guiar a su compañera por el salón, buscó un sitio donde ambos pudieran estar tranquilos pero no tan alejados de la muchedumbre, no se vería apropiado.
Una duda le asaltó, ¿Ella sabría su nombre? de no saberlo, estaba actuando bastante mal ¡Ni siquiera se había presentado apropiadamente! ¿Qué estaría pensando ella de él? Günther perdió el rumbo ante la emoción del momento, exteriormente se veía firme y lo era, pero el olvidar algo tan básico hacía que sus ánimos decayeran momentáneamente. Al detenrese, le miró y preguntó — ¿me crees maleducado? he olvidado presentarme, seguramente no sabes ni como me llamo — no recordaba haberle dicho su nombre. Eso era algo muy malo para el moreno.
Invitado
Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Había resultado simple el convencer a su padre de dejarle conducir un coche, el rico hombre había sonreído de oreja a oreja al escuchar que acudiría a una fiesta y, ávido de poder como siempre lo había sido pensó que eso subiría su persona, más, nunca pensó en las reales intenciones de su hijo, quién si acudiría era solo para cambiar un poco los monótonos días que se habían apoderado de él desde que se había convertido en el "sirviente" de cierto distinguido muchacho. Aquél día se había despertado mucho antes de lo usual y, tras preparar todo lo necesario, ducharse y cambiarse como era debido, sin dejar la formalidad tal y como solía preferir aquél tipo de fiestas. En cuanto la hora establecida pareció llegar, salió de su habitación con aparente calma y, se encaminó hasta donde el coche había aparcado. ¿Sería él a conducir? Claro, aun cuando por costumbre era algún hombre pagado para ello, pero, en aquella ocasión no era así. Se subió a una negra Ferrari y encendiendo la máquina comenzó a encaminarse hacia la casa de la profesora. Tampoco podía decirse que estaba demasiado lejos, pero su intención seguía siendo la de divertir a la dama que estaría aquella noche en su compañía. En cuando llegó a la casa de Hikaru bajó del coche, no sin antes dejar que el claxon interrumpiera el silencio y tomar un hermoso ramo de flores. Luego, simplemente se apoyó en la máquina y esperó.
En cuanto la dama se presentó su sonrisa se ensanchó y, caminando en su encuentro le ofreció el buque. —Esta noche está realmente hermosa, Hikaru-san— Le susurró y condujo hacia el coche y, tras asegurarse que ella subió, él hizo lo mismo y encendió una vez más la máquina, impostando el rumbo hacia la mansión Lobbosco, anfitriona de la fiesta. El viaje no fue demasiado largo y por ello, no tardaron en llegar a la entrada principal. Tras salir del coche con la máscara ya puesta, otorgó las llaves a un mayordomo cuyo trabajo era precisamente ese, caminó hacia la parte donde Hikaru estaba sentada y, abriendo la puerta con calma se inclinó y le ofreció su mano sin parar en el hecho que de costumbre sus manos estabas bastante frías. —Espero que la noche sea de su agrado— Pronunció con cortesía, una que de costumbre era bastante peculiar en él, mas no inexistente como muchos pudieran pensar. Así, ofreciendo el brazo a la joven dama comenzó a encaminarse hacia el interior de la mansión. —Agradezco que haya aceptado mi invitación— Le susurró al tiempo que subían las escaleras de mármol. Solían ser pocas las oportunidades que tenía para acudir a fiestas o simplemente alejarse de casa como últimamente lo había hecho. ¿Emocionado? Quizás un poco, aunque su calmada mirada y sobretodo segura de si, le impedía demostrar tales sentimientos que se albergaban muy profundo en su ser.
En cuanto la dama se presentó su sonrisa se ensanchó y, caminando en su encuentro le ofreció el buque. —Esta noche está realmente hermosa, Hikaru-san— Le susurró y condujo hacia el coche y, tras asegurarse que ella subió, él hizo lo mismo y encendió una vez más la máquina, impostando el rumbo hacia la mansión Lobbosco, anfitriona de la fiesta. El viaje no fue demasiado largo y por ello, no tardaron en llegar a la entrada principal. Tras salir del coche con la máscara ya puesta, otorgó las llaves a un mayordomo cuyo trabajo era precisamente ese, caminó hacia la parte donde Hikaru estaba sentada y, abriendo la puerta con calma se inclinó y le ofreció su mano sin parar en el hecho que de costumbre sus manos estabas bastante frías. —Espero que la noche sea de su agrado— Pronunció con cortesía, una que de costumbre era bastante peculiar en él, mas no inexistente como muchos pudieran pensar. Así, ofreciendo el brazo a la joven dama comenzó a encaminarse hacia el interior de la mansión. —Agradezco que haya aceptado mi invitación— Le susurró al tiempo que subían las escaleras de mármol. Solían ser pocas las oportunidades que tenía para acudir a fiestas o simplemente alejarse de casa como últimamente lo había hecho. ¿Emocionado? Quizás un poco, aunque su calmada mirada y sobretodo segura de si, le impedía demostrar tales sentimientos que se albergaban muy profundo en su ser.
- Traje y máscara:
Vencel Várhidi
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Una suave sonrisa iluminó el rostro de Rainer al recibir esa respuesta por parte de su compañera. Deseaba que aquella noche fuera lo más grata posible, principalmente para la chica de cabello azul que en esos momentos le tomaba del brazo; pero de ser posible para ambos, procuraría que así fuera. La condujo por el largo pasillo hasta llegar al fin al recinto hermosamente decorado, lugar en el que se detuvo en el umbral para poder admirar lo que tenía frente a sí. Su sonrisa se amplió suavemente y volteó a ver a su compañera por un breve momento antes de volver a mirar a su alrededor, percatándose que varios conocidos de la academia ya se encontraban rondando por allí, entre los cuales se encontraban varios estudiantes a los que tenía que servir en sus obligaciones diarias y que ya sabía reconocer por vista pues tenían alguna pecuriaridad que los hacía resaltar entre los demás presentes, como el hijo del anfitrión de aquel evento. A la mayoría no los podía relacionar ya fuera porque nunca los había visto o porque el antifaz lograba muy bien ocultar su identidad. ¿Y qué ese no era el chiste de aquel baile? Ser quien se es sin preocuparse por clases sociales o razas, por ello la puerta se encontraba abierta para todo el público que deseara dejar de lado sus diferencias y pasar un rato ameno en compañía de desconocidos y amigos. A quien sí supo reconocer sin necesidad de segundas miradas fue a su fiel sirviente y mejor amigo Günther, quien ya se encontraba en compañía de su pareja. Al futuro rey de Dinamarca le daba mucho gusto el poder contemplar a su más leal compañero divertirse al tiempo que se olvidaba de sus obligaciones. Para Rainer, más que ser aquel que le atendía en sus necesidades básicas, era su hermano y por obvias razones la alegría del ajeno era la suya propia.
Y eso era... ¡¿Unas botargas de animalejos deformes?! Por un par de segundos el peliblanco no pudo apartar la mirada de dichas criaturas extrañas, preguntándose qué hacían allí si era obvio que desentonaban bastante en aquel ambiente. Sabía que los gustos del líder de los Lobbosco eran excéntricos, pero se cuestionaba bastante que aquella fuera su manera de entretenimiento para los comensales. Rió.
-¿En qué estarán pensando? -inquirió en voz alta, seguramente siendo capaz su compañera de escucharle. Él sólo señaló con una suave cabezada hacia donde se encontraban los dos sujetos con cosplay para que la otra supiera de qué estaba hablando y después de eso la condujo lejos de la entrada, adentrándose aún más en el recinto y encaminándola hacia la sección de las mesas- Al parecer aún no dan por iniciado el baile, ¿desea tomar asiento o tomar algo? También podríamos dar una vuelta por el lugar, es lo suficientemente grande como para que nos saque una que otra sorpresa en el trayecto; ¿qué le parece?
Y eso era... ¡¿Unas botargas de animalejos deformes?! Por un par de segundos el peliblanco no pudo apartar la mirada de dichas criaturas extrañas, preguntándose qué hacían allí si era obvio que desentonaban bastante en aquel ambiente. Sabía que los gustos del líder de los Lobbosco eran excéntricos, pero se cuestionaba bastante que aquella fuera su manera de entretenimiento para los comensales. Rió.
-¿En qué estarán pensando? -inquirió en voz alta, seguramente siendo capaz su compañera de escucharle. Él sólo señaló con una suave cabezada hacia donde se encontraban los dos sujetos con cosplay para que la otra supiera de qué estaba hablando y después de eso la condujo lejos de la entrada, adentrándose aún más en el recinto y encaminándola hacia la sección de las mesas- Al parecer aún no dan por iniciado el baile, ¿desea tomar asiento o tomar algo? También podríamos dar una vuelta por el lugar, es lo suficientemente grande como para que nos saque una que otra sorpresa en el trayecto; ¿qué le parece?
Rainer Anderberg
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Me sentía totalmente tensa y nerviosa, aunque trataba de poner mi mente en blanco y no pensar en nada que no fuera el divertirme, una y mil formas en las que podía arruinar la velada acudían a mí. Y lo que más me preocupaba era que cada una de ellas las podría realizar sin ningún esfuerzo... Tragué saliva y cerré los ojos con fuerza, implorando a todo ente habitante del inmenso cielo estrellado de aquella noche que me ayudara aunque fuera un poco, para no ser torpe ante la persona que más admiraba desde hacía un año...
-Buenas noches... -susurré quedamente ante su saludo, alegrándome de que al menos la voz no me fallaba del todo. Su halago provocó que mis mejillas se tiñeran de un suave tono rosa, cosa que me motivó todavía más a no darle la cara. Era completamente consciente del espectáculo que estaba dando y que seguramente él pensaría que no era otra cosa más que un bicho raro. ¿Se estaría arrepintiendo en esos momentos de haberme escogido como su pareja de baile? ¡Por qué estaba pensando en eso! Obviamente eso lograría ponerme aún más nerviosa de lo que por sí ya estaba.
Tomé su brazo con suavidad, tratando que no se diera cuenta del ligero temblor en mi cuerpo, y una suave sonrisa apareció en mi rostro ante la emoción que él demostraba ante aquella velada que al parecer prometía mucho. Aunque claro, aún no podía ver mi expresión debido a que seguía mirando a otro lado, centrada en cualquier cosa que no fuera en su persona. ¿Por qué no lograba poner en orden mis emociones y sentimientos? Definitivamente era un fracaso de persona...
-Muchas... -aspiré con fuerza para tratar de que mi voz fuera más calmada y audible- Muchas gracias por invitarme al evento de... esta noche. No sabes cuán feliz me sentí... -apenas un murmullo que deseaba fervientemente que fuera audible para él, tomando en cuenta la escasa distancia que había entre nosotros. Y pensar en eso causó que de nueva cuenta me sonrojara. ¿Por qué todo tenía que ser siempre tan difícil? Quería ser honesta con él para corresponderle aunque fuera un poco el hecho de haberse ofrecido a ser mi pareja en esta ocasión. En realidad no podía saber lo que realmente eso significaba para mí, el que una persona mostrara interés en ser mi amigo cuando sólo rechazo había recibido, inclusive de mis propios familiares. Lo inmensamente feliz que me hacía eso...
Cuando cruzamos las puertas, automáticamente dirigí mi vista al frente y no pude quedar de otra manera que no fuera maravillada ante el esplendor que se nos presentaba. Abrí mis ojos castaños de par en par y un leve jadeo de admiración escapó de mis labios, mirando a todos lados para tratar de abarcar visualmente lo más que se pudiera de la estancia.
-¡Qué precioso! -susurré para mí, volteando a verlo instintivamente para compartirle mi emoción. Y aunque mis mejillas volvieron a tornarse ligeramente rosas cuando nuestras miradas se cruzaron, esta vez hice un esfuerzo por no apartar la mía, aunque fuera por un breve momento. Le sonreí y tras haber transcurrido unos cuantos segundos, volví a enfocar mi atención en otro lado- Yo... la verdad es que nunca había asistido a un evento de esta clase y... para ser sincera no sé exactamente cómo actuar. Perdona por estar tan nerviosa por ello, pero tengo miedo de arruinarlo... -mi voz se fue apagando con cada palabra que pronunciaba y contuve la respiración al darme cuenta de lo que le había dicho y de lo franca que me había mostrado. ¡¿Yo había dicho aquello?! Lo mejor hubiera sido huir cuando aún tuve la oportunidad...- ¡Perdón! Olvida lo que dije, por favor... -cerré los ojos con fuerza y comencé a darme golpecitos con el dedo índice de mi mano libre sobre mi pecho, allí donde el corazón se encontraba. Uno, dos, tres... uno, dos, tres... reiteradamente, hasta que sintiera que el latir de mi corazón fuera normal. Era un truco que mi nana me había enseñado desde que era una cría, y siempre había tenido la plena confianza de que funcionaría, por eso es que siempre lo realizaba cuando creía que la situación lo ameritaba.
-Buenas noches... -susurré quedamente ante su saludo, alegrándome de que al menos la voz no me fallaba del todo. Su halago provocó que mis mejillas se tiñeran de un suave tono rosa, cosa que me motivó todavía más a no darle la cara. Era completamente consciente del espectáculo que estaba dando y que seguramente él pensaría que no era otra cosa más que un bicho raro. ¿Se estaría arrepintiendo en esos momentos de haberme escogido como su pareja de baile? ¡Por qué estaba pensando en eso! Obviamente eso lograría ponerme aún más nerviosa de lo que por sí ya estaba.
Tomé su brazo con suavidad, tratando que no se diera cuenta del ligero temblor en mi cuerpo, y una suave sonrisa apareció en mi rostro ante la emoción que él demostraba ante aquella velada que al parecer prometía mucho. Aunque claro, aún no podía ver mi expresión debido a que seguía mirando a otro lado, centrada en cualquier cosa que no fuera en su persona. ¿Por qué no lograba poner en orden mis emociones y sentimientos? Definitivamente era un fracaso de persona...
-Muchas... -aspiré con fuerza para tratar de que mi voz fuera más calmada y audible- Muchas gracias por invitarme al evento de... esta noche. No sabes cuán feliz me sentí... -apenas un murmullo que deseaba fervientemente que fuera audible para él, tomando en cuenta la escasa distancia que había entre nosotros. Y pensar en eso causó que de nueva cuenta me sonrojara. ¿Por qué todo tenía que ser siempre tan difícil? Quería ser honesta con él para corresponderle aunque fuera un poco el hecho de haberse ofrecido a ser mi pareja en esta ocasión. En realidad no podía saber lo que realmente eso significaba para mí, el que una persona mostrara interés en ser mi amigo cuando sólo rechazo había recibido, inclusive de mis propios familiares. Lo inmensamente feliz que me hacía eso...
Cuando cruzamos las puertas, automáticamente dirigí mi vista al frente y no pude quedar de otra manera que no fuera maravillada ante el esplendor que se nos presentaba. Abrí mis ojos castaños de par en par y un leve jadeo de admiración escapó de mis labios, mirando a todos lados para tratar de abarcar visualmente lo más que se pudiera de la estancia.
-¡Qué precioso! -susurré para mí, volteando a verlo instintivamente para compartirle mi emoción. Y aunque mis mejillas volvieron a tornarse ligeramente rosas cuando nuestras miradas se cruzaron, esta vez hice un esfuerzo por no apartar la mía, aunque fuera por un breve momento. Le sonreí y tras haber transcurrido unos cuantos segundos, volví a enfocar mi atención en otro lado- Yo... la verdad es que nunca había asistido a un evento de esta clase y... para ser sincera no sé exactamente cómo actuar. Perdona por estar tan nerviosa por ello, pero tengo miedo de arruinarlo... -mi voz se fue apagando con cada palabra que pronunciaba y contuve la respiración al darme cuenta de lo que le había dicho y de lo franca que me había mostrado. ¡¿Yo había dicho aquello?! Lo mejor hubiera sido huir cuando aún tuve la oportunidad...- ¡Perdón! Olvida lo que dije, por favor... -cerré los ojos con fuerza y comencé a darme golpecitos con el dedo índice de mi mano libre sobre mi pecho, allí donde el corazón se encontraba. Uno, dos, tres... uno, dos, tres... reiteradamente, hasta que sintiera que el latir de mi corazón fuera normal. Era un truco que mi nana me había enseñado desde que era una cría, y siempre había tenido la plena confianza de que funcionaría, por eso es que siempre lo realizaba cuando creía que la situación lo ameritaba.
Marina Valentine
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
En silencio aguardaba a la llegada de quien sería mi pareja aquella noche. Desde mi posición podía ver a la gente adentrarse en el gran salón, las damas con sus flamantes y hermosos vestidos y los caballeros con sus elegantes trajes todos ellos con ese toque misterioso que aportaban las extravagantes mascaras. Poco a poco los invitados se iban emparejando con sus respectivos dejándome a mi algo envidiosa y solitaria pero sobre todo, mucho mas nerviosa y para ser sincera odiaba esa sensación.
En mi mano una fina copa de cristal con un liquido dorado y burbujeante ¿champagne quizás? No era muy dada a las bebidas alcohólicas por muy poca graduación que esta tuviese pero dada mi situación lo veía mejor que estar de brazos cruzados. Pese a tener la copa en mi mano estaba mas pendiente de resto de invitados intentando identificar a alguno ¿acaso podría? Lo dudaba seriamente puesto que no mantenía ninguna relación con algún miembro del centro, la poca gente que conocía, a excepción de un profesor, no pertenecían a la academia y no estaba muy segura si los ajenos a ella estaban invitados, entonces una pregunta asolo mi mente ¿estaría aquel crio? Después de todo era el hijo del dueño de la mansión, aunque quizás fuese muy pequeño para asistir a dicha fiesta.
Tras un par de pequeños tragos a mi copa pude ver a mi acompañante adentrarse en el salón con su traje blanco. Entregué la copa a uno de los camareros y con aparente tranquilidad, puesto que aun me temblaban las manos, me acerque colocando sutilmente la mano sobre su hombro por un mero segundo con la intención de captar su atención.
- profesor- Saludé muy educada tal y como me habían enseñado desde muy niña para cuando asistía a las grandes y elegantes fiestas- disculpe, Helder – Saludé nuevamente puesto que esa noche dejábamos de ser profesor y alumna, esa noche tan solo éramos Helder y Himako otra de las muchas parejas que formábamos el baile- Me alegra que haya venido y que me invitase a pasar esta hermosa velada con usted
Aguardaba a su lado con las manos en mi regazo guardando a la perfección la compostura y la etiqueta, mi actitud era perfecta pero me sentía poco cómoda. Mire a nuestro alrededor y toda aquella actitud perfecta se desmorono cuando vi a dos personas muy pintorescas ¿de que irían disfrazados? No pude evitarlo y una leve risa se escapo de entre mis labios que intente disimular anteponiendo mi mano. Mandar al traste toda mis buenas forma había sido realmente fácil pero era inevitable, era muy graciosa la situación aunque se les veía un poco nerviosos por lo que procure calmar mi risa y aparentar que no lo había visto, estaba muy interesada en ver que espectáculo montaban
- ¿le apetece tomar algo?- pregunte ya calmada intentando disimular la situación anterior puesto no me había reído muy alto ¿me habría oído pese a la música?
En mi mano una fina copa de cristal con un liquido dorado y burbujeante ¿champagne quizás? No era muy dada a las bebidas alcohólicas por muy poca graduación que esta tuviese pero dada mi situación lo veía mejor que estar de brazos cruzados. Pese a tener la copa en mi mano estaba mas pendiente de resto de invitados intentando identificar a alguno ¿acaso podría? Lo dudaba seriamente puesto que no mantenía ninguna relación con algún miembro del centro, la poca gente que conocía, a excepción de un profesor, no pertenecían a la academia y no estaba muy segura si los ajenos a ella estaban invitados, entonces una pregunta asolo mi mente ¿estaría aquel crio? Después de todo era el hijo del dueño de la mansión, aunque quizás fuese muy pequeño para asistir a dicha fiesta.
Tras un par de pequeños tragos a mi copa pude ver a mi acompañante adentrarse en el salón con su traje blanco. Entregué la copa a uno de los camareros y con aparente tranquilidad, puesto que aun me temblaban las manos, me acerque colocando sutilmente la mano sobre su hombro por un mero segundo con la intención de captar su atención.
- profesor- Saludé muy educada tal y como me habían enseñado desde muy niña para cuando asistía a las grandes y elegantes fiestas- disculpe, Helder – Saludé nuevamente puesto que esa noche dejábamos de ser profesor y alumna, esa noche tan solo éramos Helder y Himako otra de las muchas parejas que formábamos el baile- Me alegra que haya venido y que me invitase a pasar esta hermosa velada con usted
Aguardaba a su lado con las manos en mi regazo guardando a la perfección la compostura y la etiqueta, mi actitud era perfecta pero me sentía poco cómoda. Mire a nuestro alrededor y toda aquella actitud perfecta se desmorono cuando vi a dos personas muy pintorescas ¿de que irían disfrazados? No pude evitarlo y una leve risa se escapo de entre mis labios que intente disimular anteponiendo mi mano. Mandar al traste toda mis buenas forma había sido realmente fácil pero era inevitable, era muy graciosa la situación aunque se les veía un poco nerviosos por lo que procure calmar mi risa y aparentar que no lo había visto, estaba muy interesada en ver que espectáculo montaban
- ¿le apetece tomar algo?- pregunte ya calmada intentando disimular la situación anterior puesto no me había reído muy alto ¿me habría oído pese a la música?
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Michella vivía del cándido placer de rendir culto a los pequeños detalles de la vida, al pequeño y aparentemente débil peluche, tendido en la cama de cualquier habitación, aprisionado por los menudos brazos de un niño inocente; a la trémula libélula que quedaba presa en su ventana durante las largas noches de verano; a la cuchara sucia y oxidada con la que ya nadie piensa mantener conversaciones a la hora del almuerzo... Y sin embargo, iba a asistir a una fiesta. A una gran fiesta que conmemoraba un gran acontecimiento. Todo conllevaría el adjetivo gran. Grandes invitados, grandes trajes de gala, grandes manjares, grandes bailes, grandes decoraciones, grandes lujos... Un alma libre y revoltosa como Michella no debería aparecer en semejante acuarela. ¿Os imagináis a una de las criaturas del Guernica en medio del escenario de Las Meninas?
Siendo sinceros, la muchacha no tenía ni idea de a donde iba a parar. Lo único que sabía con certeza era la pena terrible que le había inspirado aquel ancianito con rasgos juveniles que la había invitado a un baile. "Pobrecito, seguro que está viejote por tooooodo el pelo blanco que tiene y nadie quiere ser su amigo. No pasa nada, Michi le dará algo de su pelo para que ya no esté viejo y tenga muuuuchos amiguitos." Eran pensamientos incoherentes, pero llenos de buenas intenciones. Que un anciano la convidara a un evento era algo bastante serio, sabía de sobra que las personas que estaban a punto de irse a vivir con los señores que lloraban en las nubes jamás volvían al suelo. ¡Qué triste no poder bailar nunca más ni ver crecer los girasoles! Así pues, se había prometido acompañar a aquella criatura en el festejo, aunque ninguna clase de expectativa se paseaba por su imaginación.
Era cautivadora su diferencia con las otras jovencitas. Mientras que una adolescente jamás temblaría de emoción ante un brick de zumo casi vacío, sí lo haría la noche del evento más importante del momento... En el caso de Michella, todo sucedía siempre al revés. La tarde anterior había practicado una, dos, tres y mil veces como hablar con un abuelo. Las únicas personas que habían perdido el color de su cabello con las que se relacionó en su juventud hablaban muy lento y perdían enseguida el hilo de las conversaciones. ¡Ni siquiera podían escuchar a las servilletas gritar cuando las estrujaban contra sus mandíbulas castañeantes! Sería un desafío en toda regla, conseguiría que aquel viejo tuviera la mejor noche de su vida antes de que se fuera a vivir a las nubes. ¡Ojalá después le regalara un trozo de nube! ¡Seguro que Insecto dormiría muy bien en algo tan blandito y rico!
¿Ir de compras en busca del vestido ideal? ¡Era imposible, una osadía descabellada! Todos la mirarían con sus volantes etéreos y sus ojos de algodón deseando ser adoptados. Elegir uno sería una crueldad desmesurada, usaría algunos que le había enviado su padre para que cuidara muy bien. Adoraba meterse en el armario y hacerles cosquillas, se balanceaban en sus camitas colgantes (perchas) entre cuchicheos y roces. Pero hoy no jugaría con todos ellos, solo se pondría uno... ¡El que la ganase al escondite! Fueron dos largas horas de juego, pero finalmente Insecto le lanzó un traje y Michella comprendió que aquel atuendo era muy listo, había conseguido que su fiel compañero desvelase su escondrijo. Nos ahorraremos los detalles que prosiguieron a tan ardua decisión y nos centraremos en el leve crujir de la puerta de su habitación al abrirse. Casi casi parecía un quejido que reclamaba atención sobre la hermosa jovencita que acudía al encuentro del anciano. Un paso, otro paso...
—¡Oh! ¡Estás malito! ¿Estás bien?—¿Pero qué estaban contemplando sus desconsolados orbes? ¡Una herida enorme estaba desfilando ante ellos! Con premura corrió hacia el enfermo, dejando escapar densas lágrimas por sus mejillas. ¡Qué catástrofe, qué desastre! Con ambas manos presionó la lesión para evitar la hemorragia invisible de... la pared.—Pobrecito, pobrecito Juancho. ¿Juancho está roto y nadie te puede curar? Seguro que con una tirita muuuuuuuy grande podemos curarte. Michi y el abuelo te ayudarán.—Su mirada relució con verdadera pena al clavarse en la de su acompañante, ignorando por completo el dolor de la criatura humanoide.—¿Juancho está viejito también y se hace pupa por todo? ¿Puede el abuelo salvar la vida de Juancho? ¡Michi tiene muchas pegatinas como pago!
Siendo sinceros, la muchacha no tenía ni idea de a donde iba a parar. Lo único que sabía con certeza era la pena terrible que le había inspirado aquel ancianito con rasgos juveniles que la había invitado a un baile. "Pobrecito, seguro que está viejote por tooooodo el pelo blanco que tiene y nadie quiere ser su amigo. No pasa nada, Michi le dará algo de su pelo para que ya no esté viejo y tenga muuuuchos amiguitos." Eran pensamientos incoherentes, pero llenos de buenas intenciones. Que un anciano la convidara a un evento era algo bastante serio, sabía de sobra que las personas que estaban a punto de irse a vivir con los señores que lloraban en las nubes jamás volvían al suelo. ¡Qué triste no poder bailar nunca más ni ver crecer los girasoles! Así pues, se había prometido acompañar a aquella criatura en el festejo, aunque ninguna clase de expectativa se paseaba por su imaginación.
Era cautivadora su diferencia con las otras jovencitas. Mientras que una adolescente jamás temblaría de emoción ante un brick de zumo casi vacío, sí lo haría la noche del evento más importante del momento... En el caso de Michella, todo sucedía siempre al revés. La tarde anterior había practicado una, dos, tres y mil veces como hablar con un abuelo. Las únicas personas que habían perdido el color de su cabello con las que se relacionó en su juventud hablaban muy lento y perdían enseguida el hilo de las conversaciones. ¡Ni siquiera podían escuchar a las servilletas gritar cuando las estrujaban contra sus mandíbulas castañeantes! Sería un desafío en toda regla, conseguiría que aquel viejo tuviera la mejor noche de su vida antes de que se fuera a vivir a las nubes. ¡Ojalá después le regalara un trozo de nube! ¡Seguro que Insecto dormiría muy bien en algo tan blandito y rico!
¿Ir de compras en busca del vestido ideal? ¡Era imposible, una osadía descabellada! Todos la mirarían con sus volantes etéreos y sus ojos de algodón deseando ser adoptados. Elegir uno sería una crueldad desmesurada, usaría algunos que le había enviado su padre para que cuidara muy bien. Adoraba meterse en el armario y hacerles cosquillas, se balanceaban en sus camitas colgantes (perchas) entre cuchicheos y roces. Pero hoy no jugaría con todos ellos, solo se pondría uno... ¡El que la ganase al escondite! Fueron dos largas horas de juego, pero finalmente Insecto le lanzó un traje y Michella comprendió que aquel atuendo era muy listo, había conseguido que su fiel compañero desvelase su escondrijo. Nos ahorraremos los detalles que prosiguieron a tan ardua decisión y nos centraremos en el leve crujir de la puerta de su habitación al abrirse. Casi casi parecía un quejido que reclamaba atención sobre la hermosa jovencita que acudía al encuentro del anciano. Un paso, otro paso...
—¡Oh! ¡Estás malito! ¿Estás bien?—¿Pero qué estaban contemplando sus desconsolados orbes? ¡Una herida enorme estaba desfilando ante ellos! Con premura corrió hacia el enfermo, dejando escapar densas lágrimas por sus mejillas. ¡Qué catástrofe, qué desastre! Con ambas manos presionó la lesión para evitar la hemorragia invisible de... la pared.—Pobrecito, pobrecito Juancho. ¿Juancho está roto y nadie te puede curar? Seguro que con una tirita muuuuuuuy grande podemos curarte. Michi y el abuelo te ayudarán.—Su mirada relució con verdadera pena al clavarse en la de su acompañante, ignorando por completo el dolor de la criatura humanoide.—¿Juancho está viejito también y se hace pupa por todo? ¿Puede el abuelo salvar la vida de Juancho? ¡Michi tiene muchas pegatinas como pago!
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Última edición por Michella Della Rocca el Jue Ago 21, 2014 7:37 pm, editado 1 vez
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Mascarada
Donde incluso tu amigo es engañado
Me sorprendió un poco con la rudeza de su salida y más después su preocupación aparente por...la pared? La acababa de poner nombre a la pared? Acaso era una de estas locatis que muy rara vez te encontrabas por la vida? Porque justo me tenía que haber tocado a mi?
Suspiré fuertemente quedándome embobado cuando me miró fijamente a los ojos haciendo que los apartara escuchando su plegaria-claro...le salvaré la vida...si es lo que deseas-dije sin muchas ganas de seguir aquel estúpido juego-pero deja de mirarme-casi gruñí entre dientes.
Odiaba que me miraran a los ojos, y más con aquellos orbes tan puros que tenía la muchacha. Odiaba que miraran a mis ojos impuros manchados de rojo carmesí desde el momento en que habían visto la primera luz del alba.
Los ojos eran el espejo del alma...alguien me lo había dicho una vez. Por eso no quería que nadie mirara la mía, seguro que estaba completamente podrida y rápida, llena de pecados y cicatrices.
-Bien, dame esas pegatinas y veremos que podemos hacer-dije esperando a que fuera a buscarlas. Una vez las trajo y me las dio arranqué una de estas y la puse sobre la grieta que había hecho-listo-dije de manera seca devolviendole sus pegatinas que poco me interesaba tener-ahora así Juancho-dije sin darle la mayor importancia al nombre que le había puesto al mueble-estará curado, y además no se sentirá solo porque tiene un amiguito-concluí sin mostrar en ningún momento una sonrisa.
Quizás me había precipitado un poco al pensar que podría volver a ser el Zero de hacía tantos años. Sonreír no era tan fácil...no si llevabas unos 10 años sin hacerlo. Quizás debería de ir a clases para ello, aunque era una estupidez, no necesitaba eso.
Le ofrecí mi mano-vamos al baile?-dije con delicadeza esperando que tomara mi mano para dirigirnos hacia la mansión Lobbosco cuanto antes.
No sabía que podría estar haciendo Bet en aquellos momentos, ni si quiera si asistiría, por eso debía de darme prisa y llegar allí cuanto antes, para encargarme de la seguridad. Quizás estaría bien informar a Michella de aquello-además, debemos de darnos prisa-le enseñé la placa que ponía seguridad en mi chaqueta-debo de encargarme de la seguridad en la fiesta, no querrás que haya más heridos no?-continué con un frio semblante en mi rostro sabiendo que diciendo aquello de seguro se daba más prisa. Si era tan pacifista y se preocupaba por un simple trozo de cemento y ladrillo, se preocuparía más por personas de carne y hueso que tenían realmente nombre y apellidos no?
Comencé a andar sin soltar su mano caminando con decisión hacia la mansión Lobbosco que no estaba muy lejos de la academia.
Que se suponía que tenía que hacer con aquella chica? Yo no era un caballero ni mucho menos y esta noche tampoco lo sería pues, a pesar de que sabía bailar, no me apetecía lo más mínimo. Si bien era cierto que había recibido clases sobre como bailar y comportarme en fiestas elegantes y de etiqueta gracias a la familia de Bet no lo aplicaría en este caso...iba de segurata...no a pasarlo bien con esa estúpida niña que aun seguía en su mundo yupi yeih de colorines y fantasías por donde los unicornios volaban reían y cantaban al son de una música ñoña.
Solo de pensarlo me daban arcadas. Podría vomitar arcoiris.
Llegamos hasta la mansión y sin pensármelo dos veces aun sosteniendo su mano la mire por unos breves instantes y sin decir nada empujé las puertas del salón abriéndome paso en aquel mar de gente que ya llenaba la estancia.
Tsk...que molestia, a saber donde estaba Bet ahora.
Todo era culpa de aquella niñata, habíamos llegado tarde por su culpa y ahora encontrar a mi objetivo sería mucho más complicado...quizás bailar para ir atravesando toda aquella marabunta sería lo mejor.
Michella, mis manos están manchadas de sangre desde hace mucho tiempo, así que...si vienes y me buscas, te enfrentaré...porque somos amigos.
Puede que haya deseado esto desde aquel día, la destrucción y reconstrucción de todo, así es, la destrucción es necesaria antes de la reconstrucción...y si mis sentimientos se convierten en un obstáculo, entonces, estará bien acabar con ellos. Así es, no tengo otro camino mas que seguir adelante, por el camino de la matanza.
Puede que haya deseado esto desde aquel día, la destrucción y reconstrucción de todo, así es, la destrucción es necesaria antes de la reconstrucción...y si mis sentimientos se convierten en un obstáculo, entonces, estará bien acabar con ellos. Así es, no tengo otro camino mas que seguir adelante, por el camino de la matanza.
Zero Kiryuu
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Mascarada
ES EL MOMENTO DE DANZAR Y DANZAR
Silencio. Silencio. Que reine el silencio. Si su voz pudiera ser escuchada por el sonido, desearía convencerle de que renunciase a su poder sobre ella. Las manecillas del reloj, el zumbido de las bombillas moribundas, los pasos ajetreados que se escuchaban por los pasillos... Pequeños detalles que un día cualquiera inquietarían ligeramente el alma, pero que hoy le provocaban un grave temblor en sus extremidades. ¿No podía haber al menos silencio, un silencio sepulcral?
Sin voces, ni cotilleos, ni tensión volando por cada recoveco de la academia. Desde luego que seguiría muriéndose de miedo, mas al menos el sentido del oído no tendría nada que ver en ello. ¿Por qué aceptó aquella descabellada oferta? Debió negarse rotundamente, sin dejar entrever vacilación alguna. Superar los miedos era una frase preciosa cuyo único uso práctico era inspirar a los más osados a derribar sus estrechas fronteras... Miki era tímida, menuda y ni siquiera podía alzar la vista del suelo durante más de dos segundos. No había ninguna posibilidad de éxito... Bueno, tal vez una entre mil. Alguien positivo se convencería a sí mismo de que podía ser esa una, alguien realista como la señorita Van Tassel solo podía rezar para no desmayarse en medio del evento.
Se entretuvo un par de horas ayudando a Marina a prepararse. Intentó dibujar delicadas sonrisas de miel para tranquilizar a la nerviosa castaña, pero su pulso la delataba y terminó desembocando en el denso océano del pánico. Creyó experimentar el peor sentimiento de su vida al separarse de su única mota de confianza, puesto que la estudiante conseguía eliminar un instante la inquietud de sus pensamientos. Parada en el umbral del salón de baile, sus piernas amenazaron con dejar de sostenerla, igual que unos trabajadores se proclaman en huelga. Tragó saliva con pesadez, alzando su mirada ambarina del lustroso suelo (que por ahora era lo único que había visto del deslumbrante escenario) y buscó aterrada entre el gentío a quien sería su pareja durante aquella... problemática velada.
Gente, demasiada gente. Se tambaleó un instante, apoyando el peso de su cuerpo en la pared más cercana. ¿Dónde habían quedado? Lo había olvidado. ¿Cómo era posible que algo tan esencial se borrara de su memoria? Necesitaba recordar, acordarse... Pero el zumbido de las risas ajenas le penetraba las entrañas e impedía que se concentrase. Quería llorar, refugiarse entre las sábanas y regar las flores que la esperaban en su habitación. No quería estar ahí, no quería experimentar más temor, no quería volver a extraviarse. Se mordió el labio inferior en un esfuerzo por contener las lágrimas.—L-La orquesta...—Tartamudeó en un hilillo de voz sin ser consciente de ello. ¡Claro! ¡Ese era el punto de encuentro! La breve alegría contempló su muerte al preguntarse si realmente era mejor estar junto a un hombre. ¿No estaba buscando su propia condena al obligarse a enfrentar su más profundo temor?
El bajo de su vestido rozó la pista de baile mientras lentamente avanzaba hacia uno de los costados de la sala. Tragó saliva por enésima vez, tiñendo la vergüenza sus mejillas del color de una manzana madura. Allí estaba, reconocería aquella presencia en cualquier lugar. Cada criatura vive acompañada por su aroma, por su propia existencia y la extensión exterior de esta... y aquel muchacho de níveos cabellos gozaba de una peculiar aura y rasgos. Detrás de él, Miki se estremeció de pies a cabeza, juntando ambas manos a la altura del corazón mientras rezaba porque su voz no vacilara. ¿Cómo anunciar su presencia? ¡Estaba ridícula de aquella forma, detrás del ser espiritual, temblando, completamente sonrojada y con la mirada clavada en el suelo! "Buenas noches, señor Salvatore. Estoy muy contenta de que me haya invitado al baile esta noche, espero que podamos pasarlo estupendamente... ¡Luce realmente bien! Siento mucho el retraso." No habría estado mal decir aquello, nada mal. Repasó una y otra vez las palabras, incluso dibujó un esquema de las mismas en su mente. Abrió los labios para darles vida y... Su mente se olvidó de como articular oraciones coherentes.—E-Etto... ¿S-Salvatore? E-Es de.. n-noche...—Obvio. Retrocedió un paso, sintiendo temblar sus manos y su corazón desbocarse. Era tan tonta...
Sin voces, ni cotilleos, ni tensión volando por cada recoveco de la academia. Desde luego que seguiría muriéndose de miedo, mas al menos el sentido del oído no tendría nada que ver en ello. ¿Por qué aceptó aquella descabellada oferta? Debió negarse rotundamente, sin dejar entrever vacilación alguna. Superar los miedos era una frase preciosa cuyo único uso práctico era inspirar a los más osados a derribar sus estrechas fronteras... Miki era tímida, menuda y ni siquiera podía alzar la vista del suelo durante más de dos segundos. No había ninguna posibilidad de éxito... Bueno, tal vez una entre mil. Alguien positivo se convencería a sí mismo de que podía ser esa una, alguien realista como la señorita Van Tassel solo podía rezar para no desmayarse en medio del evento.
Se entretuvo un par de horas ayudando a Marina a prepararse. Intentó dibujar delicadas sonrisas de miel para tranquilizar a la nerviosa castaña, pero su pulso la delataba y terminó desembocando en el denso océano del pánico. Creyó experimentar el peor sentimiento de su vida al separarse de su única mota de confianza, puesto que la estudiante conseguía eliminar un instante la inquietud de sus pensamientos. Parada en el umbral del salón de baile, sus piernas amenazaron con dejar de sostenerla, igual que unos trabajadores se proclaman en huelga. Tragó saliva con pesadez, alzando su mirada ambarina del lustroso suelo (que por ahora era lo único que había visto del deslumbrante escenario) y buscó aterrada entre el gentío a quien sería su pareja durante aquella... problemática velada.
Gente, demasiada gente. Se tambaleó un instante, apoyando el peso de su cuerpo en la pared más cercana. ¿Dónde habían quedado? Lo había olvidado. ¿Cómo era posible que algo tan esencial se borrara de su memoria? Necesitaba recordar, acordarse... Pero el zumbido de las risas ajenas le penetraba las entrañas e impedía que se concentrase. Quería llorar, refugiarse entre las sábanas y regar las flores que la esperaban en su habitación. No quería estar ahí, no quería experimentar más temor, no quería volver a extraviarse. Se mordió el labio inferior en un esfuerzo por contener las lágrimas.—L-La orquesta...—Tartamudeó en un hilillo de voz sin ser consciente de ello. ¡Claro! ¡Ese era el punto de encuentro! La breve alegría contempló su muerte al preguntarse si realmente era mejor estar junto a un hombre. ¿No estaba buscando su propia condena al obligarse a enfrentar su más profundo temor?
El bajo de su vestido rozó la pista de baile mientras lentamente avanzaba hacia uno de los costados de la sala. Tragó saliva por enésima vez, tiñendo la vergüenza sus mejillas del color de una manzana madura. Allí estaba, reconocería aquella presencia en cualquier lugar. Cada criatura vive acompañada por su aroma, por su propia existencia y la extensión exterior de esta... y aquel muchacho de níveos cabellos gozaba de una peculiar aura y rasgos. Detrás de él, Miki se estremeció de pies a cabeza, juntando ambas manos a la altura del corazón mientras rezaba porque su voz no vacilara. ¿Cómo anunciar su presencia? ¡Estaba ridícula de aquella forma, detrás del ser espiritual, temblando, completamente sonrojada y con la mirada clavada en el suelo! "Buenas noches, señor Salvatore. Estoy muy contenta de que me haya invitado al baile esta noche, espero que podamos pasarlo estupendamente... ¡Luce realmente bien! Siento mucho el retraso." No habría estado mal decir aquello, nada mal. Repasó una y otra vez las palabras, incluso dibujó un esquema de las mismas en su mente. Abrió los labios para darles vida y... Su mente se olvidó de como articular oraciones coherentes.—E-Etto... ¿S-Salvatore? E-Es de.. n-noche...—Obvio. Retrocedió un paso, sintiendo temblar sus manos y su corazón desbocarse. Era tan tonta...
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Toda mi atención se centraba en ella tras escuchar su agradecimiento por mi invitación al evento, pero… ¡no tenía nada que agradecer! Al contrario, era yo quien había nadado en la incertidumbre creyendo altamente probable que Marina me rechazara, además, gracias deberían dar los organizadores del evento por contar con la presencia de tan hermosa chica en su inmenso salón de fiestas. Sí, esa era la realidad mas no pude hacérselo saber en el momento, pues cada uno de mis sentidos fue cautivado por la preciosa expresión que me regaló de manera inconsciente. -¡Sí! El lugar esta genial, un punto para ellos. – afirmé con amplia sonrisa sin poder apartar la vista de mi pareja. Ya me había deleitado antes con su persona desde variadas perspectivas, empezando por la muestra de su talento y encanto al bailar aquella noche en los rincones del jardín de la academia, por la pieza de arte que era su voz y… también por la dulzura de su figura… ¿Cómo iba a engañarme a mi mismo? Tenía que admitir que físicamente también me fascinaba… pero ahora… justo en este instante, la maravilla de sus ojos me había atrapado como nunca imaginé posible.
Era una expresión distinta, nueva para mi la que mostraba abiertamente después de descubrir lo estupendo que estaba el salón de la casa Lobbosco y lo mejor de todo, era que no me privaba de ella. Naturalmente no me pasó desapercibida la inusual tonalidad en sus mejillas, pero descubrir el color en su rostro únicamente consiguió avivar mi entusiasmo, motivación y extrañamente, la seguridad de mis actos. Tan solo redirigí mi atención hacia el frente una vez que ella hizo lo mismo, quería creer que esa sonrisa que apareció en sus facciones seguiría ahí por el resto de la noche, que prevalecería mientras yo estuviera a su lado y quizá no pasaría de ser fantasía mía pero ¿a quién le afectaba? Bien dicen que soñar no cuesta nada, y si eso engrandece tu alma… ¿qué hay de malo en hacerlo?
¿Arruinar? No sabía con exactitud qué le hacía pensar en algo como eso, pero por lo visto realmente lo creía posible, lo noté en el momento que comenzó a darse suaves toque sobre el pecho, fue entonces cuando pausé mis pasos para dar tiempo a que sacara esas ideas de sus pensamientos. Evité observarla mientras lo hacía, no quería incomodarla o ser el causante de su nerviosismo. –En realidad…– incliné ligeramente el rostro haciendo un ajuste a mi máscara, mostrando después una sonrisa victoriosa –Son ellos quienes estarían arruinados si tu no estuvieras aquí. – dije buscando hacer contacto con sus orbes de manera discreta, tan solo de perfil. ¡Y no mentía! ¿qué sería de los organizadores sin la presencia de sus invitados? – Todo esto sería un fracaso si no estuviéramos aquí. Así que no te preocupes, el sitio esta arreglado para nosotros, todos y cada uno de los detalles. Incluso el popular de Salvatore se vistió decente para apantallarnos. Pero hoy…– me incliné para susurrar a su oído sin poder guardarme la sonrisa, amaba tener su compañía al menos por unas horas –… ni tu ni yo necesitamos a los demás. A mi me basta con tenerte para mi y aunque suene… ¿ostentoso?– no, esa no era la palabra que buscaba. Alcé el rostro en búsqueda de la palabra indicada, pero no di con ella –Confío en que también seré suficiente para ti, aceptable como mínimo.– terminé la oración con convicción y cierta diversión en las palabras. Me sentía bien, perfecto a su lado. Capaz de alcanzar cualquier estrella. Mi misión para la velada sería sacarle muchas sonrisas como la que acababa de mostrarme, estaba decidido y no permitiría que nada desviase mi camino.
–Empecemos por conseguir bocadillos. No vaya a ser que los invitados estén tan hambrientos como yo y los mejores postres se extingan prematuramente.– Oh si, comer podría ayudarnos a ambos a superar la tensión del momento y si a eso agregaba la curiosidad de ver qué clase de comida servían en una fiesta tan elegante como aquella… pues no había mejor opción que acudir a la mesa de alimentos. Pronto dirigí mis pasos hacia el sitio indicado, cuidando de no avanzar muy rápido. ¿Qué le gustaría? ¿Pasteles? ¿Alguna copa tal vez? Ojalá no todas las bebidas fueran en extremo cargadas, no me disgustaba el licor, pero definitivamente no quería terminar ebrio. Tenía mucho que disfrutar en compañía de Marina y para ello requería de mis 5 sentidos en todo su esplendor.
Era una expresión distinta, nueva para mi la que mostraba abiertamente después de descubrir lo estupendo que estaba el salón de la casa Lobbosco y lo mejor de todo, era que no me privaba de ella. Naturalmente no me pasó desapercibida la inusual tonalidad en sus mejillas, pero descubrir el color en su rostro únicamente consiguió avivar mi entusiasmo, motivación y extrañamente, la seguridad de mis actos. Tan solo redirigí mi atención hacia el frente una vez que ella hizo lo mismo, quería creer que esa sonrisa que apareció en sus facciones seguiría ahí por el resto de la noche, que prevalecería mientras yo estuviera a su lado y quizá no pasaría de ser fantasía mía pero ¿a quién le afectaba? Bien dicen que soñar no cuesta nada, y si eso engrandece tu alma… ¿qué hay de malo en hacerlo?
¿Arruinar? No sabía con exactitud qué le hacía pensar en algo como eso, pero por lo visto realmente lo creía posible, lo noté en el momento que comenzó a darse suaves toque sobre el pecho, fue entonces cuando pausé mis pasos para dar tiempo a que sacara esas ideas de sus pensamientos. Evité observarla mientras lo hacía, no quería incomodarla o ser el causante de su nerviosismo. –En realidad…– incliné ligeramente el rostro haciendo un ajuste a mi máscara, mostrando después una sonrisa victoriosa –Son ellos quienes estarían arruinados si tu no estuvieras aquí. – dije buscando hacer contacto con sus orbes de manera discreta, tan solo de perfil. ¡Y no mentía! ¿qué sería de los organizadores sin la presencia de sus invitados? – Todo esto sería un fracaso si no estuviéramos aquí. Así que no te preocupes, el sitio esta arreglado para nosotros, todos y cada uno de los detalles. Incluso el popular de Salvatore se vistió decente para apantallarnos. Pero hoy…– me incliné para susurrar a su oído sin poder guardarme la sonrisa, amaba tener su compañía al menos por unas horas –… ni tu ni yo necesitamos a los demás. A mi me basta con tenerte para mi y aunque suene… ¿ostentoso?– no, esa no era la palabra que buscaba. Alcé el rostro en búsqueda de la palabra indicada, pero no di con ella –Confío en que también seré suficiente para ti, aceptable como mínimo.– terminé la oración con convicción y cierta diversión en las palabras. Me sentía bien, perfecto a su lado. Capaz de alcanzar cualquier estrella. Mi misión para la velada sería sacarle muchas sonrisas como la que acababa de mostrarme, estaba decidido y no permitiría que nada desviase mi camino.
–Empecemos por conseguir bocadillos. No vaya a ser que los invitados estén tan hambrientos como yo y los mejores postres se extingan prematuramente.– Oh si, comer podría ayudarnos a ambos a superar la tensión del momento y si a eso agregaba la curiosidad de ver qué clase de comida servían en una fiesta tan elegante como aquella… pues no había mejor opción que acudir a la mesa de alimentos. Pronto dirigí mis pasos hacia el sitio indicado, cuidando de no avanzar muy rápido. ¿Qué le gustaría? ¿Pasteles? ¿Alguna copa tal vez? Ojalá no todas las bebidas fueran en extremo cargadas, no me disgustaba el licor, pero definitivamente no quería terminar ebrio. Tenía mucho que disfrutar en compañía de Marina y para ello requería de mis 5 sentidos en todo su esplendor.
Raffaele Vecchierelli
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Aquel día comenzaba de manera peculiar… ¿hacía falta explicarlo? Era sencillo: no era un rutinario día de clases, si no el precedente a un baile de máscaras realizado por la familia Lobbosco. Y… el joven de cabello verdoso no acababa de tener aún claro si le agradaba o no la idea. No sería muy complicado de comprender tras explicar los motivos que llevaban al chico a ello. Su padre, ese ruin y desagradable hombre que resultaba ser su progenitor, parecía estar bastante al tanto de los acontecimientos y eventos que aquella escuela ofrecía a los estudiantes, y…al parecer no quería que su hijo fuera menos. Así que… antes que conseguir una nueva bronca que podría alargarse demasiado teniendo solo como final el prosiguiente cabreo del peliverde y los bramidos de aquel hombre que le hablaba por el teléfono… acabó por asentir a aquello. El problema era… ¿De dónde sacaba él ahora a una chica con la que asistir a dicho evento? Entre que no le había dando prácticamente importancia desde el inicio hasta un par de días disponibles… sencillamente pensó que tendría que ir solo. Que melodrama… ¡bah, tonterías! Menos le podía importar a Alvaro aquello, aunque ya que iba, ¿no se suponía que lo correcto era llevar a algún acompañante?
Así fue como, de manera bastante repentina y… para que mentir, peculiar, el joven consiguió una acompañante, siendo una estudiante de literatura. Cabe decir que las formalidades casi salieron corriendo de la manera en que la invitó… incluso esperó realmente reírse de la joven por la supuesta reacción que tendría, pero nada más lejos de la realidad… más bien el sorprendido fue él.
Dejando aquello a un lado… y debido al poco interés que tenía ante ese día en realidad, se pudo decir que se levantó bastante tarde aún teniéndolo todo dispuesto, incluso ignoró el hecho de que aquel chico que se suponía que era su sirviente, aunque más bien sólo era un saco de malhumor para el peliverde, ni siquiera estuviera allí. ¿Había ido también al baile? No se acordaba si se lo había comentado…y si lo había hecho, la memoria de Alvaro debió de eliminar ese hecho como si de información innecesaria se tratase. Así que… sin prisa pero sin pausa, comenzó a prepararse. Ni siquiera tenía que ir a buscar a aquella muchacha que era su acompañante, directamente le había propuesto encontrarse en el lugar dispuesto para la velada: “Te propongo un trato: tú me buscas a mí y yo a ti, y el que lo haga antes gana un premio del otro, ¿de acuerdo~?” aquella había sido su proposición, y estaba claro que, de los dos, aunque peculiares, el que más llamaba la atención era el peliverde, por lo que ya suponía que no tendría que molestarse en buscar, sólo dejarse encontrar.
Dejó su cabello suelto, no amarrado en la habitual coleta que solía llevar, y un crisantemo de un intenso color carmesí adornaba el bolsillo del pecho de su traje, incluso había retirado esas cuentas que solía llevar bajo su ojo izquierdo. Todo en una mezcla de informalidad y elegancia que… para que mentir, si no fuera así no sería él. Aún tomándose su tiempo, pudo llegar a la hora a la mansión de aquellos que iban a ser los anfitriones, y nada más llegar al lugar donde un mayordomo le indicó que sería, no pudo menos que parpadear, levemente sorprendido ante aquella bienvenida visual que le ofrecía la decoración del amplio lugar. – Vaya… sí que se lo han trabajado… -murmuró para sí mismo el joven mientras se dirigía hacia una zona un poco apartada del resto para no sentir el agobio de las personas.- Sin duda cierto hombre gruñón e insoportable podría aprender a hacer una fiesta como esa, y no esas serias y aburridas que hace…- añadió a sus pensamientos en voz alta, claramente hablando de su progenitor, y sin más dilación, alzó su antifaz que portaba en su mano izquierda, y lo coloco con cuidado en su rostro, anudándolo posteriormente para acabar por alzar su propio rostro y observar a su alrededor con su mirada burdeos. Ahora… envuelto en la capa del misterio, solo quedaba que la señorita que iba a ser su acompañante le encontrara, entre aquel danzar de ropajes elegantes y máscaras que comenzaban a llenar el lugar… solo le quedaba esperar.
Así fue como, de manera bastante repentina y… para que mentir, peculiar, el joven consiguió una acompañante, siendo una estudiante de literatura. Cabe decir que las formalidades casi salieron corriendo de la manera en que la invitó… incluso esperó realmente reírse de la joven por la supuesta reacción que tendría, pero nada más lejos de la realidad… más bien el sorprendido fue él.
Dejando aquello a un lado… y debido al poco interés que tenía ante ese día en realidad, se pudo decir que se levantó bastante tarde aún teniéndolo todo dispuesto, incluso ignoró el hecho de que aquel chico que se suponía que era su sirviente, aunque más bien sólo era un saco de malhumor para el peliverde, ni siquiera estuviera allí. ¿Había ido también al baile? No se acordaba si se lo había comentado…y si lo había hecho, la memoria de Alvaro debió de eliminar ese hecho como si de información innecesaria se tratase. Así que… sin prisa pero sin pausa, comenzó a prepararse. Ni siquiera tenía que ir a buscar a aquella muchacha que era su acompañante, directamente le había propuesto encontrarse en el lugar dispuesto para la velada: “Te propongo un trato: tú me buscas a mí y yo a ti, y el que lo haga antes gana un premio del otro, ¿de acuerdo~?” aquella había sido su proposición, y estaba claro que, de los dos, aunque peculiares, el que más llamaba la atención era el peliverde, por lo que ya suponía que no tendría que molestarse en buscar, sólo dejarse encontrar.
Dejó su cabello suelto, no amarrado en la habitual coleta que solía llevar, y un crisantemo de un intenso color carmesí adornaba el bolsillo del pecho de su traje, incluso había retirado esas cuentas que solía llevar bajo su ojo izquierdo. Todo en una mezcla de informalidad y elegancia que… para que mentir, si no fuera así no sería él. Aún tomándose su tiempo, pudo llegar a la hora a la mansión de aquellos que iban a ser los anfitriones, y nada más llegar al lugar donde un mayordomo le indicó que sería, no pudo menos que parpadear, levemente sorprendido ante aquella bienvenida visual que le ofrecía la decoración del amplio lugar. – Vaya… sí que se lo han trabajado… -murmuró para sí mismo el joven mientras se dirigía hacia una zona un poco apartada del resto para no sentir el agobio de las personas.- Sin duda cierto hombre gruñón e insoportable podría aprender a hacer una fiesta como esa, y no esas serias y aburridas que hace…- añadió a sus pensamientos en voz alta, claramente hablando de su progenitor, y sin más dilación, alzó su antifaz que portaba en su mano izquierda, y lo coloco con cuidado en su rostro, anudándolo posteriormente para acabar por alzar su propio rostro y observar a su alrededor con su mirada burdeos. Ahora… envuelto en la capa del misterio, solo quedaba que la señorita que iba a ser su acompañante le encontrara, entre aquel danzar de ropajes elegantes y máscaras que comenzaban a llenar el lugar… solo le quedaba esperar.
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Alvaro Garay
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Sin duda alguna, Ilani se sintió feliz cuando su pareja para el baile estuvo a nada de “rechazarla” pues sabía que el nombre que quedó sin decir era el suyo. Sonrió ampliamente al ver su reacción, no la esperaba pero era buena y sentía que le daba mayor peso y veracidad a las palabras “te ves realmente hermosa”. Dentro de su amor propio, ella lo sabía pero por alguna razón cuando se lo decían otras personas creía que eran simples palabras de cortesía, ésta vez no fue así.
La menor tomó el brazo de su acompañante mientras caminaban juntos para entrar a la gran mansión; era más extravagante de lo que había imaginado, hermosa sin duda alguna. Asintió a lo que decía el mayor, era obvio que quisiera que hablaran, después de todo… si lo miraban bien, eran un par de desconocidos, éste tipo de situación era perfecta para que ambas personas se conocieran mejor.
-Oh, creo que soy yo quien debe agradecerte, de no haberme invitado tu seguramente ni siquiera hubiera pensado en asistir al evento, también ansiaba venir…- Admitió con una suave sonrisa en los labios, era cierto lo que decía.
Le hizo gracia verle preocupado por no haberse presentado, aunque por fuera se veía impenetrable, la voz le delataba, la actriz sabía de lenguaje corporal, lo practicaba a diario. Negó con un ligero movimiento de cabeza y posó su mirada en la de él. –No tiene por qué preocuparse “señor Günther “ Su nombre no es algo que precisamente sea un secreto…- Le hizo gracia recordar cómo es que supo su nombre y decidió decírselo, quizá algo así romería el hielo entre ambos. –Verá… entre los pasillos había muchas chicas esparciendo “rumores” de que el vigilante Günther había invitado a una alumna a la mascarada, ¿de quién más podrían estar hablando?- Se encogió de hombros. –O es que estoy equivocada y hay otro vigilante que invitó a otra alumna? De ser así entonces el error es mío por asumir algo y no preguntar… la maleducada sería yo.-
La menor tomó el brazo de su acompañante mientras caminaban juntos para entrar a la gran mansión; era más extravagante de lo que había imaginado, hermosa sin duda alguna. Asintió a lo que decía el mayor, era obvio que quisiera que hablaran, después de todo… si lo miraban bien, eran un par de desconocidos, éste tipo de situación era perfecta para que ambas personas se conocieran mejor.
-Oh, creo que soy yo quien debe agradecerte, de no haberme invitado tu seguramente ni siquiera hubiera pensado en asistir al evento, también ansiaba venir…- Admitió con una suave sonrisa en los labios, era cierto lo que decía.
Le hizo gracia verle preocupado por no haberse presentado, aunque por fuera se veía impenetrable, la voz le delataba, la actriz sabía de lenguaje corporal, lo practicaba a diario. Negó con un ligero movimiento de cabeza y posó su mirada en la de él. –No tiene por qué preocuparse “señor Günther “ Su nombre no es algo que precisamente sea un secreto…- Le hizo gracia recordar cómo es que supo su nombre y decidió decírselo, quizá algo así romería el hielo entre ambos. –Verá… entre los pasillos había muchas chicas esparciendo “rumores” de que el vigilante Günther había invitado a una alumna a la mascarada, ¿de quién más podrían estar hablando?- Se encogió de hombros. –O es que estoy equivocada y hay otro vigilante que invitó a otra alumna? De ser así entonces el error es mío por asumir algo y no preguntar… la maleducada sería yo.-
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
- Canción Mega Cursi:
Abrí los ojos con sorpresa y dejé de golpear mi pecho para voltear a verlo con incredulidad. Jamás lo había visto desde el punto de visto que él tenía. Y claro está, estaba de más decir que el sonrojo provocado por su halago era más que notorio, aunque en esos momentos no era del todo consciente de ello.
-¿Tú... crees? -pregunté con voz apenas perceptible. Le dediqué una tímida y sutil sonrisa antes de desviar la mirada para buscar al mencionado Salvatore, el cual conocía sólo de vista cuando participaba en las presentaciones de Teatro, y que ya sabía era el hijo de nuestro anfitrión. Mi sonrisa se acentuó al sentir una calidez inexplicable y nunca antes experimentada. Raffaele no podía saber cuán agradecida me encontraba con él, no sólo por el hecho de haberme pedido acompañarlo en esa velada, sino también por todos sus esfuerzos realizados para levantarme el ánimo y hacer que me sintiera cómoda. No sabía la felicidad que en esos momentos me embargaba por ello. ¿Así era como se sentía el tener un amigo de verdad? Alguien que no te juzgara y aceptara tal cuál eras, sin importar todos los defectos que uno pudiera tener. Volví a centrar mi atención en él, observando su perfil como si fuera la cosa más sorprendente que jamás hubiera observado en mi vida; y lo tenía de cerca. Algo dentro de mí se abrió para dar paso a algo que nunca había creído posible para mí, una sensación que deseaba nunca jamás tener que desprenderme. En ese preciso momento dejé de mirarlo como la persona inalcanzable que tanto admiraba para percatarme que era mucho más que eso, algo profundo y cálido.
Mi amigo.
Aún temía cometer alguna torpeza y que eso fuera la causa de que la velada se arruinara, pero también me di cuenta que mientras fuera Raffaele quien estuviera a mi lado, ya no importaba cuán torpe podía llegar a ser. Porque había comprendido que él estaría allí para ayudarme y no para hacerme de lado e insultarme como muchos otros lo habían hecho en el pasado, y lo seguían haciendo. Lo supe aquella noche en la que, por azares del destino, nos encontramos frente a frente, pero por temor y miedo a la decepción fue que me negué a la realidad.
Me dejé guiar hacia la zona de los aperitivos, siendo apenas consciente de mis acciones. ¿Y cómo no mostrar un semblante distraído cuando mis pensamientos estaban en un lugar totalmente alejados de allí? ¿Cuando mis sentimientos y emociones giraban en mi interior con la intensidad de un torbellino? Llegamos a la zona de los aperitivos y me permití soltarle del brazos sólo para tomar una de sus manos entre las mías y enfrentarme directamente con su mirada. Estaba nerviosa por mi atrevimiento, sin embargo sentía que en esos momentos eso quedaba en segundo plano. Realmente quería que pudiera divertirse en mi compañía, y hacerle ver que yo era feliz estando con él.
-Creéme que eres mucho más que aceptable para mí. No puedo imaginarme estar aquí con alguien más ocupando tu lugar... Soy feliz sólo por estar junto a ti... -me acerqué a él y me puse ligeramente de puntillas para poder darle un beso en la mejilla a modo de agradecimiento. Rápidamente después de eso, le solté la mano y retrocedí un par de pasos con el rostro ladeado al lado contrario, totalmente avergonzada por mi acción acabada de realizar. Pero no me arrepentía de haberlo hecho, estaba segura que eso jamás sería suficiente para pagar todas sus bondades hacia mi persona, pero haría lo que fuera con tal de verle sonreír siempre...
Entrelacé los dedos de mis manos y comencé a juguetear con ellos, nerviosa; permitiendo que el silencio reinara entre nosotros por un momento. Recorrí la mesa que tenía frente a mí con la mirada y contuve una leve exclamación al notar una fuente repleta de rojizas fresas justo frente a él.
-¡Mira! Hay fresas -me atreví al fin a comentar, tratando de mostrarme relajada aunque realmente no lo estuviera. Pero eso no importaba, porque ya estaba determinada a mostrarme tal cual era, porque se trataba de Raffaele Vecchierelli el que estaba a mi lado.
Marina Valentine
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
"Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte; los valientes prueban la muerte sólo una vez."
— Julio César (Shakespeare)
No, no, no. Las personas no se dividían en cosas tan banales como aquellas. ¿Valientes y cobardes? A veces era mejor ser cobardes que cometer una insensatez con su valentía. Por el, ya sepultado dramaturgo era su fin en los sueños de la dulce Darylene, que, mientras se alistaba para salir a la renombrada fiesta terminaba por leer el segundo acto de una novela. De sus labios una taciturna sonrisa se esbozó, dejando descansar el libro sobre su cama con pesadumbre.
—¿Qué me darás para que vuelva a quererte? Me decepcionaste.— Pronunció tales palabras con solemnidad y, tras despedirse de su querido sirviente... No, de su querido hermano mayor, simplemente salió de la instalación y se encaminó a paso calmado hacia la ostentosa mansión de los Lobbosco. ¿Qué maravillas la esperaban en tal distinguido lugar? ¿O acaso su gallardo caballero se tardaría más que ella en llegar? ¿Hacer esperar a una dama? Eso era algo inaudito, aun cuando ella muy dama desprotegida no se sentía. De hecho, si no fuera por el vestido pulcramente diseñado no fuera tan... Formal... Habría podido encontrar diversión por las estrechas calles hasta la mansión y su aburrimiento se vería diluido considerablemente. Pero no, su destino era el de sufrir con tal atuendo.
No tardó más que unos quince minutos para entrever la mansión donde el tan renombrado baile empezaría y, apresurando sus pasos se propuso llegar cuanto antes posible. En cuanto se encontró frente a la mansión, sus labios se entreabrieron con sorpresa por la hermosura de los adornos... Vagamente le recordaba a las fiestas que sus padres realizaban, solo que, sin ser descortés, más le gustó aquella por el simple hecho que: Ella era Aika ¿Qué princesa y princesa? No era más que una alumna del montón, con sus peculiaridades pero normal hasta cierto punto. Acompañada por un mayordomo hasta la inmensa sala no hizo más que observar a su alrededor la decoración y las parejas que bien hablaban o reían entre ellas. ¿Qué podría ella hacer? Y más importante todavía ¿Dónde estaba su caballero? ¿Aun no habría llegado?. —Invitarme y abandonarme. Que descortés... ¡A menos que quiera ser encontrado!— Cargada por una sonrisa de oreja a oreja comenzó a avanzar por la sala con pasos seguros. ¡Raptado! ¿Acaso quería que lo encontrara? ¡Entonces eso haría! Se concentró en encontrar una verdosa caballera y allí estaba ¡ÉL! Tapó su rostro con una antifaz y siguió avanzando hasta él, quedando enfrente suya. —¿Qué hace aquí tan gallardo caballero?—Sus orbes amatistas relucieron a la par que levantaba su mirada. —¿Su dama lo abandonó?— Dio un paso atrás y realizó una reverencia, llevando su mano a su pecho. —Entonces déjeme tomar su lugar.
No tardó más que unos quince minutos para entrever la mansión donde el tan renombrado baile empezaría y, apresurando sus pasos se propuso llegar cuanto antes posible. En cuanto se encontró frente a la mansión, sus labios se entreabrieron con sorpresa por la hermosura de los adornos... Vagamente le recordaba a las fiestas que sus padres realizaban, solo que, sin ser descortés, más le gustó aquella por el simple hecho que: Ella era Aika ¿Qué princesa y princesa? No era más que una alumna del montón, con sus peculiaridades pero normal hasta cierto punto. Acompañada por un mayordomo hasta la inmensa sala no hizo más que observar a su alrededor la decoración y las parejas que bien hablaban o reían entre ellas. ¿Qué podría ella hacer? Y más importante todavía ¿Dónde estaba su caballero? ¿Aun no habría llegado?. —Invitarme y abandonarme. Que descortés... ¡A menos que quiera ser encontrado!— Cargada por una sonrisa de oreja a oreja comenzó a avanzar por la sala con pasos seguros. ¡Raptado! ¿Acaso quería que lo encontrara? ¡Entonces eso haría! Se concentró en encontrar una verdosa caballera y allí estaba ¡ÉL! Tapó su rostro con una antifaz y siguió avanzando hasta él, quedando enfrente suya. —¿Qué hace aquí tan gallardo caballero?—Sus orbes amatistas relucieron a la par que levantaba su mirada. —¿Su dama lo abandonó?— Dio un paso atrás y realizó una reverencia, llevando su mano a su pecho. —Entonces déjeme tomar su lugar.
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Darylene Wingfield
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Masquerade
if im alive and well will you be there holding my hand?
"Mientras pueda utilizarse la fuerza para qué el dialogo. Sin embargo, las palabras siempre conservarán su poder, las palabras hacen posible que algo cobre significado, y si se escuchan, enuncian la verdad."
V (V de Vendetta)
Las imágenes en pantalla murieron al apagar el televisor. Cuando era pequeña, Astrid se preguntaba a donde iban a parar las criaturas de las películas cuando pulsabas el botón rojo del mando. Se sentía cruel, casi despiadada, al enviar a un vacío desconocido a las princesas y guerreros de los films infantiles. No quería hacerlo, deseaba dejar encendido el aparato durante el resto de la eternidad para que los personajes pudieran continuar existiendo y reproduciendo su drama una y otra vez... Pero el interruptor era rojo, de esa clase de rojo que uno no puede evitar mirar. No había ninguna clase de cartel que rezara "no pulsar", mas si lo hubiera habido no se habría sentido más atraída de accionarlo. No sabía que les ocurría a las vidas creadas para las películas cuando apagabas el televisor, mas sí sabía lo mucho que le gustaba pulsar el botón rojo. Y ante la incertidumbre, prefería decantarse por lo seguro.—Y a pesar de tener una película que habla sobre el futuro, la sociedad sigue caminando a pasos gigantescos hacia la decadencia y la dictadura. Que falsa inocencia tan repulsiva.—Murmuró para sí misma la pelirroja, dibujando una perfecta mueca de hastío en los labios carmesís. Terminó de alisarse sus cabellos escarlatas y por último decoró su pecho con una gargantilla de oro blanco. Cuan agradable fue el momento de alistarse gracias al film que había actuado como banda sonora. Pero ahora tocaba la peor parte, enfrentarse a la muchedumbre y mantener su imagen impecable.
—Ares, saca tu culo del baño y vayámonos.—Apartó un delicado y fino mechón carmesí de delante del rostro. Su mirada delataba la molestia que todo aquel evento le ocasionaba... Si al menos fuera otro su acompañante, pero no encontró a ningún títere apuesto sumiso. Así pues, tuvo que tirar de lo que tenía más a mano: su rebelde lobo insoportable. Suspiró por enésima vez aquella noche y se dispuso a salir de la estancia, mirando de cuando en cuando hacia atrás para asegurarse de que su sirviente no quedaba rezagado. Por un instante, el día anterior sopesó la idea de quedar directamente en el umbral del salón de baile, pero la terrible corazonada de que el ruso escaparía le impidió tomar tal decisión. Aunque bueno... ahora que ya la engalanaba su vestido y varias partes de su cuerpo quedaban expuestas, estaba segura de que Ares no se perdería la oportunidad de manosearla. Era un atuendo perfecto ya que ocultaba aquella maldita zona donde brillaba su cicatriz. Una vez llegó a la sección donde los estudiantes transitaban nuevamente, se detuvo a aguardar al ser espiritual.—Como tus manos bajen más allá de la cintura, te las cortaré. Sabes que lo haré.—Una mordaz sonrisa adornó sus labios, mientras esperaba a que el lobo estuviera a su lado para adentrarse juntos al ceremonioso baile. Suspirando por última vez, posó sobre sus facciones la máscara que llevaba en su mano izquierda hasta entonces.
- VESTIDO:
- MÁSCARA:
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Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
En toda su vida no había existido desafío que no hubiese podido superar, no siempre lo lograba de la manera más sencilla o siquiera rápida, pero continuamente resultando victorioso aun sí lo único que había hecho era pasar por encima de otros con nada más que su fuerza o atropellándolos si no se apartaban de su camino; sin rastro alguno de misericordia o siquiera contemplación hacia alguno de aquellos rostros desafortunados que quedaban bajo sus pies. Aun así no había duda alguna dentro de la cabeza del macho, que desde el momento en que comenzó a vivir en la sombra de una caprichosa y malcriada niña con cuerpo de mujer, todo aquello que consideraba un verdadero desafío era algo tanto estúpidamente irritante como casi imposible considerando sus propias capacidades; aquella noche no sería la excepción, sino en su lugar seria la ocasión en que se determinaría si realmente sería capaz de lograr una victoria fuera de su zona de confort.
-¿¡COMO MIERDA SE USA ESTA COSA!?-
Maldita noche, maldita fiesta, maldito traje pero por sobre todas las cosas: MALDITA ASTRID. ¿Por qué carajos lo estaba obligando a asistir a una de esas estúpidas y aburridas reuniones donde no se hacía más que jugar a ver quién podía sonreír por más tiempo de la manera más imbécil? ¿Era acaso una nueva manera en que había decidido torturarlo o castigarlo? Que él recordase solo había estado gastando su fortuna en alcohol y mujeres, nada fuera de lo que para aquella rara pareja resultase anormal. Recordaba perfectamente que ella solía elegir a muñecos sin voluntad con cara de afeminados para que fuesen sus acompañantes en aquella clase de eventos, entonces ¿Qué carajos estaba haciendo Ares peleando con un esmoquin al que no podía romper? Porque enserio quería hacerlo pedazos, igual a quien se lo había dado y ordenado usar. Los gritos de la pelirroja no hacían más que aumentar su ya de por si alta irritación. Aunque para sorpresa de hasta él mismo logró vestirse casi perfectamente, lo que a su vez solo le hacía sentir tanto incomodo como ridículo. La poca movilidad del traje junto con el calor del verano provocaba una sensación sofocante en cada célula de su cuerpo.
El trayecto a la dichosa gala había transcurrido en un mar de quejas y discusiones mayormente por parte de Ares. En definitiva lo único que consideraba medianamente agradable dada su condición de arrastrado era el agasajo visual que Astrid regalaba a los ojos ajenos. No era la primera vez que la veía adornada de aquella manera con objetos que a los ojos del lobo no eran más que eso, adornos, puesto que la verdadera “belleza” para él era lo que se encontraba bajo el papel para envolver que llevaba puesto la fémina.
Al momento de llegar no se molesto en abrirle la puerta del vehículo a su acompañante, ni siquiera ofrecer la mano en ayuda para que saliese del mismo, y ¿Por qué debería? Si lo único que podría tener de caballero era el disfraz comprado a última hora por la molesta mujer a quien se veía obligado a acompañar en parte contra su voluntad. Aquella reunión de extraños tenia la peculiaridad de obligar a los invitados a llevar mascaras; algo todavía más estúpido según el macho, considerando que todo el que asistía ya tenía una máscara bien puesta que incluso a veces si sabían cómo quitársela. Pero era allí cuando el espíritu rebelde de Ares tenía la oportunidad de rebelarse luego de lo que él consideraba humillación, puesto que sin que la pelirroja se percatase había desechado la máscara que le había dado y había traído otra algo diferente consigo. Más específicamente, una máscara de gas similar a las de los trabajadores de las alcantarillas. Ella solo le había ordenado usar una máscara mas nunca especifico el tipo; de ello logro aferrarse para lo que quizás fuese la primera de las tantas humillaciones que planeaba para la famosa actriz aquella noche en venganza por aquella molesta reclusión.
-¿En frente de tantas gente?, vaya declaración tan morbosa ha dado la “perfecta” dama Lindgren-
Respondió cual burla a la amenaza dada por la mujer, llevando la diestra en dirección a la peligrosa curva de su cintura y apegándola a él cuerpo propio con considerable posesión aunque no la suficiente como para no dejarla caminar.
-¿¡COMO MIERDA SE USA ESTA COSA!?-
Maldita noche, maldita fiesta, maldito traje pero por sobre todas las cosas: MALDITA ASTRID. ¿Por qué carajos lo estaba obligando a asistir a una de esas estúpidas y aburridas reuniones donde no se hacía más que jugar a ver quién podía sonreír por más tiempo de la manera más imbécil? ¿Era acaso una nueva manera en que había decidido torturarlo o castigarlo? Que él recordase solo había estado gastando su fortuna en alcohol y mujeres, nada fuera de lo que para aquella rara pareja resultase anormal. Recordaba perfectamente que ella solía elegir a muñecos sin voluntad con cara de afeminados para que fuesen sus acompañantes en aquella clase de eventos, entonces ¿Qué carajos estaba haciendo Ares peleando con un esmoquin al que no podía romper? Porque enserio quería hacerlo pedazos, igual a quien se lo había dado y ordenado usar. Los gritos de la pelirroja no hacían más que aumentar su ya de por si alta irritación. Aunque para sorpresa de hasta él mismo logró vestirse casi perfectamente, lo que a su vez solo le hacía sentir tanto incomodo como ridículo. La poca movilidad del traje junto con el calor del verano provocaba una sensación sofocante en cada célula de su cuerpo.
El trayecto a la dichosa gala había transcurrido en un mar de quejas y discusiones mayormente por parte de Ares. En definitiva lo único que consideraba medianamente agradable dada su condición de arrastrado era el agasajo visual que Astrid regalaba a los ojos ajenos. No era la primera vez que la veía adornada de aquella manera con objetos que a los ojos del lobo no eran más que eso, adornos, puesto que la verdadera “belleza” para él era lo que se encontraba bajo el papel para envolver que llevaba puesto la fémina.
Al momento de llegar no se molesto en abrirle la puerta del vehículo a su acompañante, ni siquiera ofrecer la mano en ayuda para que saliese del mismo, y ¿Por qué debería? Si lo único que podría tener de caballero era el disfraz comprado a última hora por la molesta mujer a quien se veía obligado a acompañar en parte contra su voluntad. Aquella reunión de extraños tenia la peculiaridad de obligar a los invitados a llevar mascaras; algo todavía más estúpido según el macho, considerando que todo el que asistía ya tenía una máscara bien puesta que incluso a veces si sabían cómo quitársela. Pero era allí cuando el espíritu rebelde de Ares tenía la oportunidad de rebelarse luego de lo que él consideraba humillación, puesto que sin que la pelirroja se percatase había desechado la máscara que le había dado y había traído otra algo diferente consigo. Más específicamente, una máscara de gas similar a las de los trabajadores de las alcantarillas. Ella solo le había ordenado usar una máscara mas nunca especifico el tipo; de ello logro aferrarse para lo que quizás fuese la primera de las tantas humillaciones que planeaba para la famosa actriz aquella noche en venganza por aquella molesta reclusión.
-¿En frente de tantas gente?, vaya declaración tan morbosa ha dado la “perfecta” dama Lindgren-
Respondió cual burla a la amenaza dada por la mujer, llevando la diestra en dirección a la peligrosa curva de su cintura y apegándola a él cuerpo propio con considerable posesión aunque no la suficiente como para no dejarla caminar.
- Vestimenya y Mascara:
Invitado
Re: [CERRADO] • Mascarada {Apertura}
Helder no quería moverse mucho. Temía pechar o lastimarse con alguien, hasta se sintió bastante cohibido ciertamente, dado que habían murmullos y charlas animadas por doquier. Música entretenida, y aquél característico aroma a vivacidad que muchos podían sentir. Sí, era al parecer un gran evento especial en la mansión de, ¿los Lobbosco?, no lo recordaba bien pero estaba seguro que así es el apellido. Dio unos pequeños pasos, así no obstaculizar el camino del que muchos eran capaces de transitar. No ver nada era un problema, y más si se trata de tener que halagar a su pareja. Hasta sentía las brisas de movimientos, aquellos movimientos gráciles de cuando alguien está danzando animado y enérgico.
Su rostro se alzó, la música avivaba su espíritu roto. Lo estaba disfrutando, incluso movía rítmicamente su pie sin poder evitarlo. Siempre se deja llevar por las corrientes de la musicalidad, ¡y cuan divertido es mirarle apenas! Porque de permitir que siguiera así, seguramente movería su cabeza de un lado a otro hasta que su cuerpo se digne a bailar. No fue entonces que percibió un tacto ajeno y desconocido. ¡Y ese perfume!, le supo muy bien, con una ligera mezcla de champagne para variar pero, éste seguía oliendo demasiado delicioso para sus sentidos. El brasileño palmeó tranquilizador la mano de la dama, porque, aquella que llego a tocarle la sintió con un poco de tensión y hasta el aura lo revelaba. Después sonrío más aliviado, quizás fue su imaginación: —Señorita Himako —dijo, intentando que ambos se pudieran escuchar ante el sonido alto del ambiente.
Él no tenía problema en distinguir los sonidos, ya que, su oído estaba demasiado entrenado. Eso es gracias a que ha hecho que su audición se perfeccionara y se agudizara con el pasar del tiempo. Aunque, eso no quiere decir que cualquier ser humano no pueda tener la misma habilidad que Helder, no, cualquier músico tendría un sentido del oído muy bien desarrollado—. Siento la tardanza… —comentó disculpándose—. El tráfico era espeso. Pero aquí estoy, no podría dejarla abandonada —sonrío levemente para ella—. Estás encantadora está noche. —Ladeó el rostro, y no lo decía porque vestía bien, si no porque en verdad él la notaba con un magnetismo encantador.
Después de un momento de silencio, ella río. No supo decir porque, ¿por lo que dijo? El peliazul se apenó un poco, ocasionando que no se animará en un principio a preguntar. Su cabeza fue bajando al suelo, como si intentará ocultar en su mirada la vergüenza. Tonto Helder, no puede saber que es lo que la ha hecho reír pero le agradó escuchar que la dama se divertía. Tiene su parte buena—. Gracias, me gustaría beber algo —aprontó su brazo cuidadosamente para que ella le guíe, y su bastón aún seguía sosteniéndose en su mano diestra—. Himako… ¿De que se ha reído hace un momento? —Lo preguntó con cierta curiosidad y al mismo tiempo, inseguridad. ¿Estaría preparado para escuchar la respuesta?, ¿se sorprendería? Seguramente sí. Pero es que no puede simplemente adivinar.
—Espero no meter la pata está noche, pero creo que a mi lado tengo a una estudiante de danza si no me equivoco, ¿verdad? —Está vez era otra pregunta, aquello le hacía recordar que su primera novia también lo era, y actualmente es una famosa bailarina que es reconocida a nivel mundial. Helder la admiraba y siempre la admiró—. Si es así, debo decir entonces, que seremos los mejores bailarines de la pista —río un poco, no es muy dado en afirmar que sabe bailar sin embargo, está contento de que ninguno de los dos se pondrá nervioso a la hora de salir a danzar. Entonces, esperó que le llevará a la mesa de aperitivos para poder finalmente, beber.
Invitado
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