Recuerdos, ¡recuerdos everywhere! ~~ [Priv. Gerhard]
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Recuerdos, ¡recuerdos everywhere! ~~ [Priv. Gerhard]
Hogar de los Leisser en Austria - Verano de 1998
Estaba feliz porque había estado deseando desde la semana pasada enseñarle a Gerhard el cometa que mi papá me había ayudado a hacer poco antes de nuestro viaje a Austria, para una vez más pasar las vacaciones de verano junto con los amigos de mis papás. Eso a mí me emocionaba, porque podía pasar los días a lado de Gerhard. Eran los únicos días en los que realmente podía decir que era feliz, porque en mi hogar en Rusia siempre estaba sola... Papá siempre trabajaba y sólo mamá se quedaba a mi lado, pero básicamente era para llevarme a ese feo lugar que no me gustaba cómo olía... El aroma me picaba la naricita y aunque la gente de allí era amable conmigo, no me gustaba que me metieran agujas en mi cuerpo, me dolía...
Pero nada de eso pasaría aquí, a lado de Gerhard. Podría jugar, jugar y jugar en el enorme jardín que los amigos de mis papás tenían. Nosotros también teníamos un jardín muy bonito, pero no lo era tanto como el de Gerhard en verano... Y es que en Rusia hacía mucho, mucho frío y aunque a mí me gustaba el clima, también era divertido allí porque todo era verde, ¡y habían muchos animalillos de bonitos colores! Aún así me gustaría que Gerhard pudiera jugar conmigo en mi propio jardín, ¡haríamos muchos, muchos y enormes muñecos de nieve en invierno! ¡Le diría a papá para que lo invitara a estar conmigo todas las vacaciones de invierno! Y así estaríamos juntos casi todo el año, ¡sí!
Ahora quería enseñarle el cometa de bonitos colores que mi papá y yo habíamos hecho juntos... ¡Los colores los había escogido yo! ¿A que eran muy bonitos? Pero mamá no quería que yo solita volara el cometa... "Es peligroso, algo te podría pasar y no queremos eso, así que espera a que papá lo vuele por ti" había dicho. Aunque yo no entendía por qué era peligroso si mi papá lo hacía con tanta facilidad... ¡Tan sencillo era; yo también podía! Y mi oportunidad de demostrarle lo lista y ágil que era a Gerhard se había presentado cuando los señores grandes se habían quedado en el despacho del papá de Gerhard y nos habían dejado salir al jardín. No podían vernos y papá no me robaría mi oportunidad de volar el cometa por mi propia cuenta. ¡Lo haría yo solita, ya lo había dicho!
Preparé el largo cordón y mientras Gerhard me miraba a una prudente distancia porque, claro, como mi mamá había dicho, algo le podría pasar y yo no quería eso. El volar una cometa era para chicas listas como yo, así que Gerhard tenía que esperar a que lo hiciera para que nada peligroso le sucediera. Y una vez todo listo, ¡comencé a correr! Corrí, corrí y corrí. Alrededor del árbol central, a lo largo y ancho de todo el norme jardín, de un extremo a otro... ¡Pero la cometa no se quería alzar! Al parecer estaba muy cansada... ¡Yo lo estaba más y no me quejaba! Me dolían mis costaditos y jadeaba una y otra vez, cada vez más cuando ponía más empeño, ¡pero la cansada cometa no se alzaba!
-Una vez más... -susurré para mí al tanto que me posicionaba en el extremo más alejado, con mis mejillas sonrojadas por el esfuerzo. No quería que Gerhard pensara que yo no podía...
Mi corazón se aceleraba y se detenía por momentos, llevando un ritmo muy raro y divertido. Pum, pum, pum, pum y silencio... Pum, pum, pum, pum, pum, pum y se detenía una vez más. Y aunque me parecía curioso y no quería que dejara de llevar ese ritmo tan atrayente, mientras más continuaba más me dolía mi pechito y bracito izquierdo, con el que tenía fuertemente sujeto el cordón de mi cometa. Pero yo no era una niña llorona ni quejica, así que apreté con fuerza mis mandíbulas y comencé a correr una vez más hasta que... ya, mis piernitas quisieron seguir el mal ejemplo del cometa malo y decidieron que ya estaban cansadas, así que sin fuerzas caí de bruces contra el césped. Contuve las lagrimitas que se empeñaban en salir de mis ojos rojizos y apoyé las manos en el suelo para ligeramente incorporarme y así tomar una profunda bocanada de aire. Pero dolía... dolía... ¡Sí dolía mucho! Mi cabeza daba vueltas y me sujeté mi brazo izquierdo con el derecho para instantes después caer de costado sobre este primero. Me costaba respirar y cada que lo hacía, se entumecía mi pecho. Pero... la cometa... cometa mala, no había querido alzarse para enseñarle a Gerhard que yo sí podía volarla tan alto como papá...
Natasha Leisser
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Re: Recuerdos, ¡recuerdos everywhere! ~~ [Priv. Gerhard]
Verano de 1998 - Jardín de la residencia Leisser, Austria.
Todo de golpe parecía tener vida, y eso probablemente era motivado por la visita que era gratamente recibida en aquella casa, mejor dicho, mansión en la que residía la familia Leisser. Los progenitores eran una peculiar pareja que, rompiendo un poco el estereotipo de rigidez y frialdad de los australianos, realmente eran abiertos y cuanto más divertidas fueran las cosas, mejor. De ahí que estuvieran en cierta manera aprovechando que había gente para disfrutar del momento y ante todo, de la compañía de aquella pareja a la que ya solo no estaba relacionada laboralmente hablando, si no que la amistad también los unía y juntaba. Y no solo a ellos, si no también a sus descendientes.
Aunque esa generalización sería correcto aclararla y especificar que solo el niño más pequeño de los Leisser era el que se había juntado con la adorada niña de la otra familia. Y en ese momento, se encontraba ambos, tanto el muchacho de 11 años como la jovencita de rojiza cabellera, en amplio y cuidado jardín, sin la presencia en ese momento de adultos debido a que en ese momento ellos estaban en el despacho debatiendo cosas que menos podían llegar a importarles a un par de infantes. Aunque era cierto que el chico de cabellera similar a la de su madre, de un profundo purpura, no se comportaba exactamente como debía de hacerlo un niño de su edad, pero...bueno, las cosas solían cambiar en presencia de aquella adorable niña.
Y allí se encontraban ambos, en la verde extensión del jardin, y el chico estaba algo apartado de la niña. ¿Por que? Sencillo...- Tasha, ¿estas segura que puedes hacerlo sola? -preguntó, alzando un poco la voz para hacerse oír mientras los orbes de ese color verde no quitaban la vista de la pequeña y frágil figura de la niña que parecía dispuesta a todo y más, pero que eso lejos de emocionar al joven, le hacia inquietarse. Y es que... aquella pequeña le causaba un gran sentimiento de querer protegerla, se preocupaba por ella. Pero a su vez, ella le había pedido que se quedara alejado, y...era complicado para él resistir la petición de ella cuando le observaba con los brillantes y rojizos orbes que poseía. Pero el hacerle caso a eso no era sinónimo de dejar de preocuparse. Y cuando comenzó a correr por todos lados en su intento de alzar la vistosa cometa que solo parecía arrastrarse y rebotar sobre el verde manto de hierba, en un inicio le causó cierta gracia y ternura, y en sus labios se pudo reflejar aquello por la curvatura que asomó en sus labios con una suave sonrisa. Pero... aquello se tornó de otra manera en cuanto aquella niña siguió corriendo y corriendo...
-Tasha... ¡Tasha! -exclamó al final al verla caer al césped. E ignorando, por tanto, aquella petición de la pequeña, comenzó a correr en dirección a donde estaba, viendo en ese instante como se incorporaba un poco. Pero cuando justo se iba a acuclillar al lado de la muchachita, ella pareció derrumbarse a un lado mientras se sujetaba con la manita el brazo izquierdo. Y los orbes del pelimorado se fijaron en el ruborizado y alterado rostro de ella. Y ne ese momento...si, en ese momento sintió miedo. Miedo de perderla, de que algo grave ocurriera y que parecía estar ocurriendo. Se arrodilló y extendió sus brazos para intentar incorporarla un poco y sostenerla- ¿Que te ocurre, Tasha? ¿Te duele algo? -preguntó con nerviosismo y preocupación mientras su rostro se contraía en una expresión algo temerosa. Y cuando observó que, efectivamente, ella no parecía ser capaz de respirar como era normal, fue cuando un escalofrío recorrió su espalda- ...espera, voy a ir a por nuestros padres -y aunque intentó sonar seguro, intentó que la firmeza fuera compañera de su voz...cierto temblor escapó a su control.- ...Te vas a poner bien -Por eso, la dejó con cuidado sobre el césped y se apresuró a incorporarse para salir corriendo hacia la casa. Tenía que llegar rápido...muy rápido, todo lo que pudiera.
Gerhard Leisser
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Re: Recuerdos, ¡recuerdos everywhere! ~~ [Priv. Gerhard]
Hogar de los Leisser en Austria - Verano de 1998
Cuando Gerhard se fue, sentí miedo. Aunque me costaba trabajo debido al dolor en mi pechito y bracito izquierdo, hice un sobreesfuerzo por abrir los ojos y buscarlo, pero mi visión nublosa no me permitía ver nada más allá de unos cuantos metros a mi alrededor. Tenía miedo... No quería que me dejara solita allí.
-Mamá... Papá... -susurré entrecortadamente antes de romper a llorar suavemente, con angustia y desesperación. No quería estar solita, ¡quería a Gerhard! ¡Quería a mi mamá y a mi papá!
Me sentía cada vez peor... A esas alturas era ya casi incapaz de respirar y todo me daba vueltas en la cabeza. Sólo quería cerrar los ojitos y dormir; mi cuerpo estaba tan cansado, como la cometa...
-¡Natasha! -la voz de mi papá me hizo regresar en sí, pero con ello también regresó la consciencia de que me dolía cada que mi corazoncito hacía pum, pum, pum, pum. Al verlo arrodillarse junto a mí, comencé a llorar nuevamente, pero esta vez con renovada fuerza ante el alivio. ¡Había tenido tanto miedo de estar solita!- Tranquila, Tasha, vas a estar bien... ¡Larissa!
-Aquí están -replicó la suave y melodiosa voz de mi mami, quien se arrodilló a lado de mi papá y sentí su cálida mano acariciar mi frentecita sudorosa.
-Papi... n-no quiero, me va a doler...
-Lo sé mi princesa, pero prometo que sólo será un piquetito y el dolor desaparecerá -me respondió tratando de transmitir calma en su voz, pero yo podía sentir que tenía miedo, como yo. Tanto él como mami estaban angustiados... ¿Pero por qué? No había hecho nada malo...
Mientras mi mamá apoyaba mi cabecita en su regazo y me acariciaba con dulzura, mi papá se echó aquel líquido que olía raro y que servía para desinfectar, según me había dicho ya antes una de las chicas amables que atendían aquel desagradable lugar al que siempre me llevaban, sobre las manos, como si se las estuviera lavando. Pasó a hacer lo mismo con el doblez de mi bracito izquierdo, ese que tenía entumido, sólo que para ello utilizó una esponjita suave y blanca para frotarla contra la piel, provocándome ligeras cosquillitas al hacerlo. Pero yo sabía que aquello sólo era un anuncio a lo que iba a pasar a continuación, y cuando sentí el aguijonazo gemí, aunque sentía mi cuerpo tan cansado que no tuve voluntad para hacer nada más. Cerré mis ojitos, abatida.
-Listo, se acabó... Natasha, no te duermas todavía, ¿sí? -asentí débilmente ante la petición de mi papá, aun así no abrí los ojos- La llevaré a su cuarto -sentí cómo me tomaba en brazos y se encaminaba hacia la casa, pero antes de que hiciera esto último logré abrir mis ojos rojizos con gran esfuerzo y así buscar a Gerhard con la mirada. Cuando al fin di con su silueta, le miré con profundo pesar y culpa.
-Gerhard, perdóname... No pude volar la cometa...-susurré antes de volver a cerrar los ojitos con cansancio y dejarme llevar por mi papá.
Mi mamá se quedó a recoger el botiquín que contenía mis medicinas antes de posar su mano sobre el hombro de Gerhard y sonreírle con suma dulzura y agredecimiento.
-Fuiste muy valiente, Gerhard... Actuaste rápido, gracias a eso Natasha se repondrá pronto. Ella... Ella no es como los demás niños, su corazón no es tan fuerte como el tuyo o el mío, y en cualquier momento puede fallar si no tiene los cuidados necesarios. Es por eso que no puede hacer cosas que cualquier otro niño de su edad haría normalmente, como correr o brincar; eso podría ser sumamente peligroso para ella. Y esa es una condición que ya no va a cambiar... Pero no es algo de lo que ustedes deban preocuparse. ¿Por qué no vas con ella? De seguro quiere estar contigo.
Natasha Leisser
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Re: Recuerdos, ¡recuerdos everywhere! ~~ [Priv. Gerhard]
El joven Leisser, nada más llegó al despacho donde estaban los adultos, rompió todo protocolo de respeto para poder abrir la puerta, apresurado. Su objetivo principal era avisarlos, y si no fuera porque la carrera hasta esa sala le había comido gran parte de su aliento, hubiera gritado directamente para hacerse oír. Porque eso era una emergencia, la vida de esa pequeña parecía estar en juego y él no estaba dispuesto bajo ninguna circunstancia a apostarla al destino.
Irrumpió abriendo la puerta de golpe con agitados jadeos escapando de sus labios y causando que el desconcierto y la consternación acudiera en todos los presentes de la sala, pero antes de que ninguno fuera capaz de pronunciar algo al respecto, aún con su mano sujetando el pomo de la puerta, alzó su rostro hacia ellos, desesperado.- Na... Natasha se encuentra mal. ¡Se ha derrumbado... en el jardín...! -y de esa forma, la situación si ya parecía tensa, se llevó a limites más extremos por la reacción de aquellos adultos. Se apartó en cuanto vio incorporarse a los progenitores de aquella niña que, tanto o más apresurados que como había llegado él, salieron corriendo en dirección al jardín para socorrer a su hija. Y justo detrás, fue el pelimorado, con aprensión.
Pero una vez llegó al jardín y estaba a escasos metros de donde se encontraba el padre de la niña pelirroja, observó con preocupación y en parte alivio al ver como parecía estar tratándola, aun cuando una punzada de culpa llegó a su pecho al oírla quejarse por el pinchazo que recibió en su bracito. Si él la hubiera detenido en su intento de hacer volar la cometa... eso seguro que no hubiera ocurrido... Y si ya la culpa se estaba instalando en su pecho como una losa, aumentó hasta quitarle el aliento al escuchar a aquella pequeña disculparse. Ese frágil cuerpecito que ahora sostenía su padre y se lo llevaba a una de las habitaciones de su casa... estaba así ahora, como una marioneta sin cuerdas...
Su cabeza se agachó por el peso de su conciencia, aunque al sentir ese peso sobre su hombro, siendo la mano de la mujer albina que era la madre de ella, alzó su rostro para poder mirarla con una entristecida mirada, aun cuando su rostro parecía ser más sereno de lo que debería ser en un adolescente.- No... no me lo agradezca, señora Nóvikov... fue una irresponsabilidad por mi parte dejarla correr de la forma que lo hizo para volar la cometa... -musitó, sintiéndose responsable y avergonzado por lo que había ocurrido. Y es que... ese muchacho, desde tierna edad, había sido diferente al resto de niños, desde un inicio había sido completamente estricto consigo mismo, sin permitirse un error...
Pero acabó por asentir sutilmente con su cabeza y comenzar a caminar con cierto pesar hacia el interior de la mansión, ya que no sería capaz de dejar a aquella pequeña ahora sola, tras el miedo que pudo pasar. Y mientras por el camino reflexionaba aquello, mordió su labio en una mueca de frustración, pero al acercarse a una de las habitaciones de invitados que tenia la puerta abierta, escuchó las voces de sus padres y la del padre de Natasha, por lo que se acercó y quedó en el umbral de la puerta.
- Tasha, cuando ya te encuentres bien te traeremos un poco de helado para reponer fuerzas. Y estarás fresca y alegre como una flor, ¿si? -escuchó la suave voz de su madre decir aquellas animadas palabras dirigidas a la niña. Pero cuando ella se volteó y le vio, le instó con una sonrisa a que se acercase- ¡Mira, Tasha! Esta aquí también Gery -pronunció ella a su vez mientras tomaba de los hombros a su hijo para acercarlo más a la cama donde la muchachita descansaba.
Irrumpió abriendo la puerta de golpe con agitados jadeos escapando de sus labios y causando que el desconcierto y la consternación acudiera en todos los presentes de la sala, pero antes de que ninguno fuera capaz de pronunciar algo al respecto, aún con su mano sujetando el pomo de la puerta, alzó su rostro hacia ellos, desesperado.- Na... Natasha se encuentra mal. ¡Se ha derrumbado... en el jardín...! -y de esa forma, la situación si ya parecía tensa, se llevó a limites más extremos por la reacción de aquellos adultos. Se apartó en cuanto vio incorporarse a los progenitores de aquella niña que, tanto o más apresurados que como había llegado él, salieron corriendo en dirección al jardín para socorrer a su hija. Y justo detrás, fue el pelimorado, con aprensión.
Pero una vez llegó al jardín y estaba a escasos metros de donde se encontraba el padre de la niña pelirroja, observó con preocupación y en parte alivio al ver como parecía estar tratándola, aun cuando una punzada de culpa llegó a su pecho al oírla quejarse por el pinchazo que recibió en su bracito. Si él la hubiera detenido en su intento de hacer volar la cometa... eso seguro que no hubiera ocurrido... Y si ya la culpa se estaba instalando en su pecho como una losa, aumentó hasta quitarle el aliento al escuchar a aquella pequeña disculparse. Ese frágil cuerpecito que ahora sostenía su padre y se lo llevaba a una de las habitaciones de su casa... estaba así ahora, como una marioneta sin cuerdas...
Su cabeza se agachó por el peso de su conciencia, aunque al sentir ese peso sobre su hombro, siendo la mano de la mujer albina que era la madre de ella, alzó su rostro para poder mirarla con una entristecida mirada, aun cuando su rostro parecía ser más sereno de lo que debería ser en un adolescente.- No... no me lo agradezca, señora Nóvikov... fue una irresponsabilidad por mi parte dejarla correr de la forma que lo hizo para volar la cometa... -musitó, sintiéndose responsable y avergonzado por lo que había ocurrido. Y es que... ese muchacho, desde tierna edad, había sido diferente al resto de niños, desde un inicio había sido completamente estricto consigo mismo, sin permitirse un error...
Pero acabó por asentir sutilmente con su cabeza y comenzar a caminar con cierto pesar hacia el interior de la mansión, ya que no sería capaz de dejar a aquella pequeña ahora sola, tras el miedo que pudo pasar. Y mientras por el camino reflexionaba aquello, mordió su labio en una mueca de frustración, pero al acercarse a una de las habitaciones de invitados que tenia la puerta abierta, escuchó las voces de sus padres y la del padre de Natasha, por lo que se acercó y quedó en el umbral de la puerta.
- Tasha, cuando ya te encuentres bien te traeremos un poco de helado para reponer fuerzas. Y estarás fresca y alegre como una flor, ¿si? -escuchó la suave voz de su madre decir aquellas animadas palabras dirigidas a la niña. Pero cuando ella se volteó y le vio, le instó con una sonrisa a que se acercase- ¡Mira, Tasha! Esta aquí también Gery -pronunció ella a su vez mientras tomaba de los hombros a su hijo para acercarlo más a la cama donde la muchachita descansaba.
Gerhard Leisser
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Re: Recuerdos, ¡recuerdos everywhere! ~~ [Priv. Gerhard]
Hogar de los Leisser en Austria - Verano de 1998
Me dejé llevar, con los ojos cerrados y el cuerpecito adormecido, hacia donde fuera que mi papá me llevaba en brazos. Al sentir que mi peso era dejado sobre la mullida cama de la habitación que siempre me prestaban los papás de Gerhard cada que íbamos a visitarlos, volví a abrir los ojitos para mirar directamente a mi papá de forma casi cansada. Le dediqué una sonrisita cuando sentí su cálida y grande mano acariciar los cabellos un tanto húmedos que caían sobre mi frentecita. Estaba cansada, pero sabía que pronto me sentiría mejor.
Busqué con la mirada a снежинка y cuando di con mi mejor amigo inanimado, lo tomé entre mis brazos con cuidado de no hacerme doler allí donde la aguja había entrado en mi piel. Alcé la mirada, con un poco más de energías, cuando la mamá de Gerhard me prometió que me daría helado cuando me sintiera mejor, por lo que asentí con una animada sonrisa ante aquella promesa. ¡Sería buena niña para que me dieran helado! Así que me quedaría en cama como lo pedido, porque yo sí quería postre, para poder compartirle a снежинка y a Gerhard. Abracé con mayor fuerza a mi amado gatito de peluche, pero en cuanto escuché que el pelimorado estaba en la estancia, alcé la cabecita de las almohadas para poder verle y dedicarle una radiante sonrisa. A pesar de la alegría que sentía por saber que estaba allí visitándome, era notoria la palidez en mi rostro y labios.
-Hola, Gerhard. ¿Vas a quedarte conmigo hasta que ya me sienta mejor para poder jugar? -inquirí con voz un tanto débil, pero no por eso carente de emoción.
Mi papá me dio un par de golpecitos cariñosos en la coronilla y después se incorporó. Me hizo prometer que aguardaría allí hasta que llegara la hora de la cena, y tras él a su vez asegurarme que estaría viniendo cada cierto tiempo para ver cómo marchaba mi recuperación, los tres adultos salieron de allí dejándome con Gerhard y снежинка a solas.
Me sentía un poco triste porque sabía que papá estaba preocupado por mi salud, y eso era culpa mía. Bajé la mirada a las sábanas, decaída. No me gustaba hacer que mi papá o mi mamá se sintieran tristes, pero siempre percibía que ellos se preocupaban mucho por mí, sobre todo cuando tenía esos episodios de crisis o tenía que ir de visita a ese desagradable lugar donde me hacían tomar medicamentos feos y me ponían dolorosas inyecciones. ¿Es que acaso era una mala niña?
Alcé la mirada de ojos rojizos al otro ser vivo en la estancia, y siendo sincera como era, no pude evitar que una mueca de pesar cruzara mis pálidos labios.
-¿Tú crees que soy mala? -le pregunté con vocecita susurrada, para después voltear a ver a mi gatito y comenzar a hacer que bailara lentamente sobre las sábanas, en mi regazo. Las almohadas habían sido dispuestas a modo de que pudiera recargarme sobre estas y quedar parcialmente incorporada, tal cual lo hacían en ese lugar que no me gustaba y que siempre me transmitía sensaciones muy pesadas, además de oler siempre feo. Seguí con la vista clavada en mi peluchito-. Es que verás... yo intento ser buena niña... Me tomo mis medicamentos como me lo piden esos señores de batas blancas, incluso le enseñé a снежинка que él también tenía que tomárselas porque teníamos que ser buenos, y los niños buenos toman sus medicinas... ¿verdad? ¿Verdad que sí te enseñé? -hice que el juguete asintiera, corroborando mis palabras-, pero... yo sé que papá y mamá están ahorita tristes... Fui buena, tomé mi medicina en la mañana, en serio que sí... No sé porqué me pasa esto, pero esos señores mentirosos me prometieron que se me quitaría si yo era buena y obedecía lo que ellos y mis papás me dijeran... Dime, ¿soy mala niña entonces? ¿Por qué no se me quita? Yo no quiero hacer que mi mami ni mi papi sigan más tristes por mi culpa. Tampoco quiero volver allí -negué con fuerza, dando énfasis a mis palabras de este modo, antes de incorporarme en la cama para gatear hasta el borde y así estirar mi gatito hacia él, para que lo tomara. Le miré con aprensión y seriedad, bastante curiosas y hasta graciosas en una niñita-. ¿Me prometes que cuidarás de снежинка por mí si algo me sucede? Anda, prométemelo... a él no le gusta estar solito... Tampoco a mis papitos, ¿también a ellos los cuidarás? Se sentirán solitos y tristes sin mí...
Natasha Leisser
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