► Paralized ◄ [Priv. Lyssandro]

Se había decidido a hacer las cosas bien, desde su fallida primera presentación en Idarion, decidió cambiar su estilo y dejar de competir con Thea. No la había visto desde ese momento, no la había visto de nuevo y no deseaba verla hasta que fuera suficientemente madura para encararla. Sentía que muchas cosas habían cambiado desde aquel día, aunque realmente eran unas pocas semanas las que la separaban desde aquel día. Se había enterado de que su querido primo, Lyssandro (el hermano mayor de Thea) había llegado a la ciudad y estaba sumamente emocionada. A diferencia de los sentimientos que tenía por su prima, Lyssandro era lindo con ella, paciente y comprensivo. Como había mencionado antes, estaba intentando cambiar todo lo que representaba a ella misma, no tanto como su vestimenta, porque seguía manteniendo su estilo punk emo. O pop emo… O algo así.

Llevaba puestas unas medias azul oscuro, y un vestido morado que tenía falda de tul y detallas en las mangas, cuello y un adorno en la parte de atrás del vestido en color guinda. Su cabello estaba recogido en dos coletas, como acostumbraba llevarlo en los eventos y los rulos recién formados caían en bucles. Tenía puestas unas botas de color morado mate, y sostenía un micrófono en las manos. Era fin de semana, no había nadie en la academia. Había practicado con unos chicos de música una melodía que había compuesto y había pedido que le hicieran un fondo para cantarla. Ahora la estaba practicando o al menos lo estaba intentando. No estaba segura de que estuviera haciéndolo bien, porque no sabía que era lo que quería expresar. La canción le hacía pensar en Thea, en todo lo que llevaba acumulado por años, todo el horror que sentía por sus padres, la presión y el hecho de que nunca sería más importante que su prima. Estaba sofocada, estaba sofocada y sentía que se había convertido en la peor persona que podría haber existido. No le gustaba la sensación.

Después de haberlo intentado fuera de tiempo, decidió darle otro intento a la canción, era lo menos que podía hacer, al menos en ese momento. Es decir, una vez más y luego se iría a descansar o a hacer sus tareas. Quería que la canción quedara bien para poderla seguir practicando después de clases, pero con los chicos que le estaban ayudando, seguramente quedarían sorprendidos por el avance que había tenido con la canción. Se sacó las gafas y las colocó sobre la bocina, dándole play a la pista, para volver a comenzar.

Su voz salía con fuerza, con los ojos cerrados y concentrada por completo en la canción. Estaba entregando su alma, estaba entregando sus sentimientos y esperaba que eso le pudiera sacar del fragmento de mierda donde se había quedado estancada. Ella no hacía las cosas con malicia, ella solamente quería mejorar, ella solamente quería demostrar que no importaba cuan complicado fuera, ella iba a escapar de la prisión que creaban los sentimientos de frustración hacia su situación. Estaba empeñada en cambiar y tal vez un día, podría volver a reír con Thea, como cuando eran niñas. Sin darse cuenta, había comenzado a llorar, lo que le daba más fuerza y pasión a la melodía que estaba interpretando. Tomó el micrófono para cantar el último verso. Y cuando la pista finalizó, se dejó caer de rodillas. Esa canción era tan propia, tan personal.

Se preguntaba si acaso era tan buena como ella creía.

Vestimenta:

Canción:

off:

Me aguardaba un nuevo día de mi Residencia en la academia; desde que había recibido la notificación de Saint Tropez de que debería realizar 20 horas de práctica en clases para poder cumplimentar los requerimientos de la solicitud por la vacante de Profesor en su Conservatorio, toda mi vida se había vuelto de cabeza. En especial desde que ellos habían decido por su cuenta en que Academia, año y cátedra debería desenvolverme.

Desde que eso había ocurrido y había comenzado a dar clases aquí con la bendita fortuna de que en un turno del cursado me tocara la comisión de Odette, mi cabeza iba a los tumbos; tanto que había olvidado esa mañana entregar a primera hora los formulario de organización de la clase y por ello había tenido que regresar para cumplir con aquella parte burocrática de mi trabajo.

Me encontraba a punto de desviarme hacia el despacho de la dirección cuando un sonido proveniente del auditorio llamó mi atención al pasar delante de él. Atrapado por la mezcla de grunge y armonía me escabullí hacia allí, dejando de lado mi obligación; después de todo ya me habían esperado unas horas y no les afectaría esperarme un poco más hasta que averiguara quién estaba a cargo de ejecutar aquella melodía e interpretar aquella canción tan llena de sentimientos, tan cargada de emociones que parecían sumamente personales.

Sigiloso me asomé por la puerta principal, pero la cantante estaba tan sumida en su mundo de versos que ni siquiera se percató del deslizamiento de la sombra en la oscuridad que envolvía el recinto de manera que el único reflector encendido se encargaba de resaltar el escenario, confiriéndole a ella el aspecto de una verdadera artista, llena de porte y sentimiento...

No me extrañó percatarme de quien se trataba y enseguida una sonrisa socarrona se formó en mi mejilla izquierda, dejándome recargado sobre mi brazo contra el muro a la espera de que aquella interpretación concluya; sin embargo sobre el final me percato de ese sutil quiebre en la voz que produce una cierta irregularidad en la respiración pero que contrario a arruinar la melodía, la imbuye de una carga emocional que consigue erizarme la piel, dejándome conmovido mientras avanzo al proscenio en busca de encontrar la mirada de mi prima tan preciada.

-Veo que por fin haz encontrado lo tuyo... ¡Y vaya que eres genial en eso! -Le sonrío enormemente, estirando los brazos hacia ella- Lo hiciste estupendo Callimou... -Agrego llamándola por la forma diminutiva afectuosa que se utilizaba en Grecia para designar a un ser querido-

El día que la escribió, estaba demasiado molesta, consigo misma. Detestaba la forma en la que se comportaba cuando estaba cerca de Thea. Creía que no era la prima que debía ser, y a pesar de todo seguía queriendo estar cerca de ella, aunque siempre había tenido ese sentimiento de superarla. Aquella canción, rebelaba todos sus sentimientos, profundos y fáciles de romper. La nueva Calliope, era realmente más sensible que la anterior. Sin una máscara que pudiera ocultar sus sentimientos, era frágil. Era débil, pero fuerte, porque Calliope nunca dejaría que nadie la doblegara, su personalidad al menos continuaba siendo la de una niña fuerte y que no se dejaba. Pensar en Thea le daba miedo, pero pensar en no volver a hablarle a Thea, por su temor, eso era incluso peor. Aunque no quisiera aceptarlo, ella siempre sería importante en su vida.

Se sobresaltó cuando escuchó aquella voz, aquella voz grave que no había escuchado desde que era niña. Pero que pertenecía a una persona especial para ella. Sus ojos viajaron en la dirección a donde escuchaba la voz, ahora muy cerca de ella. Se lanzó a sus brazos de inmediato, justo cuando escuchó aquel afectivo nombre salir de labios contrarios. Sus brazos le rodearon la espalda y atrajeron el pecho del muchacho contra el propio, estaba realmente emocionada por verlo. Era la única persona de su familia que valía la pena, quizás más que Thea, había sido el único que le había motivado a seguir luchando por sus sueños.

—¡¡Lyss!! ¿Cuándo llegaste? Diablos, nadie me aviso que vendrías, habría preparado algo para darte la bienvenida.— Se colgó perfectamente del chico. Casi parecía que lo estrujaría hasta la muerte, pero estaba realmente feliz de verlo.—¿Cómo es posible que estés aquí? ¿Thea lo sabía?— Cuestionó, de inmediato. Luego recordó, que claro, estaba en brazos de su primo y acababa de cantar una de sus canciones nuevas, le soltó y se alisó los pliegues de la falda, con cuidado.—¿Realmente te gustó la canción? Es nueva, aun no me convence, pero creo que es buena.— Mostró una sonrisa dulce, y luego le abrazó de nuevo. Estaba feliz de verle, de nuevo.