Scaping from the dead [pv Bet]
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Scaping from the dead [pv Bet]
Scaping from the dead
Cloc. Cloc. Cloc. The blood said: Go away.
Ya hacía varias semanas que habíamos llegado a la academia, a la aburrida y pesada academia. No había más que niños pijos y mimados que solo se exhibían para poder llegar a ser alguien algún día, pero quien quería ser alguien con esfuerzo cuando sus padres podían darles todo sin ningún esfuerzo? Aquella academia definitivamente no tenía ni pies ni cabeza pero yo no era quien para quejarme, solo era un sirviente y debía solo callar y acatar ordenes de mi ama la cual tampoco estaba muy contenta allí.
El móvil sonó y sin pensarlo dos veces cogí pudiendo escuchar del otro lado de la línea la voz tan desagradable del tío de Bet. Mi ceño se frunció contestando de malas formas-que quieres?-dije lo más seco que pude pudiendo comprobar como aquel sujetado no dejaba de hablar de una forma igual de despreciable que yo-ir a donde?-dije casi sin creerme que el nos recomendara ir a algún sitio cerca de la academia. Sería seguro acaso?
Tal y como lo describía parecía que nada podría hacer el para intentar matarnos, aunque tomar todas las precauciones del mundo con ese hombre eran incluso pocas, pero sabía que Bet probablemente aquel lugar al aire libre le gustaría, lejos de la academia que ella consideraba como una cárcel.
-Vale, gracias por la información, pero no iremos-colgué de malas manera dándole una información errónea para que ni si quiera se le ocurriera en hacer algo contra aquella persona que era mi pilar central.
Aquella conversación me había dejado completamente inquieto. Porque tenía que molestarnos siempre cuando todo parecía ir bien para ella? Menos mal que no habían hablado ellos dos, sabía que aunque fuera la única familia que le quedara no se llevaban muy bien...y eso que ni si quiera sabía toda la verdad tras aquel sujeto...tampoco sobre mi, por eso era una tontería intentar llevarla a aquel sito. Que pretendía acaso? Llevarla a aquel lugar mágico y que como por arte de la magia que envolvía al lugar todo volviera a ser como antes? No, nada podía cambiar nuestros actos...absolutamente nada cambiaría.
Nuestra vida no nos pertenece. Del vientre a la tumba, estamos unidos a otros, pasado y presente. Y con cada crimen que cometemos, cada gesto amable, alumbramos nuestro futuro.
Pero...quizás...debía intentarlo.
Ahora el verdadero enigma era como hacerlo sin que ella se percatara. Bueno, tenía toda la tarde para hacerlo mientras ella iba a clase...o al menos eso era lo que se suponía que tenía que hacer.
Porque tenia que ser tan difícil nuestra relación desde que sus padres habían muerto? Todo se había ido al traste desde aquel momento, desde que había perdido el control, desde que había pecado yendo en contra de mi naturaleza haciendo que no pudiera intuir los pensamientos de ella, haciendo que cada vez que la viera quisiera derramar su sangre para poder beberla...
No, en realidad todo se había estropeado desde el momento antes de conocernos. Aquel día en el que me habían marcado como al ganado, aquel día que me habían maldecido, aquel día en que mi familia hubiera muerto...si nada de eso hubiera pasado nunca la hubiera conocido, nunca hubiera pasado nada de lo pasó, ella tendría sus padres, yo los míos, ella seguiría siendo como siempre había sido, feliz y yo también. Conociéndonos solo nos habíamos hecho daño. Conociéndonos solo habíamos traído desgracia. Eramos como dos cuerpos de alfiler que se pinchaban sin frenos.
Y todo, poco a poco todo, se esfumaba cada mes, mes tras mes, como si fueran burbujas de champagne francés sin que nadie, ninguno de los dos, tuviera la culpa, haciéndome más a dicto a tus taras y tus multas.
Zero Kiryuu
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
"Quiero regresar a mi hogar"
Ese pensamiento no dejaba de rondarme la cabeza desde que habíamos llegado allí, y de eso hacía semanas. Lo odiaba con todo mi corazón, aquel infernal lugar infestado de adolescentes sosos que no pensaban en otra cosa que no fuera en el dinero y fortunas que sus papis tenían, o en las cosas más banales del planeta tierra. Directivos que no hacían de otra más que pisar el suelo por donde uno caminase, y mientras más dinero aportaras a la causa más barberos se comportaban. Profesores estrictos que no te permitían hacer las cosas a tu manera, siempre como ellos dictaban y requerían, obligándote a seguir estúpidas normas que me tenían sin bendito cuidado, ¿desde cuando el arte demandaba normatividad? Tenía entendido que era la liberación y expresión de los sentimientos y emociones del artista, ¿cuándo se había visto que el amor o el odio se rigiera por las reglas? ¡Estúpido! ¡Aquel lugar no contaba de coherencia alguna!
Aunque lo cierto era, también, que a qué precisamente era lo que yo llamaba hogar. ¿A aquel viejo castillo rodeado por los tormentosos bosques de Transilvania? ¿Cuándo ese lugar había perdido la calidez con la que contaba antaño? Cuando mis padres habían fallecido, obvio, y cuando Zero, mi mejor amigo durante años, dejó de ser quien era para convertirse en ese....
En ese imbécil.
Le di una calada a mi cigarillo y dejé escapar el humo por la nariz, mientras fruncía el ceño. No había otra forma para calificarle, y no me sentía ni en lo más mínimo avergonzada por pensar de esa manera de él. Cuando dejara de comportarse como un completo idiota, entonces allí yo dejaría de pensar esas cosas sobre su persona. Por fortuna no tenía ningún reparo en decirle sus verdades a la cara, sólo es cuestión de que se me pusiera en frente y se diera la oportunidad para hacerlo. Brinqué la rama de un árbol con agilidad y seguí caminando con cuidado por el pedregoso suelo de la selva. Ya no faltaba gran cosa para llegar a mi destino, desde mi posición era capaz de escuchar el fluír del agua. Sonreí con malicia y me llevé el cigarrillo encendido a los labios, más no inhalé por esté, sino que lo sostuve entre mis dientes mientras colocaba mis manos en el interior de los bolsillos traseros de mi ajustado short negro de cuero. Para mi fortuna, era muy fácil escapar de aquel claustrofóbico lugar. Sabía que Zero ya estaba al tanto de que podía fugarme de allí cuantas veces yo quisiera, pero mientras no sospechara que lo hacía todas las noches para ir a la ciudad y divertirme un rato sacando a pasear mi fachada, no me preocuparía.
Y tras pasar un par de frondosos árboles, fui capaz de apreciar el panorama de aquel relajante lugar: el río addormentato. Respiré el aire de la selva y antes de que pudiera hacer otra acción, le vi a unos cuantos metros de donde yo estaba. Más que maravilloso, lo que me faltaba...
Caminé desganadamente hasta donde él se encontraba y me detuve sólo a unos cuantos pasos de su perfil, observándole con rabia. ¿Qué hacía él allí?
-¿Se puede saber qué estás haciendo? ¿Disfrutando del panorama? -pregunté con evidente sarcasmo antes de darle una fumada más a mi cigarrillo para acto seguido tirarle al suelo y pisarle con el propósito de apagarlo.
Ese pensamiento no dejaba de rondarme la cabeza desde que habíamos llegado allí, y de eso hacía semanas. Lo odiaba con todo mi corazón, aquel infernal lugar infestado de adolescentes sosos que no pensaban en otra cosa que no fuera en el dinero y fortunas que sus papis tenían, o en las cosas más banales del planeta tierra. Directivos que no hacían de otra más que pisar el suelo por donde uno caminase, y mientras más dinero aportaras a la causa más barberos se comportaban. Profesores estrictos que no te permitían hacer las cosas a tu manera, siempre como ellos dictaban y requerían, obligándote a seguir estúpidas normas que me tenían sin bendito cuidado, ¿desde cuando el arte demandaba normatividad? Tenía entendido que era la liberación y expresión de los sentimientos y emociones del artista, ¿cuándo se había visto que el amor o el odio se rigiera por las reglas? ¡Estúpido! ¡Aquel lugar no contaba de coherencia alguna!
Aunque lo cierto era, también, que a qué precisamente era lo que yo llamaba hogar. ¿A aquel viejo castillo rodeado por los tormentosos bosques de Transilvania? ¿Cuándo ese lugar había perdido la calidez con la que contaba antaño? Cuando mis padres habían fallecido, obvio, y cuando Zero, mi mejor amigo durante años, dejó de ser quien era para convertirse en ese....
En ese imbécil.
Le di una calada a mi cigarillo y dejé escapar el humo por la nariz, mientras fruncía el ceño. No había otra forma para calificarle, y no me sentía ni en lo más mínimo avergonzada por pensar de esa manera de él. Cuando dejara de comportarse como un completo idiota, entonces allí yo dejaría de pensar esas cosas sobre su persona. Por fortuna no tenía ningún reparo en decirle sus verdades a la cara, sólo es cuestión de que se me pusiera en frente y se diera la oportunidad para hacerlo. Brinqué la rama de un árbol con agilidad y seguí caminando con cuidado por el pedregoso suelo de la selva. Ya no faltaba gran cosa para llegar a mi destino, desde mi posición era capaz de escuchar el fluír del agua. Sonreí con malicia y me llevé el cigarrillo encendido a los labios, más no inhalé por esté, sino que lo sostuve entre mis dientes mientras colocaba mis manos en el interior de los bolsillos traseros de mi ajustado short negro de cuero. Para mi fortuna, era muy fácil escapar de aquel claustrofóbico lugar. Sabía que Zero ya estaba al tanto de que podía fugarme de allí cuantas veces yo quisiera, pero mientras no sospechara que lo hacía todas las noches para ir a la ciudad y divertirme un rato sacando a pasear mi fachada, no me preocuparía.
Y tras pasar un par de frondosos árboles, fui capaz de apreciar el panorama de aquel relajante lugar: el río addormentato. Respiré el aire de la selva y antes de que pudiera hacer otra acción, le vi a unos cuantos metros de donde yo estaba. Más que maravilloso, lo que me faltaba...
Caminé desganadamente hasta donde él se encontraba y me detuve sólo a unos cuantos pasos de su perfil, observándole con rabia. ¿Qué hacía él allí?
-¿Se puede saber qué estás haciendo? ¿Disfrutando del panorama? -pregunté con evidente sarcasmo antes de darle una fumada más a mi cigarrillo para acto seguido tirarle al suelo y pisarle con el propósito de apagarlo.
Erzsébet Holdfény
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
Scaping from the dead
Cloc. Cloc. Cloc. The blood said: Go away.
Estúpidos sentimientos...
Quería dejar de sentir, quería olvidarlos, perderme, dejar que un agujero negro se los tragara, correr hasta el ultimo piso de la academia y tirarme desde allí...volar durante unos pocos segundos contemplando el cielo y después dejar que mi cuerpo chocara contra el suelo empapandolo todo de sangre...
Cuando estuviera ya muerto que últimas de mis palabras serían las que pasarían por la mente de Bet? Un susurro, un grito, el pequeño aleteo de nuestros corazones de niños pequeños, la caricia de un beso en la mejilla...que? Que recordaría? Acaso las últimas palabras eran tan importantes? Si lo eran...por desgracia lo eran.
Comencé a andar por los pasillos de la academia en dirección a la habitación de Bet. Acaso todos esos pensamientos que tenía ahora significaban algo? Acaso era el momento, el punto de inflexión, el punto crucial.
Quizás todo aquello indicaba a que debía de confesar todos mis crímenes, todo lo que había hecho todo lo que había pasado...quizás ahora era el momento de dejar de mentir. De decirle toda la verdad. Que yo había tenido la culpa de todo, que su tío era el asesino de sus padres, que yo era un ser espiritual, que me había vuelto loco y había comenzado a a disparar sin apuntar matándolos a todos...incluso debía decirle que le había disparado, sin querer, pero los hechos eran los hechos, eso no tenía perdón. Casi había matado a la razón de mi existencia...la única razón que me mantenía sujeto a aquel lugar...a ese sitio...al mundo.
Mis puños se apretaron con fuerza y llamé a su puerta intentando despejar mi mente y descargar mi cuerpo. Ella no podía ver mis sentimientos, no podía notarlos, no podía verlos, incluso olerlos...y no podía porque si no pensaría que de nuevo era aquel chico dulce y cariñoso que un día estuvo a su lado siendo su caballero de plateada y galante armadura. Un caballero que hacía mucho ya había muerto. Había sido una lanza, una lanza la que atravesó mil sentimientos y un corazón...el había muerto de pie y por eso, nunca regreso.
Pero nadie abrió la puerta, que estaba pasando allí? Acaso le habría pasado algo? No...aquello era algo mas retorcido, un plan trazado por una mente perversa con poder, mas poder que el de mis palabras sobre la que era mi ama.
Tsk! Rápidamente me di la vuelta y salí corriendo saltando por una de las ventanas que tenía mas cerca.
Como no se me había ocurrido antes? El tío al oír mi negativa seguro que había hablado con ella para persuadirla y ella habría ido como una tonta siguiendo su estúpido consejo. Dios. Tenía que llegar allí cuanto antes. Que le estaría pasando ahora? Estaría bien? Acaso cabía la posibilidad de que estuviera...
No! No pienses en eso Zero! No lo pienses, ni si quiera lo pronuncies, no se te ocurra.
Monté con rapidez en la moto que había comprado hacía tiempo y sin preocuparme por las normas de seguridad salí como una bala hacia la montaña sin casco. Porque aquel cacharro no podía ir mas rápido? Pise mas a fondo el acelerador y nada mas llegar a aquel maldito lugar deje la moto aparcada y salí corriendo hacia el maldito río.
Seguí los carteles y rápidamente llegué. Allí no había nadie o eso me pareció en un primer vistazo, pero una voz conocida me hizo girarme.
Esta bien, gracias a dios esta bien. En aquellos momentos solo quise lanzarme sobre ella y abrazarla con fuerza, pero no, debía de controlarme, sentimientos fuera, si no...no sabría que podría hacer.
-Bet...-solo esos sentimientos convertidos en palabras salieron de mis labios pero rápidamente me recompuse-que haces tu aquí!? Eso es lo que debería de preguntarte yo a ti, para algo soy tu perro faldero...-dije entre dientes-y como tal debo de seguirte a todas partes para que no te pase nada-ya me estaba cansando de hablar-y ahora nos vamos de aquí-tomé su muñeca con fuerza arrastrándola conmigo a la fuerza dirigiéndonos hacia el aparcamiento.
Daba igual que opusiera resistencia, allí no estábamos seguros, sobre todo ella. Pero antes de que lográramos salir de allí unas rocas se movieron peligrosamente-Bet!-grité a la vez que tiraba de su muñeca hacia mi pecho cayendo yo de espaldas por una cuesta de tierra para librarnos de la muerte.
No se cuanto tiempo mi espalda rozó contra la tierra desgastando toda mi chaqueta de cuero rasgándola levemente al igual que algunas rocas dañaron mi espalda-tsk...-susurré abriendo los ojos una vez paramos abajo de la cuesta. Miré a Bet. Al parecer estaba bien-estas bien?-pregunté intentando no sonar preocupado con un tono neutral.
Porque...porque me miraba con esos ojos? Porque...
No me mires.
Bet, mis manos están manchadas de sangre desde hace mucho tiempo,
así que...si vienes y me buscas, te enfrentaré...porque somos amigos.
Puede que haya deseado esto desde aquel día,
la destrucción y reconstrucción de todo, así es,
la destrucción es necesaria antes de la reconstrucción
y si mis sentimientos se convierten en un obstáculo,
entonces, estará bien acabar con ellos.
Así es, no tengo otro camino mas que seguir adelante, por el camino de la matanza.
así que...si vienes y me buscas, te enfrentaré...porque somos amigos.
Puede que haya deseado esto desde aquel día,
la destrucción y reconstrucción de todo, así es,
la destrucción es necesaria antes de la reconstrucción
y si mis sentimientos se convierten en un obstáculo,
entonces, estará bien acabar con ellos.
Así es, no tengo otro camino mas que seguir adelante, por el camino de la matanza.
Zero Kiryuu
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
Le miré con evidente incredulidad y, después, con ira. ¿Desde cuándo ese intento fallido de adolescente me venía a reclamar y decir qué hacía y qué no? Bueno, en realidad lo hacía todo el tiempo, cosa que me sacaba de mis casillas al primer segundo. Fruncí el ceño con total desagrado y si no le solté un improperio en ese momento, fue porque el ente superior a nosotros era muy grande. Demasiado. Pero eso no le salvaba de todos los calificativos que desfilaban uno tras otro por mi mente, cada uno más insultante que el anterior.
-¿Y desde cuándo yo tengo que rendirle cuentas al perro faldero? -pregunté con desdén, alzando la barbilla con orgullo y totalmente dispuesta a darle la espalda y dejar que hiciera lo que se le diera en gana, pero fue de mi presencia, cuando me tomó del brazo y tiró de mí de mala manera. Obviamente que me resistí, pero había que admitir que mi tamaño y fuerza nunca se compararían a los de él. Alcé un pie, totalmente dispuesta a clavar el tacón de mi bota izquierda en su hermoso empeine, cuando unas rocas comenzaron a moverse peligrosamente cerca de nosotros y antes de que pudiera hacer o decir algo a modo de reacción a lo que estaba aconteciendo, él me jaló hacia sí y no pude evitar hacer otra cosa que no fuera la de cerrar los ojos y orar internamente por el hecho de no morir en el proceso mientras caíamos cuesta abajo.
Sabía que sólo habían acontecido un par de segundos, pero definitivamente para mí parecieron horas eternas en descenso. ¿Hacía cuánto tiempo no había sentido tanto miedo? Fue como si una vieja película de recuerdos apareciera de repente tras mis párpados fuertemente cerrados, mostrándome a una velocidad sorprendente imágenes consecutivas de todos aquellos sucesos de los que me había librado, ya fuera por cosa del azar aunque mayormente por intervención de mi compañero, y que seguramente hubieran finalizado con mi muerte. ¿Desde cuándo tenía tan pésima suerte? Era como si el mismo destino me pusiera a prueba y deseara borrarme de la faz de la tierra. ¿Por qué?
Abrí lentamente los ojos cuando mi cuerpo sintió que estábamos ya fuera de peligro y fue en ese momento que me percaté de lo fuerte que me aferraba a mi sirviente. Cosa curiosa, tampoco le solté aún sabiendo que ya todo había concluido, por el momento. En cambio, alcé ligeramente el rostro y con lo primero que me topé fue con su ansiosa mirada violácea, exigiéndome con el brillo preocupado de estos que le respondiera aquello que tanto deseaba saber. ¿Pero a él qué le podría interesar si me rompía un hueso o cien? Me lo había dejado claro tantas veces y... allí estaba, esa preocupación en su gesto había desaparecido mágicamente, al igual como había aparecido. Productos de mi imaginación, podría casi apostarlo. Gruñí por lo bajo, molesta, al tiempo que le soltaba abruptamente y me apartaba, deseando romper cualquier mínimo contacto entre mi persona y lo suya.
-Estoy perfectamente... ¿Y tú? -Me senté sobre la irregular tierra húmeda y sacudí lo mejor que pude el polvo de mi escasa vestimenta, percatándome con sorpresa que tenía una pequeña herida sangrante que recurría una porción considerable de mi pantorilla. No era tan profunda y ni siquiera me dolía, por eso no le di ni el más mínimo interés o cuidado. Preferí mejor observarle a él con reproche, como si él fuera el causante de todos mis males, y sin darle oportunidad a que me respondiera mi primera pregunta, retomé la palabra nuevamente- ¿Y se puede saber qué fue lo que pasó allá arriba? Esta clase de accidentes ya se están volviendo recurrentes y tediosos, ¿sabes? Si es tu manera sutil de amedrentarme, te diré que no funciona en lo más mínimo... ¿Es tán difícil de comprender que voy a hacer lo que se me da la regalada gana y que ni tú ni cualquier otro mastodonte que se me ponga enfrente me lo va a impedir? Voy a donde se me plazca y no me lo vas a impedir, ni tampoco tengo porqué decirte qué es lo que hago a cada cinco minutos.
-¿Y desde cuándo yo tengo que rendirle cuentas al perro faldero? -pregunté con desdén, alzando la barbilla con orgullo y totalmente dispuesta a darle la espalda y dejar que hiciera lo que se le diera en gana, pero fue de mi presencia, cuando me tomó del brazo y tiró de mí de mala manera. Obviamente que me resistí, pero había que admitir que mi tamaño y fuerza nunca se compararían a los de él. Alcé un pie, totalmente dispuesta a clavar el tacón de mi bota izquierda en su hermoso empeine, cuando unas rocas comenzaron a moverse peligrosamente cerca de nosotros y antes de que pudiera hacer o decir algo a modo de reacción a lo que estaba aconteciendo, él me jaló hacia sí y no pude evitar hacer otra cosa que no fuera la de cerrar los ojos y orar internamente por el hecho de no morir en el proceso mientras caíamos cuesta abajo.
Sabía que sólo habían acontecido un par de segundos, pero definitivamente para mí parecieron horas eternas en descenso. ¿Hacía cuánto tiempo no había sentido tanto miedo? Fue como si una vieja película de recuerdos apareciera de repente tras mis párpados fuertemente cerrados, mostrándome a una velocidad sorprendente imágenes consecutivas de todos aquellos sucesos de los que me había librado, ya fuera por cosa del azar aunque mayormente por intervención de mi compañero, y que seguramente hubieran finalizado con mi muerte. ¿Desde cuándo tenía tan pésima suerte? Era como si el mismo destino me pusiera a prueba y deseara borrarme de la faz de la tierra. ¿Por qué?
Abrí lentamente los ojos cuando mi cuerpo sintió que estábamos ya fuera de peligro y fue en ese momento que me percaté de lo fuerte que me aferraba a mi sirviente. Cosa curiosa, tampoco le solté aún sabiendo que ya todo había concluido, por el momento. En cambio, alcé ligeramente el rostro y con lo primero que me topé fue con su ansiosa mirada violácea, exigiéndome con el brillo preocupado de estos que le respondiera aquello que tanto deseaba saber. ¿Pero a él qué le podría interesar si me rompía un hueso o cien? Me lo había dejado claro tantas veces y... allí estaba, esa preocupación en su gesto había desaparecido mágicamente, al igual como había aparecido. Productos de mi imaginación, podría casi apostarlo. Gruñí por lo bajo, molesta, al tiempo que le soltaba abruptamente y me apartaba, deseando romper cualquier mínimo contacto entre mi persona y lo suya.
-Estoy perfectamente... ¿Y tú? -Me senté sobre la irregular tierra húmeda y sacudí lo mejor que pude el polvo de mi escasa vestimenta, percatándome con sorpresa que tenía una pequeña herida sangrante que recurría una porción considerable de mi pantorilla. No era tan profunda y ni siquiera me dolía, por eso no le di ni el más mínimo interés o cuidado. Preferí mejor observarle a él con reproche, como si él fuera el causante de todos mis males, y sin darle oportunidad a que me respondiera mi primera pregunta, retomé la palabra nuevamente- ¿Y se puede saber qué fue lo que pasó allá arriba? Esta clase de accidentes ya se están volviendo recurrentes y tediosos, ¿sabes? Si es tu manera sutil de amedrentarme, te diré que no funciona en lo más mínimo... ¿Es tán difícil de comprender que voy a hacer lo que se me da la regalada gana y que ni tú ni cualquier otro mastodonte que se me ponga enfrente me lo va a impedir? Voy a donde se me plazca y no me lo vas a impedir, ni tampoco tengo porqué decirte qué es lo que hago a cada cinco minutos.
Erzsébet Holdfény
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
Scaping from the dead
Cloc. Cloc. Cloc. The blood said: Go away.
Mis brazos seguían aferrando con fuerza al frágil y etéreo cuerpo de la que al parecer se había convertido en mi ama dentro de aquel recinto...aquella persona que solía ser mi amiga, la persona de la cual estaba total e irrefrenablemente enamorado.
No pude evitar sonreír cuando escuche el mote que me había puesto. Perro faldero? Así que ahora me había convertido en eso para ella? Que forma mas lírica de exagerar. Pero tenía que apartar aquello ahora mismo de mi mente. No era como si estuviera apartando la realidad para vivir feliz en mi ignorancia. Sabía perfectamente lo que había y no hacía que ella me lo repitiera una y otra vez mostrándome su arrogancia o con su actitud despectiva...sabía lo que había y lo aceptaba. Al fin y al cabo todo había sido mi culpa, aquella situación en la que estábamos...en la que permaneceríamos congelados por el resto de nuestras vidas era culpa mía y no había mas que eso, pero era lo mejor.
El punto era que ahora no quería pensar en eso. Solo por unos breves segundos mas quería permanecer aferrado contra ella como en los viejos tiempos cuando se ponía a llorar y yo era su único consuelo, el único que podía entenderla pudiendo casi oír sus pensamientos en mi mente como si se tratara de un libro abierto...pensamientos que ahora no llegaban a mi mente por haber traicionando a mi propia naturaleza.
La solté cuando ella hizo ademan de querer separarse-si, también estoy bien...-susurré desviando la mirada-aunque no deberías de preocuparte por tu perro faldero-permanecí unos momentos mas en el suelo para después levantarme con algo de molestia que reprimí para mi fuero interno.
No podía creerlo, en serio me estaba preguntando a mi si estaba intentando matarla? No lo podía creer...intentar matarla para asustarla? En serio? Miré a sus ojos con incredulidad. Estaba hablando en serio, muy en serio, pero yo no podía creerlo...Por un momento sentí como mis ojos se anegaban de lagrimas, pero las reprimí tragandomelas. Jamás me mostraría débil ante ella por mucho que me dolieran aquellos comentarios sabiendo quien movía todos aquellos hilos detrás del escenario...un ser con un alma más negra que el carbón...en ser del cual solo pensar su nombre hacía que el vomito acudiera a todos los rincones de mi boca.
Intenté recuperar la poca cordura que me quedaba y completamente serio como de costumbre dije con frias y crueles palabras afiladas-si te quisiera amedrentar tendría formas muchas mas fáciles de hacerlo, no gastaría tanto presupuesto en ti, no te creas el centro del mundo, porque aunque te cueste creerlo no lo eres-sentencié con una mirada gélida que se clavó como un dardo envenenado en su corazón-claro, ve a donde te plazca, haz lo que quieras, pero te repito, como perro faldero que soy por orden de tus padres no me separaré de ti, hasta que muera y aun así si acaban conmigo seguiré siempre tras de ti como un espíritu deambulante como ellos para asegurarme de que nadie te haga daño, porque eso es lo que hacen los perros, incluso después de que su amo se haya muerto se quedan con el hasta el final-concluí dándole la espalda apretando con fuerza mis puños sintiendo que por unos breves instantes había dejado salir mis verdaderos sentimientos hacia ella a través de bonitas metáforas de animales.
Estúpido.
Suspiré con fuerza girando mi cabeza para mirarla-yo me tomo mi papel al pie de la letra, no se si tu también lo haces, pero si no abstente a las consecuencias-dije sin poder ahora apartar mi cruel mirada de sus inocentes y enormes ojos marrones en los cuales me reflejaba con infinita ternura aunque ella no quisiera reconocerlo pensando que el director de la obra que estábamos representando no sería piadoso con ninguno de los dos si no seguíamos nuestros papeles al pie de la letra.
En el fondo podía verme...en el fondo al mirarla podía sentir que ella seguía viendo el pasado a través de esos puros ojos que ahora parecían un poco empañados, esos ojos que debían ser limpiados, quizás no por mi, quizás por otra persona...alguien que la convenciera mas que yo...pero si me lo permitía yo lo haría...jamás dejaría que caminara sola.
No dejaría que esa visión distorsionada le impidiera ver lo que hubiera delante de sus narices, y se acaba por volverse ciega yo seguiría a su lado hiciera lo que hiciera para recibir todos los golpes que la áspera fortuna intentara lanzarle, incluso aunque ella me dañara con cada palabra que me profiriera, daba igual, no faltaría a mi palabra...no obstante sabía que esa lealtad que le profesaba no solo era cuestión de obedecer ordenes, hacía tiempo se había convertido en algo mucho mas personal e intenso.
Yo sería un muñeco de trapo, un saco de boxeo, su armadura, su escudo...no dejaría que le pasara nada incluso aunque muriera o acabara por hundirme por completo, siempre...siempre continuaría a su lado sin importar que.
You never walk alone.
Zero Kiryuu
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
-¿Y a ti quién te dijo que era la preocupación la que me instaba a preguntarte si estabas bien? Por supuesto que no lo hace -repliqué con voz amarga, quizá con más de la que había planeado desde un principio. Le observé con una rabia contenida que no hacía muy bien en disimular, ¿pero qué esperaba realmente? ¡Todo él me provocaba unas ganas enormes de mandarle a dar un paseo por el muelle! Sobre todo su actitud... esa odiosa actitud que tanto odiaba y que era imposible que fuera compatible conmigo. Bien podría decirse que era alérgica a su presencia en general; aunque en el fondo, quizá, el sólo mirarle hacía que la impotencia resurgiera en mí una vez más, de haber perdido a mi mejor amigo, aquel que tanto adoraba y que me fue arrebatado de las manos tan crudamente como la vida a mis padres. ¡Y todo era culpa suya! ¡Él no debería estar allí, el Zero que yo conocí sí! Mi mirada se intensificó con un profundo rencor que no me preocupé en ocultar. Lo odiaba... ¡Por supuesto que lo hacía!
Pero toda emoción y sentimiento se esfumó de mí al percatarme de algo vital en el rostro del contrario. Y es que su expresión... sus ojos, algo querían trasmitirme... ¡¿Pero qué?! Mi pecho se contrajo al reconocer por un segundo en él al ser que tanto había estado añorando, ese que ya había dado por perdido. Y toda barrera se derrumbó a mi alrededor, dejándome desprotejida y a su merced, totalmente aturdida y sin tener la capacidad de reaccionar por unos segundos, los que duraron aquella muestra, que yo creía, de debilidad en él. Pero esta se esfumó tan rápido, y fue remplazada por la frialdad tan característica en su persona, que supe inmediatamente que todo había quedado dentro de mi imaginación. De un absurdo deseo que, por un breve instante, creí hecho realidad... Pero eso era imposible, las cosas perdidas nunca retornaban a uno y en cambio, se tenía que lidiar con aquel pedante de pacotilla.
Escuché cada una de sus palabras hechas dagas, de sus reproches estúpidos que poco me importaban. ¿Creía que con esa filosa lengua podría lastimarme? ¡Qué tan equivocado estaba! Pobre iluso... Aunque en el fondo la única ingenua allí era yo, porque por más fuerte que aparentara ser, en el fondo sus propósitos sí obtenían frutos. Sí me hería aunque jamás lo iba a reconocer, ni a mí misma.
Harta ya de toda esa perorata, me puse de pie con brusquedad y empleé los siguientes segundos para sacudirme lo mejor posible, que no era mucho, la tierra de mi ropa, ignorándole mientras lo hacía. Cuando alcé el rostro de nueva cuenta, le clavé una ponzoñosa mirada que bien podría rivalizar a la perfección con la que él me dirigía en esos momentos.
-¡Oh, Dios, que alguien te calle de una puñetera vez! Si tan poca cosa te resulto como para gastar presupuesto en mí, ¿por qué no aplicas lo mismo con tu saliva? -hice un movimiento despectivo y apoyé una mano sobre mi cadera desnuda. Una punzada de dolor me recorrió la pierna lesionada cuando traté de dar un paso, la cual se representó en mi rostro con un ligero entrecerrar de ojos con molestia, pero de allí en más no hice nada que revelara mi herida- Le harías un favor a la humanidad si hicieras un voto de silencio, te lo garantizo -rodeé los ojos y comencé a andar con paso despreocupado, consiguiendo con ello que la sangre fruyera más profusamente de la cortada y esta recorriera mi pantorrila a modo de hilillo hasta morir en mi tobillo. ¿Me importaba? Por supuesto que no, a esas alturas era tan indiferente al dolor, que incluso ya había aprendido a aplicarlo a la cuestión física- No vale la pena que te arriesgues tanto por mí, ¿sabes? -El sarcasmo latente de mis palabras nunca podía faltar, claro- Es obvio que la presencia del otro nos resulta incómoda; y si tan poco valgo para ti, como bien lo acabas de decir, ¿por qué no te consigues un pasatiempo y a mí me dejas en paz de una buena vez? Que el compromiso hacia mis padres muertos no sea un impedimento en tus verdaderos deseos, a mí me viene valiendo un pepino tu protección. No necesito de nadie, ¿me entiendes? No te necesito -escupí las últimas palabras con tanto desdén y veneno, que incluso temí por un milisegundo realmente el ya no ser una humana, sino un repugnante ser espiritual vinculado a las serpientes. Detuve mi andar y volteé a verlo por encima del hombro. Toda expresión se había esfumado de mí, tanto la alegría como la rabia, el desdén y el rencor. Sencillamente trasmitía... nada, tanto mi mirada como el timbre de mi voz eran carentes de toda emoción.- Solamente... déjame sola... -musité por último, con un nudo atenazado en la garganta que nunca iba a reconocer, y reanudé mi andar cuesta arriba, haciendo todo lo posible por avanzar por mi propia cuenta y demostrarle a él y al mundo entero que mis palabras dichas no eran en vano: no necesitaba de nadie.
Pero el destino, al parecer, tenía otros planes reservados para mí, porque justo en ese momento el tobillo de mi pie, aquel que ya se encontraba sensible por la herida en la misma pantorrilla, se torció provocando que lanzara un fuerte gemido de dolor y perdiera el equilibrio, cayendo y rodando cuesta abajo los pocos metros que ya había hecho.
Pero toda emoción y sentimiento se esfumó de mí al percatarme de algo vital en el rostro del contrario. Y es que su expresión... sus ojos, algo querían trasmitirme... ¡¿Pero qué?! Mi pecho se contrajo al reconocer por un segundo en él al ser que tanto había estado añorando, ese que ya había dado por perdido. Y toda barrera se derrumbó a mi alrededor, dejándome desprotejida y a su merced, totalmente aturdida y sin tener la capacidad de reaccionar por unos segundos, los que duraron aquella muestra, que yo creía, de debilidad en él. Pero esta se esfumó tan rápido, y fue remplazada por la frialdad tan característica en su persona, que supe inmediatamente que todo había quedado dentro de mi imaginación. De un absurdo deseo que, por un breve instante, creí hecho realidad... Pero eso era imposible, las cosas perdidas nunca retornaban a uno y en cambio, se tenía que lidiar con aquel pedante de pacotilla.
Escuché cada una de sus palabras hechas dagas, de sus reproches estúpidos que poco me importaban. ¿Creía que con esa filosa lengua podría lastimarme? ¡Qué tan equivocado estaba! Pobre iluso... Aunque en el fondo la única ingenua allí era yo, porque por más fuerte que aparentara ser, en el fondo sus propósitos sí obtenían frutos. Sí me hería aunque jamás lo iba a reconocer, ni a mí misma.
Harta ya de toda esa perorata, me puse de pie con brusquedad y empleé los siguientes segundos para sacudirme lo mejor posible, que no era mucho, la tierra de mi ropa, ignorándole mientras lo hacía. Cuando alcé el rostro de nueva cuenta, le clavé una ponzoñosa mirada que bien podría rivalizar a la perfección con la que él me dirigía en esos momentos.
-¡Oh, Dios, que alguien te calle de una puñetera vez! Si tan poca cosa te resulto como para gastar presupuesto en mí, ¿por qué no aplicas lo mismo con tu saliva? -hice un movimiento despectivo y apoyé una mano sobre mi cadera desnuda. Una punzada de dolor me recorrió la pierna lesionada cuando traté de dar un paso, la cual se representó en mi rostro con un ligero entrecerrar de ojos con molestia, pero de allí en más no hice nada que revelara mi herida- Le harías un favor a la humanidad si hicieras un voto de silencio, te lo garantizo -rodeé los ojos y comencé a andar con paso despreocupado, consiguiendo con ello que la sangre fruyera más profusamente de la cortada y esta recorriera mi pantorrila a modo de hilillo hasta morir en mi tobillo. ¿Me importaba? Por supuesto que no, a esas alturas era tan indiferente al dolor, que incluso ya había aprendido a aplicarlo a la cuestión física- No vale la pena que te arriesgues tanto por mí, ¿sabes? -El sarcasmo latente de mis palabras nunca podía faltar, claro- Es obvio que la presencia del otro nos resulta incómoda; y si tan poco valgo para ti, como bien lo acabas de decir, ¿por qué no te consigues un pasatiempo y a mí me dejas en paz de una buena vez? Que el compromiso hacia mis padres muertos no sea un impedimento en tus verdaderos deseos, a mí me viene valiendo un pepino tu protección. No necesito de nadie, ¿me entiendes? No te necesito -escupí las últimas palabras con tanto desdén y veneno, que incluso temí por un milisegundo realmente el ya no ser una humana, sino un repugnante ser espiritual vinculado a las serpientes. Detuve mi andar y volteé a verlo por encima del hombro. Toda expresión se había esfumado de mí, tanto la alegría como la rabia, el desdén y el rencor. Sencillamente trasmitía... nada, tanto mi mirada como el timbre de mi voz eran carentes de toda emoción.- Solamente... déjame sola... -musité por último, con un nudo atenazado en la garganta que nunca iba a reconocer, y reanudé mi andar cuesta arriba, haciendo todo lo posible por avanzar por mi propia cuenta y demostrarle a él y al mundo entero que mis palabras dichas no eran en vano: no necesitaba de nadie.
Pero el destino, al parecer, tenía otros planes reservados para mí, porque justo en ese momento el tobillo de mi pie, aquel que ya se encontraba sensible por la herida en la misma pantorrilla, se torció provocando que lanzara un fuerte gemido de dolor y perdiera el equilibrio, cayendo y rodando cuesta abajo los pocos metros que ya había hecho.
Erzsébet Holdfény
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
Scaping from the dead
Cloc. Cloc. Cloc. The blood said: Go away.
Era odiosa, de verdad que se hacía odiar con aquellos comentarios...pero supongo que yo era igual, ambos habíamos construido un caparazón, un refugio a nuestro alrededor donde ocultábamos nuestro verdadero ser de hacía tantos años.
Nadie deja de ser niño nunca, porque eso es nuestra esencia. Es cierto que las acciones que realizamos, que las elecciones que tomamos configuran nuestro futuro y esculpen nuestra forma de ser, pero la esencia de ese pequeño colibrí que latía en nuestra infancia siempre permanece, siempre es el centro, algo que por mucho que reneguemos de él siempre estará ahí.
Me encogí de hombros-supongo que tu tono de voz te delata-permanecí con mi rostro sereno dejando que únicamente mi cabello fuera agitado con el viento.
Estaba cansad, cansado de sus mismos comentarios una y otra vez. Siempre reprochándome, recriminándome, aunque estaba en todo su derecho, hacía tiempo que había dejado de ser el caballero que una vez fui-un voto de silencio? No gracias, si hiciera eso, si me callara entonces...-apreté los puños-sería en un asesino-clavé mis fríos ojos sobre los orbes chocolates que me miraban con desprecio pareciendo casi que se derretían.
No me necesitaba? De verdad? Algo en mi corazón se quebró no pude evitar bajar la cabeza dejando que las hebras mas largas de mi cabello taparan mis ojos-entiendo...-susurré casi sin poder hablar debido a la fragilidad de mi voz en aquellos momentos. Tragué saliva con fuerza intentando sobreponerme evitando mirar a sus ojos permaneciendo con la mirada clavada en el suelo-aun así me quedaré...-fue lo único que pude decir.
Discusión tras discusión. Una llevaba a otra y nos envolvía en un circulo vicioso, así que sería mejor pararla. No tenía ganas, estaba cansando...cansado de eso, cansado de que siempre estuviéramos a reñir como el perro y el gato cuando lo que en verdad quería era abrazarla con fuerza y acariciarle el cabello susurrando sobre su oído que todo iba a estar bien y que siempre la protegería, que jamás me iría de su lado y que ni si quiera la muerte nos separaría. Algo cursi verdad? Podía ser. Pero no podía evitarlo, tenía demasiados sentimientos acumulados, demasiados años sin decir, sin dejar escapar todo aquello que sentía, convirtiéndome en un estoico que siempre se modera y no deja que nada nuble su juicio, como una gárgola permaneciendo impasible al desgaste de las gotas de lluvia.
Me distraje, solo por un momento, peor ese fue suficiente como para dejar que se alejara y que su vida de nuevo estuviera en peligro. No pude controlarme, esta vez no pude-Bet!-grité con fuerza dejando que la preocupación se reflejara en mi rostro impulsándome con fuerza a pesar de las heridas para cogerla antes de que su cabeza se golpeara contra el áspero terreno.
Volví a caer de espaldas tapando con mis brazos su cabeza evitando que se dañara de cualquier forma-no pienso dejarte sola-musite sintiendo como esta vez me había dado un golpe en la sien y la sangre comenzaba a bajar por el lateral de mi rostro-no pienso hacerlo, digas lo que digas-la miré fijamente sintiendo como mi cabeza empezaba a dar vueltas algo mareado y sonreía de nuevo perdiendo esa mascara que había construido ante ella y la sociedad-no hagas que me preocupe por favor...-continué sonriendo como un niño pequeño sintiéndome como mis ojos brillaban con ilusión de nuevo y mis ojos comenzaban a anegarse de lagrimas-yo...a pesar de todo...-acaricié su rostro haciendo que me mirara y me fui acercando lentamente a sus labios-yo te...-rocé sus labios y sentí como perdía de golpe las fuerzas dejando caer mi cabeza contra el suelo cerrando los ojos completamente ido.
Que acababa de ser eso? Porque había hecho eso? Era por la contusión? O es que no había podido aguantar mas? La contusión...seguro que era eso...
Aun así no era excusa, tendría que haberme mantenido firme...acaba de tirar por la borda todo lo que había construido en ellos. Que pensaría ella ahora? Ademas, estaba bien? Tenía sangre corriendo por su muslo. Debía despertarme y curarla cuanto antes, si no...si no...que podría pasarle? Vamos Zero...despierta, despierta.
No...
Mejor despiertame cuando todo haya acabo, cuando volvamos al pasado...a ese fatídico y trágico dia en el que todo cambio. O quizás antes, antes de que mis ojos se posaran sobre los suyos, antes de que ella abriera sus labios y me dirigiera una sola palabra. Antes, mucho antes de eso...cuando mis padres aun vivían y yo era un pequeño con una gran y amplia sonrisa, sin más preocupación que el de perseguir ardillas por los arboles.
Wake me up when september ends.
Zero Kiryuu
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
¿Qué era lo que había pasado? ¡¿De qué diantres me había perdido?!
Un segundo estaba cayendo nuevamente cuesta abajo y al siguiente, una vez más y a modo de un terrible deja vú, me encontraba protegida por los fuertes y cálidos brazos de mi sirviente. ¿Es que acaso ese ser despreciable no podía entender y obedecer mis palabras aunque fuera una sóla vez en su miserable vida? ¿Qué no podía comprender que quería estar sola? Era el destino que yo me merecía... el de siempre vagar sin una mano amiga que me sostuviera cuando así lo requiriera, y lo tenía en perfecta cuenta como para que su sola presencia fuera un recordatorio desagradable de algo que ya me esperaba. ¿Por qué siempre me salvaba cuando yo no se lo pedía? Por qué... ¡¿Por qué siempre arriesgaba su vida por la mía, que no valía nada?! ¡Maldita sea, ¿porqué?!
Pero el espectáculo con el que se encontraron mis ojos cuando los abrí de nuevo, sencillamente no se podría comparar con cualquier otra cosa que antes hubiera presenciado, o que llegaría a presenciar. Era él, podía reconocerlo perfectamente como si sólo hubiera sido ayer cuando jugábamos en los jardines del castillo en Trasilvania, o nos escondíamos en los rincones del enorme edificio. Siempre juntos, sin que se pudiera ver el uno sin el otro... Como si hubieramos estado destinados a ser el uno para el otro. Y ahora aquel ser, que mi alma lloraba en silencio por su pérdida, estaba allí frente a mí, derribando toda barrera a su alrededor para que al fin yo pudiera acceder a su interior. Para demostrarme que siempre estuvo allí, que no había muerto.
Intenté hablar, me esforcé para que algo coherente se formara en mi mente y lo pudiera expresar mediante palabras sensatas, pero la acumulación de emociones y sentimientos era tan grande y avasalladora que me fue imposible el reaccionar de ninguna manera, quedando allí inerte entre sus brazos, parcialmente incorporada y sin desviar mi mirada castaña de la violácea de él. Y lo supe en ese momento, que apesar de todo lo que había acontecido en esos últimos años, de el enorme abismo que se había forjado entre nosotros a raíz de la muerte de mis padres, supe que no quería perderle por segunda ocasión, eso sólo terminaría por sepultarme en vida por completo. Pero no sólo eso... no quería que se marchara de mi lado, él, Zero Kiryuu y todo lo que eso conllevaba: tanto el niño radiante que seguramente había sido antes de conocerle, aquel cálido y amable chico que yo conocí, y el hombre testarudo y exasperante con el que tenía que vivir todos los días. A él lo quería a mi lado.
Porque lo amaba.
Sentir sus labios rozar los míos en una suave caricia fue la sensación más radiante y cálida que jamás habría de recibir desde que tenía catorce años y había olvidado lo que era sentirse querida por alguien más. Cerré parcialmente los ojos y me perrmití, sólo por esa vez, disfrutar de aquel contacto tan preciado antes de que todo volviera a la normalidad, que una vez más se me arrebatara todo lo atesorado de las manos. Era imposible que mi cuerpo no temblara ante tanta confusión y sentimiento guardado. Hasta ese día no había sabido ponerle un nombre a toda aquella muralla que había construido a mi alrededor, esa fachada que creé para que nadie fuera capaz de penetrarla y volverme a herir; pero ahora ya sabía perfectamente qué era y por cual nombre llamarle: miedo. Tenía muchísimo miedo, uno que no me permitía avanzar y ser quien en realidad era. Ese que paralizaba y terminaba matando lentamente.
Abrí los ojos como plato cuando le sentí desfallecer y fui capaz hasta ese momento, quedando demostrado así mi verdadero descuido, de la sangre que brotaba de una herida en su sien. Y mi corazón se detuvo junto con el resto de mi cuerpo, que no hacía otra cosa sino actuar a su propia voluntad y temblar incontrolablemente, con los miembros paralizados y con un enorme peso sobre el pecho que me impedía por completo el respirar. Algo humedecía mis mejillas... ¿Pero qué era? ¿Lloraba? Las lágrimas provocadas por un raudal de sentimientos que emergieron de los ojos del albino, ahora recorrían mis propias mejillas al ser víctima del mismo mal. Sí, eran lágrimas lo que salían de mis ojos y recorrían la tersa piel de mi rostro hasta perderse por el mentón.
-¿Zero? -mi voz salía rasposa y débil, apenas un murmuro lastimero. Pero no podía permitir que el letargo y el terror me dominaran, tenía que hacer algo ya- ¡Zero! -mientras me separaba de su lado sólo para arrollidarme junto a él y abrazarle con dificultad, mi llanto se hacía más intenso- ¡Zero, no te atrevas a dejarme así! -le acaricé el rostro, con manos temblorosas, buscando algún signo vital que me revelara que él estaría bien, que su vida no peligraba. Porque si él moría allí, yo lo haría también. Apoyando su cabeza sobre mi regazo, me quité la blusa sin importarme quedarme sólo con la ropa interior de la parte superior de mi cuerpo y comencé a rasgar la tela hasta conseguir retazos suficientes para llevar a cabo mi siguiente faena: le limpié la sangre con suavidad con uno de ellos y con otro limpio hice presión en su herida para que dejase esta de fluir por ella, sin dejar de verificar en todo momento que sus signos vitales estuvieran constantes y de acariciarle la enmarañada y suave cabellera platinada, las varoniles facciones de su rostro y todo lo que fuera posible tocar de su persona, dejando cuanta caricia pudiera en él para que pudiera entender cuánto le necesitaba- Aún... ¡Aún me tienes que decir el final de esa frase que dejaste inconclusa! ¡Necesito saberla! Porque yo... Porque yo... -entrecerré mis ojos, permitiendo más fácil el deslizar de las lágrimas al tiempo que me era imposible controlar los sollozos que escapaban casi inadvertidamente de mis labios. Mi voz iba muriendo de a poco sin importar el esfuerzo sobrehumano que hacía para hacerme oír con claridad- Porque te amo... Tienes que despertar.... por favor...
Un segundo estaba cayendo nuevamente cuesta abajo y al siguiente, una vez más y a modo de un terrible deja vú, me encontraba protegida por los fuertes y cálidos brazos de mi sirviente. ¿Es que acaso ese ser despreciable no podía entender y obedecer mis palabras aunque fuera una sóla vez en su miserable vida? ¿Qué no podía comprender que quería estar sola? Era el destino que yo me merecía... el de siempre vagar sin una mano amiga que me sostuviera cuando así lo requiriera, y lo tenía en perfecta cuenta como para que su sola presencia fuera un recordatorio desagradable de algo que ya me esperaba. ¿Por qué siempre me salvaba cuando yo no se lo pedía? Por qué... ¡¿Por qué siempre arriesgaba su vida por la mía, que no valía nada?! ¡Maldita sea, ¿porqué?!
Pero el espectáculo con el que se encontraron mis ojos cuando los abrí de nuevo, sencillamente no se podría comparar con cualquier otra cosa que antes hubiera presenciado, o que llegaría a presenciar. Era él, podía reconocerlo perfectamente como si sólo hubiera sido ayer cuando jugábamos en los jardines del castillo en Trasilvania, o nos escondíamos en los rincones del enorme edificio. Siempre juntos, sin que se pudiera ver el uno sin el otro... Como si hubieramos estado destinados a ser el uno para el otro. Y ahora aquel ser, que mi alma lloraba en silencio por su pérdida, estaba allí frente a mí, derribando toda barrera a su alrededor para que al fin yo pudiera acceder a su interior. Para demostrarme que siempre estuvo allí, que no había muerto.
Intenté hablar, me esforcé para que algo coherente se formara en mi mente y lo pudiera expresar mediante palabras sensatas, pero la acumulación de emociones y sentimientos era tan grande y avasalladora que me fue imposible el reaccionar de ninguna manera, quedando allí inerte entre sus brazos, parcialmente incorporada y sin desviar mi mirada castaña de la violácea de él. Y lo supe en ese momento, que apesar de todo lo que había acontecido en esos últimos años, de el enorme abismo que se había forjado entre nosotros a raíz de la muerte de mis padres, supe que no quería perderle por segunda ocasión, eso sólo terminaría por sepultarme en vida por completo. Pero no sólo eso... no quería que se marchara de mi lado, él, Zero Kiryuu y todo lo que eso conllevaba: tanto el niño radiante que seguramente había sido antes de conocerle, aquel cálido y amable chico que yo conocí, y el hombre testarudo y exasperante con el que tenía que vivir todos los días. A él lo quería a mi lado.
Porque lo amaba.
Sentir sus labios rozar los míos en una suave caricia fue la sensación más radiante y cálida que jamás habría de recibir desde que tenía catorce años y había olvidado lo que era sentirse querida por alguien más. Cerré parcialmente los ojos y me perrmití, sólo por esa vez, disfrutar de aquel contacto tan preciado antes de que todo volviera a la normalidad, que una vez más se me arrebatara todo lo atesorado de las manos. Era imposible que mi cuerpo no temblara ante tanta confusión y sentimiento guardado. Hasta ese día no había sabido ponerle un nombre a toda aquella muralla que había construido a mi alrededor, esa fachada que creé para que nadie fuera capaz de penetrarla y volverme a herir; pero ahora ya sabía perfectamente qué era y por cual nombre llamarle: miedo. Tenía muchísimo miedo, uno que no me permitía avanzar y ser quien en realidad era. Ese que paralizaba y terminaba matando lentamente.
Abrí los ojos como plato cuando le sentí desfallecer y fui capaz hasta ese momento, quedando demostrado así mi verdadero descuido, de la sangre que brotaba de una herida en su sien. Y mi corazón se detuvo junto con el resto de mi cuerpo, que no hacía otra cosa sino actuar a su propia voluntad y temblar incontrolablemente, con los miembros paralizados y con un enorme peso sobre el pecho que me impedía por completo el respirar. Algo humedecía mis mejillas... ¿Pero qué era? ¿Lloraba? Las lágrimas provocadas por un raudal de sentimientos que emergieron de los ojos del albino, ahora recorrían mis propias mejillas al ser víctima del mismo mal. Sí, eran lágrimas lo que salían de mis ojos y recorrían la tersa piel de mi rostro hasta perderse por el mentón.
-¿Zero? -mi voz salía rasposa y débil, apenas un murmuro lastimero. Pero no podía permitir que el letargo y el terror me dominaran, tenía que hacer algo ya- ¡Zero! -mientras me separaba de su lado sólo para arrollidarme junto a él y abrazarle con dificultad, mi llanto se hacía más intenso- ¡Zero, no te atrevas a dejarme así! -le acaricé el rostro, con manos temblorosas, buscando algún signo vital que me revelara que él estaría bien, que su vida no peligraba. Porque si él moría allí, yo lo haría también. Apoyando su cabeza sobre mi regazo, me quité la blusa sin importarme quedarme sólo con la ropa interior de la parte superior de mi cuerpo y comencé a rasgar la tela hasta conseguir retazos suficientes para llevar a cabo mi siguiente faena: le limpié la sangre con suavidad con uno de ellos y con otro limpio hice presión en su herida para que dejase esta de fluir por ella, sin dejar de verificar en todo momento que sus signos vitales estuvieran constantes y de acariciarle la enmarañada y suave cabellera platinada, las varoniles facciones de su rostro y todo lo que fuera posible tocar de su persona, dejando cuanta caricia pudiera en él para que pudiera entender cuánto le necesitaba- Aún... ¡Aún me tienes que decir el final de esa frase que dejaste inconclusa! ¡Necesito saberla! Porque yo... Porque yo... -entrecerré mis ojos, permitiendo más fácil el deslizar de las lágrimas al tiempo que me era imposible controlar los sollozos que escapaban casi inadvertidamente de mis labios. Mi voz iba muriendo de a poco sin importar el esfuerzo sobrehumano que hacía para hacerme oír con claridad- Porque te amo... Tienes que despertar.... por favor...
Erzsébet Holdfény
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
Scaping from the dead
Cloc. Cloc. Cloc. The blood said: Go away.
Todo giraba a mi alrededor, todo volvía al inicio. Me sentía como Alicia cayendo por la madriguera del conejo, sola, en ea oscuridad, cayendo hasta el dulce país de las maravillas que parecía que nunca llegaría para mi.
Este era el final del niño maldito? Lo era de verdad? Daba igual...solo quería que fuera cual fuera mi destino Bet estuviera al final de ese túnel sonriendo observándome con esos enormes ojos castaños.
Que cálido se sentía. Ojala pudiera quedarme así para siempre.
Pero la voz de Bet me llamó, que estaba diciendo? Que acababa de decir? Mi nombre? Porque me llamaba? Que me quería ahora? Decirme que era un estúpido, rematarme con sus filosas palabras? Que debía hacer? Sentía como sus manos acariciaban mi rostro en la oscuridad y como algo húmedo se posaba sobre mi cara. Húmedo? Acaso estaba llorando? Porque lloraba? No tendría que alegrarse por mi muerte? Quizás estaba lloviendo...ella no tenía porque llorar, nunca más debía de llorar y ensuciar su hermoso rostro con cosas tan banales como ese agua de sabor salada que provenía de su interior desvelando sus verdaderos sentimientos.
No se callaba. Seguía hablando, diciéndome que no podía guardarme esa frase para mi, que no podía morir aun, que debía acabarla. Entonces después me dejaría ir? Si la acababa podría abandonar ese mundo? No...ahora no podía...y todo por sus últimas palabras: Te amo.
Despierta, despierta, despierta, por favor despierta, debo acabar esa frase. Bet, por favor...haz que despierte. La necesitaba...necesitaba todo, moverme, abrir los ojos, acariciar su rostro y mirarla, contemplarla iluminada por el sol, acercarme a sus labios y beber de ella.
Despierta, por favor...despierta.
Mis ojos se abrieron lentamente y las tinieblas se disiparon poco a poco dando paso a la mortífera luz del sol y acto seguido a su rostro...
Allí estaba envuelta en lagrimas esperando a que mis ojos se abrieran a la par que mis labios y terminaran la frase que ella muy buenamente había completado-Bet...-susurré medio aturdido por el golpe-que...que ha pasado?-cuanto mas hablaba con más fluidez se escapaban los recuerdos de su voz en la oscuridad y no podía evitar decir palabras y preguntas incoherentes, sabiendo perfectamente que había pasado, intentando llenar el silencio que se extendía entre los dos.
Quería conservar, quería atesorar ese recuerdo, no me lo podrían quitar, por muy irreal que fuera no me lo quitarían...
Elevé mi mano hacia su rostro y lo acaricie sintiendo como una de sus hebras se escapaba de detrás de su oreja y yo volvía a colocarla tras su sentido de la audición sin saber que decir.
Me acababa de confesar sus sentimientos, y yo no era capaz de mediar palabra alguna. Estaba paralizado ante su penetrante mirada que tanta mella hacia en mi, como una flecha que atraviesa un corazón arrebatando una vida.
Acaba la frase, ella merece saberlo.
Una voz resonó en mi cabeza. El problema era que era demasiado cobarde como para decir palabras de tanto peso cuando había jurado cerrar mi corazón y renegar de mis sentimientos hacia tanto tiempo.
Me incorporé a duras penas pasando mi mano que permanecía acariciando su rostro a su nuca atrayendola hacia mi a la vez que yo también me acercaba hasta que nuestros labios se juntaron.
-Sabes lo que es un beso?- preguntó Wendy pasmada.
+Lo sabré en cuanto me lo hayas dado -contestó Peter.
Y, para no herirle, Wendy le dió un dedal.
+Y ahora -dijo él- ¿puedo darte yo también un beso?
-Si quieres...-contestó ella haciéndose la remilgada inclinando la cabeza sobre él, pero Peter sólo depositó una bellota en su mano.
-Más...y como sé que querías ser bueno conmigo - dijo wendy apiadándose- tendrás que darme un beso dijo sin recordar la ignorancia de Peter sobre los besos.
+Sabía que me pedirías que te lo devolviera- dijo con cierta amargura, y le tendió el dedal.
-¡Ay, niño! -Exclamó- No quería decir un beso, sino un dedal.
+¿Y eso que es?
-Esto- y le dió un beso.
No sabía que estaba haciendo, no sabía porque lo hacía...no, si que lo sabia, pero no quería darme cuenta de lo que aquello significaba. Aquel beso, todos aquellos sentimientos encontrados, todas nuestras negaciones, peleas, riñas...todo sofocad en un simple pero apasionado beso. Ese beso que hacia años aguardaba en la comisura de nuestros labios...
...el beso escondido
Zero Kiryuu
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
Me quedé brevemente paralizada al verle al fin reaccionar, y esperé con el aire contenido en mis pulmones porque sus ojos al fin se abrieran y ser capaz yo de contemplarles. Asegurarme que estaba bien, que no moriría ni se apartaría de mi lado. Porque jamás se lo perdonaría si eso llegaba a hacer.
-Zero... -musité con la alegría y el alivio a punto de explotar en mi pequeño pecho cuando habló y me miró de aquella manera que me daban ganas de ahorcarle y abrazarle al mismo tiempo. Las lágrimas, que se habían quedado inertes a la expectativa al igual que yo, al fin reanudaron su camino con renovada fuerza, pero esta vez radiantes por la alegría.- ¡Eres un imbécil! -exclamé sin poder contenerme y le golpeé el brazo con mi puño con fuerza mientras cerraba los ojos y permitía que las lágrimas rodaran por mis mejillas hasta mi barbilla- ¡Me asustaste! Yo creí... Creí que... -era imposible que la voz no se me entrecortara y fallara debido al llano. Volví a mirarle y me aferré a su camisa mientras le contemplaba- No vuelvas a hacerme esto... No sé qué haría sin ti.... No soy nada -definitivamente prefería ignorar sus incoherentes comentarios por temor a que mi lado asesino resurgiera. Estaba llorando por su culpa, por una fracción de segundo creí que le perdería, ¡¿y ahora me salía con que qué había pasado?! ¡Si no estuviera lo suficientemente feliz de verlo despierto, yo misma le regresaría a la inconsciencia mediante golpes! Además, aún tenía que terminar esa frase que había dejado inconclusa... ¡Cierto! Aún no me decía qué había querido decir anteriormente, antes de que mi alma pendiera de un hilo por su culpa y cayera en la cuenta de lo realmente importante que su existencia y ser significaban para mí.
Le encaré una vez más, dispuesta a sacarle cada palabra a fuerza de ser necesario, cuando el tacto de su mano me dejó totalmente congelada y sin la capacidad de reaccionar. Abrí mis castaños ojos húmedos cuan grandes eran mientras aquella acción por parte de él duraba, sin poder moverme ni decirle lo que realmente quería y pensaba. Y, sin siquiera preveerlo ni sospecharlo, la mano que anteriormente me acarició con dulzura la mejilla y colocó un mechón de mi cabellera tras mi oreja, me tomó de la nuca y me atrajó hacia sí a la vez que su dueño parcialmente se incorporaba. Y nuestros labios se encontraron inevitablemente. ¿Qué significaba aquello? ¿Qué estaba sucediendo? Mi cerebro se negaba a asimilar tal suceso, a aceptar que aquello era... era un...
Un beso.
Mis ojos se abrieron aún más y mis mejillas adquirieron un fuerte tono sonrosado producto de la verguenza que en esos momentos sentía. Aquel era mi primer beso, y era Zero el que me lo daba. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¡No tenía ni la más remota idea de cómo corresponderle! Sentía los nervios a flor de piel pero aún así me mantuve firme y no retrocedí, aunque esos fueran mis impulsos primeros: Huir, huir de aquello que no entendía o que me lastimaba, escapar de cualquier sentimiento que no fuera fácil de manipular o tener bajo control. Desde la muerte de mis padres hasta la fecha me había esforzado por mantener una actitud indeferente a todo lo que me rodeaba, negándole el acceso a cualquier ente extreaño. Nadie más me lastimaría, nadie sería capaz de ver mi lado más vunerable. Creía que si lograba mantenerme así, nada me dañaría ni yo dañaría a los que me rodeaban, eso era lo que realmente había creído y me había aferrado a ello con todas mis fuerzas, para no caer en un abismo aún más oscuro y profundo del que ya estaba. Hasta hoy; ahora todas mis convicciones se habían ido cuesta abajo por culpa de aquel que tantos pesares me había traído en el pasado.
¿Por qué? Me hubiera encantado ser capaz de dirigirle aquella pregunta, de exigirle saber el por qué me había abandonado cuando yo más le había necesitado, el por qué había cambiado, el por qué aquella franja insondable nos separaba como personas.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¡¿Por qué?!
Pero ahora me daba cuenta que la que había estado ciega todo en ese tiempo había sido yo, la que había cambiado y distanciado era yo. Yo fui la que construí aquel muro impenetrable. De lo único que se le podía acusar a Zero era el de no intentar derrumbarlo para así ser capaz de llegar a mí. Pero siempre estuvo a mi lado protegiéndome, dando su vida de ser necesario para que a mí no me pasara nada malo. Nunca se había ido, a pesar de haberle ladrado e insultado en incontabless ocasiones, gritándole que se fuera y me dejara sola... Nunca lo hizo, en ninguna de aquellas veces me dejó.
Sin ser capaz de controlar a mi propio cuerpo, este correspondió por voluntad propia aquella íntima caricia, embriagándose de la calidez que de los labios contrarios emanaba y buscando aún más de esta, deseando fundirse con el peliblanco de ser necesario. Porque eramos dos que deberían ser uno, siempre había sido así. Cerré los ojos y me permití disfrutar de aquella nueva sensación que me dejaba al borde de un precipicio. ¿Y si me dejaba caer, qué pasaría? ¿Sería capaz de llegar a un nuevo mundo donde nada ni nadie nos pudiera separar? ¿Nos podríamos fundir hasta ser un sólo ser? No fui capaz de descubrir ninguna de estas interrogantes, porque la necesidad de aire se hizo latente en mis pulmones y no tuve de otra más que separarme de los labios de Zero para poder ser capaz de respirar una vez más. Seguramente él estaría experimentando la misma sensación que yo, probablemente.
Abrí los ojos una vez más y le miré, con la respiración agitada y el latir de mi corazón totalmente acelerado. Aún podía sentir arder mis mejillas y aunque ya no lloraba, mis ojos aún estaban húmedos y brillosos. Y tras ser capaz de experimentar toda esa clase de sensaciones a su lado, de ser capaz de sentir lo que nunca creí que sería para mí, lo único que se me ocurrío decirle en un susurro, abrumada ante tan arrasador sentimiento y momento, fue:
-Eres un idiota...
-Zero... -musité con la alegría y el alivio a punto de explotar en mi pequeño pecho cuando habló y me miró de aquella manera que me daban ganas de ahorcarle y abrazarle al mismo tiempo. Las lágrimas, que se habían quedado inertes a la expectativa al igual que yo, al fin reanudaron su camino con renovada fuerza, pero esta vez radiantes por la alegría.- ¡Eres un imbécil! -exclamé sin poder contenerme y le golpeé el brazo con mi puño con fuerza mientras cerraba los ojos y permitía que las lágrimas rodaran por mis mejillas hasta mi barbilla- ¡Me asustaste! Yo creí... Creí que... -era imposible que la voz no se me entrecortara y fallara debido al llano. Volví a mirarle y me aferré a su camisa mientras le contemplaba- No vuelvas a hacerme esto... No sé qué haría sin ti.... No soy nada -definitivamente prefería ignorar sus incoherentes comentarios por temor a que mi lado asesino resurgiera. Estaba llorando por su culpa, por una fracción de segundo creí que le perdería, ¡¿y ahora me salía con que qué había pasado?! ¡Si no estuviera lo suficientemente feliz de verlo despierto, yo misma le regresaría a la inconsciencia mediante golpes! Además, aún tenía que terminar esa frase que había dejado inconclusa... ¡Cierto! Aún no me decía qué había querido decir anteriormente, antes de que mi alma pendiera de un hilo por su culpa y cayera en la cuenta de lo realmente importante que su existencia y ser significaban para mí.
Le encaré una vez más, dispuesta a sacarle cada palabra a fuerza de ser necesario, cuando el tacto de su mano me dejó totalmente congelada y sin la capacidad de reaccionar. Abrí mis castaños ojos húmedos cuan grandes eran mientras aquella acción por parte de él duraba, sin poder moverme ni decirle lo que realmente quería y pensaba. Y, sin siquiera preveerlo ni sospecharlo, la mano que anteriormente me acarició con dulzura la mejilla y colocó un mechón de mi cabellera tras mi oreja, me tomó de la nuca y me atrajó hacia sí a la vez que su dueño parcialmente se incorporaba. Y nuestros labios se encontraron inevitablemente. ¿Qué significaba aquello? ¿Qué estaba sucediendo? Mi cerebro se negaba a asimilar tal suceso, a aceptar que aquello era... era un...
Un beso.
Mis ojos se abrieron aún más y mis mejillas adquirieron un fuerte tono sonrosado producto de la verguenza que en esos momentos sentía. Aquel era mi primer beso, y era Zero el que me lo daba. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¡No tenía ni la más remota idea de cómo corresponderle! Sentía los nervios a flor de piel pero aún así me mantuve firme y no retrocedí, aunque esos fueran mis impulsos primeros: Huir, huir de aquello que no entendía o que me lastimaba, escapar de cualquier sentimiento que no fuera fácil de manipular o tener bajo control. Desde la muerte de mis padres hasta la fecha me había esforzado por mantener una actitud indeferente a todo lo que me rodeaba, negándole el acceso a cualquier ente extreaño. Nadie más me lastimaría, nadie sería capaz de ver mi lado más vunerable. Creía que si lograba mantenerme así, nada me dañaría ni yo dañaría a los que me rodeaban, eso era lo que realmente había creído y me había aferrado a ello con todas mis fuerzas, para no caer en un abismo aún más oscuro y profundo del que ya estaba. Hasta hoy; ahora todas mis convicciones se habían ido cuesta abajo por culpa de aquel que tantos pesares me había traído en el pasado.
¿Por qué? Me hubiera encantado ser capaz de dirigirle aquella pregunta, de exigirle saber el por qué me había abandonado cuando yo más le había necesitado, el por qué había cambiado, el por qué aquella franja insondable nos separaba como personas.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¡¿Por qué?!
Pero ahora me daba cuenta que la que había estado ciega todo en ese tiempo había sido yo, la que había cambiado y distanciado era yo. Yo fui la que construí aquel muro impenetrable. De lo único que se le podía acusar a Zero era el de no intentar derrumbarlo para así ser capaz de llegar a mí. Pero siempre estuvo a mi lado protegiéndome, dando su vida de ser necesario para que a mí no me pasara nada malo. Nunca se había ido, a pesar de haberle ladrado e insultado en incontabless ocasiones, gritándole que se fuera y me dejara sola... Nunca lo hizo, en ninguna de aquellas veces me dejó.
Sin ser capaz de controlar a mi propio cuerpo, este correspondió por voluntad propia aquella íntima caricia, embriagándose de la calidez que de los labios contrarios emanaba y buscando aún más de esta, deseando fundirse con el peliblanco de ser necesario. Porque eramos dos que deberían ser uno, siempre había sido así. Cerré los ojos y me permití disfrutar de aquella nueva sensación que me dejaba al borde de un precipicio. ¿Y si me dejaba caer, qué pasaría? ¿Sería capaz de llegar a un nuevo mundo donde nada ni nadie nos pudiera separar? ¿Nos podríamos fundir hasta ser un sólo ser? No fui capaz de descubrir ninguna de estas interrogantes, porque la necesidad de aire se hizo latente en mis pulmones y no tuve de otra más que separarme de los labios de Zero para poder ser capaz de respirar una vez más. Seguramente él estaría experimentando la misma sensación que yo, probablemente.
Abrí los ojos una vez más y le miré, con la respiración agitada y el latir de mi corazón totalmente acelerado. Aún podía sentir arder mis mejillas y aunque ya no lloraba, mis ojos aún estaban húmedos y brillosos. Y tras ser capaz de experimentar toda esa clase de sensaciones a su lado, de ser capaz de sentir lo que nunca creí que sería para mí, lo único que se me ocurrío decirle en un susurro, abrumada ante tan arrasador sentimiento y momento, fue:
-Eres un idiota...
Erzsébet Holdfény
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
Scaping from the dead
Cloc. Cloc. Cloc. The blood said: Go away.
Da igual que fuera brusca, que me golpeara, que me gritara hasta que los tímpanos me reventaran, porque ella era ella, era Bet, la persona que siempre había estado buscando, la persona que a pesar de todo lo decía o hacía en mi contra era la que mas me quería y siempre me llevaba agarrado de la mano por si me caía o perdía en el abismo...ella siempre estaba allí para mi.
Por ello yo siempre estaría allí para ella, abrazándola, secando esas lagrimas que derramaba mientras me insultaba, acariciando sus mejillas sonrojadas de vida a sus fuertes emociones, no me iría a ningún lado.
Mis labios continuaron besando los suyos sin querer detenerse ni un solo instante y aunque los pulmones quemaran no importaba...yo quería continuar ahí, siempre ahí danzando en sus labios, en su boca, en sus ojos ahora cerrados igual de conmocionados que los míos. Porque había tardado tanto en hacer aquello? Por miedo...tenía miedo a ser rechazado como siempre me había ocurrido en el pasado, no me gustaba estar solo, me daba miedo, y mas desde que la había conocido a ella que jamás me había dejado solo....nunca.
Aunque a veces me dijera que la dejara sola o que la abandonara sus ojos decían lo contrario, pedian que me quedara a su lado, era una mala mentirosa y yo era el único que lo sabia porque la entendía, o al menos durante un tiempo había sabido leerla como un libro abierto. Quizás ahora costaba mas pero seguía siendo ella, podía seguir a su lado descifrandola, recordando sus gestos, tanto los felices como los tristes, todos...sus manías, sus miedos, sus alegrías, tristezas, todo.
Mis brazos la rodearon con suavidad apretándola con algo de fuerza, quería que se quedara a mi lado, la necesitaba, como a la luz del sol, como el sol busca a la luna en un incasable baile, como al agua, al aire para respirar...era inevitable, como la gravedad y aun así, como un idiota lo había estado evitando en vez de dejarme arrastrar por ella, solo por miedo. Que estúpido miedo...
Poco a poco me separé de sus labios en contra de mi voluntad y la miré también algo agitado y avergonzado sin soltarla de entre mis brazos sonriendo levemente cuando escuche como me llamada. La abracé contra mi pecho-lo soy...perdona-deposite un suave beso sobre su cabello mientras lo acariciaba aun sujetándola contra mi con el otro brazo dejando que el silencio nos envolviera apoyando mi cabeza contra la de ella.
Que se suponía que debía decir o hacer ahora? No sabía como reaccionar, me había quedado en blanco. Tenía que pedirle salir? Pero eso estaba bien entre un amo y su sirviente en aquella academia? No lo sabía, pero que podía hacer? Volver a ignorar todo y que de nuevo me corazón se helara? No, no podía permitir eso. Pero que? Que fechoría tendría que llevar acabo para que aquello no se le fuera de las manos?
Miré a Bet y me arme de valor-oye Bet...yo...bueno...-empezaba genial-yo...bueno...yo...-paré de hablar porque estaba bien que me estaba haciendo aun mas lio del que tenia ya en la cabeza. Porque debíamos ponerle etiqueta a aquello? Tan grave era? No podía besarla cuando lo deseara si la amaba realmente? Acaso era un pecado besala si no era mi novia? No...claro que no. Le sonreí levemente como antaño-nada olvidalo-la volví a besar suavemente-perdonarías a este estúpido por ser un estúpido?-enterré mi cabeza en el hueco de su cuello sonriendo tristemente sintiendo como mis brazos se cerraban alrededor de ella con algo mas de fuerza sin querer que me dejara por hacer estupidez tras estupidez.
Me sentía como un payaso, a pesar de no hacerla reír, mas bien todo lo contrario, a pesar de no hacer trucos de magia o grandes espectáculos ni si quiera ser capaz de subirme sobre una pelota y hacer malabarismos, siempre hacía tonterías que la entristecían.
Por eso y mas cosas que ella aun ni si quiera sabía o sabría necesitaba su perdón. Lo necesitaba porque si no me sería imposible continuar a su lado por un minuto más. Después de todo lo que sabia, después de todo lo que le había hecho...necesitaba esas palabras sanadoras entrar dentro de mi para que todo mi ser se sintiera limpio y pudiera continuar a su lado, al menos hasta que supiera la verdad. Una vez descubriera todo, probablemente no me quedaría otro camino que acabar con todo...todas las estupideces, todos los pecados, todo lo que significaba Zero Kyruu, todo lo que había significado...todo...me borraría, dejaría de sentir de existir y la dejaría sola, porque verdaderamente ella era lo que necesitaba...alejarse de la gente como yo y su tío...unos monstruos. Se confundía al pensar que me necesitaba, pero una vez desapareciéramos su tío y yo, del cual me encargaría antes de irme para que no volviera a molestarla, se daría cuenta de que vivir era aquello y no lo llevaba haciendo hasta ahora bajo nuestro yugo.
...por amor se hacen locuras. Grandes locuras.
Zero Kiryuu
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
Me quedé totalmente inmóvil, protegida por su cálido abrazo y disfrutando de sus caricias mientras mi oído se agudizaba y mi corazón incrementaba con creces sus latidos, a la espera de escuchar aquella frase que había dejado inconclusa antes de que perdiera el conocimiento y que en esos momentos hacía bien en no concluir. ¿Por qué era tan lento, por el amor a todo lo creado? ¡No era tan difícil de decirlo!
En realidad sabía perfectamente que sí lo era... pero yo ya no soportaba más aquella absurda prolongación. ¿Qué sentido tenía mantenerme al pendiente de un hilo? ¿Creía que con ello me iba a tenerme más cautivada? ¡Lo único que iba a conseguir era que le abofeteara! Por eso, cuando finalizó de aquella forma, no pude atinar a hacer otra cosa más que parpadear, totalmente incrédula y tratando de hacer que mi cerebro asimilara sus palabras.
No, por supuesto que yo había escuchado mal, porque si aquel bastardo mal parido realmente hubiera dicho eso que escuché... ya tendría su bonito cuello siendo retorcido entre mis manos.
Me separé de él con lentitud, hasta que todo contacto entre nuestros cuerpos se interrumpió definitivamente y sólo entonces alcé mi mirada para encontrarme con la suya. Mis ojos castaños centelleando por la furia contenida.
-¿Que lo olvide, dices? -pregunté como quien no quiere la cosa, apretando mis puños con fuerza en un vago intento por controlarme y no abalanzármale para matarle- ¿Que te perdone por ser un estúpido? -ladeé la cabeza, como si realmente estuviera meditando las opciones. Pero en lugar de resultar ser un gesto inocente, fue un movimiento totalmente sarcástico tal cual era mi intención- Veamos... primero vienes a hacerte el muertito, haciendo que el alma se escape de mi cuerpo y que experimente en carne propia lo que es morir en vida; a consecuencia de ello solté toda la zarta de tonterías que solté.... ¡Incluso lloré! ¡Pensé que realmente te perdía! -Al decir esto no pude contenerme y le solté un puñetazo con toda mi fuerza en su brazo izquierdo, importándome un pepino si le hacía mucho daño o no- ¿Y tú eres incapaz de finalizar esa frase que no pudiste concluir antes de que te hicieras el dormido? -espeté con rabia, escupiéndole cada palabra con ponzoña. Quizá estaba pasándome de la raya, pero a esas alturas no estaba dispuesta a pensar en la consecuencia de mis imprudentes e impulsivos actos. Y es que no era justo que hiciera todo aquello, que fuera yo la única que confesara sus sentimientos y el otro se largara tan campante e indiferente como siempre- "Yo te..." ¿Tú qué? ¿No puedes decirlo después de tener mi corazón sin latir por el tiempo que durabas sin consciencia? ¡¿Y ahora me pides que lo olvide y que te perdone por ser un estúpido?! ¡Y un cuerno! -lo empujé con fuerza para alejarlo de mí lo mayor posible y así poder incorporarme, a pesar de todas mis heridas y contunsiones. Sencillamente obligé a mi cerebro olvidarse del dolor hasta que fuera un momento más oportuno. Fui una estúpida por creer que las cosas podían cambiar... que nosotros dos al fin podíamos... Negué con violencia, tratando de sacar esos pensamientos punzantes de mi mente y me di la media vuelta antes de comenzar a caminar para marcar la mayor distancia posible entre aquel que había sido mi mejor amigo, por quien sentía cosas que ya no quería ni me interesaba analizar por temor a derrumbarme ante la agonía, y yo- ¡Vete a dar un paseo por el muelle, Zero! -le miré por encima del hombro con ira, pero sobre todo con dolor. Uno que trataba de ocultar sin ser buena en ello, por más que tratara de convencerme de que así era.
Si tan sólo hubiera sabido qué era lo que el albino me había querido decir... pero ahora eso ya no era posible. Si realmente habíamos nacido para estar juntos, el destino sencillamente se había equivocado de almas, porque nosotros al parecer no podríamos estar juntos bajo ningún ámbito. En un movimiento violento volví a mirar hacia el frente para que no me viera llorar, no otra vez..
Lo había echado todo a perder... Y esta vez, estaba segura que él me dejaría ir, por culpa del asqueroso carácter que yo tenía. No me perdonaría...
Jamás.
En realidad sabía perfectamente que sí lo era... pero yo ya no soportaba más aquella absurda prolongación. ¿Qué sentido tenía mantenerme al pendiente de un hilo? ¿Creía que con ello me iba a tenerme más cautivada? ¡Lo único que iba a conseguir era que le abofeteara! Por eso, cuando finalizó de aquella forma, no pude atinar a hacer otra cosa más que parpadear, totalmente incrédula y tratando de hacer que mi cerebro asimilara sus palabras.
No, por supuesto que yo había escuchado mal, porque si aquel bastardo mal parido realmente hubiera dicho eso que escuché... ya tendría su bonito cuello siendo retorcido entre mis manos.
Me separé de él con lentitud, hasta que todo contacto entre nuestros cuerpos se interrumpió definitivamente y sólo entonces alcé mi mirada para encontrarme con la suya. Mis ojos castaños centelleando por la furia contenida.
-¿Que lo olvide, dices? -pregunté como quien no quiere la cosa, apretando mis puños con fuerza en un vago intento por controlarme y no abalanzármale para matarle- ¿Que te perdone por ser un estúpido? -ladeé la cabeza, como si realmente estuviera meditando las opciones. Pero en lugar de resultar ser un gesto inocente, fue un movimiento totalmente sarcástico tal cual era mi intención- Veamos... primero vienes a hacerte el muertito, haciendo que el alma se escape de mi cuerpo y que experimente en carne propia lo que es morir en vida; a consecuencia de ello solté toda la zarta de tonterías que solté.... ¡Incluso lloré! ¡Pensé que realmente te perdía! -Al decir esto no pude contenerme y le solté un puñetazo con toda mi fuerza en su brazo izquierdo, importándome un pepino si le hacía mucho daño o no- ¿Y tú eres incapaz de finalizar esa frase que no pudiste concluir antes de que te hicieras el dormido? -espeté con rabia, escupiéndole cada palabra con ponzoña. Quizá estaba pasándome de la raya, pero a esas alturas no estaba dispuesta a pensar en la consecuencia de mis imprudentes e impulsivos actos. Y es que no era justo que hiciera todo aquello, que fuera yo la única que confesara sus sentimientos y el otro se largara tan campante e indiferente como siempre- "Yo te..." ¿Tú qué? ¿No puedes decirlo después de tener mi corazón sin latir por el tiempo que durabas sin consciencia? ¡¿Y ahora me pides que lo olvide y que te perdone por ser un estúpido?! ¡Y un cuerno! -lo empujé con fuerza para alejarlo de mí lo mayor posible y así poder incorporarme, a pesar de todas mis heridas y contunsiones. Sencillamente obligé a mi cerebro olvidarse del dolor hasta que fuera un momento más oportuno. Fui una estúpida por creer que las cosas podían cambiar... que nosotros dos al fin podíamos... Negué con violencia, tratando de sacar esos pensamientos punzantes de mi mente y me di la media vuelta antes de comenzar a caminar para marcar la mayor distancia posible entre aquel que había sido mi mejor amigo, por quien sentía cosas que ya no quería ni me interesaba analizar por temor a derrumbarme ante la agonía, y yo- ¡Vete a dar un paseo por el muelle, Zero! -le miré por encima del hombro con ira, pero sobre todo con dolor. Uno que trataba de ocultar sin ser buena en ello, por más que tratara de convencerme de que así era.
Si tan sólo hubiera sabido qué era lo que el albino me había querido decir... pero ahora eso ya no era posible. Si realmente habíamos nacido para estar juntos, el destino sencillamente se había equivocado de almas, porque nosotros al parecer no podríamos estar juntos bajo ningún ámbito. En un movimiento violento volví a mirar hacia el frente para que no me viera llorar, no otra vez..
Lo había echado todo a perder... Y esta vez, estaba segura que él me dejaría ir, por culpa del asqueroso carácter que yo tenía. No me perdonaría...
Jamás.
Erzsébet Holdfény
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
Scaping from the dead
Cloc. Cloc. Cloc. The blood said: Go away.
Definitivamente lo mio no eran las palabras. Como se suponía que debía de hacer o decir para que aquel momento mágico que estábamos viviendo no se acabara? No quería que se fuera de mi lado ahora que yo sabía sus verdaderos sentimientos y los míos estaban a punto de salirse de mi pecho a la velocidad de la luz.
Me quedé callado con la mirada baja recibiendo su puñetazo echándome simplemente hacia atrás por la fuerza de este, como un peso muerto. No quería eso. Tampoco reaccione cuando sus palabras emponzoñadas me atravesaban. Esta bien así, siempre lo había estado. De nuevo volví a ser empujado y alejado de su lado.
No te vayas, por favor, no me dejes.
La estaba perdiendo, de nuevo...y mi corazón gritaba con fuerza sin que saliera algún sonido de mi boca. Vamos, muévete joder!
Mi mano alcanzó su muñeca a la vez que me levantaba y de un rápido movimiento la volví a pegar contra mi cuerpo. Deje reposar uno de mis brazos en su cintura para no dejarla ir y otra sobre su cabello tras su cabeza haciendo que apoyara su rostro sobre mi pecho, tal vez así podría sentir los apresurados latidos de mi corazón. Incliné mi cabeza hacia delante hasta posar mis labios cerca de su oído-te amo-susurré con dulzura a la vez que la abraza con más fuerza contra mi-no te vayas...por favor...-susurré sintiéndome como un niño pequeño como aquella vez en la que el shock de la sangre me había cegado y había empezado a dar disparos contra todos lados y una le había dado. Como la había abrazado con fuerza llorando implorando que mi dejara, que se quedara conmigo, como en aquel momento-por favor...-volví a susurrar-puedes hacer lo que quieras conmigo, puedes gritarme, puedes hacerme daño, decir cuanto me odias y estará bien...lo soportaré, pero no me dejes solo-hundí mi cabeza sobre su cuello aun sin querer soltarla-no te dejaré ir...-dije en un hilo de voz sobre su cuello dejándome llevar por su cálido y dulce aroma.
Finalmente acabé sonriendo sintiendo como las lagrimas resbalaban por mi rostro-te amo-volví a repetir ya sin miedo-cuantas veces quieres que te lo diga?-continué escondido en su cuello sin querer moverme de allí. Atesoraría aquel recuerdo como un dragón hace con su tesoro...y si todo salía bien a ella también.
Solo pedía una cosa, que alguien me diera fuerzas para no cometer ninguna locura, para no estropear aquello, para no lanzarme sobre ella como un animal y acabar con su delicada vida.
También le pedía a su ángel de la guarda que me diera valor y arrojo en la batalla para ganarla, para no salir con el corazón roto de todos aquellos sentimientos desencadenados en mi interior, porque yo no quería pasar por su vida como las modas, yo tan solo quería ser las cuatro patas de su cama, su guerra todas las noches, su tregua cada mañana, su medicina, sus silencios y sus gritos, su ladrón su policía, su jardín con enanitos. También quería ser la escoba que en su vida barriera la tristeza, su incertidumbre y sobre todo, su certeza.
Pero hoy, justamente en aquel momento le pedía al sol que se quedara y que alargara aquel día tanto como pudiera pues a la noche la fría e inestable luna me la arrebataría y yo quería estar a su lado para que aquellos sentimientos no se perdieran, para que aquel sueño hecho realidad no cesara. Porque ella era ese sueño que quizás nunca podría alcanzar y hoy estaba más cerca que nunca para hacerlo.
La miré a los ojos-quiero ser el que nunca olvida tu cumpleaños, quiero que seas mi rosa y mi espina aunque me hagas daño, quiero ser tu carnaval, tus principios y tus finales, quiero ser el mar donde puedas hogar todos tus males, quiero que seas mi tango de Gardel y mis octavillas, mi media luna de miel, mi blues, mi octava maravilla, el baile de mi salón, la cremallera y mis botones, quiero que lleves tu falda y también mis pantalones-decía mientras acercaba mi mano a su mejilla para acariciarla ya sin poder contenerme por más tiempo-quiero ser tu astronauta, el primer hombre que pise tu luna, clavando una bandera de locura, de pasión, de sabor, de emoción y ternura...-sonreí levemente-quiero que sepas...que ya no tengo cura, sin ti...sin tu amor-me acerqué de nuevo a sus labios para besarlos.
Al fin, al fin lo había hecho, todos mis sentimientos se habían desbordado y ahora solo faltaba esperar, ver que hacía, como respondía a aquello. Había sido un tonto, demasiado ingenuo al no verlo. Tenía que confesarlo todo para llegar hasta ella, para no volvernos a separar nunca más. Pero que pasaba si descubría lo que era? No lo aceptaría...o si? Aun no podía decírselo, para eso no estaba preparado, no podía, si no la perdería para siempre. De momento así estaba bien a pesar de que me muriera de ganas de probar aquella sangre que corría por sus venas, no debía...ya le había hecho suficiente daño como para seguir con aquello, ahora haría que su vida cobrara sentido de nuevo a mi lado. Nada podía estropearlo, no dejaría que nada lo hiciera, ni si quiera yo.
Ella tenía la última palabra en esto del amor.
Zero Kiryuu
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
No estaba dispuesta a que él viera esas lágrimas que brotaban de mis ojos oscuros, y el estar allí sólo me hacía más daño, por lo que me dispuse a reanudar mi marcha aunque ello significara perderlo para siempre. ¿Pero eso importaba a esas alturas? ¿Realmente estábamos hechos para estar juntos? Siempre había creído que las cosas sucedían por algo, y el haber conocido a Zero tenía una razón oculta... el que significara tanto para mí a pesar de todo lo vivido desde la tragedia de la muerte de mis padres. No, no era el mismo niño que sonreía tímidamente y lograba adivinar mis pensamientos, que sabía cuándo estaba triste o feliz y que siempre estuvo allí para compartir cada uno de esos momentos. Un lazo entre nosotros se había roto para siempre desde aquel fatídico día cuando él impuso aquella distancia que no luché lo suficiente para acortar y retenerle a mi lado. Pero una cosa era cierta: él siempre estuvo a mi lado, aunque ya no fuera el mismo, siempre se quedó allí observándome ahora a la distancia mientras me protegía de aquello que podría significar mi daño. Y yo siempre le había despreciado. ¿Y cómo no hacerlo, si incluso en esos momentos era incapaz de comprender sus razones? Para él todo hubiera sido tan sencillo irse y rehacer su vida a su manera, lejos de mí. Pero había dicho que la promesa que les había hecho a mis padres, mucho antes de que estos fallecieran, lo ataban a mí sin evitarlo. ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué era tan estúpido?! ¡Yo no necesitaba nada de eso! Yo sólo quería de regreso a aquel sincero niño retraído que había sido mi mejor amigo y si no podía dármelo, no lo necesitaba... no necesitaba de nada ni de nadie. O al menos eso había creido en el pasado.
Ahora comprendía que si bien él ya no era quien yo quería que fuera, y que aquel lazo que nos había unido se rompió sin contemplaciones, mi orgullo me hizo estar tan ciega que me impidió ver que otro más se habóa formado: uno de acero inoxidable que nadie ni nada podría romper, y que incluso el transcurso del tiempo lo haría mucho más fuerte. Nosotros ya no eramos dueños de nuestros propios destinos, estos se habían hecho uno a partir de ahora. Podía darme cuenta de todas esas cosas que tanto me negué en ser consciente, por más que allí estuvieran, ahora que me encontraba entre sus brazos y escuchaba lo que yo con tanto anhelo había deseado oír de sus labios: "Te amo".
Eso era lo que había querido decir antes de perder el conocimiento, una parte de mí lo había sabido todo ese tiempo y la otra se veía totalmente sorprendida ante tal acontecimiento. Y lo que jamás creí que podría ser posible, había sucedido: me había enamorado de mi sirviente, de Zero Kiryuu. Quise reír ante lo irónico de la situación. Sí que la vida se empeñaba a uno en devolverle cada uno de los golpes con cachetada con guante blanco.
Me aferré a su camisa al tiempo que le correspondía con pasión a su beso, sin reprimirme ya en ningún momento. ¿Para qué ocultar que lo necesitaba? Lo quería a mi lado, porque así era yo de egoísta. No me importaban las consecuencias que tuviera que pagar ni mucho menos los obstáculos que se me presentaran en el camino por ello, yo amaba al hombre de ojos violetas que tenía frente a mí y nadie iba a impedir ya que le demostrara ese sentir que ahora rugía con fuerza en mi interior y se liberaba sin ningún orden o atino. ¿Quién dijo que el amor era tierno, pulcro y puro? Lo que yo sentía por Zero era salvaje, poderoso, candente y sumamente cargado de un deseo y una fuerza abrumadora; incluso yo me veía incrédula ante el hecho de que mi pequeño cuerpo pudiera albergar tal esencia de sentimientos y emociones. No conocía entre el bien y el mal, sólo eramos nosotros dos y ya.
Cuando el aire me hizo falta a regañadientes me separé de él sólo un poco, lo suficiente para recuperar el aliento, con la respiración sumamente agitada y con el corazón amenazándome con salirse de su lugar. No sabía si aquello era posible, pero estaba sucediendo. Alcé la mirada para verle directo a los ojos y le sonreí de manera indescifrable, con una mezcla de sentimientos brillando en mis ojos que ni siquiera yo era capaz de esclarecer.
-Es la primera vez que escucho palabras tan cursis en mi vida... -susurré con voz suave y ligeramente entrecortada aún por la falta de aire- ... ni siquiera sabía que tú fueras capaz de soltar tal verborrea. Si hubiera sido cualquier otro, seguramente le hubiera tirado un puñetazo por su osadía y ridiculez, pero... -alcé mi mano para acariciarle su mejilla y ascender hasta tocar los mechones de su fleco con delicadeza, aquellos que se le adherían a la frente por la sangre aún húmeda. Le miré con ternura y después le dediqué una sonrisa ladina y juguetona- ... pero eres tú, y por eso te perdono... por ser un estúpido y un romanticón de primera... -reí con suavidad antes de rodear su cuello con ambos brazos míos y atraerlo hacia mí para volverle a besar con urgencia y anhelo, deseosa de sentirle en todos los ámbitos y compartir su esencia con la suya, reclamar su calor y a la vez obsequiarle el mío. Para fundirnos de ser necesario, porque sólo así estaría segura de que nadie nos iba a separar ya. Abandoné sus labios sólo para deslizar los míos hasta su mentón, donde le di un leve mordisquito antes de volver a alzar el rostro para encontrarme con su mirada, pero esta vez con seriedad- Por favor, no me dejes... nunca...
Ahora comprendía que si bien él ya no era quien yo quería que fuera, y que aquel lazo que nos había unido se rompió sin contemplaciones, mi orgullo me hizo estar tan ciega que me impidió ver que otro más se habóa formado: uno de acero inoxidable que nadie ni nada podría romper, y que incluso el transcurso del tiempo lo haría mucho más fuerte. Nosotros ya no eramos dueños de nuestros propios destinos, estos se habían hecho uno a partir de ahora. Podía darme cuenta de todas esas cosas que tanto me negué en ser consciente, por más que allí estuvieran, ahora que me encontraba entre sus brazos y escuchaba lo que yo con tanto anhelo había deseado oír de sus labios: "Te amo".
Eso era lo que había querido decir antes de perder el conocimiento, una parte de mí lo había sabido todo ese tiempo y la otra se veía totalmente sorprendida ante tal acontecimiento. Y lo que jamás creí que podría ser posible, había sucedido: me había enamorado de mi sirviente, de Zero Kiryuu. Quise reír ante lo irónico de la situación. Sí que la vida se empeñaba a uno en devolverle cada uno de los golpes con cachetada con guante blanco.
Me aferré a su camisa al tiempo que le correspondía con pasión a su beso, sin reprimirme ya en ningún momento. ¿Para qué ocultar que lo necesitaba? Lo quería a mi lado, porque así era yo de egoísta. No me importaban las consecuencias que tuviera que pagar ni mucho menos los obstáculos que se me presentaran en el camino por ello, yo amaba al hombre de ojos violetas que tenía frente a mí y nadie iba a impedir ya que le demostrara ese sentir que ahora rugía con fuerza en mi interior y se liberaba sin ningún orden o atino. ¿Quién dijo que el amor era tierno, pulcro y puro? Lo que yo sentía por Zero era salvaje, poderoso, candente y sumamente cargado de un deseo y una fuerza abrumadora; incluso yo me veía incrédula ante el hecho de que mi pequeño cuerpo pudiera albergar tal esencia de sentimientos y emociones. No conocía entre el bien y el mal, sólo eramos nosotros dos y ya.
Cuando el aire me hizo falta a regañadientes me separé de él sólo un poco, lo suficiente para recuperar el aliento, con la respiración sumamente agitada y con el corazón amenazándome con salirse de su lugar. No sabía si aquello era posible, pero estaba sucediendo. Alcé la mirada para verle directo a los ojos y le sonreí de manera indescifrable, con una mezcla de sentimientos brillando en mis ojos que ni siquiera yo era capaz de esclarecer.
-Es la primera vez que escucho palabras tan cursis en mi vida... -susurré con voz suave y ligeramente entrecortada aún por la falta de aire- ... ni siquiera sabía que tú fueras capaz de soltar tal verborrea. Si hubiera sido cualquier otro, seguramente le hubiera tirado un puñetazo por su osadía y ridiculez, pero... -alcé mi mano para acariciarle su mejilla y ascender hasta tocar los mechones de su fleco con delicadeza, aquellos que se le adherían a la frente por la sangre aún húmeda. Le miré con ternura y después le dediqué una sonrisa ladina y juguetona- ... pero eres tú, y por eso te perdono... por ser un estúpido y un romanticón de primera... -reí con suavidad antes de rodear su cuello con ambos brazos míos y atraerlo hacia mí para volverle a besar con urgencia y anhelo, deseosa de sentirle en todos los ámbitos y compartir su esencia con la suya, reclamar su calor y a la vez obsequiarle el mío. Para fundirnos de ser necesario, porque sólo así estaría segura de que nadie nos iba a separar ya. Abandoné sus labios sólo para deslizar los míos hasta su mentón, donde le di un leve mordisquito antes de volver a alzar el rostro para encontrarme con su mirada, pero esta vez con seriedad- Por favor, no me dejes... nunca...
Erzsébet Holdfény
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
Scaping from the dead
Cloc. Cloc. Cloc. The blood said: Go away.
Sus labios sabían igual que los de los ángeles. Eran finos, cálidos, suaves y dulces...pero todo aquel torrente que me transmitían, todos aquellos sentimientos viajando entre nosotros rodeándonos como una nube nada tenían que ver con estos seres celestiales, si no mas bien con el mismísimo demonio. Pasión, lujuria, salvajismo, fuego en vez de sangre corriendo por las venas. Bet acababa de despertar un volcán dormido con sus carnosos labios.
Quemaba. Mis pulmones ardían por la falta de oxigeno, pero no me importaba, quería permanecer allí hasta que el fuego eterno nos consumiera haciéndonos uno. Lo demás daba igual, ahora lo hacía.
Pero se separó con la respiración agitada igual que la mía, pero aun así me negué separarme mas de unos centímetros de ella pudiendo notar su agitada respiración sobre mi rostro y ver sus grandes ojos marrones que me miraban fijamente transmitiéndome miles de cosa en un milisegundo.
No obstante no pude evitar fruncir el ceño “enfadandome” con ella cuando dijo que todas aquellas palabras eran la cosa mas cursi que jamas había escuchado. Pero al final solo pude reír y rodar los ojos para después volverlos a fijar en ella-lo mas cursi que has escuchado? Entonces creo que debes ver más películas de Disney-reí como hacia tiempo no hacia sorprendiéndome por su mano acariciando mi mejilla. Cerré los ojos y puse mi mano sobre la de ella haciendo que permaneciera allí por más tiempo dibujando una pequeña sonrisa en mis labios para después dejar que apartara aquellos mechones manchados de sangre de mi frente-como ordene ama-dibujé una sonrisa igual que la suya correspondiendo al beso que ella me brindaba.
Pero de nuevo volvimos a separarnos haciendo que la mirara fijamente por el mordisco que me daba. Me quedé atónito ante esa mirada y solo sonreí con calidez y comprensión como solía hacer antaño cuando ella venía a mi en busca de consuelo.
Le acaricie el cabello con cuidado sin dejar que aquella intensa mirada se cortara-olvidate de eso, jamás te libraras de mi-mantuve aquella sonrisa depositando un suave beso sobre su frete volviendo a rodearla con mis fuertes brazos-no se te ocurra volver a pensar algo como eso, yo jamás te abandonare, Bet-susurré su nombre sobre su oído con infinita dulzura quedando completamente pegado a su cuerpo sin querer soltarla. Apoyé mi cabeza sobre la suya y cerré los ojos escuchando los latidos de mi agitado corazón junto a ella.
Aun así, aunque no la dejara yo siempre permanecería en la oscuridad cuidando de mi lucero.
Las sombras me rodeaban mientras ella salia de la oscuridad, emergiendo de un suave abrazo que le daba la noche mientras yo me quedaba observándola desde el centro oscuro. Todo era oscuridad a mi alrededor...me sentía realmente solo a pesar de sentir la sutil gravedad del astro tirando de mi hacia él.
La luna.
No era capaz de ver lo que había perdido y tampoco sabia que poseía, pero eso no me importaba l más mínimo ya que si que lo conocía todo sobre ella. Ella era de una belleza clara y calmada que inundaba el cielo y velaba la oscuridad como un candelabro. Ella era todo luz con una superficie rota e imperfecta sin saber cuando perfecta era en su interior...a mis ojos. Por eso siempre llevaba un espejo conmigo. Tan plateado, tan preciso, tan claro y cristalino para ponerlo boca arriba, mirando hacia el cielo, para hacerle frente a esa oscuridad que me acechaba por las noches. Así, ella también podría ver lo preciosa y perfecta que era en comparación con aquella burda imitación de su esencia.
Acaricié su rostro contemplándolo un poco más sin borrar aquella sonrisa de tonto loco y enamorado que ella había pintado en mi rostro de una forma casi permanente-venga, vamos a regresar...-volví a besar sus labios con cuidado-estas herida, te llevaré a la enfermería-le di la espalda y me agache para que pudiera subir a mi espalda y así me fuera mas fácil subir la cuesta por la que habíamos caído.
Solo esperaba que no se pusiera a hacer pucheros como una niña pequeña diciendo que se quería quedar. Debian de mirarle el tobillo cuanto antes, lo demás podía esperar, así que me adelante a su respuesta-venga vamos, si subes te prometo que te lo recompensare, un helado, una salida al cine, lo que quieras-sonreí levemente-solo sube por favor, no hagas que me preocupe mas, si no te llevaré a la fuerza señorita-giré mi cabeza mirándola con una sonrisa traviesa y cómplice que ella siempre entendía. Así sabría que no mentía cuando había dicho que me la llevaría de allí costara lo que costara por su bienestar y protección.
Era lo único que me importaba...ahora, mañana, pasado, en el presente, en el pasado y en el futuro. Porque la amaba.
Para que la luz brille intensamente, la oscuridad debe estar presente.
Zero Kiryuu
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Re: Scaping from the dead [pv Bet]
A pesar de ser un miembro activo de aquella escena que estaba aconteciendo en ese momento, a la vez me sentía como un espectador más, ajena a todo aquello. Todo estaba sucediendo con una rapidez que a mi cerebro le estaba costando un poco asimilar, ¿pero eso importaba? Por supuesto que no, mientras tuviera a Zero conmigo sería capaz de enfrentar cielo, mar y tierra. Porque no quería que fuera él quine me protegiera solamente, quería yo también estar allí para él en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia. Porque lo amaba, es que comenzaba a preocuparme por su bienestar más que en el propio.
Sonreí ladina ante su reacción por decirle rídiculo y negué ligeramente, con despreocupación.
-Tal vez se te está olvidando que yo no tuve infancia, y me considero una muchacha lo suficientemente sensata como para no permitirse ver esas tonterías de Disney. Pero sí que me sorprende que tú sí estés al tanto de todas las novedades respecto a ese rubro... ¿Acaso eres un fan asiduo y en el anonimato? -inquirí, mofándome de él y enarcando una ceja con picardía. Pestañeé con incredulidad ante aquel juramento que yo tomaría como sagrado a partir de ahora. Una sonrisa cándida y sincera sustituyó mi expresión de eterna burla, ya característica en mí. Imaginarme un futuro a lado de aquel hombre sería seguramente lo más accidentado que la naturaleza podría haber creado, pero a la vez lo más divertido de todo cuanto se pudiera vivir en este mundo que se estaba tornando tan prometedor. Tener esperanzas por ello no sería tan desagradable después de todo, ¿o sí?
Le rodeé con mayor fuerza su cuello cuando sentí sus brazos rodearme, y apoyé mi rostro sobre su hombro tras haberle correspondido aquel corto pero significativo beso. ¿Hasta ahora me estaba dando cuenta que nuestros cuerpos estaban hechos para encajar el uno con el otro? Probablemente era que nunca me había dado la oportunidad de descubrirlo. Había tanto que tenía que saber de mi sirviente, y sobre nosotros en general, que la sola idea me abrumaba... Pero tendríamos tiempo de sobra para hacerlo; de paso a paso y siempre uno junto con otro, por que sí, yo ya daba por hecho que ya nadie nos podría separar. Estábamos unidos por un lazo tan sólido que ni la mayor de las adversidades o tragedias podría destruir, y aún sí físicamente la distancia se llegara a incrementar entre nosotros, nuestras almas nunca se separarían, siempre en la búsqueda constante de la otra hasta que pudieran reecontrarse.
Cerré los ojos y suspiré, totalmente cómoda ante su cercanía y todo lo que esta representaba: su calidez, el saberme protegida entre esos brazos que no eran de cualquiera, de sentir el ritmo de su corazón acompasado al mío, la suavidad de su piel y dureza de sus músculos, esa alma que se refugiaba en el interior de aquel cuerpo que ahora abrazaba... Todo aquello conformaba a Zero, y ahora mi propio ser se había convertido en una extensión más de él.
¿Para qué negarlo? Estaba total y completamente perdida por él. En resumidas cuentas, me había enamorado irremediablemente. La sensación de saberme vulnerable por él no era del todo agradable tomando en cuenta todos aquellos años en los que tuve que luchar por mi propia cuenta, pero si se trataba del chico de ojos violetas, valía la pena cualquier riesgo... Incluso el descubrir mi alma al completo.
Fue inevitable no separarme de él y mirarle con una ceja enarcada, a modo de reproche, más porque había sido el propio peliplatinado el que había marcado distancias entre ambos sólo para adquirir aquella postura y dictaminar aquella orden disfrazada de sugerencia. Ladeé el rostro y lo contemplé en total silencio por varios segundos que seguramente se tornaron en siglos. Estaba segura que la expresión que estaba pintada en mi rostro no era la de alguien satisfecho con lo que estaba sucediendo, pero... ¿Cómo estarlo? De acuerdo, me quedaba claro que a partir de ahora tendría que cooperar y permitirme proteger como era debido, y sólo por complacerlo a él que si por mí estuviera... Ni siquiera valía la pena decir por dónde le mandaría a meterse aquella protección. Pero tampoco Roma se había construido en un sólo día, y yo no tomaría el papel de dama en peligro de un segundo a otro sólo porque sí.
¿Qué parte de que yo podía cuidarme sola no había quedado claro?
Suspiré con desgano.
-Estarás idiota si crees que me voy a colgar de tu espalda como una chiquilla pidiendo caballito -comencé a avanzar, cojeando por la lesión en mi pie, hacia donde él se encontraba. Me puse a su altura y con un movimiento nada agradable de mi mano, lo jalé para que pudiera erguirse como era debido- Serás mi sirviente y protector por orden de mis familiares, pero te recuerdo que todo este tiempo he tenido que aprender a valerme por mí misma, y eso no va a cambiar. Te acepto la ida al cine y el helado, sin embargo -sonreí con cierto toque de burla antes de comenzar a caminar pausadamente, pues el mismo daño me impedía moverme a placer y a la velocidad que me hubiera gustado- Además... ¿Qué no te has dado cuenta de tu propia condición? El que debería de ser atendido aquí no soy yo, sino tú. Si acepto regresar de nuevo a la academia es única y exclusivamente porque quiero que te vea el médico en turno, no porque considere que mi lesión lo valga. Te advierto que esto no sucederá muy a menudo, seguiré siendo la misma chica problemática que todos estos años ha disfrutado de causarte dolores de cabeza... -volteé a verle por encima del hombro, sonriendo soñadora- Podré amarte, pero eso no cambiará que también amo joderte la existencia -le miré un poco más antes de reír y extender mi mano hacia atrás, buscando la suya. Una vez que mis dedos rozaron los suyos, los entrelacé con los de él, permitiéndome disfrutar de la sensación de aquel agarre de manos- Venga ya, entonces...
Sonreí ladina ante su reacción por decirle rídiculo y negué ligeramente, con despreocupación.
-Tal vez se te está olvidando que yo no tuve infancia, y me considero una muchacha lo suficientemente sensata como para no permitirse ver esas tonterías de Disney. Pero sí que me sorprende que tú sí estés al tanto de todas las novedades respecto a ese rubro... ¿Acaso eres un fan asiduo y en el anonimato? -inquirí, mofándome de él y enarcando una ceja con picardía. Pestañeé con incredulidad ante aquel juramento que yo tomaría como sagrado a partir de ahora. Una sonrisa cándida y sincera sustituyó mi expresión de eterna burla, ya característica en mí. Imaginarme un futuro a lado de aquel hombre sería seguramente lo más accidentado que la naturaleza podría haber creado, pero a la vez lo más divertido de todo cuanto se pudiera vivir en este mundo que se estaba tornando tan prometedor. Tener esperanzas por ello no sería tan desagradable después de todo, ¿o sí?
Le rodeé con mayor fuerza su cuello cuando sentí sus brazos rodearme, y apoyé mi rostro sobre su hombro tras haberle correspondido aquel corto pero significativo beso. ¿Hasta ahora me estaba dando cuenta que nuestros cuerpos estaban hechos para encajar el uno con el otro? Probablemente era que nunca me había dado la oportunidad de descubrirlo. Había tanto que tenía que saber de mi sirviente, y sobre nosotros en general, que la sola idea me abrumaba... Pero tendríamos tiempo de sobra para hacerlo; de paso a paso y siempre uno junto con otro, por que sí, yo ya daba por hecho que ya nadie nos podría separar. Estábamos unidos por un lazo tan sólido que ni la mayor de las adversidades o tragedias podría destruir, y aún sí físicamente la distancia se llegara a incrementar entre nosotros, nuestras almas nunca se separarían, siempre en la búsqueda constante de la otra hasta que pudieran reecontrarse.
Cerré los ojos y suspiré, totalmente cómoda ante su cercanía y todo lo que esta representaba: su calidez, el saberme protegida entre esos brazos que no eran de cualquiera, de sentir el ritmo de su corazón acompasado al mío, la suavidad de su piel y dureza de sus músculos, esa alma que se refugiaba en el interior de aquel cuerpo que ahora abrazaba... Todo aquello conformaba a Zero, y ahora mi propio ser se había convertido en una extensión más de él.
¿Para qué negarlo? Estaba total y completamente perdida por él. En resumidas cuentas, me había enamorado irremediablemente. La sensación de saberme vulnerable por él no era del todo agradable tomando en cuenta todos aquellos años en los que tuve que luchar por mi propia cuenta, pero si se trataba del chico de ojos violetas, valía la pena cualquier riesgo... Incluso el descubrir mi alma al completo.
Fue inevitable no separarme de él y mirarle con una ceja enarcada, a modo de reproche, más porque había sido el propio peliplatinado el que había marcado distancias entre ambos sólo para adquirir aquella postura y dictaminar aquella orden disfrazada de sugerencia. Ladeé el rostro y lo contemplé en total silencio por varios segundos que seguramente se tornaron en siglos. Estaba segura que la expresión que estaba pintada en mi rostro no era la de alguien satisfecho con lo que estaba sucediendo, pero... ¿Cómo estarlo? De acuerdo, me quedaba claro que a partir de ahora tendría que cooperar y permitirme proteger como era debido, y sólo por complacerlo a él que si por mí estuviera... Ni siquiera valía la pena decir por dónde le mandaría a meterse aquella protección. Pero tampoco Roma se había construido en un sólo día, y yo no tomaría el papel de dama en peligro de un segundo a otro sólo porque sí.
¿Qué parte de que yo podía cuidarme sola no había quedado claro?
Suspiré con desgano.
-Estarás idiota si crees que me voy a colgar de tu espalda como una chiquilla pidiendo caballito -comencé a avanzar, cojeando por la lesión en mi pie, hacia donde él se encontraba. Me puse a su altura y con un movimiento nada agradable de mi mano, lo jalé para que pudiera erguirse como era debido- Serás mi sirviente y protector por orden de mis familiares, pero te recuerdo que todo este tiempo he tenido que aprender a valerme por mí misma, y eso no va a cambiar. Te acepto la ida al cine y el helado, sin embargo -sonreí con cierto toque de burla antes de comenzar a caminar pausadamente, pues el mismo daño me impedía moverme a placer y a la velocidad que me hubiera gustado- Además... ¿Qué no te has dado cuenta de tu propia condición? El que debería de ser atendido aquí no soy yo, sino tú. Si acepto regresar de nuevo a la academia es única y exclusivamente porque quiero que te vea el médico en turno, no porque considere que mi lesión lo valga. Te advierto que esto no sucederá muy a menudo, seguiré siendo la misma chica problemática que todos estos años ha disfrutado de causarte dolores de cabeza... -volteé a verle por encima del hombro, sonriendo soñadora- Podré amarte, pero eso no cambiará que también amo joderte la existencia -le miré un poco más antes de reír y extender mi mano hacia atrás, buscando la suya. Una vez que mis dedos rozaron los suyos, los entrelacé con los de él, permitiéndome disfrutar de la sensación de aquel agarre de manos- Venga ya, entonces...
Erzsébet Holdfény
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Vie Abr 13, 2018 6:04 pm por Cian Sheehan
» #Libro de Firmas
Sáb Mar 17, 2018 10:57 am por Gu Bei Chen
» ꧁ Gu Bei Chen ꧂
Sáb Mar 17, 2018 10:56 am por Gu Bei Chen
» ❉ Duanmu Louye ❉
Vie Mar 02, 2018 11:09 am por Duanmu Louye
» Los secretos y el pasado en la tumba deberían de quedar [Priv. Jun Kazuya]
Lun Feb 26, 2018 10:06 pm por Jun Kazuya
» Bajo el cielo inmaculado [Priv.]
Sáb Feb 24, 2018 11:41 pm por Larrence O'Brian
» ||Stars Can't Shine Without Darkness|| Priv.
Sáb Feb 24, 2018 10:04 pm por Larrence O'Brian
» One Step Closer...[Priv. Tasha || +18]
Miér Feb 21, 2018 3:20 pm por Gerhard Leisser
» ¿Fría atracción o cálida avidez? [Priv. Ahri]
Miér Feb 21, 2018 1:36 am por Rai R. Solberg
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Sáb Nov 11, 2017 1:44 am por Arlyne Ní Laoghaire
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Jue Nov 09, 2017 7:27 pm por Arlyne Ní Laoghaire
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Vie Nov 03, 2017 3:24 pm por Dante Zuegg