Intimità condivisa | SV | [CERRADO]
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Intimità condivisa | SV | [CERRADO]
Intimità condivisa
Picnic en la zona central del parque
05:45 pm — Sábado
05:45 pm — Sábado
El parque todos los años con motivo de San Valentín, daba la oportunidad a las parejas de enamorados para acceder a la zona y admirar la decoración festiva del sitio. Los árboles pese a estar con poco follaje debido a la época, servían como altos y bellos pilares con luces que fungían como faroles durante la noche. Las bancas parecían ser más cómodas, los senderos completamente despejados y limpios invitaban a caminar por horas, el pasto impecable rodeaban tanto los árboles, bancas e incluso la zona dedicada a los infantes, ya que no solo parejas solas iban el 14 de febrero, sino que con sus hijos solo por apreciar el cambio en el parque.
Claro, todo aquello cambiaba al acercarse la noche, momento en el cual el ambiente se impregnaba del romanticismo propio de la fecha. Durante la tarde se mantenía la calma, puesto que lejos de la zona infantil se encontraba un largo y vasto terreno forrado en pasto, con árboles altos y delgados, era el sector idóneo para las parejas que gustaban de abrazarse o comer al aire libre.
En la entrada esperaba una mujer a las dos personas que recibirían una atención especial, esperaba que aquellos hicieran caso a las instrucciones dadas en la invitación, la cual decía que debían encontrarse en la entrada con aquel o aquella que tuviera el mismo adorno en la misma zona. Solo al ver a la pareja reunirse se acercaría a ellos para guiarles a la zona dedicada a ese par.
El sector destinado a ellos era en el centro del parque, ambientado en oriente poseía un lago artificial y en medio una pequeña isla a la que se accedía por puentes de madera bastante peculiares. Tres árboles hacían compañía al mantel amarillo el en suelo, sobre él diversos aperitivos dulces, salados y líquidos para los afortunados. Allí una cesta ocultaba postres y la champagne , entre otras delicias. Solo dos copas se distinguían entre los platos y el servicio. Al lado opuesto de los árboles, próximo al agua habían cojines con forma de corazón en tonos rosas y rojos, eran más de cinco y se apilaban en desorden.
El distintivo para la pareja sería un adorno para el cabello en tono dorado, algo sutil pero notorio, puesto que el brillo del broche en una tarde como esa no pasaría desapercibido. Se trataba de un adorno con forma de rama con tres hojas pequeñas, un pasador delgado para que actuara solo como decoración ya que no servía para recoger muchas hebras. Se debía usar en el cabello o podría no advertirse por la pareja.
ver muestra
Notas:
- La mujer que les guiará puede aparecer recién en la tercera respuesta, esta deben manejarla ustedes ya sea para la indicación básica o que les lleve directamente a la isla para ustedes.
- En la comida preparada, pueden encontrar diversos postres y comidas ligeras, son libres de elegir lo que más les agrade.
Citas a ciegas - San Valentín en Idarion Terra
Re: Intimità condivisa | SV | [CERRADO]
No estaba seguro que eso fuera una buena idea. Y aunque en un inicio no parecía haber problema alguno en ello… ¡Por dios! ¿Desde cuándo alguien se metía en un evento -encima de citas- creado por la familia que era la que apoyaba a la academia de arte que había en esa isla? Cuánto más lo pensaba, más fuera de lo común le resultaba… ¡Pero es que en realidad fue engañado! O algo así… ¿quizás entendió mal el de cobrizo cabello? No no, no recordaba haber oído nada de ser un evento creado por aquello… sólo había oído ‘evento’. Era una verdad a medias… ese huracán pelirrojo que tenía como vocalista en su grupo se iba a enterar en algún momento, si si. Le cambiaría la laca de pelo por tinte temporal rubio.
Aun así, realmente el joven guitarrista no tenía problema con aquello… mientras eso no le expusiera a un lugar repleto de gente. En ese caso se vería en una pequeña encrucijada complicada de resolver… pero bastante complicada. Por supuesto no iría a abandonar a aquella persona con la cual el destino o en su defecto la persona que hubiera hecho las citas, le hubiera asignado… pero seguiría siendo una incómoda y en gran medida horrible situación para el australiano. ¿Qué hacer cuando le tenías un pánico irremediable a las multitudes? Aunque ya era irónico aquello teniendo en cuenta que era un músico expuesto al público… ¿terapia de shock? Ese pensamiento, aun hoy en día, hacia reír con amargura al chico.
Cómo fuera… prefería comprobar las cosas antes que quedarse con el carcomer de su inquieta mente por no haber aceptado algo que, para qué mentir, podía llegar a prometer diversión y un rato ameno. Mientras ciertas cosas se mantuvieran en su sitio, el de mirar púrpura estaría dispuesto a reír y hacer reír, por supuesto. ¡A disfrutar el momento! Su lema, aquel que incluso llevaba marcado en su antebrazo derecho por aquel peculiar tatuaje, realmente era uno que le había animado a continuar, a pesar de todos los problemas que la vida pudo llegar a poner en su camino. Aún así seguiría saltándolas ¡Fuera penurias! Y así es como apareció el joven en la entrada del parque, allá donde la invitación le indicaba que estuviera.
El atardecer le confería al lugar ese curioso y cálido tono que parecía contrastar con lo que debería ser por la fecha en la que estaban, y ese tono parecía querer imitar el anaranjado de los propios cabellos del guitarrista. Ataviado con una simple chaqueta de cuero la cual cubría en gran parte la camisa granate que llevaba junto a un chaleco oscuro y unos vaqueros negros, por supuesto no se olvidó del objeto significativo que tenía que llevar, aunque… para qué mentir, en cierta manera le hizo gracia lo que iba a ser. Por ello, su pelo acabó siendo recogido en una coleta baja, echada a un lado y aquella pequeña y dorada horquilla acabó por adornar el lado contrario hacia donde estaba dirigida la coleta, justo al lado donde su rostro poseía aquella peculiar cicatriz bajo su párpado. No necesitaba llevar nada más, únicamente era una suave y jovial sonrisa la que adornaba el rostro del chico. Aún así, nada más estuvo en la entrada y vio allí a una mujer, por lo que se acercó sin pudor alguno, observando su cabello un instante para ver si poseía aquel adorno de pelo que él mismo llevaba. Pero tras comprobar que no, acabó por sonreírle: - ¿Puedo pasar o no está permitido al final si no se lleva pareja? –bromeó poco después, ya que… aquella mujer parecía muy atenta a su alrededor. Ni que fuera un guardia…
Aun así, realmente el joven guitarrista no tenía problema con aquello… mientras eso no le expusiera a un lugar repleto de gente. En ese caso se vería en una pequeña encrucijada complicada de resolver… pero bastante complicada. Por supuesto no iría a abandonar a aquella persona con la cual el destino o en su defecto la persona que hubiera hecho las citas, le hubiera asignado… pero seguiría siendo una incómoda y en gran medida horrible situación para el australiano. ¿Qué hacer cuando le tenías un pánico irremediable a las multitudes? Aunque ya era irónico aquello teniendo en cuenta que era un músico expuesto al público… ¿terapia de shock? Ese pensamiento, aun hoy en día, hacia reír con amargura al chico.
Cómo fuera… prefería comprobar las cosas antes que quedarse con el carcomer de su inquieta mente por no haber aceptado algo que, para qué mentir, podía llegar a prometer diversión y un rato ameno. Mientras ciertas cosas se mantuvieran en su sitio, el de mirar púrpura estaría dispuesto a reír y hacer reír, por supuesto. ¡A disfrutar el momento! Su lema, aquel que incluso llevaba marcado en su antebrazo derecho por aquel peculiar tatuaje, realmente era uno que le había animado a continuar, a pesar de todos los problemas que la vida pudo llegar a poner en su camino. Aún así seguiría saltándolas ¡Fuera penurias! Y así es como apareció el joven en la entrada del parque, allá donde la invitación le indicaba que estuviera.
El atardecer le confería al lugar ese curioso y cálido tono que parecía contrastar con lo que debería ser por la fecha en la que estaban, y ese tono parecía querer imitar el anaranjado de los propios cabellos del guitarrista. Ataviado con una simple chaqueta de cuero la cual cubría en gran parte la camisa granate que llevaba junto a un chaleco oscuro y unos vaqueros negros, por supuesto no se olvidó del objeto significativo que tenía que llevar, aunque… para qué mentir, en cierta manera le hizo gracia lo que iba a ser. Por ello, su pelo acabó siendo recogido en una coleta baja, echada a un lado y aquella pequeña y dorada horquilla acabó por adornar el lado contrario hacia donde estaba dirigida la coleta, justo al lado donde su rostro poseía aquella peculiar cicatriz bajo su párpado. No necesitaba llevar nada más, únicamente era una suave y jovial sonrisa la que adornaba el rostro del chico. Aún así, nada más estuvo en la entrada y vio allí a una mujer, por lo que se acercó sin pudor alguno, observando su cabello un instante para ver si poseía aquel adorno de pelo que él mismo llevaba. Pero tras comprobar que no, acabó por sonreírle: - ¿Puedo pasar o no está permitido al final si no se lleva pareja? –bromeó poco después, ya que… aquella mujer parecía muy atenta a su alrededor. Ni que fuera un guardia…
Andrew Luhrmann
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Re: Intimità condivisa | SV | [CERRADO]
De acuerdo, tenía que rebobinar la cinta de mi mente para llegar al punto exacto por el cual ahora estaba corriendo cuesta abajo como si mi vida dependiera de ello.
Había sido un sábado como cualquier otro, de lo más aburrido que se podría ser si no fuera porque comunmente entretenía mi tiempo y cerebro con un poco de lectura fresca recién sacada de la biblioteca de la academia. Así que sí, había pasado el inicio de mi día en un rincón de los terrenos de la internado, lejos de cualquier impertinente interrupción, pero había regresado a tiempo a mi habitación para alistarme a aquella dichosa cita. Así que no, allí no estaba el problema.
Después de haber comido en mi recámara, me había puesto un simple pantalón de mezclilla de color negro, unas zapatillas del mismo color sin tacón y una blusa color verde jade que dejaba entre ver una porción de mi vientre, strapless pero con mangas largas y holgadas que dejaba al desnudo mis hombros. Confiaba que no hiciera mucho frío, o si no iba a tener un ligerísimo problema... En fin, de darse la situación llevaba conmigo una chalina negra al fondo de mi bolsa y si eso no bastaba... Dependiendo de si mi cita me entretenía o no, ya tomaría la resolución de si anguantar el frío o sencillamente dar por concluida la velada antes de tiempo. Esperaba no llegar a ese último extremo, pero tampoco era como si no lo fuera a hacer llegada la situación... Sencillamente me fugaría como Houdini y nadie sabría ni mi nombre... Bueno, detalles técnicos que tendría que resolver a su debido momento, de nada me servía quebrarme la cabeza antes de tiempo ni tampoco tomar una postura negativa ni escéptica ante la situación. Pero tampoco en mi arreglo personal hubo ningún problema, porque incluso no olvidé el incluir el tan demandado broche dorado en mi peinado, si es que llevar el cabello suelto y cepillado se podía considerar un peinado en específico. E incluso antes de abandonar mi habitación me había cerciorado de que estuviera allí donde lo había dejado, justo por encima de mi sien izquierda reteniendo unas cuantas hebras de cabello castaño. Todo en orden.
Había tomado el autobús que me llevaría a la ciudad a tiempo, y me había dejado igualmente en la parada a la hora que yo había previsto que lo haría, sin accidente alguno de tráfico que se pudiera lamentar o usar como excusa. Todo había ido de acuerdo a lo planeado y acordado... Ahora bien, la pregunta del millón, ¡¿cómo diantres era posible que iba con casi media hora de retraso?!
Justo después de haber bajado del autobús, me tomé unos segundos para buscar en el interior de mi bolso el papel con toda la información respecto al evento que se celebraba el día de hoy y los datos sobre la cita que tendría con un total desconocido para así corroborar el lugar exacto donde tendría que verle. Si ahora me ponía a considerarlo, sonaba totalmente absurdo y hasta peligroso... ¿Y si me tocaba un psicópata? Pero por supuesto, como siempre esos no fueron detalles en los cuales pensé a la hora en la que decidí inscribirme al que en su momento creí un divertido evento. Pero todo razonamiento se quedó atascado en mi cerebro y me quedé helada, allí a plena calle de Idarion, mientras mis ojos desorbitados estaban fijos en un punto específico del papelito en cuestión. A las 5:45... cuando yo creía que la cita era a las 6 en punto... ¡¡Maldición!!
Eché a correr como si no hubiera un mañana. Aún estaba a unas cuantas cuadras del parque, y pasaban unos cuantos minutos de las seis... Mi pareja, si es que aún había tenido la bondado de esperarme, definitivamente estaría iracunda conmigo... ¡Y con toda razón! Empujé a personas por aquí y por allí, tomándome la molestia de gritar o balbucear un escueto "lo siento" por encima del hombro mientras seguía corriendo. Me estaba dando dolor de flato y mis rodillas no aguantarían mucho tiempo... Seguramente todo mi esmero por verme aunque fuera decente había sido enterrado junto con mi capacidad de leer toda la información de los volantes que se me proporcionaban, pero lo único que me importaba en esos momentos era llegar viva... o al menos lo suficiente para disculparme... Después de eso ya podría lanzar mi último aliento.
Y, al fin, vi la entrada del parque, por lo que con mis últimas fuerzas apresuré aún más el paso hasta ser capaz de divisar dos figuras de pie justo en el lugar donde suspuse me estaría esperando aquel con el que compartiría el resto de la noche. ¿Quién sería la otra persona? ¿Importaba? ¡Sólo quería llegar!
Cuando al fin lo logré, me doblé practicamente en dos, tomando bocanadas de aire con urgencia por la boca mientras sentía cómo tanto mi garganta como costados ardían a tal grado que era insoportable. Mi cabeza punzaba y estaba segura que mi rostro estaba marcado por un fuerte sonrojo por el esfuerzo. Ahora entendía la vitalidad de hacer más ejercicio... Tras esto, definitivamente ya no volvería a ser una haragana.
-La puntualidad definitivamente no es lo mío -farfullé entre fuertes jadeos, segura de que estaba dando un aspecto terrible, como si estuviera agonizando. Y no estaba muy lejos de la realidad- Lo siento... tanto... -alcé la mirada para verlo de reojo, porque ni siquiera eso había hecho, y sonreí debilmente. Vi el dichoso pasador en su cabello, idéntico al que llevaba yo en alguna parte de mi alboratada cabellera castaña- Bonito cabello -asentí y sin más, terminé por desplomarme en el suelo con las rodillas temblorosas dobladas hacia atrás y con las piernas abiertas para que pudiera estar sentada, aún respirando con fuerza. Suspiré.
¡Prueba superada!
Había sido un sábado como cualquier otro, de lo más aburrido que se podría ser si no fuera porque comunmente entretenía mi tiempo y cerebro con un poco de lectura fresca recién sacada de la biblioteca de la academia. Así que sí, había pasado el inicio de mi día en un rincón de los terrenos de la internado, lejos de cualquier impertinente interrupción, pero había regresado a tiempo a mi habitación para alistarme a aquella dichosa cita. Así que no, allí no estaba el problema.
Después de haber comido en mi recámara, me había puesto un simple pantalón de mezclilla de color negro, unas zapatillas del mismo color sin tacón y una blusa color verde jade que dejaba entre ver una porción de mi vientre, strapless pero con mangas largas y holgadas que dejaba al desnudo mis hombros. Confiaba que no hiciera mucho frío, o si no iba a tener un ligerísimo problema... En fin, de darse la situación llevaba conmigo una chalina negra al fondo de mi bolsa y si eso no bastaba... Dependiendo de si mi cita me entretenía o no, ya tomaría la resolución de si anguantar el frío o sencillamente dar por concluida la velada antes de tiempo. Esperaba no llegar a ese último extremo, pero tampoco era como si no lo fuera a hacer llegada la situación... Sencillamente me fugaría como Houdini y nadie sabría ni mi nombre... Bueno, detalles técnicos que tendría que resolver a su debido momento, de nada me servía quebrarme la cabeza antes de tiempo ni tampoco tomar una postura negativa ni escéptica ante la situación. Pero tampoco en mi arreglo personal hubo ningún problema, porque incluso no olvidé el incluir el tan demandado broche dorado en mi peinado, si es que llevar el cabello suelto y cepillado se podía considerar un peinado en específico. E incluso antes de abandonar mi habitación me había cerciorado de que estuviera allí donde lo había dejado, justo por encima de mi sien izquierda reteniendo unas cuantas hebras de cabello castaño. Todo en orden.
Había tomado el autobús que me llevaría a la ciudad a tiempo, y me había dejado igualmente en la parada a la hora que yo había previsto que lo haría, sin accidente alguno de tráfico que se pudiera lamentar o usar como excusa. Todo había ido de acuerdo a lo planeado y acordado... Ahora bien, la pregunta del millón, ¡¿cómo diantres era posible que iba con casi media hora de retraso?!
Justo después de haber bajado del autobús, me tomé unos segundos para buscar en el interior de mi bolso el papel con toda la información respecto al evento que se celebraba el día de hoy y los datos sobre la cita que tendría con un total desconocido para así corroborar el lugar exacto donde tendría que verle. Si ahora me ponía a considerarlo, sonaba totalmente absurdo y hasta peligroso... ¿Y si me tocaba un psicópata? Pero por supuesto, como siempre esos no fueron detalles en los cuales pensé a la hora en la que decidí inscribirme al que en su momento creí un divertido evento. Pero todo razonamiento se quedó atascado en mi cerebro y me quedé helada, allí a plena calle de Idarion, mientras mis ojos desorbitados estaban fijos en un punto específico del papelito en cuestión. A las 5:45... cuando yo creía que la cita era a las 6 en punto... ¡¡Maldición!!
Eché a correr como si no hubiera un mañana. Aún estaba a unas cuantas cuadras del parque, y pasaban unos cuantos minutos de las seis... Mi pareja, si es que aún había tenido la bondado de esperarme, definitivamente estaría iracunda conmigo... ¡Y con toda razón! Empujé a personas por aquí y por allí, tomándome la molestia de gritar o balbucear un escueto "lo siento" por encima del hombro mientras seguía corriendo. Me estaba dando dolor de flato y mis rodillas no aguantarían mucho tiempo... Seguramente todo mi esmero por verme aunque fuera decente había sido enterrado junto con mi capacidad de leer toda la información de los volantes que se me proporcionaban, pero lo único que me importaba en esos momentos era llegar viva... o al menos lo suficiente para disculparme... Después de eso ya podría lanzar mi último aliento.
Y, al fin, vi la entrada del parque, por lo que con mis últimas fuerzas apresuré aún más el paso hasta ser capaz de divisar dos figuras de pie justo en el lugar donde suspuse me estaría esperando aquel con el que compartiría el resto de la noche. ¿Quién sería la otra persona? ¿Importaba? ¡Sólo quería llegar!
Cuando al fin lo logré, me doblé practicamente en dos, tomando bocanadas de aire con urgencia por la boca mientras sentía cómo tanto mi garganta como costados ardían a tal grado que era insoportable. Mi cabeza punzaba y estaba segura que mi rostro estaba marcado por un fuerte sonrojo por el esfuerzo. Ahora entendía la vitalidad de hacer más ejercicio... Tras esto, definitivamente ya no volvería a ser una haragana.
-La puntualidad definitivamente no es lo mío -farfullé entre fuertes jadeos, segura de que estaba dando un aspecto terrible, como si estuviera agonizando. Y no estaba muy lejos de la realidad- Lo siento... tanto... -alcé la mirada para verlo de reojo, porque ni siquiera eso había hecho, y sonreí debilmente. Vi el dichoso pasador en su cabello, idéntico al que llevaba yo en alguna parte de mi alboratada cabellera castaña- Bonito cabello -asentí y sin más, terminé por desplomarme en el suelo con las rodillas temblorosas dobladas hacia atrás y con las piernas abiertas para que pudiera estar sentada, aún respirando con fuerza. Suspiré.
¡Prueba superada!
Julietta Tescotti
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Re: Intimità condivisa | SV | [CERRADO]
La mujer a la que le acababa de dedicar una jovial sonrisa sencillamente le devolvió la sonrisa, cordial, y al parecer ella tuvo especial interés que captó rápidamente el guitarrista hacia su cabello, más concretamente hacia el pequeño broche dorado que se aferraba a los cobrizos mechones del australiano. ¡Vaya, parece que no era tan guardián de Londres aquella mujer como él había pensado! Eso estaba bien, demasiada seriedad amargaba tanto el carácter como el rostro.- Me parece que tendrás que esperar a tu pareja, pues tengo encargado llevaros a una zona especial del parque -le respondió la chica, así que el de cabellera anaranjada ladeó un tanto su rostro en una relajada y risueña expresión antes de meter una de sus manos en el bolsillo del oscuro pantalón.- Ya veo. En ese caso esperaré, aunque más con la esperanza que venga a que tenga que estar con ella para entrar, la verdad –confesó al final el joven con una suave risa, y tenía sus motivos para decir eso, pues… ¿acaso él mismo no había pensado que aquella idea podía salir mal? ¿Quién le aseguraba que podría venir desde un inicio aquella persona que la suerte le hubiera ‘destinado’? El ladrón piensa que todos son de su condición es un dicho que se puede atribuir a muchas ocasiones, y esa era una.
Pero lo peor de todo fue cuando sus sospechas parecían ir cumpliéndose. No llegaba… ¿habría ocurrido algo? Inquieto, su pie comenzó a golpetear suavemente el suelo en un nervioso tic más causado por su propia personalidad activa que por otra cosa en sí. Y al poco, llevó la mano hacia el bolsillo de la cazadora de cuero para poder sacar su teléfono y ver la hora desde allí. Eso era malo… ya eran las seis. ¿La hora de quedada era a las 17:45, verdad? No creía haberse equivocado en eso… Tras guardar el móvil de nuevo en el bolsillo, llevó su otra mano al bolsillo contrario para sacar la pequeña nota donde tenía la información requerida y confirmó lo que pensaba. Si… era a esa hora. Entonces… ¿realmente le habían dado plantón?
Realmente Andrew se podía decir que tenía demasiadas cualidades similares a las de un niño, entre ellas solía estar la impaciencia… pero bueno, por suerte solo era para ciertas cosas. Entre ellas el tener paciencia a la hora de esperar a alguien estaba en una de las pocas cosas con las que podía ser paciente…hasta cierto punto, claro. Por eso, a pesar que su mente taciturna le estaba advirtiendo que realmente podría haber sido abandonado, esperó. En cierto momento, dejó escapar un suave suspiro y miró de reojo a la chica que parecía mirarle con una expresión de compresión, lo que causó que él se encogiera de hombros mientras le dedicaba una resignada sonrisa. Qué se le iba a hacer… Mas pocos momentos después, y tras lo que pudo suponer el guitarrista, pues no había vuelto a mirar la hora, una media hora de espera, divisó a lo lejos de manera fugaz como una figura se acercaba a donde él se encontraba. E iba bastante acelerada… por eso no tardó en poder divisar bien quien sería, aunque… la pobre muchacha que acabó por quedar frente a él parecía que iba a colapsar en cualquier momento. Escuchó aquel murmulló entrecortado por causas obvias, y en un mero gesto se llevó la mano a su cabello para pasar la mano por el mismo mientras esbozaba una leve sonrisa inquieta.- Ya veo… -contestó a su vez mientras descendía su mirada y un tanto su rostro hacia abajo hasta que acabó por ver el adorno dorado que confirmaba que aquella jadeante chica iba a ser su compañera en ese día…o noche más bien. Aunque acabó por soltar una leve risa ante ese repentino halago y, efectivamente, veía como aquella chica acaba por desplomarse al suelo.
Aún así, no tardó en extender una de sus manos, amigable, hacia la joven una vez vio que su respiración se estabilizaba un tanto.- Creo que ni diré nada ante lo de llegar tarde, ya te has dado la paliza -comentó con una sonrisa, risueño y en gran medida tomándose aquella situación con optimismo y diversión. Total… lo ocurrido, ahí se quedaba. Al menos había asistido, mejor tarde que nunca.
Pero lo peor de todo fue cuando sus sospechas parecían ir cumpliéndose. No llegaba… ¿habría ocurrido algo? Inquieto, su pie comenzó a golpetear suavemente el suelo en un nervioso tic más causado por su propia personalidad activa que por otra cosa en sí. Y al poco, llevó la mano hacia el bolsillo de la cazadora de cuero para poder sacar su teléfono y ver la hora desde allí. Eso era malo… ya eran las seis. ¿La hora de quedada era a las 17:45, verdad? No creía haberse equivocado en eso… Tras guardar el móvil de nuevo en el bolsillo, llevó su otra mano al bolsillo contrario para sacar la pequeña nota donde tenía la información requerida y confirmó lo que pensaba. Si… era a esa hora. Entonces… ¿realmente le habían dado plantón?
Realmente Andrew se podía decir que tenía demasiadas cualidades similares a las de un niño, entre ellas solía estar la impaciencia… pero bueno, por suerte solo era para ciertas cosas. Entre ellas el tener paciencia a la hora de esperar a alguien estaba en una de las pocas cosas con las que podía ser paciente…hasta cierto punto, claro. Por eso, a pesar que su mente taciturna le estaba advirtiendo que realmente podría haber sido abandonado, esperó. En cierto momento, dejó escapar un suave suspiro y miró de reojo a la chica que parecía mirarle con una expresión de compresión, lo que causó que él se encogiera de hombros mientras le dedicaba una resignada sonrisa. Qué se le iba a hacer… Mas pocos momentos después, y tras lo que pudo suponer el guitarrista, pues no había vuelto a mirar la hora, una media hora de espera, divisó a lo lejos de manera fugaz como una figura se acercaba a donde él se encontraba. E iba bastante acelerada… por eso no tardó en poder divisar bien quien sería, aunque… la pobre muchacha que acabó por quedar frente a él parecía que iba a colapsar en cualquier momento. Escuchó aquel murmulló entrecortado por causas obvias, y en un mero gesto se llevó la mano a su cabello para pasar la mano por el mismo mientras esbozaba una leve sonrisa inquieta.- Ya veo… -contestó a su vez mientras descendía su mirada y un tanto su rostro hacia abajo hasta que acabó por ver el adorno dorado que confirmaba que aquella jadeante chica iba a ser su compañera en ese día…o noche más bien. Aunque acabó por soltar una leve risa ante ese repentino halago y, efectivamente, veía como aquella chica acaba por desplomarse al suelo.
Aún así, no tardó en extender una de sus manos, amigable, hacia la joven una vez vio que su respiración se estabilizaba un tanto.- Creo que ni diré nada ante lo de llegar tarde, ya te has dado la paliza -comentó con una sonrisa, risueño y en gran medida tomándose aquella situación con optimismo y diversión. Total… lo ocurrido, ahí se quedaba. Al menos había asistido, mejor tarde que nunca.
Andrew Luhrmann
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Re: Intimità condivisa | SV | [CERRADO]
Aunque mi corazón aún estaba acelerado a mil por minuto, mi respiración se estaba tornando más tranquila y la sequedad de mi garganta se aliviaba al tragar repetivamente saliva. Aún así, mataría por un trago de fresca agua natural... Alcé la mirada y le dediqué una sonrisa apenada y amigable al hombre cobriza cabellera que tenía ante mí, para después aceptar su mano y apoyarme en esta cuando creí que mis piernas ya eran capaces de soportar mi propio peso, aún con un ligero dolor y temblor recorriéndolas constantemente ante el mínimo esfuerzo. Sí, definitivamente tras esto practicaría algún deporte o cualquier cosa que pudiera aportarle un poco más de condición física a mi haragán cuerpo.
Sabía, por las expresiones de las dos personas que estaban allí presentes, que les había causado una impresión... que en realidad no deseaba ni averiguar, pero al menos mi entrada había sido impactante y para nada esperada; punto para mí.
-No voy a dar excusas tontas al respecto... Fue mi responsabilidad, sólo puedo decirte que lamento mucho haberte hecho esperar tanto tiempo... Según yo, por lo general no soy así - Reí suavemente. Me llevé la mano al pecho, aún sintiendo mi corazón luchando desesperadamente por salir de su encierro dentro de mi cuerpo, y observé un poco más las facciones de mi acompañante, provocando que mi ceño se frunciera pensativamente ante una fugaz visión que cruzó por mi mente y que, para mi desgracia, no pude atrapar. Inmediatamente le miré de arriba a abajo, finalizando una vez más en su rostro. Entrecerré la mirada, suspicaz- ¿No te he visto yo en algún lado? -Sí, se me hacía vagamente familiar pero... No, ni maldita idea de dónde le había visto. Hice un ademán de despreocupación con mi mano- Nada, olvídalo... Parece ser que tendremos una cita a "ciegas" tú y yo... A que deseabas alguien más puntual y que no diera tan mala impresión... ¡Oh, espera! Aquí está -rebusqué entre los mechones de mi cabello hasta dar con el bendito prendedor que, tal como lo había supuesto, se había movido de su lugar original. Le mostré el susodicho con una sonrisa triunfal antes de sostenerlo con mis labios y comenzar a pasar mis dedos por mi cabellera castaña, tratando de poner un poco de orden al caos que la carrera y el viento habían hecho en él. Rápidamente logré que tuviera una apariencia más presentable y me volví a colocar el adorno dorado justo sobre la sien izquierda, para después colocar el resto de mi cabello sobre mi hombro derecho.- Y pues ya está... ¡Cierto! No me he presentado: Mi nombre es Julieta Sumiyoshi, estudiante de Literatura en la dichosa academia esa de artes... ¿Y con quién tengo el placer de pasar la velada? Al menos que desees mantener tu perfil de "incógnito" para hacer más interesante el asunto, como muchos suelen hacerlo... En lo personal no me atrae demasiado esa idea, después no sabré a quién demandar en caso de ser necesario -le bromeé con una sonrisa enigmática, aunque en esos momentos la señorita que esperaba por nosotros interrumpió mi monólogo para atraer nuestra atención y así comenzar a guiarnos hacia el bendito lugar especial reservado especialmente para "la pareja". Cada vez que meditaba en ello, me parecía aún más sosa la idea... Pero ya estaba hecho, y trataría de divertirme aunque fuera un poco. Total, el chico parecía bastante amistoso y comprensivo. Le miré de reojo y me encogí de hombros, de forma despreocupada, y asentí finalmente hacia la chica para comenzar a seguirla- Se vale echarse para atrás en caso de no ser yo lo que esperabas para este evento -le dije como si nada al chico, mirándole por encima del hombro y guiñándole el ojo divertida al tanto que la asignada en la misión de ser de nuestra guía nos conducía hacia una parte del parque apartado, para tener más "comodidad", podría suponerlo.
Enarqué una ceja ante el panorama que se me presentaba frente a mí. Vaya, no podía describirlo de otra forma: aquello sobrepasaba los límites permitidos en la cursilería. Suspiré imperceptiblemente para mí al tanto que hacía una fugaz mueca de total rendición. Definitivamente aquel que se hubiera encargado de organizar todo aquello necesitaba romance urgentemente... y también conseguirse una vida. Volví a encogerme de hombros, pero esta vez para nadie en específico, y una vez más recorrí con la mirada todo el lugar alistado para nosotros para así darle un rápido análisis minucioso y tratar de formarme una segunda opinión al respecto. Pero no, nada cambiaba se le viera por dónde se le viera... ¿Qué esperaban realmente? ¿Que el amor surgiera instantaneamente y a primera vista entre dos completos desconocidos? ¡Ni que fueramos protagonistas de una novela inglesa escrita en el siglo XIX!
Sabía, por las expresiones de las dos personas que estaban allí presentes, que les había causado una impresión... que en realidad no deseaba ni averiguar, pero al menos mi entrada había sido impactante y para nada esperada; punto para mí.
-No voy a dar excusas tontas al respecto... Fue mi responsabilidad, sólo puedo decirte que lamento mucho haberte hecho esperar tanto tiempo... Según yo, por lo general no soy así - Reí suavemente. Me llevé la mano al pecho, aún sintiendo mi corazón luchando desesperadamente por salir de su encierro dentro de mi cuerpo, y observé un poco más las facciones de mi acompañante, provocando que mi ceño se frunciera pensativamente ante una fugaz visión que cruzó por mi mente y que, para mi desgracia, no pude atrapar. Inmediatamente le miré de arriba a abajo, finalizando una vez más en su rostro. Entrecerré la mirada, suspicaz- ¿No te he visto yo en algún lado? -Sí, se me hacía vagamente familiar pero... No, ni maldita idea de dónde le había visto. Hice un ademán de despreocupación con mi mano- Nada, olvídalo... Parece ser que tendremos una cita a "ciegas" tú y yo... A que deseabas alguien más puntual y que no diera tan mala impresión... ¡Oh, espera! Aquí está -rebusqué entre los mechones de mi cabello hasta dar con el bendito prendedor que, tal como lo había supuesto, se había movido de su lugar original. Le mostré el susodicho con una sonrisa triunfal antes de sostenerlo con mis labios y comenzar a pasar mis dedos por mi cabellera castaña, tratando de poner un poco de orden al caos que la carrera y el viento habían hecho en él. Rápidamente logré que tuviera una apariencia más presentable y me volví a colocar el adorno dorado justo sobre la sien izquierda, para después colocar el resto de mi cabello sobre mi hombro derecho.- Y pues ya está... ¡Cierto! No me he presentado: Mi nombre es Julieta Sumiyoshi, estudiante de Literatura en la dichosa academia esa de artes... ¿Y con quién tengo el placer de pasar la velada? Al menos que desees mantener tu perfil de "incógnito" para hacer más interesante el asunto, como muchos suelen hacerlo... En lo personal no me atrae demasiado esa idea, después no sabré a quién demandar en caso de ser necesario -le bromeé con una sonrisa enigmática, aunque en esos momentos la señorita que esperaba por nosotros interrumpió mi monólogo para atraer nuestra atención y así comenzar a guiarnos hacia el bendito lugar especial reservado especialmente para "la pareja". Cada vez que meditaba en ello, me parecía aún más sosa la idea... Pero ya estaba hecho, y trataría de divertirme aunque fuera un poco. Total, el chico parecía bastante amistoso y comprensivo. Le miré de reojo y me encogí de hombros, de forma despreocupada, y asentí finalmente hacia la chica para comenzar a seguirla- Se vale echarse para atrás en caso de no ser yo lo que esperabas para este evento -le dije como si nada al chico, mirándole por encima del hombro y guiñándole el ojo divertida al tanto que la asignada en la misión de ser de nuestra guía nos conducía hacia una parte del parque apartado, para tener más "comodidad", podría suponerlo.
Enarqué una ceja ante el panorama que se me presentaba frente a mí. Vaya, no podía describirlo de otra forma: aquello sobrepasaba los límites permitidos en la cursilería. Suspiré imperceptiblemente para mí al tanto que hacía una fugaz mueca de total rendición. Definitivamente aquel que se hubiera encargado de organizar todo aquello necesitaba romance urgentemente... y también conseguirse una vida. Volví a encogerme de hombros, pero esta vez para nadie en específico, y una vez más recorrí con la mirada todo el lugar alistado para nosotros para así darle un rápido análisis minucioso y tratar de formarme una segunda opinión al respecto. Pero no, nada cambiaba se le viera por dónde se le viera... ¿Qué esperaban realmente? ¿Que el amor surgiera instantaneamente y a primera vista entre dos completos desconocidos? ¡Ni que fueramos protagonistas de una novela inglesa escrita en el siglo XIX!
Julietta Tescotti
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