Più che una semplice brina | SV | [CERRADO]

El cielo anaranjado indicaba la proximidad de la noche, el murmullo en las calles parecía ser mayor a medida que se acercaba la zona central, la noche daba entrada a un sin fin de posibilidades a entretención y mucho más a las parejas en el día de San Valentín. La temperatura era baja y por ello todos los que merodeaban el sector lo hacían bien abrigados, además, aquello era la excusa ideal para que los amantes se abrazaran y compartieran su calor. Las calles iluminadas y el gentío ir y venir, pero lo más vistoso de la zona era un amplio y pulcro suelo hecho de hielo que se encontraba frente a la pista de patinaje techada. Aquella era una ocasión especial y por ello no escatimaron en gastos con tal de mostrar tal maravilla, puesto que el cielo que pronto habría de oscurecer y mostrar sus estrellas, se reflejaría de una manera hermosa sobre aquel hielo. Cada pilar alrededor de la pista sostenía el cableado que se adornaba con luces en tonos claros, celestes y blancos dando un aura más invernal de lo que ya se sentía, más en la zona izquierda uno de los pilares poseía luces rojas y amarillas, además de un corazón grande con flores y una flecha atravesándolo en una imagen sumamente cliché.

La pista de patinaje se abrió a las 7:30 pm y los interesados no dudaron en ingresar, no sin antes adquirir los implementos necesarios para estar dentro. En la zona derecha se ubicaba un stand donde poseían patines para quienes no los tuvieran, previo pago por el arriendo, también disponían de algunos abrigos. Allí se encontraba el gerente de la pista que actuaría como supervisor para la cita especial de la noche, aquel ubicaría a la pareja apenas los viera ingresar ya que solo había una entrada y era precisamente próxima al stand donde aquel se encontraba.

Las personas patinaban alegremente, algunos encargados de la seguridad les miraban con atención, la atmósfera dentro era grata a la vista. De repente, se escuchó el acomodo del altavoz y tras eso la voz del gerente, quien amablemente comunicó: Se agradece a todos los presentes el venir a celebrar este día en nuestra pista, espero poder satisfacer sus espectativas y no olviden que al final les tendremos una sorpresa. ¡diviértanse!. Tras eso las personas se vieron más animadas e incluso se oían con mayor escándalo, pero nada que fuera molesto, todo lo contrario, animaba aún más a las personas presentes.

El objeto distintivo a utilizar es un par de orejeras rojas (ver muestra), las cuales pueden usarse en el lugar que corresponde o mantenerlas en el cuello. Incluso en la mano serviría siempre y cuando no esté muy lleno el recinto.

Notas:
- La sorpresa es a libre elección, ustedes la deciden, solo procuren que sea a media cita o al final.

Citas a ciegas - San Valentín en Idarion Terra

Tuve que ordenarle de urgencia a mi chófer personal a que parara en alguna tienda de chucherías de camino al lugar acordado, no podía presentarme sin aquel objeto distintivo al evento de los flamantes Lobboscos y además deseaba adelantarme a mi querida cita ciega. ¿Cómo es que terminé envuelta en todo esto? Muy simple: Desde la semana anterior a esta, que ya medio mundo había quemado la noticia de boca en boca y principalmente, las descerebradas amantes del romance lo vieron como una gran oportunidad de encontrar a su media naranja. Obviamente, yo también tuve que haberlo meditado muy bien y no tirarme de palomita como lo hizo Shin. Pero, lo hecho está hecho y no podía plantar a aquella persona por mero capricho. Sería ir además en contra de mis propios principio de señorita bien portada. ¿A quién quiero engañar? Lo hubiese festejado a lo grande con la mejor de las cenas, íntimamente para mí y alzando una copa de cualquier marca de Champán; del que mi propio bolsillo pudiera gastar tan gratificantemente. Sin embargo, no lo hice en aquella oportunidad, y salí únicamente con el afán de sumar a alguien más a mi larga lista de casualidades.

Faltando unos segundos para que abrieran la pista de patinaje, me coloqué los horribles tapaorejas al cuello y accedí a dirigir mis pasos hacia un músico callejero. Se encontraba en un lugarcito bien apartado, sumamente tranquilo y con su estuche tendido de largo a largo. No parecía estar con mucha suerte aquella noche. El interprete río con coquetería y bajó levemente sus lentes de John lennon para admirarme con repentino interés:

—Señorita... Nos espera una noche bastante helada.  

—Así parece—contesté queda a su comentario sobre el clima. Como siempre en las épocas invernales era cuando lucía mis queridas pañoletas, hoy se trataba de una rojiza e iba justo de acorde con mi sueter de color salmón. Tampoco aportaba mis característicos lentes oscuros, sino de que vislumbraba mis queridas gemas oculares y de los cuales tantas veces renegaba frente a un espejo. Odiaba tener los ojos de color violeta. No obstante, el músico al ver que yo no le seguí la conversación ni por asomo, continuó en donde se quedo mucho antes de interrumpirle y al mismo tiempo, de que yo lo tomaba como una perfecta retirada para hacer cola. Muchas opciones tampoco tenía a la mano...