La gioia del momento | SV | [CERRADO]

Era un día bellísimo; parecía que el invierno por fin había terminado y que, incluso, el mundo estaba floreciendo de la forma más preciosa posible. Uno esperezaría que fuese el efecto de la tan esperada primavera pero, obviamente, faltaban varias semanas para eso.
Entonces ¿Qué era aquello que hacía que la lista se viese tan viva y alegre? Era el amor.
Ok, sé que sonara muy muy muy extraño (hasta yo mismo sé que eso sonó demasiado femenino para un chico como yo) pero  tendrían que haberlo visto; había flores por doquier, las parejas estaban tomadas de la mano y desde aquella mañana en la que abrí mis ojitos negros y me asome a ver a la ventana se podía sentir aquello. Era como si el viento tratara de abrazarte de la forma más cariñosa posible y yo (como soy bien voladote) le regrese aquel amable gesto, cerrando los parpados y respirando la deliciosa brisa.
“Siento que será un gran día” pensé e incluso me sentí con las ganas de cantar (pero como no soy un artista o un personaje de Disney no lo hice).

Todas las personas con quienes me tope, todos los lugares por los que pase e incluso el sol que calentaba mi morena piel se sentía diferente; era como entrar en un video de música pop donde hay mucho romance y podía sentirlo, podíamos sentir el cariño en el ambiente.
Al paso de las horas y, después de terminar con mis deberes escolares (por que mantener una beca no es fácil), comencé con mi proceso de trasformación.
Una ducha, un cambio de ropas y media hora para aplacar mis malvados rizos fue suficiente. Al verme en el espejo me reí de mí mismo y sonreí.

Iba muy casual pues vestía unos janes negros, un tenis de color gris y una camisa del mismo color que mostraba una camiseta  de color rojo. Estaba cómodo con mi vestimenta (lo mejorcito que tenía en realidad) cuando recordé que era mi deber llevar un pañuelo rojo con una florecita blanca (muy afeminada por cierto) en el cuello.
Cuando le puse el último detalle a mi atuendo sentí que me veía como un idiota pero eso yo solito me lo busque. Las cosas que hago por no estar solo en un san Valentín.

En realidad no me costó llegar a aquel lugar en donde fui citado para mi cita a ciegas. En realidad, cuando yo pienso en mercado me imagino un tianguis cualquiera, con viejas chancludas y lleno de puestos mal hechos con productos de segunda y olores desagradables, pero cuando viste mercado mis sentidos se quedaron totalmente extasiados; no sabía que algo tan cotidiano como un tianguis se pudiera ver tan precioso.
No tarde mucho en visualizar el arco con flores que, aparte de oler delicioso, tenía una vista hermosa y, como se me había indicado mediante el correo electrónico que recibí, me pare en medio de este.
-Relájate Santiago- me dije a mi mismo mientras aflojaba un poco el nudo del pañuelo que rodeaba mi cuello. Puedo asegurar que estaba nervioso, muy muy nervioso.

Aquella mañana la joven de cabellos negros se había levantado algo temprano, mucho más temprano de lo que en realidad solía, pues su despertar fue antes de las ocho de la mañana ¿la razón? dios, era sencilla, hacía unos días que recibió una carta por el día de San Valentín "ya, una tomadura de pelo" se decía todo el rato, pero estaba convencida de que iba a ocurrir algo desde ese momento en el que despertó.
Al levantarse, tomó la carta entre sus manos y la leyó detenidamente, sus ojos azules veían cada palabra y trataba de procesar con más tranquilidad la información, bien.. una cita a ciegas en el mercado... ¿seguro que no será una tomadura de pelo? suspiró leve dejando la nota en su lugar para poder hacer algo productivo antes de salir, ya se sabe, ordenar la casa, desayunar... Nora era un remolino completo cuando se trataba de cosas así y lo cierto era que estaba no nerviosa, echo un manojo de nervios, no siempre recibía notas semejantes.

Tras haber terminado, se fijó que ya eran las 09:00 pm por lo que se fue al balcón del departamento en el que residía y observó con cautela el panorama, si bien veía los árboles más verdes, las flores más coloridas y desde donde se encontraba, una vista realmente hermosa de la isla, ello le hizo pensar, ¿qué día era? San Valentin, por eso veía todo como más colorido y alegre, aquello le produjo una sensación extraña y más cuando sopló una pequeña brisa la cual hizo que su larga melena negra fuese a uno de los lados. Sonrió. Estaba decidida entonces, iría a aquella cita con aquel desconocido, volteó y con gran rapidez fue a su habitación para escoger ropa y después se daría una ducha.
Tras hacer aquello, se vistió con una falda negra hasta un poco más arriba de sus rodillas, camisa blanca con el dobladillo del cuello negro y de manga larga, además de unos botines negros, pero entones lo recordó debía llevar un pañuelo rojo con una rosa blanca, suerte que vio uno si no, sería imposible por lo que al ponérselo y verse al espejo sonrió. Su cabello negro y lacio hasta el final de su espalda, y lo que resultaba extraño, apenas llevaba maquillaje, así le gustaba más, no quería echarse tanto potingue en su piel pálida. Casi podrían decir que parecía Blancanieves.

Tras esto, tomó sus cosas y salió del departamento cerrando la puerta con llave y demás. Comenzó a caminar hacia el mercado, veía como las parejas iban y venían de la mano, no es que le agradara demasiado todo aquello, a Nora también siendo pequeña le gustaban estas fechas y no era para menos ahora. Según se acercaba a dicho lugar pudo distinguir un gran arco decorado con flores rojas y demás, cosa que la dejó helada por un momento "empezamos bien" se decía, si, por supuesto que estaba nerviosa ¿cómo no iba a estarlo?. Bajó un poco la cabeza y pudo ver junto a aquel arco a un chico de cabellos rizados, ataviado por unos jeans, camiseta y tennis grises pero lo que llamó su atención era el pañuelo que llevaba en el cuello.. ¡era su cita de San Valentin!.
Se apresuró a ir donde se encontraba el otro tratando de mantener la calma, y al llegar donde se encontraba esbozó una sonrisa nerviosa.-Esto... hola... ¿recibiste un mensaje para San Valentín cierto?.-Preguntó un tanto nerviosa-Creo que, soy tu cita hoy...-reía leve con nerviosismo señalando el pañuelo que llevaba la joven de ojos azules

Soy un poco distraído, lo admito, y es por eso que cuando escuche una dulce y melodiosa voz por poco me voy pastas para arriba. No sé qué abre hecho, pero fuese lo que fuese Salí ganándole a la cosa esa de la cita.
Las europeas son muy diferentes a las latinas; La chica que tenía frente mío era delgada, de piel blanca y pulcra. Tenía unos ojazos azules, preciosos desde lejos y seguro que de cerca eran como dos zafiros cortados con la más fina herramienta. Ósea, la chava estaba muy MUY bonita.
Dijo algo del pañuelo e instintivamente dirigí mi mano de forma un poco torpe y estúpida (mas estúpida que torpe) hacia el mío. Sonreí tratando de disimular los nervios y asentí. Por unos segundos me quede sin la capacidad de articular palabras.
Me di ánimos por un micro segundo y le di un repaso rápido y discreto con la mirada; Necesitaba hablar de algo o comenzaría un silencio incómodo.

-Linda combinación-Dije refiriéndome a sus prendas tan monocromáticas, que por cierto, le hacían ver como una fotografía a blanco y negro que tiene un efecto para acentuar el color de sus ojos. Era muy agradable de ver– Hace que tus ojos sean los que atraen la mirada-
No mentía al decirlo pero no lo pensé mucho antes de abrir mi bocota. ¿Y si la chica se ofendía? tuve más mecanismo de defensa que encogerme de hombros. Neta estoy bien pendejo, ¿Tus ojos atraen la mirada? No sé qué chuchas pensaba en ese momento pero solo tenía ganas de hacerme bolita y esconderme detrás  del arco de flores. Luego caí en cuenta de que era un malcriado y que me había pasado por alto una cosa muy importante. No sabía ni como se llamaba la chica.

-Ohm… Me llamo Santiago- Volví a mencionar muriéndome de pena, nervios y sintiendo como el desayuno se me revolvía en la panza, como una lavadora que exprime la ropa a toda velocidad. ¿Por qué coquetear era tan pinche difícil? ¿Acaso era porque ella estaba demasiado hermosa para un chico como yo?
- ¿Cuál es tu nombre?- Dije con valentía sacada de no sé dónde; Comenzaba a sentir el silencio incómodo y rezaba padres nuestro y aves marías mentales para que la chica volviese a romper el silencio con esa dulce voz suya.