♫ Last Night, Good Night ♫ [Privado]

por **Ania Camorra** Dom Abr 12, 2015 7:34 am

Aquella era mi primera noche en aquel enorme lugar, tras hacía poco haber arribado a la famosa isla de Idarion y recibir asilo por parte de los directivos de la academia. Y aunque debería de estar cansada por el largo viaje realizado... la verdad era que lo último que deseaba era dormir. ¿Por qué? No tenía ni idea, pero tampoco era como si fuera a desgastar mi energía por averiguarlo. Acostumbrada estaba de vivir de un sitio a otro desde que tenía escasos 10 años, por lo que ese nuevo ambiente no hacía mella en mí ni lo más mínimo. ¿Que me encontraba cerca de Italia? Sí, ¿y qué? Sólo era un país más como cualquier otro, mis sentimientos no se veían arraigados por los establecimientos... eso hubiera sido demasiado absurdo e inmaduro. Y nadie iba a decirme qué hacer y qué no, Riddle no se había percatado de que no estaba en mi habitación y yo había aprovechado eso para recorrer los lugares oscuros y desiertos del internado. No era como si el susodicho tuviera poder sobre mí ni mucho menos, sencillamente deseaba estar sola por ahora y aunque por lo general me era indiferente la compañía de los demás, incluido mi guardaespaldas, también yo deseaba momentos en los que pudiera pensar sin tener a nadie revoloteando a mi alrededor.
Cerré brevemente los ojos para poder apreciar con tranquilidad, como casi nunca lo hacía, las caricias que el viento nocturno realizaba sobre mí. Después seguí andando hacia el edificio más cercano, el cual, si mi memoria no me fallaba, era el auditorio del lugar. Probablemente estuviera cerrado, pero aún así me dirigí allí hasta detenerme en las enormes puertas que resguardaban el interior. Cual fue mi incredulidad al ver que, por el contrario, el recinto no estaba protegido por un candado o llave, así que sin más dilatación me tomé el atrevimiento de abrir y colarme en su interior, el cual hubiera estado completamente oscuro si no fuera por las ventanas altas que dejaban que la luz de la luna se internara e iluminara ciertas partes de la enorme habitación, incluidas entre esas zonas la del escenario en su gran parte. Con cuidado y cautela me deslicé hacia el escenario, donde curiosamente había un piano del lado derecho, mitad iluminado y mitad en penumbras. Enarqué una ceja sin mostrar ninguna clase de sentimiento en mi expresión y me acerqué a tocarlo, disfrutando del frío contacto que el enorme y bien pulido instrumento proporcionaba a las yemas de mis dedos. Estaba consciente que yo no debería de estar allí, y que si hacía alguna clase de ruido que delatara mi posición seguramente alguien vendría, más probable que se tratara de algún vigilante, pero no era como si me importara recibir un regaño... Además, ¿quién se atrevería a decirle algo a la 'invitada de honor'?
Sin pensar mucho en ello, me senté frente al piano y observé por unos segundos las teclas antes de comenzar a deslizar los dedos con habilidad sobre las mismas, reproduciendo al instante una hermosa melodía que resonaba en todo el vacío lugar, haciendo eco. Ni siquiera me percaté qué era lo que tocaba hasta varios segundos después de estar reproduciendo la canción. Claro, la canción favorita de mi hermano mayor, la cual siempre tocaba cuando se le presentaba la oportunidad... Quizá pareciera que ya no formaba parte del baúl de mis recuerdos, pero siempre estaba allí, esperando el momento adecuado para emerger y traer consigo momentos nostálgicos de mi pasado. Cerré los ojos, sin dejar de tocar, y sonreí sutilmente ante la ironía del asunto. ¿Así que había sido la nostalgia la que me había llevado hasta allí? Vaya con los caminos de la vida...
Y, con los ojos cerrados aún y moviendo mis dedos hábilmente sobre el piano, comencé a cantar haciendo armonía con las notas arrancadas al instrumento, replicando todo a mi alrededor como una sinfonía llena de magia que ningún mortal podría escuchar. Sólo eramos el auditorio deshabitado, el piano y yo, nadie más tenía derecho a intervenir. Y quizá por lo mismo, porque me creía sola y porque la absurda añoranza me estaba afectando, fue que el sentimiento fluyó libremente en mi voz, recorriéndolo todo y transmitiéndose aún si nadie podría oirle. "Hay vida en mí, sigo aquí" parecía querer decir...

Last Night, Good Night:

por **Abel Bythesea** Jue Nov 05, 2015 2:40 am

Le habían avisado de que hoy tendrían que encargarse de tener una guardia en el instituto, que era importante evitar que la gente comenzara a rondar por los pasillos y...en sí por las instalaciones en general. Pero...aquello, a oídos de aquel chico con sotana era como decirle que intentara hacer un milagro repetido ya muchas veces: improbable. El, despistado como era, no llegó ni a saber el por qué debía de mantener los pasillos vacíos en aquella noche, sobre todo porque no era horario laboral y, por tanto, era lógico que los estudiantes de aquella prestigiosa academia no estuvieran rondando por allí, total...¿qué podrían ganar con ello? Para el de largos cabellos plateados, el ingenuo pensamiento de que la gente no rompía las reglas era pan de cada día.

Como ya se ha mencionado, ni sentido alguno tenía para el oscuro cisne, y cuanto más lo pensaba, menos sentido tenía. Sobre todo porque...él estaba en ese momento fuera de los términos que se podía decir que eran de su terreno laboral e incluso moral. Y debido a que no era muy dado a recorrerse el lugar, y también por su torpeza, fue por lo que, en cierto momento y creyendo que sería la biblioteca para buscar en ella alguna novela que leer mientras hacía esa guardia, se dio cuenta del error de su orientación tarde, de hecho, cuando abrió la puerta y llegó a sus oídos aquella melodía, fue cuando definitivamente pensó que la había fastidiado. "Encima abro en medio de una actuación...cuan inoportuno puedo llegar a ser. ¡Y torpe! ¡Si la biblioteca está justo al lado inverso del auditorio!" Se autoregañó mientras intentaba hacer el mínimo ruido, aunque...la solitaria figura en el escenario no pareció importarle, o no se dio cuenta.

Pero...en el momento en el que iba a irse, sus grisáceos orbes acabaron por fijarse en la esbelta figura de la joven que estaba cantando. Y precisamente la canción que comenzó a invadir el lugar hecho para que la acústica fuera lo mejor posible, era lo que causó que algo en su pecho vibrara.

La voz que escapaba de su boca era preciosa, a pesar de no haberla oído nunca, pero aquello solo parecía ser el acompañamiento correcto para aquel sentimiento que se estaba instalando en su pecho por culpa de esa canción que bien conservaba en su mente y en lo más profundo del corazón. Cain... esa canción era de él, la conocía. Y aquello se potenció en cuanto, debido a la mayor cercanía que impuso sin darse realmente cuenta, pues había comenzado a andar hacia el escenario, pudo observar los orbes de ese intenso azul que aquella joven poseía. Esos ojos...eran los culpables de sentir ese sentimiento. E inmediatamente, la imagen, el recuerdo, acudió a su mente- Esa niña...-murmuró para sí con absoluto desconcierto y casi estupor, pero...claro, Abel era Abel, y aquello solo causó que, al bajar los pequeños escalones que hacían que se dirigiera más cerca al escenario, pisara su propia toga y tropezara, cayendo con estruendo al suelo junto a una exclamación por inercia. Si...ese era Abel.

por **Ania Camorra** Sáb Dic 19, 2015 7:01 am

Nada a mi alrededor importaba, salvo aquel sentimiento de añoranza, tan irreconocible en mí, mi música y yo, nada más podía importunar aquel momento, o al menos eso quise creer por un instante. Sin ser consciente de lo que se avecinaba, llegué al climax de la canción y cerré los ojos mientras llegaba con maestría los agudos, los cuales eran acompañados por el suave compás de las notas arrancadas hábilmente al piano. A punto estuve de finalizar, pero tuve que interrumpir mi presentación abruptamente al escuchar aquel estruendo muy cerca de donde yo me encontraba, en ese mismo recinto. Volteé a ver sobre mi hombro hacia el lugar donde creía se había originado y enarqué ambas cejas con incredulidad al ser capaz de contemplar el manojo de ropajes de una figura a la que aún no podía distinguir como alguien conocido.
Reservando para mí un suave suspiro de indeferencia, me puse en pie e hice resonar el tacón de mis botas negras sobre la pulida madera del escenario cuando me encaminé hacia el recién llegado. Seguí dirigiéndole una mirada de soslayo, no muy contenta en el fondo por haber sido interrumpida en un momento que consideraba especial para mí. ¿Pero qué se le iba a hacer? Tomando en cuenta la cantidad de personas que habitaban aquel enorme terreno, era de lo más lógico pensar que alguien tarde o temprano vendría a curioser en lo que no le concernía.
-Ey, ¿se encuentra bien? -inquirí sin mucho interés por la respuesta, al tanto que me sentaba en el borde del escenario y de un ágil brinco bajaba de este para llegar a la zona destinada al público. Caminé hacia donde él se encontraba, pues de alguna manera las normas de cortesía me exigían tenderle una mano para ayudarle a recuperarse de aquel poco oportuno percance- Supongo que eso le pasa por inmiscuirse en asuntos que le son aje... -callé abruptamente cuando mis ojos azules se cruzaron con los grises del contrario, protegidos por los cristales de unas mal acomodadas gafas. Y por más inverosímil que pudiera parecer, mi mirar denotó el desconcierto que me representaba el ver aquel sujeto en cuestión allí, frente a mí y en ese lamentable estado.
¿Pero qué rayos...?
¿Qué hacía ese hombre allí? Por supuesto que lo recordaba, ¿cómo olvidar el rostro del causante de la muerte de mi hermano? ¿Acaso el destino pretendía burlarse de mí con todo esto? De ser así, no me permitiría caer tan fácilmente. El desinterés que me caracterizaba no permitiría que aquella circunstancia me afectara de la forma que lo haría en cualquier otra persona. No reaccioné cuando mi mirada se cruzó por primera vez con la de peliblanco, cuando tan sólo era una infante, y tampoco me molestaría cuando los años ya nos separaban de ese fatídico suceso.
Le extendí mi mano, sin resultarme esta acción la gran cosa del mundo, y le contemplé con más detenimiento, casi taladrándole con mi intensa mirada azulosa. Efectivamente seguía siendo aquel hombre al que se me inculcó repudiar en mi pasado, casi no había diferencia alguna en sus facciones. Vaya, ni siquiera los símbolos de la madurez parecían hacer mella en él; probablemente porque él aún no maduraba siquiera.
-¿Quién iba a decir que un fantasma de mi pasado vendría a buscarme en este lugar? Supongo que fue mucha inocencia de mi parte creerte muerto desde aquel día -no, no lo decía con rencor en lo absoluto, sino con una infinita franqueza, tan característica en mí.

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