¿Recuperando el tiempo perdido? I don't think so... [Leone Tescotti]
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¿Recuperando el tiempo perdido? I don't think so... [Leone Tescotti]
Ya no podía posponerlo por más tiempo, de así hacerlo me arriesgaría a que fueran ellos los que me buscaran en la academia y esa era una pena que deseaba evitar. Pero aún así, ¿cómo se suponía que tenía que actuar? Ni siquiera sabía cómo era físicamente, no lo conocía de nada y mi progenitor tampoco ayudó demasiado en el pasado para que la situación mejorara. Ahora iba rumbo a la famosa, pero desconocida para mí, residencia de la familia Tescotti. Centré mi mirada en el panorama exterior que rápidamente íbamos dejando atrás, a través del vidrio semipolarizado de la puerta que tenía a mi lado izquierdo; el vehículo que habían enviado para trasladarme al menos no era una limusina, sino un automóvil negro extremadamente caro y moderno, pero de alguna manera discruto, o al menos eso pretendía ser. Recargué la frente sobre el refrescante vidrio y suspiré cansadamente, sin dejar de contemplar el exterior. Deseaba salir de allí, huir hacia el extremo opuesto de donde ahora nos dirigíamos y evitar a toda costa ser encontrada por alguien, dándole oportunidad así a mi mente de prepararse y razonar. Pero no podía, al fin y al cabo había sido decisión mía enfrentarme a aquel hombre que no podía resultarme familiar de ninguna forma; tenía que mantenerme firme al final aún sí por dentro temblaba de nervios y miedo.
Hubiera agradecido que el trayecto de la academia a la residencia de los Tescotti fuera más prolongado, al menos el tiempo extra me hubiera ayudado de alguna forma aunque en el fondo sabía que hubiera sido inútil de todas formas. El paisaje de la selva circundante a los trerrenos de la gran mansión sirvió, al menos, para despejarme y concentrarme en otra cosa que no fuera el próximo encuentro; pero de eso ya no había nada. Ahora habíamos traspasado unas enormes rejas que custodiaban celosamente aquello que se encontraba tras estas y los minutos se convirtieron en segundos y estos comenzaron a escaparse de mi control de una manera extraordinaria. El pánico comenzó a hacer mella en mí y miré desesperada a mi alrededor, con las manos ligeramente temblorosas y teniendo un sabor amargoso en la boca. Necesitaba un respiro, ¡aún no estaba lista! Y, más pronto de lo que a mí me hubiera gustado, libramos el sendero hasta la entrada de la enorme y ostentosa edificación. El vehículo se detuvo, el chofer bajó y su silueta encaminándose hacia la puerta más próxima a mi asiento anunció que la hora del encuentro había llegado, que ya no existía una marcha atrás ni una prórroga. Aún así me tomé unos cuantos segundos de más antes de bajar del auto, fijando ambas plantas de los pies con firmeza sobre el suelo cubierto de grava, porque dudaba que en esos momentos mis piernas fueran lo suficientemente fuertes como para sostenerme. Acepté el ofrecimiento del hombre y tomé su mano para ayudarme a incorporarme. Tuve que entrecerrar la mirada para evitar lesionarme los ojos castaños ante la excesiva luz del mediodía, después del interior cargado de sombras del automóvil. Un nudo se atoró en mi garganta y comencé a sufrir una especie de ataque de taquicardia, en la que mi respiración se veía imposibilitada de sustraer el oxígeno necesario para mantener la calma. Moría de los nervios y el miedo, y eso era notable para aquellos que fueran lo suficientemente observadores y pudieran apreciar mi rostro empalidecido de repente. Tenía que hacerlo, no existía otro camino más.
Con paso aparentemente tranquilo, pero que tras él se escondía una inseguridad que no conocía límites, me dejé guiar por el hombre que me había traido hasta aquí y subí la escalinata que llevaba hacia la enorme entrada principal. Mi vista en todo m0mento se había mantenido clavada en el suelo, pero al llegar a los últimos escalones comencé paulatinamente a alzarla hasta toparme con un calzado masculino que seguramente debería de costar un ojo de la cara. De allí mi mirada fue ascendiendo por las piernas, el torso, el cuello y finalmente el rostro ajeno. Mis ojos castaños se encontraron con los enigmáticos de él, con unos ojos que desconocía pero que al mismo tiempo mi interior clamaba desesperadamente por tratar de recordar, por indagar en el mar de memorias perdidas para dar con los mismos que, hace catorce años atrás, observaron mi partida de allí. Mi padre, ese era mi padre.
Clavé las uñas en las frías de las palmas de mis manos, en un intento poco ortodoxo por no perder la compostura y mantener la raya las lágrimas que pugnaban con fuerza por salir. Todo reclamo o comentario mordaz se atoró en mi garganta, junto con aquel nudo que se me había formado instantes atrás. Lo supe, aún si aquel rostro seguía siendo el de un extraño para mí y no lograba del todo recordar, supe que aquel hombre ante mí estaba fuertemente arraigado en mi interior y que no había sido su deseo el dejarme marchar. Tenía que haber sido eso, algo en mí me decía que yo ya sabía que el contrario no había tenido opción. Aún así, el resentimiento y dolor por no haber estado a mi lado todos aquellos años me impedían el no recelar; por lo que me mantuve fija en mi lugar, frente a él, y sin reaccionar de ninguna forma que no fuera con el desconocierto y los nervios reflejados en mi expresión.
-Señor Tescotti, he traído a la señorita Julietta sana y salva, como se me pidió. Si desea que haga algo más, hágamelo saber -y sin mayor anuncio, el chofer regresó sobre sus pasos y volvió a subirse en el auto, lo supe por el ruido de la puerta y, consecutivamente, el motor al arrancar.
Nos había dejado solos, aunque vislumbrar por el rabillo del ojo una figura masculina detrás del hombre de larga cabellera cobriza me hizo darme cuenta que eso no era cierto y que el, seguramente mayordomo, estaba allí esperando órdenes. ¿Se estaba esperando algo de mí? ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Correr a sus brazos y llorar desesperada, al tanto que lo llamaba 'papá'? Tal vez...
-B-buenas tardes, supongo...
Eso fue todo lo que pude hacer, aún si el dolor en mi pecho me reclamó por ello.
Hubiera agradecido que el trayecto de la academia a la residencia de los Tescotti fuera más prolongado, al menos el tiempo extra me hubiera ayudado de alguna forma aunque en el fondo sabía que hubiera sido inútil de todas formas. El paisaje de la selva circundante a los trerrenos de la gran mansión sirvió, al menos, para despejarme y concentrarme en otra cosa que no fuera el próximo encuentro; pero de eso ya no había nada. Ahora habíamos traspasado unas enormes rejas que custodiaban celosamente aquello que se encontraba tras estas y los minutos se convirtieron en segundos y estos comenzaron a escaparse de mi control de una manera extraordinaria. El pánico comenzó a hacer mella en mí y miré desesperada a mi alrededor, con las manos ligeramente temblorosas y teniendo un sabor amargoso en la boca. Necesitaba un respiro, ¡aún no estaba lista! Y, más pronto de lo que a mí me hubiera gustado, libramos el sendero hasta la entrada de la enorme y ostentosa edificación. El vehículo se detuvo, el chofer bajó y su silueta encaminándose hacia la puerta más próxima a mi asiento anunció que la hora del encuentro había llegado, que ya no existía una marcha atrás ni una prórroga. Aún así me tomé unos cuantos segundos de más antes de bajar del auto, fijando ambas plantas de los pies con firmeza sobre el suelo cubierto de grava, porque dudaba que en esos momentos mis piernas fueran lo suficientemente fuertes como para sostenerme. Acepté el ofrecimiento del hombre y tomé su mano para ayudarme a incorporarme. Tuve que entrecerrar la mirada para evitar lesionarme los ojos castaños ante la excesiva luz del mediodía, después del interior cargado de sombras del automóvil. Un nudo se atoró en mi garganta y comencé a sufrir una especie de ataque de taquicardia, en la que mi respiración se veía imposibilitada de sustraer el oxígeno necesario para mantener la calma. Moría de los nervios y el miedo, y eso era notable para aquellos que fueran lo suficientemente observadores y pudieran apreciar mi rostro empalidecido de repente. Tenía que hacerlo, no existía otro camino más.
Con paso aparentemente tranquilo, pero que tras él se escondía una inseguridad que no conocía límites, me dejé guiar por el hombre que me había traido hasta aquí y subí la escalinata que llevaba hacia la enorme entrada principal. Mi vista en todo m0mento se había mantenido clavada en el suelo, pero al llegar a los últimos escalones comencé paulatinamente a alzarla hasta toparme con un calzado masculino que seguramente debería de costar un ojo de la cara. De allí mi mirada fue ascendiendo por las piernas, el torso, el cuello y finalmente el rostro ajeno. Mis ojos castaños se encontraron con los enigmáticos de él, con unos ojos que desconocía pero que al mismo tiempo mi interior clamaba desesperadamente por tratar de recordar, por indagar en el mar de memorias perdidas para dar con los mismos que, hace catorce años atrás, observaron mi partida de allí. Mi padre, ese era mi padre.
Clavé las uñas en las frías de las palmas de mis manos, en un intento poco ortodoxo por no perder la compostura y mantener la raya las lágrimas que pugnaban con fuerza por salir. Todo reclamo o comentario mordaz se atoró en mi garganta, junto con aquel nudo que se me había formado instantes atrás. Lo supe, aún si aquel rostro seguía siendo el de un extraño para mí y no lograba del todo recordar, supe que aquel hombre ante mí estaba fuertemente arraigado en mi interior y que no había sido su deseo el dejarme marchar. Tenía que haber sido eso, algo en mí me decía que yo ya sabía que el contrario no había tenido opción. Aún así, el resentimiento y dolor por no haber estado a mi lado todos aquellos años me impedían el no recelar; por lo que me mantuve fija en mi lugar, frente a él, y sin reaccionar de ninguna forma que no fuera con el desconocierto y los nervios reflejados en mi expresión.
-Señor Tescotti, he traído a la señorita Julietta sana y salva, como se me pidió. Si desea que haga algo más, hágamelo saber -y sin mayor anuncio, el chofer regresó sobre sus pasos y volvió a subirse en el auto, lo supe por el ruido de la puerta y, consecutivamente, el motor al arrancar.
Nos había dejado solos, aunque vislumbrar por el rabillo del ojo una figura masculina detrás del hombre de larga cabellera cobriza me hizo darme cuenta que eso no era cierto y que el, seguramente mayordomo, estaba allí esperando órdenes. ¿Se estaba esperando algo de mí? ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Correr a sus brazos y llorar desesperada, al tanto que lo llamaba 'papá'? Tal vez...
-B-buenas tardes, supongo...
Eso fue todo lo que pude hacer, aún si el dolor en mi pecho me reclamó por ello.
Julietta Tescotti
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Re: ¿Recuperando el tiempo perdido? I don't think so... [Leone Tescotti]
Bastó un momento. Un momento y ya estaba más dormido que despierto. Un momento y su mente ya estaba habitada por los sueños, por los recuerdos. Había bastado un momento de desatención y relajación para que quedara totalmente ajeno a la realidad... ¿Durante cuanto tiempo lo había estado en el pasado? Hace solo algunos años atrás estaba metido en un sueño tan profundo que duró más de lo previsto... ¿Cuánto había sido? ¿Dos años? De cierta forma consideraba haber dormido demasiado, había perdido demasiado tiempo precioso... Pero ahora no podía evitarlo, en ciertas ocasiones volvía a quedar dormido... Al parecer tanto cuerpos humanos como los de seres espirituales necesitaban más del sueño que la vigilia misma, era injusto ¿verdad? Recordó aquella despedida de antaño, recordó los encuentros que había tenido, recordó el amor, las alegrías y finalmente la tristeza y, a pesar de que su sueño estaba siendo un completo remolino de realidades vividas y sueños sin sentido aparente, en sus facciones aquella calmada y casi dulce sonrisa en sus labios no desapareció... Si se pararan ante él, pensarían que su mente no vería sueños, ni uno, ni la más pequeña señal, a pesar de no ser así... ¿Pero quién lo sabría? Seguramente lo olvidaría él mismo al despertar después. Sentado como estaba sobre un sillón de tela blanda y delante de un ventanal, era casi imposible seguir con su... Quizás no tan pacífico sueño. Antes o después alguien le despertaría... Resultando ser más antes que después.
...ne... Leone... Señor Leone —Abrió suavemente sus dorados ojos, encontrándose con la amistosa sonrisa del mayordomo ante él. Era un hombre corpulento, de cabello hasta los hombros y negros, vestido con el usual esmoquin. Se enderezó, alisando su impecable atuendo y su sonrisa se volvió una más profesional, como si pasara de despertar a un amigo a informar a su señor, aunque siempre lo había hecho de la forma correcta.— Señor Leone, si sigue durmiendo en cualquier lado acabará con un resfriado. Además, estoy aquí para enformarle que la Señorita Julietta está por llegar, acabo de ser informado por el conductor. —Informó con calma, apropiadamente. Después peró, volvió a inclinarse suavemente al frente, ofreciéndole una enguantada mano al de castaño cabello. El heredero de los Tescotti dejó escapar un silencioso suspiro y, extendiendo también su mano tomó la ajena para incorporarse... Era cierto... Finalmente ese día iba a poder volver a ver a su hija... Aquella niña que había dejado ir quince años atrás y que desde entonces no había tenido posibilidad de volver a ver... ¿Finalmente volvería a él? Pero... ¿Como decirlo? Se sentía... Nervioso, como un niño asustado que estaba a punto de salir corriendo y ocultarse... ¿Qué derecho tenía él, después de tanto tiempo volver a reclamarla? Él era... Un desconocido para ella... Viceversa también, era inevitable.— ¿Nervioso? —Inquirió el de oscuros cabellos una vez que el otro se incorporara, ganándose así la atención del mismo— ¿Eh? Ah... Sí...—Admitió con una apenada sonrisa. Soltó la mano ajena tras un "Gracias" y se alejó hacia el pasillo.
¿Qué podía hacer? ¿Qué debía hacer?
¿Iba a obligarla a conocer a desconocidos y dejar a todos los demás atrás?
No, no podía ser tan egoísta.
Pero le había dejado la elección.
Le había dejado la libertad de elegir...
¿Quizás se equivocó en ello?
Llegado a las afueras de la mansión, delante del enorme camino que facilitaba el acceso a los coches permaneció quieto, observando como el coche, que supuestamente llevaría a su hija dentro acababa de parar ante las escaleras que llevarían hasta la entrada a la mansión. Ahí paró, sintió su corazón latir más lento de lo habitual y por un momento temió que se fuera a parar. La jóven figura de castaño cabellos salió y comenzó a subir las escaleras. El tiempo se paró... ¿Qué se supone que iba a hacer? ¿Salir corriendo? ¿Tratarla como una amiga? ¿Como a una desconocida? ¿La abrazaría? ¿La miraría con desinterés?... ¿Qué tipo de padre quería ser él para ella? La duda se logró ver en sus ojos, el más atento de las personas la lograría ver, un sentimiento de inseguridad que lograba hacer temblar el mismo corazón de un adulto, todo por culpa de una niña... Cuando finalmente vio su rostro volvió a recordar, vio a Shizuka en ella, era su viva imágen y fue por ese mismo sentimiento de sorpresa que no logró moverse. Al menos, hasta escuchar aquél "Buenas tardes..." El hombre que estaba detrás suya pareció entenderlo, aquél hombre de oscuro atuendo pareció entender los miles de sentimientos que cruzaban por la mente de su señor, por ello, dio un paso al frente, inclinándose un poco al frente y se atrevó a susurrarle.— Sea usted mismo, Señor —Quizás fuera lo más apropiado... ¿Verdad? Retrocedió un paso, esbozando una afable sonrisa a la menor mientras juntaba sus manos detrás de su espalda y se alejaba.
Dejó que unos segundos interminables pasaran y al final, como si realmente no fuera dueño de sus propios movimientos avanzó unos apresurados pasos hacia ella, hacia aquella pequeña, para él pequeña, niña. Extendió sus brazos y sin pensarlo más la abrazó, atrayó hacia él aquél pequeño y frágil cuerpo como lo había hecho tiempo atrás, inumerables veces en el pasado, cuando ella no era más que una bebé, tan pequeña... Tan frágil... Seguramente ni recordaría aquél contacto, pero a él no le importaba, se sentía mal, terrible por dejarla, pero al mismo tiempo su corazón se estremeció, llenándose de muchos, incontables sentimientos, todos ellos de completa felicidad— ...Julietta...—Susurró su nombre, suave, preferió dejarlo así, no levantar más su voz de aquello. Cerró sus ojos y permaneció ahí, quieto, rodeando a la otra con sus brazos, temiendo que... Desapareciera...
...ne... Leone... Señor Leone —Abrió suavemente sus dorados ojos, encontrándose con la amistosa sonrisa del mayordomo ante él. Era un hombre corpulento, de cabello hasta los hombros y negros, vestido con el usual esmoquin. Se enderezó, alisando su impecable atuendo y su sonrisa se volvió una más profesional, como si pasara de despertar a un amigo a informar a su señor, aunque siempre lo había hecho de la forma correcta.— Señor Leone, si sigue durmiendo en cualquier lado acabará con un resfriado. Además, estoy aquí para enformarle que la Señorita Julietta está por llegar, acabo de ser informado por el conductor. —Informó con calma, apropiadamente. Después peró, volvió a inclinarse suavemente al frente, ofreciéndole una enguantada mano al de castaño cabello. El heredero de los Tescotti dejó escapar un silencioso suspiro y, extendiendo también su mano tomó la ajena para incorporarse... Era cierto... Finalmente ese día iba a poder volver a ver a su hija... Aquella niña que había dejado ir quince años atrás y que desde entonces no había tenido posibilidad de volver a ver... ¿Finalmente volvería a él? Pero... ¿Como decirlo? Se sentía... Nervioso, como un niño asustado que estaba a punto de salir corriendo y ocultarse... ¿Qué derecho tenía él, después de tanto tiempo volver a reclamarla? Él era... Un desconocido para ella... Viceversa también, era inevitable.— ¿Nervioso? —Inquirió el de oscuros cabellos una vez que el otro se incorporara, ganándose así la atención del mismo— ¿Eh? Ah... Sí...—Admitió con una apenada sonrisa. Soltó la mano ajena tras un "Gracias" y se alejó hacia el pasillo.
¿Qué podía hacer? ¿Qué debía hacer?
¿Iba a obligarla a conocer a desconocidos y dejar a todos los demás atrás?
No, no podía ser tan egoísta.
Pero le había dejado la elección.
Le había dejado la libertad de elegir...
¿Quizás se equivocó en ello?
Llegado a las afueras de la mansión, delante del enorme camino que facilitaba el acceso a los coches permaneció quieto, observando como el coche, que supuestamente llevaría a su hija dentro acababa de parar ante las escaleras que llevarían hasta la entrada a la mansión. Ahí paró, sintió su corazón latir más lento de lo habitual y por un momento temió que se fuera a parar. La jóven figura de castaño cabellos salió y comenzó a subir las escaleras. El tiempo se paró... ¿Qué se supone que iba a hacer? ¿Salir corriendo? ¿Tratarla como una amiga? ¿Como a una desconocida? ¿La abrazaría? ¿La miraría con desinterés?... ¿Qué tipo de padre quería ser él para ella? La duda se logró ver en sus ojos, el más atento de las personas la lograría ver, un sentimiento de inseguridad que lograba hacer temblar el mismo corazón de un adulto, todo por culpa de una niña... Cuando finalmente vio su rostro volvió a recordar, vio a Shizuka en ella, era su viva imágen y fue por ese mismo sentimiento de sorpresa que no logró moverse. Al menos, hasta escuchar aquél "Buenas tardes..." El hombre que estaba detrás suya pareció entenderlo, aquél hombre de oscuro atuendo pareció entender los miles de sentimientos que cruzaban por la mente de su señor, por ello, dio un paso al frente, inclinándose un poco al frente y se atrevó a susurrarle.— Sea usted mismo, Señor —Quizás fuera lo más apropiado... ¿Verdad? Retrocedió un paso, esbozando una afable sonrisa a la menor mientras juntaba sus manos detrás de su espalda y se alejaba.
Dejó que unos segundos interminables pasaran y al final, como si realmente no fuera dueño de sus propios movimientos avanzó unos apresurados pasos hacia ella, hacia aquella pequeña, para él pequeña, niña. Extendió sus brazos y sin pensarlo más la abrazó, atrayó hacia él aquél pequeño y frágil cuerpo como lo había hecho tiempo atrás, inumerables veces en el pasado, cuando ella no era más que una bebé, tan pequeña... Tan frágil... Seguramente ni recordaría aquél contacto, pero a él no le importaba, se sentía mal, terrible por dejarla, pero al mismo tiempo su corazón se estremeció, llenándose de muchos, incontables sentimientos, todos ellos de completa felicidad— ...Julietta...—Susurró su nombre, suave, preferió dejarlo así, no levantar más su voz de aquello. Cerró sus ojos y permaneció ahí, quieto, rodeando a la otra con sus brazos, temiendo que... Desapareciera...
Leone Tescotti
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Re: ¿Recuperando el tiempo perdido? I don't think so... [Leone Tescotti]
Mis ojos se encontraron con los de aquel hombre, y no pude hacer otra cosa que no fuera temer por dentro aún si por fuera mostraba un temple intachable. Uno que jamás podría sentir en realidad, pero debía ser fuerte pues no me podía permitir derrumbarme frente aquel extraño, en caso de sólo recibir rechazo por su parte.
Me mordí la parte interna de la mejilla mientras aguardaba, impaciente. Los segundos se convertían minutos y los minutos horas, para mí, de eterno y asfixiante silencio. Con el rabillo del ojo pude percibir la breve sonrisa de aquel que seguramente fungía como mayordomo, antes de que este se retirase. Eso debió de darme alguna especie de esperanza, pero mi inseguridad no me permitía bajar la guardia bajo ningún precio. Y seguí allí, con toda mi atención centrada en aquel peculiar hombre, ese que seguramente había ayudado a que yo pudiera llegar a aquel mundo y viese por vez primera la cálida luz y los brillantes colores. Ese que me había desairado cuando sólo contaba con tres años. La pregunta del millón era: ¿por qué? ¿Por qué lo había hecho?
No pude preguntárselo. En un segundo estaba frente a mí, inmutable, y al siguiente lo tenía encima mío y me abrazaba con aquellos brazos, brindándome su calor y protección. Toda barrera de fingida seguridad e indiferencia se derrumbó. Esa expresión mía que pretendía ser neutral para evitar relucir mi verdadero sentir desapareció, siendo sustituida por una de evidente asombro y desconcierto. Mis ojos castaños se abrieron cuales grandes eran y tuve que dar ligeros pasos hacia atrás para evitar caer al suelo ante la intensidad de aquella acción ajena. Me quedé de piedra, inmóvil y sin saber cómo reaccionar. ¿Aquello estaba sucediendo realmente? Eso no podía ser posible, o quizá sí, pero... Entonces, ¿cómo? ¡No lo entendía!
Mi confusión era evidente. Todos aquellos días me había estado creando la figura de un hombre alto, imponente y de presencia aplastante; con dura mirada y diplomáticos ademanes. Y en cambio estaba allí el de cobrizos cabellos, mostrando en el fondo un semblante igual de nervioso y temeroso al mío, y obsequiándome un calor que había creído perdido desde hacía mucho tiempo. Su voz susurrando mi nombre al oído me provocó un escalofrío que no supe identificar muy bien a qué se debía precisamente; tras este le siguió un calor que amenazaba con hacer arder en llamas todo mi ser.
Aquel hombre... mi padre, ¡lo era!
Segundos tarde, pero en un impulsivo acto rodeé la espalda del contrario con fuerza y escondí mi rostro en su hombro, ocultando aquellas lágrimas que comenzaron a brotar silenciosamente de mis ojos, los cuales había cerrado con inusitada fuerza. Que nadie me apartara de allí, donde podía sentirme segura y protegida por el contrario. Ya habíamos perdido catorce años, y no quería perder ni uno más.
-Eres tú... realmente lo eres -musité con voz extrangulada y opacada, pero aún así estaba segura de que podría escucharme.
Sabía que el ayer jamás podría regresar, y que sería inútil tratar de recuperar un tiempo perdido. Quizá no podíamos ser dueños de nuestros pasados, pero las cosas podrían ser diferentes a partir de ahora. Costaría, por supuesto que sí... Aquella barrera erguida por mí y que me separaba de mi padre, hecha de recelo y temores, no desaparecería de la noche a la mañana. Pero trataría de hacer aquello que siempre me había costado en el pasado: confiar. Sólo deseaba no salir lastimada... ¿Debería de entregarle mi vulnerabilidad a aquel hombre? ¿Permitirle que me conozca hasta en el más mínimo rincón de mi existir? No lo sabía, aún temía... pero quería hacerlo.
Finalmente me separé de él, pero sin deshacer el abrazo. Lo único que quería era poder contemplarle las facciones. Por un instante le obsequié una tímida sonrisa, pero esta al segundo siguiente fue sustituida por una expresión de incertidumbre.
-¿Por qué...? -mi susurro fue casi inaudible, y mi voz terminó muriéndose. Deseaba saberlo... aun sí temía a la respuesta que pudiera darme.
Me mordí la parte interna de la mejilla mientras aguardaba, impaciente. Los segundos se convertían minutos y los minutos horas, para mí, de eterno y asfixiante silencio. Con el rabillo del ojo pude percibir la breve sonrisa de aquel que seguramente fungía como mayordomo, antes de que este se retirase. Eso debió de darme alguna especie de esperanza, pero mi inseguridad no me permitía bajar la guardia bajo ningún precio. Y seguí allí, con toda mi atención centrada en aquel peculiar hombre, ese que seguramente había ayudado a que yo pudiera llegar a aquel mundo y viese por vez primera la cálida luz y los brillantes colores. Ese que me había desairado cuando sólo contaba con tres años. La pregunta del millón era: ¿por qué? ¿Por qué lo había hecho?
No pude preguntárselo. En un segundo estaba frente a mí, inmutable, y al siguiente lo tenía encima mío y me abrazaba con aquellos brazos, brindándome su calor y protección. Toda barrera de fingida seguridad e indiferencia se derrumbó. Esa expresión mía que pretendía ser neutral para evitar relucir mi verdadero sentir desapareció, siendo sustituida por una de evidente asombro y desconcierto. Mis ojos castaños se abrieron cuales grandes eran y tuve que dar ligeros pasos hacia atrás para evitar caer al suelo ante la intensidad de aquella acción ajena. Me quedé de piedra, inmóvil y sin saber cómo reaccionar. ¿Aquello estaba sucediendo realmente? Eso no podía ser posible, o quizá sí, pero... Entonces, ¿cómo? ¡No lo entendía!
Mi confusión era evidente. Todos aquellos días me había estado creando la figura de un hombre alto, imponente y de presencia aplastante; con dura mirada y diplomáticos ademanes. Y en cambio estaba allí el de cobrizos cabellos, mostrando en el fondo un semblante igual de nervioso y temeroso al mío, y obsequiándome un calor que había creído perdido desde hacía mucho tiempo. Su voz susurrando mi nombre al oído me provocó un escalofrío que no supe identificar muy bien a qué se debía precisamente; tras este le siguió un calor que amenazaba con hacer arder en llamas todo mi ser.
Aquel hombre... mi padre, ¡lo era!
Segundos tarde, pero en un impulsivo acto rodeé la espalda del contrario con fuerza y escondí mi rostro en su hombro, ocultando aquellas lágrimas que comenzaron a brotar silenciosamente de mis ojos, los cuales había cerrado con inusitada fuerza. Que nadie me apartara de allí, donde podía sentirme segura y protegida por el contrario. Ya habíamos perdido catorce años, y no quería perder ni uno más.
-Eres tú... realmente lo eres -musité con voz extrangulada y opacada, pero aún así estaba segura de que podría escucharme.
Sabía que el ayer jamás podría regresar, y que sería inútil tratar de recuperar un tiempo perdido. Quizá no podíamos ser dueños de nuestros pasados, pero las cosas podrían ser diferentes a partir de ahora. Costaría, por supuesto que sí... Aquella barrera erguida por mí y que me separaba de mi padre, hecha de recelo y temores, no desaparecería de la noche a la mañana. Pero trataría de hacer aquello que siempre me había costado en el pasado: confiar. Sólo deseaba no salir lastimada... ¿Debería de entregarle mi vulnerabilidad a aquel hombre? ¿Permitirle que me conozca hasta en el más mínimo rincón de mi existir? No lo sabía, aún temía... pero quería hacerlo.
Finalmente me separé de él, pero sin deshacer el abrazo. Lo único que quería era poder contemplarle las facciones. Por un instante le obsequié una tímida sonrisa, pero esta al segundo siguiente fue sustituida por una expresión de incertidumbre.
-¿Por qué...? -mi susurro fue casi inaudible, y mi voz terminó muriéndose. Deseaba saberlo... aun sí temía a la respuesta que pudiera darme.
Julietta Tescotti
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Re: ¿Recuperando el tiempo perdido? I don't think so... [Leone Tescotti]
Por un momento temió que le iría a rechazar, que se alejaría de él, que se molestara por ese atrevimiento suyo... No sabía si seguía siendo la misma niña que había dejado. No, claro que no, el tiempo cambiaba a cualquiera, él mismo había cambiado por culpa del tiempo... ¿Se habría vuelto más fuerte o quizás habría perdido esa fortaleza que en un principio tenía? Aquella fortaleza que le había permitido ir en contra de los deseos de su padre, de su familia, de los Tescotti y cumplir con su promesa, seguir su corazón y escucharle a él ante todos los demás. Al final había acabado herido, al borde del desaparecer en un mar de lágrimas y agonías... Demasiado tarde se había dado cuenta que ese no había sido un error, que era más feliz que antes, que aun había un destello de luz que él mismo pareció estar a punto de estrangular con sus propias, sucias manos. Le sorprendió sentir como los brazos de ella al final correspondieron aquél abrazo suyo, causando que, más allá de la sorpresa que expresó sus facciones pasara a una suave y dulce mirada, acabando con sus ojos cerrados, disfrutando de aquél abrazo, del pequeño cuerpo de su hija entre sus brazos... ¿Durante cuanto tiempo había deseado eso? Desde que había vuelto a despertar, su primer pensamiento fue ese mismo, el querer verla... Al final estaba ante él, Julietta, aquella a quién por última vez había visto cuando no era más que una pequeña niña de tres años... Ahora se había convertido en toda una señorita y él, había quedado lejos de todos aquellos importantes recuerdos en los que realmente habría tenido que salir. El primer día de colegio, sus llantos y risas... Había perdido todo eso.
Escuchó perfectamente aquél susurro ajeno, aquella confirmación de quién era... Sí, era él, Leone Tescotti... No, los Tescotti nada tenían que ver con eso. Ante todo él era su padre y era así como debía serlo. Estaba orgullosa de ella, de ser tan fuerte, más que él quizás... Pero, si las lágrimas no amenazaron por caer por sus mejillas fue solo porque decidió ser fuerte, ser fuerte por ella, por su bien... Porque era justo que los padres protegieran a sus hijos, porque era justo que les demostrara su amor. Cuando se separó un poco de él y vio sus castaños ojos, el afecto se fue volviendo visible en sus facciones. Bajó su mirada, entrecerrando suavemente sus ojos mientras los fijaba en los ajenos con calma, aún sin romper aquél abrazo... Aquella pregunta... Podía tener tantos significados, había tantas cosas de las que hablar y él, a pesar de todo, no sabía como empezar... Sus motivos ahora parecían tan tontos, sin fundamento.— ... Julietta... Te volviste tan grande y hermosa... —Una de sus manos paso a posarse sobre su cabeza, acariciando sus castaños cabellos. Finalmente paró y en sus orbes, cierto toque de culpabilidad— ¿Por qué?... Hay tantas cosas que contar... ¿Quisieras saber? —Estaba dudando, dudando de como tratarla, de que hacer, como accionar, si hablar o callar.— Pero este no es un buen lugar donde hablar ¿No crees? Estoy siendo terriblemente descortés dejándote en la entrada. —Pero, al final una suave sonrisa, algo más animada se dibujó en sus facciones— ¿Te gustaría merendar? ¿O prefieres dar una vuelta por la mansión? Tú decides —Lentamente... Quizás lentamente podrían llegar a entenderse, aunque fuera solo un poco.
Escuchó perfectamente aquél susurro ajeno, aquella confirmación de quién era... Sí, era él, Leone Tescotti... No, los Tescotti nada tenían que ver con eso. Ante todo él era su padre y era así como debía serlo. Estaba orgullosa de ella, de ser tan fuerte, más que él quizás... Pero, si las lágrimas no amenazaron por caer por sus mejillas fue solo porque decidió ser fuerte, ser fuerte por ella, por su bien... Porque era justo que los padres protegieran a sus hijos, porque era justo que les demostrara su amor. Cuando se separó un poco de él y vio sus castaños ojos, el afecto se fue volviendo visible en sus facciones. Bajó su mirada, entrecerrando suavemente sus ojos mientras los fijaba en los ajenos con calma, aún sin romper aquél abrazo... Aquella pregunta... Podía tener tantos significados, había tantas cosas de las que hablar y él, a pesar de todo, no sabía como empezar... Sus motivos ahora parecían tan tontos, sin fundamento.— ... Julietta... Te volviste tan grande y hermosa... —Una de sus manos paso a posarse sobre su cabeza, acariciando sus castaños cabellos. Finalmente paró y en sus orbes, cierto toque de culpabilidad— ¿Por qué?... Hay tantas cosas que contar... ¿Quisieras saber? —Estaba dudando, dudando de como tratarla, de que hacer, como accionar, si hablar o callar.— Pero este no es un buen lugar donde hablar ¿No crees? Estoy siendo terriblemente descortés dejándote en la entrada. —Pero, al final una suave sonrisa, algo más animada se dibujó en sus facciones— ¿Te gustaría merendar? ¿O prefieres dar una vuelta por la mansión? Tú decides —Lentamente... Quizás lentamente podrían llegar a entenderse, aunque fuera solo un poco.
Leone Tescotti
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Re: ¿Recuperando el tiempo perdido? I don't think so... [Leone Tescotti]
Sólo pude contemplarlo, con la confusión siendo la reinante en mi expresión. No sabía muy bien como interpretar aquella oleada de sentimientos que en ese momento me embargaba. Estaba feliz, sí, de poder sentir de nuevo aquel calor que creí perdido desde mi infancia. Porque, por extraño que pudiera parecer, recordaba aquella sensación aún si mis memorias estaban perdidas en la neblina del tiempo, sin embargo mi cuerpo aún podía identificar aquel suave y a la vez firme tacto como algo ya sentido una vez, en antaño. A la vez el temor corrompía aquella dicha de ver directamente a los ojos al hombre que me dio la vida. No tenía que olvidar que, para mí, él era un completo extraño aun si compartíamos la misma sangre. No sabía quién era, qué lo hacía reír, qué llorar, cuáles eran sus motivaciones en la vida, cuál era su comida favorita, su postura favorita a la hora de dormir... Nada, una parte de mi mente se había mantenido vacía ante la ausencia de toda esa información que debería de ser importante, pero que se me negó en su momento.
No debía ser egoísta, seguramente el hombre ante mí sufría de las mismas interrogantes internas con respecto a mí, de una mezcla de sentimientos parecida a la mía... Volví a morderme el interior de mi mejilla izquierda, tratandon de contenerme. Deseaba ilusionarme y confiar, albergar esperanzas y bombardearle a preguntar con respecto a qué era lo que lo conformaba; que no me ocultara ni un secreto. Saberlo todo... porque lo merecía, ¿no? Saber quién era Leone Tescotti... aunque más que eso, deseaba saber quién era mi padre. Los nombres no tenían cabida allí. Y a pesar de sentirme así, seguía dudando... recelando de las razones que llevaron al de cobriza cabellera a contactarme. ¿Por qué, después de catorce años, había mostrado interés en mí? ¿Por qué... no antes?
Cerré con sutileza mi mirada cuando la cálida mano ajena se posó sobre mi cabeza y acarició con suavidad mi cabello castaño. ¿En verdad pensaba eso? ¿En verdad para él era hermosa? ¿No estaba decepcionado? ¿Habría llenado... todas sus expectativas? Me regañé internamente; de nada me serviría lanzar un interrogatorio interno si no sería capaz de obtener las respuestas necesarias a este, sólo mi padre podría resolver las incógnitas... y no tenía el valor suficiente para lanzarlas, no aún. Tenía miedo de saberlas, muy en el fondo. Después de todo, seguía siendo sólo una cría.
-No lo sé... -bajé la mirada con una expresión parcialmente sombría, tratando de no mostrar el pesar y temor que por un segundo empañaron el brillo característico en mis ojos castaños- no estoy segura de querer saberlo, ni de si estoy preparada para ello -me sinceré. No podría ver la situación con objetividad mientras aquella lucha interna se librara aún en mí. Mi voz hasta ese momento se había mostrado pausada y muy baja, casi difícil de distinguir entre los sonidos habituales del ambiente, pero cuando me fue lanzada aquella pregunta sobre qué hacer, alcé una vez la mirada para contemplarle con ligero asombro. Mi tono habitual de hablar regresó-. No hay problema -comenté sin más, restándole importancia a la supuesta falta de cortesía por su parte. La verdad sea dicha, ni siquiera había pensado en ello. Sonreí- creo que prefiero primero dar una vuelta por el lugar, no me siento en las condiciones más óptimas para ingerir algún alimento.
Y era verdad, pues era tanto mi nerviosismo que temía terminar devolviendo el estómago en caso de hacer aquello último. Y si me pedían opinión, era un momento incómodo que deseaba evitar, muchas gracias. Pasaba de las vergüenzas innecesarias. Además, no deseaba darle una mala impresión al hombre que me había dado la vida y que, por ironía del destino, me era totalmente un extraño.
Con un leve asentimiento en señal de respeto y dispensas, me adentré en el interior del basto recinto, que resultó ser un enorme vestíbulo, quedándome maravillada ante tanta elegancia y ostentosidad. Volví a frenar mis pasos de improviso, habiendo sólo caminado un par de metros tras haber abandonado el exterior.
-V-vaya... -fue todo lo que pude decir al respecto. Todo aquello era muy diferente a lo habitual para mí, pues en casa de mis tíos siempre se había mantenido la tradición japonesa. Aquello era... todo occidental, aun si se podía apreciar una que otra decoración oriental. Y, aunque guardaba cierto parecido con la academia a la cual había llegado tras mi arribo a la isla, también eran totalmente diferentes los estilos, casi irreconocibles- es... muy diferente de lo que me había imaginado en mi infancia...
Eso último fue un pensamiento propio expresado en voz alta que algo dicho para él. Porque sí, en mi infancia miles de veces me había preguntado e imaginado cómo sería la casa en la cual residía mi padre... Y siempre se trataba de una casa total distinta a la otra.
No debía ser egoísta, seguramente el hombre ante mí sufría de las mismas interrogantes internas con respecto a mí, de una mezcla de sentimientos parecida a la mía... Volví a morderme el interior de mi mejilla izquierda, tratandon de contenerme. Deseaba ilusionarme y confiar, albergar esperanzas y bombardearle a preguntar con respecto a qué era lo que lo conformaba; que no me ocultara ni un secreto. Saberlo todo... porque lo merecía, ¿no? Saber quién era Leone Tescotti... aunque más que eso, deseaba saber quién era mi padre. Los nombres no tenían cabida allí. Y a pesar de sentirme así, seguía dudando... recelando de las razones que llevaron al de cobriza cabellera a contactarme. ¿Por qué, después de catorce años, había mostrado interés en mí? ¿Por qué... no antes?
Cerré con sutileza mi mirada cuando la cálida mano ajena se posó sobre mi cabeza y acarició con suavidad mi cabello castaño. ¿En verdad pensaba eso? ¿En verdad para él era hermosa? ¿No estaba decepcionado? ¿Habría llenado... todas sus expectativas? Me regañé internamente; de nada me serviría lanzar un interrogatorio interno si no sería capaz de obtener las respuestas necesarias a este, sólo mi padre podría resolver las incógnitas... y no tenía el valor suficiente para lanzarlas, no aún. Tenía miedo de saberlas, muy en el fondo. Después de todo, seguía siendo sólo una cría.
-No lo sé... -bajé la mirada con una expresión parcialmente sombría, tratando de no mostrar el pesar y temor que por un segundo empañaron el brillo característico en mis ojos castaños- no estoy segura de querer saberlo, ni de si estoy preparada para ello -me sinceré. No podría ver la situación con objetividad mientras aquella lucha interna se librara aún en mí. Mi voz hasta ese momento se había mostrado pausada y muy baja, casi difícil de distinguir entre los sonidos habituales del ambiente, pero cuando me fue lanzada aquella pregunta sobre qué hacer, alcé una vez la mirada para contemplarle con ligero asombro. Mi tono habitual de hablar regresó-. No hay problema -comenté sin más, restándole importancia a la supuesta falta de cortesía por su parte. La verdad sea dicha, ni siquiera había pensado en ello. Sonreí- creo que prefiero primero dar una vuelta por el lugar, no me siento en las condiciones más óptimas para ingerir algún alimento.
Y era verdad, pues era tanto mi nerviosismo que temía terminar devolviendo el estómago en caso de hacer aquello último. Y si me pedían opinión, era un momento incómodo que deseaba evitar, muchas gracias. Pasaba de las vergüenzas innecesarias. Además, no deseaba darle una mala impresión al hombre que me había dado la vida y que, por ironía del destino, me era totalmente un extraño.
Con un leve asentimiento en señal de respeto y dispensas, me adentré en el interior del basto recinto, que resultó ser un enorme vestíbulo, quedándome maravillada ante tanta elegancia y ostentosidad. Volví a frenar mis pasos de improviso, habiendo sólo caminado un par de metros tras haber abandonado el exterior.
-V-vaya... -fue todo lo que pude decir al respecto. Todo aquello era muy diferente a lo habitual para mí, pues en casa de mis tíos siempre se había mantenido la tradición japonesa. Aquello era... todo occidental, aun si se podía apreciar una que otra decoración oriental. Y, aunque guardaba cierto parecido con la academia a la cual había llegado tras mi arribo a la isla, también eran totalmente diferentes los estilos, casi irreconocibles- es... muy diferente de lo que me había imaginado en mi infancia...
Eso último fue un pensamiento propio expresado en voz alta que algo dicho para él. Porque sí, en mi infancia miles de veces me había preguntado e imaginado cómo sería la casa en la cual residía mi padre... Y siempre se trataba de una casa total distinta a la otra.
Julietta Tescotti
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Re: ¿Recuperando el tiempo perdido? I don't think so... [Leone Tescotti]
Permaneció en silencio, escuchando. No iba a comportarse ahora de forma egoísta y hablar solo él, porque claro, habían cosas que incluso él prefería no decirlas, a pesar de que desearía poder saber todo de su hija. Pero lo sabía, lo injusto que era eso para cualquiera y por ello tampoco lo pronunciaba en voz alta. Pero, pensándolo un poco ¿Acaso no todo padre tenía un secreto o dos? Quizás porque querían parecer perfectos ante sus hijos, porque querían construir para ellos un medio de paz y armonía. Él, Leone Tescotti, había sostenido y de alguna forma, ayudado a que aquella academia se volviera lo que era para poder hacer vivir a su hija en un lugar agradable y totalmente seguro. ¿Era malo querer eso ahora? Se había dado cuenta demasiado tarde que la tenía a ella, que no estaba solo. No, quizás lo correcto era decir que siempre lo supo, pero que jamás quiso alejarse de su aparente armonía. El sueño eterno entonces era tan dulce que se había visto incapaz de alejarse de él. Leone Tescotti era un cobarde, pero, esa cobardía desde que había vuelto a caminar por el mundo como un ser vivo había quedado atrás, escondida por sus ideales. Siguió observándola con cariño, a ese pequeño serecillo que tenía entre sus brazos... Ah... Quizás decir 'pequeño' era erróneo. Julietta había crecido, era una mujercita de la que no sabía absolutamente nada a parte de que él, sin duda alguna, era su padre. Lo comprendió y aceptó. Era normal no sentirse lista, era normal dudar, de hecho, siquiera él, todo un adulto, podía estar totalmente seguro de algunas cosas. Precisamente en ese instante estaba dudando, dudando de como reaccionar, así que, prefirió simplemente dejarse llevar por su instinto.
Lo comprendo... Julietta... Si en algún momento quieres preguntar algo... Cualquier cosa... No dudes en hacerlo ¿Sí? —Al menos ese pequeño problema parecía estar resuelto, al menos por el momento. Pero no se sabía cuando ella comenzará a preguntar... Y lo que se vería obligado a responder... ¿Diría algo tan estúpido como el haber tenido miedo de sus responsabilidades y haber deseado la muerte? ¿Ella no se sentiría decepcionada? Claro que lo haría... ¿Acaso las niñas no querían ver en sus padres unos Super Héroes? Pero, él era de todo menos uno. Dio un paso hacia atrás, soltándola de aquél abrazo mientras asentía con un gesto de la cabeza, tranquilo.— Claro. —Dejó que se adelantara, para seguirla de cerca, a unos escasos pasos de ella y, cuando Julietta paró, sus pasos cesaron también de avanzar. Ah... Esa mansión... Sonrió, dudoso de si reír o menos ante la reacción de su hija— ¿Cómo te la habías imaginado? —Inquirió con suavidad, con un calmo y dulce tono de voz, en un deje de diversión pero sin llegar a ser descortés, principalmente porque él no lo era— Pero... Esta mansión fue decorada en su totalidad por mi padre. Tú abuelo... —Ese viejo... Incluso para Leone era un tema complicado de tratar, quizás desde un principio no había hecho bien en pronunciar aquello. Planeaba no hacerlo.— Admito también que no tuve mucho tiempo de inspeccionar los alrededores. Llegué hace apenas una semana y hasta ahora estuve bastante ocupado con el principio del año académico. Pero se lo básico —En sus labios se posó una sonrisa un tanto apenada antes de señalar con un delgado pero largo dedo hacia una puerta de caoba, bellamente adornada.— Por ejemplo... ¿Qué crees que pueda haber detrás de esa enorme puerta? —Su cabeza se volteó suavemente hacia la dirección señalada, causando que su largo y castaño cabello se balanceara con suavidad por su gesto.
Lo comprendo... Julietta... Si en algún momento quieres preguntar algo... Cualquier cosa... No dudes en hacerlo ¿Sí? —Al menos ese pequeño problema parecía estar resuelto, al menos por el momento. Pero no se sabía cuando ella comenzará a preguntar... Y lo que se vería obligado a responder... ¿Diría algo tan estúpido como el haber tenido miedo de sus responsabilidades y haber deseado la muerte? ¿Ella no se sentiría decepcionada? Claro que lo haría... ¿Acaso las niñas no querían ver en sus padres unos Super Héroes? Pero, él era de todo menos uno. Dio un paso hacia atrás, soltándola de aquél abrazo mientras asentía con un gesto de la cabeza, tranquilo.— Claro. —Dejó que se adelantara, para seguirla de cerca, a unos escasos pasos de ella y, cuando Julietta paró, sus pasos cesaron también de avanzar. Ah... Esa mansión... Sonrió, dudoso de si reír o menos ante la reacción de su hija— ¿Cómo te la habías imaginado? —Inquirió con suavidad, con un calmo y dulce tono de voz, en un deje de diversión pero sin llegar a ser descortés, principalmente porque él no lo era— Pero... Esta mansión fue decorada en su totalidad por mi padre. Tú abuelo... —Ese viejo... Incluso para Leone era un tema complicado de tratar, quizás desde un principio no había hecho bien en pronunciar aquello. Planeaba no hacerlo.— Admito también que no tuve mucho tiempo de inspeccionar los alrededores. Llegué hace apenas una semana y hasta ahora estuve bastante ocupado con el principio del año académico. Pero se lo básico —En sus labios se posó una sonrisa un tanto apenada antes de señalar con un delgado pero largo dedo hacia una puerta de caoba, bellamente adornada.— Por ejemplo... ¿Qué crees que pueda haber detrás de esa enorme puerta? —Su cabeza se volteó suavemente hacia la dirección señalada, causando que su largo y castaño cabello se balanceara con suavidad por su gesto.
Leone Tescotti
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Re: ¿Recuperando el tiempo perdido? I don't think so... [Leone Tescotti]
En cuanto entramos fui capaz de ver, por encima del hombro, que un sirviente cerraba la puerta de entrada y se retiraba con sumo disimulo, como si pretendiese no ser otra cosa que un fantasma. Ese tipo de comportamiento también era muy común en aquellos que servían a la mafia de mis tíos, así que no me sorprendía mas sí atrajo mi atención por unos segundos. Al menos los suficientes para perderme lo que aquel hombre, que se suponía era mi padre, decía en aquellos momentos y sólo logrando rescatar lo último de sus palabras. Volteé a verlo con desconcierto y después negué, sacando toda cavilación de mi mente y así concentrarme en dónde estaba y, sobre todo, con quién estaba.
-Lo siento, no prestaba atención -me disculpé con una nerviosa sonrisa-, no lo sé, la verdad... Estoy acostumbrada al estilo oriental y esta construcción es del todo occidental, así que la edificación misma me desconcierta un poco, al igual que lo hizo la academia. Pero... -miré a mi alrededor y terminé por enfocar finalmente la puerta que mi padre señalaba, ladeando el rostro y volviendo a dudar- ... podría ser, tal vez... ¿un salón de música? O una biblioteca -volteé a verlo con cierta ilusión en el rostro-. Lo cierto es que no tengo ni la más mínima idea de si eso podría ser posible, pero en lo personal me gustaría que fuera alguna de las dos... Digo, por algo me inscribí en literatura. Me gustan los libros -asentí, prefiriendo omitir el tema de la música y mejor enfocarme en el de los libros. Si el hombre ante mí me llegaba a interrogar con respecto a mi gusto por la primera rama del arte... no sabría qué decirle, sobre todo porque era un secreto para todo el mundo que me gustaba cantar pero que dudaba bastante de tener talento para ello y, precisamente por eso, era que lo mantenía en secreto. Bueno, sería mentira afirmar que se lo ocultaba a todo el mundo, pues justo Sergei se había enterado hacía apenas un par de días, pero debido a una casualidad y no por propia decisión.
Me cuestionaba si sólo mi acompañante había lanzado aquella pregunta por tener algo que decir, o realmente me iba a dejar echar un vistazo al otro lado porque ahora la curiosidad me carcomía y no me dejaría en paz hasta que no averiguara de qué se trataba. Casi me salió el mirarle con reproche, como lo haría una niña pequeña ante su padre para obtener así lo que desea y que le es negado, pero logré contenerme a tiempo. En primera ya no era una niña, y en segunda, aunque en efecto se trataba de mi propio progenitor, eso no quitaba el hecho de que seguía siendo un completo desconocido para mí. Y de nuevo un sin fin de preguntas comenzaron a asaltar mi mente, deseosa de saber cada mínimo detalle de aquel hombre que me dio la vida. Pero no podía... a pesar de todo, una brecha abismal se formaba entre nosotros; una barrera eregida por mis propios temores impedía que pudiera confiar en él, que pudiera acercarme...
Y aún así, siendo consciente de ello, impulsivamente me animé a librar los escasos metros que nos separaban sólo para concentrarme en definir cada una de sus facciones y así terminar en fijar mi mirada de ojos castaños en la verdosa de él. Fruncí el ceño, con interés.
-Tienes unos ojos muy bonitos... me gustan -sin poderlo evitarlo ya le estaba sonriendo con sutileza, casi perceptible. Pero eso sólo duró unos segundos, pues volví a adquirir aquella expresión solemne- pero me pregunto porqué hay tanta melancolía en ellos.... Por cierto, ¿cuál es tu posición favorita a la hora de dormir?
Off: ¡Perdón! Algo me dice que quedó muy, pero muy bizarro... ni siquiera lo releo por temor a que no me guste y lo borre x'D pero es que lo hice por partes y mientras roleaba por la CB... mala idea, muy mala u,ú Como sea, si te desagrada, avísame y lo rehago C':
-Lo siento, no prestaba atención -me disculpé con una nerviosa sonrisa-, no lo sé, la verdad... Estoy acostumbrada al estilo oriental y esta construcción es del todo occidental, así que la edificación misma me desconcierta un poco, al igual que lo hizo la academia. Pero... -miré a mi alrededor y terminé por enfocar finalmente la puerta que mi padre señalaba, ladeando el rostro y volviendo a dudar- ... podría ser, tal vez... ¿un salón de música? O una biblioteca -volteé a verlo con cierta ilusión en el rostro-. Lo cierto es que no tengo ni la más mínima idea de si eso podría ser posible, pero en lo personal me gustaría que fuera alguna de las dos... Digo, por algo me inscribí en literatura. Me gustan los libros -asentí, prefiriendo omitir el tema de la música y mejor enfocarme en el de los libros. Si el hombre ante mí me llegaba a interrogar con respecto a mi gusto por la primera rama del arte... no sabría qué decirle, sobre todo porque era un secreto para todo el mundo que me gustaba cantar pero que dudaba bastante de tener talento para ello y, precisamente por eso, era que lo mantenía en secreto. Bueno, sería mentira afirmar que se lo ocultaba a todo el mundo, pues justo Sergei se había enterado hacía apenas un par de días, pero debido a una casualidad y no por propia decisión.
Me cuestionaba si sólo mi acompañante había lanzado aquella pregunta por tener algo que decir, o realmente me iba a dejar echar un vistazo al otro lado porque ahora la curiosidad me carcomía y no me dejaría en paz hasta que no averiguara de qué se trataba. Casi me salió el mirarle con reproche, como lo haría una niña pequeña ante su padre para obtener así lo que desea y que le es negado, pero logré contenerme a tiempo. En primera ya no era una niña, y en segunda, aunque en efecto se trataba de mi propio progenitor, eso no quitaba el hecho de que seguía siendo un completo desconocido para mí. Y de nuevo un sin fin de preguntas comenzaron a asaltar mi mente, deseosa de saber cada mínimo detalle de aquel hombre que me dio la vida. Pero no podía... a pesar de todo, una brecha abismal se formaba entre nosotros; una barrera eregida por mis propios temores impedía que pudiera confiar en él, que pudiera acercarme...
Y aún así, siendo consciente de ello, impulsivamente me animé a librar los escasos metros que nos separaban sólo para concentrarme en definir cada una de sus facciones y así terminar en fijar mi mirada de ojos castaños en la verdosa de él. Fruncí el ceño, con interés.
-Tienes unos ojos muy bonitos... me gustan -sin poderlo evitarlo ya le estaba sonriendo con sutileza, casi perceptible. Pero eso sólo duró unos segundos, pues volví a adquirir aquella expresión solemne- pero me pregunto porqué hay tanta melancolía en ellos.... Por cierto, ¿cuál es tu posición favorita a la hora de dormir?
Off: ¡Perdón! Algo me dice que quedó muy, pero muy bizarro... ni siquiera lo releo por temor a que no me guste y lo borre x'D pero es que lo hice por partes y mientras roleaba por la CB... mala idea, muy mala u,ú Como sea, si te desagrada, avísame y lo rehago C':
Julietta Tescotti
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Re: ¿Recuperando el tiempo perdido? I don't think so... [Leone Tescotti]
Casi se sintió aliviado que no lo escuchara. No por nada, pero el problema con su padre era algo bastante crítico. Era el principal culpable que en un principio se sumergiera en la miseria, que perdiera sus incontenibles ganas de vivir. ¿Ser culpable por la muerte de su esposa? ¿Ser culpable por el escándalo de la mafia Japonesa? ¿Ser culpable por la deshonra familiar? ¿Por dejar caer la empresa en banca rota? ¿Por la enfermedad de su madre? ¿Por el compromiso? ¿Por Julietta? Cerró un momento sus ojos, sin borrar la neutral, pero casi amable expresión que habitaba su rostro. Él la odiaba, odiaba a Julietta por ser su nieta, por tener una nieta humana. Lo odiaba a él, a Leone, por tener un hijo indigno y débil.— No te preocupes —Sonrió, volviendo a abrir sus ojos. ¿Regañarla? Oh, no, después de todo era mejor así. Además ¿Qué derecho tenía él por regañarla a ella cuando no sabía casi nada de su propia sangre? No cometería ese error, no tenía el derecho para ello. Aún así, ladeó con suavidad su cabeza hacia un costado al escuchar aquellas hipótesis y, sin poder contenerlo rió suavemente en bajo. Realmente no lo había hecho con maldad, solo había sido un pequeño 'reto', pensó que así sería todo más entretenido de alguna forma— Es el salón. ¿Por qué no le echas un vistazo? Eres libre de abrir cualquier puerta que le inspire curiosidad —Con un simple gesto de su mano señaló hacia la puerta, incitándola a comprobarlo por si sola, después de todo, era de alguna forma más divertido.— Hay una enorme biblioteca y una sala de música, pero esas en el segundo piso. —Explicó brevemente. Esas salas sí había tenido la oportunidad de ver, aunque solo por curiosidad propia.
Aun así, fijó su curiosidad en su hija al verla acercarse, a pesar de que no se esperó que se le quedara viendo y, aun así, no se movió, él siguió manteniendo su amable actitud mientras la observaba fijamente, pasando de sonreír ante aquél 'halago' y demostrar sorpresa ante sus siguientes palabras. Cerró nuevamente sus ojos, riendo en bajo unos segundos— Gracias. Tus ojos también son hermosos, igualitos a los de tu madre —Pronunció sonriente— ... Pasaron muchas cosas... Quizás por eso —Fue su ambigua respuesta. Le contaría, quizás lo haría si le preguntara, pero, por el proprio principio no dijo nada ya que ella no le había preguntado nada al respecto. Y, por tercera vez su rostro cambió a sorpresa y curiosidad entrelazada. parpadeó unos segundos, sin saber realmente que responder y consciente de que su mirada de haberle tomado desprevenido sería chistosa— ¿Dormir? —Repitió, señalándose como estando seguro que la respuesta fuera dirigida a él. Acabó cruzado de brazos, con una mano en su mentón pensativo— No se si me muevo de dormido —Acabó por confesar, bajando sus brazos a un lado y otro de su cuerpo— De costumbre del lado izquierdo y acabo amaneciendo sobre la espalda —¡Curiosa pregunta aquella! Ladeó su rostro con curiosidad, causando que sus largos cabellos se balancearan un tanto— ¿Y tú en cambio? ¿Sigues moviéndote de un lado a otro como cuando eras niña? —Se inclinó un poco sobre ella, ensanchando su sonrisa al formular aquella pregunta. Claro... Habían cosas que solo él las conociera, él si su difunta esposa, así debían de ser las cosas.
Aun así, fijó su curiosidad en su hija al verla acercarse, a pesar de que no se esperó que se le quedara viendo y, aun así, no se movió, él siguió manteniendo su amable actitud mientras la observaba fijamente, pasando de sonreír ante aquél 'halago' y demostrar sorpresa ante sus siguientes palabras. Cerró nuevamente sus ojos, riendo en bajo unos segundos— Gracias. Tus ojos también son hermosos, igualitos a los de tu madre —Pronunció sonriente— ... Pasaron muchas cosas... Quizás por eso —Fue su ambigua respuesta. Le contaría, quizás lo haría si le preguntara, pero, por el proprio principio no dijo nada ya que ella no le había preguntado nada al respecto. Y, por tercera vez su rostro cambió a sorpresa y curiosidad entrelazada. parpadeó unos segundos, sin saber realmente que responder y consciente de que su mirada de haberle tomado desprevenido sería chistosa— ¿Dormir? —Repitió, señalándose como estando seguro que la respuesta fuera dirigida a él. Acabó cruzado de brazos, con una mano en su mentón pensativo— No se si me muevo de dormido —Acabó por confesar, bajando sus brazos a un lado y otro de su cuerpo— De costumbre del lado izquierdo y acabo amaneciendo sobre la espalda —¡Curiosa pregunta aquella! Ladeó su rostro con curiosidad, causando que sus largos cabellos se balancearan un tanto— ¿Y tú en cambio? ¿Sigues moviéndote de un lado a otro como cuando eras niña? —Se inclinó un poco sobre ella, ensanchando su sonrisa al formular aquella pregunta. Claro... Habían cosas que solo él las conociera, él si su difunta esposa, así debían de ser las cosas.
Leone Tescotti
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Re: ¿Recuperando el tiempo perdido? I don't think so... [Leone Tescotti]
-Eso no es cierto, no tengo nada de ella... -musité en baja voz, entrecerrando los ojos con sutileza para ocultar la velada decepción y tristeza que de pronto nublaron mi mirar castaño.
Mi madre había sido una mujer hermosa, en su mirada se podía reflejar la forteza que poseía a la vez que una enorme gentileza hacia los demás. Por lo que había sabido de mis tíos, viejas anéctodas de cuando los tres eran unos niños, se había tratado de una mujer temible cuando la hacían enojar, y que antes preferían jugar con pirañas que sacarla de sus casillas. Había reído ante la sola idea de imaginarme aquel espectáculo. Debió ser una buena vida, crecer rodeada de sus familiares y atesorar recuerdos importantes a lado de estos, de las personas que amó en vida. ¿Yo? Yo había crecido sin un padre, ni una madre y mucho menos sin hermanos. Había crecido sin la oportunidad de atesorar recuerdos con ninguno de estos pero... de alguna forma, aunque dolía, no me arrepentía, porque sola nunca estuve. Kamui y Subaru estuvieron allí para mí siempre, sin contar los hombres de la mafia que estaban bajo las ordenes de estos dos primeros; todos habían sido buenos conmigo y habían ayudado a que mi infancia fuera, si no normal, sí alegre y especial.
Sí, tenía mis propios recuerdos atesorados, y en ninguno de ellos figuraba aquel hombre que tenía ante mí. ¿Rencor por ello? Quizá debería pero no, sólo un poco de recelo... y temor de no ser aceptada por mi acompañante, por aquel que me había dado la vida junto con Shizuka. ¿Y si en aquel viaje descubría que, definitivamente, nunca me quiso? ¿Que sólo solicitó mi presencia porque le era necesaria en alguna cosa? No sabía cómo iba a poderlo soportar si mis temores, ahora infundados, resultaban ser verdad....
Retrocedí un par de pasos y desvié la mirada, intimidada por la de él. Dolía que aquel fuera mi padre y aun así me resultara ser un completo extraño. Ya era demasiado tarde para tratar de recuperar los años perdidos, pero quizá aún estuviéramos a tiempo de pasar los venideros juntos... Basta ya, estaba atormentándome en vano y justo en esos momentos tenía asuntos más relevantes en los cuales enfocarme. Por ejemplo, en que el otro esperaba una respuesta por mi parte. Una juguetona sonrisa, aunque carente de sentimiento alguno, asomó a mis labios al saber que algo sabía ese hombre de mí, aunque fuese algo que yo ni siquiera recordaba.
-La verdad es que sí, aunque ya tengo varios años en los que dejé de caerme de la cama... Te lo preguntaba porque cuando yo era niña, no podía dormir sola... así que acudía a la habitación de tío Subaru para dormir con él. Siempre amanecía encima suya pero nunca se quejó ni una sola vez de mis constantes patadas y empujones nocturnos, ni tampoco que terminaba aplastado por culpa mía -reí al recordarlo, él siempre estaba ya despierto cuando yo lo hacía y sólo me dedicaba una gentil sonrisa, preguntándome si había pasado una buena noche cuando él, era más que evidente, no la había pasado. Claro que eso había sido cuando yo era pequeña-. Incluso hoy en día acudo a la de tío Kamui cuando me siento inquieta y no puedo dormir, sólo que él también tiene el hábito terrible de moverse mientras duerme y terminamos ambos en el suelo, o abrazados en posturas que conscientes sería imposible el lograr -volví a reír. A diferencia de mi sonrisa inicial, la risa que ahora expresaba ante los recuerdos de mis queridos familiares era genuina y sincera-. Quería visualizarme en la misma situación contigo, saber cómo hubiera sido si hubiera tenido la oportunidad de acudir a tu recámara en las noches de tormenta o inquietud... -cerré los ojos y respiré profundo, tratando de recrear la escena como si realmente esta hubiera acontecido y tratar de grabarla en mi memoria. Una genil sonrisa acudió a mis labios ante el resultado de este experimento-, tal vez hubiera terminado abrazándote, o encima de ti... aunque -abrí los ojos y toda expresión de alegría se esfumó- es probable que ni siquiera me hubieras permitido algo así. Perdona mi atrevimiento -sin mayor dilatación, me aparté de su lado para encaminarme hacia la puerta que anteriormente me había señalado. La inspeccioné con curiosidad mas no me atreví a abrirla; aun si ya había tenido permiso del dueño, seguía sin ser mi casa-. Así que... ¿dices que este es el salón?
Mi madre había sido una mujer hermosa, en su mirada se podía reflejar la forteza que poseía a la vez que una enorme gentileza hacia los demás. Por lo que había sabido de mis tíos, viejas anéctodas de cuando los tres eran unos niños, se había tratado de una mujer temible cuando la hacían enojar, y que antes preferían jugar con pirañas que sacarla de sus casillas. Había reído ante la sola idea de imaginarme aquel espectáculo. Debió ser una buena vida, crecer rodeada de sus familiares y atesorar recuerdos importantes a lado de estos, de las personas que amó en vida. ¿Yo? Yo había crecido sin un padre, ni una madre y mucho menos sin hermanos. Había crecido sin la oportunidad de atesorar recuerdos con ninguno de estos pero... de alguna forma, aunque dolía, no me arrepentía, porque sola nunca estuve. Kamui y Subaru estuvieron allí para mí siempre, sin contar los hombres de la mafia que estaban bajo las ordenes de estos dos primeros; todos habían sido buenos conmigo y habían ayudado a que mi infancia fuera, si no normal, sí alegre y especial.
Sí, tenía mis propios recuerdos atesorados, y en ninguno de ellos figuraba aquel hombre que tenía ante mí. ¿Rencor por ello? Quizá debería pero no, sólo un poco de recelo... y temor de no ser aceptada por mi acompañante, por aquel que me había dado la vida junto con Shizuka. ¿Y si en aquel viaje descubría que, definitivamente, nunca me quiso? ¿Que sólo solicitó mi presencia porque le era necesaria en alguna cosa? No sabía cómo iba a poderlo soportar si mis temores, ahora infundados, resultaban ser verdad....
Retrocedí un par de pasos y desvié la mirada, intimidada por la de él. Dolía que aquel fuera mi padre y aun así me resultara ser un completo extraño. Ya era demasiado tarde para tratar de recuperar los años perdidos, pero quizá aún estuviéramos a tiempo de pasar los venideros juntos... Basta ya, estaba atormentándome en vano y justo en esos momentos tenía asuntos más relevantes en los cuales enfocarme. Por ejemplo, en que el otro esperaba una respuesta por mi parte. Una juguetona sonrisa, aunque carente de sentimiento alguno, asomó a mis labios al saber que algo sabía ese hombre de mí, aunque fuese algo que yo ni siquiera recordaba.
-La verdad es que sí, aunque ya tengo varios años en los que dejé de caerme de la cama... Te lo preguntaba porque cuando yo era niña, no podía dormir sola... así que acudía a la habitación de tío Subaru para dormir con él. Siempre amanecía encima suya pero nunca se quejó ni una sola vez de mis constantes patadas y empujones nocturnos, ni tampoco que terminaba aplastado por culpa mía -reí al recordarlo, él siempre estaba ya despierto cuando yo lo hacía y sólo me dedicaba una gentil sonrisa, preguntándome si había pasado una buena noche cuando él, era más que evidente, no la había pasado. Claro que eso había sido cuando yo era pequeña-. Incluso hoy en día acudo a la de tío Kamui cuando me siento inquieta y no puedo dormir, sólo que él también tiene el hábito terrible de moverse mientras duerme y terminamos ambos en el suelo, o abrazados en posturas que conscientes sería imposible el lograr -volví a reír. A diferencia de mi sonrisa inicial, la risa que ahora expresaba ante los recuerdos de mis queridos familiares era genuina y sincera-. Quería visualizarme en la misma situación contigo, saber cómo hubiera sido si hubiera tenido la oportunidad de acudir a tu recámara en las noches de tormenta o inquietud... -cerré los ojos y respiré profundo, tratando de recrear la escena como si realmente esta hubiera acontecido y tratar de grabarla en mi memoria. Una genil sonrisa acudió a mis labios ante el resultado de este experimento-, tal vez hubiera terminado abrazándote, o encima de ti... aunque -abrí los ojos y toda expresión de alegría se esfumó- es probable que ni siquiera me hubieras permitido algo así. Perdona mi atrevimiento -sin mayor dilatación, me aparté de su lado para encaminarme hacia la puerta que anteriormente me había señalado. La inspeccioné con curiosidad mas no me atreví a abrirla; aun si ya había tenido permiso del dueño, seguía sin ser mi casa-. Así que... ¿dices que este es el salón?
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Re: ¿Recuperando el tiempo perdido? I don't think so... [Leone Tescotti]
No había forma. No había forma. No pensó volver a sentir tal sentimiento después de todo lo sucedido. ¿Qué era eso? Temor, inquietud en su corazón. Jamás pensó que tratar con una niña, que además era su hija legítima fuera un trabajo tan duro, mucho más que cualquier otro hombre de trabajo con el que se hubiera encontrado. Claro, con estos últimos nada les unía, pero, con Julietta era diferente: ¡Ella era su hija! Nadie iba a negar tal cosa, pero... Precisamente por ese motivo le era tan complicado; porque supuestamente el lazo que había entre ellos estaba ahí, pero él no lo podía sentir. Se asustó de ello, de encontrarse repentinamente con un abismo entre ambos, uno que tenía cruzar, volver a caer y perderlo todo nuevamente. Pero toda aquella incertidumbre no se reflejó en su calmado y amable semblante... ¿Hacía cuanto había aprendido a mostrar esa falsa máscara sin importar lo que sintiera? Antes no era así y, después de despertar simplemente lo comenzó a hacer. Solo podía llegar a temer si un ser espiritual estuviera a su alrededor... Pero, su hija era humana, motivo por el cual su padre no la aceptaba como heredera de los Tescotti, aún yendo en contra de los deseos de Leone, ignorándolos vilmente cual tirano. Ese era también el motivo por el cual lo sentía, la incertidumbre en la mente de Julietta.
Físicamente eres su viva imagen. Pero no debes ser como Shizuka. Cada persona es especial en su singularidad y eso las hace hermosas. —Pronunció con una dulce sonrisa en sus labios, esta vez ligeramente más genuina, a pesar de seguir manteniendo la misma calma de siempre. La vio retroceder e, inevitablemente se puso un peso sobre su corazón que pensó haber dejado de sentir años atrás, cuando ella había sido dejada con sus tíos y todo el caos comenzó a caer encima suya. Se obligó a mantenerse firme, a observarla como si no fuera capaz de percibir sus sentimientos; como varios matices de diferentes colores que se escapaban de su ser, alertándolo de la verdad que había detrás. Prefirió callarse, no decir nada. Algo temeroso de que aquello pudiera asustarla, alejarla nuevamente de él. Le sorprendió escucharla hablar de aquella forma, casi seca y, gracias a sus siguientes palabras entendió el cariño que comenzó a nacer para sus tíos, de que, si alguien la habían visto crecer, como por primera vez había acudido a la escuela, sus cumpleaños... No habían sido nadie más que sus tíos. Cerró sus ojos y rió en bajo al imaginarse la escena y, volvió a callar en cuanto pronunció lo siguiente— ¿Por qué no debería? —Inquirió ladeando a un costado su rostro— Tú dormiste muchas noches con nosotros en la cama. Como si con el pasar de los años te hubiera prohibido el buscar cobijo en mi cama. Cuando yo mismo hacía ese tipo de cosas —A pesar de que su padre había sido estricto, pero, siempre encontraba un hueco libre junto a su madre.
Recordarla le hizo sonreír, pero, seguía vigente el hecho de que al escucharla responder aquello y verla marcharse, su corazón se encogió, se sintió molesto y causó que por unos breves segundos se quedara quieto, a punto de levantar una mano para sujetar esa zona. Pero, se lo pensó dos veces. Tras entreabrir sus labios y dejar escapar un suave suspiro, desvió su mirada hacia ella y caminó al frente; en dirección a la enorme puerta del salón— Sí, es el salón y de hecho, creo que sería mejor dejarlas abiertas —Empujó las dos puertas, dejando a la vista el amplio salón, varios cuadros colgados de las paredes y, en medio, unos sofás de apariencia cómoda con una mesilla delante. En lateral salía una hermosa chimenea, delante descansaba una rojiza alfombra, en tono con los sofás. A parte de ello, habían varios muebles antiguos y, uno que otro adorno sobre estos. Leone se cruzó de brazos, apoyado contra el marco de una de las puertas y observó el interior, para después dirigir su mirada a Julietta— Este lugar debe ser perfecto en invierno. Sentados delante de la chimenea y bebiendo chocolate caliente —Cerró sus ojos, sonriendo con cierta diversión ante la idea. Al volver a abrirlos habló— ¿Julietta? No tienes por qué contenerte. Puedes ir donde quieras, tocar lo que prefieras. Sin esperar la aprobación de nadie —No quería ponerle límites en aquél momento, de hecho, realmente tampoco los tenía, no había cosas que deseara esconderle más que su 'mala salud' cosa ya del pasado.
Físicamente eres su viva imagen. Pero no debes ser como Shizuka. Cada persona es especial en su singularidad y eso las hace hermosas. —Pronunció con una dulce sonrisa en sus labios, esta vez ligeramente más genuina, a pesar de seguir manteniendo la misma calma de siempre. La vio retroceder e, inevitablemente se puso un peso sobre su corazón que pensó haber dejado de sentir años atrás, cuando ella había sido dejada con sus tíos y todo el caos comenzó a caer encima suya. Se obligó a mantenerse firme, a observarla como si no fuera capaz de percibir sus sentimientos; como varios matices de diferentes colores que se escapaban de su ser, alertándolo de la verdad que había detrás. Prefirió callarse, no decir nada. Algo temeroso de que aquello pudiera asustarla, alejarla nuevamente de él. Le sorprendió escucharla hablar de aquella forma, casi seca y, gracias a sus siguientes palabras entendió el cariño que comenzó a nacer para sus tíos, de que, si alguien la habían visto crecer, como por primera vez había acudido a la escuela, sus cumpleaños... No habían sido nadie más que sus tíos. Cerró sus ojos y rió en bajo al imaginarse la escena y, volvió a callar en cuanto pronunció lo siguiente— ¿Por qué no debería? —Inquirió ladeando a un costado su rostro— Tú dormiste muchas noches con nosotros en la cama. Como si con el pasar de los años te hubiera prohibido el buscar cobijo en mi cama. Cuando yo mismo hacía ese tipo de cosas —A pesar de que su padre había sido estricto, pero, siempre encontraba un hueco libre junto a su madre.
Recordarla le hizo sonreír, pero, seguía vigente el hecho de que al escucharla responder aquello y verla marcharse, su corazón se encogió, se sintió molesto y causó que por unos breves segundos se quedara quieto, a punto de levantar una mano para sujetar esa zona. Pero, se lo pensó dos veces. Tras entreabrir sus labios y dejar escapar un suave suspiro, desvió su mirada hacia ella y caminó al frente; en dirección a la enorme puerta del salón— Sí, es el salón y de hecho, creo que sería mejor dejarlas abiertas —Empujó las dos puertas, dejando a la vista el amplio salón, varios cuadros colgados de las paredes y, en medio, unos sofás de apariencia cómoda con una mesilla delante. En lateral salía una hermosa chimenea, delante descansaba una rojiza alfombra, en tono con los sofás. A parte de ello, habían varios muebles antiguos y, uno que otro adorno sobre estos. Leone se cruzó de brazos, apoyado contra el marco de una de las puertas y observó el interior, para después dirigir su mirada a Julietta— Este lugar debe ser perfecto en invierno. Sentados delante de la chimenea y bebiendo chocolate caliente —Cerró sus ojos, sonriendo con cierta diversión ante la idea. Al volver a abrirlos habló— ¿Julietta? No tienes por qué contenerte. Puedes ir donde quieras, tocar lo que prefieras. Sin esperar la aprobación de nadie —No quería ponerle límites en aquél momento, de hecho, realmente tampoco los tenía, no había cosas que deseara esconderle más que su 'mala salud' cosa ya del pasado.
Leone Tescotti
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Re: ¿Recuperando el tiempo perdido? I don't think so... [Leone Tescotti]
Nada dije ante su respuesta, sino que me concentré en la puerta que tenía ante mí pero que no me atrevía a abrir. Aquella tensión formada entre ambos me estaba asfixiando, y me instaba a salir corriendo y no volver. ¿Por qué? ¿Por qué de aquel dolor en el pecho? ¿Por qué de aquella angustia que no me dejaba respirar con comodidad? No lo entendía, pero tampoco era que fuera muy difícil hacerlo... Era, más bien, que no deseaba entenderlo... que no deseaba ahondar en la situación pues no quería encontrarme con aquello que más temía: la verdad. Quería seguir sumergida en mi mundo de ficción y de máscaras que por tantos años me empeñé en mantener, fingir que no deseaba ninguna otra vida que no fuera la que tenía en Japón, allá con mis tíos y los Sumiyoshi, con mis amigos. Pasear de regreso a casa tras una ardua jornada en la escuela, por la tarde y con las flores de los cerezos cayendo a mi alrededor como rosada nieve en primavera... No, no quería nada más, nunca necesité otra vida que esa. Eso fue siempre lo que quise creer, a lo que me quise aferrar por temor a derrumbarme. Nunca necesité a un padre, o a una madre o hermanos... ¡No los necesitaba!
Entonces, ¿por qué estaba allí, esperando recibir algo por parte de aquel hombre que no era sino un completo extraño para mí?
Mi visión vagueó por cada rincón de la nueva habitación revelada tras la apertura de las puertas a mano de mi propio padre. Sí... veía, más no observaba, las imágenes no estaban siendo guardadas en mi memoria, como si yo no estuviera allí. ¿Tenía algún derecho a hacerlo, de todas formas? Terminé por fijar los castaños ojos en la chimenea justo en el momento en que mi acompañante hizo referencia a las noches de invierno, y que sería grato pasar el tiempo frente al cálido fuego, con tazas de humeante chocolate en las manos mientras charlábamos de cosas triviales; hasta casi podía visualizar la escena como si estuviera ocurriendo justo en ese momento frente a mí, siendo yo espectadora. Alguien semejante a mí, sonrojada y riendo ante la alegría del momento, sujetando con las manos una taza de espeso y dulce líquido oscuro; mas esa no era yo, y estaba segura de ello. Por poco me eché a reír casi hasta llorar, ante lo irónico del asunto. A mí ni siquiera me gustaba el chocolate... ¿Pero cómo podría saberlo él? ¿Qué podría saber él de mí si no eramos otra cosa sino unos completos extraños? Él lo sabía, y también yo... pero fingíamos como si ninguno de los dos se percatara de ello. Y precisamente por eso fue que pude imaginarme dicha escena y creérmela, pues a eso me dedicaba... a creerme mis propias mentiras.
No, algo parecido nunca iba a suceder.
Bajé la mirada y me contuve, lanzando a su vez un suspiro.
-Te lo agradezco, pero me queda claro que esta no es mi casa... -musité serena y directa. Volteé finalmente a mirarlo, con una sonrisa ladeada que guardaba cierto matiz sarcástico en ella-, sólo somos espectadores, ¿no es así? No nos queda a nada más a lo cual aferrarnos.
Me tomé el atrevimiento de adentrarme en la amplia estancia y dar una voltereta sobre mí misma mientras trataba de captar con la mirada cuanto detalle se pudiera. Aun sí estos no serían guardados en mi memoria, quería fingir que durarían para siempre. Me hubiese gustado poder seguir con aquella farsa mucho más tiempo, pero algo dentro de mí me ordenaba a acabar antes de que terminara más rota de lo que había estado durante todos estos años con la ausencia del padre que siempre fingí no necesitar para ocultar el grito desesperado de necesitarlo a mi lado. Mis manos fueron a entrelazarse detrás de mi espalda y me encaminé hacia el enorme ventanal que tenía ante mí y que daba a un glorioso jardín. Un camino que partía de la terraza conducía a una hermosa fuente tallada en piedra antigua con motivo de peces dorados saltando a la luz del sol al tanto que arrojaban chorros de agua al cielo. Me quedé un momento quieta, contemplando dicho objeto con sumo detenimiento. Parecían tan reales a pesar de ser piedras... pero por siempre inamovibles. ¿No era esa justamente la descripción que podría dársele a la situación en la que nos encontrábamos ambos Tescotti? Mi expresión se tornó ausente mientras mi mirada no se desviaba de dicho punto, pero con la mente en otra parte, demasiado distante como para poder ser alcanzada.
Yo... Yo en verdad quería que las cosas marchasen bien entre ambos, ¿pero cómo podía andar a ciegas en un terreno ajeno a mí? ¿Cómo evitar no sentir temor ante la idea de encontrarme con alguna pared u obstáculo que pudiera lastimarme? Lo había sabido desde el momento en que mis tíos mencionaron, por primera vez desde que tenía memoria, a mi padre. Y fue sólo para comunicarme de los deseos de este de yo ir a vivir a una isla que ni siquiera sabía que existía, con él, porque deseaba recuperar el tiempo perdido... ¿En verdad podríamos recuperar catorce largos años de tiempo perdido? La decisión había estado en mí a partir de ese momento, y a pesar de todo decidí arriesgarme.
En verdad... quería arriesgarme.
-¿Podría pedirte un favor? -hablé al fin, saliendo de mi ensimismamiento y girando mi rostro para contemplarle por encima del hombro. Mis ojos brillaban pero no precisamente por un sentimiento alegre, y mis labios mostraban una triste pero sincera sonrisa. Producto no por los recuerdos de mis tíos o mi vida con ellos... Una sonrisa sólo para él, para mi padre-, deja de reprimirte... Deja de actuar para mí, eso me está lastimando más que cualquier otra cosa -¿cómo es que yo lo sabía? Mi sonrisa se acentuó. Eso era sencillo- ...es que yo... también sé mentir y usar máscaras. Tú sientes el mismo temor, o tal vez más, que yo...
Entonces, ¿por qué estaba allí, esperando recibir algo por parte de aquel hombre que no era sino un completo extraño para mí?
Mi visión vagueó por cada rincón de la nueva habitación revelada tras la apertura de las puertas a mano de mi propio padre. Sí... veía, más no observaba, las imágenes no estaban siendo guardadas en mi memoria, como si yo no estuviera allí. ¿Tenía algún derecho a hacerlo, de todas formas? Terminé por fijar los castaños ojos en la chimenea justo en el momento en que mi acompañante hizo referencia a las noches de invierno, y que sería grato pasar el tiempo frente al cálido fuego, con tazas de humeante chocolate en las manos mientras charlábamos de cosas triviales; hasta casi podía visualizar la escena como si estuviera ocurriendo justo en ese momento frente a mí, siendo yo espectadora. Alguien semejante a mí, sonrojada y riendo ante la alegría del momento, sujetando con las manos una taza de espeso y dulce líquido oscuro; mas esa no era yo, y estaba segura de ello. Por poco me eché a reír casi hasta llorar, ante lo irónico del asunto. A mí ni siquiera me gustaba el chocolate... ¿Pero cómo podría saberlo él? ¿Qué podría saber él de mí si no eramos otra cosa sino unos completos extraños? Él lo sabía, y también yo... pero fingíamos como si ninguno de los dos se percatara de ello. Y precisamente por eso fue que pude imaginarme dicha escena y creérmela, pues a eso me dedicaba... a creerme mis propias mentiras.
No, algo parecido nunca iba a suceder.
Bajé la mirada y me contuve, lanzando a su vez un suspiro.
-Te lo agradezco, pero me queda claro que esta no es mi casa... -musité serena y directa. Volteé finalmente a mirarlo, con una sonrisa ladeada que guardaba cierto matiz sarcástico en ella-, sólo somos espectadores, ¿no es así? No nos queda a nada más a lo cual aferrarnos.
Me tomé el atrevimiento de adentrarme en la amplia estancia y dar una voltereta sobre mí misma mientras trataba de captar con la mirada cuanto detalle se pudiera. Aun sí estos no serían guardados en mi memoria, quería fingir que durarían para siempre. Me hubiese gustado poder seguir con aquella farsa mucho más tiempo, pero algo dentro de mí me ordenaba a acabar antes de que terminara más rota de lo que había estado durante todos estos años con la ausencia del padre que siempre fingí no necesitar para ocultar el grito desesperado de necesitarlo a mi lado. Mis manos fueron a entrelazarse detrás de mi espalda y me encaminé hacia el enorme ventanal que tenía ante mí y que daba a un glorioso jardín. Un camino que partía de la terraza conducía a una hermosa fuente tallada en piedra antigua con motivo de peces dorados saltando a la luz del sol al tanto que arrojaban chorros de agua al cielo. Me quedé un momento quieta, contemplando dicho objeto con sumo detenimiento. Parecían tan reales a pesar de ser piedras... pero por siempre inamovibles. ¿No era esa justamente la descripción que podría dársele a la situación en la que nos encontrábamos ambos Tescotti? Mi expresión se tornó ausente mientras mi mirada no se desviaba de dicho punto, pero con la mente en otra parte, demasiado distante como para poder ser alcanzada.
Yo... Yo en verdad quería que las cosas marchasen bien entre ambos, ¿pero cómo podía andar a ciegas en un terreno ajeno a mí? ¿Cómo evitar no sentir temor ante la idea de encontrarme con alguna pared u obstáculo que pudiera lastimarme? Lo había sabido desde el momento en que mis tíos mencionaron, por primera vez desde que tenía memoria, a mi padre. Y fue sólo para comunicarme de los deseos de este de yo ir a vivir a una isla que ni siquiera sabía que existía, con él, porque deseaba recuperar el tiempo perdido... ¿En verdad podríamos recuperar catorce largos años de tiempo perdido? La decisión había estado en mí a partir de ese momento, y a pesar de todo decidí arriesgarme.
En verdad... quería arriesgarme.
-¿Podría pedirte un favor? -hablé al fin, saliendo de mi ensimismamiento y girando mi rostro para contemplarle por encima del hombro. Mis ojos brillaban pero no precisamente por un sentimiento alegre, y mis labios mostraban una triste pero sincera sonrisa. Producto no por los recuerdos de mis tíos o mi vida con ellos... Una sonrisa sólo para él, para mi padre-, deja de reprimirte... Deja de actuar para mí, eso me está lastimando más que cualquier otra cosa -¿cómo es que yo lo sabía? Mi sonrisa se acentuó. Eso era sencillo- ...es que yo... también sé mentir y usar máscaras. Tú sientes el mismo temor, o tal vez más, que yo...
Julietta Tescotti
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Re: ¿Recuperando el tiempo perdido? I don't think so... [Leone Tescotti]
"Sólo somos espectadores, ¿no es así? No nos queda a nada más a lo cual aferrarnos."
¡Ah! Que amargas se le hacían aquellas palabras pronunciadas por su dulce hija. La observó, fijamente, por un momento sin delatar emoción alguna, como si estuviese viendo una pintura. Eso estaba mal, eso estaba muy mal. Inclinó un poco su cabeza, su flequillo tapó por unos instantes sus ojos hasta que decidió volver a levantarla un poco, buscando con la mirada a la única de aquella habitación a parte de él ahora— No es cierto. Yo hace años me aferré a ti para poder vivir... —Admitió en un susurro suave, deseando nuevamente que no lo pudiese escuchar, quizás en parte sintiéndose avergonzado por ser tan débil, tan cobarde, caer enfermo en el momento en el que su hija más lo había necesitado. Shizuka le tiraría de las orejas al volver a verse, estaba seguro. Pero hacía tiempo había tenido ya aquél extraño sueño, a su amada esposa decirle que aún no era tiempo para él, quizás en algún momento de su delirante mente.
La dejó avanzar, dirigirse hacia el ventanal y a pesar de que una parte de él le pidió que la acompañara, que se quedara a su lado, permaneció ahí, apoyado en el marco de la puerta, escuchando el latir de su corazón, inquieto, casi doloroso, el bombardeo de la sangre en sus venas. Se concentró en eso, buscando la forma de calmarlo antes de perder la calma y asustarse por el inquieto palpitar. Porque no, durante los últimos años tras despertar, pocas fueron las situaciones en las que dejó que alguien más lo lastimara. Dejó de darle importancia a las palabras de su padre, que si bien al principio estuvo preocupado, con el tiempo volvió a ser como antes, expectante, decepcionado por sus decisiones. Pero no le había importado tanto como en ese entonces, su mente estaba en Julietta, solo en ella, hasta a Shizuka la había alejado de sus memorias, temeroso de encontrarse nuevamente perdido. Pero... Si su vida giraba alrededor de ella... ¿Qué sucedería si lo rechazara? Y fue ese mismo pensamiento el que le estaba lentamente estrangulando por dentro, como el cobarde hombre que se había vuelto tras la pérdida de su esposa.
Levantó su cabeza, sorprendido hacia ella y la miró fijamente a los ojos como si los estuviese escudriñando. Se sorprendió, sería sincero, había pensado que no se daría cuenta, pero, como siempre acababa sorprendido. Entreabrió sus labios, pero no dijo nada y los volvió a cerrar, en cambio se movió de su lugar y avanzó hacia ella, a paso lento y calmado, casi como el suave soplido del viendo en primavera— Lo siento... No era mi intención incomodarte con ella... —Admitió de golpe en voz baja, su sonrisa, repentinamente desapareció, dejó espacio a la calma, a la melancolía, a cierta tristeza— Pero me asusta... Tanto como a ti... —No levantó la voz, la cercanía no lo necesitaba— Me asusta el cambio. El último recuerdo que tengo de ti es de una niña de pocos años... Con una sonrisa hermosa como la de tu madre... Corriendo detrás de nosotros con un simpático "mamá" y "papá" —¿Quizás le odiaría?— pero ahora creciste, eres una mujer joven y hermosa...
"No estuve a tu lado por tanto tiempo... No te vi caminar, ni estuve ahí para consolarte cuando caíste por primera vez, no te levanté, ni te enseñé a ir en bicicleta, no sé si sufriste por culpa de un desamor" Quizás eso lo dijo su mirada por él— Aún no sé como cortar el abismo que se creó entre nosotros estos catorce años... —levantó su mano, acunando la mejilla de ella con suavidad, suavizando a la par su sonrisa con cariño, quizás no tan fuerte, su espíritu hacía tiempo que se había ido apagando por el dolor, pero era sincero, esta vez no estaba intentando obligarlo— Quizás no lo haga bien... lamento si eso llega a suceder... Pero realmente desearía poder intentarlo... Aunque quizás no lo merezca... pero realmente desearía poder llegar a pasar tiempo contigo... Que me contaras anécdotas de tu pasado para poder saber lo que te gusta o no... —Ladeó un tanto su cabeza hacia un lado— Tenernos cierta confianza... Así que lo repetiré... No te contengas, no tengo mucho que contar a parte de los años que pasamos juntos —Se refería a los tres, al tiempo antes de eso también. necesitaba un poco de tiempo, solo un poco para ordenar sus sentimientos, su mente, sus recuerdos.
Leone Tescotti
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