El sabor de la decepción [Libre]

por **Alvaro Garay** Mar Nov 03, 2015 9:39 pm

Hacía ya tiempo que no se internaba por aquellos escabrosos lugares. Que no se paseaba con la compañía de la oscuridad, con el dulce y embriagador estar de la noche. ¿Cuánto hacía, realmente, que no se pasaba por los locales llenos de gente con intenciones no muy decentes, que iban a ahogar penas, tal vez a saciar una necesidad, a sentirse distintos por una noche...a olvidarse de sí mismos por un rato, aunque fuera un fugaz estado? En cierta manera, él era uno de aquellos tristes seres que a veces, buscaba ese anonimato propio, el no querer saber quien eras, ni el por qué estaba donde estaba... Estúpido, ¿cierto?

Alvaro no era alguien que a simple vista podrías clasificar como alguien dudoso, sensible o reflexivo. En todo caso podría llegar a transmitir un extraño estado de despreocupación y extravagancia, casi locura. Pero...en el fondo seguía siendo humano, bajo esa capa de burla había alguien que sentía y que, llevaba mucho tiempo con el alma sangrante. Pero... ¿cómo iba a saber eso alguien si ni siquiera permitía que la gente viera el exterior del todo? Como para llegar a saber como podría ser el interior...

Pero aquello era diversión, mera distracción: un par de copas, algún coqueteo que con suerte podría acabar en una 'feliz' noche y, por tanto, de vuelta a casa, o en ese caso a su habitación de la residencia de estudiantes donde residía por gusto de su padre, mas no el propio. Su mano se alzó para llamar la atención del dependiente de aquel local para poder pedir: un simple vaso de whisky rebajado con una buena cantidad de hielos. En sus muñecas se podían ver alguna pulsera de cuero, mientras que su vestimenta era algo más llamativa, una camisa de rayas de un oscuro color purpura iba cubierta parcialmente por una chaqueta oscura, y los pantalones de estampado liso similares al color de la camisa acompañaban a unas botas similar a las usadas por los motoristas. Su vestimenta a veces no era necesaria que fuera llamativa, ya que su rostro era suficiente para atraer la atención. Sus orbes, de mirada cautivadora y con aquel peculiar tono burdeos, observaban a su alrededor, y la escasa luz que había en el ambiente quedaba reflejaba tenuemente por las pequeñas cuentas de cristal que tenia bajo su párpado izquierdo. Y su cabello, de color jade, era el último detalle para dejar claro que, el joven Garay, no pasaba indiferente. O solía ser así. Su mano tomó aquel vaso con la ambarina bebida repleta de hielos, y se quedó un momento mirándola antes de llevar el cristal a sus labios para dar un pequeño sorbo. Ah... ¿habría algo interesante aquella noche?