Diletto notturno | SV | [CERRADO]

Estaba acostumbrado a ser arrastrado en los curiosos eventos que Leone, su jefe, solía realizar y esta no era la excepción. La diferencia con las anteriores ocasiones era que en esta el zorro de blanco pelaje decidió por cuenta propia ingresar, le cautivaba el poder conocer a alguien de una manera tan poco usual para alguien como él. Actualmente nadie, ni hombre ni mujer, le llamaban la atención como para iniciar un cortejo y es por ello que puso sus esperanzas en este evento. Sabía que sería difícil encontrar al amor de su vida, pero no  se quedaría de brazos cruzados aguardando a que el amor toque su puerta. Esperaba al menos contar con una nueva o nuevo amigo.

Cierto día le llega un pequeño paquete, dentro había una carta y una caja de no más de cuatro centímetros de altura y largo;  la carta era la invitación que indicaba tanto el sitio como la hora en la que iniciaría su cita, la cajita contenía el distintivo que utilizaría para ser reconocido por su pareja. Dentro de la caja había un anillo de plata, elegante y delgado, aquel tenía grabado su nombre en letra cursiva y como adorno central una llave que en la zona más gruesa traía una piedra brillante y en tono traslúcida incrustada. Evan de joyas no sabía mucho, pero dudaba que se tratase de un diamante y esperaba que no lo fuese, se sentiría muy mal si lo llegase a perder en un descuido. Tenía solo un día para encontrar el atuendo apropiado para la cena, pidió consejo a su hermana ya que ella sabía más de estas cosas y tras varios ruegos de parte del mayor ella accedió, aunque seguramente solo lo hizo para detener la insistencia de Evan. El traje seleccionado poseía tres piezas en raso negro con bordado plateado en las solapas, corbata negra sin diseño con un pasador platinado a juego con los gemelos redondos en sus mangas, camisa blanca con cuello ajustado, pantalones lisos sin adornos o bordado. Zapatos estilo 'golf' de cuero negro.

El día pactado se preparó con suficiente tiempo para llegar al menos quince minutos antes de la hora fijada, odiaba hacer esperar al resto y deseaba que su pareja pensara parecido. Se vistió apropiadamente y miró en el espejo, buscando cualquier imperfección en su traje mas no encontró nada fuera de lugar, sino que faltaba un detalle importante en su traje, siendo aquel un pañuelo blanco en el bolsillo superior izquierdo de su chaqueta. Del pantalón salía solo una de sus colas en un intento de parecer lo menos 'extraño' posible, puesto que se le aconsejó mantener un perfil bajo en cuanto a rasgos animales se refiere. En su cabeza ambas cánidas orejas se alzaban orgullosas, su cabello lacio se acomodó hacia un costado y estuvo listo para acudir al encuentro esperado.

Se fue en taxi, bajó de aquel tras pagar y se dirigió al restaurante japonés Himawari, el cual tenía un hermoso letrero en lo alto de la entrada, con kanjis y la traducción al italiano por supuesto. Se deleitó solo unos minutos con aquello y se adentró en el sitio con evidente nerviosismo. Será la vez primera que acude a este tipo de reuniones y eso le entusiasmaba de sobre-manera, notándose en la sonrisa que adornaba su claro rostro. Caminó hasta llegar a la sala de estar donde todos eran recibidos previo al ingreso a la zona principal. Iba a acercarse a uno de los anfitriones, pero recordó que en la invitación se indicaba con gran énfasis que se debía encontrar con su pareja antes de hacer cualquier otra cosa.

Recordó entonces el anillo, aquel estaba guardado en el bolsillo interno de la chaqueta y no demoró en abrirla mostrando la pieza interior que hacía juego con el traje, sacó la sortija y cerró la chaqueta. Observó el brillo plateado y luego colocó la joya en el dedo índice de la mano izquierda, extendió su brazo y separó los dedos admirando la simpleza y lo bella de tal accesorio. Con disimulo buscó a otra persona con el mismo objeto en su mano, incluso cabía la posibilidad de que le llevase en un collar al cuello como ha visto en algunas jóvenes de la academia. La duda era si tendría que centrarse en las manos femeninas o masculinas, sería raro andar mirando con descaro a uno u otro sexo. — Será complicado... — susurró buscando con la mirada sin moverse de su posición en la zona izquierda de la habitación. La cola tras de sí se mecía ligeramente, altiva, larga y esponjosa como la de cualquier zorro.

"¿Debería alzar la mano?, quizás ya llegó y no se ha percatado de mi aún... "

Pensó que levantar su extremidad con tal anillo sería por lo menos ridículo, por lo que opta por cambiar de lugar con la intención de analizar un poco más a las personas aún aguardando en la sala. Caminó por el centro y se detuvo en el lado opuesto a la ubicación anterior, la sonrisa en su rostro desapareció y la seriedad le llenó debido a la duda en si ya habría llegado o tendría que mirar a la entrada aún a la espera de su acompañante.

Ansiaba demasiado ver a su pareja, tornándose inevitablemente nervioso al no encontrarle con facilidad, se le notaba en el rostro y en el movimiento incesante de su cola. Se detuvo y continuó observando, sus orejas se agacharon y la preocupación le invadió, siendo completamente infundado y exagerado, puesto que aún quedaba tiempo para la hora pactada en la invitación. Llevó la zurda al pecho en un puño, se lucía el brillo del anillo, pero fue un acto inconsciente. Tras algunos segundos que para el zorro parecieron eternos, observó a una joven de cabellera blanca y mirar rojizo, si bien él tenía el cabello en igual tono jamás vió a otra persona con la condición albina (cabello blanco y ojos rojos) por lo que le sorprendió. Le miró unos instantes el rostro, luego bajó disimuladamente por su cuerpo y se centró en lo que buscaba, un anillo en su mano, el impacto que obtuvo al ver el anillo en su mano fue tremendo. Dio un paso hacia atrás y sonrió ampliamente.

"¡Es ella!" meditó y buscó calmarse, sabía que estaba inquieto, respiró hondo y caminó hacia la joven con paso presuroso. Se paró a su lado y con la zurda le tocó el hombro delicadamente, quería llamar su atención — Disculpe joven — le observó atento sin dejar de sonreír, visiblemente emocionado — ¿Usted viene por la cita a ciegas? — preguntó para asegurarse y así no cometer un error, aunque si no era ella la depresión anterior le regresaría. No supo si sería apropiado el presentarse rápido, pero no quería que ella pensara que él era algún empleado o semejante. Soltó su hombro y dio un paso hacia atrás, reverenciándole suavemente.

— Soy Evan Amattore — dice suave manteniendo la postura unos instantes — y como ve, estoy esperando a alguien que porte el compañero de esto — dijo alzando el rostro y mostrándole el anillo en su mano izquierda. Su cola se quedó calma tras la espalda, sus cánidas orejas altivas se veían atentas a la respuesta ajena. Al tenerla tan cerca pudo ver mejor el anillo ajeno y estaba ya seguro de que ella sería quien le acompañaría en la velada. Estaba contento, era una joven hermosa, esperaba poder serle agradable tanto física como psicológicamente y tal vez puedan ser amigos o quien sabe, quizás algo más.

Contuvo las ganas de expresarle con sinceridad su opinión preliminar de ella, le habían dicho que hacer eso a veces incomodaba o intimidaba y no quería caer en lo que siempre hacía. Si le ahuyentaba no se lo perdonaría jamás.