La Luce Delle Candele | SV | [CERRADO]

Mientras recorría las calles de la ciudad rumbo al lugar destinado, en el cual debía encontrarme con mi cita secreta, me seguía preguntando el porqué me había inscrito en un evento de semejante temática. Porque mi vena romántica había podido conmigo; me recordaba una y otra vez, había permitido que esta me arrastrara sin siquiera yo proponérmelo. Ciertamente hubiera sido de las que disfrutan de ver a los demás convivir en aquel día y mantenerse a raya, en la seguridad de aquella línea protectora que había aprendido a trazar a lo largo de los años porque había tenido que aprender a la mala que nadie quería tener contacto con un ser tan extraño como yo. Porque para todos los demás, sobre todo para mis familiares, yo no podía ofrecer absolutamente nada, era una niña que no debió haber existido y que sólo se dedicaba a mancillar el buen nombre de los Valentine... Y aunque quisiera demostrar que podía ser alguien en la vida, mi torpeza sencillamente no me lo permitía. Por eso había aprendido a refugiarme en bellas historias de fantasía que mi imaginación siempre se creaba, provocando que mi concentración fuera aún más nula y brindándoles aún más armas a mis semejantes para decirme con más razón lo que ya me decían. Pero no importaba, ya había aprendido a lidiar con ello, ¿no?
Y si se tomaba en cuenta ese contexto, entonces se podría sacar como obvia conclusión que ante la excitación del momento por todos aquellos que me rodeaban, un ser tan débil como yo sucumbiera ante los encantos que prometía el evento. Esa era la triste realidad. Y aunque ahora los nervios y el miedo hacían mella en mi pequeño cuerpo, aún así me mantendría firme en mi decisión en asistir porque... ¿Qué culpa tenía aquel que me esperaba que yo fuera una cobarde?
Para la ocasión lucía un sencillo vestido verde pálido hasta las pantorrilas y con tirantes, y una chalina rosa palo claro protegiendo mis hombros del fresco, pero estratégicamente colocada para que mi níveo cuello quedara al descubierto para mostrar así el único accesorio que llevaba puesto: un collar que me habían proporcionado los mismos organizadores del evento para traerlo conmigo aquel día en específico, y que al parecer hacía juego y se unía con otro, uno que seguramente tendría mi pareja de esa velada. Mi cabello castaño estaba recogido en una coleta baja y ladeada, cubriendo así aquella marca de nacimiento en mi cuello que tantas burlas me había propiciado en el pasado, dejando un par de mechones enmarcando mi rostro.
Cuando di vuelta a la esquina sobre la cual se encontraba ubicado el balneario, apresuré el paso lo más ágil posible, teniendo extremo cuidado de no tropezar con la gente que tenía a mi alrededor o incluso con mis propios pies en el intento de llegar a tiempo, no fuera que saliera contraproducente la acción. Cuando me encontré frente a la puerta del edificio, el miedo de nuevo me dejó momentáneamente paralizada. Ya no sabía qué hacer... Comencé a juguetear nerviosa con mis manos mientras miraba a mi alrededor, dubitativa. Eran las siete de la noche en punto y habían varias personas transitando por esa misma calle... pero quien me llamó la atención fue el alto y apuesto hombre quien también esperaba cerca de donde yo estaba, a sólo un par de metros. ¿Él sería...? Negué con violencia, temiendo acercarme por miedo a errar. Permití que los minutos pasaran y la gente igual lo hacía, iban y venía y aquel hombre seguía allí, esperando al igual que yo... Y ninguno de los dos hacía nada por acercarse al otro. Hasta que algo curioso en él me llamó la atención cuando, por enécima vez en lo que transcurrían de aquellos cinco minutos, le miré de reojo: él tenía la mirada perdida y fija en un sólo punto en específico, como sí... Tragué saliva, nerviosa, y con paso vacilante me animé lentamente a acercarme a él. Me iba a sentir como toda una tonta si me equivocaba de persona, pero tampoco era como si fuera una sensación extraña en mí: casi siempre me sentía de esa forma.
Cuando estuve lo suficientemente cerca pude al fin apreciar el collar que hacía juego con el mío y que llevaba alrededor de su cuello. Suspiré, aliviada. Era él.
-Este... ¿Buenas noches? Disculpa, pero... Creo que yo soy tu cita de esta noche -musité con una suave voz que en parte denotaba lo nerviosa que me encontraba. Tomé aire para después soltarlo lentamente, en un inútil intento por calmar el acelerado ritmo de mi corazón- Mi nombre es Marina Valentine y también tengo un collar como el tuyo. Lamento la demora pero... No sabía si eras tú y no me animaba a acercarme y... Lo siento... -finalicé en un susurro casi inaudible, arrepentida. Traté de sonreírle aunque él no pudiera apreciarlo, pero estaba segura que podría percibirlo.


Off: Ahora seré tu nueva cita... ¡Lamento muchísimo por la tardanza que tuviste que pasar! Trataré de responderte rápido...