Alguien debe re-definir sus prioridades [Priv. Gerhard]
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Alguien debe re-definir sus prioridades [Priv. Gerhard]
8:00 a.m. Las puertas del banco recién abrían, a pesar de que estaba entre los diez primeros en orden de atención, sabía que ancianos, discapacitados y mujeres embarazadas o cualquier persona con niños pequeños, tendría prioridad, por lo que estaba mentalmente predispuesto a que no sería atendido en menos de media hora.
Al sentarme con mi número en la mano, aguardando ser llamado, volví a mirar la hora en mi muñeca, en unos cinco minutos mi primo Gerhard debería aparecer por la puerta principal del banco para que ambos firmáramos la cuenta conjunta que su madre y mi padre habían dispuesto abrir en Idarion, dejándonos a cargo.
Mantuve la calma los siguientes minutos, demorando la vista en los cajeros e intentando escabullir mi mente del bullicio burocrático de aquella mañana, luego de unos minutos y casi como si de un reloj suizo se tratara Gerhard se asomó por la entrada.
Me paré de mi lugar para hacerme visible para él mientras levantaba la mano, sin embargo ni bien él dio un par de pasos dentro del banco pude ver como por detrás dos hombres con los rostros cubiertos por pasamontañas, le dieron un empujón junto a la señora que ingresaba detrás de él.
Los siguientes segundos se eternizaron mientras los dos hombres cerraban a consciencia las puertas y le gritaban a la multitud que se callara mientras reducían a los dos guardias de seguridad.
Perplejo obedecí las órdenes de ponerme de rodillas con ambas manos en la nuca y, si bien temía por mi vida y la de Gerhard, estaba aún más incómodo por la sensación de tener algo inconcluso.
Cuando todos los rehenes fuimos obligados a colocarnos en posturas de sumisión contra la pared, aproveché para arrastrarme de rodillas; aún si mis pantalones se ensuciaban; hacia el lado de mi primo a fin de que al menos el tiempo que estuviera secuestrado fuera algo más ameno y no me viera obligado a estar entre el chico que lloraba y la señora que se había puesto a rezar; al menos Gerhard podría tomar la situación con algo más de calma y lógica… o eso era lo que yo esperaba.
-Solo espero que no nos roben los documentos, de lo contrario no podremos abrir la cuenta…-Sí… como decía, por más que temiera por mi vida y la de él (y sin duda por la de todos los presentes), estaba todavía mucho más inquieto por la preocupación de no poder concretar la razón puntual por la que estaba allí, después de todo había tenido que reacomodar la agenda de todo un día para poder liberarme esa mañana y realizar el trámite tranquilo y ahora no solo se volverían a desbarajustar los horarios; pues obviamente este contratiempo demoraría muchísimo más el asunto; sino que también existía la posibilidad de que el atraco se extendiera en el tiempo lo suficiente como para que el horario de atención al cliente se acabara y desde luego no pudiéramos concretar la apertura de la Caja de Ahorros que se nos había solicitado.
Desde luego que ante un panorama tan caótico para mi estructura mental militarmente organizada, esto era algo similar a un desastre nuclear y ya estaba comenzado a cobrarme consecuencias físicas como unos horribles retortijones en el estómago y el aumento exponencial de la acidez… definitivamente aunque no nos dispararan, esto no iba a acabar bien.
Solo esperaba que esto no fuera a salir en los medios locales y llegar a enterar a la mujer de Gerhard que ya de por sí era bastante delicada del corazón.
Al sentarme con mi número en la mano, aguardando ser llamado, volví a mirar la hora en mi muñeca, en unos cinco minutos mi primo Gerhard debería aparecer por la puerta principal del banco para que ambos firmáramos la cuenta conjunta que su madre y mi padre habían dispuesto abrir en Idarion, dejándonos a cargo.
Mantuve la calma los siguientes minutos, demorando la vista en los cajeros e intentando escabullir mi mente del bullicio burocrático de aquella mañana, luego de unos minutos y casi como si de un reloj suizo se tratara Gerhard se asomó por la entrada.
Me paré de mi lugar para hacerme visible para él mientras levantaba la mano, sin embargo ni bien él dio un par de pasos dentro del banco pude ver como por detrás dos hombres con los rostros cubiertos por pasamontañas, le dieron un empujón junto a la señora que ingresaba detrás de él.
Los siguientes segundos se eternizaron mientras los dos hombres cerraban a consciencia las puertas y le gritaban a la multitud que se callara mientras reducían a los dos guardias de seguridad.
Perplejo obedecí las órdenes de ponerme de rodillas con ambas manos en la nuca y, si bien temía por mi vida y la de Gerhard, estaba aún más incómodo por la sensación de tener algo inconcluso.
Cuando todos los rehenes fuimos obligados a colocarnos en posturas de sumisión contra la pared, aproveché para arrastrarme de rodillas; aún si mis pantalones se ensuciaban; hacia el lado de mi primo a fin de que al menos el tiempo que estuviera secuestrado fuera algo más ameno y no me viera obligado a estar entre el chico que lloraba y la señora que se había puesto a rezar; al menos Gerhard podría tomar la situación con algo más de calma y lógica… o eso era lo que yo esperaba.
-Solo espero que no nos roben los documentos, de lo contrario no podremos abrir la cuenta…-Sí… como decía, por más que temiera por mi vida y la de él (y sin duda por la de todos los presentes), estaba todavía mucho más inquieto por la preocupación de no poder concretar la razón puntual por la que estaba allí, después de todo había tenido que reacomodar la agenda de todo un día para poder liberarme esa mañana y realizar el trámite tranquilo y ahora no solo se volverían a desbarajustar los horarios; pues obviamente este contratiempo demoraría muchísimo más el asunto; sino que también existía la posibilidad de que el atraco se extendiera en el tiempo lo suficiente como para que el horario de atención al cliente se acabara y desde luego no pudiéramos concretar la apertura de la Caja de Ahorros que se nos había solicitado.
Desde luego que ante un panorama tan caótico para mi estructura mental militarmente organizada, esto era algo similar a un desastre nuclear y ya estaba comenzado a cobrarme consecuencias físicas como unos horribles retortijones en el estómago y el aumento exponencial de la acidez… definitivamente aunque no nos dispararan, esto no iba a acabar bien.
Solo esperaba que esto no fuera a salir en los medios locales y llegar a enterar a la mujer de Gerhard que ya de por sí era bastante delicada del corazón.
Kristof Schneider
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