El hilo que nos une... ¿real o hecho nudos? No confíes en el destino [Priv. Desirée][Flashback]
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El hilo que nos une... ¿real o hecho nudos? No confíes en el destino [Priv. Desirée][Flashback]
Un nuevo juego... Una nueva partida... ¿Cuántas llevaba ya? ¿Cuántas veces se había metido en medio de los problemas o él mismo los había causado? ¿Cuántas veces había salido indemne desde el momento en que tuvo la libertad absoluta para hacer todo lo que quisiera? Con dinero, renombre y nadie capaz de descubrir la verdad de la empresa 'Toue Inc.', tenía carta blanca para hacer todo aquello que se le antojase mientras supiera qué pasos llevar para no errar y perder la partida. Y esa libertad hacía que incluso pudiera usar jugarretas como matrimonios por conveniencia y chantajes a otras empresas... Compra de acciones, amenazas sutiles, movimientos del bajo mundo que afectaban directamente al primer mundo. Oh, si, ese juego era estimulante. Solo el pensarlo hizo que el vello de su nuca se erizase y un suave brillo asomara en los intensos iris azules como el cielo.
Sí... ese juego era perfecto. Tendría a su mano una muñequita, y con ella podría manejar todo lo referente a la familia Irie y lo que empresarialmente conllevaba. Sus manos seguían entretejiendo entre ellas un ligero juego de movimientos mientras esperaba pacientemente a que los acompañantes de aquella velada llegaran. Por supuesto, mantenía la paciencia porque él mismo había llegado con tiempo de sobra. En cuanto pasara un minuto de más esperando de la hora establecida, su cabeza comenzaría a maquinar con retorcido deleite cómo se la podría jugar. Simple, sencillo, no había nada más que añadir al respecto. Así funcionaba su cabeza... Y oh, era claro que no cualquiera iba a comprenderlo bien. Pero tampoco era algo que a Vasyl fuera a preocuparle.
Aun así, de fondo, estaba atento a todas las conversaciones que su oído le permitía escuchar y apreciar. Nada interesante al parecer, una familia con niños que chillaban como condenados y que estaban con ketchup hasta a saberse dónde y un par de parejas desperdigadas por la sala era lo único que tenía para poder 'captar información'... Eso, y la televisión que tenía a una distancia mediana como para poder captar perfectamente lo que podía poner en la pantalla. El estar informado era importante... Y además, era esclarecedor saber que no te iban a pillar por sorpresa ya que estaba bien informado. Por eso, el ver en primera instancia un anuncio respecto al grupo 'Virus Code' por haber sido pillado asaltando las instalaciones farmacéuticas cerca de un polígono industrial y que ninguno había sido detenido, le hizo sonreír con suavidad, encantado al respecto. Era genial informarte de aquella manera que tu grupito de 'amiguitos' se había encargado de hacer bien el trabajo. Sobre todo porque el resultado de aquello era droga refinada de analgésicos y antidepresivos que poder vender y sacar un buen pellizco y, además, tener en su plantilla a más científicos que se encargarían de crear más. ¡Perfecto! A pesar que el interés de 'Virus Code' no era el de la drogas y sustancias adictivas, ¿qué mejor para patrocinar sus búsquedas que de aquella manera?
Pero, su mirada se desvió de la pantalla del televisor cuando el sonido de la puerta del establecimiento se abrió y reconoció la voz de un hombre informar al camarero de la reserva realizada. Y esa voz la conocía. No por nada era el hombre al que le había 'comprado' a la princesita virgen y procedente de un convento. Sonrió con amabilidad al momento de verlos frente a sí, incorporándose a modo de cortesía para poder recibirles. - Bienvenido, Señor Irie. Es un placer - Saludó con un fuerte acento debido a su procedencia natal, pero aun así manteniendo una mirada suave y un tono amigable. Oh... como para permitirse ahora errar respecto a lo que debía de mostrar al público. - Y ella debe ser... - Se aventuró a comenzar a decir, dirigiendo su mirada en ese momento hacia la figura de aquella joven albina. Sus ojos se entrecerraron y su sonrisa se ensanchó más, pero lo justo para seguir pareciendo agradable. - Debe ser la Señorita Desirée - Preciosa ironía que hasta su nombre fuera sugerente. Dio un par de pasos adelante para acercarse a ellos dos y poder tomar la mano de ella con la delicadeza de quien toma entre sus dedos una frágil filigrana de vidrio tintado. Y depositando un escueto beso en el dorso de la pálida piel ajena, la dejó descender con suavidad mientras miraba fijamente los peculiares orbes heterocromáticos de la joven espiritual. Curioso... muy curioso aquello... - Mi nombre es Vasyl Kaminski. Encantado de poder conocerte en persona, Desirée.
Aunque... dudaba que ella en un futuro fuera a poder afirmar sin mentir que sería un placer haberle conocido...
Sí... ese juego era perfecto. Tendría a su mano una muñequita, y con ella podría manejar todo lo referente a la familia Irie y lo que empresarialmente conllevaba. Sus manos seguían entretejiendo entre ellas un ligero juego de movimientos mientras esperaba pacientemente a que los acompañantes de aquella velada llegaran. Por supuesto, mantenía la paciencia porque él mismo había llegado con tiempo de sobra. En cuanto pasara un minuto de más esperando de la hora establecida, su cabeza comenzaría a maquinar con retorcido deleite cómo se la podría jugar. Simple, sencillo, no había nada más que añadir al respecto. Así funcionaba su cabeza... Y oh, era claro que no cualquiera iba a comprenderlo bien. Pero tampoco era algo que a Vasyl fuera a preocuparle.
Aun así, de fondo, estaba atento a todas las conversaciones que su oído le permitía escuchar y apreciar. Nada interesante al parecer, una familia con niños que chillaban como condenados y que estaban con ketchup hasta a saberse dónde y un par de parejas desperdigadas por la sala era lo único que tenía para poder 'captar información'... Eso, y la televisión que tenía a una distancia mediana como para poder captar perfectamente lo que podía poner en la pantalla. El estar informado era importante... Y además, era esclarecedor saber que no te iban a pillar por sorpresa ya que estaba bien informado. Por eso, el ver en primera instancia un anuncio respecto al grupo 'Virus Code' por haber sido pillado asaltando las instalaciones farmacéuticas cerca de un polígono industrial y que ninguno había sido detenido, le hizo sonreír con suavidad, encantado al respecto. Era genial informarte de aquella manera que tu grupito de 'amiguitos' se había encargado de hacer bien el trabajo. Sobre todo porque el resultado de aquello era droga refinada de analgésicos y antidepresivos que poder vender y sacar un buen pellizco y, además, tener en su plantilla a más científicos que se encargarían de crear más. ¡Perfecto! A pesar que el interés de 'Virus Code' no era el de la drogas y sustancias adictivas, ¿qué mejor para patrocinar sus búsquedas que de aquella manera?
Pero, su mirada se desvió de la pantalla del televisor cuando el sonido de la puerta del establecimiento se abrió y reconoció la voz de un hombre informar al camarero de la reserva realizada. Y esa voz la conocía. No por nada era el hombre al que le había 'comprado' a la princesita virgen y procedente de un convento. Sonrió con amabilidad al momento de verlos frente a sí, incorporándose a modo de cortesía para poder recibirles. - Bienvenido, Señor Irie. Es un placer - Saludó con un fuerte acento debido a su procedencia natal, pero aun así manteniendo una mirada suave y un tono amigable. Oh... como para permitirse ahora errar respecto a lo que debía de mostrar al público. - Y ella debe ser... - Se aventuró a comenzar a decir, dirigiendo su mirada en ese momento hacia la figura de aquella joven albina. Sus ojos se entrecerraron y su sonrisa se ensanchó más, pero lo justo para seguir pareciendo agradable. - Debe ser la Señorita Desirée - Preciosa ironía que hasta su nombre fuera sugerente. Dio un par de pasos adelante para acercarse a ellos dos y poder tomar la mano de ella con la delicadeza de quien toma entre sus dedos una frágil filigrana de vidrio tintado. Y depositando un escueto beso en el dorso de la pálida piel ajena, la dejó descender con suavidad mientras miraba fijamente los peculiares orbes heterocromáticos de la joven espiritual. Curioso... muy curioso aquello... - Mi nombre es Vasyl Kaminski. Encantado de poder conocerte en persona, Desirée.
Aunque... dudaba que ella en un futuro fuera a poder afirmar sin mentir que sería un placer haberle conocido...
Vasyl Kaminski
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