《 Fariishta Anusha Khandaar 》

Fariishta Anusha Khandaar

Hay que tener algo en claro al tratarse de Fariishta: creció entre mujeres, entre mujeres hermosas, entre mujeres amorosas. Para él, la figura masculina, la figura de fuerza propia de un hombre, la del hombre que cuidaba la casa y protegía a la mujer fue inexistente. Para Fariishta, las mujeres son el centro de todo, son ellas las que saben hacer todo, las que saben cocinar, saben ser fuertes, saben cuidarte. Los hombres son solo algo más, una cosa a parte, desconocida, aunque él mismo sea hombre. Propiamente por eso, por haber crecido entre mujeres, adoptó un cierto comportamiento afeminado, algo en sus movimientos, en su forma de hablar, de mirar y no le molesta, de todas formas nunca tuvo otro ejemplo a seguir. A parte de tener una política sobre la supremacía de la mujer, sabe que es un hombre y a pesar de que no se comporte como tal, sí tiene algo en claro: protegerá a las mujeres que durante toda su infancia tuvo a su alrededor y a cualquier otra mujer que lo necesite.

A parte de ello, Fariishta es un muchacho agradable, cortés, amable, un tanto extravagante y narcisista, algo caprichoso y mimado, nuevamente por el mismo motivo de antes: haber crecido entre mujeres y haber recibido toda su atención. Pero, precisamente por eso se mueve por la vida con una inquebrantable seguridad en si mismo, franca seguridad pero totalmente dispuesto a aceptar ideas diferentes, sabe que no hay dos seres vivos totalmente iguales y por eso, recae en el derecho de todos ser como son y que los demás los acepte. Juguetón, un sujeto que difícilmente se mantiene en un mismo sitio más de cinco minutos, con la necesidad constante de moverse, de hacer algo. Otro impulso es el de decir alguna tontería, sobretodo si nota que una mujer está triste, cabizbaja, demostrando así ser un acérrimo protector de la positividad, del pensamiento que, si no ahora, mañana todo irá bien.

Pero, que sitúe a las mujeres en un pedestal no significa que sea fácil enamorarse de ellas, de hecho, es complicado que se enamore en general, siendo usualmente demasiado volátil para algo así, tan acostumbrado a la forma de ser del género femenino que casi se podría decir sentirse más atraído por los hombres, aunque no demasiado tampoco. Pero, nada de eso quita que sea capaz de tontear, de contonear sus caderas y juguetear, sobretodo con los hombres, siendo nuevamente, como siempre, influencia de las mujeres con las que creció, todas ellas coquetas, elegantes y atrevidas, cualidades que heredó tras años y años en su compañía.

Fariishta posee cierto aire exótico, extraño y encantador. Es un muchacho apuesto, en plena flor de la juventud y, su raza espiritual no hace más que darle toques extravagantes, pero elegantes a su propia manera. Es un muchacho joven, pálido a pesar de provenir de un país cálido, alto, rozando el metro setenta y ocho sin problema (178) y de peso liviano, en parte por el propio hecho de ser un espiritual de pavo real, rozando los cincuenta kilos (50 kg). A parte de ello, su físico, esbelto y elegante, a pesar de no poseer músculos, se mantiene firme.

Lo que realmente llama la atención de su aspecto, sería su cabello, largos mechones frontales de un verde grisáceo. En cambio, la parte de detrás puede ser considerado como plumas, estas de un color más verde que el cabello. Si nos fijáramos en su rostro, nos daríamos cuenta que, a pesar de poseer ojos de un particular color rojizo apagado, su ojo derecho está completamente cubierto por plumas, plumas que provienen desde debajo de su flequillo y siguen por su mejilla, desapareciendo en su cuello como si de una máscara se tratase. Debajo de aquellas plumas, no existe ojo alguno. De nariz agraciada y labios pálidos. A parte de su ojo derecho, inexistente y cubierto por plumas, Fariishta resulta ser un hombre suficientemente apuesto.

En cuanto a su ropa, lo más usual es verle con una camisa de tela fina, blanca, con una manga corta y otra más larga, tanto que puede cubrir por completo su brazo y mano izquierda, dejando colgar un trozo de tela adornado con plumas. La realidad es que, otras plumas manchan su mano izquierda, motivo por el cual la lleva cubierta por completo. Sus pantalones violáceos, igual de particulares, tienen una pierna larga hasta el pie y la otra corta, adornando su pierna hacia la rodilla con tiras verdes. Detrás de su cintura una tela larga llega a sus pies, verde al igual que las tiras y por encima, otra que aparenta la cola de un pavo real, ambas ligadas por un adorno dorado, al igual que aquellos que cubren su cabello, su cuello y la parte superior de sus brazos.  

Pero, eso no puede impedir que use ropa más usual para pasear por la ciudad, siendo la anterior la más usual a la hora de trabajar en el burdel, al igual que el hecho de no llevar zapatos en esos instantes, totalmente diferente a la hora de salir.

Nació en un lugar hermoso sin lugar a dudas. Habría estado destinado a vivir una vida llena de lujos y simplezas si no fuese porque su propio nacimiento fue dictado por la tragedia.

Neeja, una mujer hermosa, de una adinerada e importante familia, casada desde hacía pocos años con Nandin, se dejó llevar por la lujuria de la situación al tener una relación con un amante. De aquella relación extraconyugal quedó encinta y por el bien de su matrimonio y vida futura, mintió a Nandin, diciéndole que el hijo era suyo.

Los nueve meses siguientes fueron los más felices de su vida, eventualmente Nandin le cumplió todos los caprichos, al igual que su familia. El primer hijo, debía ser motivo de extrema alegría. Y cuando finalmente llegó el momento de nacer... Aquella creaturilla que salió de su vientre era la viva imagen de su amante: la misma especie, un ser espiritual y por si fuese poco, su ojo no veía, cubierto por completo de plumas.

Nuevamente, por el bien de su matrimonio Neeja se deshizo del hijo, envió a una sirvienta con el engendro en brazos a dejarlo en cualquier rincón de la ciudad para que muriese de frío y hambre. Habrían dicho que el niño nació muerto, salvarían el matrimonio y volverían a tener un hijo. La mucama pero no pudo abandonar en un rincón al niño y así... Simplemente lo dejó frente a la muerta de un prostíbulo.

Fue allí donde creció. Rodeado de la misma forma por lujo, por comidas cálidas y sedas suaves. Creció casi como un niño normal. La madam del burdel, lo aceptó sin dudarlo ni un segundo. El único hombre entre tantas mujeres... Un niño tan extraño y lindo... Probablemente pensó que en cuanto tendría edad suficiente trabajaría como todas ellas, pero mientras...

Oh, mientras. Mientras recibió un nombre: "Fariishta Anusha Khandaar" nombre femenino, pero no importaba. Recibió educación, de todos temas, de cualquier cosa necesaria, de danza y de actuación. Fariishta, inevitablemente fue mimado a más no poder por las muchachas de aquél centro, creció falto de vergüenza y pronto se volvió un jovencito lo suficientemente grande como para tomar sus propios clientes: servir bebidas, pasar el rato con ellos...

Pero, no todo fue bien en su historia, nuevamente la mala suerte lo persiguió. Las deudas eran ya tantas que no había forma de pagarlas. Los prestamistas, ya eran incapaces de admitir más retraso y eso los obligó a desaparecer. Una noche cualquiera limpiaron toda la casa de placer, muchachas, Madam y joven espiritual, desaparecieron de un momento a otro y a escondidas tomaron un barco con dirección Japón.

Abandonando la hermosa India, camino a la misteriosa isla Nipona, el barco fue atracado por la mafia Japonesa. Misteriosamente habían sabido de ellos, del camino marítimo que iban a seguir y de quienes estaban escondidos en aquél navío. ¿Quizás algún Hindú prestamista aburrido de que sus presas se habrían escapado? Probablemente los Japoneses les habían propuesto dinero a cambio de la información de aquellas muchachas exóticas.

Llegados finalmente, bajo la supervisión de la mafia, al lugar de reencuentro, las muchachas fueron tratadas curiosamente bien. Fariishta en cambio, conocería a una coqueta y extravagante mujer japonesa a la que todos tratarían de jefa, la esposa del señor de la mafia Izanagi: Meiko Izanagi, la 'anego' de los yakuza.

De alguna forma, con el pasar de los días, el muchacho que creció entre bellas mujeres, una vez asegurado que sus "hermanas" estarían bajo buenas manos, siguió a la anego por todas partes, hasta que de alguna forma llegaron a cierta amistad... Una relación peculiar y curiosa. Tanto fue así que, meses más tardes, cuando ella expresó su deseo de viajar e instalarse en Idarion, una isla cualquiera, Fariishta decidió acompañarla, como compañero de juegos, como un guardián extraño, como un asistente cualquiera.

¿Ella deseaba vigilar y cuidar a su hija? ¡Perfecto! Él solo la acompañaría, porque la mujer era curiosa.