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Mensaje por Le Muse Jue Dic 03, 2015 8:35 am

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Todo estaba dispuesto tal cual los preparativos. El salón de eventos rentado, donde se llevaría a cabo la fiesta navideña con temática de disfraces, lucía ahora elegante y hermosamente decorado siendo el color rojo el que más sobresalía entre el mobiliario. Y no era para menos, pues las fiestas que se celebraban en aquella ocasión lo ameritaban. Centros de mesas con vivas Nochebuenas adornaban cada una de las mesas, y arreglos florales de llamativos colores lucían a cada cierta distancia alrededor de la estancia, junto a las paredes. Un delicioso aroma, mezcla de pino fresco con lo preparado para la cena, invadía hasta el más oscuro rincón del gran salón.

La música navideña resonaba con suavidad, haciéndole armonía el ruido del agua al caer de la fuente que adornaba el centro de la sala. Y, por supuesto, como toque final y sin poder faltar, al fondo del lugar, en un punto estratégico para que todo mundo fuera capaz de apreciarlo, un enorme árbol natural de navidad exquisitamente decorado con adornos y esferas doradas, plateadas, azules, verdes y rojizas; en lo alto una destellante estrella de ambarina luz. Aunque no nevaba, el clima exterior era bastante frío, sin embargo los organizadores tuvieron bien cuidado de decorar e iluminar perfectamente los jardínes externos, para que todo aquel que deseara disfrutar del panorama pudiera hacerlo, a pesar del inconveniente climático. ¿Pero quién podría saberlo? Seguramente más de alguno de los asistentes fuera amante del frío.

Todos los meseros y empleados para la ocasión estaban listos en los lugares previamente indicados, dispuestos para atender a los comensales una vez que estos comenzaran a llegar. Y tras todos estos meticulosos preparativos, lo único que ahora hacía falta era que hicieran acto de presencia los invitados, luciendo sus muy singulres y extravagantes atuendos.
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Mensaje por Odette Chrysomallis Sáb Dic 05, 2015 6:15 am

Era de las primeras en llegar a la fiesta navideña de la isla de Idarion. Qué maravilla...
Suspiré con cansancio y traté de no parecer agobiada mientras me introducía mejor en la estancia y miraba a mi alredor, hasta que mi vista se topó con aquel que me había metido en aquel enredo. Gastón, uno de los más aclamados fotógrafos dentro del mundo de la moda, me sonrió con simpatía y alzó el pulgar a modo de señal. Después tomó la cámara profesional que colgaba de su cuello y se preparó a tomar las fotos que necesitaría para el especial de una revista de modas y sociedad, para la cual ambos trabajábamos. No era que me desagradara pasar un rato ameno con otras personas desconocidas para mí, que tenían como objetivo aquella noche únicamente el de divertirse; para nada, de hecho era muy amena a aquella clase de convivios sociales, y sobre todo me encantaba la Navidad. No, ese no era el inconveniente en lo absoluto...
Miré de reojo mi escaso vestuario e hice un esfuerzo sobrehumano para no fruncir el ceño y maldecir. De acuerdo, entendía que se me había solicitado asistir a aquel evento con la petición de posar para la revista, y para ello era indispensable vestir un atuendo seleccionado previamente por los directivos. Aprovechando la ocasión, se había recurrido a una talentosa diseñadora de modas estadounidense para que me vistiera con un disfraz que resultara impactante y digno de que mi cuerpo lo luciera. Y vaya si tenía a cualquiera con la boca abierta... pero por lo escaso que dejaba a la imaginación. Le había preguntado a Gastón si era absolutamente necesario que vistiera de esa forma tan comprometedora, tomando sobre todo en cuenta la temática del evento y especialmente la época del año en la que nos encontrábamos. Sencillamente se había dedicado a afirmar reiteradamente que más hermosa no me podía ver y me había dejado allí, a mi merced, mientras él hacía la parte de su trabajo. Fabuloso.
Caminé hacia una mesa localizada en el rincón y tomé asiento mientras esperaba, agradeciendo internamente que el salón contara con tan agradable calefacción. Y deseando a su vez que no se me solicitara posar en el exterior o más de alguno sería víctima de mi fría y airada capacidad de negociación.
Si se hubiera tomado en cuenta mi opinión, hubiera preferido disfrazarme de ayudante de santa... Pero de odalisca jamás hubiera estado dentro de mis planes.
Pero en fin, sólo restaba esperar y parecer natural en el proceso.


Disfraz de odalisca:
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Mensaje por Marina Valentine Sáb Dic 05, 2015 7:51 am

Aún no estaba muy convencida de las razones que me habían llevado hasta allí, pero ahora que me encontraba en la entrada de la fiesta no podía echarme hacia atrás. Respiré con profundidad un par de veces al tanto que golpeaba con el dedo índice mi pecho izquierdo, allí donde se encontraba mi corazón. Siempre lo hacía cuando estaba nerviosa, de alguna manera me ayudaba a calmar el ansiado latir de mi corazón. Miré a mi alrededor, con cierto temor no tan bien disimulado, y finalmente entré sólo para verme sumergida en un mar de concurrencia a la que no estaba tan acostumbrada a tratar; y eso que el evento recién estaba iniciando, por lo que algo en mí me decía que aquello se iba a llenar de gente aún más. Suspiré pesadamente y busqué un lugar dónde poder refugiarme pues no deseaba que mi torpeza llegara a perjudicar a alguien, y esta llegaba a incrementar insospechadamente cuanto más nerviosa me encontrara. ¿Por qué había venido?
Claro, porque deseaba abrirme a la gente, socializar con los demás alumnos de la escuela y con la gente de Idarion. Recientemente había descubierto que tratar de pasar desapercibida no me traería nada bueno, y si realmente quería quebrar con aquel patrón de soledad que me había estado siguiendo desde mi infancia, tenía que empezar con el cambio en mí misma. No todas las personas eran malas, ¿cierto? Él me lo había demostrado tiempo atrás, que no valía la pena vivir con temor a salir herida por aquellos que me rodeaban; de hacerlo, aquello no podría considerarse una existencia digna. El ser humano era social por naturaleza, y el miedo a que los demás se burlaran por mi continua torpeza me limitaba en muchos más sentidos de los que yo hubiera creído en el pasado. Quería ser reconocida, para mí, por mi familia, por las personas de mi alrededor... y sobre todo, por él.
Entrelacé mis manos y sin poder evitarlo miré a mi alrededor, tratando de divisar a alguien familiar entre la muchedumbre desconocida. Volví a suspirar, desalentada. No le veía... pero tampoco eso me iba a frenar ni a hacerme retroceder. Aquel momento había sido minuciosamente planeado para que todos los asistentes disfrutaran de las fiestas navideñas en compañía de los demás. Y yo trataría de divertirme, aunque fuera un gran esfuerzo para mí hacer a un lado mi pena y mi temor a ser torpe. Ni siquiera valía la pena tratar de considerar los distintos panoramas que podrían presentarse en caso de equivocarme en algo; sencillamente la velada se convertiría en un desastre y la sola idea provocaban en mí intensas ansias de salir corriendo.
No, me quedaría allí y fingiría ser una chica común y corriente, tratando de divertirse. Sí, eso era lo que haría...
Me acerqué a la mesa de bocadillos, paseando mi mirada en los platillos allí ofrecidos hasta dar con la fuente del ponche. Con extremo cuidado me serví un vaso, pues no se encontraba entre mis deseos el ensuciar mi toga blanca, y con mano ligeramente temblorosa me llevé a los labios el borde del recipiente para dar un ligero sorbo a la bebida y así humedecer mi reseca garganta.
Volví a mirar a mi alrededor y un alivio inmenso me invadió al percatarme que los allí presentes vestían atuendos igual de extravagantes que el mío; eso lograba quitarme un peso de encima. En lo personal hubiera preferido un vestuario más sencillo y con menos posibilidades de ser el aliado a mi característica torpeza, sin embargo sólo había sido capaz de conseguir el disfraz de un ángel.
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Mensaje por Alvaro Garay Lun Dic 07, 2015 11:49 pm

Comida. Nada más entrar, dejando de lado los brillos y llamativos colores que golpearon sus magentas orbes, lo primero que percibió fue el delicioso aroma de la comida que parecía ser que estaba reciente. Mas lo segundo que captó su atención fue las aún pocas personas que había por allí. Y el pensando que llegaría cuando ya estaría repleto. Que irónico... Y eso era porque, la idea de fiesta para Alvaro no era la más agradable que podía imaginarse.

Su perspectiva de una fiesta estaba empañada por todas aquellas veces que aquella rata asquerosa que era su progenitor le 'había llevado' a fiestas que solo resultaban ser una prueba para ver si era el correcto heredero de la familia y, por ende, tenia que aparentar ser un niño bien durante todo el tiempo que durara aquella farsa de ostentidad y arrogancia por parte de aquellos que iban allí creyéndose los reyes del mundo.

Pero aquella fiesta no parecía ser así aún cuando, teóricamente, estaba adentro de la categoría de fiestas creadas por gente adinerada. Y eso, en cierta manera, fue lo que causó que en sus labios se mostrara una media sonrisa, relajada y divertida, y alzara su mano para colocar correctamente sobre su cabeza la chistera al mas puro estilo circus que llevaba. Por supuesto, el resto del atuendo iba perfectamente combinado: una camisa de volantes y manga fantasía iba acompañada junto a una chaqueta que únicamente llevaba sobre sus hombros de un vistoso color purpureo, y el chaleco de cuadros negros y grises hacia que todo resaltase mas junto a los pantalones de rayas. Y unas botas por debajo de la rodilla de un color burdeos remataban aquel aspecto de 'Maestro de ceremonias de circo' que era realmente su disfraz. Aun cuando él mismo iba a negar ir disfrazado. Las buenas parodias son aquellas que puedes hacerlas con tu propia imagen sin sentirte insultado. Y él había sido llamado repetidas veces 'bufón' o 'payaso' y...bueno, para qué engañarse, no era mentira. El pelo de llamativo color jade y aquellas cuentas de cristal que llevaba bajo su parpado izquierdo no ayudaba a que esos apodos hacia su persona se fueran. Pero como poco le importaba... pues se aprovechaba de la situación. Así de sencillo.

Y aun así, a pesar de estar pensando que aquella fiesta podría ser agradable y amena, cual fue su sorpresa al ver que a una de las chicas que estaba allí, y con un disfraz bastante...no, eso era quedarse corto, demasiado ligero de tela, le estaban sacando una sesión de fotos. ¿Sería famosa aquella joven? Si no, no tenía demasiada explicación aquello. Como se notaba que los representantes de esa chica sabían lo que se vendía... y por supuesto, aquella chica tenia un cuerpo perfecto para lucir ese tipo de disfraz. Mas cuando vio que parecía haber acabado, sencillamente sonrió y se acercó a aquella chica. Y con absoluto descaro, retiró la chaqueta de sus hombros para ponérsela a ella, cual actuación de galante chico. Que lejos de la realidad...

- Te has escapado de Oriente Medio? Has llegado aquí en mala época aquí ...deberías taparte un poco~ -por supuesto, aquello iba dirigido como una broma mientras le dedicaba a aquella joven una encantadora sonrisa.
Alvaro Garay
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Mensaje por Andrew Luhrmann Mar Dic 08, 2015 8:54 am

Lo primero que ocurrió nada más abrió la puerta y pudo ver la sala que sería en la que pasaría gran parte de ese día, fue alivio. ¿Alivio? Si, bueno... era solo que, se esperaba bastante más gente de la que debería ser. Y eso para él, en cierta manera, era bueno. Bueno por la simple causa de que, con su demofobia, no podía permitirse estar en lugares tan concurridos sin llegar a sentirse incomodo o directamente aterrado.

Eso estaba bien...o eso se repetía para convencerse de que nada ocurría, que había ido allí para divertirse, no para amargar su cabeza con oscuros y malos recuerdos. Pero a pesar de todo, su cuerpo se tenso sutilmente, y en sus labios, aunque había una sutil sonrisa, no era nada comparado con las joviales sonrisas que solían portar sus labios cuando estaba liberado de ese terror que sentía.

Una vez dentro, sujetó con cuidado uno de los extremos de la amplia capa de color granate que ondeaba detrás suyo para evitar que pudiera molestar a algún invitado y, comenzó a vagar por el recinto no sin menos nerviosismo, pero sí con más ganas de demostrarse a sí mismo que podía superar aquello. Y cuando pudo decir que ya había visto aquella preciosa sala en su totalidad, fue cuando comenzó a apartarse un poco hacia el exterior en busca de tomar un respiro ante la ansiedad que comenzaba ya a sentir.

Una vez fuera, el frío golpeó su cuerpo, pero aquello lejos de molestarle, le vino bien para distraerse. La suave y gélida brisa agitó aquella capa granate que llevaba anunada a su cuello por unas cadenas plateadas al más puro estilo 'Drácula' y...bueno, es que iba de vampiro. La camisa decorada con un sutil bordado también plateado tanto en cuello como en mangas dejaba soltar suave destellos ante cada movimiento, y los negros pantalones acompañados de unas botas hacían que todo destacara más en un contraste llamativo. Y no solo eso llamaba la atención, si no que el cobrizo cabello había sido recogido en una coleta de lado floja con un purpureo lazo, la que causaba que quedara por su hombro que, al estar cubierto por la oscura capa, hacía que destacara aún más el cabello, aun cuando ese lazo quedaba perfecto para resaltar más los preciosos orbes violetas que tenía el guitarrista.

Suspiró suavemente mientras alzaba su mano para sujetar un par de mechones anaranjados que habían escapado de aquel lazo y que estaban danzando ante la fuerza del aire. Bueno... ¿Y ahora qué hacer? Por suerte no parecía haberle reconocido nadie o no había dado muestras de ello. - Bueno...solo me queda esperar -murmuró para sí mientras esbozaba una sonrisa de resignación, aun cuando a través de esa sonrisa se pudieron apreciar unos colmillos más marcados de lo que deberían de ser. Bueno... ¿qué clase de vampiro sería si no tenía colmillos? Eso es todo, señoría.
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Mensaje por Dante Zuegg Mar Dic 08, 2015 5:41 pm

Habría preferido llegar más temprano pero las obligaciones laborales no se lo permitieron por lo que se había retrasado en alistarse. Inicialmente el plan era usar algún disfraz que encajara con la temática de la fiesta pero a decir verdad las opciones no eran muchas, así que las horas previas al evento las pasó vistiéndose el atuendo de un monje japonés. No recordaba cómo había llegado a su cabeza esa idea pero no importaba, saldría de la monotonía, claro que… necesitó ayuda de un experto para poder ataviarse como era debido pues sobre los monjes de esa cultura poco, casi nada sabía. Al menos al elegir ese disfraz se había culturizado en el proceso.

Así pues, con el sombrero cubriendo la mayor parte de su rostro y usando sandalias de madera finalmente llegó al salón donde se realizaría el festejo. El cabello lo llevaba recogido para que no fuese visible tan fácilmente. –Se han lucido con el árbol– dijo para sí en cuanto entró pues fue lo primero que captó su atención. Lo siguiente fue dar un vistazo rápido al resto de la estancia y, buscar las facciones de cierta chica a quien no tardó en encontrar… con compañía. Supuso que era de esperarse, quizá hasta se trataba de otro conocido de Gastón. Bueno, primero iría por algo de beber, le hacía falta para empezar a ambientarse.

Sin prisa se dirigió hacia la mesa de bebidas y tomó una de las copas, la que le pareció más llamativa. Para hacerlo tuvo que pasar el bastón de monje que llevaba a la mano izquierda puesto que era diestro. –¿Qué le parece la fiesta hasta este momento, Señorita? – preguntó a una jovencita vestida de un blanco impecable y alas en su espalda que se encontraba al otro lado de la mesa. Al lanzar la pregunta buscó su mirada, no hubo necesidad de levantarse el sombrero o algo similar pues la chica era de menor estatura. Y en cuanto las palabras fueron pronunciadas Dante dio el primer trago a su bebida.


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Mensaje por Nikolas Loreto Mar Dic 08, 2015 7:07 pm

Necesitaba verla. No habían quedado de verse desde el día de su "cita", pero él ya estaba desesperado por verla. No sabía como evitar ese deseo de estar con ella, después de todo aquello era demasiado nuevo para Nikolas. Dejó escapar un suspiro, aunque la había visto (observado) entre clases, no estaba seguro de si ella correspondía sus sentimientos o si había tenido la misma necesidad por verle, especialmente ahora que sabía que tenía competencia para conquistar el corazón de Marina. Hablando de su disfraz, ¿qué fue lo que le llevó a vestir algo como eso? La verdad es que no tenía idea porque la navidad era una fecha completamente alegre y por lo tanto, odiada por Nikolas. Pero ahora, se sentía cubierto por la atmosfera navideña, quería vivirla como se debía por primera vez, no con fiestas estúpidas que su padre hacia en todo momento, además, su principal motivo para asistir era ver a Marina y el disfraz que usaría. Había escuchado que muchas chicas irían con disfraces reveladores y juraba que Marina no sería de esa calaña. Por si las dudas, traía unas orejitas de reno y una nariz roja, pantalones cafés y tennis negros y una chaqueta de cuero café, lo bastante larga como para cubrir su trasero, al menos protegería a alguna señorita de los pervertidos.

La divisó entre la multitud. Tan pronto como las puertas del gran salón se abrieron para él. Era inevitable no verla, era como un ángel, aunque claro que no era el único que la estaba viendo. Aun así, se sorprendió por la rapidez en la que sus ojos dieron con su largo cabello castaño y su figura femenina, quizás era porque estaba enamorado de ella que podía localizarla en cualquier lugar, aunque claro no estaba dispuesto a decirle nada de eso a Marina, primero quería que fueran amigos, quería que se conocieran y que las cosas se dieran solas, aunque tenía miedo de que llegará alguien más, si sus sentimientos eran suficientemente fuertes no tendría que preocuparse por nadie más, solamente por sus sentimientos y si, esas cosas que un romántico diría. El señor rockero iría a verla y luego la invitaría a bailar, aunque comparado con Marina él bailaba una papa. Dejó escapar otro suspiro y comenzó a caminar entre la gente. Algunos le miraban con curiosidad y otros le miraban con sorna, había otro incluso que decian que aquel no era un disfraz apropiado, pero Nikolas tenía su imagen y no la iba a dejar por nadie.

Se acercó a ella, ignorando otros comentarios y otras personas presentes en el lugar.—Si hubiera sabido que vendrías así, quizás habría optado por otro tipo de vestimenta.— Murmuró, realmente cerca de ella, aun a sabiendas de que podría pegarle un buen susto y recibir un golpe de reflejo por parte de ella, no le importaba, quería estar cerca.—Ni siquiera pareces a la Marina que conocí. Pero, estás igual de bella que ella.— Sus mejillas se ruborizaron, aunque estaba diciendo todo eso a sus espaldas y quizás ella no se daría cuenta.

Oye, amigo. Neta, ella esta más adelante.

Quizás fue ese comentario lo que le hizo darse cuenta de que no se había acercado a ella como creyó en un momento y que se había quedado detenido en el salón mirándola y diciendo cosas que posiblemente mencionaba en otra de sus canciones. O lo haría en el futuro. Se ruborizó y asintió, continuando su camino. Después de eso, no estaba seguro de que pudiera decirle algo de lo que tenía en la cabeza al inicio. Aun así llegó, a su lado.—¡Marina!— Exclamó, casi como un niño que entra a una dulcería y quiere todo lo que ve. Su rostro continuaba ruborizado por el gran oso que había hecho más atrás.—Te ves... Tan hermosa. Pero, hace bastante frío. ¿Estas bien?— Expresó con algo de preocupación. Algo demasiado de preocupación.
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Mensaje por Natasha Leisser Miér Dic 09, 2015 7:39 am

¡Navidad! ¡Aquello no podría ser otra cosa sino símbolo de que ya había llegado la Navidad! Nada más ver el bellamente decorado pino, tuve el infantil impulso de salir corriendo hacia él y ver si Santa Klaus había dejado algo bajo él para mí... Pero por supuesto que no, ¡que ya no era una niña!
Y apesar de este hecho, la radiante sonrisa que iluminaba mis facciones seguía allí, impertérrita, como si realmente estuviera cargada de ilusiones y esperanzas por las fantasías navideñas. Cosa que resultaba sumamente irónica, tomando en cuenta la clase de disfraz que llevaba puesto. Y es que una demonia no combinaba demasiado con la alegría que represantaba para mí aquella época del año. Para la ocasión me había mandado a colocar extensiones de cabello igual de rojo que el propio, y este ahora me caía cual cascada por los hombros y espalda hasta morir en mi cadera. Y a pesar de que mi disfraz consistía en un par de diminutas prendas que de cubridoras no tenía mucho, no sentía frío. Probablemente eso se debiera a que mi lugar de origen era un país por lo regular sumamente frío, el supuesto mal tiempo de aquella isla para mí era cosa de risa. Yo me sentía cual mariposa en primavera.
Cuando al fin pude desviar la mirada del árbol, miré a mi alrededor, totalmente extasiada, deseando abarcar lo más que se pudiera de aquel momento y plasmarlo en mi retina. Y es que no sólo era que amara las fiestas, o la Navidad... también estaba el inusual hecho de que mi marido me acompañaba en aquel evento, luciendo un peculiar atuendo que hacía conjunto con el mío. Y aunque estaba encantada, en el fondo no podía evitar preguntarme qué clase de mosca le habría picado para incitarlo a seguirme el juego y hacer todo aquello. Por más que lo intentara, no podía hacerme a la idea de que lo hiciera sólo para acompañarme... ¿Acaso lo habrían obligado a asistir? Tomando en cuenta cómo eran los directivos de la academia... No, no me extrañaría que ese fuese el caso. ¿Pero qué más daba? ¡Estaba allí y eso era lo que contaba! Y por todo lo que restaba de la velada, no lo dejaría apartarse de mí ni por un instante.
Volteé a verlo para contemplarlo una vez más de arriba hacia abajo y de regreso. No tenía absolutamente nada por lo cual quejarme, ¿cómo no sentirse cual presuntuoso pavo real cuando se tenía por esposo a un hombre como él? Bueno, eso referente al físico porque en personalidad... Mejor no entrar en detalles. Fruncí ligeramente el ceño, meditabunda.
-Estaba pensando... -hablé al fin, con voz ligeramente grave. Alcé mis rojizos ojos para enfocarlos en los verdosos de él- ... ¿y si las chicas te asedian? ¿Qué se supone que voy a hacer? Será sumamente molesto tener un club de admiradoras improvisado... -mascullé entre dientes. Y es que la simple idea de pensar que alguna chica de confianza resbaladiza se fijara en él bastaba para tornarme el humor ligeramente agrio, y este incrementaría a la quinta potencia de ser el caso de que Gerhard se dejara llevar por la hipotética muchachita. Allí había tanta chica hermosa y de cuerpo atractivo mientras que yo... Bueno, mejor no entrar en detalles- Ya, da igual. ¡Mejor vayamos por algo de beber! -hablé al fin, tomando la resolución de que no me amargaría la noche por imaginaciones y, en cambio, le tomé de la muñeca para arrastrarlo hacia la zona de los bocadillos y ver qué podíamos degustar.
Sin embargo, a medio camino me detuve sólo por unos segundos cuando mi vista periférica captó que atrajo mi atención. Allá afuera... ¿Era...?
-¡¡Andy!! -exclamé con un júbilo tan natural y repentino que ahora sí podía dar por sentado que estaba dando la errónea impresión de ser una cría. O bueno, no tan errónea. Solté a Gerhard y corrí hacia el exterior, esquivando cuanto obstáculo se me pusiera enfrente, hasta llegar a donde el de cobriza cabellera- ¡Andy! -exclamé una vez más, cerca de él, para así hacer notar mi presencia e impulsivamente me le colgué a su cuello por detrás cual pequeña niña- ¡Mira, Andy! ¡Mira mi disfraz! -lo solté sólo con el propósito de presumirle mi atuendo.
Irónico, aquello que me había resuelto a no permitir que se apartara de mi lado en ningún momento de aquella fiesta, lo acababa de dejar vilmente abandonado en medio del salón.


Disfraz de Demonia:
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Mensaje por Marina Valentine Jue Dic 10, 2015 6:14 am

Miré a mi alrededor, un poco confortada por la caliente bebida que sostenía entre mis manos. Y a pesar de ya no sentir mi latir tan acelerado, mis manos seguían con un ligero temblor que no sabía cómo aplacar a esas alturas, pero que debía considerar el encontrar una solución a favor de no tirar el ponche. Suspiré. Las personas allí parecían estar en su elemento, disfrutando del animado ambiente y yo... Parecía que yo estaba a punto de presentar el examen final de Historia del arte. ¿Qué se le iba a hacer? No por nada era la vergüenza de la familia Valentine...
Alcé la mirada, alterada una vez de improvisto, cuando escuché una voz varonil hablar relativamente cerca de mi posición. ¿Tan distraída había estado en mis cavilaciones que no pude percatarme de la presencia del recién llegado? Primero lo observé con sorpresa y, ¿para qué negarlo?, temor disimulado. Parpadeé un par de veces, sin abandonar mis contemplaciones en silencio, para después mirar por encima de ambos hombros y a los lados, tratando de averiguar la identidad de la persona a la que se dirigía, pero... allí no había nadie...
Nuevamente retorné mi mirada al extraño monje frente a mí, sorprendida pero esta vez de descubrir que probablemente me preguntaba a a mí. Al fin y al cabo, sus ojos ligeramente ocultos por el singular sombrero me miraban directamente... ¿O no?
-¡Ah! Lo siento, yo... -aferré con un poco más de fuerza el vaso que tenía entre manos, en un vago intento de conseguir serenarme. Si no fuera porque tenía ambas ocupadas, ya estaría golpeteando una vez más mi pecho con el dedo índice- Me parece... agradable, supongo -la realidad era que no había asistido a muchos eventos de aquel tipo antes de que llegara a estudiar a la academia, y aún así estos habían sido contados después de este suceso. No estaba muy segura de cómo debería interactuar con un extraño que muy amablemente me había preguntado mi opinión; ¿era lo normal tratar de socializar con gente que no se conocía? ¡Por supuesto que sí! ¡Ese había sido el objetivo de asistir! Respiré pausadamente antes de obsequiarle al desconocido una amable y sincera sonrisa- Parece que los demás la están disfrutando, así que eso es lo importante... Este, disculpe... ¿Ah? Ay... -volteé a ver rapidamente detrás de mí cuando alguien mencionó mi nombre antes de que yo pudiera formularle alguna pregunta al monje; sin embargo el inesperado movimiento de mi parte había causado que un poco de ponche se derramara del borde del vaso, quemándome ligeramente la mano cuando el caliente líquido hizo contacto con mi piel. Alcé la mirada de zona lastimada al rostro del recién llegado, descubriendo con grata sorpresa de quién se trataba- ¡Nikolas! -exclamé su nombre a mi vez, sonriendo nuevamente. Aunque inmediatamente mis mejillas se tornaron ligeramente rojizas al escuchar aquel halago por parte del pelinegro- G-gracias... -musité, bajando por un segundo la mirada, apenada, antes de volver a concentrarme visualmente en él- Tú también te ves... sumamente adorable -mencioné con sinceridad. Y es que así era, aquel disfraz que llevaba puesto provocaba en mí las ansias de ponerme de puntitas y tocarle la roja nariz con curiosidad, pero me contuve a favor de no molestarle- ¿Frío? ¡No, para nada! Estoy perfectamente... la calefacción del lugar hace que el clima aquí adentro sea bastante agradable; gracias por preocuparte... ¿Y tú? ¿No quieres nada de beber o comer? -me hice ligeramente a un lado para que pudiera apreciar el menú que la mesa ofrecía- Hay ponche caliente... está muy bien -informé, alzando ligeramente mi vaso para dar énfasis a lo dicho- ¿Sabes? Me alegra que vinieras... es bueno ver un rostro amigo, pero... -no pude evitar que mi ceño se frunciera ligeramente ante la idea que cruzó por mi mente. Le miré con preocupación- ¿Está bien que estés aquí? No sé... me había dado la impresión de que no eras muy ameno a asistir a eventos de este tipo... -susurré de tal forma que casi parecía inaudible, muriéndose mi voz al final.
Sólo esperaba que no se ofendiera con mi atrevimiento.
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Mensaje por Raffaele Vecchierelli Jue Dic 10, 2015 9:43 pm

Raffaele moría de hambre. El estómago le gruñía desde hace un rato pero la prisa por alistarse se había impuesto a su apetito. La culpa la tenía él mismo, por haber demorado el doble de lo previsto charlando con su familia a través de su computadora personal. ¡Y es que era importante! ¿Quién no querría hablar con sus seres querido en esas fechas tan especiales? Al menos para él era de lo mas normal y especial. Entre risas y anécdotas que iban y venían en ambas direcciones el tiempo se le había ido volando y para cuando la sesión finalizó, el reloj estaba ya muy avanzando. En definitiva el disfrazarse no había sido el problema, sino el encontrar las prendas que un par de semanas atrás su hermana le había enviado. El espiritual inicialmente había optado por un disfraz de ayudante de Santa, verde y con zapatos puntiagudos pues la verdad por extraño que pareciera para alguien como él que era actor, el vestuario le importaba poco. Quería divertirse y nada mas, pero su hermana al escucharle tan conformista se quejó de la ropa elegido por el pelinegro y, para no ser tachada de criticona y poco cooperativa con la causa, le consiguió vestuario de Jack Frost.

¡Por todas las aguas del mal! Como si un pantalón café y una sudadera azul con capucha fuese muy difícil de conseguir… ¿Pero qué se le iba a hacer? Ya le había prometido a su hermana enviarle fotografías del resultado final y de él en compañía de sus amigos de la academia. Bueno, al menos el bastón era divertido y si el personaje no era precisamente navideño, al menos encajaba con la temporada.


Se ajustó la capucha al llegar a la puerta principal del salón y a punto estuvo de ingresar pero, súbitamente se detuvo, desviando sus pasos hacia otra puerta que al parecer comunicaba directamente con uno de los jardines que formaban parte del lugar. Como buen ser espiritual que era no pudo resistirse a seguir ese camino que lo llevaba hacia un poco de naturaleza y así, con bastón en mano entró en esa dirección. La iluminación navideña lo cautivó, a su parecer la naturaleza combinaba bien con un poco de decoración “humana”, prueba de que entre espirituales y humanos podían conseguir buenas cosas si trabajan en conjunto.

Pero no estaba solo allí, tras avanzar un poco más pudo ver que otra persona también se había decantado por ese rincón del evento. Vestía una capa granate y de sus facciones no pudo ver nada hasta que se acercó otro poco. –Buenas noches– saludó animado al que identificó como vampiro –¿Le gusta el frío? – preguntó curioso pues sin lugar a dudas el clima del exterior era helado, pero a él le gustaba, era uno de esos anormales que disfrutaban del frío, después de todo era parte de la naturaleza y como tal apreciaba bastante el clima sin importar cual fuera. Claro que prefería todo aquello relacionado con el agua y las bajas temperaturas. En ese instante bajó la vista a sus pies, había hecho bien en ponerse botas en lugar de ir descalzo como correspondía al personaje.

Y lo interesante vino cuando volvió a levantar la mirada y a enfocar al desconocido pues, repentinamente, dejó de parecerle tan desconocido. –Yo lo he visto antes…– dijo muy seguro, adoptando una postura analítica. La cara del sujeto le resultaba familiar, ¿lo había visto en la televisión o en alguna revista? Quizá si no estuviese el otro vestido de vampiro le habría sido más sencillo reconocerlo.
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Mensaje por Odette Chrysomallis Vie Dic 11, 2015 6:57 am

Sentí la presencia de alguien extraño aproximándose, mas no alcé el rostro sino hasta que sentí sobre mí caer el ligero peso de una prenda. Enarqué ligeramente los ojos, sorprendida, y contemplé con evidente interés al sujeto que ahora estaba de pie frente a mí. Al yo estar sentada y él de pie, no me quedó de otra más que echar un poco el cuerpo hacia atrás y así poder visualizarle como era debido. Me causó gracia su presencia, ¿acaso de qué venía? ¿Bufón? Por algo extraño, y a pesar de ser un completo desconocido para mí, sentí que el papelito le quedaba a la medida.
Vaya, así que quería entablar conversación...
-No, no me escapé del medio oriente... Aunque mis ancestros bien pudieron estar en la expedición que realizó Alejandro Magno en su conquista -sonreí de manera cortés, aunque no tan cómoda como a mí me hubiese gustado. Y es que el joven de cabellera verde en realidad era osado para venir a hablar de atuendos, tomando en cuenta que él venía de payaso. Además, daba la casualidad de que yo no había elegido mi atuendo- No sabía que hubiera un circo por aquí cerca... ¿Decidiste darte una vuelta en tu descanso para echar un vistazo al panorama de los ricos? -inquirí finalmente, con un ligero toque de sorna. Me crucé de piernas y a afinqué el codo sobre mi desnudo muslo, sólo para tener sostén a apoyar mi barbilla sobre la palma de mi mano- No es muy diferente de donde vienes, también aquí la gente gusta de comportarse como si de un circo se tratase... -mascullé, aburrida, y suspirando después. Guardé silencio por un momento hasta que finalmente me atreví  a atisbar con el rabillo del ojo la clase de prenda que me había puesto encima. Enarqué una ceja con suspicacia. Ya sabía yo que se trataría de algo similar, proviniendo de tan extravagante joven...- Vaya, lamento decírtelo, y aunque agradezco tu 'noble' gesto, no creo que mi equipo de trabajo esté contento con esto -con una ligera cabezada señalé al rincón donde se encontraba Gastón tomado fotos a todos los decorativos del lugar- Dudo que la diseñadora de mi vestuario crea que esta... singular prenda, pueda combinar de forma adecuada con el atuendo que me pidieron vestir el día de hoy. Pero a favor de no lastimar tu orgullo de caballero, dejaré que la chaqueta repose sobre mis hombros unos minutos más -finalizado esto y de improviso, me puse de pie y al fin miré al hombre a su misma altura. Bueno, relativamente, tomando en cuenta que me sacaba un par de centímetros en estatura- ¿Tienes sed? Porque yo sí... Así que iré a la mesa de bebidas... Si gustas venir, te aseguro que no te detendré -ironicé, mostrando una gentil sonrisa junto con un brillo travieso en los ojos almendrados. Y es que, por aquella noche, me permitiría ser yo sin preocupaciones ni restricciones. Al fin y al cabo, ¿no era esa la razón de este evento?
Me encaminé hacia donde había dicho que iría, sin mirar por encima de mi hombro para saber si el extraño peli-verde venía tras de mí. Total, yo era poseedora de su chaqueta y tarde o temprano vendría a mí a reclamarla. Daba igual. Una vez junto a la mesa, a punto estuve de pedirle amablemente a un sujeto vestido de monje si podía darme permiso a tomar una de las bebidas allí  exhibidas, sin embargo aborté el plan a un segundo de llevarse a cabo. Aquella presencia... ese aroma.. ¿No los conocía ya? Por supuesto que sí...
Sin previo aviso, me acerqué a la espalda del sujeto y pasé mi brazo por debajo del suyo, a modo de ser capaz de alcanzar una de las copas. Aprovechando la cercanía, apoyé ligeramente mi barbilla en su hombro.
-¿Cree que podría escucharme, excelencia? Tengo un dilema en el que me gustaría ser guiada por su sabiduría... ¿Tendrá tiempo para una simple mortal como yo? -musité cerca de su oído. Tuve que morderme ligeramente el labio para no echar a reír allí mismo y así arruinar mi maravillosa "actuación". La verdad era que me preguntaba cómo reaccionaría Dante ante aquello, al fin y al cabo él era desconocedor de aquella faceta relajada mía, ¿o no? Porque sí, incluso yo dejaba de gruñir aunque fuera en raras ocasiones. Tomé la copa más cercana, sin saber ni siquiera cuál era su contenido debido a que ya suficiente había sido alcanzar el hombro ajeno aún estando de puntitas, me era imposible ver más allá.- De haber sabido que vendrías así, yo hubiera escogido otro atuendo más acorde... ¿Crees que me sentarían bien las ropas de una Miko? -inquirí, aparentando real preocupación ante tal posibilidad, y refiriéndome a las sacerdotisas japonesas. Duré un segundo más en aquella reconfortable postura, en silencio, antes de pasar cuidadosamente mi brazo con todo y copa, sin derramar su contenido, una vez más por un lado de su costado. Y así corté contacto entre nuestros cuerpos. No me era desagradable el tacto ajeno, sólo cuando este se daba con intenciones de dudosa procedencia- Lástima que vengo contratada y la elección de mi disfraz no estuvo a disposición mía.
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Mensaje por Andrew Luhrmann Vie Dic 11, 2015 12:11 pm

La ventaja principal de que en el exterior hiciera frío era, precisamente, la seguridad de que no a todo el mundo le agradaba tal clima, y por tanto se iba a encontrar a menos gente allí fuera que dentro. Era...como su respaldo para cuando sintiera que la situación le sobrepasara. Y es que...intuía, más bien tenía la corazonada, de que aquella gente que ya comenzaba a llenar de manera cuantiosa el interior de aquella sala, iba a ir en aumento. Y eso le rendía terriblemente incomodo y nervioso, además de que en su mente causaba que se instalara un pensamiento de culpa y auto-decepción ante la incapacidad de superar ese miedo que tenía. Y lo peor es que no era el único...

Aún así, mientras su sereno y serio rostro estaba al frente, observando a ningún lugar en concreto con el único objetivo de lograr convencerse por pura tozudez que tenía que volver a la fiesta sin problema, una animada voz llego a sus oídos, haciendo que las cavilaciones de su cabeza se esfumaran y volteará su tez hacia el chico vestido de cierto personaje que por un momento dudó de quien sería, pero al chico si que no le conocía de nada. Y tras hacer descender un tanto su mirada para observar directamente los orbes ajenos, ya que aquel joven era un poco más bajo que el guitarrista, sonrió suavemente ante la pregunta- Buenas noches -respondió al saludo, mas al escuchar su voz se maldijo de nuevo: seguía sonando malditamente distante y serio, ese no era él realmente. Pero el escuchar aquel murmullo del otro hizo que, ne cierta manera, se alegrara de actuar así, ya que...si le conocía realmente por alguna entrevista o concierto, conocería al Andrew del escenario, ese chico misterioso e impasible que aparentaba ser sin quererlo y que, los productores no habían tardado demasiado en sacarle juego.- Prefiero otros climas, pero no descartó a veces una ráfaga de frío. Te despeja la mente -respondió mientras intentaba con todo su ser ser más animado, pero... era complicado aquello.

Pero al parecer solo necesitaba una terapia de shock para poder relajarse. Y su terapia de shock llegó de golpe y porrazo, enganchándose de su cuello mientras exclamaba aquel cariñoso apodo que era para el guitarrista. ¡Ah, su 'compañera de bromas'!- ¡Tasha! -exclamó de golpe, encantado mientras en sus purpúreos orbes se reflejaba cierto brillo de aprecio e intentaba girar su rostro para mirarla por encima del hombro. Eso sin duda era una gran ayuda para él, aun cuando ella no podría llegar a intuir cuanto.- Veamos, veamos -soltó con una sonrisa más cálida y jovial mientras se giraba para mirar a la pelirroja, olvidándose por un momento que estaba al lado de una multitud cuantiosa de gente. ¡Ese era más el Andy que debería ser!- ¡Pero si vas de ti misma! Con el pelo más largo...pero vas de diablilla, eso ya lo eres a diario -y con un travieso y bromista tono de voz, le guiñó un ojo.- Pero es genial aún así. Ah...¿vino contigo el chacal de tu marido? ¿Te pusiste la vacuna de la rabia ya? Que puede contagiarte -si, a veces ese infantil chico necesitaba decir alguna de esas cosas, inconscientemente era tan directo que no calculaba si podría o no ofender. Por suerte...en ese caso sabía que haría reír a aquella que era su compañera y, si estaba por ahí el mencionado, hacer que se le pusiera cara de malas pulgas, nunca mejor dicho-
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Mensaje por Gerhard Leisser Vie Dic 11, 2015 1:46 pm

Comenzaba a arrepentirse de haber decidido ir a aquella fiesta. Y es que, él no era partidario de ese tipo de eventos, mirase como se mirase, no podía ser así. Pero...bueno, en aquel caso, si era verdad que los directivos de la academia le habían dejado caer 'sutilmente' que debería haber algún médico en la fiesta por pura prevención. Y sí, Gerhard Leisser podía ser lo que quisieras, pero sabía entrever en lineas, y aquello sabía que era una clara indicación de que debía ir. ¿Podría haberse negado? Perfectamente...pero... para qué mentir, el saber que aquel remolino rojizo, y ese día más que nunca, que era su esposa iba a ir a esa fiesta y más por el traje que había decidido llevar... Si, eso era suficiente como para querer tenerla un poco vigilada. ¿Celoso? No exactamente...aunque seguro que esa mujer se alegraría de saber que pudiera ser así.

Y claro, ya que iba y no era de manera laboral... debía ir con un disfraz, o eso indicaba el protocolo para aquella fiesta de temática de disfraces. Y recordemos: ese hombre era malditamente minucioso en lo que hacía, pero para esas cosas no tenía ni quería tener imaginación. Era así, no le interesaba, así que....se podría decir que se aprovechó de la idea de aquella que era su mujer e ir con un disfraz acorde a lo que ella iba. Y nadie podría negar que, a pesar de todo, no se había trabajado el disfraz. Esa obsesión por tenerlo todo correcto....si, era culpa de eso. Pero...a pesar de todo, había algo que contrastaba por completo entre ambos: ella parecía una explosiva diablesa, de llamativos colores y no menos llamativo vestir, aunque era más por carencia de ropa que otra cosa, pero él...parecía el lado inverso de aquello; gélido, de colores fríos, parecía una escultura de mármol bellamente tallada y vestida con esmero por el oscuro traje repleto de cinturones y correas. Y en el fondo...ambos no quedaban mal uno al lado de otro, ese contraste resultaba bueno.

Mas su atenta y aguda mirada, una vez dentro, se quedó observando a su alrededor, como evaluando lo que había por allí, acabó por dirigirse hacia su pareja en aquella velada para fijarla en los rubíes que su esposa tenía por orbes al escucharla hablar con ese tono tan serio de golpe.- ¿Te preocupa realmente que vayan a venir a por mí? -inquirió en un calmado tono mientras alzaba la mano enguatada para retirar un par de purpúreos cabellos de su rostro antes de inclinarse un tanto hacia ella.- Lo máximo que podría pasar es que alguna se vaya decepcionada -aclaró poco después. Y es que, a pesar de lo que aquella chica pensase,  él no tenía interés en más mujeres. Una ya le causaba suficiente problemas, como para pretender siquiera poder querer prestar atención a más. Además que...había aún un trasfondo más fuerte.

Aun así, no tardó en ser arrastrado, o dejado arrastrar, por aquel torbellino rojo que tenía por esposa hacia  la zona donde se podía ver una amplia variedad de aperitivos y bebidas que poder escoger. Pero de la misma manera que tan impulsivamente le había agarrado, se soltó de él para largarse por ahí corriendo. Y por supuesto, no menos desconcierto pudo causar en el pelimorado que, acabo por seguirla con la mirada hasta ver a quien se refería... y acabó por alzar su mano para frotar su frente con un par de dedos junto a un hondo suspiro de exasperación y resignación a la vez. Esa chica... pero como había decidido, él tampoco iba a dejarla corretear por ahí cual cabrillita salvaje, así que la siguió, por supuesto sin correr. Y por eso mismo fue cuando llegó en el momento en que escuchó las palabras de aquel muchacho que, para su desgracia, era compañero de trabajo de su mujer. Y su ceño se frunció en un claro gesto de molestia mientras que su gélida mirada parecía estar matando repetidas veces al pelinaranja.- A ti también deberían ponerte una inyección, peor de anestesia en la lengua, a ver si así dejas de decir cosas innecesarias -contestó con completo desdén en su voz  y con una impasible expresión solo rota por ese leve fruncido en su ceño. Que bien empezaba la noche para él...-


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Mensaje por Darylene Wingfield Vie Dic 11, 2015 8:58 pm

Con una animada sonrisa adornando sus labios... ¡Era navidad! ¡Por primera vez no lo pasaba en familia! Había que aclarar, Darylene realmente quería a su familia ¡Realmente mucho! Pero, eso no significaba que aquél año quisiera intentar algo diferente, fue por ese mismo motivo por el cual, casi había arrastrado a Rikard con ella a aquella fiesta a la que habían sido invitados. También había ideado una divertida forma para entrar en ella. ¿Pasar por la puerta? ¿Como personas normales? ¡Claro que no! ¡Tenía que hacer algo divertido! ¡Algo fuera de lo común! Cruzada de brazos como estaba, esperó que aquél muchacho de albina cabellera se acercara a ella para comenzar con su extravagante plan mientras intentaba acabar los últimos retoques a su disfraz. ¿De qué creen que podría ir nuestra amiga? ¿Una princesa o alguna hada? ¡Claro que no! —¡Rikard! ¿Estás listo? ¡Ya hablamos de nuestra entrada triunfal! —Pronunció de golpe al ver la figura acercarse a ella. Se despegó de la pared y en un suave gesto alisó su mostachón postizo. ¿Quién era? ¡Fácil! ¡Se había recorrido todas las ciudades en busca de un maldito disfraz de mafioso que le quedara bien! ¡Pero nada! Era por eso que en aquél momento aquél traje monocromático que llevaba le resultaba, cómicamente grande ¿Preocuparse por ello? Para nada, sería el boss de una mafia más delgado de lo usual... Claro, ser regordetes ya no era algo tan común. Apoyó una de sus manos en su cintura, sonriendo con la diversión propia de un niño con un nuevo— Vamos, mi querido Watson —Sentenció, divertida. Dio media vuelta y se acercó a la enorme puerta que daba a la sala donde se llevaría a cabo la fiesta de navidad, pero, no la abrió, sino que permaneció ahí, delante, observando aquella puerta con fingida superioridad.

¡Watson! ¡Saca tu arma! ¡Esto es por el honor de la mafia! —¿Qué honor? ¡Como fuera! Ella misma llevó su mano al cinturón que llevaba bajo la camiseta, sacando una pistola terriblemente parecida a las auténticas y, sujetándola con ambas manos como toda una policía experta... No, esperen, como toda una mafiosa experta se acercó unos pasos a la puerta— ¡Ábrete Sésamo! —Pronunció alto y claro, aunque dudó que alguien más del interior de aquella sala hubiera escuchado realmente. ¿Que estaba mezclando historias? ¿Que más daba? ¡La misión era romper la puerta! O al menos abrirla como solía suceder en los libros. Se apresuró a acercarse al enorme portón de madera y, tomando impulso le dio una perfecta pero ineficiente patada. Su pie golpeó la firme madera y, antes de que la puerta se abriera, que por cierto no lo hizo, el golpe causó en la muchacha un escalofrío.— ¡Auch! —Retrocedió dando unos saltitos mientras se acercaba la rodilla al pecho, abrazando su pierna con sus brazos mientras dejaba escapar silenciosas quejas. Su mostachón acabó inclinándose a un lado y si no hubiera sido porque alargó una pano para atrapar su sombrero, este también se habría caído.— ¡Tse! Es injusto, pensé que iba a funcionar como en las películas... En ese caso... ¡Watson! ¡El misterio del cuarto cerrada! —Se cruzó de brazos a un lado del supuesto "Watson". Al percatarse de que llevaba mal el mostachón no tardó en volver a colocarlo como era debido antes de mirar hacia su enemiga jurada: la puerta.

Que estuviera vestida cual un mafioso entrado en agua no tenía nada que ver que en aquél preciso instante cierto gusto por lo detectivesco tomara forma. Lo cierto es que debían entrar en aquella sala, con armas en mano y no abriendo la puerta. En el fondo era simple.—
Pasamos al Plan B... —¿Debemos ser sinceros? Evelyne no tenía ningún Plan B, todo estaba reunido en aquél prime plan, pero, debía encontrar de todas formas una manera para entrar. Miró a un lado y otro mientras se cruzaba de brazos y simplemente sujetó la pistola con descuido en una de sus manos... Bueno, claro, tampoco era como si alguien le permitiera llevar una pistola verdadera, mucho menos su "guardia"— Se aceptan sugerencias. —Añadió tras breves segundos de pensar. Ahora el dilema no era "ser o no ser" sino "entrar y como entrar".

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Mensaje por Rikard Hvide Vie Dic 11, 2015 10:30 pm

Había que especificar algo: la navidad como festejo no era una de las cosas preferidas de aquel chico. Y aun así, no podía negar que, en gran medida, la visión de las navidades para Rikard era mejor desde el momento en que se había convertido en el guardaespaldas de aquella peculiar princesita a la que servía. Y es que...no hacía falta mucho para ver lo tan peculiar e incluso extrambótica que aquella muchacha era, incluso aun cuando nadie de aquella institución sabía lo que era en realidad.

Quizás por eso fue por lo que aceptó, o quizás fue por cumplirle el capricho de ir a una fiesta en nochebuena, algo distinto a lo común...¿qué más daba? Si en el fondo le cumplía todos los caprichos si tenía ocasión de hacerlo. Al fin y al cabo... Evelynne, ya que aquel era el verdadero nombre de aquella joven, era como una hermana pequeña, el paso del tiempo, eran muchos años a cuesta, y ya había acabado por cogerle aprecio. Tanto como para dar la vida por ella, dejando de lado el deber laboral a un lado.

Pero en ese caso, mas que protegerla del resto, lo que iba a pretender era protegerla de sí misma. Y es que...la cosa empezaba de manera complicada: todo aquello había empezado con la idea de ir a la fiesta, pero había proseguido con una larga búsqueda y captura del 'disfraz perfecto' para aquella exigente chica, el cual ni siquiera lograron encontrar. Aun cuando él, por su parte, si lo había encontrado, pero...ella... iba con un traje de hombre que le quedaba absurdamente grande. ¡E iba con bigote falso! Ella entera era un chiste andante, era imposible que el brillo divertido de los hermosos orbes del albino se mitigara. Pero no acababa allí todo, no... con metralleta de juguete apoyada sobre su hombro en una aparentemente despreocupada postura que iba acompañada por el traje que, aunque no era tan diferente al habitual que solía llevar, si estaba bastante más descolocado de lo que solía ser, otorgándole un aspecto más desenfadado, una resignada sonrisa asomó en los labios del sirviente cuando le escuchó decir lo referido al plan. - Eve, ¿no podríamos entrar de otra...? Espera, ¿Watson? -¡eso no se lo había avisado! ¿Que clase de combinación extraña de personajes estaba haciendo aquella muchacha?

La siguiente confusión, ¿o era demencia?, de aquella joven con bigote falso, fue intentar abrir la puerta al grito de '¡Ábrete Sésamo!', lo que causó que una de las manos cubiertas por un oscuro guante del albino se dirigiera a su frente junto a un suspiro, completamente confundido sobre si reír, regañarla, ayudarla o qué hacer- Creo que se ha confundido, jefe...-murmuró al final en una pequeña broma debido a como iba vestida ella. Pero cuando estaba alzando su mirada para poder observar lo que fuera a hacer, parpadeó con clara sorpresa al ver que acababa de darle una patada a la puerta.

-...pf... -se le escapó sin querer de los labios, y se apresuró, a su vez, a cubrirlos mientras le temblaban por el esfuerzo de no romper a reír a carcajadas que, completamente inverosímil sería a su vez teniendo en cuenta como solía ser la actitud de aquel hombre generalmente. - No me he reído, no me he reído -se apresuró a aclarar tras recuperar un poco la compostura, alzando sus manos a modo de petición de paz aun cuando llevaba aquella metralleta de mentira. Si...de camino ya había sido amenazado varias veces por ser disparado por esa chica, con agua pues era la única munición de aquella arma...pero disparo al fin y al cabo.

Mas al escuchar aquella indicación que, en el trasfondo, él sabía bien que era una petición de arreglar aquella cuestión de hacer la entrada épica que ella buscaba. Que remedio... así que, con calma e impasibilidad, volvió a dejar reposada parte de aquella arma de mentira que portaba sobre su hombro y se acercó a la puerta lo justo para, poco después, propinarle a la puerta una potente patada que causó que el cierre del manillar fallara y se abriera de golpe, con su prosiguiente estruendo. Y una vez lo hizo, volvió a hacer descender su pierna para, únicamente, colocar en un despreocupado gesto su chaqueta, con fingida arrogancia y porte, como si aquello no hubiera sido nada. Eso debía ser suficiente...- ¿Vamos adentro, jefe? -fueron sus palabras tras mirar de reojo a su acompañante junto a una sutil pero notoria sonrisa ladeada.


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Mensaje por Natasha Leisser Sáb Dic 12, 2015 7:35 am

¿Que se trataba de una fría velada? Era posible, pero yo ni siquiera lo había notado a pesar de encontrarme en el exterior y sin demasiada ropa que pudiera proteger mi piel de las heladas ráfagas de viento. Si la gente se quejaba de aquel clima, un día les invitaría a pasarse un día de estos por mi país, para que supieran lo que era sentir frío de verdad y no sólo nimiedades.
Por lo que fue para mí de lo más natural plantarme frente al de cobriza cabellera, sin mostrar expresión alguna de incomodidad por la temperatura radical de aquel bellamente decorado jardín. Ladeé ligeramente mi rostro, provocando que las extensiones rojizas en mi cabello calleran cual cascada por mis hombros y espalda desnudos; le miré con suma curiosidad y puse los brazos en jarras, a la espera de ser evaluada por el contrario. En cuanto escuché su resolución, fue imposible no hacer un mohín de reproche. ¡Yo no era una diablita! Al menos... no en toda la extensión de la palabra.
-Eres cruel, y sólo para hacer honor al calificativo que me acabas de asignar... No te diré que te ves sumamente atractivo con ese disfraz de vampiro... ¡Pero si venga! Hasta te pusiste colmillitos y toda la cosa... ¡Que adorable! -me acerqué nuevamente a él de un grácil brinco y ligeramente de puntitas alcancé sus mejillas, las cuales estrujé entre mis frías manos son suma diversión. Claro, para mí... dudaba que el otro se mostrata tan encantado como yo. Acerqué lo más que pude mi rostro al del contrario y le miré de forma profunda y picaresca- Si tu necesidad de sangre llega a un punto de ser inaguantable, puedes acudir a esta sexy diablesa, quien gustosa donará cuanto líquido vital sea necesario para mantener estable tu cordura... -susurré provocativamente, exponiendo ligeramente mi cuello para dar énfasis a mis palabras. Después retrocedí un paso y reí, maravillada con mi actuación. Nadie podría negar que sabía hacerle honor al disfraz que lucía aquella noche.
Entre ligeras risas que pretendían ser discretas, por el rabillo del ojo contemplé algo que llamó nuevamente mi atención. Totalmente curiosa viré mi rostro hacia mi lado izquierdo para enfocar mejor la silueta que se encontraba cerca de nosotros y observarle con inusitado interés. Abrí ligeramente los ojos y me llevé ambas manos de manera espontánea al rostro para cubrir mi boca al tanto que lanzaba un ligero jadeo al comprender mi equivocación.
-¡Por Lucifer! Qué descortés y maleducada soy... No vi que tenías compañía... ¡Hola! -me acerqué al chico de curioso disfraz y le dediqué una amplia sonrisa honesta- ¿Eres amigo de Andy? Yo soy Tasha, ¡es un placer conocerte! -sin pedir permiso, tal cual era costumbre en mí, extendí mi mano y tomé la ajena para estrecharla con sumo gusto, aún si aquella acción pudiera resultar extraña y hasta atrevida para muchos. ¿Pero qué podía decir en mi defensa? Así era yo, totalmente impulsiva y directa con lo que hacía. Mientras soltaba la mano del todavía desconocido para mí, miré por encima del hombro para responder aquella pregunta que Andy había dejado caer con respecto a mi esposo. Me divertía aquel mote que el ingenio del guitarrista había creado y que a buen pulso se había ganado Gerhard- ¡Sí! Lo dejé en el interior de la... -mi risa y explicación se cortaron de golpe al ser interrumpida por la dura voz del aludido. Mi expresión quedó congelada en mi rostro por unos segundos mientras contemplaba la gelidez con la que los ojos verdes del pelimorado penetraban a mi amigo y tragué finalmente en seco, incómoda de repente al sentirme cual niña descubierta en plena travesura. Reí, nerviosa- Ah... Vaya, vaya... Este... Esperen, ¿escucharon eso? -inquirí, olvidándome por un segundo de la tensión entre ambos hombres y pestañeando con curiosidad. Algún estrépito lejano acontecido en el salón de eventos, o al menos eso me había parecido a mí.- ¿Tú sí escuchaste? -le pregunté a mi compañero más cercano, el joven sin nombre.
Aunque claro, ni siquiera estaba segura de haber oído bien, sencillamente una excusa para tratar de cortar el denso ambiente que se había formado de repente. Literalmente. Me acerqué a Gerhard y le tomé de la mano con sutileza, ligeramente tensa pues ya estaba esperando de antemano a ser rechazada.
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Mensaje por Adler R. Edelstein Sáb Dic 12, 2015 7:19 pm

   No había sido nada modesto en comprar el disfraz, cada pequeño detalle fue cuidado con una manía propia de un meticuloso. Azules cabellos peinados, limpios y magníficos, la tez blanca iluminada por las luces del salón, mientras sus zapatos se pierden en los sonidos altos de la música. Acuñaba en toda su presencia una etiqueta de elegancia y pensamiento turbulento, apropiándose del lugar sin culpa, sin demora. Parecía que venía solo y sin embargo, el alma se le ponía tan negro como la noche cuando observa a la pequeña hermana de Marlene a su lado.

    Con asco y repudio sin reprimir. Lo expresaba claramente, porque los ojos palpitan vehementes, sin ser curado de un mal abrasador.

    La capa se mece al compás de sus movimientos gráciles, sin ser interrumpido en el trayecto a las mesas de aperitivos; aquella máscara que oculta su estimulante rostro, delata la pista definitiva del disfraz, no hay que ser adivino, a la distancia se olía el aroma a rosas y la ligereza con la que se prestaba para interpretar a un Fantasma de la Ópera digno, aceptando a entregarse a la influencia gótica y romántica, al misterio... para ser uno más en ésta fiesta santa que en realidad, aberra y desprecia.

    Su Christine está custodiando la casa, la buena moza que no alerta lo que podría pasar en aquella velada fría de Diciembre. Incluso resultaba innecesario intentar integrarse, no le importa las personas, todas le parecían aburridas independientemente si eran de verdad o no interesantes. El simple aroma que desprenden, ya le parecía una muestra desgraciada que huelen a mierda. ¿Y cómo era posible haber venido? La batalla con Daney la pudo haber ganado sin esfuerzo, hasta tuvo oportunidad de quebrarle el cuello si hubiera insistido un poco más y aún así… No podía permitir que viniese sola. Sería lamentoso no arruinar descaradamente una fiesta sin preámbulos. Sumido en un silencio lúgubre, estudia de las escenas triviales, acomodándose al mismo tiempo las tiras que descansan bajo su barbilla.
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Mensaje por Larrence O'Brian Dom Dic 13, 2015 12:00 am

Fiesta de navidad... Fiesta de navidad... Fiesta de navidad... ¡Ya lo había escuchado demasiadas veces! Todos hablaban de  eso, sin cesar ni un instante y, a pesar de que a él realmente nunca le había interesado ese tipo de fiestas, no podía hacer a menos de escuchar a sus compañeros de banda, sobretodo a Natsha y a Andrew, afirmar que iría... ¿Él lo haría? ¡Claro que no! ¿Por qué debería ir a un lugar lleno de gente y donde realmente lo que haría no seria más que ver la alegría dibujada en el rostro de todos los invitados? Además, si alguien lo reconocía, podía decirle adiós a su tiempo de tranquilidad... ¡No! ¡No iría! Pero bien que había sido firme él con sus adirmaciones que al final acabó por desistir, era mucho más aburrido permanecer en casa, sin nada que hacer, que aparecer en una fiesta, pasar ahí unas horas, quizás molestar a alguien y después volver a casa. Fue ese pensamiento que lo impulsó a levantarse de su cama y, buscar en el último momento algún disfraz que pudiera utilizar, pues si mal no se engañaba, la singularidad de esa fiesta era precisamente ir con algún disfraz. Pero ¿por qué debía de ir con un disfraz a una fiesta de navidad? Pero, lejos de molestarle aquello, lo consideró incluso oportuno. Pero ¿de qué podía él vestirse? Claramente no lo haría de Papa Noel, realmente ¿quién vería a Larrence ir vestido en rojo y con un saco para los regalos en la espalda? ¡Totalmente inverosímil era aquello! Pero, al no tener tampoco realmente disfraz para ponerse, lo que tuvo que hacer fue improvisar.

Tras una media hora terminó por elegir una camisa de un particular color marrón claro, una chaqueta color negro que en una de las mangas poseía tela a cuadros, unos pantalones del mismo color que aquella chaqueta y, finalmente por encima una particular capa que llegaba sin problemas hasta sus tobillos y una capucha con una cruz a un lado que solo dejaba libres unos vagos mechones verdosos que ondearon elegantemente a su alrededor. Para acabar tomó una guadaña falsa que en algún momento había tenido que utilizar por un motivo que al momento no le interesó recordar y de aquella forma salió de su apartamento. Tampoco se dio prisa en llegar, no le quedaba excesivamente lejos así que... Sí, habría ido caminando si no fuera porque una gélida briza le hizo estremecerse por completo y aferrar con aun más fuerza aquella guadaña que llevaba, quién, a pesar de no tener hilo y ser absolutamente indefensa, pesaba un poco... Ahora que se quedaba a pensar en ello ¿de qué estaría hecha? Pero no le dio a más su tiempo, vio un taxi acercarse y tampoco tardó en hacerle un gesto para que se acercara y, una vez paró, subió y con absurda calma le indicó el lugar donde quería ser llevado. Claro, era un Shinigami, pero, a nada serviría si el Dios de la Muerte llegara a la fiesta congelado e incapaz de moverse... ¡Ahí sería el verdadero Shinigami que vendría a por él! Y eso no le causaba la menor gracia. No, no quería morir de frío a pesar de sus extraños hábitos, el ser congelado no le atraía en nada.

Cuando finalmente el coche se arrimó a la acera que conducía al lugar del evento, pagó lo debido y salió con una divertida sonrisa en sus labios. Sí, ahora había un bastante grave problema. El Larrence que se veía en los escenarios era completamente diferente al real, era como el cielo y el infierno en su forma más humana ¿cuál de los dos elegiría para aquella ocasión? Era un Shinigami, sí, así que actuaría como tal, o al menos, lo intentaría. Así pues se fue internando en el jardín de aquél lugar con sus verdes orbes fijas en las diferentes personas y disfraces que era veía, buscando entre la pequeña multitud, pues al parecer había llegado antes de lo previsto, las figuras que bien conocía: la vocalista y el guitarrista con los que trabajaba. Tampoco le fue complicado reconocerlos al final, a pesar de que solo había logrado ver la cabellera, esta vez algo mas larga, de Natasha que parecía una antorcha andante y a Andy quién iba delante suya. En un paso desenfadado y una divertida sonrisa en sus labios se fue acercando por detrás, a espaldas de la muchacha y, en cuanto consideró que Andy sería capaz de verlo, le hizo un gesto de silencio llevando su dedo índice a sus labios, sonrientes. Dio un pequeño brinco, causando que tanto sus mechones libres como su capa ondearan unos segundos antes de extender la mano que sujetaba la guadaña hacia delante, hacia casi tocar con su supuesto filo el cuello de la diablesa. Claramente se había asegurado que aquella supuesta "arma" no fuera capaz de lastimar a nadie, solo había la posibilidad de causar un cardenal a alguien en caso de que se utilizara como palo, cosa desaconsejada por el vocalista.— ¡Serás mi primera víctima esta noche! ¡Diablesa, me llevaré tu alma! —Pronunció de golpe en un tono jocoso. Miró de reojo a un lado de la muchacha... Ese que estaba a su lado... ¿Era su esposo?.  


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Mensaje por Melanie S. Hiddleston Lun Dic 14, 2015 4:30 am


Todo era alegría de vísperas, tanto que se volvía incluso contagiosa y me hacia anhelar aquella tierna infancia que tuve junto a los míos, en Cabo Verde. ¿Qué más podía pedir este año? Quizás que mi hermana se liberara de cierto malestar a mi lado opuesto, que destilaba por los poros  aires de señor importante y se contenía de matar a cuanto ser viviente sobre su propio camino. Lo observé de reojo al hombre con la mitad de la cara cubierta, a tiempo que dibujaba una media sonrisa y le decía, por simple compasión:

No veas todo tan negativo, cuñado. ¡¡Al menos charlemos de algo!!—A decir verdad, Adler había mantenido tanto su distancia que se notaba patentemente la indiferencia que ejerció contra mi persona y eso, en un punto, se tornaba demasiado incomodo e insoportable. Lo cierto, es que él sólo parecía mostrarse un poco diferente con Marlene, al menos por lo poco que noté al haberme quedado un par de días con ellos y también por las ciertas veces que justo los interrumpía. Bajé la mirada, ruborizada. Entonces, ¿cómo se explicaba este extraño malestar a mi pecho? ¿Seria un poco de envidia a la suerte de mi hermana? ¡No!

Trate de distraerme con otras cosas, ni siquiera el maldito tiró un comentario positivo de mi elección de disfraz. Llevaba una peluca rosada debajo de una cómoda capucha rojiza, unos lentes de contacto grises que ocultaban misteriosamente mis llamativos ojos rojos, un grimorio entre mis manos y por supuesto un vestido de corte en “v”; con corsé adornado con un generoso camafeo de minuciosos detalles. Todo aquel conjunto hacia que mi espíritu se mostrara demasiado tierno, amistoso e inclusive hasta travieso en contraste a mi acompañante.

Me toque con un dedo los labios, pensativa:
¿Cómo podría curar lo tétrico en un tiburón como tu, cuñado? —razoné sin quererlo en voz alta adelantándome unos pocos pasos a él, sin quitar esa fingida preocupación y llegándome en forma de aromas de la mesa de aperitivos la solución. ¡Eso era! —¡Lo que necesitas es comer unos bocaditos de pescado!—Exclame divertida, girándome sobre mis talones a rencontrarme de cara a cara con Adler que se estaba acomodando justo las tiras de su traje y agarrándolo de una de las manos, lo guié hacia donde estaba el menú de aquella noche fría.
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Mensaje por Gerhard Leisser Mar Dic 15, 2015 11:43 am

Escuchó todo. Absolutamente todo, incluida aquella 'broma' por parte de aquella que era su esposa y acompañante, pero que a oídos y ojos del pelimorado solo causó que su ceño se frunciera en un marcado gesto de molestia que iba aumentando. ¿Qué - demonios - había - sido - eso? Vale que supiera que esa chica era bien atrevida y descarada...pero ¿era tan descarada como para hacer aquello ante sus narices? Y aunque su consciente, esa parte tan lógica y racional que solía ser dueña y señora del raciocinio de aquel doctor, le decía que era absurdo sentir molestia o incluso celos por aquello, otro lado de su mente le decía algo completamente distinto: ese lado posesivo y sobreprotector estaba bramándole que se la llevara ahora mismo de allí. Pero no...aún estaba allí su lado racional que hizo que solo fulminara a ambos con la intensa mirada verdosa que poseía. - Natasha...- gruñó entre dientes, casi asemejándose al siseo de una serpiente enfurecida, aun cuando su voz escapó de sus labios como escarcha.

Pero no acabó allí todo, pues cuando ella ya había parecido percatarse de la tensa situación que se estaba tornando aquello y se puso a su lado para sujetar su mano, en un inicio no hizo nada al respecto. Pero eso fue hasta que algo de color verde apareció de golpe...y lo siguiente que observó fue, de reojo, como en el cuello de su mujer se encontraba lo que parecía ser el filo falso de...¿eso era una guadaña? Parpadeo suavemente ante aquello, pero al girar su rostro para mirar al 'ser' que estaba detrás de la pelirroja ataviada cual diablesa, lo reconoció. Ah... el otro compañero de Natasha. Y aunque en persona no lo conocía, por lo que había visto y oído hablar de ella, tampoco tenía mucho interés en ello. Pero si en algún momento pudo tener la duda de aquello, el ver como la 'avisaba' de que le iba a robar el alma y ase lo confirmó. Una de sus manos se alzó para frotar suavemente con un par de dedos su frente mientras un sutil y fugaz tic acudió a una de sus cejas. De verdad... ¿Dónde demonios se había metido? Irónicamente el pronunciar el 'demonios', ya que...de eso iba precisamente.

Y en ese momento, aquello parecía encajar perfectamente con la peligrosa aura que parecía desprender el pelimorado en aquel momento, y que, quizás debido a ese traje que llevaba, incluso se notara más todavía de lo que debía de ser. Si...a ese paso, iba a convertirse en un demonio de verdad esa noche.
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Mensaje por Angelique Freetzenvalden Mar Dic 15, 2015 11:17 pm

Aquella noche para mí no es especial ni significativa, pues, en las navidades pasadas ya he sido participe de muchos eventos iguales, casi rutina diría, en brazos de mi afinado. Siempre festivos y alegres, pero si se escarba un poco más en realidad, encontraríamos mucha pena en cada uno de nosotros. Máscaras y disfraces cómo los llevamos ahora mismo, ¡más literal no se puede ser!

Sonreí entre conocidas, riéndome alegre y  comentando lo bien que se veían sus trajes con mucho elogio. Arreglé sutil el pliegue de mí vestido, en éste predominaban el negro y rojo, colores que rememorarían a la terrible villana del país de las maravillas: La reina de Corazones. Soberana de un país entero, mujer que no conoce de reglas y se apodera en ella un místico aire de locura al igual que sus habitantes, una forma y prueba fundamental, es su fetiche por cortarle las cabezas a aquellos que desobedezcan…

Como a Tarquin si no llegaba a obedecerme y complacerme los caprichos. Por eso elevé los ojos y lo admiré en la distancia, me sumí en un silencio corroído de veneno palpitante, volviendo entonces en sí para caminar en su búsqueda, recorriendo la sala y espantar a las posibles pretendientas que desean acercarse al sirviente con una simple mirada que irrumpe la conversación de manera abrupta.

Tras verlas irse, le miró altiva.
Intenta no ser demasiado obvio cuando intentes darme celos —me acomodé el cabello, echándolo hacía atrás y dar un pequeño mohín—. Porque el que acabará castigado serás tú, no yo.
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Mensaje por Tarquin A. Blackwood Miér Dic 16, 2015 5:15 am


Ciertamente el clima no era un factor de riesgo para él. Su sangre fría, que parecía serle de una perfecta defensa para todo, le ayudaba a mantener todo controlado alrededor de cualquier ámbito que circulara. Por ende, en esa fiesta, no seria la excepción.  Al principio le pareció una idea tonta disfrazarse, pero después tuvo que aceptarlo a la fuerza y más porque su propietaria acudiría luciendo de una forma única para ese mundillo. Siendo, que a diferencia de él, a ella le sería más fácil rodearse de personas que la tuvieran como objeto de admiración.

Como la joven lo dejo por unos segundos atrás, no tardo en verse rodeado de otros seres femeninos que se vieron de partida fascinadas por el detalle de las medallas al pecho, accesorios falsos y que generalmente,  nunca escapaba a los ojos de una mujer. El vestuario de un militar de alto rango, siempre atraería como un tarro de deliciosa miel y para más de una, el grifo resultaba ser de uno particularmente exquisito. No obstante, el castaño por simple gesto de educación respondía a cada pregunta de elogio de forma neutral y de paso galanteando con cierta seguridad con algunos de los disfraces de esas mismas chicas.  

Aunque la reina no tardo en volver a él, cuando se dio cuenta de que no estaba a su lado y le había dejado muy suelta la correa. ¿Había conseguido ponerla celosa? Ni siquiera se programó a llevar tal cosa a cabo, pero verla hacer mohines hacia que le arrancaran muy fácilmente unas cuantas risas para adentro y cambiara un poco la expresión gélida del rostro. Sin que ella lo previniera, le tomó a tiempo una de las manos para besarle los nudillos y se inclinó a uno de los oídos  de la contraria con la intención de susurrarle las siguientes palabras:  

No necesita desconfiar de este modo de mí, señorita Anguelique. Cuando solamente tengo un objetivo en mente—. Se lo dejo suspendido él a modo de enigma;  viéndola fijamente con una impresa sonrisa apenas torcida, y excusándose casi rápidamente con un: —Le traeré algo de beber—. Y sobrevoló a buscar un poco de ponche para ambos.
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Mensaje por Adler R. Edelstein Jue Dic 17, 2015 3:07 am

       Hizo un leve mohín, cómo si sólo la idea de tener que gastarse en ella fuera una idea aberrante a su persona:
   —¿Charlar de algo contigo? —Responde y sin medias tintas, añadir—: ¿Te tengo que recordar quién de aquí hizo allanamiento de propiedad privada, y, qué tengo el poder de enviarte de regreso a tu hospital psiquiátrico? —Sí, hablar era una malísima idea. Tenerla a ella rondando por su casa, era como tener a una inútil vaga, un parasito que estaba comiéndoselo todo… Porque por su culpa no podía mostrarse más receloso con Marlene ya que la enana, tenía toda su atención cada dos por tres. Irrumpiendo siempre una batalla de seducción constante, cómo si fuera adrede.

    Su esposa era compasiva pero muy estúpida, no puede culparla por sentir sentimientos de amor fraternal sin embargo, si la culpa de permitir que haga mal trío en el hogar.  

     ¿Celoso?

    Sí.

    Y mucho.

   —Sólo vine aquí a vigilarte. —O tal vez no es la única razón por la que vino. Se soltó de inmediato de su agarre cuando ésta se atrevió tocarle con descaro imprudente. ¡Qué osada! Cómo si se tratase de un mero maniquí de tienda. Si hubo alguna vez una pizca de simpatía sobre ella, se ha disipado completamente.

    Brusco, se apartó. Caminando a su ritmo en tanto ejerce en su presencia un poderío terrorífico:
   —No me toques —dijo, aceleró el paso. Al tenerla de espaldas y ya peligrosamente cerca, le susurra al oído una amenaza que entre ellos se quedaría—, o te quedarás sin tus preciosos dedos —volvió a erguirse por la diferencia de alturas, enfocado en la mesa de aperitivos anteriormente previsto por la más joven.

   Prefirió degustar entre todo, un manjar que contenga 0% espíritu navideño, algo imposible. Allí hay aperitivos dulces y salados, que parecen hechos a manos de los duendes de Santa Claus, emanando una alegría inmensa y colorida en los sabores. Mostró tremendo disgusto y tomó un pequeño trozo de queso.  
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Mensaje por Nikolas Loreto Sáb Dic 19, 2015 8:52 pm

Quería algo de ponche de frutas, pero no podía acercarse a la mesa de bebidas sin encontrarse con Marina, se sentía demasiado nervioso, demasiado nervioso como para tener el valor de hablarle, pero ahí estaba, hablando con ella, e intentando no vomitar lo poco que había comido en el día. Ella se veía encantadora y quizás él se había tomado demasiado enserio que fuera una fiesta navideña. Igual, era algo que no importaba, al menos no estaba muriéndose de frío como otros, estaba perfectamente cubierto y tampoco se veía la herida que tenía en el cuello. Lo que era fantástico porque no quería lidiar con más preguntas, al menos no en ese momento. Se preguntaba que diría Marina, por ahora solamente había visto las de sus muñecas y no había pensado en ver la de sus tobillos, mal cicatrizadas sobre otras, en sus muslos, en todas partes de su cuerpo escondidas entre capas y más capas de ropa. Sacudió la cabeza, intentando sacarse esas ideas de la cabeza.

Saludo con la mano al sujeto que estaba al lado de Marina, especialmente para no parecer grosero pero la verdad es que no tenía ojos para nadie más que para la chica y lo cierto es que por la personalidad de Nikolas podía ser grosero incluso sin notarlo. La verdad es que era algo que solía pasarle a menudo, pero no era algo importante en ese momento porque solamente estaba prestándole atención a Marina, y es que se veía tan pero tan diferente. Completamente distinta a lo que había imaginado al principio, estaba seguro de que iría más... Conservadora. Se asustó un poco porque podría estar comenzando a ser y actuar como las demás chicas y no es que fuera malo, pero si le asustaba mucho que la chica estuviera siendo como las demás, menos auténtica.

Observó como la chica se derramaba el ponche encima y sonrió con ternura ante lo que esa imagen le hacía sentir, era algo demasiado fuerte, pero también triste porque ella había resultado de alguna forma herida y no podía vivir con eso. Sacudió la cabeza, de nuevo se estaba perdiendo en los sentimientos y pensamientos que Marina le hacía tener, se sentía un poco idiota por eso. Sonrió cuando la chica le llamó de esa forma, mencionando su nombre con tal emoción y sonriendo de la forma en la que lo estaba haciendo en ese momento. Le hacía sentir mil veces mejor que ella reaccionará así respecto a él, era completamente impresionante. Dejó escapar un pequeño suspiro y le miro un poco ruborizado. No le gustaba ni estaba acostumbrado a recibir cumplidos.

Fue el mejor disfraz que pude encontrar después de decidir que si vendría, hace dos horas.— Mencionó, pues aunque no pareciera, había sido realmente complicado decidir si iba a presentarse o no, solamente estaba yendo porque era Marina a la que quería ver, pero si no hubiera sido así, simplemente habría ignorado todo y a todos y se habría ido. Ese es el tipo de persona que era Nikolas.—¡Oh! Vaya, nadie me informó que habría bocadillos.— Exclamó con cierta emoción infantil, tomando algunos canapés e introduciéndolos en su boca con algo de nerviosismo. También se sirvió un poco de ponche, en su familia eran populares las fiestas ostentosas, llenas de gente hipócrita que solamente quería llenarse los bolsillos, desde pequeño había sido obligado a formar parte de ellas y bailar con las chicas más hermosas de la ciudad, hijas de amigos de su padre y de inversionistas famosos; siempre las había odiado.—Siendo honesto, odio este tipo de cosas, pero...— Mencionó, dejando lo que había tomado en la mesa, para arrodillarse frente a Marina.—Moría por bailar contigo. Me debías uno, ¿recuerdas?— Cuestionó, extendiendo las manos hacia ella. Esperando que tomara alguna.
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Mensaje por Natasha Leisser Lun Dic 21, 2015 6:42 am

Mi espalda se tensó y un escalofrío recorrió la misma al apreciar aquella mirada furibunda que el pelimorado me dirigía, y podía entender el porqué de esta, o al menos suponerlo. Una suave sonrisa de total nerviosismo apareció en mis facciones, riendo disimuladamente mientras buscaba desesperadamente algo, lo que fuera, que pudiera quitarle tensión a aquello. Pero me dejó completamente helada aquel sisear de mi esposo y que sólo había alcanzado a percibir que mascullaba mi nombre entre dientes. De acuerdo, el chacal no se había puesto su vacuna contra la rabia el día de hoy, eso era un hecho.
-¡Ay, allí te hablan, Andy! -exclamé impulsivamente, mirando a mi compañero de una forma que indicaba que, mentalmente, le estaba echando la bendición porque... No sabía si después de aquello le volvería a ver con vida. Y, obviamente, tratando de fingir demencia respecto a que la persona a la que realmente recaía todo el peso de la molestia ajena era en mí. Por supuesto que el guitarrista, como buen... ¿Drácula andante? ¡Tenía que salvarme y ocupar mi lugar en una muerte segura! Y hablando de reemplazos literales... ¿El de cobriza cabellera se vería bien junto a Gerhard en la misma cama? Tomando en cuenta que... él literalmente tomaría mi lugar. Me mordí el labio inferior, en un intento desesperado por contener la risa que estaba a punto de asaltarme a causa de aquella bizarra visión de ambos. ¡Ah, que singular pareja serían!~
Al menos el pelimorado no había rechazado el tacto a mi mano... No lo había correspondido, pero tampoco rechazado. ¿Aquello podría ser tomado como una buena señal de que el humor ajeno aún podía ser cucado un poco más antes de que su cabeza estallara? Le miré de reojo sólo para confirmarlo... No, definitivamente ya había llegado a un nivel de alerta angustiante, podía leerse el cartel de PELIGRO en toda su expresión, sobre todo en aquel fruncir de ceño suyo tan mono... Así que no, lástima, pero ya sería para la otra. Por ahora parecía que, irónicamente, había caído en el mismísimo infierno.
-Qué maleducados que son, ¿no ven que tenemos compañía? Pensará que ambos salieron de la perrera -hablé por fin, señalando con una fugaz cabezada a Mr. Desconocido andante- si pidieran mi opi... -me vi brutalmente asaltada por el filo de una guadaña al tanto que detrás de mí aquella escalofriante voz susurraba mi última sentencia. ¡Madre santa, ¿en dónde había llegado a parar?! Demasiado tarde había interpretado la fugaz mirada que había echo Andy instantes antes por encima de mi cabeza- ¿Al menos me dejarás decir mi última plegaria? -inquirí con voz ligeramente temblorosa, aunque ya me había dado cuenta que se trataba ni más ni menos del otro tonto de la banda. Fruncí el ceño- ¡Espera un segundo! ¿Por qué tengo que morir yo? ¡Soy una diablesa, más respeto! -traté de mirar por encima del hombro a Larrence- Y que se note que no vengo sola, traigo a Lucy conmigo... y nada más mírale la pinta que se trae, no creo que quieras tentar a su amigable humor... Quita eso, ¡mira que te lo echo encima, ¿eh?!
¿Gerhard sería capaz de correrme de casa después de eso? A saber...
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